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El comandante del
retén local saltó del
chinchorro a las
seis de la mañana
cuando ella le puso
ante los ojos la
carta del senador.

De modo que se
hizo una colecta
pública para que
Margarito Duarte
viajara a Roma, a
batallar por una
causa que ya no
era sólo suya ni
del ámbito
estrecho de su
aldea, sino un
asunto de la
nación

Habló en alemán, y
no en inglés, como
lo establecía su
contrato de
institutriz, tal vez
porque también ella
estaba asustada y
se resistía a
admitirlo. Pero tan
pronto como
recobró el aliento
volvió a su inglés
pedregoso y a su
obsesión
pedagógica.
Rossana Cruz.

Sumando sus once


partos, había
pasado casi diez
años encima y por
lo menos otros
tantos
amamantados a
sus hijos. Devis
Santiago Cortés
Sánchez
Le costaba creer
que el tiempo
hubiera podido
hacer semejantes
estragos no solo en
su vida sino
también en el
mundo. Laura
Aponte.

Estaba vestida con


un gusto sutil:
chaqueta de lince,
blusa de seda
natural con flores
muy tenues,
pantalones de lino
crudo, y unos
zapatos lineales del
color de las
bugambillas.
Juan S. Mideros.

Tan conservadora y
regular era su
clientela,que no
había acabado el
reloj de dar la sexta
campanada cuando
una mujer
entró,como todos
los días a esa hora,
y se sentó sin decir
nada en la alta silla
giratoria.
Karen Velasquez.

Muchos lo
seguían poniendo
en duda después
de ver el cadáver
en cámara
ardiente,embutido
con almohadas,
sábanas de lino
dentro de una
caja amarilla y
abombada como
un melón.
Jessica Franco
Giraldo

Después del
entierro,lo único
que a todos
pareció
increíble,menos a
su viuda,fue qué
José Montiel
hubiera muerto de
muerte natural.
Jessica Franco
Giraldo

Pero cuando se
acostumbró a la
oscuridad, se dio
cuenta de que la
abuela se había
levantado y fue a
la cocina a
preguntarle por
las mangas.
María José
Cartagena

Moviéndose a
tientas en la
penumbra del
amanecer, Mina
se puso el vestido
sin mangas que la
noche anterior
había colgado
junto a la cama, y
revolvió el baúl en
busca de las
mangas postizas.
María José
Cartagena

Lo único ingrato
de la casa es que
el sol va
cambiando de
ventanas en el
transcurso del
día, y hay que
cerrarlas todas
para tratar de
dormir la siesta en
la penumbra
ardiente.
Erika Florez

la primavera era
tan real que había
rosas vivas en los
floreros y hasta la
música enlatada
parecía tan
sublime y sedante
como lo
pretendían sus
creadores
Vanessa Morales

La hija había
heredado su color
y sus tamaños, y
los ojos amarillos
y atónitos del
padre, y este
tenía razones
para suponer que
estaba criando a
la mujer más bella
del mundo.
Diana Riaño

Se presentó una
mañana en
nuestro consulado
con la maleta de
pino lustrado que
por la forma y el
tamaño parecía el
estuche de un
violonchelo, y le
planteó al cónsul
el motivo de su
sorpréndete viaje
Nicoll Perilla
Forero

Ella había
cocinado con las
ventanas abiertas
para evitar que el
vapor de los
camarones
impregnara la
casa, y lo primero
que hizo él al
entrar fue aspirar
a fondo, como en
un éxtasis súbito,
y exclamó con los
ojos cerrados y
los brazos
abiertos: « ¡Ah, el
olor de nuestro
mar!». Deisy GR

El presidente les
contó en la
sobremesa que
había escogido la
isla de Martinica
para su destierro,
por la amistad con
el poeta Aimé
Césaire, que por
aquel entonces
acababa de
publicar su Cahier
d´un retour au pays
natal, y le prestó
ayuda para iniciar
una nueva vida.
Deisy GR

Mientras hablaba,
el senador había
arrancado un
cromo del
calendario y había
hecho con las
manos una
mariposa de
papel.

Diana Riaño

La pensión donde
vivíamos era en
realidad un
apartamento
moderno a pocos
pasos de la villa
Borghese, cuya
dueña ocupaba
dos alcobas y
alquilaba cuatro a
estudiantes
extranjeros.
Nicoll Rodriguez

Se sentía con un
dominio completo
de su albedrío
cuando volvió a
aparecer en
público a las tres
de la tarde,
reposado y limpio,
con un pantalón
de lino crudo y
una camisa de
flores pintadas
Lorena Fula
Castillo

El senador
Onésimo Sánchez
estaba plácido y
sin tiempo dentro
del coche
refrigerado, pero
tan pronto como
abrió la puerta lo
estremeció un
aliento de fuego y
su camisa de
seda natural
quedó empapada
de una sopa
lívida. Lorena
Fula Castillo

