Está en la página 1de 47

Introducción

Esta historia fue hecha para poder desahogar todo lo que sentí y siento de mi
anterior relación.
La inspiración simplemente fue fluyendo, un momento de creatividad que
simplemente se dio cuando más me estaban atormentado todos esos
sentimientos, pero como es de esperarse le añadí ciencia ficción porque como
buen fanático que soy de este género no pude evitar añadírselo, además le ha
agregado un buen toque a la historia.
No todo plasmado como tal, porque entonces no sería una historia de suspenso y
ciencia ficción, sino solo de amor y decepciones por lo que no me convencía
mucho, ya que ya hay muchas novelas juveniles de este tema.
Quise hacer algo diferente, pero que de igual manera capturara la atención al
iniciar la historia.

Abstract
Título: 22 el enigma
La historia tendrá algo de realismo, pero también incluirá ciencia ficción, aparte de
esos géneros también estarán el suspenso y amor.
La historia se centra en un contexto futurista en Japón, donde ocurrirán una serie
de asesinatos que la policía no ha podido resolver.
Un periodista se ve involucrado en este caso. Él conoce a una mujer muy
inteligente, amable y bonita, termina enamorándose de ella; lo que no sabe es que
la mujer es muy cercana al autor de estos crímenes.
22
El enigma

Alejandre Rueda Oliver Vlad

EDICIONES IMPALA
Prólogo

¿Qué hay detrás de la ventana? Un mundo entero, y más allá una galaxia,
un universo, un infinito. Pero eso es lo tangible, real e innegable, lo que toda
la humanidad (o al menos la parte más avispada) tiene como conocimiento.
Conocimiento que ha ido adquiriendo de manera externa, no es suyo
realmente, solo es una fotocopia borrosa del arduo trabajo de alguien más.
Es imposible no soltar una carcajada al pensar que el ser humano busca
sinónimos demasiado maquillados para su mediocridad, el bienestar
emocional, ante todo. ¿No es así?

Sin embargo, eso no aplica conmigo, no soy como los demás, nunca lo he
sido, y hasta hace unos cuantos días he descubierto con extrema amargura
que nunca lo seré. El conocimiento que llevo como bandera no se aprende
en el mundo real porque simplemente no pertenece a él, y yo tampoco, soy
un fallo, un error, un defecto; incluso si he de morir seguiré estando fuera
de ese mundo, esa galaxia, ese universo, ese infinito, no estoy por debajo de
él, ni siquiera por encima, simplemente no estoy dentro.

¿Qué hay verdaderamente detrás de la ventana? Aún lo desconozco, pero si


algo sé con completa seguridad es que no estoy yo.
Solsticio

Fue entonces cuando los dos contadores llegaron a cero, los días sin que se
produjera algún tipo de percance en los laboratorios farmacéuticos Jinkaku,
y los de la vida del director del área de psiquiatría, Hikari Koizumi. Para el
público en general, al igual que sus antiguos compañeros de trabajo, se
había tratado de un suceso inintencionado, un mero accidente.

O al menos así lo había manejado desde un inicio Henzai, empresa líder en


Japón, y dueña de los laboratorios. Mantenía la situación bajo control,
desviaba cualquier sospecha por parte de los curiosos y conseguía que los
reflectores apuntaran a otra dirección. El asunto pasaba a ser de manejo
interno, tan confidencial que, dependiendo de la gravedad del mismo, podría
ser archivado para siempre, el mundo de afuera seguiría girando, y la
existencia del director sería equivalente al aleteo de un colibrí, fugaz, efímera
e insignificante.

Sin embargo, todavía quedaban personas que gustaban de observar con


mayor detenimiento, profundizar en los detalles más específicos. Para los
altos directivos este pequeño grupo representaba un peligro menor, pero no
podían simplemente ignorarlo, el peligro, aunque fuera de proporciones
mínimas no dejaba de ser peligro.

Por eso mismo habían creado una diminuta grieta en su muralla


impenetrable, por donde podía salir la información que ellos consideraran
pertinente, no tenía que ser necesariamente precisa o tan siquiera clara,
solo necesitaban una excusa para que el público tuviera el sentimiento de
justica que tanta falta le hacía.

Se trataba del periódico nacional Tantei, un oasis para cualquiera que


considerara por un pequeño instante dedicarse a dicha profesión, formar
parte de él no era precisamente sencillo, era bien sabido que, al tratarse del
principal medio de comunicación del gobierno, cuyo único patrocinador eran
industrias Henzai, automáticamente se convertía en el más exclusivo.
Shiro había visto a incontables aspirantes ser rechazados de maneras poco
corteses, nadie era lo suficientemente bueno, o tal vez... lo suficientemente
confiable. “Fuiste el ultimo huevo de la canasta” solía decirle su jefe, el editor
Fuhai, cada vez que concluía una investigación. La verdad era que no había
gran misterio en ello, en la totalidad de las veces él era a quien mandaban
a los casos más escabrosos, el resto de trabajadores dedicaban su
“potencial” en redactar notas insulsas, carentes de contenido, y sentido. En
ocasiones lo inundaba el sentimiento de que él era el único que realmente
trabajaba en aquellas oficinas, todo lo demás era pura apariencia.

Justamente por eso es que no le sorprendió en lo más mínimo cuando el


caso del director Koizumi le fue asignado, los reportes realizados por los
laboratorios llegaron a manos del editor casi al instante, tal vez inclusive
antes que a la policía y el forense. Cuando ocurría eso el trabajo estaba
prácticamente hecho, Shiro solo tenía que hacer acto de presencia mientras
el eslabón más débil e inútil de la farmacéutica era enviado a su encuentro
para explicarle de manera torpe y redundante lo que ya había en los
documentos,

La idea no le emocionaba pero tampoco podía decir que le disgustaba, al


menos no del todo, en cuanto terminó de leer el reporte no podía sacarse de
la cabeza la lejana y ambigua idea de que posiblemente la muerte de Hikari
no había sido un simple accidente, pensar en suicidio no concordaba con el
examen psicológico que le habían realizado en los meses anteriores, solo
quedaba una opción, y sabía que el indagar demasiado no estaba dentro de
sus obligaciones, no cuando se trataba de un evento directamente
relacionado con Henzai,

¿Por qué alguien querría asesinar al científico? No lo sabía, y tal vez nunca
lo haría, no solo porque el averiguarlo estaba fuera de su jurisdicción, sino
porque a pocos minutos de marcharse para realizar su patético y superficial
trabajo Fuhai inició lo que sería una sentencia poco favorable para él.
- El mundo es demasiado hostil ¿No lo crees Mori? – Shiro no logró
entender a que venía tal comentario, tampoco era como que le
importara.
- ¿Señor?
- Muere uno de los genios más grandes de la medicina japonesa de este
siglo y a nadie parece importarle, prefieren llorarle a una puta con
mala suerte.
- ¿Perdón?
- ¿Qué? ¿Vives en una cueva? Está en todos los periódicos, ocurrió esta
mañana - dijo al tiempo que soltaba el montón de papeles arrugados
sobre el escritorio - menos en el nuestro, la prensa roja sufre un
orgasmo cada vez que ocurre algo por el estilo. – Shiro leyó
atentamente el enorme encabezado de letras negras “HA VUELTO”-
atacó de nuevo el degenerado que gusta de asesinar prostitutas, y la
cereza sobre el pastel, en su propio departamento ¡¿Puedes creerlo?!
Cada vez los hacen más estúpidos.
- Veintidós victimas hasta el momento –el joven periodista leía
velozmente toda la información relevante que podía rescatar de los
pedazos de basura que tenía en las manos – Todas eran...
- Lesbianas, sí. El caso llamaría ligeramente mi atención, admito que
tiene un origen mórbido, es entonces que recuerdo de qué clase de
gente estamos hablando, la basura de la sociedad. Son como las
cucarachas ¿Lo sabías? Si levantas una roca encontrarás cientos de
ellas. ¿Qué más da que mueran unas cuantas rameras?, en menos de
veinticuatro horas llegarán sus reemplazos listos para ocupar su
lugar, es el ciclo de la vida, la ley del más fuerte. – a Shiro le habría
encantado seguir escuchando el sermón de sacerdote de quinta que
su jefe estaba tan empeñado en darle, pero en verdad deseaba saber
a qué iba todo eso.
- ¿Qué tiene que ver esto conmigo?
- En una situación normal pasaría por alto todo el asunto, ya hay
suficientes medios encargados de recolectar toda esa mierda
amarillista, pero tengo a toda una horda de retrasados golpeando a
mi puerta exigiendo que hablemos al respecto como si fuera de
importancia nacional. Y en vista de que no me libraré de ellos tan
fácilmente necesito que te hagas cargo.
- ¿Qué hay de Koizumi? – Mori trataba con todas sus fuerzas de digerir
lo que estaba ocurriendo, todavía no decidía si el repentino cambio le
entusiasmaba.
- Eso ya estaba resuelto, incluso antes de comenzar, ya sabes cómo se
manejan en Henzai, solo ellos pueden hurgar en su basura. Yo no me
quejo, la gente en general no se queja, y cada mes recibimos un
generoso cheque por parte de ellos, así de simple.
- ¿Y exactamente que espera que haga?
- Usar tu talento para encontrar algo que los demás periódicos hayan
pasado por alto, todavía que las cosas siguen frescas. Los lectores
adoran las historias con las que pueden identificarse, tal vez, y si
tienes suerte, puedes hacer que la última víctima se vuelva una
mártir, eso siempre vende más. Después de todo tienes algo que el
resto de los periodistas no tienen. – el joven de veintiséis años levantó
la mirada hasta que sus ojos verde olivo se encontraron con los de su
jefe – empatía por los demás.

