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Facultad de Filosofía y Humanidades

Licenciatura en Historia
Seminario de América Latina I
Docente: Cristian Palacios
Estudiante: Cristobal Badilla

Crimen patológico o acción subversiva: miradas desde la criminología


frente a la militancia anarquista en Buenos Aires (1899-1913)

Resumen

A continuación, en esta investigación se analizará los múltiples discursos producidos por la


criminología, tanto desde un enfoque médico como jurídico, debido a una serie de delitos
políticos generados por la militancia anarquista contra las autoridades representadas en los
poderes facticos argentinos. Para aquello, se revisará una serie de fuentes provenientes
desde los Archivos de Criminología y la revista de Criminología Moderna, situándose
históricamente entre los años 1898-1913. En este sentido, el objetivo de este trabajo es dar
cuenta de las múltiples posiciones políticas que tienen como antecedente, estos discursos
oficialistas para encausar la praxis anarquista hacia una dimensión patológica.

Introducción

En primera instancia, sin duda el fin del siglo XIX y comienzos del siglo XX trajo
consigo una serie de transformaciones estructurales a nivel internacional, tanto para Europa
como para Asia y Latinoamérica. Con la consolidación del capitalismo industrial, la
diversificación de la productividad, el desplazamiento tanto de mercancías como de bienes
y servicios generó profundas modificaciones en los patrones de vida, no solamente de la
gran burguesía que había desplazado a la aristocracia de su lugar dirigente en el curso de la
historia, sino de las amplias capas populares en especial con el surgimiento del
proletariado.
Además, este proceso no solamente se dio a nivel material, sino fundo un profundo
cambio de paradigma a nivel ideológico. Ya que, con el triunfo de las revoluciones liberales
tanto en los países centrales como en Latinoamérica (aunque esta ultima con sus propias
dinámicas), se dio paso a la puesta en duda, a nivel intelectual y militante de las
condiciones sociopolíticas expresadas por el capitalismo (aunque de forma incipiente este
ya venía ocurriendo con la “ilustración” a finales del siglo XVIII), dando paso a la
organización obrera; al marxismo; y al anarquismo, como expresiones orgánicas del
cuestionamiento a la sociedad de clases que había triunfado un siglo antes en su proceso
revolucionario.
En este sentido, como se expreso más arriba, la consolidación del Estado-nación,
aquí en nuestra localidad fue distinto el del mal llamado “viejo continente”, como ha
planteado la historiografía no positivista de índole marxista, las revoluciones contra la
dominación colonial dieron paso a un nuevo modelo, aunque paulatino de desarrollo, donde
se expresaron las nuevas elites, dueñas de las materias primas, ocupadas principalmente
para la exportación, acumulando grandes proporciones de riqueza, y con ello consolidando
su integración en el mercado mundial.
Asimismo, el caso de Argentina no fue distinto, luego de las sucesivas guerras
civiles y conflictos internos por el control político del país se posiciona un grupo
centralista, desde la capital; Buenos Aires, dando paso al crecimiento de la ciudad a nivel
de infraestructura y obras públicas; la edificación de una estructura tanto legislativa como
judicial bajo la ideología liberal; el surgimiento de una clase media compuesta por
artesanos, funcionarios públicos y pequeños propietarios, etc. Lo cual, trajo consigo una
serie de problemáticas sociales, tanto de orden delictivo, como de vulnerabilidad sanitaria,
y también esto generó conflictos de orden económico- político, entre las capas populares y
las clases dominantes debido a la carestía de la vida para las mayorías, frente al lujo y la
usura de esta minoría.
Así pues, en el ámbito de la administración de la justicia, esta se encontraba
influenciada por la criminología positivista del italiano Cesar Lombroso, donde Pavirani
citado en el texto de Bergalli, señala que estas ideas emanan desde dos conclusiones para la
criminología argentina. La primera, era reproducir una concepción abstracta de la sociedad,
y la segunda, que esta sociedad se constituyera orgánicamente sobre un supuesto consenso
de valores, polarizando a los grupos sociales bajo la moral de dicha elite gobernante,
dividiéndolos entre buenos y malos. Por lo tanto, la acción política desde lo criminal era
legitima desde el Estado y los grupos de poder, conceptualizando esta praxis hacia el
control social1 y la cohesión de un orden discriminador, desigual y excluyente, negando las
múltiples variables que puedes coexistir para que se generen fenómenos delictuales.
Por otra parte, estas medidas se realizaron en parte, a los cambios estructurales
vividos por la sociedad argentina, en particular con el alza de la migración proveniente de
Europa. Tal como señala Bacchiega, la población procedente mayormente de Italia y
España no solamente eran trabajadores que asistían al país, debido a las promesas de la
oligarquía y la naciente burguesía de un país próspero para vivir, sino también eran
militantes anarquistas, comunistas, sindicalistas, organizados de aquellos países centrales
de Europa, que fueron a converger a los territorios donde el pueblo argentino vivía con
bastante precariedad a nivel material2. En este sentido, la autora afirma que, dentro de estos
grupos, los anarquistas eran considerados lo mas peligrosos para la sociedad, debido a que
en su ideología se encontraba la abolición del Estado, entiendo a esta figura como la
concentración absoluta del poder constituido, el cual responde a los intereses de la clase
dominante. Por lo tanto, seria incapaz de garantizar condiciones dignas de vida para la
mayoría de la clase trabajadora3.
Igualmente, esta percepción del anarquismo contestario como reacción
insurreccional ante la organización de la sociedad clasista, era compartida no solamente por
los grupos de la izquierda de la época, quienes tenían abiertas disputas ideológicas de cómo
continuar su lucha contra el capitalismo, sino que, era tema de discusión dentro de las
esferas de la alta sociedad, donde veían que era una necesidad actuar tanto a nivel policial
como judicial respecto a la practica anarquista. En este sentido, esta idea de peligrosidad y
la temprana ligazón de la praxis anarquista con la asociación hacia la delincuencia y/o
problemas subjetivos de estos militantes, se puede encontrar, en el libro Los Anarquistas de
Cesar Lombroso, quien rápidamente hizo una caracterización profunda de estos sujetos
considerados peligrosos, señalando que:
En cuanto a los fines prácticos helos aquí, según recientemente han sido
resumidos:

