Está en la página 1de 16

63

Revista de Geografía Norte Grande, 60: 63-77 (2015)


Artículos

Ser indio y ciudadano en el norte chileno.


Etnicidad y estatus de pertenencia a la
comunidad nacional y política1

Vivian Gavilán Vega2

RESUMEN
Presento resultados de investigación sobre los procesos identitarios de la pobla-
ción que se adscribe étnicamente en la Región de Tarapacá, norte grande de Chile.
Reflexiono sobre las formas que adquieren las etnicidades, las nacionalidades y
sus vinculaciones con la ciudadanía. La distinción entre membresía étnica, mem-
bresía nacional y membresía a la comunidad política facilita la comprensión de
la realidad regional. Si bien la condición de “indio” va dejando atrás su pasado
colonial para transformarse en un puente hacia la inclusión social, el desarrollo de
una conciencia crítica respecto de la hegemonía del Estado y nación monocultural
es incipiente. Los datos obtenidos indican que la etnicidad emerge como respues-
ta a la oferta del Estado y va configurándose, lentamente, un proceso de demanda
al mismo. No obstante, la conciencia étnica se va expandiendo. Las identidades
étnicas en el actual escenario político nacional van abriendo el camino hacia una
nueva forma de inclusión social.
Palabras clave: Etnicidad, nacionalidad y ciudadanía, pueblos originarios, identi-
dades sociales.

ABSTRACT
Based on the data obtained from research conducted between 2006 and 2009 on
the identity processes of a population ethnically ascribed in the region of Tarapa-
cá, Northern Chile. I reflect on questions of ethnicity, nationalityand their links
to citizenship. The distinction between ethnic membership, national membership
and membership in the political community facilitates understanding of regional
realities. As the status of “Indian” is leaving behind its colonial past to become a
bridge to social inclusion, the development of critical awareness of the hegemonic
state and national monoculture is emerging. The data presented here indicates that
ethnicity emerges as a response to the offerings of the State and configures itself,
slowly, in a process that demands the same. Nevertheless, ethnic consciousness is
expanding and the ethnic identities on the current national political stage are ope-
ning the way for a new form of social inclusion.
Key words: Ethnicity, nationalism and citizenship, Indigenous peoples, Social
identities.

1 El presente artículo presenta resultados de investiga-


ción del proyecto Fondecyt Nº 1140022 Tradiciones recibido 17 de julio de 2013, aceptado el 6 de junio
Culturales de Género y Etnicidad en la Colectividad de 2014 y corregido el 25 de diciembre de 2014.
Aymara de la Región de Tarapacá y el Convenio de 2 Facultad de Ciencias Sociales y Jurídicas, Universi-
Desempeño UTA – MINEDUC HACS y FIP. Artículo dad de Tarapacá (Chile). E-mail: vtgavilanv@uta.cl
64 REVISTA DE GEOGRAFÍA NORTE GRANDE

El censo poblacional levantado en Chile dan cuenta de una sola tradición cultural3.
el año 2002 identificó por primera vez ocho Esto implica que las prácticas culturales de
grupos étnicos por adscripción de los ciuda- las comunidades rurales de valles y altiplano,
danos; el anterior (1992) reconoció solo a así como de la población que se adscribe ét-
cinco colectividades. Un dato de la realidad nicamente en las ciudades de la costa forman
que muestra rápidos cambios en la posición parte de una tradición cultural: aquella que
que ocupan los pueblos originarios en el Esta- se ha denominado “Cultura Andina” (Gavi-
do y nación chilenos. La comprensión de los lán et al., 2011). Asimismo, se observan tres
procesos identitarios de la población que se nacionalidades: chilena, boliviana y peruana.
adscribe étnicamente en la Región de Tarapa- Siendo esta última la menos representativa en
cá, norte grande de Chile, constituye el prin- términos de adscripción étnica.
cipal propósito de este artículo. Las dinámi-
cas sociales, culturales y étnicas constituyen Para comprender estas dinámicas parto
su principal interés. En particular, me interesa por contextualizar la cuestión indígena defi-
abordar las especificidades que adquiere, en niendo los conceptos claves. Continúo con
esta región, la cuestión de las etnicidades, los resultados obtenidos respecto de la mem-
las nacionalidades y sus vinculaciones con la bresía étnica para dar paso a la membresía
ciudadanía. nacional y terminar con algunas considera-
ciones sobre el tipo de ciudadanía que ejer-
La mayoría de la población que declaró cen estas colectividades.
pertenecer al pueblo aymara en 2002 reside
en las regiones de Tarapacá y Arica-Parina-
cota, en el extremo norte de Chile. El 10,7%
La cuestión indígena.
(29.165 personas) de la población tarapaque- Etnicidad, nacionalidad y
ña dijo ser aymara. En tanto que quienes se ciudadanía en la Región de
adscriben al pueblo quechua solo alcanzó
al 0,4% (1.084 personas). En esta región ha- Tarapacá
llamos, también, un importante contingente
de población chipaya, grupo étnico cuya En la actual Región de Tarapacá, norte
comunidad principal se ubica en territorio grande chileno, se identifican dos colectivida-
boliviano, a pocos kilómetros de la frontera des que dicen descender de los pueblos origi-
con Chile, en el salar de Coipasa. Registran narios del área surandina, que en la actuali-
una larga historia de inmigración hacia el dad son reconocidos por el Estado chileno: el
Pacífico, pero lamentablemente no contamos quechua y el aymara; una reconocida por el
con mediciones que informen sobre la can- Estado boliviano: chipaya; dos lenguas origi-
tidad de personas que residen, de manera narias: aymara y chipaya4; una tradición cul-
temporal o definitiva, en el norte grande. La tural con raíces coloniales y prehispánicas; y,
comunidad chipaya ha mantenido lazos estre- tres nacionalidades a las cuales se adscriben:
chos durante todo el siglo XX con las comuni- chilena, boliviana y peruana. Para compren-
dades aymaras, participó de la influencia del der estas dinámicas se precisa distinguir, por
ciclo de exportación del salitre (Metraux En: una parte, cultura, lengua y etnia; y por la
Powels, 1998) y continúan distinguiéndose otra, nacionalidad y etnicidad. Aunque están
tanto de los aymaras de Bolivia como de las estrechamente vinculadas, remiten a ámbitos
colectividades indígenas que se adscriben a diferentes de la diversidad existente en este
la nacionalidad chilena (Cf. Wachtel, 2001; territorio. La diversidad idiomática no es sinó-
Acosta, 1997; Muñoz, 2010). nimo de diversidad cultural. Si bien la lengua
es un referente importante de la cultura ella
El estudio consideró a estas tres colectivi-
dades que se identifican como grupos étnicos
diferenciados las que, a pesar del deterioro 3 El pueblo aymara, quechua y chipaya comparte
en el manejo de las lenguas originarias, les una misma tradición cultural en salud. Esto es,
corresponden tres idiomas: aymara, quechua los marcos conceptuales serían los mismos, con
variaciones de una misma matriz cultural. Lo mismo
y chipaya. Tanto los datos obtenidos aquí ocurre con las prácticas religiosas.
como estudios recientes en el ámbito de la 4 Es así porque quienes se adscriben al pueblo
religiosidad y de las prácticas para la salud quechua no tienen manejo de la lengua.
S ER INDIO Y CIUDADANO EN EL NORTE CHILENO . E TNICIDAD Y ESTATUS DE 65
PERTENENCIA A LA COMUNIDAD NACIONAL Y POLÍTICA

