¡SIEMPRE SUCRE!
A 192 AÑOS DEL ASESINATO DEL
GRAN MARISCAL DE AYACUCHO ANTONIO JOSÉ DE SUCRE
ALEXANDER TORRES IRIARTE
PRESIDENTE DEL CENTRO NACIONAL DE HISTORIA
Antonio José de Sucre nació en Cumaná (hoy edo. Sucre)
el 3 de febrero de 1795. Hijo del teniente Vicente de
Sucre y Urbaneja y de María Manuela de Alcalá y
Sánchez. Si lanzamos una mirada retrospectiva en su
vida notaremos que el origen remoto de su familia es de
procedencia belga. Gente de “cuna de oro” tiene como
ascendentes Antonio José, proveniente de un linaje
importante -integrados por innumerables duques y
marqueses- de la alta nobleza flamenca y francesa. Para
el momento cuando nace Antonio José ya los Sucre se
habían residenciado en Venezuela tres lustros atrás,
momento en el cual Carlos de Sucre Garrido y Pardo -
Marqués de Preux, Gobernador colonial de Cartagena de
Indias, Capitán General de Cuba- era nombrado
Gobernador de la Nueva Andalucía, añeja provincia
venezolana. Una estirpe de antiquísima hábitos en el
servicio de armas encontramos en Sucre -su padre, sus 2
abuelos y 4 bisabuelos y los más de sus tatarabuelos,
fueron militares-, lo que ya va perfilando su futura
orientación vital. Desde una perspectiva histórica hablar
del prócer inmortal es difícil sin usar adjetivos tales
como grande, extraordinario, increíble.
A Sucre le tocó vivir una época en la que el conflicto era
el pan nuestro de cada día. En la colonia venezolana en
general, y en su Cumaná natal, en particular, la discrimi-
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-nación étnica y social estaba apoyada por un
intransigente marco jurídico. Negros, indios y pardos
pugnaban abierta o soterradamente por tener un
lugar digno bajo el sol. Los criollos miraban de soslayo
a los peninsulares en un ambiente bastante confuso.
Qué un criollo haya apostado por los desposeídos, no
es cualquier cosa. Tengamos presente el
desprendimiento como valor inapreciable cuando de
Sucre se trate, quien pese a venir de familia
acaudalada depuso su nombradía y linaje por los
humildes de la tierra.
La amistad de Simón Bolívar y Antonio José de Sucre
al fragor de la guerra de Independencia, quedó
sellada hasta sus últimos días. Desde Cariaco en 1817 a
Barruecos en 1830, el cumanés guardó fidelidad al
Libertador. Siempre con luz propia estuvo hermanado
con el ideal bolivariano de la suprema felicidad social
e integración de los pueblos, que de alguna manera
ejemplificó en Colombia, Bolivia, Ecuador y Perú. De
carácter severo y marcial, Sucre, se le tiene como un
luchador incansable contra la dominación extranjera.
En sus años de mandato trabajó en la organización de
la Hacienda Pública, promovió la libertad de los
esclavizados, el reparto de tierras a los indios y legisló
en pro de la educación y la cultura. Antonio José de
Su
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A 192 AÑOS DEL ASESINATO DEL GRAN MARISCAL DE AYACUCHO ANTONIO JOSÉ DE SUCRE

Sucre en palabras del propio Simón Bolívar sería su años, y a un enemigo perfectamente constituido y
sucesor. Posiblemente así se explica la reforma hábilmente mandado. Ayacucho es la desesperación
constitucional de 1830 en la República Colombia, en la de nuestros enemigos. Ayacucho semejante a
se impuso como requisito indispensable para ser Waterloo, que decidió del destino de Europa, ha fijado
Presidente o Vicepresidente tener 40 años de edad, la suerte de las naciones americanas. Las
cerrándole las puertas al joven patriota ¿Esta fue la causa generaciones venideras esperan la victoria de
de su asesinato? Ayacucho para bendecirla, y contemplarla sentada en
el trono de la libertad, dictando a los americanos el
A principios de 1824 el Libertador nombró a Sucre ejercicio de sus derechos, y el imperio sagrado de la
General en Jefe del Ejército Unido Libertador del Perú. naturaleza. El General Sucre es el Padre de Ayacucho:
Pese a su concentración en la guerra, llora la muerte en es el redentor de los hijos del Sol; es el que ha roto las
Cumaná su padre don Vicente Sucre el 2 de julio. Sigue cadenas con que envolvió Pizarro el imperio de los
su ofensiva de la Sierra. Nuevamente está al frente de un Incas. La posteridad representará a Sucre con un pie
acontecimiento de gran envergadura: La batalla de en el Pichincha y el otro en el Potosí, llevando en sus
Junín. El laurel obtenido en la batalla de Junín fue de manos la cuna de Manco-Cápac y contemplando las
importancia para la próxima disputa, la batalla de cadenas del Perú rotas por su espada.”
