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Marco Teórico

Las migraciones internacionales han constituido uno de los temas torales de la sociedad
contemporánea. Desde fines del siglo pasado dejó de ser un tema de mero interés
académico para convertirse en uno de los principales temas del debate político a nivel
mundial. Tanto para los países y sociedades de expulsión como para los de acogida de
los migrantes, así como para los más diversos organismos supranacionales y de
cooperación internacional, la migración ha pasado a formar parte central de sus agendas
sociales y políticas. En este marco, tanto en los países desarrollados como en los
subdesarrollados, se ha generado un profundo y profuso debate político, social y
académico en torno a las migraciones, sus causas y consecuencias en este mundo
globalizado. Así, desde diversas trincheras políticas e ideológicas, frecuentemente se
escuchan los más variados discursos y propuestas en torno a cómo entender la
migración, y lo más relevante, a qué hacer con ella en estos tiempos.

De acuerdo con datos de las Naciones Unidas, los 20 países de América Latina registraron en
2015 un volumen acumulado de emigrantes de 31,1 millones de personas, mismos que
representan el 13,3% del total de migrantes a nivel mundial y el 5% de la población
latinoamericana. Mesoamérica (México y Centroamérica) concentró el 52% de este total al
contabilizar 16,4 millones de emigrantes en ese año. En el caso mexicano, desde hace más de
100 años se mantiene un flujo sistemático e ininterrumpido de migraciones hacia los Estados
Unidos. Junto a ese flujo, cabe destacar el creciente peso que adquiere la emigración
proveniente de los tres países que conforman el norte de Centroamérica. En conjunto, en estos
tres países se registraron 3,1 millones de emigrantes en 2015, cifra que representaba algo más
del 10% de la población residente en esos países.

Este informe se enfoca en el análisis de las migraciones con base en sus distintos aspectos. Se
inicia con una perspectiva estructural sobre las condiciones, causas y determinantes de las
migraciones, enfatizando la situación de pobreza y desigualdad en el marco de modelos de
desarrollo asimétricos y dependientes sustentados en patrones productivos rentistas que limitan
su capacidad de crecimiento y desarrollo económico. Asimismo, desde una perspectiva
territorial se analizan y caracterizan los distintos flujos y patrones migratorios, tanto
transfronterizos como de larga distancia (el flujo hacia los Estados Unidos). Finalmente, se
analizan las condiciones de la migración desde un enfoque de derechos, esto es, poniendo en el
centro del análisis la situación de vulnerabilidad y riesgos que afectan a las personas migrantes
y atentan contra su seguridad como seres humanos y personas.
Economía y población

La migración desde los países del norte de Centroamérica (NCA) (Honduras, El


Salvador y Guatemala) no es un fenómeno nuevo, sin embargo, ha adquirido mayor
trascendencia en las últimas décadas. Distintos factores se conjugan para explicar tanto
el desencadenamiento de la emigración como su reproducción a lo largo de varias
décadas. Entre ellos se pueden señalar, por un lado, las crisis económicas recurrentes,
así como la conformación de sistemas y estilos de desarrollo dependientes y asimétricos
que profundizan las desigualdades sociales y productivas internas e internacionales, y
subsumen a los países en una situación de subdesarrollo, pobreza y desigualdad social
(Morales, 2003). Otros factores son la situación de inestabilidad política, los conflictos
armados y las guerras civiles, así como la presencia de gobiernos autoritarios y
dictaduras militares que coartaban las libertades sociales y políticas de la población, y
promovieron contextos de alta inestabilidad política por varias décadas (Castillo, 1999;
IIDH, 1992). Asimismo, el incremento en los niveles de violencia y del crimen
organizado genera una situación de inseguridad pública junto al incremento de la
violencia social y política (Olmos, 2005; Cruz, 2003).

