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DisemiNacion Homi Bhabha
DisemiNacion Homi Bhabha
DISEMINACIÓN
El tiempo, el relato y los márgenes de la nación moderna 1
EL TIEMPO DE LA NACIÓN
agresividad será proyectada sobre el Otro o sobre el Afuera. (Pero qué si,
como he propuesto, el pueblo es la articulación de una duplicación de la
interpelación nacional, un movimiento ambivalente entre los discursos de
la pedagogía y lo performarivo? é Qué si, como propone Lefort, el sujeto
de la ideología moderna está escindido entre la imagen icónica de [a auto-
ridad y el movimiento del significante que produce la imagen, de modo
que el "signo" de lo social está condenado a deslizarse incesantemente de
una posición a otra? Es en este espacio de la liminaridad, en la "insoporta-
ble prueba del colapso de la certeza", donde encontramos una vez más las
neurosis narcisistas del discurso nacional con las que empecé. La nación ya
no es el signo de la modernidad bajo el cual las diferencias culturales son
homogeneizadas en la visión "horizontal" de la sociedad. La nación reve-
la, en su representación ambivalente y vacilante, una etnografía de su re-
clamo a ser la norma de la contemporaneidad social.
El pueblo se vuelve pagano en ese acto dísemínarorio de la narrativa
social que Lyoeard define, contra la tradición platónica, como el polo pri-
vilegiado de lo narrado,
donde el que habla lo hace desde el lugar del referente. Como narradora, es na-
rrada también. Y en cierto modo ya ha sido dicho, y lo que está diciendo no
anulará el hecho de que en otro lado ella es dicha." (Las bastardillas son mías)
Cada Estado está en permanente competencia con otros países, otras nacio-
nes [...] de modo que cada Estado no tiene frente a sí nada más que un indefi-
nido futuro de luchas. Ahora la polftica tiene que vérselas con una multiplici-
dad irreductible de Estados luchando y compitiendo en una historia limitada
[...] el Estado es su propia finalidad."
DE MÁRGENES Y MINORÍAS
Los efectos políticos del tiempo múltiple de las mujeres de Kristeva lle-
va a lo que ella llama "desmasificacíón de la diferencia", El momento cul-
tural de la "inestabilidad oculta" de Fanon significa al pueblo en un movi-
miento fluctuante al que precisamente le está dando forma, de modo que
el tiempo poscolonial cuestiona las tradiciones releo lógicas de pasado y
presente, y la sensibilidad historicista polarizada de lo arcaico y lo moder-
no. No se trata de meros intentos de invertir el equilibro del poder dentro
de un orden inmutable de discurso. Fanan y Kristeva buscan redefinir el
proceso simbólico mediante el cual el imaginario social (nación, cultura o
comunidad) se vuelve el sujeto del discurso, y el objeto de la identificación
psíquica. Estas temporalidades feministas y poscoloniales nos obligan a re-
pensar el signo de la historia dentro de esos lenguajes, políticos o litera-
rios, que designan al pueblo "como uno". Nos desafían a pensar la cues-
tión de la comunidad y la comunicación sin el momento de trascendencia:
écómo podemos entender esas formas de contradicción social?
De modo que la identificación cultural queda equilibrada en el borde
de lo que Kristeva llama la "pérdida de identidad" o Fanon describe como
la profunda "indecidibilidad" cultural. El pueblo como forma de interpe-
lación emerge del abismo de la enunciación donde el sujeto se escinde, el
significante "se desvanece", lo pedagógico y lo performativo son articula-
dos agonísticamente. El lenguaje de la colectividad y cohesividad nacional
es puesto en juego. Tampoco la homogeneidad cultural, o el espacio hori-
zontal de la nación, puede ser representado autoritativamente dentro del
territorio familiar de la esfera pública: la causalidad social no puede ser
comprendida adecuadamente como un efecto determinista o sobredetermi-
nado de un centro "estatiste"; ni la racionalidad de la elección política
puede ser dividida entre los campos polares de lo privado y lo público. La
narrativa de la cohesión nacional ya no puede ser significada, en palabras
de Anderson, como una "solidez sociológica'v" fijada en una "sucesión de
plurales" (hospitales, cárceles, aldeas remotas) donde el espacio social está
claramente limitado por esos objetos repetidos que representan un hori-
zonte naturalista, nacional.
