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!\ 1\T A L I E Z. D ,,\ V IS
EI_j REGRES O
DE
MAR TIN G U ERRE
Tradu1.-c 1< .>11 ele
1lcluu R( i f l''.-
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Antoni Bosch , cc1ito r
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i'uhl1 c 1do !"" :\nroni Bosch, cdiror
Sr. !'ne Ch1cr, .lS · Barcelona ( 17)
© de h edic ión fran cesa
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1 "" puqa ald ea n a de l Roscll c!n. a! ,urde Amgar, 1529,
f•r•w nkntc: de Das Tractenburh des Chrútoph Wúdit z
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Indice
Prtfacio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. .. . ... .. . . .. . . XI
'
f lntro:.lucción ... ......... .. ..... . .. . . . ...... .
i\
De Hernbya a Artigar . . . . . . . . . . . ..... . (¡
~'I
IX El regre so (!e Mart;:i Gucrrc ..... .. .. . 78
X El narrador . . . . . . . ...... .. . ..... .
!,
XI Historia prodigiosa, hi sto ri a trágica . . .... . . 99
XI 1 Des bo yteux .. ... .... . ..... ... ... . . .. . . l ()C)
XI l 1 Epílo~o ........ . ..... . .. ... . ... ..... . 1 1(¡
Notas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1J9
Bibli og rafía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 14 7
,; Índi ce alfabécico . . ............ . .... . . . .. . . . . . ] ))
1r.
llf uuuuuuuuuu u u u u lf lf o ti u ll
I\·efacio
¡j '1
Muy pronto aparecieron dos libros sobre el caso, uno de
l
:1 ¡ ellos redactado por un juez del tribunal. fue un caso gue dio
' i lugar a muchos comentarios en toda Francia. entre otros,
por partf'. del gran Montaigne. Durante siglos se volvería a
contar la historia en libres sobre impostores famosos y cau-
sas célebres, y en el pueblo pirenai..:o de Artigat, donde tu-
vieror. lugar los ;icontecim1entos cuatrocientos años atrás,
aún se acuerdan de :::lla. Inspiró una obra de teatro, tres no-
vela ~ y una o pereta.
Cuando leí por primera vez el relato del juez pensé que
era un tema exceknte para una película. No es frecuente que
caiga en manos de un historiador una estructura narrativa
tan pe!"fect:: sob~e acontecimientos que sucedieron en el pa-
sado, y que pueda tener tanta tensión dramática. Por una
coincidencia me enteré de que el guionista Jean-Claude Ca-
rrierre y el director Daniel Vigne estaban trabajando en un
guión sobre el mismo tema. Tuve la posibilidad de unirme a
. .,
XII Prefacio
., r " u "
1
Prejacio
IJ ,, ,,
XIII
ellos y de 11ucstra colaboración surgió la película El Regreso a la e~posa de Martin c;uerre. Tenía que volver a mi verda-
de Mar/in Cuerre. dero oficio; a_proveché mi estancia en los Pirineos para acu-
Paradójicamente C:J.:::.nto más disfrutaba con la creación dir a los archivos de Foix, Toulouse y Auch. Me propuse dar
de la peiícula más deseos tenía de hacer algo que fuera más a ese relato tan impresionante un tratamiento que respondie-
allá. Me sentí impulsada a profundizar más en el caso, a bus- ra a su verdadera dimensión histórica, y para ello utilicé has-
car su sentido histórico. Escribir para los actores y no par;i ta el último papel que el pasado había dejado llegar hasta mí.
los lectores me planteaba problemas nuevos sobre las moti- Queda averiguar por qué Martin Guerre había abandonado
'
Paul Alpers, Yvcs y :\icole Castan, Barbara B. Q;¡·¡js, Wi-
·~~ lliam A. Doug lass, D <t nicl FaLre, Steph~n Greenblatt, Ri - A L Y O N,
chard Helmholz , Paul Hiltpold, Elizabet!i Labrousse, Hellen
:: PAR ANTOINE VI N CENT~
Nader, Laurie Nussdorfer, Jean Pierre Poussou, Virginia
'D. LX/.
'~'t•
Rcinburg y Ann Waltner. Alfred Sornan me ayudó genero- VJ{.
samente en los c;¡pítu:os sobre justicia criminal. La edición
de Joy cc Backrnan confinó una gran claridad al texto. Sin la Auec Priuilege du Roy.
ayuda de mi verdadero marido, Chandler Davis, esta historia
s;)lne un marido impostor nunca habría visto la luz .
Ci11.udti 'Pi4ea'? ·
Primera edición del A rrest :'vf emorable ( 156 1) de Coral. Bibliothéque
N ationale
u u u u
~
ARREST DV PARLE-MENT Introducción
de ToJofc, contenant vne hiíloire memorable,
& prodigieu~e, auéc cent belles & doaes
Annorat1ons, de monficur mai.íl:re
I E A N DE e o R As, rap-
porteur du proces.
Femme bonne qui a n;auvais mary,
Texte de la toile du proces a bien souvent !e coeur marry.
& del'arreft. Amour peut moult,
argent peut !out. i
.
!
presa, los juegos de los hombres, las mujeres y !os niños en
las olas. «La gente de este país es muy alegre ... siempre están
En el año 1527 el campesino Sanxi Daguerre, su mu¡er, riendo, bromeando o bailanrlo, tanto las mujeres como los
su hijo Martin y su hermano Pierre abandonaron la propie- hombres», así los describían en 1528.2
dad de la familia en el País V;::;co franrés para ir a instawse Y sin embargo Sanxi o~;~uerre c :.cidió marchar. Quizás
en un pueblo del Condado de Foix, que estaba a tres semanas fuera a causa de las perpetuas amenazas de guerra que pesa-
de ca:nino. ban sobre la región: Ei País Vasco y Navarra hacía tiempo
No era algo corriente entre los vascos. Y no es que los que eran la manzana de la discordia entre Francia y España,
hombres del Labourd fueran especialmente hogareños, sino y esta zona fronteriza sufría a causa de los conflictos que en-
c¡ue ~n sus desplazamientos se dirigían preferentemente ha- frentaban a h·ancisco I y al emperador C1rlos V. En 1:)L3
cia el otro lado del Atlántico, a veces hasta el Labrador, para las tropas irr.periaics cayeron sobre Hendaya y arrasaron el
la caza de la ballena. Y cuando se expatriaban atravesaban el Labourd. En el año 1524 la peste azotó la zona con especial
Bidasoa para pasar al País Vasco español, o incluso para virulencia. Al Zuio siguiente nació Martín, el primer hijo de
adentrars~ C'l el interior de España, antes que volverse hacia Sanxi. Quizás une de los motivos d..: la partida fuern un pro-
el este, al norte de los Pirineos. Además, la inmensa mavoría blema personal, una pelea entre Sanxi y su padre, el «señor
de los emigrantes se diferenciaba~ de Sanxi Daguerre e~ que mavon,, el senior echekojaun, como se le llamaba en vasco, (si
eran segundones que no podían, o no querían, permanecer "dmitimos que éste último estuviera aúr. con vida), o con
bajo f'l techo ancestral. Para los aldeanos vascos la imp:)rta11- otra persona; también podría ser LJUe ¡,., iniciativa pari:iera <le
cia de la casa paterna era tal, que ca<la una tenía un nombre la madre de Martin, si tenemos en cuenta que las mujcr.::s
que pasaba al heredero y a su mujer: «Se hacen llam:ir señor \·ascas tenían fama de ser muy emprendedoras y de tener
o señora de una casa (aunque) no sea más que una porqueri- siempre la última pal<ibr;i. '
za» comu diría más adelante un glosador malintencionado. 1 En todo caso Sanxi recogi ó sus cosas y se fue, llevando
De todas formas la casa de Sanxi Daguerre distaba mu- consigo a su familia y a su hermano menor que er;;. soltero.
cho de ser una porqueriza. Estaba situada en Hend;iva, u'1 En Hendaya quedaba la propiedad ancestral y un día Martin
pueblo en la frontera española, compuesto solamente de «al- la heredaría. Aunque lo hubiera deseado, Sanxi nn h11bieP
gunas casas», pero rodeado de vastas tierras comunales. Sus podido venderla fácilmente porqu e los Fors, es decir los fue-
habitantes, encerrados entre las montañas, el río y el mar, se ros del Labourd, prohibían la alienación de los bienes patri-
dedicaban a la cría de ganado, a la pese. y a la agricultura. La moniales excepto en caso de extrema necesidad, e incluso así
u u u u u
8 El regreso de A1artin Guerre
1
la región de .'\ rtigat, era poco frecuente q:..ie los testamentos
n ó rnicos que unían Artigar con los pueblos y las aldeas veci-
favorecieran a uno de los hijos a expensas de lo~ Jemás; la
- i nas. Los intercambios más importantes se establecían cori
costumbre consiqía en rl')tar a ]:;.s hijas~' dividir la herencia
los pueblos cercanos de Pailhi>s rí0 arrib:'. y Le Fossat rfo
en tant;i~ parte s co mo hijos hubiera, aunque fueran cinco; a
abajo y con la aldea de Le Carla colgada sobre una colina ha-
;":ta de heredc1 os varnnes se repartía la propiedad entre las
cia el oeste. Esta zona de incercambios podía extenders'--,
hijas. También podía suceder que dos hermanos o dos ~uña
Lbe abajo, hasta Saint-Ybars, al este hasta Parnier'.;, y hacia
dos decidier an c ulti\·~ r la tierra conjuntamente, o gue un
los Pirineos hasta Le Mas-d'Azil: Jean Banquels arrienda una
hermano a bando n ara el pueblo v cediera su parte a otro he-
yegua a un campesino de Pailhes por un perfc do cie seis
redero; lo m ás frecuente en el siglo X VII, r:o mo puede leerse
años. Cn mercader de Le !.;-ossat cede en arriendo dos bueyes
en el terrier, regi stro catastral de Artigat, era que los here-
a dos labradores de Le Carla, que Je pagarán con trigo más
deros se repartier an la tierra y vivie ran unos cerca de otro s.
adelante en la feria G.::: Pamiers, cn septiembre . Jehannot
Cuando una casa se ampliaba y llegaba a incluir a dos gene-
Drot, labrador de Artig:>.t, acude e.da in ·;ierno ;i Le Fossat
raciones de ca:;adcs , no seguía el modelo vasco de juntar al
para vender la lana dc sus corderos; se establece un contrato:
se1-10r mayo!° y al j<wen heredero, sino la comlJinación fami -
se le paga al contado y volverá para entregar la lana en el
liar viudo (generalmente la madre) y uno de los h1¡os casa-
mes d~ mayo. Otros venden la lana en bruto a !ns mercade-
dos. 8
res de Pamiers. Un pastor de Le Carla cierra un trato de ga-
Se comprende pues que la propiedad pudiera venderse
saiH1e (según el término provenzal) por treinta ove jas con
con mer.os difi c ultad gue en el Labourd ..l\ ~ í, vemos a un
un mercader de Saint- Ybars: el pastor se compromete a pro-
sacerdote de Le Fos ~ at que vende su huerto a un mercader,
veer de comida y pasto a Jo;; animales a su cargo; los gastos
alegando que ha tenido que mantener a sus ancianos padre~
del estiaje y los beneficios se repartt:'n entre los dos asocia-
1 ' durante ios ocho últimos años. Igualmente, Antornc Basle
dos. James Loze de Pailhes llega a un acuerdo con un merca-
ele Artigat cede «la cuarta pa1 te de :os bienes y_ la sucesión
der de Pamiers sobre cincuenta y dos ovejas: compartirán
del difunto Jacgues Basle, su padre» por la módica suma de
los gastos y las ganancias; una vez esquilada, la lana es envia-
35 libras a un hombre del caserío vecino, y en 1528 los her·
da a Pamicrs a cambio de sal para Pailhés . También circulan
manos Caldeyro ceden seis sétérées, alrededor de una hectá-
cereales y vino, a veces como arrendamientos pagados en es-
rea de tierra, a los hermanos Grose del Mas-d'Azil, los cua-
pecies, a veces como compras efectuadas por . los campesi-
les , tras la compra, se establecen en Artigal. 9
,, ,,
."
12
u u u u u u
El re/!,reso de Martin Guerre
!
u u
Ve J-lendaya a Artiga/
•
16
bajo el mismo rccho, se instaló aparte, cerca de la c.-.sa de grnnde es el deseo no sólo de los grandes señores sino tam -
Sanxi. En esta ocasión seguramente se procedió a un reparto bién de los menestrales, de casar a sus hijos a tiempo para - .
de la propiedad. Más adelante, en 1538, los Guerre aparecen ver corno en ellos continúa su prosperidach>.20
en un contrato que muestra el camino recorrido en Artigat Pero los deseos de asegurar la descendencia no eran el
durante aquellos once años: se trata de la boda del hijo único móvil de estas uniones precoces. Seguramente los bie-
mayor de Sanxi con Bertrande de Rols, hija de una familia nes y los intercambios de servicios pesaban también en la
acomodada del otro lado del Leze. balanza: la fábrica de rej:>-; de los Guerre podía ser importan-
El hecho de gue el padre de Bertrande considerara que te para los Rols al igual que el hermano de Bertrande lo po-
era ésta una unión aceptable, supone ~n testimonio adicio- día ser para los Guurc, agobiados con tantas hijas. El con-
nal sobre la relativa apertura de la gente del pueblo respecto trato rnatrim0niai entre Bcrtrandc y Martin no ha llegado
a los recién llegados . Los Groses procedían de Le Mas-d' Azil ha :,ta nosotro .. pero nos poclemlVi imaginar el contenido en
y prosperaban: se habfan asociado a los Banquels y habfan hase a 1antm otros qut: han sohrC\-i\'ido. En genr·ral, en esta
sicio nombrados LÜnsules. Muchos matrimonio~ se contraían región entre el (;aron~¡ y r:l :\riege::, el matrimonio no daba
dentro de la jurisdi ;::ción de Artigar, ::i m,~nudo entre gente lt.:nr
o
a imuortantes
.
rrarisfcrencias de t!crras de una familia
;¡ de las dos parroquias, como en el caso de los Rols y los Gue- campesi.1a a otra; el grueso de la propied?.d se conservaba,
1 rre, pero a veces había que ir a buscar al esposo o a la esposa tal como hemos "isto , par;: repart:rlo entre los hi¡os en do -
l. tm poco más lejos . .Jeanne ele Ba1.quels tr ... j0 a :ih;li¡JpL du naciones intc: -11ivo.r y tc stamcntari;;.s. Sin embargo !as hijas
Fraude Saint-Ybars, y Arnaud de Bordenave fue a buscar a recibían como dot e ci cqui,·?.lcntc del precio de venta de un
su esposa y a la macire de ésta a una aldea Je la diócesis de \ iñedo o un campo l'c~ucño. En las famili;i.s más modestas
Couserans. Aunque el País Vasco estuviera aún más lejos, en el pagr· se escalonaba a lo largo de ·varios años. La gente aco-
la diócesi~ de Rieux ln s inmigrantes de esta rqóón no eran mudada pagaba la suma intct p l y 2. veces añadfa una pncela
1
t~el tc(!o desconocidos; por ejemplo en Pa!aminy, sobre el de tierra. La dote de la joven Bertrande pertenecía segura-
.;. 1
i, 1 Carona, vivían Bernard Guerra y su mujer l\farie Dabadia, mcr-.te a est,i última categorí?.: una entrega :ll contado ele 50 a
1;
dos .nombres auténticamente vascos. Y tal vez los Guarys ele 1SO libras -1rna suma muy exigua para una novia de la ciu-
Art1gat fueran originarios del J ,abourd. tH dad pero generosa para una campesina- y una viña al oeste
, Los esposos Rols-Guerre eran sing·Jlan 11ente jóvenes. del Leze denominad<i «Delboi.:rat» (lindaba con las prop!eda-
Según los estudios de demografo1 histórica, habría sido ue cles de los Rols y más adelante forir.aría parte de las posesio-
csper.ar qi~e tuvic:·an al menos dieciocho años; y sin embargo nes de los Guerr;:), sir. co11tar el mobiiiario y el ajuar, insepa-
:\tartin solo tenía catorce años; en cuanto a Bertranoe, si ~.:.blcs de cualquier novia de la región: una cama con almoha-
realmente tenía ia edad que más adelante pretendió tener,I'J l'.as ele plumas, sábanas de lana y de lino, un cubrecama. un
su matnmonto no na válido según el derecho cariónico. cofre con cer~adura y llave y <los o tres vestidos de distintos
Aún ad ~- '
e - . .
los Rols· Y los _,uerre estaban 1mpac1entes por sellar tonos.21
t:sta alianza · , v' el cur a ele·A rttgat,
· J1 acques Boen· que :Jertene- Las bodas se celebraron en la Iglesi;i de Artigat, donde
~ía a una ~amil_ia local, rio puso ninguna objeción. Le Sueur estaban enterrados el abuelo de Bertrande, Andreu, y mu-
u>rncntana mas adelante respecto al acontecimiento, «tan chos de sus antepasados. Después el cortejo volvió a la casa
u u u u
18 El regreso de Martin Guerre
.U
1
" '' '' ''
de Sanxi Guerre donde, según la costumbre vasca, el señor
joven tenía que vivir con el señor mayor. Por la noche, des- CAPÍTULO II
pués del banguete, la pareja fue conducida al lecho nupcial
de Bertrande. A la media noche irrumpieron en la habita- El campesino descontento
ción los jóvenes invitados encabezados por Catherine Boeri,
pariente del cura de A i tigat. Les llevaba el «resvcll», un bre-
baje generosamente sazonado con hierbas y c~pecies que
proporcionaría a los esposos una pasión ardiente y un matri-
rnonin fecuncio.22
ja» que 1.:nvi·Jiaba a los <. ;uerrc y su alianza con los Rols, de
diera tener dificultades para consumar el matrimonio. Es
, manera que no podfan consumar el matrimonio. (En la ac-
posible que en el pueblo se criticase esa unión demasiado
tualidad la impotencia del marido se imputa generalmente al
precoz, porque el muchacho no tenía medios económicos ni
carácter dominador de la esposa. En el siglo XVI se atribufa
el c ritnio suficient e para fundar una familia, y también por-
la responsabilidad al poder de alguna mujer externa al matri-
c.iue según las creencias del siglo X VI los «humores» acuosos . . e: .
