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DIOS VERSUS LA CIENCIA

Rogelio Tomás Pontón

El siguiente es un debate entre el zoólogo Richard Dawkins, de Oxford, y Francis


Collins, que fuera director del programa oficial del genoma humano. Dawkins ocupa la cáte-
dra ‘Charles Simonyi” de Public Understanding of Science de la Universidad de Oxford. Su
campo de investigación ha sido la etología y ha escrito un sinnúmero de libros. El último es
un best seller y se titula “The God Delusion”. Se ha definido públicamente no sólo como
ateo sino como un predicador del ateismo. El Dr. Collins es Director del Nacional Human
Genome Research Institute y ha encabezado el programa oficial del Genoma Humano al
frente de 2.400 científicos para mapear los 3.000 millones de letras bioquímicas de nuestra
genética. Ha escrito más de 300 artículos científicos y un libro titulado “The Language of
God”. Su equipo ha ayudado a descubrir la causa de la fibrosis cística, de la neurofibroma-
tosis y de la enfermedad de Huntington. Es un cristiano creyente.

Primero vamos a transcribir el debate tal como ha sido publicado por el Time del 13
de noviembre de 2006, sin embargo sabemos de algunos puntos que no se incluyeron en la
publicación, como la discusión sobre la historicidad de Jesús y otros, tal como lo manifies-
ta Collins en “Newsletter” (enero-febrero de 2007), publicación de ASA. Finalmente hare-
mos algunos comentarios.

Time: Profesor Dawkins, si uno realmente entiende la ciencia, ¿Dios es una ilusión tal como
sugiere el título de su libro?

Dawkins: La cuestión de si realmente existe un creador sobrenatural, un Dios, es una de las


preguntas más importantes que debemos contestar. Yo pienso que es una pregunta científi-
ca. Mi contestación es no.

Time: Dr. Collins, ¿usted cree que la ciencia es compatible con la fe cristiana?

Collins: Sí. La existencia de Dios puede ser verdad o no. Pero llamarla una pregunta cien-
tífica implica que las herramientas de la ciencia pueden proveer la contestación. Desde mi
perspectiva, Dios no puede estar totalmente contenido dentro de la naturaleza y, por lo tanto,
está fuera de la habilidad de la ciencia dar una respuesta.

Time: Stephen Jay Gould, un famoso paleontólogo de Harvard, argumentó que ciencia y
religión pueden coexistir, porque ocupan cajas separadas herméticamente. Parecería que
ambos de ustedes discrepan.

Collins: Parecería que Gould levanta una pared artificial entre dos visiones comunes que no

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existen en mi vida. Porque creo fehacientemente en el poder creativo de Dios, creando en


primer lugar todo lo que existe, encuentro que estudiar el mundo natural me da la oportuni-
dad de observar la majestad, la elegancia, lo intrincado de la creación de Dios.

Dawkins: Pienso que los compartimientos separados de Gould fueron un ardid meramente
político para ganarse a los religiosos tibios hacia el campo de la ciencia. Pero es una idea
vacía. Hay muchos espacios donde la religión no se mantiene distante del campo científico.
Cualquier creencia en milagros es totalmente contradictoria, no sólo con los hechos de la
ciencia sino con el espíritu de la ciencia.

Time: Profesor Dawkins, ¿piensa usted que la teoría de la evolución de Darwin va más allá
que una simple contradicción a la historia del Génesis?

Dawkins: Sí. Durante siglos, el argumento más poderoso sobre la existencia de Dios en el
mundo físico fue el llamado argumento del diseño: las cosas vivientes eran tan hermosas y
elegantes, tan aparentemente diseñadas que solo pudieron ser hechas por un diseñador inte-
ligente. Pero Darwin produjo una explicación más sencilla. Su vía es un gradual y mejora-
do crecimiento comenzando en inicios muy simples, y trabajando paso a paso mediante
pequeños progresos hacia más complejidad, más elegancia, más perfección adaptable. Cada
paso no es demasiado improbable para que nosotros no podamos entender, pero cuando los
sumamos en forma acumulativa durante millones de años, tenemos esos monstruos de
improbabilidad, como el cerebro humano o un bosque tropical muy denso donde llueve todo
el año. Debería ser una advertencia, a que nunca más asumamos que porque algo es com-
plicado, lo debe haber hecho Dios.

