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Área: Educación

Tema: Evaluación
Autora: Lic. Natalia Jasin
Un análisis a la idea de Ernest House sobre la evaluación como acto de
persuasión

LA IDEA DE LA EVALUACIÓN COMO ACTO DE PERSUACIÓN

House Ernest introduce en temas como la evaluación, un nuevo punto de vista:

“… En resumen, la evaluación persuade más que convence, argumenta más que


demuestra, es más creíble que cierta, la aceptación que suscita es más variable que
necesaria. Esto no significa que se reduzca a mera oratoria o sea completamente
arbitraria. El hecho de que no se límite al razonamiento deductivo e inductivo no
supone que sea irracional. La irracionalidad no equivale a la lógica. La evaluación
equivale a otras formas de razonamiento. Eliminada la carga de la certeza, las
posibilidades de una acción informada aumentan, es vez de disminuir…”1

House toma una postura distinta e interesante de cómo el acto de evaluar es, en
realidad, un acto de persuasión. Utilizando como método la argumentación, hace
que el destinatario (al cual va dirigida la evaluación) crea o adhiera a la posición
tomada en la evaluación y la acepten como válida. Eso es lo que el autor considera
una evaluación eficaz y no el hecho de crear resultados ciertos o verdaderos.

Esto significa un avance en la postura positivista de medir procesos humanos, ya


que las evaluaciones suponen juicios de valor, suponen subjetividad, supone
implicación por parte del evaluador y de los destinatarios.

LA IDEA DEL DESTINATARIO COMO ACTOR FUNDAMENTAL

Si el objetivo de la evaluación para el autor es persuadir, la pregunta que queda


pendiente es cómo generarla y hacer que la evaluación sea realmente efectiva.

Para ello, lo primero que debe considerar el evaluador es a qué público se dirige,
cuál o cuáles son sus destinatarios, ya que la información que debe suministrarle
puede ser que sea diferenciada por cada tipo de público.

Lo segundo en lo que debe poner énfasis el evaluador es en el contrato con el


destinatario. A esto se refiere con crear un lenguaje en común, ponerse en el
lugar de destinatario, entender sus preocupaciones, generar un compromiso mutuo.
Esto es lo que House encuentra como base para la elaboración de la argumentación
evaluativa. En el caso de desacuerdos en las negociaciones previas a la elaboración
de la evaluación eso acabaría con la credibilidad de la evaluación.

El tercer punto es la importancia que le da House a la función del destinatario en el


sentido que forma parte fundamental en darle validez a la evaluación. Ésta última
deja de ser válida por sí misma (procedimientos objetivos y apunta a un
destinatario universal), sino que apunta a un público concreto, con intereses
particulares y utilidad determinada. La validez entonces toma dos puntas, la
correcta comunicación de los hechos (argumentos “verdaderos”) a los destinatarios
pero también asume otra punta, fundamental, que es la validez de la interpretación
de éstos últimos, y eso, como afirma House, escapa a las posibilidades del
evaluador.
Ahora, volviendo al tema del “destinatario universal”, el autor hace una diferencia
entre la ciencia que se dirige a este público ya que busca establecer
generalizaciones a largo plazo, y la evaluación que se dirige a destinatarios
concretos y dentro de un contexto determinado.

Es importante distinguir entre la lo que significa evaluar e investigar. Ambas


tienen objetivos distintos, públicos distintos y metodologías de abordaje distintas.
La investigación es para elaborar teorías, para comprender algo, la evaluación es
para intervenir para una mejora o tomar decisiones sobre algo.

Stufflebeam Daniel en “Evaluación sistemática” también expresa que evaluar e


investigar son dos actividades distintas: “… La primera se dedica a considerar todos
los criterios que se utilizan en la determinación de un valor, mientras que la
segunda se limita más bien al estudio de ciertas variables que tienen un interés
teórico…”2

En la metodología “científica”, como afirma el autor se basa en el reduccionismo, ve


al fenómeno como algo aislado, eliminando la figura del analista (supuesto
“objetivismo”).

Y en eso Stufflebeam también nos tiene algo que decir al respecto, ya que el
analiza en profundidad la cuestión de qué son las verdaderas evaluaciones. Y en
base a esto explica la importancia de incluir la evaluación de contexto para valorar
el estado global del objeto y a examinar si las metas establecidas concuerdan con
las necesidades de los destinatarios. House toma al contexto para poder interpretar
los datos, entendiendo que las cosas fuera de contexto no son interpretables.

Por último algo que suma o agrega el autor respecto de la postura que debe tomar
el evaluador, más allá de que éste no es neutral, él expresa la idea de
imparcialidad, o sea, que el evaluador encuentra inmerso en los acontecimientos,
interesado y sensible a los argumentos y que no toma partido de antemano a favor
de una u otra postura.

LA IDEA DE QUE LA EVALUACIÓN CUENTE UNA TRAMA (SU ESTRUCTURA


ESTÉTICA)

Para el autor, la coherencia en el acto de persuadir es fundamental. Si


anteriormente habíamos dicho que la evaluación es un acto de persuasión, lo que
hace que ese acto sea coherente es que la evaluación narre una trama (sucesión
explícito o tácita hechos), eso es lo que va a reforzar la persuasividad de los
argumentos y llevar a los destinatarios a un determinado punto de vista.

Y cuando el evaluador hace uso de esa narración debe contar las experiencias,
ejerciendo un impacto en el lector, utilizando imágenes y estructuras dramáticas,
siendo la forma estética lo que le da entidad propia a la trama evaluativa,
generando un equilibrio entre la verdad, la belleza y la justicia (siendo más
importante ésta última).

“… Yo estoy dispuesto a sostener que, por sí mismas, las evaluaciones no son sino
actos de persuasión. Aunque, a veces, los evaluadores prometen pruebas
cartesianas y utilizan métodos inductivos de Mill, inevitablemente, las evaluaciones
carecen de la certidumbre de la prueba y del carácter concluyente que les otorga el
público (…) esperar que las conclusiones arrojen conclusiones definitivas y
necesarias en pedir más de lo que la evaluación puede dar (…) pero aunque no
pueda acabar en conclusiones definitivas, sí puede llevar a lo creíble, lo plausible y
lo probable, sus resultados no llegan a ser ciertos, pero todavía pueden ser
útiles..”3

Bibliografía
1y3
: House, E. (1994) Evaluación, ética y poder. Madrid: Morata. Cap. IV y V
2
: Stufflebeam, Daniel y Shinkfield, A. Evaluación Sistemática. Paidós, Barcelona:
1987
Teórico-prácticos.

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