1
Roberto Bergalli, Epilogo y reflexiones (de un argentino) sobre el control social en América Latina, 205-206.
(Buenos Aires: Siglo XX editores, 2002), 200-201.
2
Julia Bacchiega, “¿Terrorismo o actos de venganza?: Atentados anarquistas en Argentina en las primeras
décadas del siglo XX”, Revista Relaciones Internacionales – N° 51 (Segmento Digital) – UNLP- 2016, 1-2.
3
ulia Bacchiega, “¿Terrorismo o actos de venganza?: Atentados anarquistas en Argentina en las primeras
décadas del siglo XX”, 2-3.
1. Fundación de un dominio de clase, por todos los medios (en todos
encubre el delito común).
2. Fundación de una sociedad libremente constituida y basada en la
comunión de los bienes (retroceso a lo antiguo, absolutamente
impracticable)
3. Organización perfecta de la producción.
4. Libre cambio de los productos equivalentes, realizado por medio de las
mismas organizaciones productivas, con omisión de toda clase de
intermediarios y sustractores de beneficios.
5. Organización de la educación sobre bases científicas, no religiosas, igual
para ambos sexos (dada la desigualdad de los dos sexos, ninguna
legislación puede hacerla desaparecer)
6. Relación de todos los asuntos públicos, mediante tratados libres de
comunidades y sociedades federales constituidas 4.