Collins: No veo que la narración básica sobre la evolución del Profesor Dawkins sea incom-
patible con que la haya diseñado Dios.

Time: ¿Cuándo habrá esto ocurrido?

Collins: Siendo Dios sobrenatural, Él también está fuera del tiempo y del espacio. Por lo
tanto, al momento de la creación del universo, Dios también pudo haber activado la evolu-
ción, con total conocimiento de cómo iba a resultar, y más aún incluyendo el hecho de estar
ahora manteniendo esta conversación. La idea que Él no sólo puede predecir el futuro, nos
da espíritu y libre albedrío para realizar nuestros deseos, se torna enteramente aceptable.

Dawkins: Creo que eso es tremendamente desechable. Si Dios quiso crear vida y seres
humanos, sería muy rara la extraordinaria e indirecta forma de esperar 10.000 millones de
años antes de iniciar vida alguna y luego esperar otros 4 mil millones de años hasta arribar
a que se logren seres humanos capaces de adorar y pecar y todas esas otras cosas que a la
gente religiosa le interesa.

Collins: ¿Quiénes somos nosotros para decir que fue una forma rara de hacerlo? Yo no creo
que sea el propósito de Dios que sus intenciones sean absolutamente obvias para nosotros.

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Si a Él le conviene ser una divinidad que debemos buscar, sin estar presionados a hacerlo,
¿no hubiera sido razonable para Él usar el mecanismo de la evolución sin colocar señales o
vías obvias para revelar su rol en la evolución?

Time: Sus dos libros sugieren que si las constantes universales, las seis o más que caracte-
rizan nuestro universo, hubieran variado en algún modo, eso hubiera hecho la vida imposi-
ble. Dr. Collins, ¿puede suministrarnos un ejemplo?

Collins: Si la constante gravitacional hubiera variado en una parte en cientos de millones de


millones, luego la expansión del universo después del Big Bang no hubiera ocurrido de la
manera necesaria para que existiera vida. Cuando observamos la evidencia, es difícil pensar
que esto fue simple casualidad. Pero si desea considerar la posibilidad de un diseñador, esto
resulta una explicación plausible para lo que de otra manera es un evento excesivamente
improbable, particularmente nuestra existencia.

Dawkins: La gente que cree en Dios concluye que debe haber un accionador divino de una
perilla que accionó, a su vez, las perillas de media docena de estas constantes para que sean
exactamente adecuadas. El problema es que esto significa, porque hay algo bastamente
improbable, que necesitamos un Dios para que nos lo explique. Pero Dios mismo sería aún
más improbable. Los físicos han arribado a otras explicaciones. Una es que estas seis cons-
tantes no son libres para variar. Algunas teorías unificadas eventualmente demostrarán que
están tan ligadas como la circunferencia y el diámetro de un círculo. Esto reduce las proba-
bilidades que todas ellas ocurren independientemente solo para encajar en el proyecto. La
otra vía es la de los multiversos. Esta dice que a lo mejor el universo que habitamos es uno
de un gran número de universos. La gran mayoría no tendría vida porque tienen una cons-
tante gravitacional equivocada. Pero como el número de universos aumenta, las probabili-
dades apuntan a una pequeña minoría de universos que tengan las adecuadas constantes.

Collins: Esta es una elección interesante. Salvo una solución teórica que yo creo improba-
ble, usted debería decir que hay millones de millones de universos paralelos allá afuera, que
no podemos observar en el presente, o debe decir que hay un plan. Yo encuentro el argu-
mento de la existencia de un Dios, que hizo la planificación, más lógico que el burbujear de
todos estos multiversos. De manera que la navaja de Occam -Occam dice que uno debe ele-
gir la explicación más simple y directa- me guía a creer más en Dios que en el multiverso,
que parece una exageración para la imaginación.

Dawkins: Acepto que hay cosas más grandes y más incomprensibles de las que podemos
imaginar. No puedo entender por qué usted invoca improbabilidad y aún no admite que se
está pegando un tiro en su pie por postular algo igualmente improbable, mágicamente, en la
existencia de la palabra Dios.