y tiernos de un cuerpo adolescente prod'1dan una simiente monto). 01 tenemos en cuenta los remedios al uso en el La-
demasiado débil. Pero se pensaba que cuando a parecía el ve- hourd y en el Condad0 de Foix, seguramente consultaron
ll o púbico, los agui1or.cs de la carne se: de spertaba n natural- varias vece:; con una d.: esas curanderas famosas por su habi -
1 n 1cntc, a veces inclu so en exccs<i . lidad Clli':Hiv;.. ¡:¡nalmcntc, tra s uno s ocho años, una vieja
ljUC «apareció rnilagro'.'amcntc: como enviada dcl ciclo» le s
1\I ~· incipi o \Lutin y su familia pcobahlementc c\ pera-
ban c1uc la impotencia desapareceda. En e l P aís \!:t~co exis- indicó la manera de romper el sortilegio. Los curas hicieron
¡ {;¡ una cmtumhre que perr1.ití:1 qü2 los jóvenes tuvieran «li-
decir CLdtro misas rua ellos } l:._·~ hic1cron come r Ílost1as V
,\ hcrr :id para probar a :;us mu¡eres ... antes de desposarlas», lo
hogazas. Martin comurnó L; matrimonio; B'-<trandc conc1·-
J¡¡
:~
que podía ec~uivalcr a un pcríndo de prutba ~ex ual. Pero
\l a rtin promctÍJ convertirse en un muchacho alto y delgado,
bió inmcdiai.amcntc :1 tra¡o al : :rnndo un hi¡ o guc foc SautiL'.a-
do con el nombre de su <lbuelu, ~anxi. 1 ,
!' con b agilidad que se atribuía a los vascos. y dcstacana en los Peru Lis co:,<ts no me:• )rarun para ci joven paJn:. Si t.¡ue-
rcmos ded11cir cual era el estado de ánin10 d;_ \lar! in r : ~1er:·~,
tucgos alck .. nm de acrobacia y esgrima. 1 Iicn rande se h abía
rr.etamorfo<>e?.do en una jov e n muy gua11a ( la primera pala- a parcir de- cómo d·xi~l1ó pasa: los doce años siguientes de su
bra que Coras u ~.uía para describirla más ade lant e se ría «he- vida, tenemos que concluir LJ•JL !ucra d e la esgrima y hs jue-
llc»). '{sin embargo no sucedía nada. La familia de Bcrtran- gos, había !11l1y pocas cosas que le gustaran en 1\rtigat. Todo
le pesaba, su sexualidad precaria ; ra., \arios anos de 1mpu-
de I<. instigaba a separarse de \lartin. E1, caso Je no consu-
mación y transcurrid o un periodo ele tres año~, un rnatrimo- tencia, la rt> tahfL de hcrmall,,s c¡uc ya tcnfan edad de ca~arsL,
rúo podía disolverse: segú n el derecho canónico Bertrandc su posición de herede ro realzada ahora por el nacimiento de
<." ra liüic de GJntraer •.rna :iueva unión.1 su h;jo Sanxi . En las familias'. <1scas ias relaciones entre el se-
La situación era humillante ',' seguramente lud o ei 1Due- ñor mayor y el sci1or ¡ove n er;1n como mínimo delicadas~ es
l' ~ácil imaginar cómo deb:an se r entre un padre ;1iitorita1 io
' 'º .;e 1o h ac1a, sc.:nt 1r.
. U na pareja .casada qu e al cabo de cierto
tiempo no conseguía nin g ún cmh:i.razo cm e l h!anco pufec- corno Sanxi y un hijo tozudo.
to parll un ralibari o caribari, tal como se de 5 ignaba a lacen- En general ios ht sto ri ::do rc s d e los movimientos de la
cerrada en la región de Pamiers. Los jóve n es,que se medían población piensan que las 111igraciones campes inas se deben
con J\rfart1n u luch aban con él, tenían que pintarrajear~e la únicamente a motivos económicos; en el caso de los Cucrre
cara, vestirse con ropa s de mujer y rcur.irs .: ante la usa ,;.: demuestra que ios motiYos pueden ser diversos. ,\1artin so-
los Guerre aporreando cubas de vino, haci endo so nar cam- ñaba con otra vit!a, le¡os Je los campos <le mijo, del tejar, de
p:rnas y c::ntrcchocando espadas. s Era una d es honra. hs propiedades y de los matrimonios. Había v1aja<lo un
poco. Había ido al este de Pamiers para su confirmación \'
:\1artin estaba embrujado. Como diría Rertr(lnde más
seguramente en otras ocasiones, y hacia el oeste había visita'-
.~delante, estaban «ligados por el enontamiento de una bru-
22 fj regreso de M,1rtin Guerre
" ..
¡'
El campesino descnnlenlo
do :Vlane s:.ir le Salat donde habfa trabado ami~tad con el
hría consentido a su hijo :'.! :'· tin. Sin e1.,car,,;o :-n t5'1~,
posa d er O . 7 Pero estaba atado a Artigat. De_ hecho
. la sociedad
cuando Sanxi aún era un niño de pecho y Martin iba a cum-
aldeana tenía algunas instituciones que tunc1onaban como
plir los veinticuatro años, se produjo un hecho que haría inú-
dlvulas de escape para íos jóvenes que les permitían escapar
til el consentimiento del señor mayor. Martín «robó» una
temporalmente de la vida familiar. En el País Vasco eran el
pequeña cantidad de trigo a su padre. Como vivían bajo el
mar y la pesca del cachalote. Sin duda Martin había oído con-
mismo techo, este «hurt0» reflejaba probablemente una lu-
tar h.iswrias ele ese tipo a sus padres y a '.iU no. En los Piri-
cha pnr el poder entre los de_; heredero~ J\ún así, el robo,
neos v en el llanu existía la transhurnancia de pastores y
sobre todo dentro de b familia, era un cnmen imperdonable
rehañ~s, como lÓ demostró magistralmente E. Le Roy La- según el código vasco. 1d .os \ascos ;;on fieles» escribiría el
duric en el caso de 1\laury de ¡\fontaillou.K La primera elec-
juez Pic!'re de Lancre, ;<creen q~: :::: el !-iurtri ·..: :~ una vi:eza del
ción resultaba inarr:esible- para un habitante del C<J:idado de
alma, la bajeza de un corazón abyecto que prueba el estado
1-·oix por razones prácticas. La '.'>egunda se excluía por razo- ele L:cgradad : necesidad de una persor.a1~. Martin Gucrre es-
1
r.es sociales: no era una opción r1ara un miembro de las me- taba en una situación imposible. «Por te•YJ0r a la severidad
jores far-:iilias de Artigar. Los q.le ilevaban el ga,1aclu a pacer
de su padre» abandono su patrimonio, a sus padres, a su hijo
en las montar1as no podían cc,labrirar en los tr.1bajos del cam- y a su mujer, y no se supo más de él clun1nte años. !' 1
po, ni en las vent <ts o ios negocios que st.: tratab:rn en el valk Sería interesante saber si :\hrt1t1 Guerre volvió a reco-
.~el: .2zc.
1 rrer en :;ent1do inverso ei camino que w padre había hecho
! d-iabía alguna otra salida? En Le i·ossat habla una cscuc-
dos decenios antes, y si visitó el Labourd. De hecho su posi-
la; c:i joven Domini<~uc Bocri la habia frecuentado y se disp" ción de heredero era discutible, y quizá:; quis;1 evitar a Jo-
nta a estudiar derecho en la Universidad . Tamf)i(:n csrahan hanto Daguerre y a sus primos por temor a que previnieran
las tropas que Francisco 1 reclutaba u1 el Languecloc y en a :d famiiia. Pero al menos debió querer ver su pueblo natal,
otras partes. En el Labourd, uno de los Daguerre había ser- y las olas de su~ playas. Lo que sabemos con seguridad es que
vido en el ejército c.!el rey. Hasta un honorable .1otario del llegó a ~~spaña cruzando los Pirineos, que aprendió el caste-
Mas-el' Az1l podía soñar con dio y :..~ibujar soldados fantásti- llano y que acabó en Burgos C0'.110 12.cayo en la casa de han-
cos en su:; registros . Y finalmer.te c::staba España, que cada cisco de l\fr·ndoza, cardenal Je ia igles1::i C<ltólica. 11
ai":o atraía a hombres de la diócesis de Rieux. Pey del Rieux En 1550 Burgos era una ciudad próspera: su población
r.
r1F de Saint Yba.-:., <«.kci<lió partir al país de Españ a rara ganar-
se la vida», e hizo testamen~o antes de marcha¡ para gue su
contaba con unas 19.000 r.lmas, y .1ún era !a capital c0mercial
f! hermana pudiera heredar sus bienes :;i moría. Franc;ois Bo-
de Castilla, el centro de distribución de la iana, y estación de
les perc:grinos que iban a Santiago de Compostela. En este
necase de LanOL•X partió con su mujer haua Barcelona, pero mismo año Francisco de MendoL:a y Bovaclilla sería nom-
en algunos contratas matrimoniales el novio preveía el m::n- brado obispo de la espléndida c:::.~edr.;l; era un antiguo obis-
tenimiento y alojamienLO de su futura mujer er. casa de sus
po ele Coria, erudito y humanista, amigo ele Erasmo y ele Vi-
padres l"'.n caso de que decidiera marchar hacia España tras la ves, cardenal desde 1544 y miembro dei partido imperial en
boda. 1 la primera sesión del Concilio de T rento. Do!l Francisco es-
Pero se trataba de empresas que Sanxi Gucrrc jamás ha-
taba encargado de altas misiones p0líticas por cuenta de la
.1
•
24 El regreso de Martin Guerre El campesino descontento 2::i
Iglesia y de Carlos V, y tuvo que permanecer varios años en ros, entre ellos al condestable de Francia. (<Hemos(» <: nieto _
Italia. En agosto de 1550 delegó a su hermano Pedro de un gran botín, armas, caballos, cadenas de oro, plata y otras
Mendoza, comendador de la orden militar de Santiago y ca- cosas», anotó un oficial espai'lol en su diario. Pedro de Men-
pitán del ejército español, para presentar sus cartas creden- doza hizo dos prisioneros por los que obtuvo un rescate de
ciales en el capítulo de la catedral. Al parecer Pedro cuidó de 300 escudos. Martin Gut>rre fue alcanzado por un arcabuz
que rodo se desarrollara sin obstáculos en el palacio episco- francés en la pierna. Se la amputaron. Era el fin.:.! de la agili-
pal durante la ausencia del prelado. 12 dad de Martin Guerre. i 4
E l joven campesino de Artigar debió convertirse i:: n la-
cayo de este palacio. J.> Desde su lugar, en el último esca la-
fó11, podía c0ntemplar un mundo (le hombres importantes,
de canónigos procedentes de la nobleza, de grandes merca-
deres del Ayuntamiento de Bwg0<, de jcs~'.tas recién llega-
dos y de otras personas que iban y venían por la casa del
obispo. Observaba el fastuoso ritual de la catedral que co;,-
trastaba singularmente con la rusticidad de ia misa parro-
c1ui al cie Bajou y de Artigar. Recorría las animada s calles de
la ciudad, con la espada al cinto y vestido con la librea de
una de ias casas más grarides de España. No sabemos si año-
raba e l pueblo que habh. dej~do tras él o si alguna vez contó
su pasado a su confesur.
Más adelante Marti;1 pasó al :,e rv1c;o del hermano de
Francisco, Pedro, el cual seguramente se percató de sus cua-
lidades atléticas y lo tomó como soldado. Una campaña lo
llevó :.: Fiandes donde formó parte del ejército 1ue Felipe II
enviaría contra Francia en San Quintín. E~ rosible que ja-
más se le ocurriera qu e era culpable de alta traición; perc
probablemente sería porque nunca pen só en volver a Fran-
c ia algún día.
Mientras combatía (ya fuera baje> las órdenes de su amo
Ped ro en la caballería ligera, o en h infantería) Martín supe-
n'i los primeros días del bombardeo de Picardía si n en rasgu-
:'ao. Y llegó el 10 de Agosto, el día de San Lorenzo, cuando
'"" ejt'.rciLos de Felipe JI derrotaron a las tropa s francesas
'l 11 l" habían acudido en ayuda de la ciudad sitiada, masacra-
ron a gran número de soldados e hicieron muchos prisione-
- - - - -- - - - -.-·- ·
11 u U U U U U UdlJ U 11111U111111
LI honor de Bertrande di} Rols
fl ~
bién podía sucederle a una mujer: según expli:::iban lm ln-
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CA.PÍTULO lll
guisidores en el Ma//eus maleficarum, «el diahlo puede enlo-
El honor de Bertrande de Rols quecer hasta ta! p•.mt•) la imaginación (de la mujer) que ésta
puede llegar a comiderar tiue su marido es tan execrable que
por nada del mundo le autorizada a yacer con ella».'
Bertrande no debió formularse las cosas en estos térmi-
nos, pero está claro que durante ur, cierto t• '.·.,,pn sr sinrió
aliviada ant<: la imposibilidad de tener rclacic,ncs ~exuales. Y
si:-i embargo, cuando su s padres la presionaron para que se
1 i ·: n ci moml'.nt o en que cmpenln la ··id;'l. aventurcrn í.IL separara de .\1 art in, se r.e~ó categóricamente. Aquí debemos
j detcnerno '> sob re 3 igunos rasgos del orácter de BertrancL.:
¡\ J:irtin Guerre, s u mujer Be rtrande apena::. tenía ve inti <k1s
;lii< h. [,a «b-:.:11 : > jovf.'n•> también debía Lunsic!c-rar su p asado d e Rob. c..¡u c a s eis d i 1 ·r. is~i s años ya eran manifie stos: la preo -
i
! con c ie rt 2. tristeza. c upación p o r su reputaci ó n como mu¡er, una ind e pendenci::i
P o r lo que sabemos, Bertrande había ra sado su 1nfan c 1a frroz, ¡ fin a lmc11tc una as tucia y :..::1 re;!lismo que utilizaba
en compa ñía de un hermano como mínimo y de su m adre, para mani ob rar en el marco de las ohlig;,cinnes de su sexo.
ini c iándos e en el manejo d e la rueca y en o tra s oc upac io nes Su negati\'a a a nular el matrimonio -lo que !e hubiera dado
if fcrn c ninas. En Artigat y en los pueblos cercanos a -vects se libertad para vo l ver a cFa rse ~iguiend u la \ ulur.cad de sus
colocaba a las chicas en otras ca'.;,1s-existe e l caso ele la e~: po p ?dres- !e p e rmitía sustíaerse a ciertos deb~n.:s conyugales.
sa ck un mercader d e l Fossat gue ltgó sus vestidcs a su s ir - l .e ofrecía la pos;hilidad ele vivir su ac!,)lcscencia entre las
v1t:nta- pero en casas como la ele Bcnra r.de , ias hijas ayuda - hermana s pcq ucf1a ~ d e Martín, con la s que se llevaba bien. Y
ban a llevar la c asa hasta yue se casa ban . 1 :idemás hada a la rd e de virtud. Efec tivam e nte, ci juez C:oras
Y, antes de haber tenido CJCasión de bailar a! son de lo s hai.Jlaría de la re:;istcnci a ck Bertran<le a separarse de Martín
v iolin cs con algc.ín m o zo del pueblo el 1 S d e agosto, el día de e n los sigui e nte~ términ os: «este acto , como una piedra de
!a fest1·.: idad de Nue stra Señor~ de Art!gat, o de :;er corteja- tvquc:, ofrecía la m ,1yo r prueba d e hone stidad d e l;i. citada
da, .h e!a aqui casada con .l\.fartin. Es ¡)roL ab ie que ya hu bie ra Ro ls»; 4 alguna::; comadre:- d e J\rtigat d e bieron pen sa r exacta-
tenid o las «flores'> , tal como se denominaba entonces a la mente lo mis:no.
rnen-;truacÍÓn, p o rque de lo CO !l!r;irio bs fa milias r¡O hilbie- iVlás ad e iante, cuand o Berlr<'..-ide estaba preparada para
ran permitido que la noche de bodas le admrnistrarc.n el «rc s - ello, apareció una vieja «milagrosamente, como una enviada
veii», ese brebaje de fecundidad destinado a facilitar el emba- del ciclrn> gu e la ayudó a romper el maleficio. Firalmeni:c
razo. Pero una muchacha tan joven en un a cas a extraña, te - Bertrande trajo un hqo al mundo, un acontecin1iento que
nía qu e sentirse tan incómoda co mo \1art;n; c!!a también es- para ella (ai igual que para las aldean as cuyo matrimonio se
tab a «embrujada», según declara ría unos añ o:o. más t;irde ante iniuaba bajo me¡ores auspicios) significaba verdaderamente
el tribunal de Rieux. Es cierto que cuando las bn..1jas int e nt a- el primer paso en ia v ida adulta.
ban impedir el acoplamiento entre marido y muier, centra- Bertrande conocía este mundo a través de sú madre, a
ban su atención en el miembro viril 2 . Pero era algo que ram- través de su s uegra vasca, a través de sus madrinas. ¿Qué le
f
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rcscrva b a.;:>
-• • •
¡;,¡ regreso de Marli11 Guerre
Las mujeres depenJían de la voluntad de sus maridos, y bre d; otorgar un viñedo a un hijo recién casado y calzas a
1lc la de sus hi¡os cuando enviudaban. En principio ia cos- todos sus ahijados y ahijadas.