Una vez fuera del edificio Shiro se dirigió parsimoniosamente al


estacionamiento donde se encontraba su automóvil, ya dentro depositó en
el asiento del conductor todos los expedientes que correspondían al caso.
Para no importarle en lo más mínimo Fuhai contaba con bastante
información al respecto, ya lo había dicho él mismo hacía unos minutos,
realmente había un origen mórbido en todo eso.

Programó en el sistema de posicionamiento global del vehículo la dirección


que le habían proporcionado, para luego activar el piloto automático,
durante el trayecto se dedicaría a leer todo el expediente, necesitaba darse
una idea más exacta de en lo que se estaba metiendo.

La noche afuera era una réplica exacta de la anterior, y tal vez a la de los
últimos cien años, en cuanto el día llegaba a su fin el cielo liberaba de
manera casi religiosa la lluvia acida ocasionada por toda la contaminación
que emitía la ciudad diariamente. Nadie recordaba como lucían
verdaderamente la luna o las estrellas, solo tenían una idea lejana a partir
de las imágenes que había en libros o películas, habían sido privados de ese
privilegio para siempre.

A Mori realmente le intrigaba el modus operandi del asesino, con forme iba
leyendo el caso más extraño le parecía, no lograba entender cuál era la lógica
que manejaba para elegir los lugares donde perpetraba los asesinatos, no
parecían tener un orden especifico. Lo mismo ocurría con las víctimas, no
había conexión alguna entre ellas, no trabajaban para la misma persona,
no se conocían entre sí, todo resultaba difuso y errático.

Lo único que seguía un patrón era la manera en las que las asesinaba, tal
parecía que al sujeto le interesaba particularmente la mutilación, a cada
una de las victimas les faltaba partes del cuerpo, especialmente del rostro.
Esta característica llamó su atención inmediatamente, ¿Qué relación podía
existir entre el hecho de que las chicas fueran homosexuales y el
cercenamiento de partes específicas del cuerpo? ¿Cuáles eran los motivos
ocultos del monstruo?

Dio un último repaso a la información antes de llegar a su destino, no se


había dado cuenta de lo inquietante de la situación hasta que estuvo
inmerso en ella. Se encontraba en el barrio más peligroso de Tokio, dentro
de su profesión era conocido como Tierra de Nadie, las autoridades
gubernamentales no tenían ningún tipo de jurisdicción sobre él, las leyes
eran manejadas bajo los intereses de las mafias que residían ahí. Inclusive
la policía lo pensaba dos veces antes de poner un pie en aquel sitio.
Razón suficiente para que solo hubiera llegado el vehículo del forense y una
sola patrulla al lugar de los hechos, Shiro asumió que la persona que había
realizado la denuncia fue demasiado insistente, de lo contrario no se habrían
molestado en enviar a alguien, eso y el hecho de que de acuerdo al reporte
el caso estaba a punto de archivarse cuando ocurrió el asesinato más
reciente.

Tal y como lo esperaba, un reducido grupo de personas se encontraba


reunido a la entrada del edificio de departamentos intentando con todas sus
fuerzas ingresar al lugar. En un inicio pensó que se trataban de los
habituales fisgones entrometiéndose en lo que no les concernía, idea que se
alejó rápidamente en cuanto escucho a una mujer que rugía furiosamente

- ¡Oigan, imbéciles! ¡¿Ya terminaron de follarse el cadáver de esa zorra?!


¡Algunos tenemos asuntos importantes que resolver en nuestros
hogares! – el joven periodista se acercó sigilosamente a la escena, así
podría mezclarse entre la gente sin levantar sospechas, en los tiempos
que corrían su profesión no era bien vista, los ciudadanos
consideraban a los periodistas los espías del gobierno.
- ¿Qué está ocurriendo? – soltó al aire esperando que alguno de los
presentes le respondiera, para su suerte ese alguien no tardó en
hacerse presente. Un hombre de mediana edad con aspecto poco
agradable carraspeo en un tono de voz bastante alto.
- A algún idiota se le ocurrió la brillante idea de usar a una prostituta
como saco de boxeo, y como era de esperarse se le pasó la mano al
muy animal.
- ¿Usted lo vio?
- Por supuesto que no, pero pude darme una idea por todo el ruido que
hizo la chica, esos gritos habrían despertado a todo el vecindario. Eso
está bien, en lo personal no podría importarme menos lo que haga la
gente con su tiempo libre. Pero lo que si no puedo permitir es que me
saquen de la comodidad de mi sofá en medio de mi programa.
- ¿Sabe por qué lo hicieron?
- Ese es el maldito problema, nadie sabe, nos desalojaron sin razón
alguna, alegando que necesitaban registrar todos los departamentos.
Francamente no sé qué esperan encontrar, no creerán que yo escondí
al desgraciado ¿Verdad? Primero le meto un disparo entre ceja y ceja
antes de permitir que ponga un pie dentro de mi casa.
- Quiere decir que ya lo conocía
- ¡Claro que no! Me acabo de enterar hoy mismo de su miserable
existencia, vivía dos pisos arriba de mí, de haber sabido que clase de
ser humano se alojaba en el mismo edificio que yo me habría mudado
de inmediato, esta zona cada vez se vuelve peor con los años, no me
sorprendería si mañana todo el edificio ardiera en llamas.
- ¿Sabe de alguien que lo tratara? – pero el hombre ya no escuchaba,
comenzó a alejarse rápidamente hacia el grupo más cercano a la
puerta de acceso.
- ¿Habla de la persona que realizó esa horrible atrocidad? – la voz había
surgido velozmente a su espalda, el periodista dio la vuelta hasta
encontrarse frente a frente con el origen, se trataba de una anciana
ataviada con ropajes demasiados sencillos y desgastados, en su rostro
se reflejaban los años que habían transcurrido durante toda su vida,
no obstante, su actitud parecía seguir siendo la de una joven, aunque
en esos momentos de incertidumbre lucía demasiado apagada.
- Sí, ¿le conocía?
- Para nada, cuando menos me di cuenta ya se había mudado debajo
de mí, algunas veces le deseaba los buenos días, pero fuera de eso no
hablaba con nadie, no salía mucho del apartamento, por varios meses
creímos que se había marchado, estoy segura de que muchos de los
vecinos notaron su presencia hasta ahora. – Shiro podía notar
características claras de un sociópata, lo que nuevamente le hacía
cuestionarse cuál era el motivo de asesinar a la última víctima en su
propio departamento, en definitiva, esa no era la tarjeta de
presentación que deseaba darles a sus vecinos.
- ¿Sabe quién hizo la denuncia?
- Ni idea, pero si la persona que la hizo es inteligente permanecerá en
el anonimato, hay reglas que uno tiene que acatar si no quiere estar
en la mira de personas extremadamente peligrosas, y una de ellas es
el cero contacto con la policía, de no ser porque parece que el caso es
de origen externo la situación se habría puesto muy violenta. Más vale
pasar desapercibido.
- ¿Sabe algo acerca de la chica? – en cuanto escucho la pregunta el
semblante de la mujer se descompuso por completo a uno de
irritación,
- ¿Tengo cara de frecuentar a esa clase de gentuza? – y sin decir más
dio media vuelta y se alejó.

Mori se encontraba demasiado contrariado por lo ocurrido hasta ese


momento, si podía ser sincero no esperaba que el caso diera un giro tan
repentino. Las piezas del rompecabezas estaban dispuestas por doquier,
solo faltaba encontrarles un orden y unirlas, el problema radicaba en que
sabía perfectamente que no sería sencillo.

Sabiendo que no podría sacar nada más de aquellas personas se dispuso a


entrar a la construcción, de ante mano sabía que intentar ingresar por el
acceso frontal sería imposible, los propios inquilinos se lo impedirían. Tenía
que hallar una alternativa más sencilla.

Rodear el edificio no era precisamente fácil, el tamaño de este equivalía al


de una manzana completa, eso sin mencionar que no era seguro que hubiera
más de una entrada. Llegando a la parte posterior del lugar el joven de
veintiséis años sintió un enorme alivio al divisar una puerta de servicio,
como era de esperarse se encontraba clausurada por el departamento de
seguridad de la ciudad.
Cruzando la línea que lo separaba del mundo exterior todo adquirió un tono
demasiado sombrío, sin los residentes de aquella edificación asemejaba
completamente a un cadáver, ironías de la vida, la muerte había pasado por
aquel lugar llevándose la vida consigo.

Tal y como lo suponía el elevador no funcionaba, posiblemente no lo había


hecho en más tiempo del que podría imaginar, no era nada extraordinario,
todo el inmueble estaba en precarias condiciones, ahora entendía a qué se
refería el hombre al decir que no le sorprendería que el edificio se prendiera
en llamas.

