Está en la página 1de 10

La educación en valores para el fortalecimiento de la Cultura de Paz.

Introducción

A la par de los retos que conlleva el poner al día los contenidos de estudio de acuerdo a las
nuevas teorías y nuevas tecnologías que trae un consigo el mundo cambiante de hoy, las IES están
siendo desafiadas a trabajar en una formación que no se limite únicamente al dominio del
conocimiento científico y el aprendizaje de la habilidad técnica y profesional, sino también en el
desarrollo de habilidades que preparen a los jóvenes para la vida mediante la formación en
valores.

La educación para fortalecer la Cultura de Paz, paradigma de convivencia humana tan necesaria
en los convulsionados tiempos que vivimos, representa para las IES la oportunidad para
replantearse sus políticas educativas de cara a fortalecer una formación integral que logre en los
educando el desarrollo de las actitudes y las habilidades para la promoción de valores vinculados
a la paz tales como la tolerancia, el respeto a la dignidad humana y la justicia social entre otros, de
manera que esto repercuta en la transformación de la sociedad y en particular en la armonía y el
entendimiento a nivel de las relaciones que se establecen a nivel de la familia, el centro de
estudio, el trabajo, la comunidad y la sociedad en general.

La paz y sus implicaciones éti cas

De manera paralela a los diferentes esfuerzos que en los últimos tiempos se llevan a cabo en el
mundo para posicionar los procesos de paz como la mejor opción para responder a las situaciones
de guerra y de violencia en el mundo; los estudios e investigaciones sobre la paz no han cesado de
gestar diferentes comprensiones teóricas que cada vez más relacionan a la paz con la puesta en
práctica de valores tales como la justicia, la libertad, el respeto, la tolerancia, la cooperación, entre
otros.

Una comprensión cada vez más profunda y más ética alrededor de la paz ha sido el resultado de
identificar la contrapartida, en el ámbito de la paz, de las diferentes formas de violencia, tanto la
visible como la invisible, denominadas como violencia directa, estructural y cultural las cuales se
corresponden de manera dialéctica con sus estados contrarios que serían la paz directa,
estructural y cultural. (Galtung, 1997)

Según Jiménez Bautista citado en (Sanchez Cardona, 2016), las primeras comprensiones que
surgieron en torna a la paz eran entendidas como la ausencia de guerra y conflictos armados
entre los gobiernos, lo que condujo al estudio y la promoción del pacifismo. A esta paz entendida
originalmente como la ausencia de la guerra se le ha denominado paz negativa y en la actualidad,
además de la ausencia del conflicto armado, “la paz negativa debe incluir ausencia de malos
tratos, violaciones, abusos de la infancia, y matanzas callejeras (violencia directa no organizada)”
(Jimenez Bautista, 2011).
El relacionamiento de la violencia con fenómenos tales como: la pobreza, las carencias
democráticas, la ausencia del desarrollo de las capacidades humanas, las desigualdades
estructurales, el deterioro del medio ambiente, las tensiones y los conflictos étnicos y el irrespeto
a los derechos humanos, condujo a la conceptualización de la paz positiva, considerada un
avance más en estudios sobre la paz y entendida como “la construcción de la justicia social y el
desarrollo para que todos los seres humanos puedan satisfacer sus necesidades básicas más
elementales” (Jimenez Bautista, 2011).

A la compresión de paz negativa (ausencia de violencia directa) y paz positiva (ausencia de


violencia estructural o indirecta) podemos agregar la comprensión de paz imperfecta, introducido
por el catedrático español Francisco Muñoz, quien concibe la paz como un proceso social
permanente que se aleja de cualquier concepción que suponga un estadio pacífico ideal o
absoluto. Sobre todo en contextos donde la violencia pareciera imponerse y negarse a
desaparecer, el concepto de paz imperfecta ha venido a aportar significativamente a mantener
en alto los esfuerzos a favor de la paz. Al no estar la paz relacionada con un ideal a alcanzar o un
estado absoluto y acabado, los procesos de paz siempre experimentarán reveses en su
enfrentamiento contra la violencia lo que a su vez permite entender la paz como una construcción
social en evolución permanente que demanda de sus promotores altos niveles de compromiso y
persistencia.