Causas estructurales de la migración

Entre los factores estructurales desencadenantes de las migraciones, los determinantes


económicos y productivos tienden a ser los más señalados y analizados (Delgado Wise,
2014; Márquez, 2010; Canales, 2015). En el caso de la migración de los países del norte
de Centroamérica los datos reafirman muchas de estas tesis. En primer lugar, la
migración parece estar directamente vinculada con los niveles de pobreza e
insuficiencia de crecimiento y desarrollo socioeconómico. En concreto, el nivel de
pobreza en los países del norte de Centroamérica es significativamente superior al
promedio latinoamericano. En Honduras y Guatemala la incidencia de la pobreza es del
74% y el 68%, respectivamente, niveles que son casi 2,5 veces superiores al promedio
latinoamericano. En el caso de El Salvador, aunque la pobreza es menor, alcanza al 42%
de la población, cifra también muy superior al promedio de la región latinoamericana.
Asimismo, si se usa el producto interno bruto (PIB) per cápita como indicador del nivel
de desarrollo económico-productivo, la situación es casi la misma. Honduras y
Guatemala tienen un PIB per cápita de menos de 3.000 dólares al año en el quinquenio
2010-2015, cifra que es menos de un tercio del promedio latinoamericano. Asimismo,
El Salvador tiene un PIB per cápita ligeramente superior, pero es casi 2,5 veces inferior
al promedio de la región, que bordea los 9.000 dólares por persona en el mismo período.
El nivel de crecimiento económico no es tan desfavorable, pero ilustra las condiciones
de precariedad y debilidad de la base económico-productiva de los países del norte de
Centroamérica. Para el período entre 2000 y 2015, por ejemplo, el PIB per cápita de
América Latina creció en promedio en 2% anual. En cambio, en El Salvador y
Guatemala el crecimiento del PIB per cápita fue de apenas 1,5% y 1,2% anual en
promedio, respectivamente. Solo Honduras mostró un ritmo de crecimiento económico
relativamente importante, con 2,4% anual en promedio, cifra que lo sitúa por encima del
promedio latinoamericano.

Una de las raíces estructurales que explican esta situación de pobreza y bajo nivel de
desarrollo económico es la composición de la matriz productiva y laboral que no
sustenta ni promueve el crecimiento y expansión de los sectores de alta productividad.
En El Salvador y Honduras, por ejemplo, solo 19% y 20% del PIB es generado por los
sectores de alta productividad (minería, servicios financieros y profesionales, y
generación de gas, agua y electricidad, entre otros), cifra que contrasta con el promedio
latinoamericano en donde estos sectores generan más del 26% del PIB. Asimismo, están
muy por debajo de los países desarrollados, como los Estados Unidos, en donde 40%
del PIB es generado por estos sectores de alta productividad. Esto se refleja en la
composición de la matriz laboral, caracterizada por la ausencia de puestos de trabajo de
alta productividad y por tanto, de altos salarios y mejores condiciones de ingreso y
trabajo. En El Salvador, menos del 6% del empleo se concentra en estos sectores de alta
productividad, cifra que se reduce al 4,1% en Honduras, y a solo 1,3% en Guatemala.
En todos estos casos, se trata de una situación muy por debajo del promedio
latinoamericano (8,4%), y muy distante de la situación de países desarrollados como los
Estados Unidos, en donde, por ejemplo, el 21% del empleo se concentra en sectores de
alta productividad.

Perfil sociodemográfico de las personas migrantes

El flujo reciente de 2005 a 2017 presenta una situación de alta masculinización con una
relación de 139 hombres por cada 100 mujeres. En los casos de las migraciones
hondureñas y salvadoreñas, en cambio, la relación de masculinidad es más paritaria. En
el primer caso, la relación es de 104 hombres por cada 100 mujeres, mientras que en el
segundo prevalece incluso un ligero predominio femenino con solo 96 hombres por
cada 100 mujeres en el flujo migratorio de la última década.