Subir las escaleras se iba transformando en un reto conforme más ascendía,


la casi inexistente luz que proveían las lámparas del techo se extinguía en
intervalos demasiado cortos. La idea de encontrar el departamento
rápidamente comenzaba a difuminarse cuando escuchó ruido proveniente
del piso al que estaba a punto de llegar, el ánimo que cargaba consigo no le
permitía comprender por qué alguien se reiría en un momento como aquel.

- Es increíble la cantidad de porquería inservible que guardan estos


idiotas.
- Creo que vale más mi arma descargada que todo este edificio junto
- El día que los Lijme se harten de este basurero acabaran con él
llevándose al demonio a todos los parásitos que lo habitan.

De todos los agentes corruptos e inútiles con los que contaba el


departamento de policía Shiro maldecía con todas sus fuerzas el haberse
topado con Yakuni y Tanai, los tres tenían historia, y una relación que no
podía definirse en lo más mínimo como cordial. La pareja de idiotas era
conocida por obstruir investigaciones no solo de ámbito periodístico, sino de
su propio campo.

Justamente por eso prepararse mentalmente le sirvió enormemente al


periodista para poder mantener la calma cuando se encontró con aquel par.
- Señor, está entrando en área restringida, tenemos que pedirle que
abandone el lugar o nos obligará a utilizar la fuerza – esa frase habría
tenido un mayor impacto de haber salido de la boca de alguien más
competente. La prueba de ello se hizo presente casi de inmediato.
- Espera un segundo Tanai, este no es cualquier pobre tonto, es nada
más y nada menos que el fracasado que trabaja para Tantei.
- Shiro Mori ¿Qué hace una rata como tú en un lugar como este? Creí
que la mierda de periódico para la que trabajabas solo se especializaba
en sacar notas chupándosela a Henzai.
- Sí, ¿A caso el negocio anda lento y el marica de Fuhai tiene que
recurrir a publicar el chisme del momento? – el joven nipón solo
escuchaba atentamente, cada intento de provocación era más patético
que el anterior. En cuanto los dos chimpancés terminaron de arrojar
torpemente su excremento verbal este contestó de manera fría y
directa.
- Solo vine a realizar una inspección rápida para una investigación y
me marcharé, no tengo la menor intención de quitarles su valioso
tiempo.
- ¿Ah sí? ¿Y qué es exactamente lo que piensas inspeccionar?
- La escena del crimen, el departamento del asesino.
- ¿De verdad piensas que vamos a creer que un entrometido como tú
solo viene buscando eso?
- Me gustaría ver a la chica.
- ¡¿En serio?! ¡Eso sí que es una novedad! Si la encuentras no dudes en
avisarnos
- ¿Qué?
- El asesino escapó sin dejar rastro, y no es solo una expresión,
realmente no dejó nada.
- Eso quiere decir que...
- El cuerpo no está – Shiro no sabía exactamente a qué punto se había
deformado su expresión, pero podía darse una idea en cuanto los dos
policías comenzaron a mofarse. - ¿Qué? ¿Decepcionado? ¿Dejaron a
tu editor sin portada para mañana?
- Tal vez no nos cree
- ¿De qué estás hablando? Nosotros jamás podríamos mentirle a
nuestro querido amigo Mori, es más, para que no sea un completo
desperdicio el haber venido hasta aquí te permitiremos echar una
ojeada al departamento. Después de todo eso es lo que querías... ¿No
es así? – los dos agentes escoltaron a Shiro a lo largo del pasillo hasta
llegar a una puerta con el número 22.
- Es aquí – diciendo esto llamó fuertemente con los nudillos – ¡Hey, doc!
¡¿Podemos pasar?! – la voz del otro lado tardó unos segundos en
contestar
- Adelante – fue el equivalente a entrar a otra realidad, a un mundo
paralelo, no había un solo mueble, y aun así el lugar era un completo
desastre, el suelo estaba tapizado de incontables cosas, ropa sucia,
restos de comida que había caducado hacía semanas, latas de bebidas
tanto alcohólicas como energéticas, pedazos de papel de todo tipo y
una computadora portátil.
- Esto va directo a la sección de decoración de interiores ¿No lo crees?
- No hay indicios de forcejo – la voz sobresaltó a los tres hombres, se
trataba del Hoigaku, forense de la morgue.
- Eso quiere decir que este lugar ya era así de repugnante antes del
asesinato. – el joven de ojos verdes analizaba atentamente cada rincón
de la habitación en búsqueda de algo, aunque fuera lo más
insignificante.
- ¿Qué hay de las otras habitaciones?
- ¿De verdad crees que un lugar como este cuenta con más de una
habitación? – Yakuni era el único que realmente parecía estar
interesado en toda la situación
- En el baño hay rastros de sangre, pero no parecen ser recientes.
- Pudo haber raptado a la chica desde hace tiempo
- Es posible, pero no lo sabremos hasta comparar la muestra con el
ADN del cadáver.
- Eso suena demasiado bien, ojalá supiéramos donde está
- ¿Dio resultado?
- En lo absoluto, los cretinos podrán tener muchos objetos de
procedencia ilegal en sus madrigueras, pero el cuerpo cercenado de
una ramera no. – Shiro logró entender a que se debía todo el teatro de
desalojar a todos los inquilinos, cabía la posibilidad de que el asesino
hubiera escondido el cuerpo en alguna parte del complejo.
- ¿Cómo alguien puede salir de un edificio en donde el elevador no
funciona cargando un cadáver a sus espaldas?
- En un barrio como este todo es posible.
- A menos que no haya habido asesinato alguno – la habitación quedó
en absoluto silencio en cuanto Hoigaku soltó su última declaración.
- ¿A qué se refiere?
- No hay indicios de forcejo o algún tipo de violencia física, no hay
sangre o restos que indiquen que hubo algún tipo de altercado. Las
dos personas que estaban aquí esta mañana abandonaron el
departamento como alguien que va de paseo.
- Pero los vecinos escucharon a la chica gritar.
- Es posible que en el momento que descubrió las verdaderas
intenciones del asesino intentara pedir ayuda.
- Si desde un inicio no tenía planeado matarla ¿Cuál es el punto de
mantenerla con vida? ¿Qué es lo que espera conseguir? ¿Qué hará
con ella cuando ya no le sirva?
- Tal vez nunca lo sepamos – era la primera vez en mucho tiempo que
Tanai volvía a pronunciar palabra.
- ¿De qué hablas?
- Fuimos enviados a cubrir una escena de asesinato, no hay cadáver,
ya perdimos todo el día registrando este basurero y no hay una sola
pista de donde pueden estar. No sé ustedes, pero yo veo todo muy
claro, llegó la hora de recoger nuestras cosas y largarnos de este lugar,
volver a la civilización y olvidar que esto pasó.
- ¿Esa es tu gran solución? ¿Fingir que nada pasó? ¿Dónde está tu
responsabilidad con la justicia?
- ¡Es una jodida prostituta! Hay miles allá fuera, y si son medianamente
inteligentes tendrán mucho más cuidado la próxima vez que ofrezcan
chupársela a cualquier imbécil que se cruce por la calle. – Mori buscó
rápidamente ayuda en el forense, pero este ya estaba guardando su
equipo.
- ¿Doctor? – este soltó un hondo suspiro de resignación
- Lo siento mucho, chico, pero sin una pista que seguir será muy difícil
encontrarla. No quiero parecer insensible pero francamente no creo
que la chica tenga muchas posibilidades. – fue el equivalente a un
disparo en medio de la noche, Shiro experimentó una sensación
demasiado inesperada, incertidumbre, por toda la situación, por el
hecho de que un desgraciado podría salirse con la suya así sin más,
quedar impune a pesar de todas las atrocidades que había cometido,
pero sobre todas las cosas por la posibilidad de que una persona
inocente corría un grave peligro.
- Nosotros terminamos aquí, y si eres listo harás lo mismo, tal vez es
algo que no les enseñan a los que se relacionan con Henzai, el mundo
real es mucho más duro de lo que crees. – los dos policías cruzaron el
umbral de la puerta, sus risas podían escucharse aun cuando ya
habían llegado a las escaleras.
- Te entiendo perfectamente, a mí también me gusta pensar que el
mundo no es tan retorcido como parece – el forense comenzó a
avanzar hacia la salida, no sin antes darle una palmada de aliento al
periodista, instantes después le extendió un objeto que en medio de
la escasa luz resplandeció débilmente.
- Esta es la llave, puedes quedarte el tiempo que gustes, estoy seguro
de que tendrás más suerte que yo, la edad hace que uno pase por alto
más cosas de las que quisiera. – y diciendo esto último abandonó el
lugar.

Mori mantuvo el puño cerrado un par de minutos, como si temiera que la


llave se fuera a desvanecer, el solo pensar que estaba parado en el mismo
sitio donde hacía unas horas el monstruo había tratado a un ser humano
como un trozo de carne le revolvía el estómago, no encontraba un sentido a
todo lo que estaba ocurriendo, era tan surreal.

Por un breve momento consideró el llamar a Fuhai para que le diera nuevas
instrucciones, pero eso significaría tener que soportar otro de sus
insoportables sermones. Las opciones habían sido puestas sobre la mesa
por Yakuni y Tanai, podía seguir su camino y fingir que nada había pasado,
el mundo afuera seguiría girando.

Pero algo dentro de él no se lo permitía, no estaba seguro de que era o que


significado oculto podía tener, de manera fugaz su memoria trajo a flote la
última frase que el editor de Tantei le había dicho en su oficina “Tienes algo
que el resto de los periodistas no: empatía por los demás”.