Ese pluralismo del signo nacional, donde la diferencia retorna como lo
mismo, es cuestionada por el significante "pérdida de identidad" que ins-
cribe la narrativa del pueblo en la escritura ambivalente y "doble" de lo
performativo y lo pedagógico. El movimiento del sentido entre la imagen
magistral del pueblo y el movimiento de su signo interrumpe la sucesión
de plurales que produce la solidez sociológica del relato nacional. La tota-
lidad de la nación se ve enfrentada con, y cruzada por, un movimiento su-
plementario de escritura. La estructura heterogénea de la suplemenrarie-
dad derrideana en la escritura sigue de cerca el movimiento agonístico y
ambivalente entre lo pedagógico y 10 performativo que conforma la inter-
pelación narrativa de la nación. Un suplemento, de acuerdo con un senti-
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La perplejidad del vivir no debe ser entendida como una angustia exis-
tencial, ética, del empirismo de la vida cotidiana en "el eterno presente vi-
viente", que le da al discurso liberal una rica referencia social en relativis-
mo moral y cultural. Tampoco debe ser asociada con demasiada prisa con
la presencia espontánea y primordial del pueblo en los discursos liberado-
res del ressentiment populista. En la construcción de este discurso de "vi-
viente perplejidad" que estoy intentando producir debemos recordar que
el espacio de la vida humana es empujado hasta su extremo inconmensu-
rable; el juicio de vivir es puesto en estado de perplejidad; el topos de la
narrativa no es ni la idea pedagógica trascendental de la Historia ni la ins-
titución del Estado, sino una extraña temporalidad de la repetición del
uno en el otro, un movimiento oscilante en el presente gobernante de la
autoridad cultural.
El discurso de la minoría impone el acto de emergencia en el entre-
medio antagónico de la imagen y el signo, lo acumulativo y lo adjunto, la
presencia y el sustituto. Cuestiona las genealogías del "origen" que llevan
a reclamos por la supremacía cultural y la prioridad histórica. El discurso
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LADIFERENCIA CULTURAL
En este punto debo dar paso a la vox populi: a una tradición relativa-
mente muda de la gente del pagus (coloniales, poscoloniales, migrantes,
minorías), gente errante que no quedará contenida dentro del Heim de la
cultura nacional y su discurso unisonante, sino que son las marcas de una
frontera móvil que aliena las fronteras de la nación moderna. Son el ejérci-
to de reserva del que hablaba Marx, de mano de obra migrante, que al ha-
blar la exrraniendad del lenguaje escinde la voz patriótica de la unisonan-
cia y se vuelve el ejército móvil de Nietzsche de metáforas, metonimias y
antropomorfismos. Articulan la muerte-en-vida de la idea de la "comuni-
dad imaginada" de la nación; las gastadas metáforas de la resplandeciente
vida nacional ahora circulan en otro relato de permisos de entrada y pasa-
portes, y permisos de trabajo que a la vez preservan y proliferan, ligan y
quebrantan los derechos humanos de la nación. A través de la acumula-
ción de la historia de Occidente existen esos pueblos que hablan el discur-
so codificado del melancólico y el rnigranre. La suya es.una voz que abre
un vacío en algunos aspectos similar a lo que Abraham y Torok describen
como una radical antimetáfora: "La destrucción en la fantasía del acto
mismo que hace posible la metáfora, el acto de poner un vacío oral origi-
nal en palabras, el acto de la inrroyección"." El objeto perdido (el Heim
nacional) es repetido en el vacío que al mismo tiempo prefigura y se pre-
adjudica lo "unisonante" que lo hace unheimlich; análogo a la incorpora-
ción que se vuelve el doble demónico de la introyección y de la identifica-
ción. El objeto de la pérdida es escrito a través de los cuerpos del pueblo,
mientras repite en el silencio que habla la exrranjeridad del lenguaje. Un