La idea de paz entonces ha evolucionado de ser equivalente a la mera ausencia de guerra a


convertirse en “un concepto que involucra la cooperación, esto es, formas de crear estructuras
más equitativas y más justas en la sociedad a través de un cambio social no violento”. (Sanchez
Cardona, 2016)

Podemos afirmar entonces que buscar y construir la paz, implica comprometerse con una gama
de principios y valores éticos, que conllevan la búsqueda, de manera individual y colectiva, la
armonía de los seres humanos consigo mismo (paz interior), con los otros (paz social) y con el
medio ambiente (paz ecológica) a nivel personal, familiar, escolar, social, nacional, e
internacional. (Tuvilla Rayo, 2004).

En la actualidad resulta imprescindible para cualquier esfuerzo encaminado a la promoción o


consolidación de la paz, en los diferentes ámbitos de la vida y de la existencia, tanto personal,
social como ambiental, la puesta en práctica de valores tales como, el respeto muto y la
tolerancia para entender las diferencias del otro (a), así como la solidaridad y la compasión,
valores claves para construir comunidades que desde la aceptación y la confianza sean capaces
de resolver los conflictos sin recurrir a ningún tipo de violencia.

Dar a conocer y promover estas comprensiones o conexiones respecto a la paz y respecto a los
valores que la hacen posible, constituye un desafío para las instituciones educativas interesadas en
contribuir al fortalecimiento del compromiso para la búsqueda y construcción de la paz.
La Cultura de Paz y sus desafí os educati vos

De acuerdo con Jiménez, citado en (Jimenez Bautista, 2011), la Cultura de paz “es el conjunto de
valores, actitudes y comportamientos que reflejan el respeto a la vida de la persona humana, a su
dignidad y a todos los derechos humanos; el rechazo de la violencia en todas sus formas y la
adhesión a los principios de libertad, justicia, tolerancia y solidaridad, así como la comprensión
tanto entre los pueblos, los grupos y las personas”. La (UNESCO, 1995) complementa esta
definición al agregar que la Cultura de Paz también se da “en la coparticipación y la libre
circulación de la información, así como en la plena participación y fortalecimiento de la mujer”.

La cultura de paz es el resultado de “eliminar las raíces de la violencia a través de estrategias de


paz” (Sanchez Cardona, 2016), y el surgimiento de una sociedad donde las personas logran que sus
comportamientos y estilos de vida se rijan por valores que hacen posible relaciones cada vez más
armoniosas y constructivas que coadyuvan una sociedad caracterizada por la igualdad, la justicia,
la equidad, la solidaridad y la cooperación mutua.

Tomando en consideración que toda realidad cultural está determinada por las creencias,
comportamientos y estilos de vida de las personas, de igual manera, como sucede con toda
cultura, la cultura de la violencia es una construcción humana sustentada en creencias y actitudes
que se aprenden, se modelan y que acaban moldeando el comportamiento de las personas.

Por lo tanto “si la violencia y la guerra son una creación cerebral y cultural, lo mismo sucede con la
cultura de paz, puede crearse y construirse de manera racional e intencional” […] “estableciendo
las bases de una educación y cultura de paz” (Collado & García Hernandez, 2018)

La Cultura de Paz es entonces el fruto de todo proceso educativo que le apunta a desmontar los
constructos mentales que legitiman la violencia y reemplaza los anti valores de esta, con
comportamientos que suscitan el respeto y el reconocimiento del otro y le dan lugar al
entendimiento y el diálogo.

Es en este sentido que la UNESCO promueve como una responsabilidad sagrada el educar a las
personas para la justicia, la libertad y la paz como valores indispensables para la dignidad humana
(Carta de la Unesco 1981).