¿Qué más daba que hubiera más como ella poblando las calles? Su profesión
no tenía que sellar su destino, no de esa forma tan inhumana. Si el resto de
personas estaba decidido a mantener los ojos cerrados por comodidad
estaba muy bien, pero él sabía que había una cruda realidad que no podía
ignorarse.
Un dolor agudo lo regresó a la realidad de forma fugaz, se trataba de su
mano, en cuanto abrió la palma notó con frustración las heridas que la llave
le provocó, la había apretado con tanta fuerza que al final le terminaron
abriendo la piel.

Maldiciendo aquel acto de torpeza caminó lentamente hacia el cuarto de


baño, este yacía en la parte lateral izquierda del departamento, al parecer
era la única habitación que contaba con una puerta. Una vez dentro lo
primero en lo que pudo percatarse fue en lo impecable que se encontraba,
daba la impresión de que la persona que vivía ahí se tomaba la molestia de
limpiarlo periódicamente, lo cual hacía más extraño el estado del resto del
lugar.

Se dirigió al lavabo inmediatamente, se limpió la sangre de la mano, para


luego echarse agua en el rostro, necesitaba despejarse, solo así podría
pensar con mayor claridad. Una vez que terminó se quedó observando su
reflejo, las gotas caían en forma de cascada desde las mejillas hasta el
mentón para así precipitarse a la nada.

Muchas veces solía preguntarse cuál era el sentido de todo lo que hacía
desde su trabajo hasta su vida entera, en su tiempo fue enviado por parte
del periódico a ver un psicólogo, en una época de lo que apenas tenía
recuerdo alguno, pero tenía muy presente que se habían tratado de tiempos
muy oscuros. La terapia sirvió para aminorar el tormento, pero no consiguió
encontrar respuesta a la incógnita que en ocasiones no lo dejaba conciliar
el sueño.

Esa noche, en medio del baño de un asesino en serie la pregunta regresó


con una fuerza brutal, consiguiendo en tan solo unos instantes que sus
ánimos se fueran al suelo. De pronto el reflejo que tenía ante él le parecía
triste y patético, un mal chiste, el disfraz de un buen detective que con el
pasar de los años de deterioró a un punto irremediable.
Con todas sus fuerzas se obligó a salir de ahí, con suerte una vez de regreso
en el trabajo se sentiría mejor. Dio un último vistazo al espejo para luego
cruzar el umbral de la puerta, pero entonces se detuvo, al principio creyó
que su vista lo había engañado, o tal vez la luz de la lámpara del techo había
generado ese efecto en el cristal; para su desgracia no fue así, pero se negaba
a aceptarlo, por eso mismo se acercó todavía más, un escalofrío le recorrió
toda la espalda, con mucha dificultad dio media vuelta.

Ahí estaba, tan real como los gritos que los vecinos escucharon en la
mañana, como las otras veintiún víctimas; ubicada en la pared de la ducha
se encontraba escrito con sangre un enorme número dos, esa debía ser la
muestra de la que había hablado el doctor. Shiro se negaba a aproximarse,
o tal vez no podía, el impacto lo había dejado helado, no era la primera vez
que contemplaba una escena de crimen, su trabajo lo obligaba a enfrentarse
con situaciones que a muchos habría hecho palidecer; sin embargo, esto era
diferente, no solo por su origen, sino por la acción misma, la maldad
materializada.

¿Cuánto tiempo llevaba ahí? ¿Cuál era el motivo que había detrás? ¿A quién
pertenecía la sangre? Unos océanos de preguntas se fueron anidando en su
cabeza, junto con una sensación que iba en aumento con cada segundo que
pasaba. La sangre se iba transformando lentamente en un ente viviente, se
retorcía en los mosaicos de la pared, palpitaba de forma enfermiza, como un
parasito que se alimentaba de sus más profundos miedos. Lo llamaba, lo
invitaba a sumirse en la locura absoluta, la entrada a un abismo del cual
no tendría escapatoria.

De pronto el aire comenzó a hacerle falta, tenía que escapar cuanto antes
de ahí, a trompicones logro salir a la sala de estar, todo el ambiente viciado
del baño se desvaneció en un chasquido. Respiró profundamente, sus
pulmones se llenaron con el aire fresco que envolvía la habitación.
La experiencia recién vivida fue la confirmación que necesitaba, había algo
muy oscuro en todo lo que estaba pasando, y la única persona que podía
resolverlo era él. No podía buscar ayuda, nadie alcanzaría a entenderlo por
más que se esforzara en explicarles.

Pero aún quedaba el mayor de sus problemas, no tenía la menor idea de por
donde comenzar, se encontraba naufragado sin ningún tipo de escape. Solo
le quedaba continuar donde el doctor se había quedado, inspeccionar el
departamento del asesino.

Durante varios minutos se dedicó arduamente a analizar todo cuanto había


en el lugar, la esperanza que tenía de encontrar algo en la computadora
portátil se desvaneció frente a sus ojos al comprobar que estaba averiada.
Los múltiples papeles que estaban por doquier no eran de gran utilidad, se
trataban de facturas atrasadas, viejos periódicos, de los cuales varios eran
viejas ediciones de Tantei, Mori las reconoció fácilmente, las notas
principales correspondían a investigaciones suyas.

Al final el resultado fue más que desalentador, el joven lanzó un profundo


suspiro de decepción, se negaba a creer que alguien podía desaparecer sin
dejar rastro, todo el mundo cometía errores, aunque fuera el más
insignificante. Levantó la mirada hacia el horizonte buscando una
respuesta, pero lo único con lo que se topó fue con la ventana que abarcaba
toda la pared, ahora entendía por qué la temperatura se sentía tan baja, en
uno de los extremos más alejado yacía una abertura pequeña, que a simple
vista parecía haber sido hecha por un puñetazo.

Esta consideración se le antojó atractiva, tanto como para acercarse hasta


esa parte. Mil posibles escenarios se le vinieron a la mente, todos eran más
sádicos que los anteriores, tal vez la bestia en un intento por someter a su
presa dio un golpe en falso impactado contra la ventana. O la chica deseaba
escapar con todas sus fuerzas que buscó hasta la más mínima alternativa,
¿Hasta dónde pueden llegar los más bajos instintos?
Las grietas formadas alrededor del orificio se extendían como enredaderas,
las condiciones climáticas provocaban que el cristal se fuera fragmentando
con el paso del tiempo, Shiro pensó que hasta cierto punto era poético, las
fisuras abarcarían todo el edificio, todo el barrio, toda la ciudad, para que
en un pestañeo todo fuera reducido a polvo.

Entonces lo vio, en ese punto ya no sabía si confiar realmente en su juicio,


adherido a pocos centímetros de la abertura estaba un pedazo de papel, por
el estado del mismo podía asegurar que no llevaba mucho tiempo ahí. A
Shiro le habría gustado poder sujetarlo para poder observarlo con
detenimiento, pero en su primer intento descubrió con amarga sorpresa que
no podía, había sido colocado en la parte de afuera.

De un momento a otro el hoyo en el cristal adquirió sentido, el asesino lo


puso ahí para alguien en específico, sabía que la policía lo pasaría por alto,
inclusive el forense, aguardó a que su destinatario mordiera el anzuelo, el
famoso periodista del periódico Tantei.

Mori se sintió indefenso y observado, los periódicos con notas de él se


presentaban ahora como una carta de presentación del depredador que
ahora lo tenía en la mira. ¿En que estaba metido realmente? ¿Qué deseaban
conseguir de él?

Al joven de ventaseis años realmente le importaba muy poco, pero no


permitiría que la vida de una persona inocente fuera parte de la negociación
entre un enfermo y él. ¿Lo quería volver personal? Entonces sería personal,
la carrera contra reloj daría inicio, al gato y al ratón; el mensaje en el papel
sería la primera pista, había comenzado el juego.

Abandonó el edificio con la promesa de nunca más volver, aún quedaban


algunos vecinos que aprovechando la situación decidieron seguir
conversando entre sí a pesar de que los agentes se habían marchado desde
hacía mucho.
Shiro pudo sentir algunas miradas de incógnita y creciente furia en cuanto
atravesó la entrada principal, pero no les dio la menor importancia, tenía
asuntos mucho más importantes que atender. Una vez dentro de su auto
tuvo la extraña sensación que había estado una eternidad en el
apartamento, bien lo había dicho Tanai “Volvamos a la civilización”.

Encendió el motor junto con el sistema de posicionamiento global,


inmediatamente comenzó a transcribir el mensaje que venía en el papel, una
dirección, aunque de daba una ligera idea de qué lugar se trataba
exactamente. Cuando el recorrido dio inicio no tuvo mayor alternativa que
mirar por la ventana, sabía que la información que yacía en el expediente
no le serviría por el momento, además ver la lluvia caer siempre lo
tranquilizaba, porque por más toxica que fuera era lo único natural que le
quedaba.
Vestigio

Antes de hacer cualquier otro movimiento, Shiro debía ir a los laboratorios


analizar las muestras que le ayudarían a seguir con su investigación, para
ello tuvo que pedir ayuda a un compañero de escuela.

Satou Takahiro, quien trabajaba como jefe de departamento de muestras,


esperaba paciente a su ex compañero Shiro en la sala de descanso de los
laboratorios.