Collins: Mi Dios no es improbable para mí. Él no necesita una historia de su creación, o ser
explicado por otra cosa. Dios es la contestación a todas aquellas preguntas de ¿Cómo todo
se ha originado?

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Dawkins: Creo que ésta es la madre y el padre de todo esto. Es una honesta búsqueda cien-
tífica descubrir de donde proviene esta aparente improbabilidad. Ahora, el Dr. Collins dice:
“Bueno, Dios lo hizo y Dios no necesita explicación porque Dios está fuera de todo esto”.
Bueno, esto es una increíble evasión de la responsabilidad a contestar. Los científicos no
hacen esto. Los científicos dicen: “Estamos trabajando en esto, nos esforzamos por entender”.

Collins: Por cierto que la ciencia debería continuar para ver si puede hallar evidencia para
los multiversos que puedan explicar por qué nuestro universo está tan bien afinado. Pero
objeto la aseveración que cualquier cosa fuera de la naturaleza está fuera de la conversación.
Este es un empobrecido punto de vista a preguntas que nosotros los humanos podemos
hacer, tales como ¿Por qué estoy aquí? ¿Qué sucede después que morimos? ¿Hay un Dios?
Si usted se niega a reconocer lo apropiado de estas preguntas, arribamos a la probabilidad
cero con respecto a Dios después de haber examinado el mundo natural porque no le con-
vence sobre una base de evidencia. Pero si mantiene su mente abierta sobre que Dios puede
existir, puede apuntar a aspectos del universo que son consistentes con esa conclusión.

Dawkins: Para mí, el enfoque más correcto es decir que somos profundamente ignorantes
en estos temas. Necesitamos trabajar más en este aspecto. Pero de repente, decir que la con-
testación es Dios, pareciera que es para terminar la discusión.

Time: ¿Podría la contestación ser Dios?

Dawkins: Podría haber algo increíblemente grande e incomprensible y que está más allá de
nuestro entendimiento.

Collins: Eso es Dios.

Dawkins: Sí. Pero pudiera ser cualquiera de mil millones de dioses. Podría ser el Dios de
los marcianos o de los habitantes de Alfa de Centauro. Las posibilidades de que sea un Dios
en particular, Yahweh, el Dios de Jesús, es por lo menos mínima, la obligación recae sobre
usted para demostrar que éste es el caso.

Time: El libro del Génesis ha guiado a muchos protestantes conservadores a oponerse a la


evolución y algunos insisten que la tierra sólo tiene 6.000 años.

Collins: Hay creyentes sinceros que interpretan Génesis 1 y 2 en una forma literal que fran-
camente es inconsistente con nuestro conocimiento sobre la edad de nuestro universo o
cómo los organismos vivientes se relacionan. San Agustín escribía que básicamente era
imposible de entender lo que estaba siendo descripto en el Génesis. No se debía entender
como un libro de ciencia. Debía entenderse como la descripción de quién era Dios y quié-
nes somos nosotros y cuál se supone que es nuestra relación con Dios. Agustín explícita-
mente nos advirtió contra una perspectiva muy estrecha que expondría nuestra fe a parecer
ridícula. Si usted da un paso atrás de esa estrecha interpretación, lo que la Biblia describe es
muy consistente con el Big Bang.

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Dawkins: Los físicos están trabajando sobre el Big Bang y algún día pueden o no resolver-
lo. No obstante, lo que el Dr. Collins ha especificado…, ¿puedo llamarlo Francis?

Collins: Por favor, Richard, hágalo.

Dawkins: Lo que Francis estaba diciendo sobre el Génesis era, por supuesto, una pequeña
discusión privada entre él y sus colegas fundamentalistas….

Collins: No es tan privada. Es bastante pública …(risas).

Dawkins: Sería raro que yo interviniera, excepto para sugerir que se ahorraría mucho tra-
bajo simplemente si no los considerara. ¿Por qué hacernos problema con estos payasos?

Collins: Richard, no creo que adjudicarle nombres a gente sincera contribuiría a un diálogo
entre ciencia y fe. Eso endurecería más la posición. En este aspecto, los ateos parecieran más
arrogantes y caracterizar la fe como algo que solo un idiota defendería, no ayudaría en este caso.