obrero turco en Alemania, en palabras de jobn Berger:
que él no conoce ni conoce nadie que él conozca. Por eso, es como si su vida
fuera soñada por otro [ [. Abandonemos la metáfora [... J. Observan los gestos
y aprenden a imitados [ ] la repetición por la que un gesto se impone a otro
gesto, precisa pero inexorablemente, la pila de gestos acumulándose minuto a
minuto, hora por hora es agotadora. El ritmo de trabajo no deja tiempo para
prepararse para el gesto. El cuerpo pierde su mente en el gesto. Qué opaco el
disfraz de las palabras [...l. Trató los sonidos del idioma desconocido como si
fueran silencio. Para romper su silencio. Aprendió veinte palabras del nuevo
lenguaje. Pero para su sorpresa al principio, el sentido de estas palabras cam-
biaba cuando las pronunciaba. Pidió café. Lo que significaban las palabras pa-
ra el barman era que estaba pidiendo café en un bar donde no debería estar pi-
diendo café. Aprendió "mujer". Lo que significaba la palabra cuando él la
usaba, era que él era un perro en celo. (Es posible ver a través de la opacidad
de las palahrasj-"
Entonces empezó, sin molestarse con había una vez y si todo era cierto o
falso él podía ver la feroz energía que entraba en el relato l...] esta memoria
atestada de retazos era de hecho el corazón mismo de ella, su autorretrato. L..]
De modo que no era posible distinguir los recuerdos de los deseos, las recons-
trucciones culpables de las verdades confesionales, porque aun en su lecho de
muerte, Rosa Diamond no sabía cómo mirar a su historia a los ojee."
DISEMINACiÓN 205
¡Estos ingleses impotentes! -é'No piensan que su historia volverá para per-
seguirlos?- "El nativo es una persona oprimida, cuyo sueño permanente es vol-
verse el perseguidor" (Fanon). [.»] Él harta de nuevo esta tierra. Era el Arcán-
gel, Gibree1 - Yestoy de vuelta. 66
Se unió al adversario, los brazos encadenados unos con los cuerpos de los
otros, boca a boca, cara con cola. [...] Basta de esas ambigüedades inducidas
por Inglaterra: esas confusiones bíblico-satánicas [...] Corán 18:50 allí estaba
claro como el día [...]. Cuánto más práctico, comprensible [...l. Iblis/Shaitan re-
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EL CLIMA INGLÉS
Finalizar con el clima inglés equivale a invocar a la vez los signos más
cambiantes y más inmanentes de la diferencia nacional. Alienta recuerdos
de la nación "profunda" hecha de greda y piedra caliza; los edredones; los
páramos castigados por el viento; los silenciosos pueblos episcopales; ese
rincón de un campo extranjero que es por siempre Inglaterra. El clima in-
glés también trae recuerdos de su doble demónico: el calor y el polvo de la
India; la oscura vaciedad del África; el caos tropical que fue calificado de
despótico e ingobernable y por lo tanto digno de la misión civilizadora.
Estas geografías imaginativas que cubrieron países e imperios están cam-
biando, esas comunidades imaginadas que se hicieron oír en los límites
unisonantes de la nación están cantando con voces diferentes. Si empecé
con la dispersión del pueblo a través de países, quiero rerminar con su reu-
nión en la ciudad. El retorno de la diáspora; lo poscolonial.
Handsworth Songs; el Londres tropical izado de Rushdie, grotescamente
rebautizado Ellowen Deeowen [London] en el mimetismo del migrante: es
a la ciudad adonde los migranres, las minorías, las diásporas, vienen a cam-
biar la historia de la nación. Si he sugerido que el pueblo emerge en la fini-
tud de la nación, marcando la liminaridad de la identidad cultural, produ-
ciendo el discurso de doble filo de los territorios y temporalidades sociales,
entonces en el Occidenre, y cada vez más en otros sitios, es la ciudad la que
provee el espacio en el que se representan las identificaciones emergentes y
los nuevos movimientos sociales del pueblo. Es allí que, en nuestro tiempo,
la perplejidad de los seres vivientes se experimenta con más agudeza.