Ayacucho. La victoria era inminente.
Al llamarle Abel de América el Libertador fue más allá
El Libertador le otorga a Sucre el comando supremo de de cualquier complaciente retórica. Era el
los ejércitos. Las acciones bélicas contra la corona convencimiento de que en Sucre se concretaba
española fueron muchas y complejas. La conquista de la franqueza y entrega por la causa emancipadora. Sucre
libertad sudamericana fue un sueño bolivariano, en el entra al Cuzco donde recibió como trofeo el Pendón
que Sucre -quien compartía sinceramente ese ideal- de Pizarro.
puso en marcha los más difíciles e interesantes
empeños. En el caso específico de la batalla de El papel destacado de Sucre en la Independencia es
Ayacucho, dice bastante. La preparación de la contienda ejemplo vivo de juventudes. Su lucha por la
final para repeler las autoridades hispanas arrancó el 6 emancipación, por el establecimiento de la tercera
de diciembre de 1824, momento en el cual el Ejército república, en el armisticio y regularización de la
Unido ocupó la pampa de Ayacucho, en las zonas guerra, en la planificación de la batalla de Carabobo,
próximas del pueblo de Quinua, Perú. En la mañana del su actuación en la campaña del Sur, su destacadísimo
9 de diciembre, los realistas iniciaron el ataque con el desempeño en la batalla de Ayacucho, su
propósito de desbordar el ala izquierda republicana, al protagonismo
tiempo que las divisiones de los generales Antonio
Monet y Alejandro González Villalobos, hacían maniobras
contra el centro y derecha del ejército comandado por
Antonio José de Sucre, para afectar a los revolucionarios
de manera simultánea. Pese al intento, los planes de los
realistas fracasaron, debido al contraataque de la reserva
republicana en la izquierda. Seguidamente, Sucre dio
instrucciones a José María Córdoba de contraatacar a los
cuerpos de Monet y Villalobos, quienes se encontraban
fuera del combate. A esto se le sumaría la reserva del
patriota cumanés, enfilando sus baterías, y obligando
finalmente a los invasores a solicitar una capitulación
que abrió la senda para la liberación del Perú y de
América toda.
No olvidemos que fue el Congreso del Perú quien otorgó
el título de Mariscal de Ayacucho y Benemérito del Perú
en Grado Eminente al general Sucre.
Simón Bolívar en su Resumen sucinto de la vida de
Sucre, -muchas veces publicado y escrito por el
Libertador en la Lima de 1825-, dice con admiración del
revolucionario oriental: “La Batalla de Ayacucho es la
cumbre de la gloria americana, y la obra del general
Sucre. La disposición de ella ha sido perfecta, y su
ejecución divina. Maniobras hábiles y prontas
desbarataron en una hora a los vencedores de catorce

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protagonismo en la liberación del Perú y el Ecuador, en
la fundación de Bolivia y el sostenimiento Colombia;
entre muchos aspectos más, hablan de un personaje de
estatura universal. Sucre fue asesinado el 4 de junio de
1830.
