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Código. 1088037710
Sinopsis
Luciano de Samosata presenta en esta obra satírica una sala bien dispuesta para quizás la subasta
Diógenes, Demócrito, Heráclito, Sócrates, Crisipo y Pirrón encarnan estos ideales de vida
filosófica que son ofrecidos por Zeus y Hermes al mejor postor. No obstante, los interesados en
la subasta quieren conocer bien lo que les están vendiendo, por lo que una pequeña exposición de
la filosofía de estos diferentes personajes, que se da generalmente a través de un diálogo con sus
Análisis Exegético
Para este análisis exegético sobre Subasta de vidas de Luciano de Samosata se pretende hacer
una caracterización de la obra a la luz de lo expuesto por Bajtín (1963) en el libro Problemas de
De esta manera se pretende abarcar este texto sacando algunos extractos que representan rasgos
importantes de la sátira menipea, valiéndose de los varios personajes propuestos por Luciano que
Introducción
Luego de que Zeus da la orden de comenzar la subasta, Hermes, desde un comienzo, deja claro a
los potenciales compradores que lo que están subastando no son los personajes que se
presentarán más adelante, sino que se subasta el tipo o estilo de vida que cada uno de ellos
representa. Además, los diferentes personajes que a continuación se van presentando dentro del
texto de Luciano, si bien son personajes históricos, no son contemporáneos entre ellos, por lo que
se puede afirmar que no hay una limitación historiográfica, lo cual constituye una de las
Pitágoras
“Comprador. — Oye, buen hombre, vete a educar al hijo de Creso; yo soy un parlanchín, no quiero ser una
Esta frase corresponde a la respuesta del supuesto comprador de Pitágoras que, tras haber
escuchado que el estilo de vida pitagórico requiere de una purificación (καθαρην) que se da por
medio de un largo silencio (άφωνίν) y tranquilidad (ήσυχίη), hace uso de la ironía, ya que uno de
los dos hijos de Creso, rey de Lidia, se cuenta que era lisiado y mudo. Este recurso irónico hace
parte de la risa que se va aumentando en la menipea. Además, se hace uso de un oxímoron, que
muestra a un príncipe, hijo de un rey poderoso, como un desdichado a causa de una enfermedad.
También cabe resaltar que este comprador que se queda con Pitágoras es un italiota de Crotona,
Diógenes
“HERMES. — ¡Eh, tú, el que está colgando la alforja, el de la camisa sin mangas, ven aquí y date una vuelta
por la sala! ¡Vendo una vida varonil, una vida excelente y notable, una vida libre! ¿Quién está dispuesto a
comprarla?
COMPRADOR. — Heraldo, ¿tú qué dices? ¿Que vendes a un hombre que es libre?”
Nuevamente se hace uso de un oxímoron donde Diógenes que está siendo vendido como esclavo
es un hombre libre (ελεύθερον) o bien se dice que él siente que es un hombre libre. Este
estado desastroso, que anda cabizbajo y con el ceño fruncido y que vive y ofrece una vida de
indigencia como camino hacia la felicidad, siendo este último elemento una conducta excéntrica.
Este personaje también encarna una experimentación psicológica-moral, ya que el Diógenes que
aquí se presenta pareciera estar en un estado inhabitual y de demencia, puesto que dice
Demócrito
“COMPRADOR. — ¿Cómo dices? ¿Te burlas de todos nosotros y te importan un pepino nuestros asuntos?
DEMÓCRITO. — Así es. Nada que justifique tantos afanes hay en ellos; todo es un vacío y un
COMPRADOR. — Tú sí que estás de verdad vacío e infinitamente ido. ¡Maldita sea!, ¿no
Luciano recurre otra vez al elemento de la risa que, como anota Bajtín, se aumenta en la sátira
“COMPRADOR. — Oye tú; enigmático es lo que dices, o ¿es que me estás proponiendo adivinanzas? Así de
alguien que no para de reír y al segundo como alguien que no para de sollozar. Sin lugar a duda,
este es un elemento de sincrisis que compara estas dos personalidades aparentemente diferentes
pero que a la vez confluyen en un igual desinterés por los asuntos de los hombres. También se
Sócrates
SÓCRATES. — Habito una ciudad que he modelado a mi medida, me rijo por una constitución extranjera y
La puesta en escena de la figura de Sócrates en esta obra de Luciano parece ser una crítica a la
Apología de Sócrates, donde él aparece en medio del escenario jurídico ateniense pretendiendo y
pidiendo ser juzgado y tratado como un extranjero en su propia tierra. Por esa razón Sócrates
tiene una forma muy singular de llevar el juicio, totalmente desapegada a la tradición jurídica
ateniense, por lo que esta sátira habla de un Sócrates que ha moldeado la ciudad a su medida. La
persona de Sócrates ha sido y sigue siendo objeto de estudio por la gran influencia que ejerció,
por lo que se puede decir que incluso hoy en día es un tema de actualidad, y, de igual manera en
la época de Luciano de Samosata, con mayor razón. También se puede decir que esta obra en la
que aparece Sócrates corresponde a una reacción y a una puesta a prueba de esta ideología que
Crisipo
CRISIPO. — Los entresijos de las palabras con los que atrapo a los que se dirigen a las masas y les cierro la
boca y los hago callar, poniendo en torno a su boca el bozal. A esa capacidad se le da el nombre de «famoso
silogismo»”
Crisipo, el estoico, es representante de una vida virtuosa y de una lógica, aunque se puede
afirmar que corresponde más a una retórica, puesto que por medio de silogismos “demuestra”
cosas absurdas. Este personaje parece saber utilizar un lenguaje retórico, sofístico, lógico y
filosófico, de modo que se empiezan a intercalar ciertos géneros. También hay un elemento
usurero.
Pirrón
“HERMES. — Queda el escéptico ése. ¡Tú, Pirrias, acércate y que al instante te ofrezcan en
PIRRÓN. — Nada.”
Finalmente, esta sátira concluye con una burla al sistema filosófico escéptico, representado por
Pirrón. En este último diálogo Luciano trata de hacer nuevamente uso del elemento de la risa
para exponer un escepticismo que duda hasta de que haya sido vendido.