- Jefe, ¿Qué hace aquí tan temprano? Es algo sorprendente.

-Soltó una carcajada que resonó en toda la sala- Estoy esperando a un ex


compañero, va a venir a realizar un reportaje… de hecho me gustaría que tú
le respondieras personalmente Makinami.

- ¿Yo? Pero…
- Eres la mejor que tengo en estos momentos, además… apuesto a que
estará interesado en entrevistar a una de las científicas más joven en
trabajar aquí y es tu premio por ser la primera en llegar.
- ¿Eso es un premio? Prefiero no tenerlo -La chica soltó una pequeña
risa-
- ¡Oh! Tendrás que aceptarlo.
- De cualquier manera, no puedo negarme -Dijo esto mientras salía de
la habitación-

Shiro por fin llego a los laboratorios los cuales eran enormes edificios
completamente de cemento con solo el enorme nombre a la entrada de estos.
Entro al estacionamiento que se encontraba debajo de todo el edificio.

Bajo de su auto y solo dio unos cuantos pasos cuando fue interceptado por
el guardia.

- Disculpe ¿A qué se debe su visita? No puedo dejarlo pasar si no tiene


autorización.
- Es cierto, disculpe -Shiro inclino un poco su cabeza para buscar la
credencial de su trabajo- Soy Mori Shiro, vine a ver a Satou Takahiro
para lo del reportaje.

El guardia tomo la tarjeta y leyó los datos.

- Oh, es cierto. Disculpe, no recordaba lo del reportaje, pase por favor.

El guardia tecleo una clave en la computadora para abrir las puertas al


edificio.

- Todo está bien señor, puede pasar. Entre al elevador y diríjase al piso
de hasta arriba.
- Muchas gracias.

Shiro camino y entro al edificio donde se encontraba un elevador de grandes


puertas de metal, en los controles puso el ultimo piso.

- ¡Por fin llegas maldito!

Grito el jefe de departamento al ver salir al periodista.

- No es mi culpa que tus guardias me pararon para interrogarme.


- Tampoco mía, sabes que siendo una de las primeras empresas
mundialmente reconocidas se debe tener una severa seguridad.
- Tienes razón y más estando en la mira tanto de los medios como de
grandes empresarios queriendo comprarla.
- Exacto, aunque el jefe no piensa venderla. Es obvio que ganara más
quedándose con ella
- Sería un empresario muy tonto si al menos llegara a considerarlo.
- Lo sé… En fin, a lo que viniste. Desgraciadamente no podré atenderte
yo, ya que tengo bastante trabajo en otro lado, pero te presentare a
uno de mis mejores científicos y analistas de todo el tiempo que he
estado aquí.
- Espero que realmente sea así, esto es muy importante.
- Tranquilo, sé bien a que te refieres debes tener siempre la mejor
información.

Los dos hombres salieron de la habitación y caminaron un largo pasillo, al


final de este se podía visualizar una enorme puerta color blanco, divida en
dos y con un enorme cerrojo, que al parecer analizaba la sangre de quien la
tocara para poder acceder.

- Wow, sí que tienen una tecnología muy avanzada ¿No? -Comento el


periodista asombrado por lo que sus ojos veían-
- Fue idea de la chica que voy a presentarte…
- Oh… chica… ¿Chica?
- Sí, Shiro te presento a Mikanami Daoko

Shiro volteo a ver a la chica que se encontraba en una mesa mirando a


través de un microscopio, la chica levanto la vista y lo miro fijamente.

Por primera vez en su vida sintió como sus piernas temblaban y no lograba
comprender porque, si nada de lo que ha visto en su trabajo lo ha hecho…
¿Por qué al ver a esta chica su cuerpo reaccionaba así?, su corazón latía tan
rápido que por un momento pensó que iba a darle un infarto.

La chica se incorporó y acomodo un mechón de su largo cabello lacio color


castaño detrás de su oreja, se levantó las gafas color rosado purpura para
ponerlas a la altura de sus ojos y sin dejar de mirarlo camino hacía el
periodista, era bastante delgada, su piel era blanca como papel, pero en sus
mejillas se formaban pequeñas muestras de rubor.

- Hola soy Mikanami Daoko y estaré a cargo del análisis de tus


muestras.

Shiro seguía en shock por la hermosa mujer que tenía enfrente y al notar
que ya estaba tan cerca de él sintió como toda la sangre de su cuerpo subió
hasta su rostro.

- Hola soy Mori Shiro, es todo un gusto conocerte.


El periodista aun nervioso hizo una pequeña reverencia.

La chica sonrió ante tal acto e hizo lo mismo.

- Hace mucho no concia a una persona que tuviera antigua


costumbres, este futuro ha cambiado mucho a nuestra sociedad.
- Lo siento…

Al periodista no se le ocurrió algo mejor que decir.

- No, no me lo tomes a mal, quise decir eso como un cumplido.


- Oh… -rio- Lo siento de nuevo…
- Deja de disculparte por favor, harás que me sienta responsable.
- Está bien -Shiro rasco su cabeza aun apenado por la reciente
situación-
- Bueno ahora que ya se conocieron, los dejo, pero puedes confiar en
Daoko, cualquier cosa en la que tengas duda ella estará aquí. Hasta
luego.

Satou salió de la sala y solo se escucharon sus pasos alejarse.

-Bien, entonces por favor, puedes empezar cuando quieras.

-Sí, por supuesto.

El periodista saco de su mochila un boligrafo y una libreta, procedió a


anotar.

- ¿Y… cómo llegaste a trabajar en esta empresa Mikanami?


- Llámame por mi nombre, yo pienso llamarte por el tuyo.

Era bastante sería y muy directa en lo que decía, a veces no tenía tacto, pero
eso era lo que les gustaba a los jefes pues sabían que podían confiar en ella.

- Bien… Daoko ¿Realmente te gusta estar aquí? -Dijo Shiro mientras


pensaba algunas preguntas-
- Me encanta, además no me causa asco nada de esto… al contrario me
parece fascinante todo lo que hemos llegado analizar, además creo
que de esta forma puedo ayudar a las personas.
- Ya veo, entonces te gusta ayudar personas…
- Por algo estoy aquí, estudie psicología también… pero es muy
problemático con todos los problemas que ahora tienen las personas
es mucho más pesado serlo, por eso es mejor estar aquí, así al menos
es más tranquilo.
- Disfrutas tu tiempo a solas…

Aun el periodista no sabía de qué platicar. La chica lo saco de sus


pensamientos…

- ¿A ti te gusta ser periodista? Se ve que es un trabajo peligroso y muy


cansado, supongo que no tienes tiempo de socializar.
- Me haces pensar que realmente tengo cara de pocos amigos.
- Bueno, para que negarlo.

Realmente muy directa, pero esto en vez de incomodar al periodista le


causaba risa. Realmente no le molestaba la forma de ser de la chica, al
contrario, lo intrigaba aún más, quería conocerla… había algo en ella que lo
atraía y no sabía exactamente que era.

- Auch… pues… realmente es así, no tengo muchos amigos, ni esposa,


ni hijos… hace mucho que no veo a mi familia; es cierto que el
periodismo es una forma de matar la vida de alguien, pero es algo que
me apasiona.
- Tienes un gran sentido de la justicia entonces…
- No podría asegurar si realmente lo tengo, pero no me gusta que las
personas se salgan con la suya cuando han lastimado a otras.
- Y dices que no lo tienes…

El periodista, trataba de no tomarle atención a ese sentimiento que lo


invadía estar con la chica, después de todo era una persona que acaba de
conocer, aunque sentía que había algo más entre los dos. No, era más que
eso, era como si ya la conociera desde hace mucho tiempo, le transmitía una
paz que pareciera que nunca había sentido. Se sentía muy cómodo, cosa
que con ninguna otra persona le pasaba.

Ambos permanecieron en silencio durante 2 horas, aunque a Shiro se le


hacía difícil ya que quería conocer más sobre esta chica, porque sentía todo
esto. Como periodista buscaba respuestas a esto, la curiosidad le estaba
carcomiendo, todo lo que tenía relacionado con Minakami Daoko quería
saberlo.

- Dime Daoko…
- ¿Sí?
- ¿Es difícil lograr un puesto como el tuyo en una empresa así de
importante y siento tan joven?
- Mmm… tal vez, todo depende de cuánto tiempo y esfuerzo le dediques
a tus propósitos.
- Entonces… solo es cosa de quererlo ¿No?
- Podría ser… si bien es cierto que hay que tener buenos tratos con los
jefes… tú entiendes.
- Ya veo… ¿Tú tienes amigos así?
- Por supuesto que no, todo lo he logrado a la inteligencia que tengo y
como te lo mencione al esfuerzo que he hecho. ¿Eso va para tu nota o
me estás interrogando porque sí?
- Tal vez ambas -Sonrío el periodista-
- Pues si no es para tu trabajo puedes retirarte, estoy muy ocupada
para este tipo de juegos.
- No, vamos no me lo tomes a mal, solo quería saber cómo alguien tan
joven puede estar aquí.
- Ajá
El periodista se acercó a un sillón que se encontraba enfrente de la mesa
donde estaba Daoko y se sentó.

- ¿En dónde estudiaste?


- En la universidad de Rikkyo
- Wow… así que realmente tienes un pasado interesante
- … ¿Quieres concentrarte en tu trabajo?