no es sinónimo de cultura. Diferentes lenguas gen común y el relevamiento de la dimensión


pueden ser portadoras de tradiciones cultu- étnica de la identidad social en los procesos
rales similares (Díaz-Coudier, 1998). Cultura de interacción social. Esto porque los grupos
es un concepto con múltiples acepciones. sociales etnizados forman parte de contextos
Entre los aspectos críticos que destacan hoy sociopolíticos y socioeconómicos mayores.
es su deshistorizacion y cierta tendencia a su Los pueblos indígenas son colectividades
reificación. Appadurai (2001) propone que en subordinadas, por lo cual el carácter étnico
la sociedad contemporánea es recomenda- de los mismos es una respuesta cultural a los
ble entenderla más como adjetivo que como retos interpuestos por el colonialismo, en el
sustantivo. Pensarla como una dimensión que cual colonizadores y colonizados se enfren-
pone atención en la diferencia que resulta de tan como grupos dominantes y subordinados.
haberse corporizado en un lugar y una situa- En este sentido, los procesos identitarios
ción determinados. Si seguimos a Benhabib como las relaciones interétnicas dependen
(2006), debemos considerar que desde una en gran medida del contexto estructural en el
perspectiva histórica, el análisis de la cultura que ocurren. A medida que cambian y se mo-
implica distinguir entre el punto de vista del dernizan las sociedades, las identidades étni-
observador social y el del agente social. Des- cas se pueden ver reforzadas y la etnopolítica
de esta perspectiva la unidad y la coherencia puede llegar a ser simplemente una forma de
de “la cultura aymara” o “la cultura chipaya”, politización (Stavenhagen, 2000: 33-34).
como entidad observada, es impuesta por el
antropólogo y por las elites locales. Por el Los procesos de configuración de los
contrario, quienes participan de estas expe- Estados-naciones modernos se basan en un
rimentan sus tradiciones, historias, rituales concepto cívico de nación. La nacionalidad,
y símbolos, herramientas y condiciones ma- en este caso, está determinada jurídicamen-
teriales de vida a través de relatos narrativos te y asociada a una ciudadanía común. La
compartidos, aunque también controvertidos arquitectura de la nación moderna exige,
y factibles de ser rebatidos. Por otra parte, así, la subordinación de la nación basada en
considerar las tradiciones culturales de los criterios étnicos. En este sentido es pertinente
descendientes de los pueblos originarios lo señalado por Oommen (Giménez, 2000) al
desde el punto de vista histórico implica asu- sugerir la idea de etnicización para entender
mir que estas son resultado de los procesos el proceso por el que ciertas colectividades
coloniales y neocoloniales regionales, por lo son definidas y percibidas como foráneas
cual no están integrados unos a otros. Las tra- (outsiders), es decir, como extranjeras en
diciones culturales de los pueblos originarios sus propios territorios. Dependiendo de las
no son puras y las de los no indígenas en la características específicas de los contextos
región no son mestizas. Son “mixtas”, hechas sociohistóricos, habría diferentes tipos de et-
de continuidades y discontinuidades; y, estas nicización. Siguiendo a este autor, el caso del
últimas se ubican más en el orden temporal norte chileno se trataría de la transformación
que en el orden espacial (Bastide en: Cuche, de los habitantes originarios del territorio en
2000). Las continuidades culturales afirmadas una colectividad minoritaria y marginalizada
serían más componentes para producir etnici- durante la colonia y luego en tiempos repu-
dad que diferencias culturales propiamente. blicanos; primero por el Estado nación pe-
Como afi rma Bartolomé, “las categorías ét- ruanos y luego por el Estado nación chileno.
nicas actuales pueden ser entendidas como Estos continúan habitando sus territorios an-
construcciones ideológicas resultantes de las cestrales, pero prácticamente han sido despo-
respectivas historias de articulación interétni- seídos de los mismos mediante la alteración
ca de cada grupo” (1997: 47). radical de sus vínculos tradicionales con los
mismos. Esta situación ha llevado a que en la
La etnicidad como dimensión de análisis actualidad la residencia urbana o rural tenga
de las relaciones sociales puede ser realizado escasa relevancia en la adscripción étnica. Es
en base a cuatro aspectos (Poutignat y Streiff- decir, vivir en localidades rurales tales como
Fenart, 1995): la atribución categorial, las Isluga, Parka, Camiña, o urbanas, como Pozo
fronteras del grupo que sirven de base a la Almonte, Alto Hospicio o Iquique (ver Figura
dicotomización, la fi jación de los símbolos N° 1), no es tan importante como pertenecer
identitarios que fundan la creencia en un ori- a grupos de parentesco descendientes de los
66 REVISTA DE GEOGRAFÍA NORTE GRANDE

Figura N° 1
Actual Región de Tarapacá

Fuente: Elaboración propia.

pueblos de indios configurados durante el cia específica radica en la relación con el


período colonial. Los datos empíricos nos in- territorio. Una nación sería una colectividad
forman que la alteridad por parte de los pue- cultural plena y exitosamente identificada
blos indígenas respecto de la no indígena se con un territorio. Es la fusión entre territorio
sustenta en el pasado colonial y la república y cultura, o también entre territorio y lengua-
temprana. En tanto que las diferencias entre je, lo que constituye una nación. También el
aymaras, quechuas y chipayas se basan en ar- Estado comporta un territorio; pero hay una
gumentos elaborados con base en variaciones diferencia esencial. El territorio estatal es una
de una misma matriz cultural (Cf. Gavilán et entidad legal que determina el ámbito de
al., 2011). jurisdicción del Estado. El territorio nacional,
en cambio, es una entidad moral y cultural
De acuerdo con Oommen la nación y la que resulta de la apropiación simbólico-ex-
etnia comparten el mismo contenido cultu- presiva del espacio; es un territorio-signo que
ral, salvo la relación con el territorio. Ambas funciona a la vez como envoltorio corporal
son comunidades culturales que comparten y como emblema básico de la comunidad
una denominación común, mitos de origen, nacional. Para Oommen, el territorio cultural
una lengua propia o adoptada, una historia sería, juntamente con el lenguaje, la condi-
también común, una cultura distintiva y un ción mínima para la existencia y la emergen-
sentido de lealtad y solidaridad. La diferen- cia de la nación. Esto no equivale a negar la
S ER INDIO Y CIUDADANO EN EL NORTE CHILENO . E TNICIDAD Y ESTATUS DE 67
PERTENENCIA A LA COMUNIDAD NACIONAL Y POLÍTICA

concepción de la nación como “comunidad Pica mantuvieron la nacionalidad peruana un