Por lo que, se puede dar cuenta, cómo el autor despolitiza las acciones anarquistas
enfatizando en una serie de elementos en torno a la criminalización de su praxis militante.
En primera instancia, niega el carácter político reduciéndolo a lo que se considera como
delito común. Además, frente al proyecto de una sociedad libre sin explotación ni opresión,
antepone su concepción moderna desde un proyecto industrial positivista, basado en una
visión lineal y ascendente de la historia. Por último, se puede inferir que las bases de la
sociedad capitalista para Lombroso son inamovibles, ya que, representan la evolución
natural de la sociedad humana. Por tanto, cualquier modificación destruiría el proyecto
social que llena de orgullo a esta intelectualidad acomodada y déspota frente a las mayorías
populares y sus ansias cambio, la cual de múltiples maneras era interpretado por estos
sectores, que veían en la acción directa un impulsor de movilización de las y los
trabajadores.
Al mismo tiempo, el autor profundiza su crítica derivando a los anarquistas al área
de la criminología positivista, enfatizando en su aspecto físico, como factor biologicista a la
hora de cometer su acción política. De ahí que, Lombroso sostiene que:
Un juez, el egregio abogado Spingardi, quien me ha proporcionado gran
numero de datos para este estudio, me decía: <No he visto todavía un
anarquista que no sea imperfecto o jorobado, ni he visto ninguno cuya cara
sea simétrica>.
Jerga. --- Y el que los anarquistas son criminales lo demuestra el uso
extendido entre ellos de la jerga, y en especial la de los delincuentes.

4
Cesar Lombroso, Los anarquistas, (Buenos Aires: Imprenta Elzeviriana De P. Tonini, Editor, 1894), 17.
Tatuaje--- No les falta ya otro signo que el tatuaje, de entre los que se dan
frecuentemente en los criminales natos. En los movimientos anarquistas de
Londres, en 1888, observó un testigo ocultar en gran número que había de
tatuados, o, lo que es lo mismo, de criminales.
Sentido Ético – Si su criminalidad no se dedujera de los anteriores indicios,
resulta claramente demostrada por la falta general del sentido moral, falta por
la que les parece sencillísimo el robo, el asesinato y todos lo crimines que a
los demás parecen horribles5.

Desde este punto de vista, es relevante destacar el rol que le asigna el autor a los
anarquistas, cuestionando sus prácticas políticas, desde una óptica de abierta discriminación
de acuerdo a sus rasgos físicos, criminalizando sus acciones de orden “delictual” bajo un
prisma en relación a su cultura vocal, el de hecho de expresar su corporalidad a través del
uso de tatuajes, entendiendo estos como una reproducción de amoralidad, y por último,
enfatizando en que la política detallada por el militante anarquista carece de sentido, debido
a que sus métodos son violentos para la sociedad (omitiendo el rol del monopolio de la
violencia que ejerce el propio Estado). En efecto, cabe destacar que, esta caracterización de
la praxis anarquista el autor no la hace en general, sino lo expresa desde su propia
experiencia, enfatizando en una serie de casos concretos. Puesto que, en la presente
investigación se profundizará esta interpretación a través de la criminología positivista,
desde una serie de casos de militantes anarquistas, dando cuenta de sus “crimines”, los
juicios realizados y las sanciones por las cuales estos son apresados, discriminados y
alienados por la sociedad capitalista.

Desarrollo
Por otra parte, en el presente apartado, se dará cuenta de dos situaciones que
ocurrían en paralelo. Por un lado, se procederá a analizar la situación jurídica de la
Argentina, en relación no solamente a los militantes anarquistas, sino también al migrante,
y a todos quienes no cumpliera con los estándares sociales impuestos por la elite
dominante. Por otro lado, se analizará los diversos casos en materia de acusación criminal
respecto a los subversivos anarquistas, viendo sus motivaciones, su origen social, sus
rasgos psicológicos/ físicos, etc.