Shiro sintió que toco un tema que no debía, al menos no por el momento.

- ¿Cómo lograste trabajar aquí?


- Bueno… estudie la carrera de bilogía también y tenían un vacante
aquí cuando salí de la universidad… así que hice la entrevista, la
prueba de actitud y quede.
- Suena fácil.
- Que suene no significa que lo sea

Daoko tomo trabajo atrasado que tenía y comenzó a analizarlo mientras que
el periodista pensaba un poco más sus preguntas, sin embargo, fue
quedándose dormido en el sillón mientras que Daoko seguía analizando las
muestras.

Cuando el periodista se despertó Daoko estaba sentada aun, pero esta vez -
lo estaba mirando con una mirada perdida como si tratase de analizarlo a
él, se sintió un poco acosado e incómodo que alguien le mirara así.

-Disculpa, no debí haberme quedado domido.

-Descuida, es normal… debo suponer que tienes mucho trabajo y no


duermes bien.

Shiro sonrío, vio su reloj y se dio cuenta que se le había pasado la mitad del
día ahí, ya empezaba a oscurecer.

Por lo que se levantó y camino hacia la chica.

- Creo que debemos irnos, los laboratorios cerraran pronto.


- Tienes razón, solo tomare mis cosas.
- Yo igual.

Los dos tomaron sus cosas, salieron de la habitación y Daoko cerro la sala
poniendo una serie de contraseñas.

- Esos son muchos números ¿Realmente te aprendiste todos ellos?

Comento Shiro sorprendido mientras caminaban para dirigirse al elevador.

- Tengo memoria fotográfica, se me hace muy fácil aprender todo tipo


de cosas mientras pueda verlo.
- Eres la primera persona que conozco con esa habilidad…
- Creí que los periodistas la tenían.
- Bueno… creo que yo no pude desarrollarla, soy algo torpe.
- Mmm… -La chica se llevó una mano a la barbilla y lo miro de pies a
cabeza- Sí tienes razón, te ves un algo torpe.

Shiro no supo que responder, solo logro sonrojarse y recriminarse así mismo
por echarse tierra solo.

Entraron al elevador y este los llevo al primer piso donde se encontraba la


salida del edificio. Daoko se acomodó su mochila y salió del elevador.

- Bueno Shiro, nos vemos mañana. Espero que mañana si vengas


preparado con buenas preguntas.

Shiro quedó estupefacto, extrañamente pensó que se irían juntos. No lo


pensó dos veces, salió del elevador también y dio unos cuantos pasos
grandes para alcanzarla.

- Hey ¿A dónde vas?

Daoko volteo muy confundida al ver al periodista aun ahí y que le hiciera
tan ocurrente pregunta.

- Pues… a mi casa ¿Adónde más?


- Ah…

Shiro se dio cuenta que la pregunta era bastante obvia y por supuesto tonta.

- Sí, ah… yo… yo me refería que para que dirección… bueno, no sé


podría ir a dejarte o podemos ir a comer algo.
- Creo que podríamos ir a comer algo, solo sí tú invitas.
- Por supuesto, ese era el plan.

Regresaron al elevador y llegaron al estacionamiento, donde el guardia solo


los despidió pues subieron al auto, para salir pronto del edificio.

- Y bien… ¿Qué comeremos?


- Pues… a mí se me antoja una pizza enorme
- Amo la pizza -Dijo Daoko mirando por la ventana-
- Pizza será.

Se dirigieron a una pizzería cercana y pidieron una pizza, no hablaron


mucho, por lo que terminaron pronto y salieron.

- Me gustaría ir a caminar…

Dijo Daoko, esto tomo por sorpresa al periodista ya que pensaba que diría
que ya se quería ir o algo así.

- ¿Caminar?
- Sí, siempre es bueno algo de actividad física después de comer.
- Está bien.

Ambos siguieron caminando, recorriendo toda la calle que estaba cubierta


de luces y anuncios enormes sobre los edificios, afortunadamente no había
tanta gente pues ya era algo tarde.

Daoko giro hacia la derecha a un callejón algo oscuro, al final de él Shiro


pudo notar unas luces como si fueran de algún templo.

-Este lugar… -musito Shiro.


Llegaron al final y pudieron visualizar el enorme monte Fuji, el conocido
bosque de los suicidios ya casi no tenía árboles. Por lo que la tasa de
suicidios había bajado drásticamente y se había convertido en un lugar
bastante tranquilo a pesar de tener un pasado.

Daoko camino hasta unas bancas que estaban cerca y se sentó, estiro las
piernas y suspiro profundamente.

- ¿A que venimos a este lugar? -Pregunto Shiro confundido-


- Es… bastante relajante y fresco, ya casi no se encuentran árboles y
este es el lugar que tiene un poco más.

El joven periodista se sentó a su lado y estiro las piernas.

- Tienes razón… es muy fresco.

Permanecieron en silencio algunos minutos para poder contemplar el cielo


que a pesar de la contaminación se podían ver algunas estrellas.

- Oye Daoko… Creo que ya te había conocido.


- … ¿Sí?
- Sí… en la apertura de los laboratorios, fue cuando nos llevaron al área
de psiquiatría, tú estabas ahí.
- Ah… ¿Sí? La verdad no puse mucha atención a los invitados, fue un
día muy pesado, ya sabes cuidar que nadie tocara nada y eso.
- Sí, entiendo… fue una sorpresa volverte a encontrar.
- El mundo es muy pequeño, bastante diría yo.
- Tienes toda la razón.

La chica se levantó y camino un poco mirando a lo profundo del bosque


como si tratara de buscar respuestas.

- ¿Qué ocurre? -pregunto Shiro con curiosidad-


- Nada, es solo que es gracioso como las personas olvidan el pasado.
- ¿A qué te refieres?
- Piensa… aquí solían suicidarse muchos japoneses y ahora… es un
lugar turístico donde todas las personas pueden venir a pasar el rato
tranquilamente.
- Pero… fue tu idea
- No estoy diciendo que es malo, solo que es algo que me hace pensar
lo curiosas que son las personas.
- Entiendo…

Shiro se levantó de la banca y camino detrás de ella.

- ¿Adónde iremos ahora?


- Hay un lugar al que me gustaría ir…
- Pues… vayamos.

Los dos regresaron siguieron de frente, caminaron por varios minutos donde
Shiro solo iba siguiendo a la chica, sin preguntar a donde se dirigían, era
como si confiara ciegamente en lo que ella hacía.

Se detuvo en una escalera que llevaba a lo alto de la colina y subió por ella,
lo mismo el joven periodista. Al llegar Shiro se encontró con un mirador que
daba hacía toda la ciudad de Tokio, se veían las luces de los edificios, las
casas fuera del centro, los parques, las personas, los autos… todo
absolutamente todo se veía, hasta las enormes empresas donde ambos
trabajaban.

- Jamás supe de este lugar…


- No creo que mucha gente lo conozca, como puedes ver está muy
descuidado.

Shiro se acercó a unas bancas que estaban cerca de la orilla del mirador y
pudo notar todo el polvo que tenían, cuando vio a su alrededor también se
encontraban muchas hojas secas y basura de hace muchos años.

- Siendo un lugar tan hermoso…


- Viendo la ciudad desde aquí se ve hermosa, pero… ¿Realmente lo es?
- Entiendo a qué te refieres… Japón ya no es como antes.
- Definitivamente, con los avances tecnológicos y personas queriendo
jugar con ella han vuelto de este país un lugar peligroso.
- Bueno… el hombre es codicioso, siempre desea más ¿Tú no?
- Puede que sí…
- Las personas son muy egoístas.

Sentencio Shiro, se recargo en el barandal que había un poco más delante


de las bancas y se quedó en silencio observando la ciudad.

No le extrañaba que Daoko tuviera esa mentalidad siendo quien analiza las
pruebas y los casos más perturbadores para la empresa.

- Creo que debo irme -dijo Daoko-


- ¿Tan temprano?
- ¿Temprano? ¿Acaso los periodistas no duermen? Si ya pasa de la 1 de
la mañana.
- ¿¡Qué!? Vaya… el tiempo se me paso muy rápido, haya va otra noche
de desvelo.
- Debo volver a los laboratorios… olvide que tenía más trabajo, lo siento.
Hasta luego.
- ¿No puedes terminar mañana?
- No, nosotros los científicos sí trabajamos, no como ustedes que se la
pasan vagando.
- Oye… gracias.
- Hasta luego, Mori Shiro.
- Espera… deja que te lleve

La chica asintió y se adelantó a bajar las escaleras, de nuevo el periodista


iba detrás de ella.

- ¿Por qué venimos a estos lugares?


- Por qué… me tranquilizan.
- ¿A ti no?
- No digo que no… pero fue una extraña experiencia
- ¿Extraña?
- Bueno… casi nunca exploro nuevos lugares que se encuentren fuera
de la ciudad y eso.
- Pues… aconsejo que debas salir más, hay muchas cosas que puedes
encontrar. Tienes una vida, creo que debes aprovecharla.
- ¿Y qué me dices de ti? ¿A qué te dedicas en tu tiempo libre?
- A trabajar
- ¿Es enserio?
- Sí, me gusta mi trabajo. Por eso me dedico a esto, además realmente
no hay mucho que pueda hacer en la ciudad o a quien ver.
- ¿Entonces como conociste estos lugares?
- Los conozco desde hace mucho tiempo, antes de trabajar en los
laboratorios y la universidad, bueno creo yo que conocer el monte Fuji
es mera cultura que al parecer cierto periodista no tiene.
- No me mal entiendas, siempre pensé que ese lugar aún estaba
restringido.
- Bueno conociste algo nuevo hoy.