En los injertos narrativos de mi capítulo no he pretendido hacer una
teoría general, sólo una cierra rensión productiva de la perplejidad del len-
guaje en distintas localizaciones del vivir. He tomado la medida de la ines-
tabilidad oculta de Fanon y los tiempos paralelos de Krisreva en la "narra-
tiva inconmensurable" del moderno narrador de Benjamín, no para sugerir
una salvación, sino una extraña supervivencia cultural del pueblo. Pues es
viviendoen.la frontera de la historia y el lenguaje, en los límites de la raza
y el género, que estamos en posición de traducir las diferencias entre ellos
en una clase de solidaridad. Quiero terminar con un fragmento muy tradu-
cido del ensayo de Walter Benjamin "La tarea del traductor". Espero que
ahora será leído desde el borde de la nación, a través del sentido de la ciu-
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Los fragmentos de una vasija, para poder ser rearmados, deben coincidir
unos con otros en los detalles más minimos aunque no necesitan ser uno como
el otro. Del mismo modo una traducción, en lugar de imitar el sentido del ori-
ginal, debe coincidir, amorosamente y en detalle, con el sentido del original,
para hacerlos a ambos reconocibles como los fragmentos rotos del lenguaje
mayor, del mismo modo que los fragmentos son partes rotas de una vasija."
NOTAS
19. H. A. Baker, Jr, Moderntsm and the Harlem Renaissance, Chicagc, Chica-
go Universiry Press, 1987, especialmente caps. 8-9.
20. J. Barrell, English Literature, op. cit., pág. 78.
21.lbid., pág. 203.
22. Baker, Modernism, pág. 77.
23. R. Price, MJ1roon Societies, citado en Baker, Modernism, pág. 77.
24. C. Leforr, The Pofiticaf Forms of Modern Society, Cambridge, Cambridge
Universiry Press, 1986, págs. 212-14; [as bastardillas son rufas.
25. A. Giddens, The Nation State and Violence, Cambridge, Poliey, 1985, pág.
216.
26. N. Pculantzas, 5tofe, Power, Sociaiism, Londres, Verso, 1980, pág. 113.
27. R. Williams, Problems in Materiafism and Culture, Londres, Verso, 1980,
pág. 43. Debo agradecer al profesor David L10yd de la Universidad de California,
Berkeley, por recordarme este importante concepto de Williams.
28. E. Said, "Representing rhe colonized", Critieallnquiry, vol. 15, N° 2, in-
vierno de 1989, pág. 225.
29. S. Freud, "Civilizatlon and írs discontents", Standard Edition, Londres,
The Hogarth Press, 1961, pág. 114.
30.lbid.
31. J.-E Lyotard y J.-L.Thebaud, [ust Caming, trad.\v. Godzich, Mancbester,
Manchester University Press, 1985, pág. 41.
32. C. Léví-Snauss, Intrcduaion to the Work of MAreel MAuss, trad. F. Baker,
Londres, Routledge, 1987. Mark Cousins me señaló la dirección de este notable
texto. Véase su reseña en New Formation, N° 7, primavera de 1989. Lo que sigue
es un resumen del argumento de Lévi-Strauss que se encontrará en la sección 11
del libro, págs. 21·44.
33. M. Foucault, Technologies of the Self, H. Gutman et al. (comps.), Londres,
'Iavistock, 1988.
34. íbid., págs. ISlA. He abreviado el argumento por conveniencia.
35. L. Althusser, Reading Capital, Londres, New Left Books, 1972, págs. 122-
32. Por conveniencia, he hecho una cita combinada de las distintas descripciones
que hace Althusser de los efectos ideológicos del historicismo.
36. M. Foucault, Teehnologies, op. cit., págs. 162-3.
37. F. Fanon, The Wretched of the Earth, Hatmondsworth, Penguin, 1969.
Mis citas y referencias provienen de las páginas 174-90.
38. J.-F. Lyotard, The Postmodern Condition, trad. G. Bennington y B. Massu-
mi, Manchester, Manchester Universiry Press, 1984, pág. 22.
