Está en la página 1de 1

Conectémonos al sentido olvidado de la Navidad

11
Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es Cristo el
Señor.12 Esto les servirá de señal: Hallarán al niño envuelto en pañales y
acostado en un pesebre.» Lucas 2.11-12 (Reina Valera Contemporánea)

Un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre era lo menos que un


pueblo, sometido a una cruel, prolongada y despiadada opresión podía
esperar como señal de su anhelada liberación. Esto en nada se correspondía
con las señales portentosas que en la antigüedad precedían los actos
liberadores de Dios quien actuaba “con mano fuerte y brazo extendido” a favor
de su pueblo.

Y es que precisamente, la “buena noticia, que será para todo el pueblo motivo
de mucha alegría” (Lucas 2:10), tiene que ver con la extraordinaria manera
en que el Reino de Dios se revela y hace sentir su presencia y su gloria en el
mundo.

Mientras Augusto Cesar se llena de gloria consolidando sus dominios e


intensificando la opresión mediante la imposición de un censo injusto, la
presencia y la gloria del verdadero Mesías, Salvador y Señor, se revelan de
manera sorprendente e inesperada a través de la vulnerabilidad y fragilidad de
un niño acostado en un pesebre, rodeado por personas sencillas y desprovistas
de privilegios especiales.

Es característico de nuestra época perder de vista la señal del Emanuel, del


Dios con nosotros, y equivocadamente ver señales de su presencia y de su
gloria en los derroches insensibles de la sociedad de consumo, en la falsa
seguridad que proporcionan las riquezas o bien en los placeres egoístas que se
derivan del uso abusivo, inmisericorde o corrupto del poder.

En esta Navidad conectémonos al sentido olvidado de la primera Navidad.


Vivamos de acuerdo a los valores que se vinculan con el sentido espiritual de
aquella noche buena: fe, alegría, sencillez, asombro, paz, solidaridad,
esperanza, humildad, desprendimiento, disposición, prontitud y entrega.

También podría gustarte