imaginada” propuesta por Anderson. Se trata tiempo más largo debido a los avances na-
más bien de complementarla asignándole un cionalistas alcanzados por el Estado y nación
soporte a la vez material y simbólico. Una peruanos en ellas6.
nación no podría mantener su ethos cultural
e incluso su identidad como comunidad ima- El Estado y la sociedad chilena han insisti-
ginada sin la visibilidad que le confiere la re- do en una sola identificación cultural legítima
ferencia a un territorio que le sirva como lu- para sus ciudadanos de derecho pleno y han
gar de anclaje, como espacio de inscripción tendido a aplicar etiquetas reductivas a los
y como referente simbólico (Giménez, 2000). pueblos indígenas en general y a la población
procedente de los países vecinos que habitan
Contrariamente a la nación, una etnia en Tarapacá. Estas etiquetas incluyen las ca-
sería una “nación desterritorializada”, es de- racterísticas fenotípicas de las personas tanto
cir, una comunidad cultural disociada real o como las culturales (discriminación racial y
simbólicamente de su territorio ancestral por cultural). Los datos acopiados indican que la
desplazamiento forzado, por despojo o por adscripción nacional se ha logrado con éxito
la reformulación jurídica de su relación con tanto en el caso chileno y boliviano. Sin em-
la tierra en términos instrumentales (circuns- bargo, se ha tratado de un proceso complejo
cripción político-administrativa, régimen de y difícil. No ha sido fácil para las comunida-
propiedad, etc.) y no ya en términos simbó- des de origen indígena ser reconocidas como
lico-expresivos. El territorio étnico reviste las connacionales, debido justamente a la puesta
mismas características simbólicas y culturales en cuestión de sus lealtades culturales. H.
que el territorio nacional, pero lo que para el González (1997) plantea que posguerra del
grupo nacional es objeto de identificación y Pacífico la cultura pasa a ser el símbolo de la
de apropiación plena, para las etnias es per- extranjeridad sometida y del atraso o barba-
manente objeto de reclamo, de disputa y, en rie. Desde ese momento cuando un aymara
muchos otros casos, de nostalgia y recuerdo. usa su ropa tradicional, desarrolla sus ritos
Porque es la disociación –real o simbólica– o habla su lengua, no solo es indio-estigma-
entre territorio y cultura lo que define la etni- tizado durante la colonia y luego como ciu-
cidad (Giménez, 2000). dadano del naciente Perú republicano, sino
también el estereotipo de los países vecinos.
Una particularidad que presenta la diná- Ataviado de su cultura, en la imagen de Ti-
mica sociocultural en Tarapacá es que el pro- ticaco del dibujante Pepo, señala la imagen
ceso de marginación ha sido doble durante que Chile tiene de Bolivia.
el período republicano, ya que la Guerra del
Pacífi co (1879) despojó al Estado y nación Giménez (2000) nos informa que en inglés
peruanos y al Estado y nación bolivianos del existe el término “national” para designar a
territorio que hoy se denomina como norte los individuos reconocidos como miembros
grande e instaló al Estado y nación chile- de una nación en el sentido cultural del térmi-
nos en un momento en el que estos últimos no, lo que no ocurre en español, agudizando
ya estaban consolidados. El Estado chileno la confusión con la ciudadanía. Los súbditos
diseñó estrategias para ejercer soberanía y de un Estado que forman parte de la nación
adscripción a la patria, período que los soció- en el sentido cultural del término (“natio-
logos e historiadores regionales han llamado nals”), son también invariablemente ciuda-
proceso de chilenización5. Las comunidades danos. En cambio, los que no se consideran
de origen indígena inscribieron rápidamente parte de ella se les cuestiona su membresía;
sus propiedades en los nuevos registros esta- se puede ser ciudadano de un Estado, sin ser
tales y fueron adoptando, paulatinamente, la “national”, es decir, sin ser reconocido como
nacionalidad chilena (González y Gunder- miembro de la comunidad nacional por el
mann, 2009). Las localidades de Mamiña y grupo cultural y políticamente dominante.

6 La mayoría de la población tarapaqueña se


5 Ver Van Kessel, 1980; González, 1995; Castro, concentró en estas localidades hasta la década de
2004, Figueroa y Silva, 2006. los sesenta del siglo decimonónico.
68 REVISTA DE GEOGRAFÍA NORTE GRANDE

Hay que distinguir, entonces, entre ciudada- las pertenencias étnicas. Es lo que ha estado
nía, membresía nacional y membresía étnica. sucediendo en nuestro continente. Como lo
La confusión generada por el uso del término han señalado otros autores para América La-
“ciudadano” para designar indistintamente tina, el auge de la etnicidad constituye una
tanto al súbdito de un Estado como al miem- respuesta política de los descendientes de los
bro de la nación tal como es definida por los pueblos originarios en el escenario nacional
grupos cultural y políticamente dominantes (Giménez, 2000; Guerrero y Ospina, 2003;
deriva de la identificación errónea entre na- Bello 2004; Gundermann, 2003). La demanda
ción y Estado planteada por Gellner (2001). por mayor inclusión a la sociedad (Estado y
nación) se entiende en un contexto histórico
Gundermann (2003) afirma que en Tara- de exclusión. La información obtenida en esta
pacá y Arica la formación de una conciencia investigación sustenta la hipótesis de que la
nacional peruana fue un fenómeno anterior a comunidad de origen indígena en el norte
la Guerra del Pacífico, pero la conciencia de chileno constituye una de las colectividades
pertenencia a una comunidad de iguales, a más marginadas del sistema político chileno.
una nación estaba posiblemente restringida a
círculos de los que no participaba la mayoría Dadas las características particulares del
de la población de las localidades y comu- proceso de integración al Estado nación chi-
nidades indias. Sostiene que a fines del siglo lenos, la membresía nacional no ha sido fácil.
XIX un grado de adhesión y entrega personal Durante el siglo XX estas colectividades han
equivalente solo la tenía la identificación con bregado por alcanzarla, lográndolo definiti-
la comunidad local no con una comunidad vamente con la ley indígena actual; no obs-
nacional. tante, la participación política real es aún una
cuestión pendiente. Giménez (2000), entre
“Una situación diferente experimentaron otros autores, ha sugerido que las demandas
los pueblos en los que se concentraron las de las colectividades de origen indígena en
elites coloniales y de la temprana repúbli- América Latina por mayor inclusión a la so-
ca, pues estos habrían efectuado un tránsi- ciedad se entiende en un contexto histórico
to de nacionalidad, de identidad nacional, de exclusión. Propone que para comprender
pero nunca pusieron en duda ni aceptaron su situación social y política en los Estados
retornar a la condición infamante de in- naciones modernos se precisa distinguir los
dio” (Gundermann (2003: 174). distintos planos de la ciudadanía. Una cosa
es formar parte de la comunidad nacional y
Dado que a fines de los ochenta y princi- otra ser miembros de una comunidad política
palmente durante la década de los noventa y el carácter de la pertenencia a esta última
del siglo XX las comunidades de valles se re- considera diferentes tipos de derechos. En
conocen como aymara, este autor señala que este sentido, la etnicidad y sus vínculos con
la ciudadanía dependen de las particularida-
“resulta paradójico que casi un siglo des de los Estados. Bengoa (2000 y 2009) ha
más tarde, bajo la neodenominación de argumentado que los procesos de emergencia
aymara, la antigua etnia india diseñe ela- indígena plantean el desafío de una nueva
boradas estrategias para ganar una nueva ciudadanía, pues ser ciudadano de la nación
lucha por las clasificaciones y las nomi- y miembro del pueblo indígena no implica
naciones, ahora posicionados en el Estado contradicción. Sugiere que hemos asistido a
una elite de la etnia aymara pugna por un proceso de descolonización, en el que los
ganar el reconocimiento de aymara por indígenas buscan apropiarse como “ciudada-
quienes, bajo su formulación histórica de nos étnicos” de los instrumentos e institucio-
indio, desde el siglo XIX la habían repug- nes del Estado y no retraerse a sus comunida-
nado” (Gundermann, 2003: 174). des originarias. Sin embargo, sostiene que si
bien los avances hacia el reconocimiento de
La ciudadanía en sentido pleno tiende a los pueblos originarios por parte de la socie-
concebirse en la reciente literatura socioló- dad nacional y del Estado son significativos,
gica como un instrumento para rectificar las no podemos dejar de ver que la hegemonía
desigualdades individuales y colectivas, mu- cultural persiste en la práctica social y en la
chas de las cuales proceden precisamente de práctica jurídica.
S ER INDIO Y CIUDADANO EN EL NORTE CHILENO . E TNICIDAD Y ESTATUS DE 69
PERTENENCIA A LA COMUNIDAD NACIONAL Y POLÍTICA