Time: Dr. Collins, la Resurrección es un argumento fundamental en la fe cristiana, ¿junto


con el nacimiento virginal y los milagros no hacen mella a los métodos científicos, que
dependen de la constancia de leyes naturales?

Collins: Si usted contesta que sí a un Dios fuera de la naturaleza, luego no hay nada incon-
sistente para Dios que en raras ocasiones elige invadir el mundo material de manera que
pareciera milagroso. Si Dios hizo las leyes naturales, ¿por qué no podría Él violarlas cuan-
do fuera un momento particularmente significativo para que Él lo hiciese? Y si usted acep-
ta la idea que Cristo también es divino, que yo sí, luego su Resurrección no es en sí mismo
un gran salto lógico.

Time: La mera noción de los milagros, ¿desplazaría la ciencia?

Collins: De ninguna manera. Si está en el campo que yo estoy, un lugar en que ciencia y fe
podrían aproximarse es la investigación sobre supuestos eventos milagrosos.

Dawkins: Si hay algo que le cierra la puerta en la cara a la investigación constructiva es la


palabra milagros. Para un labrador del medioevo, una radio sería un milagro. Todo tipo de
cosas, que se podrían clasificar como milagros, pueden pasar a la luz de la ciencia actual, de
la misma manera que en el medioevo apareciera un Boeing 747. Francis continúa diciendo
cosas como ‘Desde el punto de vista de un creyente’. Una vez que usted adopta la posición
de la fe, se encuentra repentinamente perdiendo su escepticismo natural y su científica –real-
mente científica- credibilidad. Ruego me perdone mi descortesía.

Collins: Richard, de hecho, estoy de acuerdo con la primera parte de lo que usted dijo. Pero

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le restaría su exposición sobre que mis instintos científicos son menos rigurosos que los
suyos. La diferencia es que mi presunción sobre la posibilidad de Dios, y por lo tanto lo
sobrenatural, no es cero, y la suya, sí.

Time: Dr. Collins, usted ha descrito el sentido moral de la humanidad no sólo como regalo
de Dios, sino también como señal de que Él existe.

Collins: Hay todo un campo de investigación que ha brotado en estos últimos 30 ó 40 años
–algunos lo llaman psicología sociológica y evolutiva- relacionado con de dónde sacamos
nuestro sentido moral y por qué valoramos la idea del altruismo, y localizando ambas pre-
guntas en adaptaciones de conducta para la preservación de nuestros genes. Pero si usted
cree, y Richard ha sido claro en esto, que la selección natural opera sobre el individuo no en
un grupo, luego ¿por qué el individuo arriesgaría su propio ADN haciendo algo desintere-
sado para ayudar a alguien, de tal manera que pudiera disminuir sus posibilidades de repro-
ducción? Convenido, podríamos tratar de ayudar a miembros de nuestra propia familia por-
que compartimos nuestro ADN. O ayudar a alguien esperando que ellos nos ayuden recí-
procamente. Pero cuando observamos lo que nosotros denominaríamos la más generosa
manifestación de altruismo, ella no se basa en selección de parentela o reciprocidad. Un
ejemplo máximo podría ser el de O. Schindler arriesgando su vida para salvar a más de
1.000 judíos de las cámaras de gas. Esto es lo opuesto a salvar sus genes. Vemos versiones
menos dramáticas todos los días. Muchos de nosotros pensamos que estas cualidades pue-
den provenir de Dios, especialmente desde que justicia y moralidad son dos atributos que
rápidamente identificamos con Dios.

