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Desarrollo cultural

La dinámica actual de nuestra sociedad requiere otros métodos de intervención comunitaria


que hagan más real y efectiva la implicación de colectivos en la resolución de los conflictos
propios que afectan a las personas que los forman. Por otro lado, la experiencia profesional
que ha ido definiendo prácticas diversas en el marco del trabajo comunitario dentro de los
ámbitos técnicos, artísticos, asociativos, etc., necesita ahora nuevos sistemas de actuación.

La inclusión de la variable ‘artes’ y ‘cultura’ en la práctica del trabajo comunitario da como


resultado el desarrollo cultural comunitario, un concepto que describe un modelo de
intervención y de mediación, que nos presenta la existencia de una metodología eficaz de
trabajo sociocultural que toma el arte, en sus diversas formas y expresiones, como
herramienta para la transformación social.

El desarrollo cultural comunitario contempla la cultura como eje vertebrador de procesos


colaborativos, como el camino para vincular nuevos proyectos de base social, como vehículo
para dinamizar, transformar y dialogar, como canalizador de iniciativas de transformación que
impliquen al conjunto de una sociedad que necesita denunciar, cambiar, debatir y hacer sentir
su voz a través de otros lenguajes expresivos, siempre con la finalidad de provocar cambios en
positivo y de dar un papel activo y decisivo a la gente en los asuntos que conciernen a la propia
comunidad.

Si echamos la vista atrás y recordamos el camino hecho en el ámbito de la acción y del trabajo
comunitario, nos daremos cuenta de que ya hace unos cuantos años que en nuestro país se
proponen y llevan a cabo prácticas diversas, formalizadas en proyectos e iniciativas, que tienen
como protagonistas a las comunidades locales y que se desarrollan a partir de procesos
artísticos, con el objetivo de favorecer unos determinados cambios en positivo en la misma
sociedad.

Este tipo de prácticas, de un marcado carácter sociocultural, tienen entre ellas una serie de
denominadores comunes como la intervención de los artistas en la acción, el trabajo con las
comunidades, la participación social activa en el proceso, la transmisión de valores, etc. Y
también se pueden identificar unos ámbitos de actuación concretos en los que hay que incidir
y unas disciplinas artísticas que se definen como recursos para la intervención social y cultural.
Todo este conjunto de elementos forman parte de una metodología y la suma de todo se
puede englobar en un mismo concepto que incide en las relaciones entre cultura y comunidad.

Lejos de ser una forma artística, el concepto desarrollo cultural comunitario (DCC) describe
una práctica artística comunitaria que, en un mismo proyecto o actividad, involucra a artistas y
a comunidades en procesos creativos de carácter colaborativo, con el objetivo final de
transformar una realidad previamente identificada.
Esta metodología del DCC en nuestro país, aunque como ya he comentado antes, hace mucho
tiempo que se practica, aún hoy no se ha definido en un concepto claro. Esta aclaración pasa
necesariamente por la definición del concepto en cuestión, por una definición que ha de dar
respuesta a una serie de políticas y de prácticas que se desarrollan principalmente en el marco
o ámbito sociocultural, que tienen el arte y la cultura como principal apoyo y recurso para la
acción y que se plantean favorecer procesos orientados al cambio en el seno de las mismas
comunidades.

En este sentido, pues, el desarrollo cultural comunitario se define como el conjunto de


iniciativas locales con el objetivo de expresar, mediante los lenguajes expresivos del arte y de
la cultura, identidades, preocupaciones e ideas mientras se construyen capacidades culturales
y se contribuye al cambio social.

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