Llegaron a la pizzería de nuevo y Mori fue por su auto al estacionamiento,


mientras Daoko esperaba en la acera afuera del restaurante.

Cuando llego Shiro con el auto este bajo para abrir la puerta y la chica
pudiera subiera.

- Su transporte ha llegado señorita.


- Gracias.

Shiro cerró la puerta y procedió a subir en él y arranco.

- Que caballeroso.
- Para nada, solo soy amable.
- Gracias.
- No hay nada que agradecer, me enseñaste un nuevo lugar… con algo
debo agradecerte.

Volvieron a quedar en silencio hasta llegar a la empresa.

- Hemos llegado… ¿Estás segura de que debes terminar hoy?


- Sí, debo quedarme aquí. Muchas gracias por el día de hoy Shiro.
- Al contrario.
- Bien, hasta luego.

La chica bajo del auto y el periodista se quedó solo, antes de arrancar se


quedó mirando un punto fijo hacía enfrente, se sentía extraño… era un
sentimiento difícil de describir en esos momentos, su corazón latía con
fuerza y no sabía exactamente por qué.

Trato de calmarse un poco, bajo la ventanilla para que pudiera entrar el aire
y ver si este podía ayudarle.

Pasaron unos minutos antes de que lograra volver a la normalidad y siguió


su camino.

Llego a un edificio alto, antiguo y muy bien cuidado. Por fuera pareciera que
se había quedado en aquellos años cuando Japón era tradicionalista, pero
por dentro todo estaba más actualizado.

Tomo el elevador y tecleo el piso 21 donde se encontraba su departamento.


Al llegar a él, solo camino unos cuantos pasos y llego a su hogar.

En lo único que podía pensar ahora era poder recostarse en su cama y


descansar, así que se quitó los zapatos y se dejó caer sobre ella. Se acomodo
en sus cobijas y miro al techo que era totalmente blanco, como todas las
noches no le quito la mirada de encima.

Esta noche era diferente, se sentía diferente… aunque el sentimiento de que


algo faltaba en él seguía ahí, ahora tenía uno nuevo.
Nostalgia… no entendía porque o como y tal vez no quería saberlo, pero
sabía que se quedaría con él un buen tiempo.
22

Era media noche cuando Shiro llegó a su destino, el contraste entre zonas
urbanas era demoledor. Sin embargo, el ambiente que se vivía era el mismo,
una desolación espectral. La razón de ello no era un misterio para él, y
contrario a lo que esperaba el sentimiento que iba inundando cada rincón
de su cuerpo era la ironía, no solo porque en ambos sitios la muerte había
dejado su marca, sino que sentía la extraña sensación de haber regresado
al principio.

Los laboratorios Jinkaku tenían la apariencia de un cadáver en


descomposición, era completamente comprensible, sin importar cuanto
tiempo pasara el aura que había dejado la muerte de Koizumi seguiría
extendiéndose por los pasillos, cargaría con la maldición hasta el fin.

La puerta de acceso al estacionamiento estaba completamente abierta, al


igual que la de la entrada principal, finalmente no se veía ningún guardia
de seguridad a la vista, quien fuera la persona que lo que estaba esperando
dentro de la construcción había preparado todo para que el encuentro fuera
únicamente entre los dos.

No podía decir que sentía precisamente miedo, se trataba de algo mucho


más fuerte, la determinación de saber que todo podía acabar esa noche
desconocía completamente la dimensión del problema en que estaba metido,
al igual que el peligro que corría al adentrarse en las fauces de la bestia, no
le dolía admitirlo, todo parecía estar en su contra.

El vestíbulo del complejo le traía demasiados recuerdos, su trabajo había


dado inicio cuando tuvo que cubrir la primera apertura de los laboratorios
al público en general. Por primera vez en su historia una de las ramas de
Henzai dejaba de ser exclusivamente de uso privado.
Dicho evento fue catalogado como la proeza del siglo, para el joven periodista
se trataba únicamente de la estrategia de marketing más grande del mundo,
pero no podía quejarse, trabajo era trabajo por más humillante que fuera.

Lo que alguna vez estuvo lleno de vida y adornos brillantes ahora era
insípido y frio. En su memoria yacían los recuerdos de todos los científicos
que se habían integrado a la gran familia farmacéutica, mentes jóvenes y
brillantes con un futuro por delante ¿Qué habría sido de ellos? Les habían
arrancado la cabeza de un solo tajo, su mentor ya no estaba, al igual que la
luz que había alumbrado su camino durante tantos años.

A pesar de que desde su llegada ninguna pista o instrucción se hizo presente


él no se detuvo, muy en el fondo de su ser sabía qué camino tomar,
comenzaba a meterse en la mente del asesino, a pensar como él, no es que
fuera predecible, era solo que sin siquiera proponérselo lo había estado
educando desde el principio.

Un destello apareció en sus pensamientos más profundos, se veía así mismo


con el resto de la prensa yendo de un sitio a otro, todos los departamentos
fueron presentados con una breve y muy general explicación, dejando lo
mejor para el final.

El área de psiquiatría era el orgullo de toda la empresa, se jactaban de haber


tenido mayores avances que el resto de la organización. Tratamientos para
trastornos psicológicos que en un futuro salvarían millones de vidas.

¿Por qué era tan importante esta evocación? Era demasiado simple, ahí la
había conocido, sus miradas se cruzaron por primera vez, tuvieron una
conexión difícil de explicar, definir que fue lo que pasó entre ellos era muy
complicado, ni siquiera habían llegado conocerse del todo, tanto fue así que
al final del día se convirtieron en alguien que solían conocer.

No volvió a pensar en ella en un largo tiempo, su vida continuó tal y como


estaba antes de haber llegado a la conferencia. Sin importar que
coincidieron posteriormente unas cuantas ocasiones más, la realidad era
que no estaban destinados a estar juntos.

Pero eso no impidió que Shiro guardara su imagen, como una fotografía
enmarcada aún lograba visualizar aquella mirada tan profunda como el
océano mismo, aquella que no se inmutaría en lo más mínimo en cuanto
viera la mirada de horror y suplica de sus víctimas, o la sangre derramada
tras haber mutilado de manera profana el cadáver.

¿Cómo sabía eso? Porque esa misma mirada fue la que lo recibió en cuanto
llegó al ala de psiquiatría de los laboratorios. Ahí estaba ella con su cabello
a la altura de las orejas, sus rasgos finos como los de una muñeca de
porcelana. Siempre tan fría, siempre tan calculadora, no podía dar pasos en
falso, iba en contra de su naturaleza. El juego estaba por llegar a su fin,
Mori estaba frente a frente con la asesina en serie y científica Mikanami
Daoko.

- Shiro... ¿Qué haces aquí? – no había nada de sorpresa en su voz


- Lo mismo iba a preguntarte, Daoko
- Tuve que quedarme horas extra, hay un proyecto que nos ha costado
demasiado tiempo y recursos.
- ¿Ah sí? ¿Y en que consiste ese proyecto exactamente? – la joven
nipona tardó unos instantes en responder siempre sin despegar la
mirada de él-
- Esa es información clasificada, me temo que no puedo decírtelo. Te lo
preguntaré de nuevo ¿Qué haces aquí?
- Estoy en medio de una investigación
- ¿Para tu periódico?
- Podría decirse que sí
- ¿Eso incluye el infiltrarte sin permiso en instalaciones privadas?
- No había nadie vigilando la entrada, de lo contrario me habría
identificado formalmente. Además... vengo siguiendo a alguien.
- ¿A quién? Si se puede saber
- A un asesino en serie, la maldad y locura materializada en un intento
de ser humano, un auténtico monstruo
- ¿Y dices que entró aquí?
- Así es
- Entonces estarás de acuerdo con que no estamos seguros aquí.
- Puedo correr el riesgo, no me iré de aquí hasta atraparlo.
- No creo que eso esté dentro de tus obligaciones como periodista.
- Correré el riesgo – se observaron en silencio lo que pareció una
eternidad, la mirada de Daoko seguía siendo la misma, imperturbable,
fue entonces que volvió a hablar.
- Pero yo no – en un instante la chica arremetió velozmente contra
Shiro, este intentó esquivarla, pero los movimientos de ella eran más
agiles y veloces, fue por esto mismo que no pudo reaccionar a tiempo
cuando el puñal le atravesó el costado derecho. Un agudo e intenso
dolor lo envolvió de inmediato, la sangre empezó a emanar
inmediatamente, desesperadamente trató de detener la hemorragia
con las manos, pero era muy demasiado difícil, estaba seguro de que
la herida había sido demasiado profunda.

Podía sentir que las piernas le temblaban y la vista se le nublaba, cada vez
se sentía más desorientado, en este punto ya no sabía dónde estaba
Mikanami.