Dawkins: ¿Puedo comenzar con una analogía? La mayoría de la gente entiende que el deseo
sexual está relacionado con la propagación de los genes. La copulación en la naturaleza tien-
de hacia la reproducción y, por ende, a más copias genéticas. Pero en la sociedad moderna,
la mayoría de las copulaciones involucran lo contraceptivo, diseñado precisamente para evi-
tar la reproducción. El altruismo tiene sus orígenes igual que lo tiene la lujuria. En nuestro
pasado prehistórico, hubiéramos vivido en familias numerosas, rodeados por nuestros
parientes cuyos intereses hubiéramos deseado promover, porque compartíamos nuestros
genes. Ahora vivimos en grandes ciudades. No estamos cerca de nuestros parientes ni con
personas que serán recíprocos con nuestras buenas obras. No importa. De la manera que hay
personas involucradas en sexo contraceptivo que ignoran el ser motivados por tener bebés,
no cruza por nuestras mentes que la razón de hacer el bien está basada en el hecho que nues-
tros ancestros primitivos vivieron en pequeños grupos. Pero eso me parece altamente justi-
ficable para explicar, de donde proviene el deseo de moralidad y el deseo de la bondad.

Collins: Que usted argumente que nuestros más nobles actos son un fallo de la conducta dar-
winiana no hace justicia al sentido que todos tenemos sobre los valores del bien y el mal. La
evolución puede explicar algunas fases de la ley moral, pero no puede explicar por qué
debiera tener algún verdadero significado. Si sólo es una conveniencia evolutiva, no hay en
realidad nada bueno o malo. Pero para mí, es mucho más que esto. La ley moral es una razón
para considerar a Dios como plausible, no sólo un Dios que pone el universo en movimien-

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to, pero un Dios que quiere a los seres humanos, porque parecemos únicos entre las criatu-
ras en este planeta que poseemos este intenso sentido de moral. Lo que usted dice es que
fuera de la mente humana explicada por procesos evolutivos, el bien y el mal no tienen sen-
tido. ¿Usted está de acuerdo con esto?

Dawkins: Aun la pregunta que usted me formula carece de sentido para mí. Bien y mal. Yo
no creo que ande por ahí, en ningún lugar, algo que se llame el bien y algo que se llame el
mal. Creo que ocurren cosas buenas y cosas malas.

Collins: Creo que es la diferencia fundamental entre nosotros. Me alegra que la hayamos
identificado.

Time: Dr. Collins. Se que usted está a favor de la apertura de líneas de investigación sobre
células madres. ¿Pero no es cierto que muchas personas, debido a su fe, no están a favor,
creando así una percepción de que la religión está evitando que la ciencia salve vidas?

Collins: Primero déjeme decir que al estar en desacuerdo, hablo con ellos como un ciudada-
no privado y no como el representante de la Rama Ejecutiva del Gobierno de Estados Unidos.
La impresión de que la gente creyente se opone en forma uniforme a la investigación de las
células madres no está documentada por medición alguna. De hecho, muchas personas de
fuerte convicciones religiosas piensan que esto es una apertura con apoyo moral.

Time: Pero al punto que una persona discute en base a su fe o a las Escrituras antes que razo-
nar, ¿cómo pueden los científicos responder?

Collins: Fe no es lo opuesto a la razón. La fe se apoya perfectamente sobre la razón, pero


con el agregado de la revelación. De manera que tales discusiones entre creyentes y cientí-
ficos ocurren fácilmente. Pero ni los científicos ni los creyentes incorporan los hechos en
forma precisa. Los científicos pueden tener sus juicios nublados por sus aspiraciones profe-
sionales. Y la pura fe, que usted puede considerar como agua pura, es vertida en vasijas oxi-
dadas llamadas seres humanos, de manera que muchas veces los buenos principios de la fe
pueden ser distorsionados cuando se endurecen las posiciones.

Dawkins: Para mí, cuestiones morales como la investigación de células madre, aparecen
cuando hay causa de sufrimiento. En este caso claramente no lo hay. Los embriones no tie-
nen su sistema nervioso. Pero eso no se discute públicamente. El asunto es ‘¿Son humanos?’
Si es un moralista absoluto, usted dice ‘Estas células son humanas y, por lo tanto, merecen
algún tipo de tratamiento moral’. La moral absoluta no necesariamente proviene de la reli-
gión, pero por lo general sí. Matamos animales no humanos en mataderos y ellos sí tienen
sistema nervioso y sí sufren. Gente de fe no están interesados en su sufrimiento.

Collins: ¿La moral de las vacas difiere de aquella de los humanos?


Dawkins: A lo mejor, los humanos tienen responsabilidad moral porque son capaces de
razonar.