Según parece las mujeres se adaptaron al sistema y lo hi-
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El regreso de Martin Guerre
u u
l:J hM111r dl' Bertrande de Rols "31
cieron más flexible gracias a los profundos vínculos gt.:e es- En alguno de estm a11os, probablemente :i. prtncipios de
tablecían una secreta complicidad entre madre e hija. Como 1550, después del vado dejado por la muerte del viejo Sanxi,
esposas, convertían a st:~ maridos en heredi:ros universales. Pierre Guerre hizo un esfuerzo para salvaguardar ias relaci~
Corno viudas, daban preferencia a los hijos sobre las hijas. Se ne<; existentes entre los Rols y los Guerre, y para ayudar a la
sentían gravemente ofendidas y exigían una reparación si ~e mujer abandonada por Martin. Era viudo con hijas y se casó
las trataba de «bagasses», es decir de prostitutas. Una buena con la madre de Bertrande, c1ue también hahía perdido a su
mujer del Fossat denur:ció a la justicia a su vecina por haber- marido.1 1 Su contrato de matrimonio pertenecía a esa cate-
la golpeado durante una pelea por una cuesti ó n de gallinero, grn ía especial de contratos que se h::icfan cuando se unían
pero sobre todo por que la llamó «galin;it» .K dm hogares. Sin dL~da la madre de Bertrande aportaba el di-
Bertrande d e Rol s se crió cor. estos v:::lorc:s. A trav!~S de: r;cro \' io s bienes que c:I difunto le había dejado en caso de se-
todas las vicisitudes por las que tcndrfan que pas<>r, Rertrar. - gundas nupci::is; Pierre debicí e, npromeccrsc a mantener a
de !arnás manifPstó la r'ínirna veleidad ele separarse de la so- lkrtra;-, Je y a su hi¡o ~"nxi. y seguramente decidieron cómo
ciedad de su pueblo o de singulari,._.u~e. Pero atin asf, quería compartir l~s nueva:, adguisiciones. La casa ck al laclo, en ~a
seguir su propi3. ví... Es po~ible que 1:1 influenciara el ejem- que l1abían vivicio el señor mayor y el señor j0 ven, se alquiló
plo de su suegra, u1~ a de esas matronas vascas se2:u<as ele ~í seguramente con ufl arrendamiento a corto plazo (en estas
mismas. Estas muje res del Labourd, a r.ienudo h~~eder::i.s de c1rcrnsranc1as era irnpens'.1blc que Bertrandc se quedara allf),
pleno derecho, tení:l.n fama de «l:cscar~~da : ,: : y :-:-:á~- adehnt<: 1· Pierre Gucrr r' se erigió en icfc de una casa com!-:1uesta esen-
pasarían a engrosa r las filas de las «brujas».'! cialmente por mujeres, en su propi a tic1 i"a.
En el mismo momento en ~ue se inst :'.uraba un nuevo L>. pos ició n de Bcrcrande quedó mu y rebajada tras estos
t:¡ ~o de relaciones en tre Bertrande, por fin madre ele un hijo, acontecmie1tos. Ne er:: ni c~:po sa ni viuda, y volvía a vivir
y Sl1 suegra, 0.hrtin Cucrre desapareció sin dejar rastro: era con su madre . No era ni espo:;a ni viuda, y tenía que enfren-
una desgracia . Incluso para unos campesinos aficion;idos a carse con la:. otras mujeres en el molin o , en la r-uente, en cl
los chismes, la des apa rición inesperada de un miembro emi- tcjn, en la vendimia. Y b ky dejaba pocas escapatorias. Al
nente de la comunid ad era un trastorno purgue dejaba un va- final de! pontificado de Alc¡andro lll, en el siglo XII, los
cío inquietante ent~c !os matrimonios jóvenes . doctores de la Ig "!s ia hal)far: decreta-lo que una mujer no po-
Para los Guerrc, que no eran del luo-ar día \·olver a casarse en aus1;nC1a, n..cepw en ei caso de que
. ~ ' c;-a un nuevo es-
cándalo que había que ha.ccr oh·idar. Los padres de Mar~in lL'\·iera pruebas convincentes de c~ue l1abía muerto. De las
rnurier~n sin sii L)er nada de su hijo. El viejo Sanxi habfa per- des tradiciones :::oncurrentes del derecho civil, foe la de Jus-
donado al fin; rl e¡ab1 a Martin su propiedad de Hendava v las tiniano, !.i más rigurosa, la que previ!.leció. Ei Parlamento de
tierras de Artigat. Por io tanto los notarios localc :,' sabían Toulouse se remitió a ella en 15 5 7 al ¡uzgar un caso de se-
cómo, tenían_ que proceder en el caso de qu e el heredero uni- gundas nupcia s: "Durante la ausenciil_ del marido, la mujer
versa1 estunera ausente del país: «si morfa 0 5 i no volda» se no puede volver a casarse: a menos que tenga pruebas de su
designa\n a otros para sustituirle. Mientras taflto Pierre muerte ... Ni siquiera si ha estado ausente durante veinte
( ~ucrre era ei administrador de las propieriades de su herma- ;inos o más ... Y la muerte tiene que probarse con testigos que
no, Yel tutor de las hermanas solteras de Martin . 10 lo declaren, o por presunciones grande:. y manifie~tas>l. lL
32
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El regreso de Mar/in Guerre
•
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"
Evidentemente los campesinos podían intentar eludir la CAFiTl..iLO IV
Iev (siempre lo habían hecho) e inventarse una historia por
a;cidente o en la guerra, o simplemente ignorar la ley si en el Las máscaras de Arnaud du Tifh
pueblo había algún cura comprensivo. Pero Bertrande no re··
currió a esta solución. Sus intereses materiales la ligaban a su
hijo y a lo que un día sería su herencia; y además tenía un
sentido inflexible de su propia dignidad y de su reputación.
La bella joven, indiferente a las proposiciones y a las insi-
nuacionl'.s, vivía (m:h adelante todo el mundo darí::t testimo-
nio de ello) «v!rtuosa rnente y honurablemcntc» .1' Du Tilh era un nombre común en Gascuña y en el Lan -
Bertrande trabajaba, criaba a su hijo Sanxi y esperaba. En guedoc que también se oía a menudo en la d1ocesis de Lom -
su ~;oJcdad tal vez se apoyó en su'.; cuatro cuñadas y en la bue- hez, cionde había nacido Arnaud. Su padre, Arnaud Guiihem
na vieja que la había aconse¡ado Jurante su ((hechizo». Los du Tilh, erq originario de la aldea de Sajas; :; ü :~-.adre, Barraü
curas que sucedieron a Jacques Boeri en la iglesia de Artigar de ~altera, procedía de! pueblo vecino, Le Pin. Estos lugares
no pertenecían a nin g una famili;i local y no sie mpre residían estaban al noroeste de la diócesis de Rieux , más allá del Ca-
en la parroquia; Bertrande sólo podía confiar:'..' a Santa Cata- rona; era neces a rio todo un día a caballo para ir de Sajas a
lina, que tenía un a capi lla ..:n el cementeri o. :.i Pero sin duda
1
Artigar.
reflexionó sob re su ex1 ~ tencia, que dividi ó en tre s etapas, se- Lis contemporáneos daban el nombre de la Comminges
gún explicaría más adelante a! juez de Ricux : !os nueve o a esta región. «Rica en trigo», diría sobre ella su compatriCJta
diez años de su inf:rn c1a, ios nueve o diez años de su matri- F ranc;:ois de f3elleforest, (<rica en vinos, frutas, heno, aceite
monio, y los '.'tños de espera que sumaban ocho o quizá~· ele almendr.lS, mijo y otras co:o.:s n f'.cesa rias para la vida hu ·
más. 15 Tras uí1a vida (Je mujer que -soló h abía tenido un bre- mana. El país de (nmminges abunda en ho mbre. y éstos 'º!1
ve períocb de sexualidad, tras una unión con un marido que tan valientes y guerreros como ~s posible serlo ... con una in-
no la comprendía, que sin duda la temía y que en cualquil".r finidad de grandes aldeas y pueblos ricos y castillos antiguos
caso la había abandonado, Bertrande soñaba con un esposo y y con una nobleza tanto o más numerosa que en cualquier
con un amante c¡ue volvería y 1ue serfa distinto. Y fo'.! en- otra parte de francia.»1
tonces, en el verz.no de 1556, cuando se p1esentó ante ella Probablemente Arnaud du Tilh habría descrito su pro-
un hombre como si fu e ra el Martin Guerrc largo tiempo ale- vincia en términos menos bucólicos. Sajas tenía su señor,
jado. Este hombre había sido conocido anteriormente con el Jean de Vize, al que le s1.. ceclió su hijo Séverie; la antigua casa
1
nombre de Arnaud du Tilh, alias Pansette . de Comrninges-Péguilhan poseía el señorío d ~ Le Pin. Esto
podía significar, además de los pagos habituales, la potestad
de intervenir en la vida del pueblo, como por ejemplo en
Mane, donde ios señort~ se esforzaban por iimitar los de re .
chos de los habitantes a tener una taberna o una carnicería.
La «abundancia de gente)) podía significar no sólo un refuer-
u u u u u u u u u u u u u u u
34 el regreso de /\1adin Guerre
notarios de la diócesis de Lombez a menudo tenían que re- chacho_que los V icarios de Sajas -las únicas personas del
d actar contratos de aparcería.2 pueblo que sabían firmar- podían considerar apto para ir a
Sin embargo era una región de intensa actividad econó- la escuela y hacerse sacerdote."
mica en torno a la órbita de Toulouse. Los campesinos de Le Si lo intentaron con Arnaud debieron sufrir una gran de-
Pin y de Sajas acudían a Ricumes, y más lejo' hasta L'Islc en cepción. El mozo se convirtió en un «disoluto», en un iove~
. ~
Dodon, Lornhez, <.._;imont y Toulouse para comprar o vender de «mala vida», «entregado a todos los vicios». Esto si ... :1t1-
grano, vino, paño y madera; para tomar algunas cabras, ove- caba que le gustaba beber y frecuentar mujeres, tal vez en las
¡as y bueyes en /!,asai/he; y para entregar la lana en bruto v la<; tabernas ele Rieumes o con las prostitutas ele Toulouse. Le
¡)]{:les. Sajas era uno de los pueblos más pequeños de i0s aire - llamaban Pansette, «la panza», es decir un hombre de inmo-
ckdorcs de Rieumc.:s. En s11~ colinas y en sus vertic11 ,('<; vi- derados apetitos; le atraían los carnavales, los disfraces, los
vían unas treinta o c uarenta familias ' la mayoría
,, .
labradores vJ bailes y todos los juegos festivvs de los grupos '~e jóvenes
pastores, y :llgunos que se dedicaban a tejer la lana o a otras que tanto contalJan en la vida de le-; pueblus de GasLuña. Te-
pocas actividades de la artesanía rural. Le Pin era más gran - nía un carácter muv vivo \ ¡uraba r-ácilmente por la cabeza,
de, de un tamaño más parecido al de .Artigar y con más va - el cuerpo, la sangre. y las llagas de Cristo, blasfemias que evi-
i• ,. L ricrlad de artesano s, aunque probablemente no contó con un dentemente no eran tan gra\cs como las que ins:.iltaban ::i lq
notario establecido en el pueblo hasta el siglo XVII.' Virgen Marí;i, pero gue de todas formas bastaban para que
Los elu Tilh y lo s 13arrau eran familias totalmente norma- se relacionara su nombre con la gente turlJulenta, que jugaba
le s dentro de esta sociedad rural. En 1551, cuando el pueblo a las cartas y arnstaba. Pansette era tan listo que se llegó ?.
recibe una visita diocesana, estas famili1.s no figuran entre ~ospechar que era un :nago, una acu<,ación que casi era un
los cómules y los «bassiniers» de sus pueblos -no figuran cumplido si LC:lemu:-i en cuerna llue no iba dirigida contra
junto a Iris Dabeyat, los Dauban, los de Soles v los Saint /\n- una vieja solitaria sino contra un muchacho de veinte años.e'
drieu, gue delibnaban sobre cuestiones locale.s \-administra- A su manera, Arnaud du Tilh estaba tan enfrentado a la
ban las renL1s de la parroquia. Los du Tilh ucu.paban uri lu- familia y al régimen de propiedad campes:na como Martin
gar intcr:nedio en la sociedad aldeana; poseían suficientes Guerreen Artigat. Aunque en sus proezas nabía llegado has -
campos y viñ..:dos p <tra lJUe a la muerte de Arnaud Guilhem, ta Pouy-de-Touges y Toulouse, snñaba con el L ni vF:rso que
1
y al,clividir la propiedad entre los hijos (existía la misma co~ se extendía más allá de las colirias ele la diócesis de Lombez.
tumbr-:: en Le Pin y Sajas que en Artigar), quedara un poco Existía siempre la posibilidad Je unirse a las tropas de la in-
de tierra para Arnaud. 4 fantería real, esos «aventureros» entre ios cuales los gasco-
La única cosa c.¡ue distinguíq a los du Tilh de los otros nes ocupaban un buen lugar. Los notarios de Gimont tenían
campesinos era su hijo Arnaucl. Había tenido una juven~u(l que redactar a menuJo los testamentos de los soldados_ que
totalmente opuesta a la Je Martin Guerre_ Se había criado abar.donaban la región para ir a la guerra. Tras una sene de
entre chicos, con los que se llevaba muy bien. Era más bien pequeños hurtos, Pansette se fue del ~uebl~ ~ara servir a
bajo y fornido y no era muy aficionado a los juegos aldeanos. Enrique II en los campos de batalla de P1card1a.
u
36 El rej!,reso de Mar/in Guerre Lar máscaras Je Arnaud du Tilh .17
¿Es posible que los dos fugitivos se con<,cie1an antes q11e más, ir más allá de la simple apariencia física. Se hacen confi-
Arnaud du Tilh decidiera encarnar el personaje de Martin dencias. Martin se expresa con cierta ambigüedad sobre -::u
Guerre? Bcrtrande de Rols, en su declaración ante el juez de herencia y su mujer, y tal vez insinúa a su sosias: «Tómala».
Rieux, dijo que podrían haber sicio compañeros de regimien- Y Pansette piensa «¿Por qué no?» En cualquier caso, una de
to -«y el citado du Tilh, como es verosímil, podría haber las pocas confid~ncias que Pansette hiciera a un conocido de
sido compañero de guerra del citado Martin y (con el pretex- Sajas durante el período en que estaba en Artigat fue: «Mar-
to de la amistad) podría haber oído de él muchas rn ::.as priva- tin c;uerre ha muerto, medió sus bienes.»10
das y particulares sobre sf mismo y sobre su mujer»- una Es un argumento posible pero no es lo que Arnaud du
sugerencia en la que se basó Cor<is para hacer un discurso so- Tilh confesó finalmente . Pretendía que no había conocido a
bre la amistad y la traición. Existe un punto del testimonio Martin Guerre antes de llegar a ,\nigat. Si así fue, la impos-
dc A rnaud, en Rieux, qu" puede fundamentar la hipótesi,, de tura es aún más interesante (más fantástica, «m:rabilis ma-
la existencia ele contactos anteriores entre ambos hombres: gis», diría más adelante Le Sueur) v rs1cológicamente más
la cnumeació'1 de los lup::ires y las personas que visitó Mar- verosímil: es muy Jistinto hacer ~" con la ·,id:i de otro de
un (;uerre en Francia y en España durante su ausencia y que simplemente imitarle. /\rnaud volvió de los campe s de bata-
fue: verificada por el tribunal. Pero es diffcil i1i1aginarse lla ele Picardía l ..1cia 15)3, seguramente tras las batallas de
c1)mo pudieron ser amigos en el ejército, dado que Martir1 Thérouanne, l lesdin y Valcncicnnes. Ln día, cuando pasaba
:.