Para entender las razones que llevaron al asesinato del
Gran Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre,
conviene examinar someramente la situación por la que
atravesaba Colombia poco antes de decidirse su
desintegración. Por lo menos desde 1826 era una
aspiración bastante generalizada entre las élites políticas
y militares de cada sección de la República, propiciar y
lograr la separación con respecto a un Estado que en
cierto modo les había coartado sus aspiraciones
autonomistas. Por eso no son raros los movimientos de
oposición surgidos a partir de ese año en contra de la
persona que había propuesto y defendía a todo trance la
unidad colombiana: el Libertador Simón Bolívar. Llegado
el momento de la inminente separación, a Bolívar no le
quedó otro camino que aceptar el deseo de las élites
caraqueñas, bogotanas y quiteñas, y renunciar de
manera definitiva al mando. Sucre, por su parte, era
partidario de conservar la integridad colombiana,
apoyando el proyecto de redactar una nueva
Constitución que confiriera a cada una de las secciones
el status de estado confederado. Pensaba que se debía
estimular el surgimiento de un gobierno vigoroso que
garantizara la propiedad y la libertad y que diera a los
ciudadanos garantías efectivas del cumplimiento de las
leyes.
En noviembre de 1829 partió Sucre de Quito con rumbo
a Bogotá, investido como diputado por la provincia de
Cumaná al Congreso que debería reunirse para decidir el
destino de Colombia. El 20 de enero de 1830 se instaló el
llamado Congreso Admirable, teniendo como presidente
al mariscal Sucre. Allí tuvo la oportunidad de dar a
conocer sus ideas y de recomendar al Libertador que no
renunciara a la presidencia de la República hasta tanto
el Congreso no aprobara la Constitución y nombrara los
.
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magistrados. Conocida en Bogotá la resolución del
gobierno venezolano de separarse de la República, el
Congreso nombró una comisión integrada por Sucre,
José María Esteves, obispo de Santa Marta y
vicepresidente del Congreso, y el diputado Francisco
Aranda. Los comisionados debían comunicar al
gobierno venezolano las resoluciones acordadas en
favor de cada sección buscando mantener su
integridad. Ante la negativa de impedir el paso de los
comisionados más allá de La Grita, estos optaron por
regresar a la villa del Rosario de Cúcuta y esperar la
llegada de los enviados de Caraca: general Santiago
Mariño, Martín Tovar Ponte e Ignacio Fernández Peña.
Realizadas las conversaciones, entre el 18 y el 21 de
abril, sin llegarse a resultados concretos, los
comisionados emprendieron el regreso a Bogotá,
adonde arribaron el 5 de mayo. En la capital, Sucre se
enteró de la proscripción hecha contra Bolívar y de él
como su heredero político, todo lo cual lo desengañó
y lo llevó a pensar en su retiro de toda actividad
pública para dedicarse a la vida familiar al lado de su
esposa Mariana Carcelén y Larrea, marquesa de
Solana, y de su pequeña hija Teresa.
Es en marcha vía Popayán y Pasto cuando Sucre es
asesinado a traición - “por las asechanzas de estos
monstruos”- en la selva de Berruecos, sur de Colombia,
el 4 de junio, unos minutos después de las 8 de la
mañana.
Existen pruebas suficientes de que fueron los
enemigos políticos del Libertador y de todo proyecto
que implicara la continuación de la unidad
colombiana, quienes planearon y encargaron al
general José María Obando, comandante general del
Cauca, el asesinato del mariscal Sucre. Se sabe que en
Bogotá se reunía un grupo conspirador integrado por
Manuel Antonio Arrublas, Ciprián Cuenca, Ángel María
Flores, Vicente Azuero, Luis Montoya, Genaro
Santamaría y otros. Ellos se proponían disolver la
unión colombiana y crear con la Nueva Granada una
república independiente. Esto a toda costa, así
tuvieran que usar la fuerza o eliminar a las personas
Es en marcha vía
Popayán y Pasto
cuando Sucre es
asesinado a traición -
“por las asechanzas de
estos monstruos”- en
la selva de Berruecos
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necesarias. Se tienen noticias de que el general Juan
José Flores, recién encargado por una Asamblea del
mando supremo de Quito, temía que con la llegada de
Sucre la Asamblea Constituyente próxima a reunirse,
nombrara al cumanés presidente de la nueva república.
Por tal razón estuvo de acuerdo con la acción planificada
por Obando para no dejar salir a Sucre con vida de la
Nueva Granada.
