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1. La excepción
Monroy considera a la excepción como «un instituto procesal a través del cual el
emplazado ejerce su derecho de defensa denunciando la existencia de una relación
jurídica procesal inválida por omisión o defecto en algún presupuesto procesal, o el
impedimento de pronunciarse sobre el fondo de la controversia por omisión o defecto en
una condición de la acción». (Ídem)
Hoy, reivindicando la acepción literal, una excepción será dilatoria cuando al ser
amparada
determine que el juez -en la misma resolución en que funda la excepción- le conceda al
demandante un plazo para que subsane el defecto advertido en la excepción interpuesta.
Por otro lado, las excepciones serán perentorias cuando al ser amparadas producen el
efecto de dar por concluido el proceso. Sin embargo, estas excepciones con efecto
perentorio admiten una subclasificación. Así, serán perentorias simples cuando sólo
afectan el curso del proceso en donde han sido amparadas, pero no tocan siquiera la
pretensión del demandante, quien podrá intentarla nuevamente en un nuevo proceso en
donde no cometerá el error que le costó la conclusión del anterior. Es el caso de las
excepciones de incompetencia, representación defectuosa del demandado, falta de
agotamiento de la vía administrativa, entre otras. (Ídem)
Las excepciones perentorias complejas, al igual que las simples, acaban con el proceso
en donde han sido amparadas, sin embargo, en el caso de éstas, adicionalmente ratifican
la imposibilidad jurídica de que el demandante pueda intentar exigir la misma pretensión
contra el mismo demandado en otro proceso. No es que las perentorias complejas
afecten la pretensión, lo que pasa es que ésta ya se vio afectada antes del amparo de la
excepción, lo que ocurre es que al declararse fundada una perentoria compleja se hace
evidente, por así decirlo, la afectación definitiva de la pretensión. Este es el caso de las
excepciones de desistimiento de la pretensión, cosa juzgada, conclusión por
conciliación o transacción, entre otras. (Ídem)
3. Excepciones proponibles
Artículo 446.- Excepciones proponibles
1.- Incompetencia;
7.- Litispendencia;
11.- Caducidad;
3.1. Incompetencia
Si los menores de dieciséis años, salvo para aquellos actos determinados por la ley, son
considerados absolutamente incapaces (art. 43 CC). El demandante o su representante
deberían tener quince años o menos para encontrarse inmersos en esta causal que
habilita al demandado a plantear una excepción por incapacidad absoluta de ejercicio,
incapacidad procesal en el caso concreto, es decir la imposibilidad del demandante o de
su representante de formular una pretensión procesal.
hecha al demandado o a quien se afirma representa a este. (Monroy Gálvez, 1994, pp.
125-126)
En definitiva, resulta evidente que quien en virtud de su derecho acción solicita la tutela
jurisdiccional del Estado deba identificarse a sí mismo (demandante); identificar de quien
solicita cumpla una obligación con prestación de dar, de hacer o de no hacer en su favor
(demandado); identifique lo que está solicitando (pretensión), esto las razones que lo
llevan a pedir la intervención de un tercero que le solución a su conflicto de intereses,
aplicando el derecho objetivo, que le puede causar un perjuicio.
La legitimidad para obrar alude a la “posición habilitante para ser parte del proceso” y
puede ser ordinaria o extraordinaria. Y en cualquiera de esas categorías puede ser activa
(en el caso del demandante) y pasiva (en el caso del demandado). (Sotero Garzón, 2016,
p. 656)
La legitimación procesal viene a ser la aptitud que tiene la persona para obrar
directamente en un proceso, ya sea como demandante o como demandado. Estas
aptitudes que deben tener las partes se relacionan íntimamente con los presupuestos
procesales, en especial con aquellos que se exigen para el ejercicio de la acción.
(Ledesma Narváez, 1994, p. 459)
En suma, la legitimidad para obrar involucra a que la mismas partes que tengan un
conflicto en el terreno de los hechos (relación jurídico material) comparezcan a un
proceso (relación jurídica procesal), como demandantes y demandados, por tener el
problema entre ellas entablado necesidad de tutela y relevancia jurídica.