Membresía étnica. Los neoliberal, ha generado el relevamiento de la


identidad étnica y el eclipsamiento de otras
argumentos para definir las identidades como las de clase y género. Las
pertenencias y las diferencias políticas de discriminación positiva han ge-
nerado un proceso de concienciación étnica
Las colectividades de origen indígena de que va promoviendo una nueva forma de per-
la zona de estudio basan su etnicidad en las tenencia nacional y a la comunidad política.
categorías coloniales indio/q’ara. Mientras
la primera proviene del grupo dominante, la Con algunas variaciones, en los tres gru-
segunda deviene de la diferenciación que la pos la religiosidad constituye un referente
población originaria, aymara hablante, asig- importante de identidad étnica. Los aymaras,
na al “otro” (no indio). Como se señala más colectividad mayoritaria y con una historia
arriba, al interior de las colectividades que reivindicativa más antigua en la región, enfa-
dicen descender de los pueblos originarios en tizan en las diferencias con los no indígenas.
la actual Región de Tarapacá se presentan tres Los quechuas expresan una voluntad clara
distinciones importantes: el grupo aymara, por distinguirse tanto de los aymaras como
el quechua y el chipaya. Este último, se ha de la población que no se adscribe étnica-
diferenciado del aymara y del quechua desde mente. Los chipayas tienden a subordinar su
tiempos coloniales. La colectividad quechua pertenencia étnica a la nacional como una
en Tarapacá es reciente y se ha configurado estrategia para acceder a la residencia y a be-
como resultado de fragmentaciones internas neficios sociales; pero también debido a sus
en el contexto de las dinámicas de las luchas históricos conflictos con la población aymara.
por el reconocimiento por parte del Estado y Se sienten diferentes tanto a estos últimos
nación chilenos. (chilenos y bolivianos) como a los jalisco
(bolivianos)7. Al mismo tiempo que los ayma-
Los procesos de transformaciones sociales ras los perciben como otro grupo, asociados
y culturales ocurridos en esta región, no han al pasado (orígenes del pueblo indio) lo que
borrado los límites étnicos. Si bien la subor- designan como “chullpa”, término que hoy
dinación de las tradiciones culturales de los contiene cierta connotación negativa de “lo
pueblos originarios promueve procesos de atrasado” o incivilizado.
homogeneidad cultural, la frontera étnica se
mantiene tanto por la voluntad de los pro- Las tres colectividades estudiadas ar-
pios descendientes, como por efecto de los gumentan que las prácticas religiosas, es-
procesos de dominación social y cultural. El pecialmente el carácter de los rituales, son
pasado de los aymaras y de los quechuas se diferentes. Sin embargo, el análisis de las
sintetiza en el Inca, antepasado que se confi- mismas muestra los mismos componentes
gura como representación del pasado, figura culturales. Entre los quechuas, se insiste en la
que los distingue de quienes no descienden ceremonia de las cuatro esquinas para brin-
del mismo. Se trata de un marcador de filia- dar a las deidades, en contraposición a la que
ción compartida, a lo cual se agregan las len- realizarían los aymaras, quienes lo harían en
guas originarias, los atributos fenotípicos, la el centro. Se trataría de una antigua práctica
religiosidad y la ocupación territorial. En este realizada, también, por la población que se
sentido, la pertenencia se vincula a la repre- adscribe hoy al pueblo aymara. El culto a
sentación de una historia común, que se re- Pachamama, emblema de la alteridad con
vitaliza a través de mitos y acciones rituales. los no indígenas, es similar en los tres casos.
En tanto que la identidad étnica es producida Ocurre lo mismo con los santos patronos y
en los procesos de interacción social, mismas
que, a diferencia de gran parte del siglo XX,
hoy se enmarca principalmente en las ciuda- 7 Los jalisco son un grupo quechua proveniente de
des nortinas. la zona de Potosí que ha comenzado a explorar
esta zona como destino para la obtención de
La lucha que han desplegado las colecti- un empleo. Al parecer se trataría de un grupo
reducido de personas. Recogimos aquí el argumento
vidades por el reconocimiento de las diferen-
entregado por jornaleros chipayas que, al momento
cias culturales y étnicas y el propio accionar de la investigación, se encontraban trabajando en la
del Estado, en el contexto de un modelo comuna de Camiña.
70 REVISTA DE GEOGRAFÍA NORTE GRANDE

