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Cañas Cascadas y Pábilos Humeantes

Texto: Mateo 12: 20

Introducción

Cascado/a: persona u objeto muy gastado, viejo o en mal estado. Que carece de fuerza.

Caña Cascada:

¿Existe algo más frágil que una caña cascada?

Muchos de nosotros somos fuimos como una caña, pero luego sucedió algo y fuimos cascados;

Porque un ser querido nos lastimó en palabras o acciones

Porque nos consideramos fracasados

Por la traición de su cónyuge

Por la enfermedad de algún familiar

Por los vicios o adicciones de algunos padres o hijos

Por la religiosidad de las iglesias, pastores, líderes o hermanos que lo lastimaron.

Y Ud. fue herido, doblado, apenas se sujeta por algunas fibras de la caña.
Pábilo: porción de una mecha por donde se enciende la vela o la antorcha.
Pábilo Humeante:

¿Existe algo más cercano a la muerte que un pábilo humeante?

Antes éramos como una antorcha que ardía e iluminaba de fe, luego los vientos de las
tormentas de la vida fueron apagando el fuego, la rutina, el pecado que traía consigo el temor,
y así cada día el fuego fue apagándose.

Lo que antes era una llama, hoy es apenas una mecha que humea a punto de apagarse.

No hay fuego, pero aún queda la tibieza de la pasión que no se acaba en su totalidad.

En Mateo 12:18-20; Jesús no vino para condenar, ni quebrar la caña y mucho menos apagar el
fuego.

Juan 3:17

Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino par que el mundo se
salvo por El.

Isaías 55:6

Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano.
Ejemplos Bíblicos de Cañas Cascadas y Pabilos Humeantes;

Un Leproso

Si quieres puede limpiarme…Quiero, se limpio y le tocó.

Una mujer enferma de muchos años

Si tocare solamente el borde de su manto…Ten ánimo, hija, tu fe te ha salvado.

Dos ciegos

Ten misericordia de nosotros…Conforme a vuestra fe os sea hecho.

Un hombre endemoniado

Te conjuro por Dios que no me atormentes…Vete a tu casa y cuéntales lo que el Señor ha


hecho por ti y lo misericordioso que ha sido contigo.

Una mujer pecadora

En silencio esperaba la condena de muerte…Nadie te condenó. Yo tampoco, vete y no peques


más.

Un hombre condenado a muerte

Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino…Hoy estarás conmigo en el paraíso.

Veamos un ejemplo bíblico más, pero con mayor profundidad. Elías.

Elías conocía a Dios y oyó su voz como pocas personas lo han hecho.

Sus oraciones abrieron y cerraron cielos.

Tenía tal autoridad espiritual que enfrento a 400 sacerdotes de Baal y los mato a todos.

Estaba tan lleno del Espíritu de Dios que se paseaba en carrosas de fuego, sin quemarse.

 Elías se quebró.
1 Reyes 19:4 “Y él se fue por el desierto un día de camino y vino y se sentó debajo de un
enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo
mejor que mis padres”
Algunos siguen llorando bajo el árbol de enebro de Elías, demasiado cansados para
orar.
 Cuidado con el cansancio y el desaliento, luego de una gran batalla.
Aquí es donde muchas veces somos vulnerables a pensamientos de desánimo y
condenación.
No estas orando como antes, no estás leyendo más tu biblia, no eres de testimonio, tu
naturaleza carnal no cambio después de todo, tu fuego se está apagando.
 Cuando ya no puedes llevar la carga, descansa en Jesús.
1 R 19: 5 “Y echándose debajo del enebro se quedó dormido;”
Mt. 11:28-30 “Venid a mi todos los que estas trabajados y cargados y yo os haré
descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí que soy manso y humilde
de corazón y hallareis descanso para vuestras almas, porque mi yugo es fácil y ligera
mi carga”
 Levante y recobra tus fuerzas porque largo camino te resta.
1 R 19: 5b “y he aquí luego un ángel le toco y le dijo: Levántate y come; Entonces el
miró y he aquí a su cabecera una torta cocida sobre las ascuas, y una vasija de agua y
comió y bebió y volvió a dormirse. Y volviendo el ángel de Jehová la segunda vez, lo
toco diciendo: levántate y come, porque largo camino te resta”

 En la presencia de Dios recibirás su Palabras.


1 R 19:8-9 “Se levantó, pues, y comió y bebió; y fortalecido con aquella comida caminó
cuarenta días y cuarenta noches hasta Horeb, el monte de Dios. Y allí se metió en una
cueva, donde pasó la noche. Y vino a él palabra de Jehová, el cual le dijo: ¿Qué haces
aquí, Elías?”

¿Qué tipo de palabras necesitas escuchar para sacarte de tu cueva?


¿Una palabra Áspera? 11 El le dijo: Sal fuera, y ponte en el monte delante de Jehová. Y
he aquí Jehová que pasaba, y un grande y poderoso viento que rompía los montes, y
quebraba las peñas delante de Jehová; pero Jehová no estaba en el viento”

¿Una palabra que te sacuda el alma? Y tras el viento un terremoto; pero Jehová no
estaba en el terremoto.

¿Una palabra ardiente? 12 Y tras el terremoto un fuego; pero Jehová no estaba en el


fuego.

Dios sabe exactamente que tipo de palabras necesitas oír cuando estas cascado y
humeante.
Elías necesitaba una voz suave y apacible: Y tras el fuego un silbo apacible y delicado.

Las Palabras del Padre son de misericordia y amor.

“Misericordioso y clemente es Jehová; lento para la ira y grande en misericordia. No


contenderá para siempre ni para siempre guardará el enojo. No ha hecho con nosotros
conforme a nuestras maldades ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados, porque,
como la altura de los cielos sobre la tierra, engrandeció su misericordia sobre los que le
temen. Como el padre se compadece de los hijos, se compadece Jehová de los que le
temen.” (Salmo 103:8-11, 13)

Aquí tienes tu palabra de liberación: ¡Levántate y confía! El tiempo ha llegado


en que creas que Jesús está contigo en tu tormenta. El te dará la fuerza para
sobrellevarlo.

No creas la mentira que vas a ser derrotado. El diablo no vencerá.

Jesús te dice, “No importa cuán herido te sientas, no permitiré que seas
quebrado. No permitiere que el fuego se apague. Mi espíritu va a soplar y tu
llama por mí volverá otra vez a encenderse.”

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