Hasta Sucre habían llegado los rumores de que se
quería atentar contra su vida, sin embargo prefirió
emprender la marcha inmediata hacia Quito por la vía
de Popayán y Pasto. El 13 de mayo salió de Bogotá
acompañado por 6 persona: el diputado por Cuenca
Andrés García Téllez, el sargento de Caballería Ignacio
Colmenares, su asistente el sargento Lorenzo Caicedo, un
sirviente de García de nombre Francisco, y 2 arrieros
encargados de las bestias de carga. La lenta marcha los
llevó a pasar por varios pueblos y caseríos hasta llegar a
Popayán a fines del mismo mes. El día 28 continuaron el
viaje, no sin antes escuchar las advertencias de varias
personas sobre el peligro que corría la vida del mariscal
si seguían la marcha hacia Pasto. Mientras tanto, ya
Obando tenía las acciones previamente calculadas.
Había recibido a Manuel Guerrero, emisario secreto del
general Flores, planificando los hechos junto con el
general José Hilario López y el comandante Mariano
Antonio Álvarez. Encargaron las operaciones al coronel
Apolinar Morillo quien debería encontrarse con José
Erazo y el coronel Juan Gregorio Sarria, guerrilleros y
criminales al servicio de Obando, en el sitio denominado
Salto de Mayo, donde Erazo tenía una pequeña casa de
obligada parada. Allí mismo contrataron al resto de los
hombres: Juan Cuzco y los soldados licenciados Andrés
Rodríguez y Juan Gregorio Rodríguez.
El plan era sencillo: esperarían a los viajeros al internarse
en la selva de Berruecos y le dispararían a Sucre hasta
matarlo con «cortados», pedazos de plomo cortados a
cincel. El 1 de junio llegó la caravana al pueblo de
Mercaderes. El 2 se alojaron en Salto de Mayo,
acomodándose para descansar varias personas en poco
espacio. Allí encontraron y conocieron al temible José
Erazo. El 3 partieron hacia La Venta, donde
extrañamente se toparon de nuevo con Erazo a quien
habían dejado atrás, por lo que entraron en sospecha.
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El día 4 partieron temprano; al entrar a la selva de
Berruecos se empezaron a separar debido al camino
tortuoso. Una hora después de haber salido, en un
punto intermedio entre El Cabuyal y La Jacoba, unas
13 leguas antes de Pasto, Sucre fue asesinado de 4
disparos sucesivos dirigidos a la cabeza, el cuello y el
pecho. Al día siguiente su asistente Caicedo con la
ayuda de varias personas sepultó el cadáver en un
claro de la selva denominado La Capilla. El día 6
desenterraron el cadáver personas enviadas por
Obando, entre ellas el médico Alejandro Floot, para
verificar su fallecimiento. Enterada la marquesa de
Solanda del trágico suceso, mandó trasladar los
despojos de su esposo de manera secreta para darles
sepultura en Quito ese mismo año.
Ser un joven como Sucre -en esta época de bloqueo
y guerra contra Venezuela- es entregarse a la causa
emancipadora en pleno siglo XXI. Es ser responsable,
constructivo, proactivo, estudioso. Es abrazar el “amor
patrio” y “combatir los enemigos” para alcanzar la
Independencia. Es ser defensor de un “gobierno
propio, que anhelan sus pueblos, para que remedie
los males de las convulsiones políticas.” Es ser
partidario de “estrechar relaciones de pueblos
hermanos que, iguales en las desgracias y en la
esclavitud”. Es estar ganado a la idea de que “la
educación es un caudal mucho mejor que los bienes
de fortuna”. Ser un joven como Sucre es ser enemigo
de la injusticia, apólogo de la igualdad y la unidad de
Nuestra América. Ser un joven como Sucre es estar
consustanciado con las más altas aspiraciones
populares y al tanto del tiempo histórico actual. Ser
un joven como Sucre es un ser integral, autoformativo,
coformativo, modelo para sus semejantes, autocrítico,
ganado para el trabajo colectivo, defensor de una
nueva institucionalidad verdaderamente socialista, de
una hegemonía cultural auténticamente popular y
una praxis sinceramente revolucionaria. Ser un joven
como Sucre es ser antiimperialista, es mantener una
postura firme contra cualquier injerencia extranjera.
Ser jóvenes como Sucre es combatir por la Patria hoy,
mañana y siempre. De tal modo que, es ser como
Sucre es ser leales a la Revolución, al pueblo, y sobre
todo humildes, como nos los señaló en su momento
Hugo Chávez Frías.