Cuerre lucho ¡umo al rey de España ) que Arnaud d-:iJió ror ,\ lam: en el río Salar, encontró a dos amigos de Martin.
volver de Picardía anres de que Martin se marchara de Bur- .\lal'.se Domiriique Pujo! y el posadero Pierre de Guilhet, y
go s.º éstos lo tom:::ron por el hombre que se fue de Artiga1.11
Pero los dos muchachos se habrían podido c:Jnocer du- En este momento surgió el jugador que hay en Pansettc.
rante .;u~ andanzas por su propia región, o en alguna otra Se informó con la máxima nactitud sobre :\.lartin Guerrl'.,
parte. sobre su situación, su farnili;i y las cosas q11e acostumbraba a
Veamos por un momento, en una pirueta imaginal;va, lo decir o ;;, hacer. Se sirvió c~e Pujol, de Guilhet y de «otros
yue habría podido suceder si el heredero de Artigat h'-1biera amigos de la famili2 y '.'ecinos» de los Guerre, y es posible
t rahado amistau con el «pico de oro» de Sajas. Se dan cuenta que ios dos primnos se convirtieran en sus cómplices. 12 En
de qti-.: se parecen, a 1 1nr¡ue Martin sea más alto, más esbelto y ese pequeño mundo lleno de habladurías era fácil obtener
nds moreno que Arnaud. Descubren este parecido a través u:ia amplia información sin necesidad de ir a /\rtigat, inclu-
de los demás y no por una observación personal, porciue le:; so sobre detalles íntimos, com·) el lugar donde estaban las
cirnpesinos del :: iglo X \ 1 1 no podf:''1 forma1 se una imagen de calzas blancas que Martin había depositado en cierto baúl
sí mismos y de su fisonomía mirándose al espejo (un objeto antes de marchar. Aprendió los nombres de ~odas los aldea-
•• l¡ue no existía en las casas campesinas). Se trata de una reve- nos y el tipo de relaciones que \1artin tenía con ellos. Se in-
hción que los sorprende y los fascina, y, dado que muchos formó sobre el Labourd y aprenJ;ó alguna~ palabras en vas-
ref rancs po¡:.ulares campesinos establecen una relación entre co. Arnaud necesitó varios meses para prepararse, puesto
la forma del ojo o de la mandíbula y algun0s aspectos del ca- que no llegó a Artigat hasta el 1556 . (0.io sabemos exacta-
dcter, '1 se preguntan si esta similitud no podría indicar algo mente donde vivió Arnaud durante este período de prepara-
'
u u u u u u u u u u u u •
38
" El regreso de Martin Guerre
formaron su modo de vida. Todos los campesinos gue se ins- Arnaud evidf'ntemente tenía algo que ra n a r si se estable-
ta laban a cierta distancia de su país natal se veían obligados ;: cía cri Artigat, puesto que la herencia de Martin Guerre era
hacer !o mismo. Y :iungue u110 no se desplazara, podía ad- más importante qu e la suya. Pero a tra vés de sus meticulosos
guirir un sobrenombre o un mote. En Artigal el mote de- preparativos, sus in ves tigac iones, su memorización, quiz ás
pendía de la propiedad, en Sajas dependía cie la personalidad: inclu so de sus ensayos , es además -:: vidente qu e detras de la
uno de los amigos ce Arnaud en el pueblo rec ibió el mote de máscara de carnava l y la estratagema de l bu-,cador de heren -
Tambourin,13 el tambor, como él el de P.msette. cias, Pansut e asp iraba a forjarse un a nueva identidad y un a
Pero, ¿era corriente adoptar una identidad fa!sa? Para ..:1 nda nuev a en c.,e pueblo Je h ri!)era del Leze
Ca rnaval y en algunas otras fiesta~ los cainpesinos jóvenes
podían disfrazarse de animales, o de personas de distinta
condición o sexo, y actuar conforme a este disfraz. Dur:>. nte
una cencerrada podía suceder gue un aldeano hici e ra el papel
de otro, que sustituyera a la persona esca1 necida a cansa de
una unión inadecuada o de sus desavenencias conyugaks.
Pero se trataba de máscaras tempora les que se adoptaban
para el bien de la co1r. unidac!.
Existían supercherías menos desinteresadas: mendigos
en perfecto est3do d e salud gue fingían ser cejos o ciegos,
ge nte que adoptalJa un nombre falso para hacerse con una
hererir:ia o conseg uir a lguna ventaja econ óm ica. E n el cuen-
to de los Tres Hermanos, dos impostores intentaban 1ec L1-
mar la he:-encia del verdadero herman e y el príncipe lograba
·i de~cubiir cual era este último ordenando a los tres gue arro-
jaran flechas contra el cadáver del paüre. Hay ~jernplos co-
nocidos. En 155 7, por ejemplo, un tal Aurclio C hitracha,
o riginario de Damasco, llegó a Lyon y con e l nombre del di-
funto Vallier Trony, se dedicó a recaudar las sumas que a
<.'.stc se le debían, hasta gue las monjas qu e habían heredado
los bienes de Trony descubrieron la impostura y le hicieron
u u u u
Un matrimonio ficticio 41
CAPÍTULO V Guerre. Cvando se si tió mejor Bertrande se lo llevó a cas;;i,
lo acogió como a su marido y le ayudó a restablecer las rela-
Un matrimonio ficticio ciones con los aldeanos.
El pueblo lo recibió de la misma manera que sus familia-
res. Arnaud saludaba a la gente por su nombre y si al princi-
pio no lo reconocían, les recordaba las cosas que habían he-
cho jnrtos unos años ::i.ntes. Explicaba a todo el mundo que
había estado sirvienc.v en el ejército del rey de Francia, qu::c
había pasado algunos meses en España y que ahora deseaba
El nuevo Martin no fue directamente a Artigat. Según estar otra vez en el pueblo con sus amigos, con su hijo Sanxi,
Le Sueur se instaló primero en la ÍlospeJería d-::1 pueblo veci- y sobre todo con su esposa Bertrande. 1
no, probablemFnte en Pailhes. Le dijo a! 111eño que era Mar- Todo parece indicar que la facilidad con que la familia y
tin Guerre y lloró cuando le dieron noticias de su mujer y de los vecinos acqJLaron al nuevo l\Lutin se explica sin necesi-
su familia. El rumor llegó hast::: sus cuatr<J hermanas que Jad de recurrir a L~ brujer{a, de la yu<." se le acusarfa más tar-
acudieron rápidamente a la posada, lo recibieron con gran- de y que él siempre negó. En primer lugar, en Artigat se de-
des muestras de alegría y volvieron a buscar a Bertrande. seaba su regreso, quizás era un deseo ambiguo, puesto que
Pero cuando ella le vió, se quedó muy sorprendida. Sólo los que vuelven siempre acaban c:m algun" ~sp-:ranza y rom-
cuando él le habló con ternura recordándole las cosas que pen el equilibrio de las relaciones de poder, pero en conjunto
habían hecho juntos y mencionó concretamente las caizas se dese::i ba su vuelta. Man in Guerre, el hf'redero y el cabeza
blancas que estaban en el baúl, Bertrande se echó en sus bra- de familia, había vuelto a ocupar .m puesto. En segundo lu-
zos y lo besó; no lo había reconocido i:imediatament<: a cau- gar, había anunciado su regreso y así predispuso a todo el
sa de la barba. Igualmente, Pierre Guerre lo examinó atenta- munJo a reconocer en él a Martin Guerre.2 Ademas facilita-
mente si:i llegar a creer que se tratara de su sobrino, hasta ron el reconocimiento sus palabras persuasivas y la precisión
que Arnaud empezó a recordarle sus acti\ idades conjuntas. de sus recuerdos. Es c;erto que no tenía el mismo aspecto
Finalmente Pierre lo abrazó y dió gracias a Dios po;- su re- que antes. Pero los Guern. no tenían retratos con los que
greso.
comparar, y parecía natural que un hombre cambiara al en-
Pero aún así el nuevo Martin no fue a ,-\rtigat, sino que vejecer y que la vida de soldado trar:sformara a un campesi-
permaneció en la posada para descansar del viaje y recupe- no. A sí, aunque los habitantes de Artigat tuvieran alguna
rarse de una enfermedad. (Le Sueur pretende que tenía una duda, la silenciaron o incluso la enterraron durante un tiem-
enfermedad venérea y que dió prueba de extraños escrúpu- po y permitieron que el lluevo Martin de.sarrollara s 1 papel.
1
los de conciencia al intentar proteger el cuerpo de Bert!"ande Y, ¿qué decir de Bertrande? ¿sabía que el nuevo Martin
de la sífilis, cuando se disponía a contaminar s·1 alma y su le- no era el hombre que la había abandonado ocho años antt:s?
cho conyugal.) Este arreglo permitió que Bertrande Jo cuida- Quizás no se dió cuenta en el primer momento, cuando apa-
ra y se acostumbrara gradualmente a él. También permitió reció con todos sus «signos» y pruebas. Pero la obstinada y
que Arnaud se informara mejor sobre el pasado de Martin honorable Bertrande no parece ser el tipo de mujer que se
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13,/ reJ!.reso df Martin Guerre
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Un matrimonio ficticio 43
deje engañar fácilmente; incluso por un entendido con~o l:n !os dfas fel;ces h~blaban mucho enue c:llos. El nuevo
Pansette. Cuando empezó a compartir el lecho con él debió Martin pudo completar sus informaciones sobre Bertrande,
darse cuenta de la diferencia; todas las mujeres de Artigat es- los Guerre y Artigat gracias a que conversaban «de día y de
tarían de acuerdo en este punto: no hay confusión posible en noche». Esta intimidad entre marido y mujer era considera-
«el contacto del hombre con la mujern.> Por un acuerdo táci- da como el ideal de los humanistas cristianos y de los mora-
to o explicito, Bertrande le ayudó a convertirse en su mari- listas protestantes del siglo XVI y si se producía, sólo era en
do. El r:uevo Martin hada posible que los sueños de Ber- familias de posición más elevada que las de Artigat. Pero, tal
trande se hicieran realidad: un hombre para vivir en paz y como demostr( · i...e Rov Laclurie para un perfodo anterior, el
buen entendimie1to (para citar los valores cid siglo X \'I) y gusto de los occitanos por la conversación no sólo se mani-
apasionadamente. festaba durante las veladas entre vecinos , sino también entre
Se tr::.•aba de un matrimonio ficticio, 110 arreglado come, los enamorados. " '.;eguro gue el nuevo Martin hablaba con
el contraído dieciocho años antes, o de conveniencia como Bertrande de más ~-- qs gue de los cultivos, las ovejas y bs
el de su madre con Pierre Guerre. Había empezado con una niños. Entre otras cosas, podemos suponer que decidieron
mentira, pero como nertrande dir'.a más tarde, pa<>aban el convertir el r:1atrimonio ficticio en algo permanente.
tiempo «como verdaderos casados, cc.miendo, bebiendo y f~sto era un acto má~ fácil de justificar para unos campe-
durmiendo juntos». Stgún Le :)ueur, el «Psr: udo-Martinus» sinos que tenían una experiencia de siglos en manipular los
1· i\ :a en paz con Bertrancle «sin peleas :1 :,e cnmpcirtaba de
rituales populares y la ley católica sobre el matrimonio. Des-
manera tan irreprochable que nadie hubif'ía podido imaginar de finales del siglo XII hasta 1564, según el derecho canóni-
gue se trataba de.un engaiio». En el lecho conyug<il de la be- co, lo que confería validez a un ma.:rimonio era únicamente
lla Bertrande las cosas iban bien ::hora. En tres años tuvie- el consentimiento mutuo; si ambos contrayentes se acep:;i. -
ron dos hijas; una murió, pero la otra, Bernar<le, pasaría a ban recíproca mente como marido y mujer de verba presenti,
ser la hermana p'?queña de Sanxi. ·t incluso sin la presencia de un sacerdote o un testigo, intu-
Pero no es este período de paz el qu..'. nos revela la rntu- cambiaban las prendas del asentim1entc y, sobre todo, si se
raleza de las relaciones er.~re el rwevo J\1artin y Bertrande, conocían carnalmente, quedaban unidos por un matl"imonio
~ino la época en qu e el rnatnmonio ficticio empezó a ponerse indisclubk . La Iglesia desaprob2ba esta vfa «clandestina;; ha-
en duda. Todo nos demu es tra que Arnaud se había enamcra- (·ia el matrimonio,~ pero siempre había alg,iien, sobre todo
do d~ la esposa a la qu<.: había intentado engañar y que ella en el campo, que recurría a e:la por motivos person;;,les: los
había tomado cariño al marido que la habfa .:ogido por sor- menores de edad que no podían obtener una dispensa ecle-
presa. C:.iando él sale de la L.i rccl, durante el período [urbu- siástica, los gue deseaban irse a la cama juntos y sólo dispo -
lento de los procesos, ella le Ja una camisa bl anca, le lava los nían de este medio, o en el caso de que el hombre o la mujer
pies y lo acepta en su lecho. Cuando otros inten~an matarlo, estuvieran ya casados en otro lugar. ~
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Bcrtrande se interpon'e entre él y sus agresores. Ante el tri- Pero esta tradición flO ofrecía ninguna !>Olución eficaz
t bunal, él se dirige a dla «con gentileza»; él pondrá la vida en para nuestra pareja de Artigar. De hecho el nuevo Martín
sus manos cuando dice que r,i ella jurara que no es su marido había adoptado una falsa identidad y para Hertrande hubiera
aceptaría que lo sometieran «a mil muertes crueles».> sido muy diffcil conciliar una posible bigamia con su sentido
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¡~¡ re/z.reso de Martin Guerre Un matrimonio ficticio 45
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del honor, por no hablar <le su conciencia. Pero les ofrecía b Un ml:,v1mi.:cnw ~k :;~;,-,(,;¡ante ampiitud no podía sur1:,:r
posibilidad de concebir el matrimonio como algo que depen- de la nada. Estu significa que durante los diez años anterio-
día ele ellos, y sólo de ellos. res y a través de los intercambios entre Artigat y Pamiers,
De Jo que, en cambio, según el dogma católico, no eran Le Fossat, Saint-Ybars, Le Carla y Le Mas~d'Azil, las ideas
dueños bajo ningún concepto, era de sus almas. Aunque los protestantes circulaban junto con la lana, el trigo y e! vino.
dos acabaron sintiéndose culpables, es poco probable que Esto también significa que Antoine Caffer, el pastor ginebri-
confesaran sus pecados al párroco de Artig~t o al de Bajou. no que en 1556 predicaba en Fn;x en ei c.:mcnterio de ~ .. ':'
'i'odas las descripciones los presentan como una pareja res- Vicente, también pasó por Art1gat. Esto significa que en el
petable clur~nte los años apacibles de su matrimonio; cual- pueblo alguien debía tener el Nuevo Testamento Reformado
t¡uier sacerdote que, durante la confesión ele Pascua, se hu- o algún libelo protestante redactac! en francés, y que lo 1cía
biera enterado de que Martín había siclo Pansette, los habría en \OZ alta en languedociano para sus vecinos. Aunque la
cxuirnulgado inmediatamente como adúlteros notonos, a gente siguiera bautizando a sus hijos según el rito catlílico,
menos que se separar::~1 inmediatament--. Esto nos conduce 1 lguno~ de los que escuchabar. al sacerdote cleLfan esperar
a plantearnos l;i cuestión del protestanfr,mr, e;i Artigat. Es con impacien'-ia el día en que un pastor f1í0testante ocuparra
posible, e incluso ¡;robabk, que el nuevo i\fartin y Bertrande el lugar del párroco. Mientras tanto, el clero local no estaba
de Rols se hubieran interesado por la nueva rehg1ón, en par- en condiciones de hacer frente a la situación. Cuandn alrede-
te porque les podía proporcionar algur.:i justific:::iór. Je sJs dor de 155) Maese Pierre Laurens du Cay :ar fue nombrado
propias vidas. rector de Artig,.,, tuvo que enfrentarse ante los tribunales
! lacia 1536 algunos piotestantes rredicaban r·n el conda- a otro candidato, y sólo el Parlamento de Toulouse pudo
do de Fo1x, y en 1551 había quienes abandonaban Pamiers y cerrar el C«SO. (Lo mismo sucedió con Dominique de Clave-
Le Mas-el' Azil para marcha:- hacia Ginebra. Despúes de ría en 1540 y con Jacques Boeri c:n 1530.) El cura parroco ele
15.c:; 7 el mo ,·imienro se !~izo más fuerte, y en 1561 Le 1\fas si- Rajo'l era uno de los hermanos Drot, una familia modesta, y
guió el ejemplo de su condesa protestante, Jeanne el' Albret, y n() tenía much:c mfluencia en el pueblo. Jíl
se declaró ciudad Reformada. !,e Carla, que aún estaba más ~Qué ¡)ruebas tenemos de que nuest;-o matr!monio ficti-
cerca de Artigat, se convirtió en u;i bastión de la Iglesia Re- cio tuviera contactos con la nueva fe? En primer lugar la fa-
formada. Fue un período agitado en las aldea~ y los pueblos milia Rols se convirtió al pr8tc:;tantismo: pusieron a sus hi-
de las riberas del Lezc. L;n cat(,]ico ult!"aconservaclor como jos nombres del Antiguo Testamento como Abraham y, en
Jicques Villemur, señnr de Pailhcs, vigilaba de cerca a sus el siglo XVII, cuando la mayoría d~ los habitantes de Artigar
cimpesinos, pero en 156) existía un núcleo importante de eran buenos católicos, aún había algunos Rols que se despla-
Lunilias «sospechosas de abra;.:"r la nueva religión» en Le zaban hasta Le r:arla ;'ara asistir a los servicios de la Iglesia
l_ ossat. En 1568 los «!dolos» y el altar de la iglesia de Artigar Reformada. 11 En cuanto al nuevo Martin, dudo que cuando
tunon destrozados no sólo por soldados reformados, sino llegó a Artigar ya estuviera imbuido del nuevo Evangelio. El
t.irnbién por partidarios locales. Una visita diocesana po~te obispo de Lombez, /\ntoine Olivier, pasaba por ser un sim
nur se referiría a este período como la época en que «los ha- patizante de las ideas protestantes, y c;jsría un fuerte movi-
bitantes ele Artigar eran hugonotes». 9 miento protestante en la cLócesis de Arnaud,1-' pero entr~
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46 El regreso de hfartin Guerre Un matrrmonio ficticio 47
1553 y 1556 el ex-soldado Arnaud du Tilh tenía otras cosas vorcio del Consisrorio y 1a amorJZa.:;0n para :u.-.ru· ;i cas:"!.!'.
en que pensar, y quizás ni siquiera residía en Sajas en aquella , se. 14
época. Más bien me inclinaría a pensar que fue en Artigat Pero aunque se hubieran apropiado de estas ideas y se las
donde descubrió las nuevas ideas, allí donde se estaba cons- hubieran aplicado a sf mismos, debieron comprender que no
'
truyendo una nueva vida que operaba en él como una con- les ofrecían ninguna salida. ¿cómo explicar a un Consistorio
,j versión, desplazando al blasfemo, al joven «de mala vida», Reformado la resurrección de Arnaud du Tiih en Martin
aunque no totalmente al embaucador.
