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Cuando nos ponemos a pensar en esta frase, seguramente nos vienen a la mente tantas cosas.

“Yo no podría, aunque quisiera, no podría”

“Tendría que renunciar a tantas cosas”

“Es mi deseo, pero reconozco que no puedo”

“Eso no es para mí, tengo demasiadas fallas”

“No puedo controlar mi boca”

¿Será que alguna de estas frases nos resultan familiares? Sin nombrar las que probablemente no
mencioné.

Muchas mujeres cristianas, sobre todo las que ya tenemos unos cuantos años caminando en
Cristo, conocemos bien las implicancias de ser “una mujer conforme al corazón de Dios”, o al
menos creemos que lo sabemos, aunque muchas veces lo idealizamos.

Una mujer conforme al corazón de Dios no es una mujer “perfecta”, no es una mujer que no peca,
no es una mujer que no se equivoca, no es una mujer que nunca dice cosas inapropiadas, no es
una mujer que nunca vistió de manera inadecuada, que nunca tiene malos pensamientos o que
nunca se queja. Una mujer conforme al corazón de Dios es pecadora, ella falla, se equivoca, pero
la diferencia fundamental entre ella y una mujer que no es conforme al corazón de Dios es que la
primera tiene ciertas actitudes que la hacen ver diferente, algunas de estas son:

“CONVICCIÓN DE PECADO”, LO QUE LA LLEVA UNA Y OTRA VEZ A LA CRUZ DE CRISTO, A LOS PIES
DE SU SEÑOR. ES LA ACTITUD DE ESE CORAZÓN ANTE EL PECADO, LA ACTITUD DE ESE CORAZÓN
ANTE SU SEÑOR LO QUE LA HACE CONFORME AL CORAZÓN DE DIOS.

Muchas veces confundimos las cosas, pues sabemos que si hacemos mal debemos pedir perdón,
pero no es solamente “pedir perdón”, eso lo puedo hacer de boca para afuera, pero el Señor es
quien mira el corazón. Podemos engañarnos a nosotras mismas y entre nosotras podemos estar
engañándonos, pero al Señor no.

Una mujer conforme al corazón de Dios que tiene convicción de pecado; PERDONA porque
entiende que también a ella mucho se le perdonó.
Uno de los ejemplos más importantes de la Biblia sobre lo que es una persona conforme al
corazón de Dios es el Rey David. Conocemos su historia, y sabemos que las cosas que él había
hecho fueron terribles y aún así fue un hombre conforme al corazón de Dios por la capacidad que
tenía de reconocer su pecado y de rendirse a los pies de su Señor completamente arrepentido
sabiendo que al primero a quien había ofendido era a su Dios.

Salmo 51:4-5

Contra ti he pecado, solo contra ti,

y he hecho lo que es malo ante tus ojos;

por eso, tu sentencia es justa,

y tu juicio, irreprochable.

Yo sé que soy malo de nacimiento;

pecador me concibió mi madre.

Salmo 51:3

“Porque yo reconozco mis transgresiones, y mi pecado está

siempre delante de mí.”

Salmo 38:17-18

“Estoy por desfallecer;

el dolor no me deja un solo instante.

Voy a confesar mi iniquidad,

pues mi pecado me angustia.

TIENE UN CORAZÓN DEVOTO A DIOS QUE, ANTE TODO, ELIGE “LA MEJOR PARTE”. LUCAS 10:38-40

En casa de Marta y María


38 Mientras iba de camino con sus discípulos, Jesús entró en una aldea, y una mujer llamada
Marta lo recibió en su casa. 39 Tenía ella una hermana llamada María que, sentada a los pies del
Señor, escuchaba lo que él decía. 40 Marta, por su parte, se sentía abrumada porque tenía mucho
que hacer. Así que se acercó a él y le dijo:

―Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sirviendo sola? ¡Dile que me ayude!

41 ―Marta, Marta —le contestó Jesús—, estás inquieta y preocupada por muchas cosas, 42 pero
solo una es necesaria.[g] María ha escogido la mejor, y nadie se la quitará.