Aquí es donde cobra importancia todos los esfuerzos e iniciativas alrededor de lo que se conoce en
la actualidad como educación para la paz, la cual, según (Arteaga González, 2005) se puede definir
como:

“un proceso formativo continuo, dinámico, fundamentado en los conceptos de paz


positiva, orden mundial real, derechos humanos y la perspectiva de la solución pacífica de
los conflictos sobre la base de la ética, que prepare al hombre en su dimensión individual y
social para develar críticamente la compleja y conflictiva realidad, actuar en consecuencia
a partir del papel regulador de los valores con un profundo humanismo y aprovechando
las vivencias y experiencias que más favorecen las relaciones humanas, buscando salidas
constructivas, no violentas; evitando lo que implique daño o destrucción del hombre, de
su cultura material y espiritual y de su medio ecológico”.

Por ser la paz más que un concepto, un estilo de vida, la educación para la paz implica, más allá de
conocer sus postulados teóricos, el desarrollo de competencias para la búsqueda permanente de
caminos alternativos a la violencia que opten por la armonía de las relaciones fomentando el
diálogo, la negociación, así como la resolución y transformación no violenta de los conflictos. “Si
los ciudadanos poseen más información acerca de las alternativas frente al uso de la fuerza,
rechazarán siempre los caminos de la violencia”. (Sanchez Cardona, 2016)

Se trata entonces de educar para la tolerancia y el rechazo a toda forma de discriminación, de


educar para la empatía, la solidaridad y la ayuda mutua, de educar para la convivencia respetando
las normas que regulan las relaciones humanas y cumpliendo las obligaciones correspondientes a
cada contexto de actuación. (Arteaga González, 2005). Se trata de educar para el discernimiento
que le permita a los educandos, ante las diferentes situaciones de la vida, ser capaces de
responder desde los valores relacionados con la paz y de rechazar los anti valores que se
contraponen a la paz tales como la discriminación, la intolerancia, la falta de compasión, la
indiferencia, la sumisión ciega, el conformismo, etc.

Por tanto los procesos educativos alrededor del tema de la paz deben desafiar a los educandos a
adquirir el compromiso de ser constructores y promotores partiendo que más que un ideal, la paz
es un camino. (Mahatma Gandhi )

La Educación para la Paz centrada en valores

Los valores son reguladores de la conducta y de las relaciones interpersonales y son asumidos por
las personas tanto a nivel cognitivo como afectivo. La interiorización de estos valores requiere un
largo proceso que es producido por la enseñanza mediante la inculcación sin imposición. Cuando
la persona logra asumir el valor implicándose afectivamente está en la capacidad de orientar sus
actitudes y actuaciones y comportarse espontáneamente conforme a ese valor. (González, 2005)

La instauración en la sociedad de una Cultura de Paz con toda la fuerza de sus atributos
transformadores requiere de una educación que sea capaz de cultivar e incorporar en la práctica
de vida los valores, prácticas, competencias y habilidades imprescindibles sobre los cuales se
construye la Cultura de Paz. “La educación para la paz no tiene sentido si no desemboca en la
acción. La meta no es producir más libros, sino más paz”. (Galtung, 1997)

Para que la educación para la paz logre el impacto esperado de revertir el predominio de la
violencia y de sus manifestaciones culturales y estructurales en la sociedad, esta debe tener como
punto de partida los valores, comportamientos y actitudes, es decir, incidir desde los componentes
comportamentales y conductuales capaces de configurar las acciones cotidianas de las personas
a favor de la construcción de la paz.
La educación para la paz centrada en valores demanda que este sea un proceso formativo
continuo, permanente y dinámico en las que educador y educando aprenden juntos a identificar
la cultura de la violencia en cualquiera de sus manifestaciones y a discernir la mejor manera de
actuar, desde las regulaciones éticas y morales que los valores vinculados a la paz proveen, en la
búsqueda siempre de una solución no violenta, pero además, constructiva, respetuosa de la
dignidad humana y que contribuya a fortalecer las relaciones humanas.

La educación para la paz centrada en valores desafía a las instituciones educativas, sobre todo a las
universidades, a dejar de verse como “recintos” o “templos” donde el conocimiento se encuentra
enclaustrado, y en su lugar convertirse en sistemas abiertos en interacción permanente con la
sociedad para responder satisfactoriamente a las necesidades y desafíos que el contexto demanda
y sobre todo atender holísticamente la vida de los jóvenes, fortaleciendo, además de sus
capacidades cognitivas, también sus capacidades emocionales, conductuales y relacionales en la
búsqueda y la generación de contextos de tolerancia, solidaridad, respeto y responsabilidad social.

