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lois andres fuentes chamorro

LA CIUDADANÍA ACTIVA Y RESPONSABLE


Todas las semanas participamos o presenciamos manifestaciones en la calle de la
ciudadanía, expresión soberana de la democracia. Es una de las formas que tiene un pueblo
democrático de decir al gobierno “no estamos de acuerdo con lo que está pasando”. Lástima
que diez mil personas tengan que pagar con los malos modos de cien. Bien es cierto que,
según quien gobierne, los efectos serán más o menos inmediatos y las respuestas se servirán
más o menos de esos malos modos de esa ínfima minoría para desacreditar la expresión
ciudadana. Pero no por eso debemos permitirnos el lujo de, simplemente, aceptar esos
mensajes cargados de demagogia como respuesta y creernos que manifestarnos en la calle
no sirve de nada, o que el mal uso de esta herramienta democrática nos deba llevar a
desistir. Sigamos saliendo a la calle para decir “NO”, pero no nos quedemos ahí.
Argumentemos claramente por qué “NO”. Y qué mejor que la palabra templada y bien
argumentada con hechos objetivos, con la expresión de una visión del “debe ser” libre de
juicios y prejuicios.

Hace unos días, profesores, padres y alumnado se manifestaron por todo el país para
expresar su indignación ante tan injustos recortes en Educación, herramienta fundamental
que nos pone al alcance el conocer, el saber ser y estar, obligación y derecho de la totalidad
en una democracia.

Incluire aquí como ejemplo que creo de buena práctica de ciudadanía crítica y responsable,
la respuesta argumentada de una profesora de secundaria ante la sentencia enjuiciadora y
no argumentada de todo un ministro:

"La mayoría de mis alumnos no han venido hoy a clase. Según el ministro de educación, sus
padres son unos irresponsables por permitir a sus hijos que pierdan un día de clase. Pero,
señor Wert, uno aprende a diario y hay lecciones que se aprenden en la calle.

Hoy es un día en el que en lugar de aprender matemáticas o música, mis alumnos van a
aprender que su educación es algo tan valioso que hay que defenderlo. Un día en el que van
a poner en práctica esa política del esfuerzo que tanto gusta al Partido Popular uniéndose de
nuevo a la lucha por la escuela pública que se prolonga de manera intensiva desde hace ya
más de un año. Un día en el que van a aprender que la escuela somos todos porque la
comunidad educativa nace de la unidad de los que tenemos algo en común: el educar y en
este proceso forman parte los alumnos, las familias y los profesores, pero también el resto de
la sociedad. Un día sin clase en el que aprender a valorar lo que han perdido en unos meses:
muchos de sus profesores despedidos, las ayudas a los libros, becas de estudios, el comedor
escolar, los desdobles y las clases de apoyo, tener sustitutos para sus profesores enfermos,
etc. Un día en el que reflexionar sobre la nueva ley educativa que se nos viene y que será la
pedrada final al sistema. Un día en el que aprender que su futuro va a depender en buena
medida de la calidad de la educación que reciban hoy. Así visto, un día dentro del aula a
cambio del resto de días de su vida no parece tanto, ¿verdad, señor Wert?
Sin embargo, según palabras del ministro, los padres que hoy no han llevado a sus hijos al
colegio o les han animado a quedarse en casa y no ir al instituto no cumplen con la
"obligación que tienen los padres de procurar la mejor educación para sus hijos". Si unos
padres que deciden que su hijo "pierda" 1 día de clase para protestar contra los recortes en
la educación pública no están cumpliendo con su obligación de educar, ¿qué pasa entonces
con esa administración que ha tardado 34 días en mandar un profesor de música para que dé
clase a mis alumnos? ¿Es eso cumplir con su obligación de procurar la mejor educación
para nuestros hijos?

Los vagos profesores apoyamos plenamente a esos padres irresponsables que han permitido
que los antisistema de sus hijos no vengan hoy a clase. Los ataques a la escuela pública han
llegado a tal punto de insostenibilidad que ya casi todos queremos ser sinwertgüenzas,
porque no nos da vergüenza denunciar el robo que se hace a lo público y porque queremos
un sistema educativo en el que no haya lugar para Werts.

si hablamos de constitución uno de esos aspectos sería derecho a la educación para


construir ciudadanía puesto que al edificar no solo a los padres sino también a los hijos es
un a forma de ver cómo se desarrolla la educación

colombia es un país social de derechos democráticos y participativos ( artículo 1 )

2.los ciudadanos pueden elegir y ser elegidos (artículo 40 )

la educación como ayuda para el desarrollo de las prácticas democráticas para el


aprendizaje de los principios de participación ciudadana

las leyes que nos permiten participar activamente en el desarrollo (ley 375 de 1997)para los
jóvenes
en el ámbito escolar (ley 115 de 1994

Educar es "llevar a lo alto", "elevar", "llevar a su pleno desarrollo"... Ésa es la apuesta: poner a
disposición los medios que posibiliten desarrollar la personalidad y las competencias de cada
persona, dando a entender al mismo tiempo cómo integrarse a la vida colectiva, cómo ocupar su
lugar dentro de la humanidad toda.

