Está en la página 1de 1

5 minutos para leer con cafe☕

Autor Cherry Chic

ELLA, YO Y
LA GRAN IDEA
DE SER
VALIENTE

Él sonríe y sus ojos se arrugan un poco. Mi abuelo puede tener cierta


edad, pero siempre será unhombre atractivo.
Y si no, que le pregunten a su mujer, Sara. Mi abuela murió en el
parto, pero, para mí, Sara es una abuela de pleno derecho. Está en
mi familia desde antes de nacer yo, así que es lógico.

—No he acabado. Te veo bien físicamente. Estás preciosa, pero...

—¿Pero...? —pregunto un poco tensa.

—Estás rara. Apagada. No sé, cualquier otro año, a estas alturas, ya


te habrías bebido hasta el agua de los floreros, estarías cantando a
grito pelado o retando a alguno de tus primos a un juego estúpido
mientras apuestas cosas aún más estúpidas. Como el año que
hiciste una carrera con tu prima Valentina y apostasteis llevar un
disfraz de franela en pleno agosto durante dos días.

—Dios, cómo sudaba la pobre, hasta le salió sarpullido. —Me río ante
el recuerdo y, cuando veo su sonrisa comprensiva, suspiro—.
Supongo que he madurado.

—Pues no sé si me gusta. O, mejor dicho: no sé si me lo creo.

—Abuelo...

—La madurez es una cosa y perder la alegría es otra. Lo


primero es un proceso lógico en todas las personas, menos en
tu madre. —Sonreímos y sigue—: Lo segundo es una pena, y
nada, nada debería justificar nunca la pérdida de la alegría.
Nada debería ser tan importante como para pagar un precio
tan alto

Pag 15

También podría gustarte