La interiorización de la paz para el diario vivir exige procesos educativos permanentes y siempre
abiertos y conectados con la realidad de vida del estudiante ya que “la convivencia pacífica es una
realidad que se construye diariamente, en la cotidianeidad, con aciertos y desaciertos, con ensayos
y nuevos comienzos, donde la ciencia, la cultura y la educación juegan un papel trascendental” .
(Sanchez Cardona, 2016)

Educación para la paz en el contexto universitario

Tomando en consideración que la educación es uno de los instrumentos más valiosos para hacer
prevalecer el derecho humano a la paz, las universidades no pueden quedar al margen del aporte
imprescindible que se requiere de un sinnúmeros de actores sociales (estatales, no estatales,
internacionales, religiosos, etc) para llevar a cabo la tarea de construir y preservar la paz en la
sociedad.

Una vez que la universidad asume su responsabilidad y compromiso con la causa de la Paz, ella
puede convertirse en un actor activo más y contribuir desde el conocimiento científico, el
desarrollo de capacidades, la formación en valores y la investigación a fortalecer la Cultura de Paz
en la sociedad.

Por otro lado, el involucramiento de la universidad en la educación para la paz constituye la


oportunidad para que las instituciones de la educación superior contribuyan a la par de otras
instituciones, a responder a la urgente necesidad de formar en valores a nuestros adolescentes y
jóvenes.

En relación a cómo educar para la paz mediante la formación en valores en la universidad,


considero que el punto de partida es enfocarse en el (la) docente como el principal propulsor del
proceso educativo. De acuerdo con Sullivan citado en (Palacios Palacios, 2016):
"el profesor es uno de los componentes esenciales del proceso educativo y en quien descansa la
máxima responsabilidad de desarrollo integral de los estudiantes… es el recurso humano más
importante, quien hace posible la misión de las universidades, no se puede aspirar a formar
profesionales capaces, si los docentes no son conscientes de su responsabilidad y están aptos para
ello."

El docente es el catalizador por excelencia de los procesos educativos que persiguen incidir en una
ética del respeto y la tolerancia hacia a los demás, en la convivencia ciudadana o en el cultivo de
relaciones interpersonales caracterizada por la aceptación y la empatía. Pero para ello es
necesario que el docente universitario se encuentre preparado en relación a los siguientes
aspectos:

1. El docente universitario debe estar capacitado para enseñar las fundamentaciones


teóricas de los procesos de educación para la paz las cuales le permiten al docente
orientar la reflexión a través de los conceptos que se emplean o se debaten en la
actualidad en relación a la construcción de la cultura de paz. De acuerdo con (Silva, 2015),
los temas que requieren ser abordados son:
 El arreglo pacífico de los conflictos
 El desarrollo sostenible
 Derechos humanos
 Igualdad de género
 Participación democrática
 Comprensión, tolerancia y solidaridad
 Comunicación participativa y libre flujo de la información
 Paz internacional y seguridad

2. El docente universitario no sólo debe conocer los fundamentos teóricos de la educación


para la paz y poder transmitirlos didácticamente, además es importante que el educador
de la paz esté claro que la enseñanza de la paz en la universidad no es meramente un
contenido curricular más para informar al estudiante sobre lo que se ha descubierto y se
está haciendo respecto a la conducta conflictiva y violenta de los seres humanos. La
enseñanza de la paz, además de sus valiosas aseveraciones teóricas, está relacionada con
la enseñanza de habilidades, valores y actitudes, por lo tanto, “los programas o propuestas
de educación para la paz, para ser exitosos, requiere realmente de la interiorización de
todas las habilidades, los conocimientos, valores, actitudes asociadas con ella y en
correspondencia con los procesos didácticos para su transmisión y asimilación por todos
los agentes que participan en la formación del estudiante”. (Pérez Gómez, Sánchez
Arbolae, & Moreira Lay, 2016)
3. El docente universitario debe trascender el rol tradicional de mero transmisor de
conocimientos y convertir a sus estudiantes en sujetos del proceso de enseñanza
aprendizaje, esta es una condición clave para la formación en valores:

“En la medida que el estudiante deja de ser un objeto de aprendizaje que repite
mecánicamente la información que recibe y se convierte en un sujeto que procesa
información y construye conocimientos a partir de sus intereses y conocimientos previos,
sobre la base de un proceso profundo de reflexión en el que toma partido y elabora
puntos de vista y criterios, está en condiciones de formar sus valores”. (Gonzalez Maura,
2000)

4. El docente universitario debe asumir las actitudes y las habilidades correspondientes que
le permitan establecer relaciones dialógicas y participativas pero también afectivas con sus
estudiantes tomando en cuenta que dentro del proceso enseñanza-aprendizaje la
adquisición de los valores es el resultado de haber incidido no solamente a nivel del
intelecto sino además a nivel de los sentimientos cuando el maestro (a) es capaz de
conducir al alumno (a) a que descubra la manera en cómo estos valores orientan su
actuación para salir avante en la vida o como estos valores se relacionan sus propios
ideales de bienestar y felicidad porque “solo los (valores) que logran integrarse en las
experiencias de vida son los que poseen la verdadera fuerza motivacional en los
comportamientos”. Marina citada en (Sanchez Cardona, 2016). Entonces:

“si se quiere comprender cómo los valores se constituyen en reguladores de la actuación


individual se debe detener en el análisis de la naturaleza subjetiva del valor” (…) “el valor
en su existencia subjetiva individual se manifiesta como motivo de la actuación” (…) “un
estudiante universitario es responsable no porque conozca la importancia del valor
responsabilidad o las circunstancias lo obliguen a ser responsable, sino porque siente
la necesidad de actuar responsablemente” (Gonzalez Maura, 2000)

5. El docente universitario como buen educador para la paz, debe proponerse que todos sus
esfuerzos formativos se encaminen a desarrollar en sus estudiantes las competencias
sociales que les permita incidir en situaciones de violencia y contribuir al dialogo y a la
reconciliación. Harris citado en (Sanchez Cardona, 2016) considera que “los estudiantes de
educación para la paz deberán aprender cómo resolver disputas de manera no violenta y a
hacer del mundo un lugar más seguro, ya que la humanidad no podrá alcanzar su pleno
potencial sino hasta que la violencia se haya detenido”.

6. El docente universitario debe convertirse en un promotor de la Cultura de Paz asumiendo la


responsabilidad de apoyar toda iniciativa encaminada a que tanto a nivel nacional como
regional, se cumplan las bases de la Cultura de Paz establecidas en la Declaración y Programa
de Acción sobre una Cultura de Paz del año 1999 de la ONU y que de acuerdo con (Silva, 2013)
son:
 El respeto a la vida  El respeto y promoción del derecho al
desarrollo.
 El respeto pleno de los principios de  El respeto y el fomento de la igualdad
soberanía, integridad territorial en entre hombres y mujeres.
independencia de los Estados.
 El respeto pleno y la promoción de  El respeto al derecho de libre
todos los derechos humanos. expresión, opinión e información.
 El arreglo pacífico de conflictos.  La adhesión a los principios de libertad,
 Protección del medio ambiente de las justicia, democracia, tolerancia,
generaciones presentes y futuras. solidaridad, cooperación, pluralismo,
diversidad cultural, diálogo y
entendimiento y la paz.
Conclusión

La educación para la paz es un proceso imprescindible para fortalecer la Cultura de Paz ya que
permite la interiorización en el diario vivir de los valores que hacen posible relaciones humanas
que descartan la violencia para la resolución de los conflictos y optan por el dialogo, la
reconciliación y la participación conjunta por una sociedad más justa.

Las IES están desafiadas a no quedarse atrás y ser parte de los esfuerzos que desde diferentes
instancias se llevan a cabo para fortalecer la Cultura de Paz. En este sentido la universidad también
es responsable de configurar sus modelos educativos de manera que estos permitan el
fortalecimiento de la responsabilidad moral y social de los estudiantes haciendo posible una labor
educativa en la que la universidad también se hace responsable de promulgar en los jóvenes los
valores consignados en la Declaración Universal de la Infancia (1959) la cual establece, al niño (a)o
adolescente que “debe ser educado en un espíritu de comprensión, tolerancia, amistad entre los
pueblos, paz y fraternidad universal, y con plena conciencia de que debe consagrar sus energías y
aptitudes al servicio de sus semejantes” (Principio X).

