Está en la página 1de 3

Nuevos Comienzos 3

Escuchando la voz de Dios

“El que es de Dios, las palabras de Dios oye; por esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios.”
S. Juan 8:47 RVR1960

“Los hijos de Dios escuchan con atención todo lo que Dios dice. Pero ustedes no le ponen atención
porque no son sus hijos.”
Juan 8:47 TLA

Los hijos escuchan y oyen lo que Dios dice.

Elías es un personaje bastante especial, que nos enseña una relación fuerte y única con
Dios. Durante los siguientes minutos leeremos juntos estos momentos entre Dios y Elías,
que nos ayudarán a identificar la voz de Dios y seguir su instrucción.

Podríamos atrevernos a decir que Elías realmente conocía a Dios y gracias a esto podía
escuchar su voz. Nosotros creemos que no podríamos ser como Elías, pero lo único que
diferenciaba a Elías de los demás era su relación con Dios. 

Cuando conocemos a alguien, sabemos qué es lo que le gusta, lo que le molesta, el sonido
de su voz y su risa; esto mismo es lo que pasa con nuestra relación con Dios: entre más
tiempo pasamos con Él, más lo conocemos. Así como los discípulos pasaron tiempo con
Jesús y reconocieron quién era (Juan 6:69), así nosotros mientras más tiempo estamos en
su presencia, más lo conocemos.

Busquemos a Dios todos los días de nuestra vida, como dice Jeremías 9:13, que si lo
buscamos con todo nuestro corazón lo encontraremos. No importa que sean 10 minutos
al despertar, Dios nos está hablando todo el tiempo. Hagamos un pequeño tiempo en
nuestro día para escuchar.

“Entonces Elías tisbita, que era de los moradores de Galaad, dijo a Acab: Vive Jehová Dios
de Israel, en cuya presencia estoy, que no habrá lluvia ni rocío en estos años, sino por mi
palabra.”
1 Reyes 17:1

Escuchar la voz de Dios es parte de nuestra identidad

Elías sabía quién era Dios, pero aún más importantemente, sabía cuál era su identidad en
Dios y esto le daba la seguridad y autoridad en la tierra.

Cada uno de nosotros debemos ser conscientes de nuestra identidad como hijos de Dios y
abrazar esta identidad con fe, somos:
1. “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido
por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su
luz admirable;” 1 Pedro 2:9
2. “El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y
si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que
padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.”
Romanos 8:16-17

Y somos calces de reconocer su voz como lo dice Juan 10:27 “Mis ovejas oyen mi voz, y yo
las conozco, y me siguen,”

Debemos creer que ahora es algo natural en nosotros el distinguir su voz en medio del
ruido del mundo y de nuestros propios pensamientos.

“Y vino a él palabra de Jehová, diciendo: Apártate de aquí, y vuélvete al oriente, y


escóndete en el arroyo de Querit, que está frente al Jordán. Beberás del arroyo; y yo he
mandado a los cuervos que te den allí de comer. Y él fue e hizo conforme a la palabra de
Jehová; pues se fue y vivió junto al arroyo de Querit, que está frente al Jordán. Y los
cuervos le traían pan y carne por la mañana, y pan y carne por la tarde; y bebía del arroyo.
Pasados algunos días, se secó el arroyo, porque no había llovido sobre la tierra. Vino luego
a él palabra de Jehová, diciendo: Levántate, vete a Sarepta de Sidón, y mora allí; he aquí
yo he dado orden allí a una mujer viuda que te sustente.”
1 Reyes 17:2-9 RVR1960

Cuando Dios habla


Cuando Dios nos habla nos va a dirigir, nos va a proteger y nos va a proveer.
1. Nos dirige: Dios sabe hacia dónde tenemos que ir, en su instrucción Él nos dará los
pasos que debemos seguir para cumplir nuestro propósito.
2. Nos protege: Dios ve mucho más allá de nuestros ojos, Él conoce el mapa completo
y siempre nos llevará a tomar decisiones buenas para nuestra vida y para los
demás.
3. Nos provee: Así como a Elías, Dios nos dará siempre aliento recordándonos que Él
se encarga de nosotros y nos sustentará en cada temporada.

“Cuando llegó la hora de ofrecerse el holocausto, se acercó el profeta Elías y dijo: Jehová
Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, sea hoy manifiesto que tú eres Dios en Israel, y que
yo soy tu siervo, y que por mandato tuyo he hecho todas estas cosas. Respóndeme,
Jehová, respóndeme, para que conozca este pueblo que tú, oh Jehová, eres el Dios, y que
tú vuelves a ti el corazón de ellos. Entonces cayó fuego de Jehová, y consumió el
holocausto, la leña, las piedras y el polvo, y aun lamió el agua que estaba en la zanja.
Viéndolo todo el pueblo, se postraron y dijeron: ¡Jehová es el Dios, Jehová es el Dios!”
1 Reyes 18:36-39 RVR1960
Cuando escuchamos a Dios traemos el cielo a la tierra
Hay personas o situaciones a nuestro alrededor que necesitan que nosotros oremos para
que Dios envíe fuego del cielo. Dios siempre está hablándonos de manera personal, pero
hay momentos en los que Dios nos habla algo para alguien más, nos pone a alguien en
nuestra mente, quizá un amigo, un familiar, o alguien que no conocemos. 

Nosotros somos usados por Dios, aunque muchas veces no nos demos cuenta; somos esos
faros en medio de la tormenta alumbrando a aquellos que están perdidos, les mostramos
el camino para llegar a la roca firme. Y sé que muchas veces no decimos lo que Dios quiere
por miedo o por vergüenza, pero no importa que seas el único contra muchos, porque lo
que Dios habla es siempre lo necesario a hacer o decir; como Elías, que era uno contra 850
profetas, pero él sabía de dónde venía lo que decía: del Dios único y verdadero, que no lo
iba a avergonzar. 

“Y allí se metió en una cueva, donde pasó la noche. Y vino a él palabra de Jehová, el cual le
dijo: ¿Qué haces aquí, Elías?”
1 Reyes 19:9 RVR1960

La voz de Dios siempre nos encuentra


Hablar de escuchar la voz de Dios es algo sencillo, hasta que recordamos los momentos
más oscuros en los que nos hemos preguntado: “Dios, ¿sigues ahí?” Quiero decirte que no
has sido el único en sentirte así; incluso a Elías, después de hacer bajar fuego del cielo y
con su voz causar que no lloviera en la tierra, el miedo por Jezabel lo nubló, su miedo le
impidió escuchar la voz de Dios. 

Lo impresionante es que Dios va con nosotros aun al lugar más oscuro; no importa a
dónde vayamos, jamás huiremos de su presencia (Salmo 139:7).

El nos recuerda que tiene el control y que Él es quien está luchando por nosotros. ¡No
dejará que toquen ni uno de nuestros cabellos! 

También podría gustarte