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MISIONOLOGIA (1)

Elisa Silva (mmx) 2022


Asignatura LTE802
Objetivo general

 Conocer la terminología propia de la misión en las fuentes bíblicas y en los documentos del
magisterio de la Iglesia;
 cotejar los argumentos misionológicos mediante la investigación bibliográfica, para orientar la
reflexión teológica a la pastoral misionera.

1. Introducción general.
Inicio este curso retomando la última encíclica del Papa Francisco “Fratelli tutti” qué nos regaló a la vigilia de la fiesta
de San Francisco del año pasado 2020 y que contiene grandes tesoros para la misión hoy.
encíclica que escribe no solo a la Iglesia sino en diálogo con todas las personas de buena voluntad. En esta encíclica
el Papa refuerza la universalidad del amor cristiano que no excluye a nadie, que privilegia a los más frágiles y
vulnerables y abraza la naturaleza. El papa intenta quitar toda pretensión de cerrazón que preserve el amor de Dios
solo a una parte de la humanidad, es así como a la luz del Espíritu Santo, que no deja de llevar a la Iglesia hacia
nuevos confines, el Papa afirma con fuerza la universalidad del amor cristiano. Quiere hablarnos de un amor que va
más allá de las barreras de la geografía y del espacio.
Estas páginas subrayan sobre todo la dimensión universal del amor fraterno y su apertura a todos, porque para el
creyente el amor no es una razón, el amor es gratuito, porque fue así como hemos sido amados y amadas por Dios.
como explica el Papa en el núm. 139 “Existe la gratuidad. Es la capacidad de hacer algunas cosas porque sí, porque
son buenas en sí mismas…”. No existen dos amores, el comunitario y el apostólico, sino un único amor que se
expande y queda siempre inclusivo.
Fiel al mensaje bíblico y a la práctica de Jesús, el Papa no se limita solo a decir que el amor debe ser universal sino
que es un amor que tiene sus preferencias y no son las preferencias hacia aquellos que nos son simpáticos o que nos
quieren mucho, o de aquellos de los que quisiéramos algunos intereses, las preferencias de Dios, de Jesús y de los
cristianos son los pequeños, los pobres, los explotados, los oprimidos, el Papa lo subraya con la parábola del
Samaritano texto evangélico base de la Encíclica.
Este es un mensaje que nos da mucha alegría, pero al mismo tiempo, nos deja inquietos. Nos da alegría cada vez que
hemos estado cerca de estos hermanos y hermanas pobres que sufren o que son oprimidos materialmente. Nos
inquieta porque nos provoca preguntándonos siempre dónde están los últimos en mi vida, ¿Están en mis
pensamientos, en mis acciones? ¿Cómo condicionan mi estilo de vida, mis palabras y mis decisiones?
Y así como en el “Evangelii Gaudium” el Papa nos invita no solo a socorrer sino a una caridad qué va unida y ataca
las causas de la miseria, así mismo podemos entrar en estas páginas que nos llevan a lo esencial de nuestra
condición como cristianos y como misioneros. Que el Espíritu Santo pueda imprimir y sellar estas páginas en
nuestros corazones, en nuestras mentes, en nuestra vida.

Para hablar hoy de la misión evangelizadora, es importante no olvidar los grandes cambios que se han ido
verificando en la historia y por lo tanto en la comprensión y en la práctica de la misión Ad gentes de estos últimos
tiempos. Sabiendo de antemano todos los cambios socio políticos que se han verificado en estos últimos 70 años
(independencias políticas, neocolonialismos, caída de las históricas coordenadas norte / sur, la caída del muro de
Berlín, etcétera) y tomando en cuenta también los cambios teológicos, ligados sobre todo al Concilio Vaticano II
trataremos de subrayar sobre todo dos cambios que se refieren a la comprensión de la IDEA de misión y a la

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SITUACIÓN de la misión actual. Estos dos puntos han determinado un cambio de PARADIGMA para la misión y un
cambio de PRAXIS de la misión.