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Time: ¿Tienen ustedes algunas conclusiones finales?

Collins: Solo me gustaría agregar, que como científico y creyente durante más de un cuar-
to de siglo, no encuentro absolutamente nada en conflicto entre lo acordado con Richard en
prácticamente todas sus conclusiones sobre el mundo natural, y agregar que puedo aceptar
y abrazar la posibilidad que hay contestaciones que la ciencia no puede proveer con respec-
to al mundo natural, las preguntas sobre por qué en lugar de las preguntas de cómo. Me inte-
resan los porqués. Encuentro muchas de estas contestaciones en el campo espiritual. Eso de
ninguna forma compromete mi habilidad de pensar como científico.

Dawkins: Mi mente no está cerrada, como usted, Francis, muchas veces sugirió. Mi mente
está abierta al maravilloso campo de probabilidades futuras, que yo ni siquiera puedo soñar,
ni usted tampoco, ni nadie. Soy medio escéptico ante la idea de que cualquier maravillosa
revelación que aparezca en la ciencia del futuro resulte como una de las particulares revela-
ciones religiosas que la gente soñó. Cuando comenzamos y hablamos sobre los orígenes del
universo y las constantes físicas, yo suministré lo que yo creí eran argumentos convincen-
tes contra un diseñador sobrenatural inteligente. A mí me parece una idea digna. Refutable,
pero no obstante grandiosa y suficientemente digna de respeto. No veo los dioses olímpicos,
o Jesús abatido y muriendo en una cruz, como digno de esa grandeza. Me parece parroquial.
Si hay un Dios, va a ser mucho más grande y mucho más incomprensible que los que cual-
quier teólogo de cualquier religión hayan propuesto.

Nuestro comentario

El debate es por demás interesante. Nos ha parecido conveniente seguirlo paso a


paso esperando ser imparciales en nuestro comentario.
En el primer juego de preguntas, donde ambos científicos expresaron su posición
básica, la del ateismo por parte de Dawkins y la de la creencia en Dios por parte de Collins,
ya se percibe los fundamentos de lo que manifestarán posteriormente. Creemos que la res-
puesta de Dawkins es metodológicamente objetable desde el momento que afirma que la
cuestión de la existencia o no de Dios, aunque muy importante, es una cuestión científica.
Le fue fácil a Collins refutar esto diciendo que si Dios está por afuera de la naturaleza, las
herramientas de la ciencia no sirven para dar una respuesta sobre su existencia.
Con respecto al segundo juego de preguntas sobre la tesis del paleontólogo Gould,
aunque las respuestas son similares, nos ha parecido más prudente y profesional la respues-
ta de Collins dado que Dawkins minusvalora la postura de Gould al afirmar que ésta era
meramente oportunista. No creemos que se pueda decir eso de un distinguido científico ya
fallecido, a quien el debate religión-ciencia siempre le preocupó, y al que dedicó un impor-
tante libro a pesar de su agnosticismo.
Con respecto a la contestación de Dawkins a la pregunta sobre si hay contradicción
entre la teoría de Darwin y el Génesis, nos pareció sintética y brillante, claro que la contes-
tación de Collins la invalidó en cuanto que la aceptó plenamente: para él no existe contra-
dicción entre lo que manifestó Dawkins y la existencia de un diseñador inteligente.
La pregunta que a continuación se le hizo a Collins sobre cuándo habría ocurrido la

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intervención de Dios en el proceso evolutivo, parece requerir alguna otra pregunta comple-
mentaria, ya que su respuesta parece estar ‘descolgada’ de lo que viene después. De todas
maneras, lo que contestó es correcto desde el punto de vista de la teología cristiana, ya que
al estar Dios por afuera del espacio y del tiempo, todo el desarrollo cósmico, desde el Big
Bang (hace 14.000 millones de años), constituye para Dios un ‘universo bloque’, que lo con-
templa en un solo instante. La contestación de Dawkins, a posteriori, denota un error teoló-
gico: al estar Dios fuera del tiempo, para Él un segundo puede significar millones de años.
De ahí que la posterior réplica de Collins fue atinada.
En la contestación a la pregunta sobre las constantes de la naturaleza, nos pareció
más clara y amplia la respuesta de Dawkins. Por el contrario, Collins se inclinó, muy resuel-
tamente, por la no existencia del multiverso. No afecta a la creencia cristiana la existencia
de múltiples universos tal como lo manifiestan cosmólogos cristianos como Don Page y
otros. Éste manifiesta lo siguiente en su escrito “Predictions and Tests of Multiverse
Theories” (octubre 2006):