María discernió aquello que era necesario. Ella supo entender que Dios hecho hombre cenaría en
su casa, ¡qué milagro más sublime! ¡Dios hecho hombre y cenando en mi casa! ¿Se imaginan la
escena? ¿Se imaginan a ustedes como anfitrionas del mismo Dios en casa? Sinceramente, yo no sé
como actuaría, pues reconozco que yo misma querría que si una persona superimportante va a mi
casa a cenar se sienta bien atendido, que no le falte nada, pero definitivamente si es Dios mismo
hecho hombre, es necesario tener el discernimiento para saber elegir mi lugar, yo quisiera estar en
el lugar de María (aunque debo reconocer que en muchas ocasiones actué como Marta).

“Pero Marta, la hermana de María, no comprendió el milagro de Dios hecho carne. Ella estropeó
su visita con su comportamiento. Ella fue más allá de lo que hubiese sido proveer comida con
gracia y se involucró demasiado en su papel de anfitriona. Marta no logró discernir la prioridad e
importancia del momento con Dios. María, una mujer conforme al corazón de Dios, escogió
aquello que es muestra de un corazón devoto: Ella sabía que era importante ponerle fin a su
ocupación, detener toda actividad, y echar a un lado las cosas secundarias, para poder así
concentrarse por completo en el Señor”

“María escogió aquello que era necesario. Había aprendido que nada debía tomar el lugar del
tiempo invertido en la presencia de Dios. En realidad, el tiempo usado en estar a sus pies abastece
y enfoca todos los actos de servicio. Además, como señalara su Maestro, el tiempo que pasó
escuchando y adorando a Dios nunca le podría ser quitado, ya que es un tiempo usado en la
búsqueda eterna, un tiempo que gana dividendos permanentes y eternos. María escogió pasar ese
tiempo precioso con Él.”

(fragmento extraído del libro: “Una Mujer Conforme al corazón de Dios de Elizabeth George” Cap.
1)

CONSTANTEMENTE TIENE EN CUENTA AL SEÑOR EN SU DÍA A DÍA.


Como mujeres que vivimos en esta era (cosa que siempre decimos), tenemos un día a día tan
acelerado, tan lleno de actividades. Si no es por el trabajo, es por la facultad, la familia, la iglesia,
los hijos, el estudio, en fin, tantas cosas en qué ocuparnos que muchas veces desearíamos añadir
más horas al día. ¡Y créanme que si tuviera más horas, más nos ocuparíamos! Siempre de aquí
para allá, corriendo, yendo y viniendo. Pero hay algo que debemos reconocer, SIEMPRE
encontramos un tiempo para comer, para tomar agua, para ir al baño, nunca dejamos de
alimentarnos, nunca dejamos de hidratarnos, de reposar y descansar. Nuestro cuerpo mismo nos
lo pide y se encarga de que lo hagamos porque así es como él funciona. De la misma manera,
nuestro espíritu necesita alimentarse; de la Palabra, oración constante, comunión con los
hermanos, congregarse. ¡Así es como funciona! Ahora, no se trata de dejar todo lo demás para
poder hacer esto. Si bien es sumamente importante apartar un momento de nuestro día y
dedicarlo exclusivamente al Señor, así como apartamos un día de la semana para dedicárselo a Él,
mientras hacemos algunas cosas podemos estar orando en nuestra mente, o tal vez mientras
manejamos o viajamos en el bus podemos ir con la Biblia audible, o mientras manejamos también
podríamos ir orando.

La Palabra nos dice “Orad sin cesar” (1 Tes. 5:17), en todo tiempo debemos estar “conectadas”
con nuestro creador. Hermanas, ¡si tan solo algunas le dieran la importancia a la oración como se
la dan al Wi-fi! ¡no perdamos nuestra conexión con el Señor! Ocupémonos de nuestra salvación
(Filipenses 2:2), ocupémonos de nuestra santificación (Juan 17:17), ocupémonos de no apagar el
espíritu (1 Tes. 5:19). Nuestro Dios está en todas partes (Jer. 23:24. Prov. 15:3) en todo tiempo Él
está viéndonos, oyéndonos, con Él no necesitamos hacer cita o pedir turno.