La educación está al servicio de esta exigencia a través de tres "misiones" esenciales:

- el aprendizaje de los conocimientos, de los saberes

- la adquisición de capacidades, de competencias profesionales

- la búsqueda de medios para entrar en relación, para construir la relación con el otro basándose en
el respeto, la solidaridad y la justicia.

Esta educación "para la ciudadanía" se inscribe dentro de un proceso general que apunta al
aprendizaje de los valores necesarios para construir la paz: capacidad para comprender y aceptar la
complejidad, para reconocer la dignidad de todos, cooperar con el prójimo, establecer el compromiso
transparente y la confianza, etc. Esto también es educar para la paz.
otro de los aspectos de nuestra constitución es la agenda de paz es la ley 434 de 1998
para concluir
El reconocimiento de las diferencias de cada colectivo es esencial para el proceso democrático y para
la ciudadanía y se dio en gran medida por la organización de las personas en movimientos civiles y
por su participación activa en la construcción de la ciudadanía.

Se miramos ampliamente a lo largo de la historia de las sociedades, podemos sin duda reconocer que
muchas e importantes conquistas y redefiniciones de derechos se han dado en la construcción de ésta
sociedad que queremos cada vez más incluyente. Pero, no hablamos sólo de la actuación de los
grandes movimientos sociales visibles, reconocidos e inscriptos en los diferentes medios de
comunicación. La ciudadanía viene siendo construida también desde muchos otros ámbitos, más
íntimos y menos masivos.

La ciudadanía viene siendo construida en nuestros cuerpos, en la forma como vivimos nuestro cuerpo
físico, como construimos nuestras imágenes de Ser, de ser hombre o ser mujer, con la forma como se
construyen y viven los cuerpos en la sociedad, en la intimidad, en las relaciones.

La ciudadanía viene siendo construida en nuestras tradiciones, en nuestra posibilidad de


practicarlas, negarlas o transformarlas. Viene siendo construida en nuestros movimientos y
desplazamientos, que por veces nos llevan muy lejos, geográfica y emocionalmente, de nuestros sitios
de origen. Solos, solas, o en compañía de familiares, amigos, conocidos, empleadores, tenemos que
aprender cómo se vive y se construye la ciudadanía en los nuevos países, ciudades y barrios a los que
llegamos, tenemos de reconocer la ciudadanía que trajimos y reaprender una nueva con los otros y
otras con que ahora habitamos.

La ciudadanía acontece en la escuela, en la casa, en nuestro tiempo libre, en la vida política, en


nuestra vida con los otros y las otras. Acontece también en nuestras relaciones de género, en cómo
vivimos y convivimos con la diversidad de las personas que nos rodean, acontece en nosotros y
nosotras, ya sea solos/as u organizados en los diversos grupos en que estamos insertados.

La ciudadanía no es nunca una forma acabada de vivir en sociedad, se actualiza constantemente, se


viene transformando constantemente a lo largo de los últimos años, décadas, siglos. Y seguirá
transformándose, pues a pesar de las herencias que guarda, no es un destino, es una construcción que
nos implica a todos y a todas, ya sea separando la basura, disfrutando de licencias de paternidad y
maternidad, participando en las fiestas mayores del barrio, no siendo indiferente a la discriminación
de una persona, ejerciendo el derecho al voto, participando en movimientos sociales, etc.

La participación ciudadana es fundamental para que sigamos construyendo ciudadanías cada vez
más incluyentes, y por eso necesitamos que no sea condicionada por factores de género, de clase, de
origen, de pertenencia étnica o geográfica, de orientación sexual.

Para construir una ciudadanía equitativa tenemos que reconocer las diferencias y redistribuir la
riqueza de una forma equitativa, promoviendo mecanismos que promuevan la participación de los
grupos que a ella no tienen acceso. La ciudadanía no es un aprendizaje natural o genética de los
seres humanos, necesitamos construir, aprenderla, adaptarla, integrar.
En este sentido, entendemos que el sistema educativo tiene una fuerte tarea en la educación para la
ciudadanía, pero somos conscientes que esta cruza todos los ámbitos de nuestra vida, pues es un
conjunto de acciones y de prácticas educativas orientadas a la transformación de nuestros valores y
actitudes, nuestras formas de pensar, nuestras acciones y nuestras formas de relacionarnos con los
otros y otras, para contribuir a la justicia, a la equidad social, a la conservación de los ecosistemas y
al respeto de los Derechos Humanos en nuestro entorno inmediato o en cualquier lugar del planeta.

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