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Guerre? El nuevo Martín había conseguido la co.-;-:i.:i,laé'.
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De tDdos modos es significativo que ningún sacerdote de de Rertrande, al menos por el momento, pero un impostor
Artigat o de Bajou tuviera un papel importante en los proce- no poclrfa contar con el consentimiento de los otros habitan-
sos contra el nuevo Martin <.:n Rieux y en Toulouse. Estaban tes ele Artigat.
quiz8s entre los ciento c;ncuenta testigos que declararon du-
rante la vista, pero sus palabras no figuran en el sumario de
Coras, donde ~e consignan todos los datos e~enciales. Tam-
bién es muy significativo el respeto que el nuevo Martin ma-
nifestó hacia los dos consejeros encargados de interngarle,
Jean de Coras y Franc;:ois de Ferrieres, ambos atraídos por el
protestantismo ya en 1560, y futuros defensores encarniza-
dos de la nueva religión en el Parlamento de Toulouse. Les
pidió que le asistieran en su última confesión, que no incluyó
el ritual cat0lico ni ninguna referencia a los santos, sino que
sólo consistió en implorar la misericordia de Dios para los
pecadores que tenían la esperanza puesta en Cristo crucifica-
do. 11
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j
seguir muchas tierras en arriendo -la vía más rápida en el
LangueJoc para convertirse en un capitalista rural- porqut
en su jurisdicción no había propiedades señoriales o eclesiás-
ticas. Quizás entre 1558 y 1559 consiguió formar parte del
El nue vo Martin no era só lo un marido sino también un g~'J ro de hrJmbres que percibfa;1 las rentas del beneficio de
heredero, un sobrino y un campesino propiet ario importan- Art1gat (desgraciadamente hay una laguna en las cuentas de
te en Artig,,t. Fue por ello yue empezaron los problerr:as . estos arios), pero es seguro que se dedicó a la co111pra, :i la
La casa que antaño habfa pertenecido al viejo Sanxi Gue- venta y al ?..r!"iendo de tierra:,. En definitiva, intentó obtener
:jl· rre era <thora I~ casa del nuevo Mar~in. Probablemente sus ventajas comerciales de las propiedades que Sanxi Gucrrc
do s herman~~ solteras fueran a vivir con él, siguiendo la cos-
,.~.
1
cn 11fcsar su mentira ni esperar que le perdonaran. ¡:uc así
cómo empezó a crecer un profundo malestar y un;, sensación tira? Si su matrimonio no era más que una ficción, podía
de incertidumbre y de desconfianza en las relaciones sccialcs aparecer como una esposa :cdúltera, objeto de escán<lalo,
de la aldea. Cuando la gente empezó ,, cuestionar la identi - ante su madre y las otras mujeres del pueblo . Su hija l3ernar-
dad del nuevo Martin en voz alta, ele r~ ueyo ~: e le consideró de podía quedar m;inchada irremediablemente por el pecado
sospechoso de brujería. Y ahora est a acusacióll escondía u;1 de sus padres como se decía que sucedía con todo hijo conce-
temor muchu mas profundo que cuando se le acusó de ello bido en adulterio.1H Bertrande ;:maL.t al "uevo 1\1artin, pero
en ticmp0s de su juventud. éste ya la había engañado una \'ez; (por qué no podía volver
La m e ntira de Arnaud creó una distancia interior turba - a hacerlo? Y ¿qué pasaría si el otro ~lartin Guerre volvía?
Durante todo el día después del encarcelamiento del
nuevo Martin en Rieux, Bertrande tuvo que sufrir las pre-
58 El regreso de Martin Guerre
coartadas, y formulando preguntas. do y b ·:bic:o con 1100 u otro desde la infancia. Entre estos úl-
Algunos casos terminaban aquf, porque en este p~nto la timos estaba Ca1 bon oa.-rau de Le Pin, tío materno de Ar- -·
culpabilidad o la inocencia del acusado salt~ba a la v1s~a .d~I naud du Tilh, personas con las que Pansette había hecho
procurador dd rey y del juez. Pero no sucedió asf en el 1u1c10 contratos anteriormente, y tres hombres que declarawn que
de Martin Guerre. El demandado había citado a algunos tes- el prisionero respondía al nombre de du Tilh, incluso cuan-
tigos para confirmar las declaraciones que había hecho du- do estaha viviendo con Bertrande. Entre treinta y cuarenta
rante Jos interrogatorios y las confrontaciones. Bertrande personas afirmaban que era Martin Guerre, que le conodan
aún no había retirado su denuncia contra él, y estaba con- desde la cuna. Este g: ;.uu 1nciuía a las cuatro hermanas de
vencido de c¡ue podía probar que la había!"! sobornado. El Martín, a sus dos cuñados y a Catherine Boeri, que pertene-
i
1
juez tampoco estaba satisfecho de los testimonios; quería sa- cía a una ele las familias más respetables de la localidad.
l
ber :! 1go más sobre la enigmática campesina de Artigat, so- Los te::tigos 'JUC habían cunociclo a Martín antes ele que
l~~
bre Ja reputación de lo s testigos y sobre la idci1tidad del pri- se fuera de Artig;:it intentaban recordar el pasado. Era de es-
sio nero. Se ordenó al procurador del rey que reuniera a los perar que los c:mpesino!> tv·:ieran una buena memoria vi-
testigos del acusaJo (ahora le t0caba a él pagar los gastos; es sual -son tantos los paisajes, la::. iormas y l0s colores de los
posible que hubiera depositado el dinero por adelantado). que t;enen que acorcl~:-se para su trabajo- pero incluso entre
j En las iglesias de A.rtigat, de Sajas y d(' los alrededores, se estos existían divergencias. Algunos sostenfan que Martin
l
leyó una admonición solemne en la 'iue se advertía a todos era más alto, más esbelto y más moreno i::;ue el acusado, que
los que supieran la verdad sobre el caso, su obligación de re- tenía la nariz más chata, y el labio inferior más prominente y
velársela al juez bajo pena de excomunión . t! :?.sta los protes- una cicatriz en la ceja ele la que carecía el impostor. El zapa-
tantes, a pesar de su escepticismo respecto al poder del pá- tero explicó la hi storia ele unos pies que se habían encogido:
rroco, debieron tomársek, en serio. 7 Martin calzaba doce «puntos» y el prisionero nueve. En
En el transcurso del juicio ciento cincuenta personas cambio otros testigos insistieron en que Martín Guerre tenía
acudieron a Rieux a testificar. En t:)dos los pueblos y aldeas algún diente de más en la mandíbula, una cicatriz en la fren-
de las dos diócesis la ge nte se preguntaba cómo podrían sa- te y t:-es verrugas en la mano derecha: estos signos particula-
ber quién era ei homure -un hombre fuera de su contexto res coi11cidían perfectamente con los del prisionero.
cotidiano, de sus campos y de su familia, y ai que se exhibía Finalmente había un grupo importante de testigos, alre-
en las salas del tribunal de Rieux. Todos los testigos de .A.rti- dedor rle unos sese'1ta, que se negaron a pronunciarse sobre
gat, o casi todos, estaban de acuerdo eP. •in solo punto: cuan- la identidad Jel prisionero en uno u otr::l sentido. Tal vez te-
do d prisionero aparee;::) ante ellos, saludó a cada uno por su mían las posibles consecuencias enojo~'ls de una toma de po-
nombre, y se acordaba perfectamente de todo lo que habían sición, un proceso por calumnias por parte del acusado si re-
hecho juntos algunos años antes. Fuera de esto, sus opinio- sulta~a inocente, o problemas con Pierre Guerre. Pero lo
nes eran divergentes, al igual que las de los testigos que ve- que declararon públicamente era menos complicado: a pesar
nían de otras partes. Unas cuarenta y cinco personas decían de todos los testimonios sobre la boca, las cejas y la nariz del
que el prisionero era 1\rnaud du Tilh, alias Pansette, o en acusado, éste se parecía realmente a Martin Guerre. No esta-
todo caso que no era Martín Guerre, puesto que había comí- ban seguros de su identidad y no se atrevían a establecer un
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64 El regreso de Martín Guerre
.. ¡¡
El juicio de Rieux 65
"
jui:.:ic t~xativo sobre una cuestión tan gr:we. . . . . bían echo antes, duranL ¡ dcsp 1és del s•_.__:rcto acto de ma-
Estas semal}as debieron ser un período d1fíc1l y solttano trimonio» ).1º
para la mujer que esperaba una sentencia definiti~a. Bertran- Bcrtrande hizo su doble juego a la perfección incluso du-
de vivía en un medio que le resultaba extraño, le1os del nue- rante el careu con el prisionero. También era una situación
vo Martin, y éste tenía motivos para dudar de su lealtad. Su delicada parz. ~!, puesto que tenía que ser muy cauto al h:-,cer
madre y su padrastro esperaban que el acusado fuera conde- sus rropias objeciones al testimonio de Rcrtranc1e: d!jo que
nado a muerte, o al menos a las galeras; seguramente sus cu- era c ... :á. mujer respetable y honesta» que ·• . ·:;~~ vt:fda<l ex-
ñadas no entendían por gué había denunciado a su marido . ce pto cuando afirmaba que ,5¡ era un irnpos:.or; en este pun-
Su reputación era el tema central de la admonición que se to, había sido su tío el guc la h;;.hía presi o nado para que: min-
había leído en los púlpitos del valle del Leze y aun más lejos. tiera. V después puso a ¡)rueba su ar;'. r y el de ella al decia-
Tenía que estar alerta: en su declaración se limitada a decir rar ante el jut> z que si Bertrancle juraba <1ue él no era su mari-
1 lo que el acusado sabía sobre el pasado de Martin Guerre, do , \hrtin Guerre, aceptaría morir segun dictaminara el Lri-
l para que no se contrad;jcra en sus respu'-stas, pero tenía que hunal. Y Bertrande guardó s iienci ~) 11
f eviLa cualquier afirmacir'in que pudiera <lar !'.>ie a una aci.:sa-
1
>:
Si la mujer cL i\fartin Guerre era un m.1.. de contradiccio-
ción ele adulterio. ,\nte el cribunal tenía que hacer dpapel de n~s, el nuevo ;'v1arttn nunca se mostró tan seguro de sí mis-
una 111uje r crédula y fácil de engañar, un papel que las muje- mo como durant e el juicio. l'na vez situado en el centro de
monición y de la ca ntidad dt testigo s, el juir~ io sólo dur<Í al - p(;11ía de elementos suficitntes para Cl' rr.lr el caso y qu e se-
gunos mtses. Podemos suponer gue el acu'.'ado . con el talen · guramente el acusado a pela; fa contra L1 ~u: tenci ;; de tn rtur a
to y la intuición que le caracteriz<lban, captó rápidamente antt ti Par!amen:o d e ToL· 1rius·.·
qué ar;_i:umentos se rían los más idóneos rara corn·enccr a los Sea como fuera, e l jutz dtclaró al :1cus:1do c ulpable de
juri~L1·;. Centró su defensa tn una cuestión: Pierre Gucrre le usurpac ión d e l nombre y L;e la person ;1 1:Jad de \lartin Gue-
odi;iba porq ue le h abía llev ado ante la ley a ca usa de sus pro- rrc v de abusar de lkrtrande de Rols. La ¡une ci vil había so-
pi ed ades. Pri1nero intentó asesinarle, y al no conseguirlo ha - liut..do que pidiera perdón p1"1hlicarncntc ,. gue pagara 1Jna
bía urdid u un complot Junto con sus yernos para acus a rle del ·;urna de 2.000 libras además de los cmtes del nroc~so. El
liclito de impostura. «Jamás un marido h;.,bía sido tratado tan procur ador del rey solicitó la pena ele muerte, lo cual anula-
'
1
~
lamente se juzgan en él los procesos ciYiks y criminale~ en
apelació n y a veces en primera in stancia, y se ·;..u ntro!an !2,s
acti vidades de los otros tribunales de la región, sino que
también se encargaba de adoptar decisiones respecto a los
anticatólicos destructores de imágenes de Toulouse; de él .·.e
mandaban comisarios a la diócesis de Lombez para inve: : ,;-
~a r sob re las reuniones ilegales y los poseedores de armas,
la s herejías y los asesinatos. Los presidcn:es y Je ::; jueces de l
Parlamento constituíall una élite rica e instruida, y poseían
casas elegantes en Toulouse v algun:: finca en el campo; to -
dos cl lus acaba0an po r conseguir algún titulo nobiliario po r
uno u o tro medio. Sus togas eran cada vez más fastuosas y la
gente se dirigía a ell os en términos que indicaban respeto y
consideración· «lntege rrimm, amplissimus, meritissimus"
decía Jea n de Coras a uno de ellos en una dedicatoria escrit <.
antes de entrar a formar parte del Parlamento; o tambiér.:
«Eruditis~imus, xq;,,;issimus» y a todo el Parlamento, «gra-
vissimu ~ sanctissimu sque Senatus». 1
Lna de las cinco salas del Parlamento era la Sala de lo
l
....:
presidentes que se iban alternando. Entre los magistrad0s
•
70 El regreso de Martin G:Hrre
" E! juicio de Toulouse
" . 71
que ocupaban sus puestos cuando se inició la apelación de caso en que una muier declarara que había confundido a st.
Martin Guerre había algunas de las grandes personalidades marido con otro hombre durante más de tres ai1os? El adul-
del tribunal. Estaba el erudito Jean de Coras, autor de tanto~ terio, el concubinato\. la bigamia eran cuestiones conocidas
tratados de derecho. Estaba Michel Du Faur antiguo ¡uez de pero, ¿habían oído hablar alguna vez de un marido impos-
la Senescalía y uno de los presidentes del Parlamento; prove- tor? La Sala designó a Jean de Caras como ponente; cslü im-
r.'.;1 de una familia de disti'1guidos juristas y se había casado plicaba gue se tenía que encargar de estudi~r minuciosamen-
con una Bernuy, cuya elote provenía de los ben('.t1cios obte- te todos los ekrnentos del proce~·.J, de redactar un inforn ·
nidos con el comercio de tintes al pastel en Toulouse. El pri glohal sobre el caso \ de recomendar una sentencia. ¡:ran-
mer !'residente del Parlamento, Jean de Mansencal acucl:ó c,:ois l·erriéres sería su asistente en los interrogatorios y en
en persona a la Gran Sala del Parlamento para asistir a las Lil- I"' investigaciones. Para empezar el tribunal quería oir :a de
tim'1~ sesione··; del juicio. Poseía un espléndido palacete: rena- claración oe Bcrtrande de Rois, que había solicitado compa-
centista en la ciudad y también tenfa propiedacle'.; en la dió- recer, así como la de Pierre (;uerre.'
cesis de i,ombez, bastante cerca del pueb1o en que: había na- Mientr:Vi estos L:lt1rnos iban de camino hacia Toulouse,
cido Arnaud du Tilh. el hombre c¡ue alin msistía en LJUe era :\1artin Guerre yacía
Los hombres asignados a La Tournelk en 1560 estaban enc ·lcnado en la Conciergcric. No se trntaba de una medida
1
unidos profesiona~meme y a veu... s ta.1nLC:n ¡,or lazos fami- ,:e exc"pci•ín; el índice de evasiones había sido tan elevado
liares (la hija del consejero Étienne de Bonald estaba a punto 1·n los Lilrimm tiempos que se había decidido encadenar a to-
de casarse con el hijo de Manse¡~cal), pero los hombres que dos los hurnbrcs excepto a los prisiom ros por deudas, a me-
en 1560 formaban parte de la Sala Criminal empezaban a ser nos que estuvieran gravemente enfermos. Era libre de ha-
cons~ientc~ de las !1rofundas divergencias que les separaban. blar con todo ac1ucl que le pudiera oir ves fácil imaginárselo
Tres de los jueces --Jean de Coras, Franc;:ois de Ferrieres ·· entreteniendo a sus compañeros de infortunio con su \·crbo-
Pierre Robert- pronto destacarían corno protestantes con-- rrea; éstos eran: el presunto «~aptor,> de Carcasona; e; nota-
vencidos y algunns otros, como Michel Du Faur, eran sim- rio, el cura v el herrero de Pamiers, acusados de herejía; Y
patizantes de la causa reformadora. En el lado opuesto esta- dos misteno~os pebonajes que pretendían ser o:iginarios de
ban Mansencal, que era un c:tólir~u leal y, los más intransi- <<1\strapas en el p::'.qucño Egiptcm. 4 .
gentes, el presidente Jean Daffis, Nicholas Latumy y Étien- A principios de mayo lus jueces tomaron las declaracio-
ne de Bonald, que más adelante usarían todos los medios a nes de Bertrande y de Pierre v después, cada uno por sqni·a-
su al cm ce para acabar con la nueva herejía. 2 do, fueron confr¿ntaclos co~ el demandado ante la cámara
Pero en aquel momento podían sentir~-: unidos por el in- en pleno. Al parecer no hubo ningún problema con l<t len-
terés que suscitaba aquei extraño caso procedente del tribu- gua: en principio el juicio se desarrolló «en la lengua ve:rná
nal de Rieux. Todos tenían una larga experiencia en el Parla- cula de la zona», y además todos los miembros del tribunal
mento -el anciano Simon Reynier lle\-ab.1 casi cuarenta años erar~1 de la región. Rertrande em¡1ezó con una declaración en
juzgando casos, y Jean de Caras, que se había incorporado la gue pretendía convencer a los jueces de que no había sido
más recientemente, había sido juez desde 1553- pero ¿había nunca cómpiice del prisionero; sabía que su honor estaba
algu110 de ellos que alguna vez se hubiera enfrentado a un manchado, pero er;i víctima de ulis satis r·epide»). Lntonces
u uuuuuu
7'> El regreso de Mar/in Guerr;. El juicio de Tou/ouse
el detenido se dirigió a ella con aire animado («alacriori vul- mente. De nuevo se hicieron careos con el demandado
ru»), \'con ~.fecto, le dijo que no quería que nada malo le ocu- -4:::arbon Barrau lloró al ver al prisionero encadenado- pero
rriera y gue sabía que todo habfa sido culpa de su tfo. Parecía
«Martin Guerre» lo refutó como la primera vez. A finales del
can «seguro de sf mismo» comenta (oras, «y tanto más que la
mes de mayo se convocó a unos siete testigos en Toulouse
susudicha Rols, que entre los jueces asistentes muy pocos no
para confrontarlos con Bertrande de Rols. Ésta, en la triste
esc:i.ban pcrsuadi('. ;s de que el prisionero rn' fuua el v-:rda-
situación d~ prisionera, tu,·o que enfrentarse ;i ~ '. . •. .;:1.itb
dcro m a rido y que la impostura era cosa de la mujer y el rfo».