I should perhaps at this point put my metaphysical cards on the table


and say that –as an evangelical Christian- I do believe the universe
was providentially created by God, and that –as quantum cosmologist
with a sympathy toward the Everett ‘many worlds’ version of quantum
theory- I also strongly suspect that the universe is a multiverse, with
different parts having different values of the physical parameters.

Lo que llama la atención de la postura de Collins es que en su libro, citado más arri-
ba, manifiesta una posición mucho más mesurada. En él le dedica al llamado principio
antrópico varias páginas y menciona las tres respuestas siguientes: a) la teoría del multiver-
so, 2) la casualidad en un solo universo y 3) que las mencionadas constantes han sido fija-
das por un diseñador inteligente. Dejando de lado la número 2 por totalmente improbable,
deja abierta la opción entre la número 1 y la número 3. Se inclina por esta última en base a
su aceptación de la creación del universo de la nada en el Big Bang, lo que sólo puede ser
obra de Dios.
Con respecto a la afirmación de Dawkins de que una teoría unificada reduciría las
probabilidades de que todas las constantes surjan independientemente, no nos parece correc-
ta. Por el contrario, nos parece mucho más improbable. Más aún, siguiendo al astrónomo
Owen Gingerich, en su obra “God’s Universe” vemos como una contradicción entre una
teoría unificada y la teoría del multiverso. Veamos lo que allí afirma Gingerich sobre la teo-
ría del multiverso:

Frankly, I find this an unconvincing solution. The mere fact that one rare uni-
verse is just right seems miracle enough. And by the way, if there is in the end
only one way to make a universe, all the multiverses would have to be identi-
cal. Their rationale would evaporate, and we would be left with just one aston-
ishingly congenial universe (pág. 69).

Unas pocas líneas antes había afirmado Gingerich sobre la teoría unificada lo siguiente:

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Or perhaps for reasons still opaque to us, all of these constants are
forced to have these values because there is no alternative (pág. 68).

Si hay una teoría unificada donde todos los valores son los que son y no pueden ser
otros, todos los universos serían exactamente idénticos y, por lo tanto, “their rationale would
evaporate”.
En lo que siguió a continuación, la posición de Dawkins fue más convincente. No
fue claro Collins en distinguir la improbabilidad de la teoría del multiverso de la improba-
bilidad de Dios. La posterior aclaración de Collins de que la ciencia debía seguir investi-
gando para esclarecer si existía o no un multiverso, nos parece que está en contradicción con
su previa postura en contra de esa teoría.
De todas maneras, pocos renglones después, y ayudado por una pregunta del perio-
dista del Time, Collins hizo una de sus mejores intervenciones. Cuando Dawkins dijo que la
posición más correcta sería la de manifestar que “somos profundamente ignorantes”, el
periodista del Time le dijo si podría la contestación ser Dios, a lo que Dawkins contestó:

Podría haber algo increíblemente grande e incomprensible y que está


más allá de nuestro entendimiento.

Agudamente, Collins le acotó: “Eso es Dios”, lo que desubicó a su rival. Creemos


que éste ha sido el momento más brillante en la intervención del genetista estadounidense.
Para no quedar mal parado, después de la intervención anterior, Dawkins manifestó:

“Sí …Pero pudiera ser cualquiera de mil millones de dioses...”.