- Creo haberte dicho que tu trabajo era demasiado peligroso – la voz de


ella llegó junto con un fuerte golpe en la espalda, las debilidades de
todas las extremidades provocaron que cayera al suelo
estrepitosamente – Pero no me hiciste caso, nunca lo hiciste, Rei.
- ¿Qué? – el joven creyó haber oído mal.
- No sé por qué, por un breve instante creí que no tendría que recurrir
a esto, pensé que no hacía falta asesinarte. Pero veo que me
equivoqué, esta entrometida versión de ti es demasiado persistente. A
pesar de que incontables personas le dijeron que dejara a un lado el
asunto decidió seguir adelante. Ni siquiera tuve que esforzarme
demasiado en dejar las pistas, en ese sentido tengo que darte crédito,
eres muy brillante, es una pena que no podrás explotar ese potencial
nunca más.
- ¿De qué... de que rayos estás hablando?
- Oh, estás hablando en serio, parece que Koizumi hizo un excelente
trabajo contigo, ese ambicioso hijo de puta. Hasta el día de su muerte
fuiste su mayor orgullo.
- H…Hikari, tú lo mataste.
- ¿Qué te viene a la memoria cuando miras este lugar? Seguramente
dirás la conferencia de apertura, el maravilloso día que nos conocimos
¿No es así? Eres patético. Pero no, quiero que intentes regresar un
poco más atrás de lo que todos en este maldito lugar llaman tu
“Nacimiento”. – Shiro estaba aterrorizado, su plan no iba a salir como
esperaba, primero necesitaba escuchar lo que tuviera que decir
Daoko, pero primero necesitaba saber una cosa más.
- ¿Quién eres?
- Kurutta Daoko, en tu otra vida fui tu alma gemela
- ¿Q…Qué?
- Todo comenzó hace diez años, en este mismo lugar.

Henzai había iniciado un proyecto que, de tener resultado, sería su mas


grande aportación en la medicina moderna, el proyecto Two Souls o 2S.
Consistía en el uso de potentes drogas para curar el trastorno de identidad
disociativo en las personas, tomarían a alguien con dos personalidades,
buscando suprimir una de ellas. Los riesgos eran menores, y de acuerdo con
sus cálculos había demasiadas posibilidades de tener éxito, así que dio
inicio.
Sus conejillos de indias serían dos casos similares, dos chicas que
presentaban los mismos síntomas, comportamiento errático, pérdida de
memoria, y múltiples episodios de ansiedad. Sus expedientes las
identificaban como Rei Mori y Kurutta Daoko.

Sus casos eran sumamente fascinantes, en ambos casos estaban presentes


dos identidades, una de sexo masculino y otra femenino. Cada una de las
identidades contaba con nombres propios, gustos, pensamientos, ideales,
inclusive sentimientos.

Una vez identificado esto lo siguiente fue determinar cuál de las identidades
debía ser suprimida, para eso hicieron las dos chicas interactuaran entre sí.
Cada día se les aplicaban ciertas pruebas que servían a manera de
estímulos. Dos semanas después los científicos habían localizado a los dos
elementos erráticos, en el caso de Mori era la mujer, Rei, y en el de Daoko
era el hombre, Kurutta.

Lo que nadie pudo predecir fue la afección que fue naciendo entre los
individuos, dependencia o amor, nadie supo con certeza que fue lo que las
unió, pero llegó un punto en que las chicas se negaban rotundamente a
separarse la una de la otra.

Entonces llegó la última fase, la eliminación de las identidades, si todo salía


bien el proceso sería muy sencillo, el único problema que podría haber sería
la reacción fisiológica por parte de las pacientes, de haber dolor podría llegar
a ser insoportable.

- Yo lo sabía, sabía que nos aguardaría un sufrimiento inimaginable,


pero te prometí que todo saldría bien, que superaríamos lo que fuera
siempre y cuando estuviéramos juntos. ¿Sabes lo que es prometerle a
la persona que más amas en este mundo algo que no sabes con
certeza si se cumplirá? Pero necesitaba tranquilizarte, siempre fuiste
más sensible, y los doctores dijeron que de no estar tranquilas el
proceso sería mucho más doloroso, así que tuve que ser fuerte por los
dos. Esa noche... la noche antes del experimento te pedí que te
casaras conmigo, planeamos nuestra vida juntos, nuestro futuro, todo
sería perfecto, esa fue la última vez que te vi con vida.

Al día siguiente dos de las cuatro personalidades fueron suprimidas con


éxito, hubo celebración y regocijo en las instalaciones, Rei y Kurutta habían
desaparecido para dejar únicamente a sus contrapartes. A partir de ahí se
inició una recuperación completa, Shiro Mori tendría que pasar por otro
tratamiento hormonal para que adquiriera la apariencia de hombre, después
se le crearía una nueva vida, se le implantarían recuerdos falsos, se le
conseguirían vivienda y trabajo, sería soltado al mundo para convertirse en
un ciudadano de provecho.

- Se llevaron al amor de mi vida y en su lugar dejaron un mal intento


de hombre, un chiste de ser humano. Y yo... fui más fuerte, no
pudieron deshacerse de mí, pero no podía permitir que se enteraran,
así que tuve que fingir que el experimento había sido todo un éxito,
me convertí en Mikanami Daoko, la chica que pudo curarse de su
enfermedad. No había necesidad de empezar desde cero, únicamente
debían asignarme una vivienda y un trabajo, y para las dos cosas yo
les di la solución, le supliqué a Koizumi que me dejara quedarme a
vivir en los laboratorios y que me anexara a su equipo de trabajo,
alegue que deseaba con todas mis fuerzas seguir con la investigación
que me había permitido volver a la “normalidad”, aún no puedo creer
que se lo haya tragado el muy cretino. A partir de ahí todo fue fácil,
tenía acceso a toda tu información, solo necesitaba idear un plan para
poder atraparte. Llamar tu atención no sería sencillo, asesinar a todas
esas chicas requería de tiempo y empeño, pero una vez hecho solo
debía encargarme de un cabo suelto, el malnacido de Koizumi, ya no
me servía de nada, así que me encargué de él.
Shiro había quedado petrificado, no podía creerlo, no quería creerlo, toda su
vida, toda su existencia misma era un fraude, una mentira, una obra
orquestada por personas que jugaron con él como un juguete. Deseaba
recordar, anhelaba recordar, pero lo único que tenía en la mente era el hecho
de que el monstruo frente a él debía ser detenido, ya había causado
suficiente daño. Sabía que moriría, la debilidad de su cuerpo y su estado
semiconsciente eran prueba de ello, pero aún podría poner en marcha su
plan, solo necesitaba distraerlo. Con apenas un hilo de voz preguntó

- ¿Por...qué mutilarlas?
- Notaste ese detalle, ¿No es así? Verás, cada una de ellas tenía algo
que me recordaba a Rei, su capacidad para escuchar, su hermosa voz,
un olfato exquisito y refinado, no podía permitir que alguien más
tuviera lo que alguna vez fue de mi amada, así que se lo arrebaté. –
por un breve instante el joven de ojos verdes sintió la necesidad de
vomitar, pero aguanto, necesitaba más tiempo.
- La última...de las...chicas
- ¡No hubo ultima prostituta! Fingí los gritos para que los trogloditas de
los vecinos aportaran su testimonio a la policía, luego me escabullí
fuera del edificio para después llamar a los agentes y a tu editor.
- Fuhai
- ¿Realmente crees que alguien en este podrido mundo piensa en los
demás aparte de sí mismo? Eso es lo único que te queda de Rei, su
confianza en las personas. Yo fui quien presionó a tu jefe para que
cubrieras la nota, el marica no soporta la presión, sucumbió al
instante. – Shiro estaba muy débil para siquiera maldecir al inepto de
su jefe, tenía que actuar cuanto antes. – Basta de preliminares, ya te
he dicho todo cuanto debías escuchar, llegó la hora de terminar con
tu miserable existencia – y sin previo aviso la chica sacó un revolver –
salúdame a la rata de Koizumi de mi parte.
- Con gusto – con la poca energía que le quedaba Shiro desenfundó su
pistola y sin pensarlo dos veces tiró tres veces del gatillo, una bala
impacto en cada pulmón de Daoko y el tercero en lo que asumía sería
el estómago, antes de precipitarse al suelo la asesina en serie alcanzó
a atinar al hombro del periodista.

Ambos quedaron tumbados en el suelo, podían oírse los lamentos


moribundos de ella, Shiro respiraba cada vez más pausadamente. El fin
estaba cerca, entre la vida y la muerte alcanzó a escuchar.

- No me preguntaste el porqué del 22, ya lo olvidaste, era el número que


estaba en la puerta de nuestra habitación, pero no era parte de una
numeración, era una clave. Una persona/dos identidades=2. Una
persona/dos identidades=2. “22”. Rei nunca lo vio así, era más
poética, más creativa, ella decía que era el significado de dos almas
en un solo cuerpo. Ojalá la hubieras conocido...era maravillosa, ella
hacía que fuera mejor persona, un poco más humano. – pero Mori no
contestó, nunca más lo haría. Por su parte Kurutta ocupó el último
de sus alientos para soltar al aire – Rei...

Nadie sabría cual había sido la historia ocurrida esa noche, los periódicos
hablarían de manera superficial, omitiendo tantos detalles como pudieran,
todo bajo las órdenes de Henzai. El público sería feliz con esa bella mentira,
la realidad maquillada, y el mundo de afuera... seguiría girando.

También podría gustarte