5
Cesar Lombroso, Los anarquistas, 22-24.
Para poder, comprender los discursos de carácter ideológico que hay detrás de estas
acciones por parte de médicos, como intelectuales del derecho penal. En ese sentido, como
se desarrollo más arriba, la situación migratoria junto a la modernidad tardía que se estaba
consolidando en Argentina, generaron una situación de inestabilidad social y política, Ya
que, la agitación política y social por mejores condiciones de vida para las y los
trabajadores era parte del discurso político de la izquierda, en especial de los anarquistas
provenientes de las ciudades Europas.
Así pues, frente a esta convulsionada situación, Albornoz señala que, a comienzos
del siglo XX específicamente en 1902, se aprueba en el parlamento la Ley de Residencia, la
cual daba atribuciones extraordinarias al Poder Ejecutivo para expulsar a los extranjeros sin
un juicio justo acorde a los delitos que se les acusa, expulsándolo del territorio acorde a los
criterios policiales, debido a que, alteraban el orden social de la nación argentina. Dicho
esto, consigna el autor, según los registros oficiales entre 1902 y 1905 un total de 122
personas identificadas como anarquistas fueron obligadas a abandonar el país6.
Frente a esta premisa, este movimiento reaccionario por parte del Estado ante las
legitimas acciones de estos grupos en torno a la protesta popular o a los respectivos
atentados contra las autoridades fácticas del poder, tenía no solo una fundamentación en el
marco del derecho, sino discursiva en la voz de los autores de dicho proyecto. En este
sentido, Domech afirma que, el autor material fue el legislador conservador Miguel Cané
quien se ve en la necesidad de elaborar esta Ley, debido al contexto de convulsión social
producto de una huelga general por parte de las y los trabajadores en Buenos Aires. En
consecuencia, esta es aprobada con el folio N° 1.444. como Ley de Residencia, dando paso
a los días después, a una serie de purgas y persecuciones políticas por parte del gobierno,
decretando el Estado de Sitio, para poder detener y deportar a cientos de personas, entre
ellos militantes anarquistas7.
Además, respecto a lo medular de esta Ley, nos interesa el capitulo I el cual enfatiza
en que, está habilitado el poder ejecutivo para negar la entrada a extranjeros que cumplan