antepasados. Una de las festividades comu- maneja. Entre los chipaya, la identidad local
nes que se conmemora en toda la región son se expresa en una marcada endogamia, a pe-
los carnavales. Las variaciones que adquieren sar de su tendencia al cambio. Situación que
las diferentes modalidades de celebración también se presentaba en las comunidades
tienen que ver con el grado de secularización de Isluga y Cariquima en la década de los se-
alcanzado por sus adherentes. En la Región tenta y ochenta (Gavilán, 1996). No obstante,
de Tarapacá se observan dos extremos. En el la regla endogámica es más flexible para las
lugar de mayor apego a lo religioso (al ciclo mujeres que para los varones; práctica vincu-
anual de fiestas y calendario ritual) se hallan lada al sistema de propiedad de la tierra asig-
las comunidades altiplánicas, en tanto que en nada a los hombres. Entre los quechuas existe
la ciudad de Iquique, junto con restringirse a una fuerte intención por diferenciarse de los
dos antiguos barrios, el carácter sagrado se aymaras debido a los conflictos que surgie-
pierde por su desvinculación de las divinida- ron durante el proceso de reconocimiento
des originarias. Estas variaciones son percibi- estatal. La principal diferencia se asienta en
das por los entrevistados como aspectos que la convicción de que tanto las costumbres,
justifican diferencias étnicas y culturales. La los apellidos y las actividades económicas se
comunidad quechua de Mamiña, por ejem- distinguen según los pisos ecológicos (valles
plo, selecciona como elemento marcador de y altiplano).
alteridad la inclusión de los bailes tradicio-
nales como el cachimbo y la cueca, ambas En general, son las diferenciaciones so-
son danzas representativas de las repúblicas cioeconómicas y sociopolíticas construidas
peruana y chilena. Por otra parte, la organi- durante el período colonial y temprana re-
zación de la celebración gira en torno a dos pública las que llevan a los dirigentes a sos-
grupos: “Los Progreso” y “Los verdes”, en tener diferencias étnicas en la actualidad. La
los que se agrupa a las unidades domésticas pertenencia-no pertenencia se determina por
consideradas “mamiñanas”, identificadas por los apellidos lo que implica identificar a las
sus apellidos8 y distribuidas territorialmente familias “fundacionales”. Entre los quechuas
en el pueblo. El primero integrado por “los la memoria colectiva recuerda su pasado
pobres” y el segundo “económicamente más peruano en un contexto de persecución y
acomodados”, nos recuerda la organización represión ejercida por el Estado y sociedad
de la misma fiesta en el altiplano en torno a chilenos. Esto justifica su identificación con
la mitad de arriba (arajj saya=mayor prestigio) la comunidad quechua de Perú.
y la de abajo (manqha saya=menor prestigio).
En los tres casos la música constituye otro
Los aymaras desarrollan argumentos para referente identitario. Las habilidades mani-
distinguirse especialmente de “los occiden- fiestas para ejecutar instrumentos contribuye-
tales”, es decir de lo que para ellos es la cul- ron a la inserción laboral y social de los hom-
tura occidental, manifiesta en la sociedad no bres en las oficinas salitreras. La experiencia
indígena como un bloque. Se busca afirmar de vida en estos campamentos es relatada
diferencias a través del resaltamiento de vir- por las personas con un fuerte componente
tudes de “la cultura indígena” por oposición discriminatorio por parte de la población no
a “la cultura occidental”, tendiendo a cosi- indígena. Se sintieron diferentes y menosca-
fi carlas. Los dirigentes aymaras y quechuas bados: “decían mira ese indio viene de Ma-
conciben a sus pueblos como naciones, en miña”. Esta situación fue especialmente vivi-
tanto que en la población no dirigente aún se da en la escuela. Algunos padres prohibieron
percibe una fuerte identidad localista. El uso a sus hijos cultivar la música o hacer de esta
de la lengua es, para los dirigentes, la base actividad un oficio como un mecanismo para
de la identidad, aunque la gran mayoría no la desprenderse del estigma de indio y posibili-
tar la movilidad social.

La identificación quechua en la localidad


8 Aunque en estos pueblos residen familias de Mamiña se inicia a partir de la agencia
provenientes de la zona altiplánica o de otras
ciudades del país desde hace mucho tiempo, estas
de profesionales con experiencia municipal
son consideradas como forasteras a pesar de sus en localidades rurales y como una estrategia
niveles de integración a la vida económica y social. organizativa para acceder a los recursos del
S ER INDIO Y CIUDADANO EN EL NORTE CHILENO . E TNICIDAD Y ESTATUS DE 71
PERTENENCIA A LA COMUNIDAD NACIONAL Y POLÍTICA

Estado. Son los conflictos con los líderes propiedades agrícolas familiares y o derechos
aymaras que dirigieron el accionar de la ins- sucesoriales a los pastales, observamos que
titucionalidad estatal. Uno de sus principales la diferencia cultural se elabora a partir del
dirigentes argumenta que se trató de crear la orden colonial. La categoría estamental de
organización como una más, entre otras, diri- ‘indio’, del periodo colonial y su posterior
gidas a obtener beneficios sociales y/o a pro- proyección en las repúblicas criollas, ha ser-
teger sus recursos productivos. Esta búsqueda vido de base para la adscripción étnica actual
de mayor integración y o mayor participación (Gundermann, 2003). Este autor postula que
social en la sociedad nacional también se la condición de indio o indígena sería el
registró durante la década de los sesenta antecedente histórico más importante para
cuando crearon la juntas de vecinos. Pero el comprender la identidad colectiva de hoy. La
reconocimiento de esta nueva adscripción identidad local estaría asociada a las comuni-
por parte del Estado (CONADI) no fue fácil, dades históricas, pero existiría una más am-
pues los dirigentes regionales aymaras se plia que correspondería a un estrato, una ca-
opusieron. Después de una larga lucha y de tegoría social particular sujeta a relaciones de
negociaciones con las autoridades nacionales dominación; la cual no sería una identidad
logran ser reconocidos como quechuas. étnica, porque resulta de una fusión de un
conjunto de realidades socioculturales discre-
En la actualidad, los chipayas son con- tas, distinguibles y que se reconocían como
tratados como músicos en las fiestas que específicas, como diferentes en tiempos pre-
realizan los aymaras chilenos. Se piensan a colombinos. Pero también sería premoderna,
sí mismos mejores en el manejo de los ins- tampoco es algo equivalente a una nación.
trumentos de viento. Si bien esta colectividad Esta afirmación se inscribe en un concepto de
es considerada por sus vecinos aymaras como etnia diferente a la que aquí postulamos, pero
gente del pasado, están lejos de ser tales. coincidimos en que las pertenencias étnicas
Como inmigrantes buscan empleos en las hoy elaboradas en el contexto de la sociedad
ciudades o en los valles interandinos. Cuando nacional y el Estado moderno se relacionan
logran legalizar su documentación y la resi- con la historia común vivida bajo el estatus
dencia intentan acceder a beneficios sociales de “indio”. Pero la voluntad que expresan
reflexionando sobre los escenarios socioe- para lograr mayor inclusión social utilizando
conómicos y políticos en Bolivia y en Chile. esta condición nos estaría hablando de un
En conjunto, presentan menores niveles de proceso reflexivo por parte de actores socia-
escolaridad que los quechuas y aymaras y por les concretos que observan su condición sub-
lo menos durante el siglo XX y en la actuali- alterna y definen estrategias para cambiar de
dad suelen emplearse en familias campesinas posición (Figura N° 2).
que hoy se adscriben étnicamente en Chile.
La particularidad de esta primera década del Membresía nacional.
siglo XXI es que se van radicando de manera
definitiva en las ciudades del norte; desarro- Modernización desde arriba y
llando actividades como comercio menor, nacionalismo desde abajo
obreros en los municipios rurales, medieros
agrícolas, y o como peones de quintas o cha- Los datos acopiados indican que la pobla-
cras. Todo ello, sin perder sus vínculos con su ción de origen indígena experimenta la na-
comunidad de origen. cionalidad como cualquier otro connacional
tarapaqueño. Los dirigentes que reivindican
En todos los casos la base de la diferencia derechos culturales conciben a los pueblos
cultural está dada por la identidad asignada originarios como naciones al interior del Esta-
y por la autoelaborada. En este proceso de do, sin embargo manifiestan claras lealtades a
identificación se recupera la visión del no las naciones hegemónicas. La escuela pública
indígena: piel morena, bajos de estatura, ape- y el servicio militar han sido los espacios en
llidos autóctonos, vestimenta, gastronomía, los cuales se ha aprendido a ser moderno y se
entre otros. Si a ello agregamos los fuertes han elaborado los sentimientos nacionalistas.
sentimientos de pertenencia a sus localidades Los entrevistados han adoptado los preceptos
de origen (un grupo de parentesco, un santo patrióticos basados en el éxito de la Guerra
patrono) en las que disponen de pequeñas del Pacífico. Los himnos forman parte de
72 REVISTA DE GEOGRAFÍA NORTE GRANDE