3.7. Litispendencia
Para terminar, esta excepción lo que permite al demandado es denunciar que el interés
para obrar del demandante ya no existe, dado que lo hizo valer en el anterior proceso, en
donde quedó totalmente agotado al haberse expedido un pronunciamiento definitivo
sobre el fondo de la controversia. (Ídem)
En definitiva, la cosa juzgada conlleva a: 1. que la decisión a la que arribó el juez no pueda
ser más discutida, 2. que lo resuelto sea cumplido por el obligado o se haga cumplir por
el Estado y 3. que no exista más necesidad de tutela jurídica, es decir, se haya
desvanecido el interés para obrar.
Con ella el demandado manifiesta al juez que el demandante -antes del actual proceso-,
inició otro en el cual decidió renunciar definitivamente a continuar haciendo uso del
órgano jurisdiccional contra el mismo demandado y sobre la misma pretensión. Por esta
razón, a3endiendo a una declaración expresa de renunciabilidad definitiva de su
pretensión, el demandante -en opinión del excepcionante- no puede iniciar otra demanda
contra él, precisamente porque ya no tiene interés para obrar, ya lo agotó en el anterior
proceso en el cual se desistió de su pretensión. (Monroy Gálvez, 1994, pp. 126-127)
En lo sucesivo las mismas partes no podrán promover otro proceso por el mismo objeto y
causa. En caso de intentar un nuevo litigio con las identidades descritas, el demandado
podría oponer la excepción del desistimiento de la pretensión con la prueba documental
de la existencia del proceso donde exista la resolución que admite dicho desistimiento,
pero siempre y cuando hubiese operado dicho desistimiento en un proceso contencioso.
(Ídem)
Por tanto, el desistimiento de la pretensión consiste en la renuncia del demandante de un
derecho material por ya no tener necesidad de tutela jurídica (interés para obrar), dando
con ello por concluido el conflicto trabado con el demandado.
Por falta de interés para obrar, el demandado puede deducir excepciones alegando que
en un anterior proceso llegó con el demandante a un acuerdo en el cual, ante un órgano
jurisdiccional, aceptaron la propuesta de acuerdo que este -el órgano jurisdiccional- les
hizo, es decir, conciliaron; o que antes del proceso o durante el transcurso de uno anterior,
llegó con el demandante a un acuerdo sobre sus diferencias patrimoniales, otorgándose
ambos concesiones recíprocas, es decir, transigiendo. Como es evidente, si alguna de las
dos situaciones antes descritas se producen no queda duda que no puede iniciarse otro
proceso para discutirse las pretensiones que fueron conciliadas o transigidas. (Monroy
Gálvez, 1994, p. 127)
3.11. Caducidad
En una demanda hay cuando menos una pretensión, es decir, una manifestación de
voluntad por la que alguien exige algo a otra. Por cierto, para que tal pretensión pueda
estar contenida en una demanda judicial, es necesario que tenga como fundamento un
derecho reconocido en el sistema jurídico. La caducidad es una institución del derecho
material referida a actos, instituciones o derechos, siendo en este último caso de uso
más común e interesante para el proceso. Se caracteriza porque extingue el derecho
material como consecuencia del transcurso del tiempo. (Monroy Gálvez, 1994, p. 127)
En suma, la caducidad consiste en la extinción del derecho que sirve de base a una
pretensión por el paso del tiempo.
se prometió en el convenio arbitral (art. 18 del D. Leg. 1071). (Sotero Garzón, 2016, p.
660)
Es decir, el pacto privado por medio del cual cual las partes deciden someter a la
jurisdicción arbitral los eventuales conflictos que puedan surgir entre ellas (convenio
arbitral), excluye la jurisdicción del juez natural siempre y cuando el demandado lo
advierta y plante la excepción de convenio arbitral, caso contrario se presumirá iuris
tantum la renuncia al fuero arbitral.
Con relación a los plazos hay que tener en cuenta que en los procesos de conocimiento
los plazos se fijan en 10 días, conforme los incisos 3 y 4 del artículo 478 del CPC; en los
procesos abreviados se fijan en 5 días, según los incisos 3 y 4 del artículo 491 del CPC;
en el caso de los procesos sumarísimos, estas se interponen al contestar la demanda
(ver el artículo 552 del CPC).