jeanne Guerre y a los notables del valle del Leze como Jean
Tr.:' la confrontac ión entre el demandado y Pierre Cuerrc,
.Loze y Je a n Banc..¡uels, qu e probablemente tu\·ieron que pro -
h Sala Of(!'.:nó que Pierre y Bettrande foeran encarcelados;
nunciars e sobre la s presiones de que había sido ub¡eto. K
presumiblemente Pierre fue recluido lejos de «i\1artin Guc-
Durante el ver a110 de 1.) <JU Jean de Coras hizo un ·l criba
rrc:», y 1k1 trandc en la sección d e la Conciergerie n: scrvad;1 ::
d e todos los dato s y decidió lo que diría en su informe. Ls
las mujeres.'>
posible que para él, ocup;,;:, . . Je! caso i\1anin (;ucrre supu-
Y de nun·o empezó el relato interminable sobre la vid a
siera tin descanso. Su gran tratado De iuris Arte habfa apare-
de \lartin Cuerre. Coras y Ferrieres interrogaron a Bertran -
c ido a principios de año, y nu tenía nrngún otro rr;ibajo entre
dc en primer luga r. Si en este momento ella hubi era c..¡ucrido
manos. Entre tanto, en !·ra ncia, las pasiones políticas susci-
traicionarle, lo único qu e hubiera tenido que hacer era con-
tadas por la conjura prote stante que había fr acas ado en 1\m-
tar aiguna anécdota que él no conociera; en lugar de eso Ber-
hoisc se exacerbaban, e inclu so e11 Toulouse cada vez era11
tran de se ciñó a la \·2rsi ón que ambos habían elabor:do un os
más frecuentes lo s enfrentamientos entre los partida rios <le
meses antes. :\ con tinuac ión los jueces hostigaron repetid a-
la nucv2 religión y los de la antigua. Cuando la Sala de lo
mente al demandado con preguntas para intentar airapark
Cri:ninal tern·., c..¡ui: juzgar ca usas por herejí::, Ceras se rnante -
en un error; tocio fue en vano.<• Coras lo describió así:
ní" a parte .'! Sabía dónde se en-:ontrab;i la verc:ad pero aún
no estaba li sto para lanzarse a la bat a lla. De 1nomento re~ul
<Óus c xrl1caciones ampliamente razonadas y la enumera-
taba más facil de sc ubrir la \·erdad sobre la id entidad <le un
c ió n e! ::: ta11ta cantidad de signos verdaderos persuadif'ron a hombre.
los jue cc~: de la inoc::ncia del citado demandado, y les dieron
Los testimoni os ad1c1vna!es aportados por los test;go~
ocasión de a'. !mirar h exceícncia de su memoria, porque ha-
no fueron de gran ayuda. :\ueve o diez persof'as estaban
h1a sido capaz ele ex¡,licar innumerables cosas gue habían pa ·
convencidas de que el inculpado era .\ lartin Guerre, siete u
sado ha cía m;is de veinte años y por lo tanto los comisarios,
ocho decían que era rHnaud du Tilh, ei resto se abstenía. Co-
<¡ue, por todcs los medios posibles, intentaron cogerle en al -
1.·1·.-. ras se sumió en un análisis :; istem át 1co de los testigos y ele
¡ ; gu na m enti ra, ;~ :)p udieron obtener nada de él ni conseguir
i
sus declaraciones; pensaba que esto era lo que encontraba a
ciije no resporicliera verdaderamente a todas las cosas .. . »-
faltar en e ) ¡uicio anterior de Rieux. En los clo~ juicios el
peso de la mayoría se inclinaba en contra del demandado.
l ·.staba claro que er;i necesario interrogar a los testigos;
Pero cuando se trataba de la identidad de un hombre, lo que
¡, •\ n>mi sa rios tomaron declaración a unos veinticinco o
1 1 contaba no era la cantidad de testigc•s sino su cualidad --si se
ri· 111 a, algunos de los cuales ya habían declarado anterior-
trataba de personas ínt egras, .1mar.tes de la Yerdad, o si al
u u u u u
74 El re/!,reso de Martin Cuerre b! j111ao de
"""
Tt~. ~·use 75
contrario actuaban movidas por el apasionamiento, el mie- :1ero ;:iresentaha los mismos sign~ distintivos qu p Martin
do 0 el interés-. Y finalmente, cuestión esencial, la verosi- Guerre no se ponían de acuerdo ni en las verrugas, ni sobre
rr.iiitud de sus testimonios. En este caso tan insólito, Caras las particularidades de sus uñas; er.i. imposible encontrar dos
rensaba que el testimonio de los familiares más próximos te- testimonios que coincidieran en utü misma señal. Por otra
nía m ás valor. 10 Eran los que mejor podían reconocer a un parte, si era verdad que Martin Guerre tenía las piernas más
hombre por «la proximidad de sangre» y porque se habían delgadas cuando cr:> joven, la exp<:riencia demostraba que a
criado co n él. Pero se encontró con unos familiares qu e no menudo las persor.as esbeltas se h.1et:'n más corpulentas con
se ponían de 3cuerdo sobre su identidad . la edad. <¿ue el acusad(¡ no sup1t Ll prácticamente nada de
P ara condenar a una persona, un tribunal ti ene que ter~er vasco pod ía :.; ignifi ca r que no era \\.ntin G uerre , po rque no
la prueLa de que realm ente se ha cometido un crimen y de es verosímil qu e un «vasco natuLll n•.) supiera hablar su len -
gue el acusado es realm ente su autor. La confe~ ión po r sí g ua», o simplemente qu e Martin cr:i tan peq ueño cuando se
sola no bastaba para es tablecer ambos hechos porque un fue del Labourd que no había aprendido rc:: 1me nte la lengua
2r:usado podía no decir la ,·erdad, con o sin tortura. En cual- de sus ln:::! res. 11 ..
q;..ier caso en este asunto en concreto tampoco había hal)ido Caras se encont raba su mido «t'n ut1a graí. perplcpdad»,
una confe<;ión. d~ra posible es tabl ece r la culpabilidad pero en tanto c¡ue pon ente te nia que hacn un a recomend a-
apoyár. ,;use F O la regl a tradicion al según ia cual se aceptaba ció n. Cuanto m ás reflexionaba sobre los hechos, más seguro
corno nrueba la declaración con co rdant e de dos testimonios esta ba de que el demandíldo era quien pretendía ser Y de que
dignos de confi..1:1za? Coras co nt aba con algunos hechos pre- i1abía que revocar la sentencia del 111cz de R1eu:;.. ,
r iso s que condenaban al prisionero, pero cada un o planteaba Se planteó el caso de 8f"rtramk. Lra una rnuier ,que hab1_a
algún problema. ?or ejem plo, Pelegrin de Libera s había de - h
VI\"!C10 «Virtuosa y onora
· · J · bl ementc»
. \. la 1·nfo rmac1on obten1-
.
clarado c¡ue el demandado respondfa al nombre de 1\rn aud da graci as a la admonición lo e<:;i ifi rm aba. l ~'.lbía compartido
du Ti!h y que le había dado dos pa!'\uelos para s u herm :rno su lecho con el prisionero durante más de tres años «en tan
Juan, pero era el úni co testigo que había he::::ho esa afirm a- largo inte rv alo es poco probable c¡ue la susod1c_ha .Rols no lo
ción y e l demandado la dc,mintió. Dos personas habLn d ~ hubiera identificado corno un extr;111o si el prisionero no hu -
clarado que hab ían oído de boc:::. ele un soldado df' Roch efort biera sid o verd .iderament e Martin ( ;uerre». Durante mese s
gue Martin Gue rre h;ibía perdido tlfla pierna en la batalla de Hertrande había insistido en que \C trataba de su m arido, eri-
San Quinth, pero era sólo un rumor y no se le podfa conce- frentándose .a su padrastro y a <;U rnadn' incluso lo_ ~abía
der demasiada importancia. · cuerpo Pª· ra' evi•..:¡r que le h1c1eran
proteg1 d o con su propio
La prueba material, que en el sig lo XVI cada vez se consi - - y ¡e h a b'1a acep t a do en su cama
el ano, · pocas hora~
. antes
. de
ck raba más en los casos criminales, aunque no formara parte pr~sentar su denuncia. Más adelante, ante el 1uez de_ Rieux,
de la teoría medieval sobre cómo debía establecerse un a se nabia negado a jurar que ese ~1' 1mbre no era Ma rt1n Gue-
prueba, tampoco aportaba una res pue:-.ta decisiva. En g ran rre. D esde el punto de vista jurfdteo esto no ar,ortaba gran
parte consistía en el testimonio de las personas qu e se acor- cosa al escla recimiento de la verdaJ, porque en !ns casos cn-
daban de los rasgos de Martin Guerre, y podía su cede r que la minales <da prueba por juramentr1 no es legírima», pero era
memoria los traicionara. I .os que proclamaban e 1e el pri sio- indicativo del estado anímico de bertrallde y es ta impresió n
.... ., ., ,, .,.,
..,..,
7(i El regreso de Afartin Guerre
El juicio de Toulouse / I
<¡ue d a ba reforzada por su inseguridad y su nerviosismo du- mantenido constantemente guc el prisionero era vcrdadaa-
rante Ja confrontación con el demandado ante la Sala de lo mente Martin Gucrre, su hermano». (Su testimonio debió
criminal, en mayo. Parecía probable que, tal romo Bertrande parecerle especialmente desinteresado a (oras. porque aún
afirmaba al principio, la hubieran forzado a hacer una falsa
teníar1 menos probabilidades de heredar las propiedades de
acusación. 12
los Guerre si Martín Guerre tenía otro hijo.) Su parecido con
je'.rn de Coras observaba detenidamente a Pierre Guerre.
el demandado tenía más importancia que la ausencia de pa-
.~os gustaría saber !o que sucedió realmente durante los in-
1 ccido cun Sanxi, clecfa Coras, puesto 4ue eil.ts eran de su
terrogatorios entre el jurista de Réalmont y el viejo fabrican-
misma edad, mientras que San xi sólo era un niño de trece
te de tejas de Artigat, con su marcado acento vasco. ! lasta
;i. r'\o<;. Ta mbi é n e::st;>ba ci hecho irrecu sab le de qut' el pns1on~
que punto el cío debió manifestar su rabia y su resentimiento
ro se acordaba exactamente de todo lo co nccrr11ence a la vica
hac ia el impostor (si te nemos en cuenta que para Coras el
ele i\fartin Guerre, incluidos los det alle s íntimns que la mi s-
comport'."niento de los testigos era un crite r: o esencial para
ma demand ant e había facilitado. Las inform.:ciones sobre la
e':aluar su fiabilidad), para que Coras recomewlara que le
vida cfüolut a de Arnaud du Tilh «entregado J todo tipo de
encarcelaran. De cualquier manera, las pruebas que tenía so-
pecado» no perjudicaban a1· pnsio11ero, · · puestP que no pare-
bre él no le dejaban en muy buen lugar. En el dos~ ier figuu-
cía ser ese tipo de persona. .
ba el liti:-,io sobre la r endición de cuentas y la devolución de
Además, una decisión de inocencia a fanH del mculpado
los beneficios que pod ía ser un buen motivo para una falsa , n el e 11).
estaría de acu erd o con una uisposic1 .J· · ·o L rt·cho Romano .
acusación. El mismo Pi e rre había confesado que se había
según la cual «era me¡,, r que un culpable no fu e ra castigado,
atribuido la represe ntación de Bertrande ante el juez de ·
a conden a r a un 111ocente». '-'1 1o que aun , e r.1.. 111 ·.¡s· importan te,
Ricux . «Varios testi gos>> habían descrico su con spiración cr:>n
estaría en la línea de una tendenci a de l derecho civil que te-
su mujer y sus yerno s ¡;ara 1natar al demandado, y entre ellos . · en los tri·b un ::: 1es (l<.:·I s·iglo
nía much a impo rtancia . XVI en ,
estaba el ccínsul J ea n Loze. Era una prueba suLcience para · favor~cena , e 1 matnmomo
· · y 1os h 110.
1 .. s lnb1dos de el.
Francia: • •
justificar la orden d e tcrrurar a Pierre Guerre pa:-a que con- . .o n es en que ex1:;te
· . <>. 1gun"., cJu(h
«En las situaci 1 · . » decía Coras,
fe s1.ra su intento de ases inato, haber lanzado acusacior.es en . · o 1os h..
«faú)recer el matnmonto . !JOS . .. h ace, incimar la balan- ,
falso y haber sobo rna c1o a Bertrande de Rols. En realidad Le , ·d S . · ¡1 ·rtl'lrde tendnan
za.» Bertrand e ten d na su man o; . anxi y ,e ·
t Sucur ::firm;i. que la Sala de lo criminal se había planteado
un p;;.dre. 14 d.
l llevar a cabo esta medida aunque nunca se llegó a dictar la
o ruen. Como quiera que sea, Coras consideraba que h ca-
La T 0 urnelle estaba a punto d e pronunt·i ·ir
final, toda s las op1n1ones . . esta b an «meior
· ei vere .teto
· e¡·is·¡mestas · hacia el
1umnia era un c1imen grave y dem:i.siado frecuente que, con . h Pi e rre Guene
prisionero y en contra d e 1os suso d tc os , Yh
la intención de perjudicar al prójimo, violaba el octavo man-
damiento. u de Rols» 1J- c uando en 1os 1oca 1es d e l p ar l "~ mcnto de 1oulou- .
se, apareció ' . un hom b re con una piern · a de m·idera· uue
., clqo
Finalmer~te estaba el acusado. Muchos hechos hablaban
llamarse Martín Guerre.
u1 su favor. Colds con s: deraba que las cuatro hermanas de
\lartin Guerre eran testigos de excepción, «mujeres de bien
\. honestas como las que más en Gascuña, las cuales han
.. ,,
, ,, u u u
!~/ º:~ n:so de 1\1artin Cuerre 79
CAPÍTULO IX
, proceso. Vacía de co ntenido la confrontación Ltecidida por
la Sala Criminal , entn: el rec1en llegado y las hermanas . Si él
El reg reso de lv1artin Guerre ya había pas ado por /\ mgat y había visto a sus parientes la
confrontación frent e al Tribunal era inútil.