Figura N° 2
Distribución de la población por adscripción étnica

Fuente: Elaboración propia.

su historia personal, se identifican con la te que en otras colectividades. La adopción


bandera, dicen ser chilenos por oposición a de la nacionalidad chilena no fue inmediata
bolivianos y peruanos a quienes tratan como y se elaboró en medio de los conflictos que
extranjeros. generó el nuevo orden republicano en la re-
gión: “mi abuela tenía una caja, donde eso
Es entre los quechuas que aparece la aso- era sagrado, ahí nosotros teníamos carné
ciación directa entre etnia y nacionalidad: peruanos”.
“Los abuelos dijeron que eran quechuas y
peruanos”. Se percibe un pasado propio, dife- Los chipayas se sienten extranjeros en
rente a otras localidades. Antes del reconoci- Chile y así los consideran los aymaras y que-
miento indígena en la localidad de Mamiña, chuas chilenos. Expresan lealtad a los símbo-
se identificaban solamente con la nación, los nacionales de Bolivia. Hay en la memoria
como un recurso para despojarse del estig- la idea de que sus antepasados siempre vinie-
ma de ser indío (“Antes éramos chilenos no ron a la costa. Dicen buscar la nacionalidad
más”). Piensan hoy que fue una equivocación chilena en el contexto de las condiciones de
haber eclipsado su pasado indígena, aunque inserción laboral y el mercado de la vivienda.
entienden que este ocultamiento ocurrió por Se observa la preeminencia de la adscripción
la discriminación que experimentaron en la étnica frente a los aymaras bolivianos y chi-
escuela. lenos. Los conflictos territoriales con sus ve-
cinos en Bolivia han sido documentados por
En la memoria colectiva del pueblo de historiadores y antropólogos (Ver Wachtel,
Mamiña el pasado peruano está más presen- 2001). Ellos argumentan que “los aymaras
S ER INDIO Y CIUDADANO EN EL NORTE CHILENO . E TNICIDAD Y ESTATUS DE 73
PERTENENCIA A LA COMUNIDAD NACIONAL Y POLÍTICA

han castigado mucho a los chipayas… a blemas más serios que enfrentan es la impo-
nuestros abuelos, tatarabuelos les han pegado sibilidad de crear una organización amplia y
mucho…”. La fuerte emigración de la pobla- representativa. Existe un gran distanciamiento
ción joven hacia Chile ha generado conflictos entre dirigentes y bases, los confl ictos que
internos. Quienes han permanecido en su lo- ha generado la inserción de los líderes en
calidad perciben cambios importantes en las puestos públicos los lleva a una dispersión
formas de vida de los emigrantes, mismos que que ha estancado un proceso contestario. Si
tienen que ver con la adquisición de nuevas bien reconocen un retroceso, lo explican por
herramientas para enfrentar la vida actual y la intromisión de los partidos políticos lo que
sobre todo para enfrentar la dominación ay- habría implicado la pérdida de credibilidad y
mara. Son discriminados doblemente, por su confianza en los líderes. Aunque la descon-
condición étnica y nacional y distinguen el fianza y baja participación política es genera-
trato recibido como trabajadores. Sostienen lizada en la región, los dirigentes de la causa
que los “patrones” no indígenas los tratan indígena enfrentan mayores dificultades para
mejor que los “patrones” aymaras. lograr acuerdos, convocar a las comunida-
des y por la escasa experiencia de ejercicio
La extranjería nacional es bastante explí- político en el escenario histórico nacional.
cita entre aymaras y chipayas, pero también Los dirigentes incursionan principalmente en
con la población peruana a la hora por com- un contexto en el que los partidos políticos
petir por un puesto de trabajo o por benefi- no son representativos de la mayoría de los
cios sociales. y las ciudadanas, se fueron alejando de los
proyectos ideológicos que caracterizó la lu-
Los chipayas tienden a agruparse en la re- cha social durante el siglo XX y en el que la
gión en torno a clubes deportivos para mujeres pragmática orienta las prácticas. Esto ha juga-
y para hombres lo que ha permitido mantener do en contra de un desarrollo que les permita
a la colectividad unida. Las competencias elaborar análisis críticos de las actuales con-
con otros clubes locales les han servido para diciones de dominación. Algunos dirigentes
interactuar con otras colectividades y con los expresan su sorpresa y no pueden explicar el
municipios, así buscan ser reconocidos como comportamiento electoral de la gran mayoría
inmigrantes. De aquí que tiendan a superponer de la población que se adscribe étnicamente
la dimensión nacional de su identidad, pues
en la región. Uno de los aspectos que des-
así pueden acceder a la residencia, optar por
tacan es la desviación que se produce entre
mejores empleos y terminar con la relación de
las manifestaciones de apoyo a determina-
subordinación respecto de los aymaras.
dos candidatos y luego optan por otro. En
realidad, la gran mayoría vive al margen de
La conciencia ciudadana. las dinámicas políticas actuales, tendiendo a
Derechos sociales y políticos mantener lealtades locales en las elecciones
municipales, en tanto que en las parlamenta-
Los aymaras fueron los que lideraron el rias y presidenciales optan por factores perso-
proceso de inclusión en el proyecto país nales. Tienden a ejercer un tipo de ciudada-
que se inaugura con la transición a la demo- nía corporativa. La relación entre dirigentes y
cracia. Se trató de la primera organización bases; así como entre autoridades y ciudada-
supralocal que reivindica derechos cultura- nos se puede calificar de paternalista y clien-
les en la provincia de Iquique. Los primeros telista. A pesar de que la conciencia cívica en
dirigentes refl exionan sobre su lucha y son el país ha experimentado un revés, en el caso
críticos con los grupos de poder que lideran de los pueblos originarios de Tarapacá se
el sistema político y que manifiestan clara presentan particularidades puesto que son los
resistencia a poner en cuestión a la nación últimos en llegar a la modernización política;
chilena. Sus aspiraciones apuntan a inser- y por otra parte, las alternativas para enfrentar
tarse en una sociedad moderna en la que se el orden político actual se mantiene igual que
pueda enfrentar las relaciones de poder entre al término de la dictadura militar. La lucha
culturas diferentes. Este cuestionamiento, sin por el reconocimiento indígena es la plata-
embargo, va de la mano de un concepto y un forma que les facilita un nuevo estatus de
hacer política restringidos. Uno de los pro- ciudadanía. Se va expandiendo la conciencia
74 REVISTA DE GEOGRAFÍA NORTE GRANDE