Con esto no le resto importancia al apartar un tiempo exclusivo para orar o estudiar la Palabra, es
solo para demostrar que no tenemos excusas. Somos directamente responsables de nuestro
alejamiento del Señor.

Elijamos aquello que es necesario, tal vez en nuestro día a día tan ajetreado no podemos parar
todo lo que estamos haciendo de un tirón pues muchas tenemos horarios que cumplir, tareas
programadas, pero mientras hacemos aquellas tareas, mientras estamos dirigiéndonos a algún
lugar, ese tiempo que nuestra mente esta “libre” elijamos ese tiempo para orar, meditar en la
Palabra, o tal vez en el sermón del domingo pasado. Usemos ese tiempo que tenemos y que como
mujeres (que tenemos esa extraña pero única habilidad de hacer cinco cosas a la vez) para orar en
nuestra mente, o meditar en la Palabra, oír un sermón o himnos, escuchar la Biblia en audio. La
tecnología puede ser un arma poderosísima para destrucción o para edificación, sepamos elegir.

Entonces, resumiendo… ¿Cómo puedo convertirme en una mujer conforme al corazón de Dios,
devota a Él? Elizabeth George, en su libro “Una mujer conforme al corazón de Dios”, en la página
16 en adelante nos lo dice:
1.- “Escoja los caminos de Dios en cada oportunidad. (…)En cada decisión, palabra, pensamiento y
respuesta. Este es un libro que trata del tema de vivir conforme a las prioridades de Dios, y
nosotras deseamos escoger aquello que refleje que Dios es nuestra prioridad más importante.
Después de todo, la palabra “prioridad” significa “preferir”. Nosotras deseamos escoger en forma
prioritaria el camino de Dios en todas las cosas.”

Proverbios 3:6 “Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas”

“(…) Debido a que le pido su dirección y que deseo hacer las cosas a su manera y no a la mía, Él
dirige mi camino, me instruye y me enseña el camino que debo tomar (Salmo 32:8)”

Isaías 30.21

2.- “Comprométase con Dios a diario. Nuestra devoción a Dios se fortalece cuando nos ofrecemos
a Él con un compromiso fresco cada día. Cada mañana, en una oración que salga del corazón, ya
sea por escrito o silenciosa, comience su nuevo día con Dios, ofreciéndole todo lo que es, todo lo
que tiene, … ahora, … para siempre, …. y a diario. Presente todo en el altar de Dios, viviendo lo que
un santo de la antigüedad llamó “vida consagrada”.

3.- “Cultive un corazón ardiente. (…) Apocalipsis 3: 15-16. De acuerdo a la Escritura, ¿cuál es el tipo
de corazón que Dios considera más detestable?”

“Piense en estos hechos escalofriantes: El tener un corazón frío significa estar decididamente bajo
el nivel de lo normal; ¡no tener emociones, estar ajeno y sin conciencia de Dios! Luego está el
corazón tibio. Está moderadamente caliente: ¡es indiferente! ¡Imagínese ser indiferente hacia
Dios! Ser calientes -la tercera opción- debería ser nuestra condición. El tener una temperatura
elevada está caracterizado por una actividad apasionada, emotiva, fogosa y entusiasta, y ¡así es el
corazón de alguien comprometido con Dios!”

Hermanas, un corazón conforme al corazón de Dios, significa que soy una mujer sensible a Su voz,
a Su Palabra, que se deleita en Él. Esa mujer que anhela un corazón conforme al de Dios será
consciente de que su alejamiento y enfriamiento espiritual se deberá a que ella ha dejado de tener
a Su Señor en cuenta en todos sus caminos, que ha dejado de ponerlo a Él en primer lugar en su
vida. Entonces, oremos al Señor, involucrémoslo en cada área de nuestra vida, roguemos su
dirección a cada paso, pidámosle que nos ayude a agradarle, que sea Él quien guíe nuestros pasos
y enderece nuestras sendas (Pr. 3:6), pues si Él es quien nos guía, Él también pondrá en nuestro
corazón su deseo, lo pondrá conforme al suyo.

El Salmo 37:4 dice: “Pon tu delicia en el Señor,

y El te dará las peticiones de tu corazón.” Ç

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