También es pos ihle que >.lartin Guerre ,-o lviera en el
memento oportuno por casualidad. Tal vez se crnsara de las
activiclacles l1mirn d"~ tie una i· mtución reli gio~J y, aunc¡uc
fue ra hcr111 ano kuo, ; )
nf refiriera \ ¡, 1r con 3U defrcco físico en
e l seno de s u fam ili a d!!n dc po lÍ ;;-, tc nc:r c iert a .1 utorid acl . El
Después de guc Martin Guerre perdiera un a pie rn a en la año anterior st.: había t1rm ado l.1 pn de Cú tci u-Cambré s is
har:tlla de San Quintín, la fortuna le sonrió do s ve ces. Prime- ent re E spaña. J-r anci ;1 e In g lar crrd. v L:.pc il !ul >ía enc!~ga
n• pc rque no muri ó a cau sa de la hcíida sino que ~8 1 nev ivió do al carden a l rle Burg•,s la misión c!e (:~rerar :1 ~ u prometida
a l :r:!la111iento del cirujano y consizuió andar cojeando con Eliscibeth de Va 1o is en la fr'intera fran cesa, '~ti di ciembre ele
:, u11a pierna de madera . Segundo porque sus ar.10:;, ya fuera 1.SSlJ. i\lartin Guerre podía tener espe rafl7as de que en tiern-
i>cdro de i\f endoza o su hermano el Cardenal, pidieron a l'c- l)(J·s· t.le reCC)r·1c1l1.ac1·0, r• ,·c·rt,. ,.,.;, t-·l·,-:i , •. r fJ!"~r l nn:i do nor h:i-
'· • •) ._ 1 1 - 1 ¡ ;-<1. -"' : ·- ·-- l j ~, "- ' .... - ~' • l
lipc IJ que asistie:-a a i\1artin en su estado de disminuido físi- her luch;ido a favo r de l·,s par1a.-
co. LI rey le reco mpensó por los servicios prestados co nce- ,\ le parece m ás ,·eros ímil qu e hubiera o ído h:1hlar del jui-
dit'· wio le una situaci ó n de por vida como herman o lego en
c io ant es d e su reg reso. Segur;rn1cn te ? ie rre (;ucrre ter.fa es-
unn , ic los mona s t e ri o~ de la orden m11itar de San juan de je- pcr:rnzas de tener no t ic ias de s u so~ ; . ; ;10 , en el caso de c_¡ue
ru salé n . Esta orden er a una de las más estrictas de l pa1~: y aún estuviera con vici a. En codos lci<; pueblos de! Languedoc
n.:1gía que sus caball e ro s tuviera;i título~ rle nobl eza; !os ban- se hablaba d e l caso, y e l juez ue R1eux habla rn :111dado inves-
'lucros de Bun~os h abía n suplicado en vano que las reglas se tigadores ha sta 1-:.s p aña pat"a comprobar los tes1irnonios del
flexibilizaran en su favor. 1 Martin Guerre proseguía su ca- 11uevo Martin sobre su es ta:icia r'n aqu e l país. l ,os habitantes
mrno como antes, en una peqc:eña parcela del univ erso re- de Toiilouse y los juristas de t od~:s parte s se interesaban t:,m -
scr ,·ada a los hombres y dominada por los aristócratas. hien por el caso, a pesar de que en prin ci pio los ju.::ces no po-
,: Po r qué, tras un a auser.cia de doce años, decidió at rave- dian re,:ehr e l co n teniclo de las delibe rac 1011cs :1 narl1e que
' s:1r l o~ Pirineos con s1 1 pierna de madera y volver '.' su anti- no formara parte d~ I tribunal, y de que estuviera prohibida la
] g u;1 ' ida? Este :::s el enigma más difícil de resol ve r en la hi s- as istencia d e núblico durante el j11icio hasrn la sentencia fi-
1or; :1 de Martin Guerre. Co ra s no dice na<la sob re :i U S moti- nal. Tambi ér .es posible que el rumor ilega ra a ofdos del ver-
\ "(h :lUnque sugiere que Martii;i no descubri ó la impostura
dadero Martin a trav és ele la orden de Sar. juan de jl..'rusalén,
·'
!
l1.1s1 :1 después de su regreso. Le Sueur prf:tend e c:¡ue c uando
lkg(\ acudió primero a Artigar, allí se enteró de lo que había
que tenía v z. rias ca ~::.s en el La:1guedoc y en el condado de
Foix. 1
sucL dido y se dirigió rápidamente a Toulousc co n Sanxi. :\fartin Guerre debió preguntarse quien era él si otro
Pn() e l relato de Le Sueur plantea algunos problema s, deja hombre vivía la vid a que él había abandonado y estaba a
sin explicar ciertos aco ntecimientos de los últim c's días del
punto ele ser recon oc ido corno heredero de su pa_dr~. Sanxi,. ~
\,. . . . ._',-;
~ l?/
>/1 . d v//
º - /·
u u
Ei regriso .de Martin Cuerrr El regreso de Martir. Guerre 81
co rn o marid o de su mujer y como padre de su hijo. El verda- Entonces la Sala de lo Criminal ¡, roceciió ,, L s úlí:im. :>-
dero Mart ín G ue rre qui zás volvió para recuperar su identi- confrontaciones. Se citó de nuevo a Carbon .3arrau, pc10
da d y su pe rso n a, a ntes de que fuera dem as iado tarde. esta vez también a los he rmanos de Arnaud du Tilh, aunque
C uand o a f inales de julio llegó a Toulouse, quedó bajo esto significara violar (en el siglo XVI era una práctica cada
c u sto dia d e la g uardia d e l Parlamento y emrezaron las au- vez más extendida) una ley medieval que estipu!aba que los
cli, ~~c ias. <i Un d~s conocid o !» dicen que exda:11Ó el demanda
1 hermanos no podían ser t estigos de cargo en los asuntos cri-
d o c uan do \ e ini c ió el careo con el ho mbre procedente de minales. Lv~ du Tilh pre firieron h ante s q .e ac udir a
L spa i'ia «ima lh ec ho r, bribó n! E ste h o mbre está p agado por Toulousc
P icrn· ( ;ucrre y ha sido é l ~ 1 que le h a d ado instru cr: io nes.» Los co misarios prepa ra ron un a pu t' srn en escen a te:i.tr a l
f l:tbía ilcgado e n <:I últim o momento p a ra arrem eter cu ntra para Pierre G uerre, que t ras ur10 s m e ses de circe ! :iC había
e l sagrad o m at rimonio ; :: i e l ac u s:i. do n o logra ba dc .<. nm as ca- v uelto ¡_,i lid o y ojero so. Co loc a ron a l recién llegado entre un
ra rk le co lga rían. Y , es difíc il creerlo, e l ho mbre d e la pi e rna grupo de ho mbres vesti d o s ,!e fo rm ::l similar Pierre recono-
d e m adera n o se acordaba t an bien d e lo >. acont ecimientos ció a su so b ri no, llorr'i y agradeció que ,,1 fin la r. uen e le fav o -
g ue concernían a M artin G uc rre como e l prisionero.~ reciera.
e .
1 ue un m o m ento triun fa l para la pe rso n a gue ant año res- Llamaro n a las her m a n as por se par;ido y co\oca ro n para
po ndía a l no mbre de Pan se tte. Sería un e rror int e rpreta r s u e ll as a los clos Martin e'.;, u no iun to a otro. Tr;i.s habe r e xami-
co m po rtami ent o durant e ese día y las se mana s sigui ente s nado aten tam e nte al ho m b re ~o n un a so la pie rn a , J eanne de-
co rn o un int en to desespe rado de salv a r su vid a. Vivo o claró: «Es t e es mi herm an o , :\Llrun G ue rre». Un traidor que
m ue rto, est aba d efendiendo la identidad que se había for- se le parecí::i la hab ía en gaf1ad o du ra nte todos e st o· año s.
jadn , r:o n t ra un extrafi o . (E l lector rr-co rd ará que proba- :\brazó a Martin, los dos h e rm a ne s 1! 0 r ~u'on: le mi smo suce-
b le m e nt e lo s d o s ho mbres n o se h abían co nocid o ant eríor- d ió con l ~s o tras i1erm an as. "
m e r. ~e . ) Y llegó e l turno d e Bc rtrand e d e R o ls. ¿C.iil ha~Jía s_ido
(~o ras y Fe rri e rc s dedic aro n diez o d oce interrogato rios a su e·;olució n durant e los t res me se :. que pasó en la Conc1er-
cada uno de los dos ho mbres; al rec ié n ll egadn le !-ii cie ron ge rie ? Se h abía adel gazad o y h a bía est '.1do en fr rm ~, pero .ª ¡
preg unt as «serret as» sobre t en--. as gu e nun ca se h abía n a bor- .ne nas h a b fa tenido la oca sió n de di sc utir sobre el l·,v an gel1 0
d ado , verifi caro11 las re spuesta s y con st ata ron qu e e i cl cman- co n algun as de su s co m pañera s de ca uti·:erio q ue estaban
c1 ado contest a ba !Jrácticament e con la mi sma exactitud. Pa- acusadas d e herejía. Tam hi én había una propíetana que'. al
recía haber al go m ágico e n la persona d e l inculpado. E n un ig ual que Be rtrande, había pre sentad o una q.ueja y h abía s1dc~
int e nto d e d esco nce rt a rl o , Man sencal le p regunt ó có mo ha- encarcelad a. finalm e nt e u tr a ele la.s d e tenida s d e :; a pa rec10
b ía co n seguido in v ocar a l es pfritu del m a l que lt.> h ahí1 di c-lio durante a lg ún tiempo pa ra dar a lu z. - Se trataba d e un m~n
t antas cosas so bre los habitantes de Arti g ar. Coras e;... elica do de muje re s q¡_¡e tal vez le recorda r a a Bertran<l e los ano s
qu e el :::cusa¿() p alideció y titubeó, y es to e ra una c lara prue- en que esperaba el reg re so de ,\ lartin G uerre. Esta ba ¡nepa-
ba <l e culpabilid ad para el juez. 5 En mi o pini ó n , e st a re acción rada para las distintas pos ibilidades que podü ad up:a r aqu":-
po dría atribuirse al miedo d e l dem and ad o y tambi én a la ra- lla situación; por lo tanto cuando e ntró en la Sala d e lo C n -
lii a qu<: sentía a l ve r que no se . econocía su talent o n atural. minal fue capaz de repres ~ ntar su p a p e l bastante bien .
u ll uuuuuuuuuuu
82 El "P_t:,reso de Mar/in Guerre
"
El re/!,reso de Mar.'i1 Guerr:
, L:Je dirigir una mirada al recién llegado, empezó
O espues .
1 brujería e im·ocaci o ne s diabólica s c:¡ue pesaban sobre él <.:n pli caba la usurpac ió n de una herencia, un delito c¡ue se po día
co mp ar a r a l que co metía una muj e r qu e hi c iera creer a su
u
..
,L'.! El re,f!.resu dé Martin G.'::':rre
" ""
L/ regreso de /\1art111 Cuerre 85
""irido gue un hijo ilegítimo era suyo, para que pudiera here- no c :mfi sc a r los bienes y las propiedades que ¡\rn a ud OLi 111n
d .ir. Y lo que era aún más importante, 1\rnaud había cometi- tenia en la di ócesi5 de Lornbez p a ra of~ece rlos al rey, tal
1¡0 adulterio, un crimen que para Caras tenía qne ser castiga-
co¡no se hacía en general con los criminales co ndenados a
.lo más severamente y con más insistencia por sus contem- muerte. En lugar de esto, una vez Be:rtrande hubiera cobra -
poráneos. El Parlamento de Toulouse sólo sentenciaba la do los gastos del proceso, los bienes pasa rían a su hija Ber-
¡le na de muer:e por adulterio en caso <.k viol e ntti transgre- n:i.rde para a se gurarle una doti:.1.l
:, ió n del orden socia!, co mo en 15S3, cuando el c:- crih,1110 de r\demá s 1\rn a ud no fue condenado a se r tr _urac1o anrc s
un .Juez fue condenado a la horc a po r habe r sed ucido a la de la ejccuc:r'>n, para con :-; eguir g:.ic di e ra los noml)res de sus
mujer de su patrón, y e n 155(,, cuando la esposa d e un pro- cómplices; es ta práctica recibía el n o mbre de «la question
pii::t a rio rural fu e de c la rada culpable de adultcri<) (;rn su /néalab/e;> (to rrn cnw prclir. ~ inar), Coras la h a:)Ía recomend a -
a parcero (los col¿r,aron a :,,s tids ). 1 ;: do en alguno~ ca<.us ; en 1 .~60 hab ;·,, firmado un a se ntencia.
Estas consideracion es fueron las que determinaron la 1unw co11 e! pre sidente D:iffr;, en i:l qu e se o rdenaba que un
e lección de la pena de muerte para 1A..rnaud, una e lecc ión c¡ue tai Jea11 Thorn as, a li · s e: Prrwincial, <( sea somr~ tido a rormen-
1
por !o que ~abemos, a l menos nor un caso concrero ~ornrcn '° para ~ ~, bcr por su ¡)rcp1a boca la veídad sobre los abusos,
dió a los juristas. P o r o tra par~e no se le condc11ah~ a ~.~r de- cílrnencs v ma1c i ic ios q~1e s'.· 1e imput :;m., ' ·: P ero es po·~ihle
capi t ado, t::.d c o rno había orden ado el jue7 de Ri e u x, sino a Ja q1_,e la Sal;i, co n s1dc:ra ra LJA un pc:r.,o na¡e tan ~it nprendente
ho rca, según co n ve nía a un v ulgar piebcyo culpabie de trai- co mo :\rn a ud du Tilh d1fíc :lment e cede ría a la tortura y en
ció n. El tribunal :o qui so ll ega r ;i.] punto de quemarle ,-ivo, es e ca so, i o~ 1ucce s seguramente no dc scaba n e n a b so luto
pero tratándose tie un crim e n tan dcrcstabk, el cadáver tt' nía que en el ültt mo 'll inu:o J\rnaud dci ata r:1 a Bcrtr.1nde de
c¡ue <;er quemado pua que «la 1:1en:oria d e una r cno na Ll1l Rols com o s u c 0 mp lice.
abominable desapareci e ra por completo y ~e perdi e ra». La Sala t am hie n tenía que decidir qué hacer con la rr.uier
En alguno~: aspe ctos, la S1la de lo Criminal tuvo alguna c¡ue estaba pri si.:.l ncra ce '.a Conciergenc. ¿Q u•~ se podía dccír
LOns1deractón con los inte reses de Arrntud du Tilh . Es cierto sobre un a c spo s~ tan hermosa, tan fácil de e ngañar y tan
que esta actitud c011tribuía a facilitar!~s l:i.s cosas a :V!artin obstina'-h e n per s( vcrar en su erroú Tra s Ltr gas deliberacio-
Gucrre Y a Bertrandc de Rols, pero tambi ~ n traduce cierto nes los ¡u eces le co n cedieron el beneficio de la duda; despué s
res peto hacia el hombre c¡ue les había deslumbrado con s u de todo, el se xo fc m e ni;io era débil. No se ría perseguida ;)c r
sistema de defem a. L a hi¡ a de Arnaud, Benarde. fue decla- fraude, bigamia, o adulte1io (':'.sta últÍi"!1a falta pod:a supCJner
r ada legítima; el tribun a l se b;;_,; ó para ello e n la d e claración que la ene~~ : a ra n en un convento h ast'.t que s u marido deci -
de Bertrande, que afirmó esr2 ~ convencida d e tener relacio- diera voive rl J a ace¡Jtar) y, como h em os visto, su hija fue de -
nes con Martin Guerre cuando concibió a la niña. En este clarada legítim a.
··:iso existían abundantes precedentes. Para qu e un niño fue Martin Guerre recibíó el mismo trato. E l tribunal dedicó
r;, c o1~siderado bastardo , e l padre v la madre, tcnlan oue es- mucho tiempo a deliberar soSre qué cargos podían csgnrnir -
t ir ·ti ca 1 l . ., 1 h !JOS
.. i . • sc contra él, por abandonar a su famiiia durant e tantos años
· • ~<J e e a s1tuac:on; os Ge una mu1er que ignora-
· ·· 1r c-1~
r ;1 c\t · . ac 1a con un sacerc1ote cr:in uec 1arac los 1egít1mos
_i · . y por haber luchado en las filas de lo s enemigos de Francia.
.-\
1111
rcvdta m ás sorprcndentt:' la decisi ó n d e l tribunal de Finalmente decidieron que su p;;_rt1d a podía atribuirse a su
uu u u u u " u u u u
86 El rc._2,reso d. Martin G11erre
,1•
.
!~
Para hacer la retractacir!n pública se arrodilló ;rnte la
1glc ~;a vestido de penitente -camisa ulan ca, la cabeza descu-
bi erta, los pi es descalzos y una antorcha en la mano. Pidió
Poco tiempo des¡més de concluir el proceso contra Ar-
naucl du Tilh , e! Parl ame nto de Toulouse inició un a; \'aca-
perdc'in a Dios, al rey, a la ju<itic ia, a Manin Guerrc y a su es- cionPs de dos meses, tal como hacía siempre en septiembre .
posa Hertrande d..: Rob y a Pi'. m· Guerre. Cua:ido lo p,1sea- Jean de Coras no salió inmediatam en te hacia su residen :::ia
ron por el pueblo con la soga ,, 1 cuello el campesino del pico familiu de Réalmont, sino que se quedó en su estudio de
dt' oro se dirigi ó a la muchcrlumbre: él c~a Arnaud du Tilh y Touiousc \' em pezó a escnbir la historia Je! hombre al que
h:i hía comet:do la i:ifarr.ia dc apr0¡>1arsc d e los bienes de habían qu~mado para bo rrar su recuerdo para siempre_. H a-
otro y dei honor de <; u mu¡ cr. ;\Jabó a los ju ece~; de Toulouse cia el 1 de octubre de 1'.160 casi h abía terminado la pnmera
por la forma en que liabían dirigido el sumario y manifestó el redacción. 1 Simultán ea mente, un joven llamado Guillaume
deseo de que: !os honorabks Jc:~ ., de Coras y Franc;:o1s de Ferrii> I .e Sueur esc ribía su propia versión sobre los mismos acon-
re s estuvieran pre se ntes ¡,ara escucharle. Al subir lns pelda- tecimientos. llahía aigo e n esa historia que afectaba sus pro-
r1 os de Ll csralcra que le llevaba a la horca aún segui'a hahlan- pias vidas, algo sorprendente y preocupante c¡ue tenia gue
do para recomendar al hombre c¡uc en adelante oc:.;parfa su ser expli cado
lu ga r (iuc no fuera ruc~o con lkrtrande. Era una mujer hono- Es difícil descubrir qué atractivo podía tener este caso
rable, virtuosa y cunsLmtc, y él podía dar testimonio de ello. para Guillaurne ! ,e '.) ueur p,.)rque es un personaje d:::: que sa-
Ln c ua nto empezó a a lbergar alguna sospecha le rcc:1azó. Y bemos mu y poco. Era hijo de un rico r;iercad~r de Bm~logn e
,iurantc todo ag u e! tiempo h ab ía demostrado tener un valor sur ivlcr, en Picardía, c¡ue le mandó a Toulouse ;.i estudiar de -
y un a fortaleza de espíritu poco cornur.LS. A Bertrande sólo recho. ~)u h e rmano Pierre llegó a ser func:onario real de fi-
le p~dió que le perdona~:i. Murió impiorando la misericordia nanzas, y h ac ia finales de 1561 utilizaba su casa de Boulogne
de Dios y de Jesucristo r.u hijo. ~1 1 para hacer «reuniones y oficios acordes con la nueva rcli-
giórn>. Al parecer. Guillaumc cc:nparuó sus 0~1rnones y du-
rante un tiempo for ·nó parte del séquito del Pnncipe protes-
tante <le Co ndé. En i 56(i era ::.bogado de h Senescalía de
Boulogne y algunos años más tarde se convirtió en iu_garte-
niente de los rfos v bosc¡ues de la región. En 1596 escnb1ó la
· primera historia d~ su ciudad natal, una obra de cierto méri-
... _,,
El regreso de Jl,fartin Guerre él narrador 91
to. La Croix du Maine había oído algo sobre él y en 1584 le CYando estaba estudiando derecho civil y canónico en An-
describió en su Bibliothcque como «poeta latino y francés». gcrs, Or!eans y París, también impartió enseñanza<; con bas-
También sabía griego y en 1566 publicó una traducción en tante frecuencia. i\lás adelante se trasladó a Padua donde
versos latinos de una versión griega del tercer libro de los propuso cien temas para su tesis doctoral y mereció una
Macabeos. aclamación por la exactitud de sus respuestas. En 1536, a la
Entre sus méritos también figura !a <<Admirable Histoire edad ck: veintiún años, dehía doctorarse en Siena con Philip-
du faux Martin de Toulouse», guc compuso en latín y cuyo ma- pus Decius, <;u gran gcr .10 del dnecho». Caras diría más
nuscrito empezó a circular por la ciudad poco tiempo des- adelante que Dcciu :; estJ.ba enton ct>s tan senil gue apenas rc -
pués del proceso. La dedicó a Michel Du Faur, cuarto presi- co rdah;; una palabra sobre derecho, y que necesitó quince
dente del Parlamento y miembro de la Tournelk durante el rn1;iutos para p:-onunciar la pnmcra fra '.>C de su di scurso. l:i.