étnica y estableciendo un vínculo diferente tados mediante un cambio de apellidos para


con el Estado y sociedad nacional. pasar por aymaras chilenos, permaneciendo
en las localidades rurales con menor control
Entre los dirigentes se observan distintas policial y acercándose a las ciudades hasta
visiones del problema y serias dificultades solicitar la residencia.
para llegar a consensos. Una de ellas cues-
tiona el poder de las iglesias y del Estado a Las elites aymara y quechua luchan por
través de la escuela y de las políticas dirigi- integrarse a la sociedad chilena como grupos
das a los pueblos originarios. Otra justifi ca culturalmente diferenciados, al mismo tiempo
la adaptación al orden actual. Y una tercera que el Estado continúa desplegando diversas
postula que se debe trabajar hacia adentro estrategias para lograr la homogenización
ofreciendo servicios a las comunidades en la cultural. Sus prácticas emancipatorias se diri-
ciudad. Aquel sector crítico a la instituciona- gen a ser reconocidos como pueblos indíge-
lidad estatal argumenta que las organizacio- nas, pero estas se limitan a alcanzar derechos
nes deben independizarse; sin embargo, este sociales y derechos a la diferencia cultural,
discurso está lejos de articular un movimiento a veces únicamente a través del folclore 9 .
que reivindique mayor participación política. Aquella cultura cívica proveniente de la tra-
La afirmación de la diferencia cultural aún se dición europea no está presente y en general
basa en la falsa dicotomía: sociedad indíge- se observa un tipo de ciudadanía subordinada
na/sociedad occidental, simplificando así una al Estado y al mercado. Sin embargo, la con-
realidad mucho más compleja. Se abstrae la ciencia de pertenencia a un grupo cultural-
posición estructural que ocupan y han ocu- mente subordinado y la búsqueda por ocupar
pado en la historia regional. No realizan un una posición diferente en la comunidad polí-
cuestionamiento a las políticas públicas vin- tica continúa y se abre paso lentamente.
culadas a sus vidas y sin embargo se refieren
a las “políticas occidentales” elaboradas por Todo lo anterior es producto de la parti-
“los blancos” quitándoles a estos conceptos
cular forma que tienen las colectividades des-
sus contenidos históricos. Se persigue denun-
cendientes de los pueblos de indios de estar
ciar y contrarestar la discriminación cultural,
en la modernidad. Siguiendo a Jorge Larraín,
racial y étnica pero no las desigualdades so-
las particularidades que presenta el proceso
ciales en las que estas se inscriben.
de inclusión/exclusión de la población indí-
gena determinan un tipo de modernidad pre-
En el caso de los chipayas, un dirigente
caria y periférica (Larraín, 1994: 16). En esta
plantea la posibilidad de luchar por el reco-
línea, la multidimensionalidad que conlleva
nocimiento como agrupación étnica en Chile,
el análisis del proceso modernizador, nos lle-
apelando a su historia. Nos planteó la siguiente
va a plantear que los grupos étnicos del norte
cuestión: “¿Qué nos conviene más, ser chipaya
grande atraviesan un proyecto emancipador,
o bolivianos no más?” Creen que reivindicar
renovador y democratizador más lento que
sus derechos étnicos en territorio chileno po-
dría llevarlos a perder la nacionalidad bolivia- el que ha sostenido el pueblo mapuche en
na y con ello el acceso a beneficios sociales el sur del país. Aquella cultura cívica de la
que reciben en su país. Interpretan básicamen- república ha sido adoptada, con las particula-
te la situación política actual en ambos países ridades locales, por la población no indígena.
y reflexionan sobre las estrategias a seguir para Los procesos de secularización en la región
mejorar su posición social: “Un presidente de Tarapacá han ocurrido de manera diferen-
indígena puede mejorar la situación de los ciada. La racionalización de la vida social y
indígenas, pero ser chilenos puede ayudar a el individualismo creciente van afectando a
conseguir un terreno para vivir”.

La población chipaya en Chile vive pro- 9 Esta tendencia se observa en las ferias andinas
cesos similares a cualquier inmigrante ac- patrocinadas por el Estado. Una imagen patética,
tual. La emigración ocurre por mejores pero muy gráfica se observó en la inauguración de
la multitienda Almacenes Paris en Iquique cuando
condiciones laborales y de vida en general. un antiguo dirigente aymara, ahora funcionario
Los efectos de la indocumentación (cárcel, público, realiza una “pawa” como signo de la
deportación y explotación laboral) son evi- identidad regional.
S ER INDIO Y CIUDADANO EN EL NORTE CHILENO . E TNICIDAD Y ESTATUS DE 75
PERTENENCIA A LA COMUNIDAD NACIONAL Y POLÍTICA

los grupos que van vinculándose con las di- va ocurriendo a partir de los años sesenta.
námicas que promovió el capitalismo rentista Los datos acopiados muestran que el nivel de
y la expansión del movimiento obrero. Los escolaridad adquiere un peso relevante en el
procesos de integración al mercado de traba- distanciamiento de la religiosidad como re-
jo impulsados por el desarrollo de la industria ferente explicativo de la vida social y moral,
del salitre desde fines del siglo XIX y primera en un cambio significativo en la concepción
mitad del XX impactaron de manera diferen- del tiempo/espacio y, en consecuencia, en las
ciada a las diferentes colectividades existen- formas de reflexionar críticamente de manera
tes en este desértico territorio. La zona más independiente de la comunidad local y de la
cercana a los centros urbanos, esto es, los hegemonía del Estado y del mercado.
valles interandinos, se articulan antes que las
comunidades ubicadas en la zona altiplánica Distinguir la membresía étnica, la mem-
a través de la venta de mano de obra o vía bresia nacional y ciudadanía nos permite
venta de productos agropecuarios. Quienes una aproximación más cercana a la realidad
se integraron de manera estructural a estas regional. Si bien la condición de ser indio en
dinámicas fueron alejándose de las comuni- la actualidad va dejando atrás su pasado co-
dades (lo que se podría llamar fuga étnica) y lonial para transformarse en un puente hacia
otra parte recupera sus lazos motivados por la inclusión social a la sociedad nacional y
acceder a beneficios sociales y/o a reflexionar a la comunidad política, el desarrollo de una
críticamente sobre las relaciones de poder conciencia crítica es incipiente, aunque en
impuestas por el Estado y la sociedad domi- expansión. Los datos muestran que si bien la
nante. La escolaridad masiva constituyó un agencia social está presente en la vida coti-
aspecto clave para lograr los objetivos de diana que procura bienestar, la transición de
modernización deseados por parte del Estado indio a ciudadano diferenciado culturalmente
y por las comunidades de origen indígenas aún está en construcción. Para un segmento
como un medio para la movilidad social y importante de la población de origen indí-
alejar su pasado indígena. gena el apego a la tradición es una estrategia
racional. El discurso de la tradición es un
Palabras finales pretexto para generar mayores y mejores pro-
cesos de inclusión al Estado-nación. Para un
Como ha sucedido en general en Améri- grupo minoritario, esto es, para aquellos con
ca Latina, la modernidad en Tarapacá es un más edad, menos escolaridad y hablantes de
proceso inacabado, polarizado y desigual. La las lenguas originarias, la tradición provee
población que hoy se adscribe a los pueblos herramientas para el presente y futuro en el
aymara, quechua y chipaya es heterogénea espacio local.
social, económica, cultural y políticamente.
Ello es válido tanto en su interior como entre Los datos obtenidos permiten postular
los grupos. Como hemos visto, el pueblo chi- que en la actualidad en el norte del país la
paya presenta los menores niveles de moder- etnicidad es más una respuesta a la oferta
nización, a pesar de su evidente integración del Estado que una demanda al mismo. No
a los mercados de trabajo, al sistema educa- obstante, es claro también, que la fuerza de
cional y/o a las dinámicas sociales urbanas; la identidad étnica está en la lucha –ya inicia-
es también el más vulnerable por su posición da– como reacción a la histórica clasificación
de inmigrantes extranjeros, de nacionalidad del estigma de ser indio.
boliviana. El pueblo quechua, emerge por la
voluntad de algunos dirigentes por distinguir- Referencias bibliográficas
se de los aymaras a partir de la disputa por
poder y por acceder a los beneficios estatales. ACOSTA, O. Los Urus, cazadores de pari-
Si bien el grupo de personas que se adscribe nas. Eco Andino, 1997, Vol. 3, p. 7-29.
a los pueblos quechua y aymara chilenos se
integraron tempranamente al mercado de tra- APPADURAI, A. La Modernidad Desbor-
bajo regional, la secularización va procedien- dada. Buenos Aires: Ediciones Trilce y Fondo
do a un ritmo más lento que la población no de Cultura Económica, 2001.
indígena debido a que la escolaridad masiva
76 REVISTA DE GEOGRAFÍA NORTE GRANDE

