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Carl Nielsen

(Carl August Nielsen; Sortelung, 1865 - Copenhague, 1931)


Compositor danés que destacó por sus composiciones
premeditadamente simples. Entre 1884 y 1887, estudió en el
Conservatorio de Copenhague y después realizó diversos viajes
de estudio a Alemania, Austria, Francia e Italia.

Carl Nielsen

Regresó a Copenhague, donde fue violinista de la orquesta del


Teatro Real, y en el que, entre 1908 y 1914, fue director de
orquesta. En 1916 fue nombrado profesor del Conservatorio de
la capital danesa, centro que dirigió en 1931. Entre 1915 y
1921 fue director de orquesta de la sociedad Musikforeninger,
en la que dio a conocer gran parte de sus composiciones.

Escribió seis Sinfonías, en las que se deja ver su evolución


musical. En las dos primeras (1892 y 1902) sigue la forma
clásica del género. En la tercera (Expansiva, 1911) sigue el
elemento formal clásico pero el tema y los ritmos son ya
personales. En la cuarta (Lo inextinguible, 1916) dio gran
originalidad y dinamismo a sus ritmos. La quinta (1922) es la

más larga, aunque sólo presenta dos movimientos, y la sexta


(Sinfonía semplice, 1925) tiene carácter de música de cámara.

Fue autor de las óperas Saul og David (1901), con grandes


coros polifónicos, y Maskerade (1906), de carácter cómico.
Realizó también dos grandes libros de canciones destinados a
la escuela y a la familia.

En la biblioteca municipal de Leipzig se conservan aún los


antiguos legajos que contienen las listas de exequias realizadas
en el siglo XVIII. Uno de estos viejos papeles nos informa
escuetamente del siguiente hecho, en apariencia banal: "Un
hombre de sesenta y siete años, el señor Johann Sebastian

Bach, Kapellmeister y Kantor en la escuela de la Iglesia de


Santo Tomás, fue enterrado el día 30 de julio de 1750". La
modestia y simplicidad de esta inscripción, escondida entre
otras muchas tan insignificantes como ella, nos parece hoy
incomprensible al considerar que da fe del fallecimiento de uno
de los más grandes compositores de todos los tiempos y, sin
duda alguna, del músico más extraordinario de su época.

Johann Sebastian Bach

La brevedad de estas líneas demuestra con toda claridad el


trágico destino de un hombre que fue radicalmente
subestimado en su época: pocos reconocieron al gran músico y
nadie supo ver al genio. Tras su silenciosa muerte, la labor de
quien había dedicado toda su existencia a crear honesta y
laboriosamente una excelsa música en alabanza del Creador
fue olvidada por completo durante más de cincuenta años,
hasta que, tras ser publicada la primera biografía del músico,
otro compositor, Mendelssohn, rescató su obra para sus
contemporáneos al dirigir apoteósicamente su Pasión según

San Mateo en Berlín en 1829, hecho que constituyó un


acontecimiento nacional en Alemania.

Una saga de músicos

Johann Sebastian Bach nació el 21 de marzo de 1685 en


Eisenach (Turingia). Su familia era depositaria de una vasta
tradición musical y había dado a lo largo de varias
generaciones un buen plantel de compositores e intérpretes.
Durante doscientos años, los antepasados de Bach ocuparon
múltiples cargos municipales y cortesanos como organistas,
violinistas cantores y profesores, aunque ninguno de ellos
llegaría a alcanzar un especial renombre. Sin embargo, su
apellido era en Turingia sinónimo de arte musical; hablar de los
Bach era hablar de música.

Johann Sebastian siguió muy pronto la tradición familiar. Su


padre, Johann Ambrosius, comprendió rápidamente que tenía
ante sí a un niño especialmente dotado y consagró mucho
tiempo a su enseñanza. El ambiente de la casa paterna era
modesto, sin llegar a las estrecheces de la pobreza y, por
supuesto, estaba impregnado de una profunda religiosidad y
entregado a la música. Al cumplir Bach los nueve años murió
su madre, Elisabeth, y, como era frecuente en la época, Johann
Ambrosius volvió a casarse a los pocos meses para poder
afrontar el cuidado de sus hijos. Pero tres meses después de la
celebración de su segundo matrimonio, el 20 de febrero de
1694, también murió Johann Ambrosius, y la viuda solicitó
ayuda al hijo mayor de su marido, Johann Christoph, ya
entonces organista en Ohrdruf, quien se hizo cargo de sus dos
hermanos más pequeños, Johann Jacob y Johann Sebastian,
acogiéndolos en su casa y comprometiéndose a darles la
obligada formación musical.