6
Martin Albornoz, “Escenas de la lucha internacional contra el anarquismo en el Archivo del Ministerio de
Relaciones Exteriores de Argentina (1890-1910)”, Revista Electrónica de Fuentes y Archivos (REFA), Córdoba
2020, 57.
7
Eduardo Domenech, “Inmigración, anarquismo, y deportación: La criminalización de los extranjeros
“indeseables” en tiempos de las “grandes migraciones”, Revista Interdisciplinar de Mobilidade Humana
(REMHU), Brasilia, Julio 2015, 181-182.
con los criterios requeridos. Tales cómo: la participación en sucesos anarquistas, su
afiliación en sociedades secretas asociadas a esta ideología; Y, el capitulo III: se fija una
relación directa entre el delito, la peligrosidad y la expulsión, en especial frente a los delitos
del daño a la propiedad privada8. Por lo tanto, a través de la caracterización que hace el
autor de la situación argentina, se puede inferir que, existe una contradicción en la clase
dominante, debido a que, mientras mas impulsaban los mecanismos para “traer” la
modernidad capitalista, dicho proceso contrajo una serie de consecuencias sociales, los
cuales en vez de debatir democráticamente como abordarlos desde una perspectiva
humanitaria, se sitúa el conflicto bajo un paradigma criminalizaron en torno a las protestas,
ubicando a “agitadores” que había “arruinado” el camino ascendente del progreso y la
prosperidad. Tal como señala el autor, se puede dar cuenta de una ligazón por parte de la
elite entre la inmigración, el anarquismo y la criminalidad 9, asociando las acciones
criminales con esta “mala” migración proveniente de los suburbios de Europa,
deslegitimando las demandas sociales de la población; que eran difundidas por las
militancias anarquistas, y transformando a la acción política en un Estado policial,
persiguiendo y encarcelando a las disidencias bajo una especie de doctrina de seguridad
nacional no anunciada.
Por otra parte, como se dio cuenta en un comienzo, luego de ejemplificar
empíricamente cual era la situación jurídica en que se desenvolvía la militancia anarquista,
existieron una serie de casos que en diversas maneras visibilizan la ideología que estaba
detrás de esta abierta persecución política, expresada en múltiples juicios a personas que
habían cometido delitos contra las respectivas autoridades. En primera instancia, en la
Revista de Archivos de Psiquiatría y Criminología, escrita por el Dr. José Ingenieros en
1910, se encuentra la Condena de Radowisky, escrita por el Dr. Sotero F. Vázques. El
presente acusado es militante anarquista de origen ruso, condenado por el doble homicidio
de Ramon Lorenzo Falcon, jefe de la policía, quien dirigió una gran represión hacia la
protesta social en Buenos Aires, y su secretario privado, el funcionario Alberto Lartigau.
Cabe destacar, que en el presente documento la mirada del autor tiene un
antecedente estrictamente ideológico, aunque el análisis se hace bajo una sentencia jurídica:
8
Eduardo Domenech, “Inmigración, anarquismo, y deportación: La criminalización de los extranjeros
“indeseables” en tiempos de las “grandes migraciones, 183.
9
Eduardo Domenech, “Inmigración, anarquismo, y deportación: La criminalización de los extranjeros
“indeseables” en tiempos de las “grandes migraciones”, 184.
2° Radowiski no es un degenerado ni un neurótico; es un sujeto normal, que
ha cometido un delito por el que se le procesa con pleno dominio de sus
facultades.
3° Lo que se ha discutido en el proceso es la penalidad que debe
imponérsele. El señor agente fiscal, en su dictamen de acusación, durante el
plenario, ha solicitado la imposición de la pena capital para el reo y es
indudable que la forma como el acto se ha realizado empleándose para su
ejecución un instrumento cuyo efecto mortífero desconocido en otros
tiempos más crueles, como lo demuestra la naturaleza de las lesiones
inferidas a las víctimas, la premeditación del acto, la impavidez e
indiferencia con que en la indagatoria lo confianza, haciendo alarde antes,
después y en el momento de cometido, de pertenecer a una secta terrorista y
las intenciones de siniestra resistencia que surgen de su actitud, armas y
proyectiles de que iba armado, revelan una perversidad brutal tan manifiesta
en su acción10

Asimismo, se puede inferir a través del presente documento, la mirada que tenía el
profesional a la hora de indagar el caso, la cual no solamente operaba en una perspectiva
del derecho penal, sino que expresa la visión que construyo la clase dominante sobre la
practica anarquista. A su vez, esto es debido a que, el juicio era sobre la acción realizada
por el acusado, el cual puede ser condenable debido a la muerte de una persona. Sin
embargo, las autoridades no comparten la misma indagatoria respecto a los crimines que
realizo el jefe de la policía, en función de la represión hacia la protesta social que también
termino con heridos y fallecidos. Ya que, dentro de dicha manifestación los afectados eran
quienes constituían el bajo pueblo, siendo que los responsables de la legalidad burguesa no
tuvieron ninguna represalia. Es por eso, por lo que, el crimen de este anarquista se puede
interpretar como una demostración legitima de un orden desigual, excluyente con quienes
lo cuestionan, caracterizado como un “delito político” contra un régimen dominado por una
minoría frente a una mayoría oprimida y explotada.
Por otra parte, este delito político, el cual como sugiere Pedro Gorl en la Revista
Criminología Moderna en su versión N° 2 editada en diciembre de 1898, tendría las
características de:
El delito político, o el delito común cometido por razones políticas, si bien
puede ser castigado por la ley del territorio en que se han perpetrado, no
imponen la obligación moral o jurídica de represión o extradición a aquellos
gobiernos los cuales se refugia el reo político, en razón de que un régimen
10
Sotero F. Vásquez, “Condena de Radowisky”, en Archivos de Psiquiatría y Criminología, ed. José Ingenieros
(Buenos Aires, 1910), 359.
republicano puede no perseguir como delitos aquellos actos que un gobierno
monárquico persigue, y bajo un régimen despótico o absoluto, pueden ser
considerados como gravísimos delitos, hechos perfectamente ilícitos para un
gobierno constitucional11.