A renglón seguido minimizó al Dios judeocristiano, que en ese momento no era


todavía tema de discusión. Esta intervención de Dawkins como la que hizo al cierre del
debate, denotaría una contradicción con su resuelta posición en pro del ateismo en sus innu-
merables escritos.
Luego vino una pregunta a Collins sobre la interpretación literal que grupos protes-
tantes hacían de los primeros capítulos del Génesis. Su contestación fue la correcta, en el
sentido que ya San Agustín había manifestado que el Génesis no era un libro de ciencia.
Dawkins manifestó, un poco arrogantemente, que Collins no tenía que perder el tiempo con
los ‘payasos’ (clowns) de los creacionistas, a lo que Collins le contestó que ese tipo de
comentarios no ayudaba al buen diálogo entre la ciencia y la religión.
Luego siguieron varias preguntas sobre los milagros y aunque las posturas de ambos
contendientes son distintas, como era lógico suponer, las contestaciones nos parecen correc-
tas. De todas maneras, creemos que Collins podría haber definido al milagro no como una
violación a las leyes de la naturaleza, sino como una superación, tal como lo propuso hace
muchos años el teólogo católico Romano Guardini (ver nuestro artículo “Los milagros y la
mecánica cuántica”, Invenio, Nº 15, 2005).
Siguieron otras preguntas referidas a la ética. Para Collins, el bien es un valor que
forma parte constitutiva de las relaciones humanas y, a su vez, un reflejo de la existencia de

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Dios. Para Dawkins, no tiene sentido hablar del bien y el mal en términos absolutos. Su pos-
tura sobre la ética es totalmente relativista. Como terminó contestando Collins: “creo que
(esta postura) es la diferencia fundamental entre nosotros”.
Unido a lo anterior, se le hizo a Collins una pregunta sobre las células madre donde
quedó claro su concepción de que estábamos hablando de embriones humanos. Su respues-
ta a tan delicado tema, fue muy equilibrada. No nos parece correcta la posición de Dawkins
cuando afirma que las “cuestiones morales como la investigación de células madre, apare-
cen cuando haya causa de sufrimiento”. Su concepción reduccionista, equiparando un tema
ético a si hay o no sufrimiento, nos parece pobre. De todas maneras, su posterior afirmación
en defensa de un mejor trato a los animales nos pareció correcta. En este sentido, Collins,
quien manifiesta en su libro la influencia que ha recibido de la lectura de las obras del famo-
so pensador C. S. Lewis, uno de los iniciadores de la ‘teología de la vida animal’, podría
haber dado una mejor respuesta sobre el trato que los humanos le brindan a la vida animal.
En el resumen final, no es mucho lo que agregó Collins a lo ya dicho. Insistió en su
postura inicial de que, como científico, no ve ninguna contradicción entre la ciencia y la fe.
La postura de Dawkins, por el contrario, fue interesante ya que mostró una veta que creo que
da para mucho. Si le interpretamos correctamente, dejó un camino abierto hacia la acepta-
ción de Dios, no hacia los dioses olímpicos o hacia el Dios de Jesús. Terminó diciendo que
la idea de un diseñador sobrenatural inteligente le parece una idea digna, refutable, pero no
obstante grandiosa y suficientemente digna de respecto. “Si hay un Dios, va a ser mucho
más grande y mucho más incomprensible que los que cualquier teólogo de cualquier reli-
gión hayan propuesto”.

Un comentario final. Nos parece ridículo que algunas publicaciones hablen de ganado-
res y perdedores. Tan importante tema no debe tomarse como la disputa de un match de boxeo.
Las posturas de los dos científicos se encuentran limitadas por el entorno temporal y por las pre-
guntas que les fueron dirigidas, preguntas que en algunos casos no fueron las mejores.
Seríamos unos hipócritas si no manifestáramos que nuestra posición está más del
lado de Collins que de Dawkins, de todas maneras nos sorprendió mucho más la postura de
este último. Creemos que de ahora en más, el científico de Oxford ya no va a poder presen-
tarse como el adalid del ateismo. Podrá seguir minusvalorando al Dios cristiano que ‘muere
en la cruz’, pero en su mirada hacia el futuro difícilmente podrá dejar de lado al ‘misterio
absoluto’, que para muchos es Dios. Lo que quedará para futuros contendientes cristianos
con él es mostrarle que, como dijo Orígenes de Alejandría hace 1800 años, “en el altar de
Jerusalén, Cristo con su sangre bañó todo el universo”, y ese hecho es el ‘Misterio
Absoluto’1.

1
En la traducción del debate del Time ha colaborado la Sra. Norma Weilenbeck de Aboukais.

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Rogelio T. Pontón

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