Se habían conocido
en los servicios de
caridad del hospital,
donde ella
trabajaba como
ayudante de todo
después que un
rentista de su país,
que la había llevado
como niñera, la
dejó al garete en
Ginebra. Deisy
GR
Homero, por su
parte, era tímido de
solemnidad, y no
daba para más de
lo poco que hacía,
pero Lazara no
concebía la vida sin
él por la inocencia
de su corazón y el
calibre de su arma.
Deisy GR

Por la ventana
entreabierta volvió
a entrar el olor
confundido ya con
otro olor a tierra
húmeda, a huesos
sumergidos, y su
olfato le salió al
encuentro
regocijado, con una
tremenda alegría de
hombre bestial.
MARIA PAULA
TORRES

Era una mexicana


de veintisiete
años, bonita y
seria, que años
antes había
tenido un cierto
nombre como
actriz de
variedades.
Angie López
Una tarde de
lluvias
primaverales,
cuando viajaba
sola hacia
Barcelona
conduciendo un
automóvil
alquilado, María
de la Luz
Cervantes sufrió
una avería en el
desierto de los
Monegros.
Angie López

Un perro cenizo
con un lucero en
la frente irrumpió
en los vericuetos
del mercado el
primer domingo
de diciembre,
revolcó mesas de
fritangas,
desbarató
tenderetes de
indios y toldos de
lotería, y de paso
mordió a cuatro
personas que se
le atravesaron en
el camino.

Johanna
cordoba

la criada no le
había dicho
dónde fue el
mordisco, le
levantó la sayuela
y la examinó
palmo a palmo,
siguiendo con la
luz la trenza de
penitencia que
tenía enroscada
en el cuerpo
como una cola de
león.

cristian vargas

Al final encontró
el mordisco: un
desgarrón en el
tobillo izquierdo,
ya con su costra
de sangre seca, y
unas
excoriaciones
apenas visibles
en el calcañal.

cristian vargas

No fue consciente
de que su carroza
de crespones
mortuorios iba a
ser vista como un
síntoma más de
las desgracias
que se estaban
incubando, pues
hacía muchos
años que no salía
de su casa sino
en las grandes
ocasiones, y
hacía otros
muchos que no
había ocasiones
más grandes que
las infaustas.

Johanna
cordoba
La ciudad estaba
sumergida en su
marasmo de
siglos, pero no
faltó quien
vislumbrara el
rostro macilento,
los ojos fugaces
del caballero
incierto con sus
tafetanes de luto,
cuya carroza
abandonó el
recinto
amurallado y se
dirigió a campo
traviesa hacia el
cerro de San
Lázaro.

Cristian vargas

Hubiera bastado
que visitaran el
Hospital General
de San Francisco,
es allí donde se
lleva a todas las
personas que
están
inconscientes, ya
sea por accidente
o por
enfermedad.”sí,
ahora lo sé.Nos lo
dijeron en el
California Medical
Center, que fue el
Primer Hospital al
que fuimos.Pero
yo insistí en
otros, donde,
claro, nos
repitieron lo
mismo. Fue
entonces que nos
dirigimos al
Hospital Central.
Alyson gomez
Sin embargo, dos
o tres noches
regresó del
paseo en un
verdadero estado
de pánico. El
hombre había
vuelto, siempre
de negro
absoluto, y la
había observado
largo rato con
una atención
pavorosa sin
importarle que
también ella lo
mirara.
Diferencia de las
noches
anteriores,
aquélla era de
luna llena y el
patio estaba
iluminado por un
verde fantástico.

Alyson gomez

Seis meses y
once días
después había de
morir en esa
misma posición,
pervertido y
repudiado por el
escándalo público
de Laura Farina, y
llorando de la
rabia de morirse
sin ella.
Andres Mora

Aprendieron que
las obsesiones
dominantes
prevalecen contra
la muerte, y
volvieron a ser
felices con la
certidumbre de
que ellos seguirán
amándose con
sus naturalezas
de aparecidos,
mucho después
de que otras
especies de
animales futuros
les arrebataran a
los insectos el
paraíso de
miseria que los
insectos estaban
acabando de
arrebatarles a los
hombres.
Karen
Velasquez.

Con la bata
puesta, ya frente
al lavabo, un
rostro
somnoliento,
desgreñado y sin
afeitar, le echó
una mirada
aburrida desde el
espejo.
Maria fernanda
Rojas

La geometría de
las manecillas se
le presentó
empeñada en la
solución de un
nuevo teorema
de angustia:
ocho y dieciocho.

si antes de
conocer el amor
de Fermina Daza
no había caído
en tantas
tentaciones al
alcance de la
mano, mucho
menos iba
hacerlo cuando
ya era su
prometida oficial.
David Barriga
Almacén de
Mabel
salsamentaria,
tornillos, drogas,
licores; eso es
como una caja de
qué sé yo quién;
se me olvidó la
palabra.
Maria fernanda
Rojas
Ahora, regresando
al mundo
convencional, el
problema revestía
ciertamente
mayores
caracteres de
gravedad.
Maria fernanda
Rojas

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