Asimismo, esta connotación de delito político, el cual señala el autor, tiene que ver
con las acciones realizadas contra un régimen, el cual esta vulnerando sus derechos
fundamentales como ciudadanos (recordando que estos crimines se hacen bajo un régimen
liberal, por tanto, existe “Estado de derecho” e igualdad ante la Ley), siendo estas acciones
formas legitimas de acción popular.
Por otra parte, existe otro caso de un militante anarquista, el cual fue condenado por
un crimen que cometió, juicio el cual, a diferencia del anterior, este fue elaborado por un
equipo médico. Para aquello, es menester revisar el capítulo titulado Delito Político, escrito
por el Dr. Francisco de Veyga, donde el acusado es el anarquista Planas Virella acusado de
atentar contra la vida del presidente de la Republica el 11 de agosto de 1905. Siento estos
sus antecedentes que nos permitirán evaluar la forma en cómo se plantean hacia el acusado:
Hay asimetría facial pronunciada, imputable a vicio de desarrollo en la
selección derecha de la cara, a la cual va aparejada igualdad malformidad de
la mitad opuesta del cráneo. Igual vicio se nota en los huesos propios de la
nariz, dándole a este órgano un aspecto infantil. El maxilar inferior es grande
y prognata como el superior, aunque entrante en su porción mentoniana,
rasgo este de regresión atávica. El ángulo izquierdo del mismo maxilar es
mas grueso que el derecho, pero la rama ascendente del mismo es más
pequeña que la del lado opuesto, como afectada que está por vicio de
desarrollo que hace asimétrica la cara entera 12.

A su vez, esta interpretación del crimen analizando sus rasgos físicos no era lo único dentro
del análisis medico para determinar la pena del acusado, sino también lo eran sus características
físicas, donde el Dr. De Veiga señala lo siguiente:
Su campo mental, como se echa de ver, es bien estrecho y monótono. El
dogma anarquista se le presenta, además, bajo una serie de aforismos cuyos
fundamentos no solo no conoce sino que no es capaz de penetral. Piensa y
razona a la manera de esos catecismos que las sociedades de propaganda de
todo orden, religiosas o políticas confeccionan para la masa vulgar de sus
adeptos y cuya variedad entre los anarquistas es tan grande como curiosa 13.

11
Pedro Gori, “Delitos contra la libertad”, en Criminología Moderna, (Buenos Aires, 1898), 39.
12
Francisco de Veyga, “Delito Político”, en Archivos de Psiquiatría y Criminología, ed. José Ingenieros
(Buenos Aires, 1906), 520.
13
Francisco de Veyga, “Delito Político”, en Archivos de Psiquiatría y Criminología, ed. José Ingenieros, 581.
Por lo cual, a través del presente documento se pueden desprender una serie de factores
presentes en torno a como eran llevados los juicios ante los criminales, pero, en particular hacia los
militantes anarquistas. En primer lugar, se puede inferior que existe una abierta discriminación con
relación a su aspecto físico, dando cuenta, que la existencia de una serie de falencias en sus actos
morales o éticos cometidos responderían a la “mal formación” existente en sus extremidades, lo
cual responde a la mirada biologicista presente en la época, sustentada en un discurso científico que
categorizaba a las personas de acuerdo con cómo se encontraba su cuerpo físicamente. En este caso,
el cumplimiento de estereotipos es vital para la proyección de una correcta “imagen” de sociedad.
Por lo tanto, todas las personas (no solamente los anarquistas) como los pobres, vagabundos,
comunistas, mujeres, afrodescendientes, tenían algún grado de discriminación por parte de las
autoridades en relación a su distinción física, a diferencia de una elite, descendientes de la
aristocracia europea que operaba bajo una cultura restringida para unos pocos, lo cual tenia su
consecuencia a la hora de abordar los crimines realizados por sujetos populares en particular si eran
migrantes o militantes de alguna ideología contraria a la estatal.
Además, con relación al análisis psicológico, se puede develar como el objetivo de las
autoridades era la despolitización con relación a las acciones de los anarquistas, generando en la
opinión pública que estas, venían de un orden criminal, ahistórico y reproducido por una masa
inerte. También se puede interpretar, el temor de las clases altas ante el avance de las ideas
anarquistas, debido a que cada vez eran más recurrentes los atentados, en particular este donde la
máxima autoridad del país estaba siendo cuestionada vía hechos, comprendiendo que la propaganda
anarquista en este momento histórico era a través de la acción directa.