En cuanto a los niveles de escolaridad de la migración de los países del norte de


Centroamérica se presenta una situación paradójica. Por un lado, junto con los
mexicanos, las personas migrantes centroamericanas que habitan en los Estados Unidos
tienen los más bajos niveles de formación escolar. La proporción de migrantes de los
países del norte de Centroamérica que no han culminado el nivel de preparatoria fluctúa
entre el 46% y el 54%, 22,8 20,0 14 21,3 20,0 15 22,0 21,0 14 Edad promedio Edad
mediana Edad 1er cuartil (25%) El Salvador Guatemala Honduras Desarrollo y
migración: desafíos y oportunidades en los países del norte de Centroamérica 83 cifra
muy por encima de la que prevalece entre la población nacida en los Estados Unidos y
la proveniente de otras regiones del mundo, cuya proporción fluctúa entre el 9% y el
17%.

A continuación, se presenta una síntesis de otras consideraciones:

En cada uno de los países del área centroamericana, las migraciones internas e
internacionales son parte de un fenómeno continuo que tiene sus orígenes en las
características de las formaciones sociales y problemas de orden estructural de cada uno
de estos países y de las relaciones aún fragmentadas de los países que integran la región.

Esos desplazamientos territoriales de población han sido impulsados por los conflictos
sociales y políticos que han tenido lugar en la historia reciente de la región y que tienen
como base la situación de pobreza de amplios sectores sociales. Estos problemas aún no
han sido suficientemente resueltos a pesar de los recientes procesos de pacificación que
han tenido lugar en el istmo centroamericano.

Las migraciones ocurren en un contexto de globalización de los mercados laborales y


son posibles porque en los países de destino existe una demanda de mano de obra que
los migrantes satisfacen. Éstos se mueven y dinamizan los mercados a contrapelo y
quizás incluso inspirando cambios en las legislaciones laborales de los países
receptores.

La intensificación de la migración internacional en Centroamérica forma parte de los


procesos que ha desencadenado el fenómeno de la globalización. La profundización de
las asimetrías consecuentes a la transnacionalización de las economías entre los países
desarrollados y los países en vías de desarrollo tiende a favorecer e incrementar este
fenómeno. Esto propicia que la mayor parte de los desplazamientos territoriales de
población se dirijan hacia los lugares en donde se considera que hay garantía de trabajo
y mayores ingresos salariales.

La migración internacional contemporánea se está produciendo en un mundo


caracterizado por la interdependencia económica, social, política y cultural. Esta
perspectiva indica la necesidad de entender y atender el fenómeno como una
oportunidad para el desarrollo de los países involucrados y de buscar un tratamiento
multinacional.

Los movimientos territoriales de población propician cambios acelerados en las


comunidades de origen/retorno, tránsito y destino. Estos cambios se observan en
diversos planos económicos, sociales, culturales, políticos y de género, así como en los
niveles de vida personal, familiar, comunitaria, regional y nacional.

La migración de mano de obra procedente de la región centroamericana ha favorecido


el crecimiento económico en los países de destino, especialmente Estados Unidos y
Costa Rica. La presencia de centroamericanos en Estados Unidos también ha
contribuido al enriquecimiento cultural y social de la comunidad de recepción. Estos
aportes han sido hasta la fecha poco reconocidos y valorados. El aporte económico de
los nicaragüenses en Costa Rica recibe un reconocimiento público cada vez mayor por
parte de los académicos y algunos empresarios. Pero, salvo escasas excepciones, no han
sido estudiados los impactos de índole cultural y social.

Uno de los mayores impactos culturales de las migraciones es perceptible en la


construcción de identidades. Los migrantes reconfiguran el entramado de la identidad
para sí mismos y para sus anfitriones durante sus procesos de adaptación a la sociedad
de destino. En torno a estos procesos surgen muchas inquietudes y conflictos al interior
de los grupos de migrantes y en su nuevo entorno. Del lado de los migrantes, en los
avatares de la asimilación y la exofobia, de xenofobia que a menudo enfrentan y la
reproducción de sus instituciones culturales en tierra extraña, se tejen muchas
redefiniciones, que son interpretadas de forma múltiple y discordante: a veces como
enriquecimientos, a veces como traiciones a la identidad original.

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