Bibliografí a

Acosta, V. R. (2018). Educación para los derechos humanos. Un estudio necesario. Estudos del
desarrollo social: Cuba y América Latina , 6 (2).

Ameglio Patella, P., & Ramírez Hernández, T. (2016). Cómo construir la paz en el México actual:
textos, autores y preguntas sobre construcción, educación y cultura de la paz. Ciudad de México ,
Mexico: Plaza y Valdés.

Arteaga González, S. (2005). Modelo pedagógico para desarrollar la Educación para la Paz centrada
en los valores morales en la escuela Media Superior Cubana. Tesis Doctoral. Villa Clara, Cuba: UCP
“Félix Varela”.
Ciro, A. (2009). Hacia una cultura de paz. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú, Estudios
Generlaes Letras (Coleccion Intertextos, No.5).

Collado, M. E., & García Hernandez, D. (2018). La cultura de paz inicia con la educación en valores.
(U. d.-F. Políticas, Ed.) Revista Estudios de Derecho , 75 (165).

Galtung, J. (1997). La educación para la paz no tiene sentido si no desemboca en la acción.


(UNESCO, Ed.) El Correo de la Unesco , 4-7.

Gómez Collado, M. E. (2009). Entrevista realizada al Dr. Johan Galtung. (U. A. México, Ed.) Espacios
Públicos , 12 (25), 210-212.

Gonzalez Maura, V. (2000). La educación de valores en el curriculum universitario.: Un enfoque


psicopedagógico para su estudio. Recuperado el 04 de septiembre de 2019, de Scielo.sld.cu:
http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0864-
21412000000100010&lng=es&tlng=es.

González, S. A. (2005). http://dspace.uclv.edu.cu/. Obtenido de


http://dspace.uclv.edu.cu/bitstream/handle/123456789/8842/Susana%20Arteaga.pdf?
sequence=1&isAllowed=y

Jimenez Bautista, F. (2011). Racionalidad pacífica: una introducción a los estudios para la paz.
Madrid: Dykinson.

Martínez, M. L. (2016). Propuesta de actividades para fomentar la educación para la paz en la


enseñanza superior. Educatio Siglo XXI , 83-101.

Palacios Palacios, M. L. (2016). Monografías.com. Recuperado el 03 de septiembre de 2019, de


https://www.monografias.com/docs113/educacion-valores-contexto-universitario/educacion-
valores-contexto-universitario.shtml

Pérez Gómez, N., Sánchez Arbolae, T., & Moreira Lay, Y. (2016). La educación para la paz como
contenido de la superación profesional del docente universitario. (R. Atlante, Editor) Obtenido de
Eumed.net: http://www.eumed.net/rev/atlante/2016/02/superacion.html

Sanchez Cardona, M. (2016). Educación para la cultura de paz:una aproximación sicopedagógica.


Bogotá: Universidad Santo Tomás.

Sánchez, E. C. (2014). La cultura de paz en el contexto de la educación universitaria venezolana.


Infociencia , 1-12.

Silva, E. (2015). Educar en los valores universales de la Cultura de Paz. (UPOLI, Ed.) Cultura de paz ,
21 (66), 16-31.

Silva, E. (2013). La dimensión axiológica de la Cultura de Paz. (UPOLI, Ed.) Cultura de Paz , 19 (61).
Suárez, A. R., Hernández-Sánchez, J. E., & Viamontes Pelegrín, E. R. (2018). CONSIDERACIONES
ACERCA DE LA FORMACIÓN DE VALORES EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR. Opuntia Brava , 416-428.

Tuvilla Rayo, J. (2004). Cultura de paz: Fundamentos y claves educativas. Bilbao: Desclée De
Brouwer.

UNESCO. (1995). Unesdoc. Obtenido de


https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000152204_spa

Zapata, R. (2000). Reanudar el camino de la paz. El correo de la Unesco , 18-19.

También podría gustarte