Conclusión
A través del presente, se pudo hacer tanto una revisión de fuentes acorde a
documentos oficialistas con relación a los juicios que tenían autoridades del poder judicial
como médicos respecto a la militancia anarquista. En primera instancia, el surgimiento del
anarquismo como praxis política llego vía migración respecto de las crisis políticas en los
países centrales de Europa, predominantemente Italia y España. En segunda instancia, el
naciente Estado argentino viendo la realidad que estaba sufriendo su débil proyecto
modernizador, aplico una serie de medidas de orden político-jurídico para contener, pero
también eliminar el anarquismo de la sociedad. En particular, debido a la notable influencia
que esta ideología subversiva y contestaria del régimen capitalista, tenia una influencia
bastante grande frente a un proletariado oprimido y explotado como el argentino, causando
una serie de disturbios tanto colectivos como individuales. En tercera instancia, se pudo
revisar, como frente a los atentados y acciones criminales de la militancia revolucionaria, el
Estado modifico su aparataje institucional recibiendo la influencia Lombrosiana,
categorizando a los sujetos como “peligrosos” para así teorizar por qué estas personas
generaban estos disturbios ante una sociedad que se estaba consolidando en el mercado
internacional. Y, por último, pudimos revisar, que finalmente, el discurso científico amparo
el juicio tanto legislativo como medico a la hora de tratar con la militancia anarquista,
despolitizando su discurso, discriminándolos tanto físicamente como psicológicamente,
generando una disputa en el terreno de las ideas, y también en relación a que proyecto de
sociedad querían construir, intentando demoler su discurso teórico reduciéndolo al delito
común.
Fuentes:

- Lombroso, Cesar. Los anarquistas, Imprenta Elzeviriana De P. Tonini editor.


Buenos Aires. 1894. pp. 1-100.

- Vásquez, F, Sotero. Condena de Radowisky”. En Archivos de Psiquiatría y


Criminología, editado por José Ingenieros. Buenos Aires: 1910. pp. 1-767.

- Gori, Pedro. Delitos contra la libertad. En Criminología Moderna. Buenos Aires:


1898. pp. 35-66.

- Veyga, de Francisco. Delito Político. En Archivos de Psiquiatría y Criminología,


editado por José Ingenieros. Buenos Aires: 1906. pp. 1-768.

Bibliografía:

- Bergalli, Roberto. Epílogo y reflexiones (de un argentino) sobre el control social


en América Latina. En: Control y dominación. Teorías criminológicas burguesas y
proyecto hegemónico. Massimo Pavarini. Buenos Aires: Siglo XIX editores
Argentina. 2002. pp. 197- 223.

- Bacchiega, Julia. ¿Terrorismo o actos de venganza?: Atentados anarquistas en


Argentina en las primeras décadas del siglo XX. Revista Relaciones Internacionales
– N° 51 (Segmento Digital) – UNLP- 2016. pp. 1-14.

- Albornoz, Martin. Escenas de la lucha internacional contra el anarquismo en el


Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores de Argentina (1890-1910. Revista
Electrónica de Fuentes y Archivos (REFA). Córdoba 2020. pp. 48-66.
- Domenech, Eduardo. Inmigración, anarquismo, y deportación: La criminalización
de los extranjeros “indeseables” en tiempos de las “grandes migraciones. Revista
Interdisciplinar de Mobilidade Humana (REMHU). Brasilia. Julio 2015. pp.69-196.

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