Johann Ambrosius Bach, padre del compositor

El niño era aplicado, serio e introvertido. Además de la música,


sentía una viva inclinación por la lengua latina, cuya estructura
rígida y lógica cuadraba perfectamente con su carácter, y por la
teología. Estas materias, tamizadas por una intensa educación
luterana, acabarían por modelar completamente su
personalidad y convertirse en los sólidos fundamentos de su
existencia y de su fuerza creadora. El propio Johann Christoph,
que había sido discípulo de Pachelbel, se convirtió en maestro
de órgano del niño.

No parece, sin embargo, que se diera plena cuenta de la


genialidad de su hermano menor, si consideramos la famosa
anécdota transmitida por el propio Bach a su hijo Carl Philipp
Emmanuel: Johann Christoph prohibió al niño estudiar un libro
que contenía las más famosas piezas para clave de su tiempo,
con obras de Froberger, Kerll y Pachelbel, libro que Bach logró
transcribir a escondidas, de noche y a la luz de la luna.
Descubierto el «crimen», Johann Christoph destruyó la copia.
La que iba a ser su segunda esposa y cronista de la familia,

Anna Magdalena Wilcken, que también narra el episodio,


afirma que Johann Sebastian se lo contó «sin manifestar el
menor resentimiento contra la dureza de su hermano». Anna
Magdalena era menos benévola y, llevada por su fidelidad y
amor a Johann Sebastian, pretendía achacar la ceguera final
del compositor al esfuerzo que realizó de niño, por haber
transcrito aquellas partituras «prohibidas» a la sola luz de la
luna.

Años de formación

Hasta que pudo desarrollar todas sus capacidades pasaron aún


varios años de duro aprendizaje y preocupaciones cotidianas.
Desaparecidos sus progenitores, el salario del hermano
resultaba escaso y la casa demasiado pequeña para una familia
cada vez más numerosa. Johann Christoph hizo ingresar a sus
hermanos en el Gimnasium de Ohrdruf, donde Bach acabó el
primer ciclo de estudios en 1700, con un adelanto de dos años
sobre el resto de sus compañeros, recibiendo además un
sueldo de diecisiete talegos al año (cantidad suficiente para
pagar su manutención) como miembro del coro, donde cantaba
con hermosa voz de soprano infantil. En marzo de 1700 el
muchacho, que entonces contaba quince años de edad, marchó
a Lüneburg, a 350 kilómetros de Ohrdruf, para ingresar en el
coro de la Ritterakademie, con sueldo suficiente para su
mantenimiento suplementario y hospedaje en el internado.

Este cambio supuso también la posibilidad de ampliar en


extensión y profundidad sus conocimientos musicales. En
Lüneburg recibió la benéfica influencia del Kantor, pero sobre
todo la del organista titular, Georg Böhm. Desgraciadamente, a
los pocos meses de su llegada le cambió la voz y tuvo que
ganarse la vida como músico acompañante y profesor de
violín. Su nueva situación, sin embargo, le permitió
desplazarse libremente a Hamburgo para completar su
formación con Adam Reincken, que, pese a su edad, era uno
de los más reputados organistas en activo de su tiempo.
También frecuentó la corte de Celle, en cuya orquesta tocó
como violinista por invitación de Thomas de la Selle,
familiarizándose entonces con los compositores y las formas
musicales francesas. De esta época de actividad y entusiasmo

data su primera cantata, género que frecuentaría a lo largo de


su vida.

Una energía aparentemente ilimitada y una fortaleza anímica


desbordante son los rasgos esenciales de la personalidad de
Bach. Sin estos valores y sin su profunda religiosidad nunca
hubiera podido soportar los duros golpes que el destino le tenía
reservados. En 1702 terminó el segundo ciclo de estudios
escolares, y determinó llegado el momento de aspirar a un
puesto estable. Tras algunos frustrados intentos de ganar una
plaza como organista, fue finalmente admitido en marzo de
1703 como violinista del duque de Weimar. Su gran religiosidad
o sus dotes de organista le hicieron aspirar a otro puesto: el de
organista en Arnstadt, cuyo decreto de nombramiento fue
firmado por el conde Anton Günther el 9 de agosto de 1703.
Johann Sebastian contaba dieciocho años.

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Pero para las autoridades no era fácil tratar con un hombre


impetuoso y excitable que despreciaba las normas establecidas
y frecuentemente se mostraba colérico y caprichoso. Ya a los
dieciocho años, mientras trabajaba como organista en
Arnstadt, se había permitido el lujo de prolongar sus
vacaciones durante dos meses: se encontraba en Lübeck
escuchando extasiado al gran maestro Buxtehude y no estaba
en absoluto dispuesto a renunciar a tan extraordinario placer.
El consistorio de la ciudad se vio obligado a amonestarlo y

aprovechó la oportunidad para hacerle algunos reproches


referentes a su también poco sumisa actitud en materia
musical: "El señor Bach suele improvisar muchas variaciones
extrañas, mezcla nuevas notas en piezas escritas y la
parroquia se siente conf

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