Históricamente hablando podríamos decir que la “misionología”, o (etimológicamente) el “estudio de la misión”, es


una actividad tan antigua como la Biblia, pero en cuanto disciplina académica reconocida lo es desde hace tan sólo
un siglo y medio. Indudablemente, como sostiene Christopher J. Wright en su obra monumental The Mission of God,
toda la Biblia es un libro misional, y, como escribe con una frase famosa Martin Kähler, la “misión es la madre de la
teología” en el sentido de que el Nuevo Testamento es una reflexión escrita sobre la práctica misionera de la iglesia.

La mayoría de los misionólogos hacen remontar el comienzo efectivo de la disciplina al alemán Gustav Warnek, que
en 1897 fue designado para la cátedra de misionología en la Universidad de Halle. La misionología católica tendría
que esperar hasta 1914, cuando Joseph Schmidlin fue designado para la cátedra de misionología en la Universidad
de Münster. En el mundo católico, Münster llegaría a ser una de las dos escuelas importantes del pensamiento
misionológico, y la otra estaría en la Universidad de Lovaina, en Bélgica. Antes del Concilio Vaticano II, Münster
sostenía que el objetivo primario de la misión era la salvación de las almas; Lovaina, siguiendo a Pierre Charles,
sostenía que la finalidad primaria de la misión era la implantación de la iglesia. El Concilio zanjó la cuestión en el
párrafo 6 de Ad Gentes: “El fin propio de esta actividad misionera es la evangelización y la implantación de la Iglesia
en los pueblos o grupos humanos en los cuales no se ha arraigado todavía”, dando la razón a ambas partes.

El documento del Concilio representó un gran adelanto en el pensamiento misionológico. En particular, fundamentó
la misión de la iglesia no tanto en el mandato externo de Jesús de hacer discípulos a todas las gentes, sino en la
realidad interna de la participación de la iglesia en la misión de la Trinidad. Además, en el documento se hizo
hincapié en la bondad de las diversas culturas del mundo y en la necesidad de que la iglesia se inmergiera en ellas.
Después del Concilio, la misionología se abocó a la pregunta del porqué de la misión, teniendo en cuenta
especialmente la manera positiva en que se hablaba de los otros caminos religiosos y la declaración sobre la
posibilidad de la salvación fuera de la iglesia y sin una fe explícita en Cristo.

Esa pregunta fue respondida en los años setenta con un concepto de misión centrado no en la expansión de la
iglesia sino en la proclamación del Reino de Dios, Reino de justicia y liberación. La misionología de los años ochenta y
noventa insistió asimismo en el carácter dialogal de la misión, particularmente con respecto a otras religiones, y los
debates misionológicos recogían las preocupaciones romanas de que el diálogo reemplazara la proclamación como
interés primordial de la misión.   La misionología de hoy, tema central de la presente ponencia, continúa
reflexionando sobre todas estas cuestiones, porque si bien hemos avanzado mucho en cuanto a una comprensión
renovada de la misión, todavía nos queda mucho camino por recorrer. Podría decirse que la misionología de hoy es
una reflexión sobre cómo llevar a cabo la misión, teniendo en cuenta los planteos de dos de las obras más
influyentes de la misionología actual. En su obra maestra Transforming Mission: Paradigm Shifts in Theology of
Mission, el misionólogo protestante sudafricano David J. Bosch alude a la necesidad de realizar la misión con “audaz
humildad”. Roger Schroeder SVD y Stephen Bevans, SVD, basados en la sabiduría de su congregación religiosa, la
Sociedad del Verbo Divino, se refieren a la misión como “diálogo profético” en el libro Constants in Context: A
Theology of Mission for Today del 2004. En este libro abordan, en la primera parte, la misión en general como
“diálogo profético”. En la segunda parte reflexionan brevemente sobre los seis “elementos” de la misión como
actividades a realizar en el espíritu del diálogo profético. En la tercera y última parte reflexionan sobre algunas otras
cuestiones que conciernen a la misión de hoy, y sobre cómo tienen que entenderse también desde una perspectiva
de diálogo profético.

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