Devis Echandía considera al documento como objeto de percepción. Señala «el juez
necesita percibir el documento, para asumirlo como medio de prueba. Esas percepciones
sensoriales pueden ser diversas: visuales, para verificar la clase de materia que lo forma,
como papel o tela o plástico o cuero, etc., la clase de escritura o de dibujo empleado y el
material que se utilizó para escribir o dibujar (tinta, pintura, lápiz, máquina de escribir o de
imprimir etc.); olfativas, para conocer si contiene o no perfumes u olores nauseabundos,
si está impregnado o no de cierto olor propio del lugar, del recipiente, caja o cartera en
donde se presume que estuvo guardado y el olor propio de la clase de papel empleado;
auditivas, cuando interesa precisar el ruido que puede percibir al ser rasgado el
documento o estrujado en una mano o dejado caer al piso». (Ídem)
Una vez consentido o ejecutoriado el auto que declara fundada alguna de las
excepciones enumeradas en el Artículo 446, el cuaderno de excepciones se agrega
al principal y produce los efectos siguientes:
3.- Suspender el proceso hasta que el demandante subsane los defectos señalados
en el auto resolutorio y dentro del plazo que este fije, si se trata de la excepción de
oscuridad o ambigüedad en el modo de proponer la demanda.
5.- Anular lo actuado y dar por concluido el proceso, si se trata de las excepciones
de incompetencia, representación insuficiente del demandado, falta de agotamiento
de la vía administrativa, falta de legitimidad para obrar del demandante,
litispendencia, cosa juzgada, desistimiento de la pretensión, conclusión del proceso
por conciliación o transacción, caducidad, prescripción extintiva o convenio arbitral.
7. Procesos idénticos
Hay identidad de procesos cuando las partes o quienes de ellos deriven sus
derechos, el petitorio y el interés para obrar, sean los mismos.
Los hechos que configuran excepciones no podrán ser alegados como causal de
nulidad por el demandado que pudo proponerlas como excepciones.
Cada etapa del proceso tiene un tiempo para ser cumplida y se realiza en forma sucesiva,
de tal manera que al vencer el plazo fijado para cada etapa ella queda cerrada y no puede
volverse a abrir. Bajo ese contexto decimos que una de las etapas en el proceso para
albergar el cuestionamiento de parte, a la validez de la relación procesal es la
postulatoria. La excepción se constituye en el medio de defensa que debe emplear el
demandado para paralizar el ejercicio de la acción o destruir su eficacia, fundada en una
omisión procesal o en una norma sustancial. (Ledesma Narváez, 2008, p. 526)
La denuncia de esos hechos como excepción está sujeta a preclusión, de tal manera que
luego no puede ser alegado como causal de nulidad. Mediante la preclusión se cierra el
paso a la inseguridad jurídica en el desarrollo del proceso. Esto se explica porque las
formas no tienen por sí mismas una finalidad, sino que sirven de manera inmediata para
garantizar el debido proceso, excluyendo toda posibilidad de volver a debatir o cuestionar
lo actuado. Ello no implica que las nulidades no denunciadas en su momento por el
demandado puedan ser apreciadas por el juez de oficio, en el despacho saneador,
conforme lo permite inciso 3 del artículo 465 del CPC. (Ídem)
9. Conclusiones
Las excepciones que pueda interponer el demandado en caso de ser dilatorias admitirán
la subsanación del defecto por el demandante pero de ser perentorias darán por
concluido el proceso. Si son perentorias simples dan por concluido el proceso pero el
demandante podrá volver a interponer la misma pretensión en un proceso distinto, en
cambio de ser perentorias complejas imposibilitará indefinidamente al demandante de
interponer la susodicha pretensión.
10. Bibliografía
SOTERO GARZÓN, Martín (2016). «Comentario al artículo 446 del Código Procesal Civil».
En: Código Procesal Civil comentado por los mejores especialistas. Análisis y
comentarios artículo por artículo, Tomo III, pp. 649-662.
MONROY GÁLVEZ, Juan (1994). «Las excepciones en el Código Procesal Civil peruano».
En: Themis, n. 27-28, pp. 119-129.
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