39. J. Krlsteva, "Women's time", en T. Moi (comp.), The Krísteoa Reader, ox-
ford, Blackwel1,1986, págs. 187-213. Este pasaje fue escrito en respuesta al insis-
tente cuesrionamiento de Nandini y Praminda en el seminario del profesor Tshome
Gabriel sobre "culturas siocrétices" en la Universidad de California, Los Angeles.
40. B. Anderson, "Narrating rhe nation", op. cit., pág. 35.
41. J. Derrida, Of Grammatology, trad. G. C. Spivak, Baltimore, Md, John
Hopkins University Press, 1976, págs. 144-5. Citado en R. Gasché, The Taín of
the Mirrar, Cambridge, Mass., Harvard University Press, 1986, pág. 208.
42. J. Derrida, Of Gramrnataíogy, op. cit., pág. 145.
43. J. Gasché, Tain of the Mirror, op. cít., pág. 211.
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44. J. Kristeva, "Women's time", op. cit., pág. 210. También me he referido
aquí a un argumento de la pág. 296.
45. Todas las citas son del guión de rodaje de Handsworth Songs, generosamen-
te provisto por el Black Audio and Film Collecrive.
46. B. Anderson, imagined Communities; Reflections on the Origiri and Spread
of Nationalism, Londres, Verso, 1983, pág. 30.
47.lbid., pág. 132.
48. Ibid.
49.lbid.
50. C. Lévy-Strauss, Work ofMarcel Mauss, op. cít., pág. 58.
51. E. Renan, "What is a nation?", en H. K. Bhabha (comp.), Nation and Na-
rratíon, Londres y Nueva York, Rcutledge, 1990, pág. 19.
52. lbid., pág. 11.
53. C. Lefott, Poiitical Forme, op. cít., pág. 303.
54. 'w. Benjamín, "The Sroryrellee", en Illuminations, trad. H. Zohn, Londres,
Cape, 1970, pág. 87.
55. C. Lévy-Strauss, Work ofMareel Mauss, op. cit., pág. 35.
56. 'w. Benjamin, "The task of the translator", Illuminations, trad. H. Zohn,
Londres, Cape, 1970, pág. 87.
57.lbid. Véase una útil revisión del problema en Tejaswini Niranjana, History,
Post-Structuralism and the Colonial Context: Siting Translation, Berkeley, Califor-
nia University Press, 1992.
58. N. Abraham y M. Torok, "Inrrojection-Incorporation", en S. Lebovici y D.
Widlocher (comps.), Psychoanalysis in France, Nueva York, lnremarional Uníver-
sity Press, 1980, pág. 10.
59. J. Berger, A Seventh Man, Harmondsworth, Penguln, 1975. He compuesto
este pasaje con Citas dispersas a lo largo del texto.
60. Ibid., pág. 216.
61. S. Freud, "Group psychology and rhe analysis of the ego", Standard Edí-
tion, XVIlI, Londres, The Hogarth Press, 1961, pág. 119.
62. S. Rushdie, The Satanic Verses, Nueva York, Viking, 1988, pág. 343. Pre-
sento una versión condensada de este pasaje.
63. lhid., pág. 130.
64. Ibid., pág. 145.
65. lbid., pág. 320.
66. Ibid., pág. 353.
67. Ibid., pág. 354. He alterado ligeramente la presentación de este pasaje pa-
ta acomodarlo a la secuencia de mi argumentación.
68. Timothy Bahti y Andrew Benjamin han traducido para mí este muy discu-
tido pasaje. Lo que quiero destacar es una forma de la articulación de la diferencia
cultural que Paul de Man clarifica en su lectura de la compleja imagen de la vasija
que hace Waltet Benjamín.
"[Benjamín] no está diciendo que los fragmentos constituyen una totalidad; di-
ce que los fragmentos son fragmentos, y que siguen siendo esencialmente fragmen-
tarios. Se siguen unos a otros metonfmicamenre, y nunca constituyen una totali-
dad." (Paul de Man, The Resistance to Theory, Mancheter, Mancliester University
Press, 1986, pág. 91.)