BARTOLOMÉ, M.A. Gente de costumbre GELLNER, E. Naciones y nacionalismo.


y gente de razón. Las identidades étnicas en Madrid: Alianza Editorial, 2001.
México. México: Instituto Nacional Indigenis-
ta y Siglo XXI Editores, 1997. GIMÉNEZ, G. Comunidades Primordiales
y modernización en México. En: GIMÉNEZ,
BENHABIB, S. Las reivindicaciones de la G. y POZAS, R. (coordinadores). Moderni-
cultura. Igualdad y diversidad en la Era Glo- zación e identidades. México: Instituto de
bal. Buenos Aires: Katz Editores, 2006. Investigaciones Sociales, UNAM, 1994, p.
151-183.
BELLO, A. Etnicidad y ciudadanía en Amé-
rica Latina. Santiago de Chile: Series Libros GIMÉNEZ, G. Etnia, estado de la cuestión.
de la CEPAL N° 69, 2004. En: REYNA, L. (coordinadora). Los retos de la
Etnicidad en los Estados-nación del siglo XXI.
BENGOA, J. La emergencia indígena en México: CIESAS, 2000, p. 45-70
América Latina. Santiago de Chile: Fondo de
Cultura Económica, 2000. GUERRERO, F. y OSPINA, P. El poder de
la comunidad. Ajuste estructural y movimien-
BENGOA, J. ¿Una segunda etapa de la to indígena en Los Andes Ecuatorianos. Bue-
emergencia indígena en américa latina? Cua- nos Aires: CLACSO, 2003.
dernos de Antropología Social, 2009, Vol. 29,
p. 7–22. GONZÁLEZ, H. Apuntes sobre el tema de
la identidad cultural en la región de Tarapacá.
CASTRO, L. Una escuela fi scal ausente, Estudios Atacameños, 1997, p. 13-20
una chilenización inexistente: la precaria
escolaridad de los aymara durante el período GONZÁLEZ, H. y GUNDERMANN, H.
de expansión del salitre (1880-1920). Cuader- Sociedades indígenas y conocimiento antro-
nos Interculturales, 2004, N° 3, p. 57-68. pológico: aymaras y atacameños de los siglos
XIX y XX. Chungará, 2009, Vol. 41, N° 1,
CUCHE, D. La noción de Cultura. Buenos p. 113-164.
Aires: Nueva Visión, 2000.
GONZÁLEZ, S. El poder del símbolo en
DÍAZ-COUDIER, E. Diversidad cultural la chilenización de Tarapacá: Violencia y
y educación en Iberoamérica. Revista Ibe- nacionalismo entre 1907 y 1950. Revista de
roamericana de Educación, 1998, N° 17, p. Ciencias Sociales, 1995, N° 5, p.29-40.
11-30.
GUNDERMANN, H. Ciudadanía y po-
FIGUEROA, C. y SILVA, B. Entre el caos y blaciones indígenas andinas de Chile. En:
el olvido: la acción docente en la provincia GUNDERMANN, H; FOERSTER GONZÁLEZ,
de Tarapacá-Chile (1880-1930). Cuadernos R. y VERGARA ESTÉVEZ, J.A. Mapuches y
Interculturales, 2006, N° 6, p. 37-53 Aymaras el debate en torno al reconocimiento
y los derechos ciudadanos. Santiago de Chile:
GAVILÁN, V. Mujeres y Hombres en Islu- RIL editores, Predes, 2003.
ga y Cariquima: una aproximación a las re-
laciones entre los aymara del norte de Chile. LARRAÍN, J. Trayectoria a la modernidad.
Quito: Tesis para optar al grado de maestría Santiago de Chile: Centro de Estudios Públi-
en Antropología, FLACSO, 1996. cos, 1994, p. 313-333.

GAVILÁN, V.; VIGUERAS, P.; PARRA, M.; MUÑOZ, C. Procesos identitarios en los
MADARIAGA, C.; MORALES, N. y ANDRA- inmigrantes de origen chipaya en la región de
DE, R. La sociedad y la cultura andina con- Tarapacá. Santiago de Chile: Tesis para optar
temporánea: estudio de los saberes para la al grado de licenciado en Antropología So-
salud y la enfermedad en los pueblos origina- cial, Universidad Academia de Humanismo
rios del norte de Chile. Revista Andina, 2011, Cristiano, 2010.
N° 252, p. 571-600.
S ER INDIO Y CIUDADANO EN EL NORTE CHILENO . E TNICIDAD Y ESTATUS DE 77
PERTENENCIA A LA COMUNIDAD NACIONAL Y POLÍTICA

PAUWELS, G. Los Últimos Chullpas, Al- STAVENHAGEN, R. Confl ictos Étnicos y


fred Metraux en Chipaya (Enero-Febrero de Estado Nacional. México: Siglo XXI, 2000
1931). Eco Andino, 1998, Año 3, Vol. 6, p.
41-82. VAN KESSEL, J. Holocausto al progre-
so. Los aymaras de Tarapacá. Amsterdam:
POUTIGNAT, Ph. y STREUFF-FENART, J. CEDLA, 1980.
El Ámbito de Investigación de la Etnicidad:
Cuestiones Claves. Théories de l’ethnicité. Pa- WACHTEL, N. El Regreso de los antepa-
rís: Presses Universitaires de Francem, 1995, sados. Los indios Urus de Bolivia, del siglo XX
p. 154-188. al XVI. México: Fondo de Cultura Económica,
2001.

También podría gustarte