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Se dice que este pequeño ser, gusta saltar alegremente por las peñas y riscos,
pero cuando hacia mucho frio, él se estremecía y se ponía a llorar fuertemente.
Cuando el sol calentaba otra vez, el Ichi nuevamente empezaba a saltar.
Su cabellera roja y siempre se enredaba entre las pencas y las tunas.
Aparte de todo esto, el Ichi se divertía mucho cantando bajo la tierra, y sus
canciones salían al aire como si fuera agua de algunos puquiales cuando se
convierte en nube. Durante los amaneceres celestes, sus tonadas despertaba a
los niños dulcemente.