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Paulino fue mordido por una yararacusú, una serpiente venenosa.

Luego de la mordedura, él la
mata con su machete para evitar ser mordido nuevamente y le destroza las vértebras.
Inmediatamente se ve el área de la herida muy afectada. Pide a su esposa Dorotea que le
dé caña, pero debido al avance del veneno, él piensa que es agua.
Inicia un viaje en su canoa por el Río Paraná hacia Tacurú Pucú para intentar sobrevivir. Casi
no sentía la pierna por el agudo dolor. A mitad de camino decide pedirle ayuda a su compadre
Alves, aunque estaban enemistados, y no se escucha respuesta alguna. Decide retomar el viaje.
A medida que transcurría el tiempo, ya en la canoa, sentía que el dolor iba disminuyendo y la
sed también, incluso podía respirar mejor. Esto le dio esperanzas de una pronta mejoría. En
este punto la canoa "giraba velozmente a la deriva". El hombre empezó a delirar. Sentía helado
todo su cuerpo y no podía respirar bien. Finalmente, inmerso en sus recuerdos, estira los dedos
de la mano y muere. 1

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