¡uicio de Martín Guerre. Más adelante, en una dedicatoria al nalmcnte tuvo llUl' ra~ar el doctorado con otra !'ersona. La
canciller Michel c!e L'Hópital, Le ~ueur explicaría gue había anécdota ~ugiere ciue Caras no se tomaba muy en serio su
sido «ado~tado por la fam:iia y los amigos de los Du Faur, n .. puuwiór1 de j1)Ven prodigio.
una casa que.. desco:laba entre todas las de la región por su Cu:::1do regresó a Toulouse, C:oras fue contratado como
singular erudición, su integridad, su esplendor y su honora- regente en la univ e rsidad v se hizo célebre por sus cursos de
bilidad.» Probablemente obtuvo !:: info!"m :::: iór. :: 0Lr2 e! jui- derecho civi!. ~~ ¡ rnisrn0 cuenta el entusiasmo de sus oyentes
cio a través de ias explicaciones y de los papeles del presi- \ L sil is afirma que nacii e recordaba a un profesor que fuera
dente -se refería a sí mismo como el que liabía «recogido» Clpaz d e atraer a tan~a gente. fJ mismo había estaL:o presen-
(«colligebat») la historia y guizás participó en el proceso con te cu;i11do Coras derrochab a elocuencia oratoria ante un au-
alguna función subalterna. En cualguier caso, sa bemos que ckorio de dos mil pers0nas con «su voz suave, fluida, clara y
en 15·.~ 0 Gu1Jlaurr;.: Le Sueur esperaba ascender en el mundo melodiosa». Este éxito aun resulta más impresionante si te-
del derecho y de la retórica legal, y que adem ás también se n emos en ~ uenta que en Tnulouse, las chses de derecho a
interesaba por la literatura clásica.2 menudo tenían lugar entre las cinco y las diez de 12 mañana. 1
En cambio sa bemos muchas cosas sobre Jean de Coras. Durante estos primeros añ0 s de gloria C:oras tuvo otro
I~urante algunos años sus editores lo prcsen~::ban en las pá- tipo de relaciones con la justicia, que LJ~ilis no menciona: en -
ginas titulares como «ilustre» y 11clarissimus». En el afio '-n tabló un p!cito. Su madre, Jeanne de Te1 mes, murió en Réal -
que se desarrolló el proceso de Martín Guerre se publicó su mont legándole todos su.; bienes y p1opiedades en un testa-
pro~ia «Vita», e~¡Jlicada por un antiguo discípulo, Antaine :-nento fechado en 1544. Jcan de Coras padre se opuso al tes-
Usil1s, como pre~acio de L1 obra de Coras, De iur¡j A,~te. Ha- •amento y Jean de Caras hijo entabló un proceso contra él,
bía nacido en 1S 15 en Réalmont, pueblo del Alb1geois, era el que se falló en el P:>_rlamento de Toulouse en 1544. Queda-
mayor de cuatro hermanos y se crió en Toulouse, donJe su ron confirmados los derechos del hijo sobre la herencia y se
padre, Jean de Coras, licenciado en derecho, era abogado del ordenó al padre que le permitiera hacer inventario; Coras se-
Parl~mento. Cuando sólo contaba trece años, el JO\'en Jean nior recibiría el usufructo de los bienes y de la propiedad du-
ya disertaba sobre derecho civil en una cátedra de Toulouse, rante el resto de su vida, Finalmente los dos hombres se re-
al menos según la leyenda, y durante los año s s1gu1entes, conciliaron (Coras le dedicó una obra a su padre en 1 549),
u ll ll ll uuu u u u uu u u
¡j ret,reso de Mar/in Guerre E/ narrad --
pero al igual que el relato burlesco de la ce~emonia doct~ral, y el de !,o rraine recibieron los libros apropiados en el mo-
este proceso contra su padre revela una actitud algo ambigua mento adecuado. r.
hacia el orden y la autoridad. 4
Esta táctica empezó a dar resultado en enem de 155 .1,
Durante ese período Caras se casó y tuvo hijos, con gran
c uando se produjo una vae<rnte en el Parlamento de Touiou-
pla ce r. «C::1 matrimonio feliz» afirma en su obra sobre dere-
se. Habfa acudido a esta ciudad desde Ferrara por un motivo
cho De J{itu N uptiarum, y en su comentario insertó un frag-
rnuv tri ste : C0r::i.s •: ." l' ·'a a Toulou se :iara pasar u•-. perfodo d e
11 ¡ento sohe s u espo sa Catherine Boysonné, hija de un mer-
l
E st as c<licicnes t am bién reve lan dos aspect '...ís interesan-
ri o r. H
tes en Coras. En primer lugar, una volu11tad d e desarrollar,
Cora s amaba a Jacquette de Bussi prcfundamente, abicr
de rc :.: laborar, de rcint c rprei a r. /\ menudo dice a sus lecto-
l ament e y casi c0n. locura . «Jamás mu1u presente o ausent<.:
res: <<Empecé a trabajar sohr<.: esta cuestión <.:n Toulouse en
fue tan querida y amada po r su marido como vos lo so is y lo
··t·; ..
tal año y ahor a vuelvo sobre ella aquí en Ferrara». En segun-
se reis.>> «Os ruego que crea1s que pienso en vo~ día y noch e: ,
' d o lu ga r, una gran perspicaci a en cuanto a la forma de avan-
a todas ho ras y en todo momento, gue o s es pero y o :, deseo V
zar en su carrera. Dedico sus primeros libros a l primer presi-
os amo t anto que s in \'OS mi existencia no significa nada para
dent <.: del Parlamento de París y a ,\1ansencal, primer presi-
mf». Le manda libros d e lectura, «un pobre vestido», y «do s
..¡•.. · :.
dent e d e l Parlamento de Toul o use. El cardenal d e Chatillon
plumas bien cortadas v afiladas a mi gusto que es e l vuestro» .
u u u u u ..
El : J!,reso de Martin Guerre
• • • • El narrador
•
95
94
y cu:rndo hace frío en Réalmont le recomienda: «No dur- limitaba a advertir que el soberano pontífice tenia que se1 •.ln
mais sola, pero que no sea con un monje» (es un juego de pa- pastor fiel y no un tirano. Hacia 155 7, su tratado sobre !os
labras :moine significaba en francés antiguo «calentador»). Le matrimonios clandestinos coincide tan sólo con la sensibili-
escribe sobre sus propias opiniones políticas y le informa so- dad protestante en la crítica del derecho canónico, en su pre-
bre la causa de la Reforma; le da instrucciones sobre cómo sentimiento de que recibiría «calumnias venenosas... con
ténla c¡ue recibir a hs visitas importantes y transmitir bs pretextos religiosos», y en su afirmación de que todos sus ar-
men sa jes. Se inquieta por su salud y por saber si su amor es gumentos estaban «en con: · -.nidad con la palabr: · ;e
correspo ndido. Cuando nu recibe noticias suyas le escnbe: Dios». 10
«Esto me lleva a creer, a pesar mío, que no me teneis grab::i.- El Petit discours ... Des mariages dandestinement et irreverem-
do en la memoria tal como siempre he deseado». . ,nent contrae/es marcó un nuevo giro en su vida. Era el primer
De hecho Jacquette era un poco reservada con su !'1art- !: 1ffo que publicaba en lengua vernácub. El objetivo de este
'. do. El juego de la pareja consistía en que él perseguía y ella gascón no era enriquecer literariamente la lengua frances~
era l_a persegu;da. Estas eran las reglas de su relación amoro- «la Chal, debo confesar, no gueda muy favorecida por mi es-
sa. El firma sus cartas «vuestro vuestro vuestro y cien mil tilo natural y espinoso.)> Má s bien pretendía influir en!:: opi-
veces vuestro Jean de r~oras»; ella firma las suyas con un nión pública: el consentimienro de los padres para el matri-
«vuestra es posa hun·,i1derr.entc obediente ... ». f.:l le pide insis - monio de sus hijos era una cuestión que «afectaba tanto a los
tent emen te su opinión sobre si debe o no aceptar un cargo que no eran entendidos en letras como a los experimenta-
import ante; ella le contesta «hágase vuestra voluntad», lo dos, doctos y s;,Lios». Coras dedicó el libro a Enrique Il,
que da lugar 1 un a respuesta doiida con una firma imperso- cu\ o reciente edicto sobre matrimonios clandestinos defen-
nal, com u en una sentencia. Mientras tanto, a pe sa r clt> su sa- dí~ en el libre y que, poco después, le concedería un privile-
lud enfermiza, Jacquette administraba los bienes competen - gio de nueve años; un monopolio sobr-." las ve1 •tas de todo"
tement e, arrendaL" las tierras, hacL: reparar las cercas, re vi - los trabajos que quisiera publicar o reimprimir. Era una con-
saba !os libr0s de h talla y ordenaba cuándo había que scm - ces ió n inusual, que le permitió a Coras controlar la irnpre-
br:i.r lo s campos con mijo y avt>na. Le cuenta las novedades v <: ió n y los be!1eficios de la venta de sus libros mejor que la
l_e envía los libro s gue ha leído, las jarreteras gue le ha con,- marn ría de lo s autores dt> su tiempo. La utilizó en 1558 para
tecc1onado, algún capón o agua medicinal para los ojos. Es- la ~raducción francesa de un di,Jogo entre el emperador
pera que esté «content0 y feliz». 9 :\dfr.no y el filósofo Epíctet~. dedicado ai Delfín y, más tar-
Mz,~ido Y mujer estaban partic ularmente unidos por su de, en 1560, para su gran trabajo de síntesis sobre la estruc-
co mprcm 1so c~n la nueva religión . Jean de Caras pudo tener tura de la ley, De iuris Arte, dedicado al Canciller de Fr:!n-
'l
much.as das de acceso al Protestantismo, como por ejemplo cia. 1 1
el amo1ente que rodeaba a la duquesa Renée de Ferrara, cen- Ffl J560, cuando asumió su cargo en la Sala de lo Crimi-
tro religioso de los refugiados de Francia. En 1548 cuando nal, Jean de Caras tenía cuarenta y cinco años y, tal como lo
apareció su gran obra sobre derecho canónico, la Para - sugieren los datos anteriores, era un hombre ambivJlente y
phrasis in universam J"acerdotiorum materiam, aún no se había con aspiraciones contradictorias. Se había labrado una c.:. rre-
¡~
.1 convertido realmente; aceptaba la legitimidad del Papa y se ra brillante pero su compromiso con el protestantismo era
... . ... ., .,
, u u
¡_.:_¡ r~J',reso de Mar/in .';uerre 97
El 1. 1rrudor
aún rn :b import ante y esto último, además de su carrera, po- Epícteto: El corazón y el pensamiento de los demás>;
día costarle la vida. Co mo especialista eminente en derecho El juez comentaba: «Y es cierto que nada <'S más detesta-
romano, creía firmemente en la jerarquía familiar y en el po- ble entre los hombres que la ficción y el di::;1rnulo, aunque
der del soberano («los individuos tienen que obedecer a los nuestro siglo sea tan desgraciado que en todos h..1s estados, el
magistrados como a sus propios padres», decía) y, sin embar- que más se esmera en sus mentiras, sus simubciones y SL' hi-
go, pronto 't: vería implicadn en los m•J vimicnt os de resis- pocresfa. es a menud o e l más reverenciado». 1 '
tenci:-i protestantes d e Toulouse. Ponía en guardia a las fami- Seguramente Coras no podía imaginarse qut Llm bién se-
li ::is con! rala s «p:i.siones amorosas temerarias» pero sólo ante ría engañado por una perso na y que admir:irl.1 ,us superche-
e l pcnsamier.to d e que en un me :; se reunida con su esposa, rías . iJamás hahL. .·isto una impostura tan ehhor.1da Y tan lo-
¡¡ co rría a buscar el baul y t: mpezaba a recoger sus refa¡os de ta- grad;, c0mo <das mil mentiras necesarias)) de -\rnaud d.u
' ;' feuín. :.
Tilh! («Contestaba tan bien» deóa !,e Su~ '.ll. "1ue pareci<t
1
Cuando Jean ele Co ras entró er1 contacc,, '-o n «Martin eme estuviera. actuanrlo;> 1 Los ;;.bogados, los pfic1ales reales Y
Gucrre» reconoció en éi a un hombre que tenía algunas de ¡~or qué no, lo s jueces. c~mocían muy bif'n el :irte: de .;iacerse
s u~: propias cualidades . :'\ pesar ele ser un sir-:cpk cirnpesinu , a sf mismos (del «self-fashioning» para dccirl1 1 c:n termmos
e l detenido era ec uánim e, inteligente y, por encima de todo, de Stcphen Greenblatt), de remodelar la prol'LI lorr:ia de ha-
<.'.locucnte. «Parecía que no sólo contaba los hec hos a los jue- blar, las ~ctitudes , lus g...:sto s y la convcr:.aci1'>11. al igual q~e
ces sir. '.) que se los hacía revivir an te sus ojos» , decía Le todos aquéllos que en e l sig lo X\' 1 accedían .1 una posi_cion
Sucur. «No recu e rd o h abe r leído nada sobre nin gú n hombre más elev2da. éEn qu~ punto terminaba el hacerseª. sí mismo
CJU<.'. tuvicr:; 1ina memori2. tan prodigiosa», decía C<nas. i> v empezaba el engañ o? Mucho antes de que i\lnntaignc plan -
T::rnb1én tcn;'a aspee! '. ) de ser u1: horYJbre de hon o r, ligado a .teara-este pr00· 1ema a su s 1ectores en un ens.t ·· )'I ' ·1L•toacusat.o-
· · .
su familia y cnam o r'.'d o de su bella esposa. Que h.J.bicra ik- rio, la inven:iva d e Pan set te ya lo había pla111cado a los Jue-
vado a su tío ante los tribunales ror una cuestión de cuentas ces. 16
no debía parecerle dem as iado terrible a un hij o qu e había en- .
La primera respues ta d e r. ,oras tue
- negar llllL· ·se tratara de
tablado Gil rrn ceso conrra S U padre por un inventario de bie- facultasesl humanas. A rnat.: d era un mag0 que· n.: c1bía la 3"U- .
n es. Si estoy e'.1 lo c ieno en c uanto a las ir1clin acio n <'s de da de alg..ín t:spfritu diaLólico. Era un trnidor y Caras no te-
«Ma rtin Guerrc» hacia e l protestantismo, Co ras tenía ahí ma. mngun
. . motivo
· para sentir · su m1.;er t e, ni dcsJe · el punto·
. l .
una razon c.c m as para cree r que se trataba de una person:i. de vista jurídic0 ni desde e! punto de vista moral. La segun-
(;igna de confianza. . da respuesta de Coras consistió en reconocer qu e el persona-
Y entonces «como un milagro» apareci ó ar.:e el tribunal . ,,.:nía algo pro f un d amente f asctnante
¡e · que· r•·fle¡aba
-.. sus uro-
',
e l hombre de la pierna d e madera; era una ll egada providen· pios conflictos internos y la situación de la gcnte d~ su ciase
c ial, una gracia de Di o~ ?ara proteger a Pierre C uerre y ha- -v que el matrimonio ficticio entre el nuevo M artm Y Ber-
ce r ver a Jean Coras qu e S'2 equivncaba. 11 Coras habfa refle- tr.a nde de Rols e ra algo profundamente errcíneo, pero tam-
xio nado sobre los peligros del engaño dos años antes, cuan- bién profundamer1te justo a la vez. .
do tradujo el diálogo entre Adriano y Epícteto. Por ¡o tanto se puso a trabajar y afiló la pluma. Sena un
«Adriano: ¿Qué es aquéllo que el homl ;; e no p;.iede ver? nuev o giro en su obra, una nueva pt.wlicaci()n e n francés.
• •"• •
E! reJ;reso de Mr.rtin Ctrrre
rió los derechos, garantizados por el privilegio general de bro, con el mismo sentido que tenía en el de Boiastuau, que,
nueve años. Hasta esta fecha el editor de Lyon había publi- por otra parte, había sido discípulo suyo en Valence. En rea-
cado muy pocos libros en lengua vernácula; había hecho su lidad un prodigio es algo extraño y maravilloso, pero no úni-
fortuna con la publicación de obras en latín, entre la cuales co. Simplemente es más inusual . que otros fenómenos o
ri;uraban el De actionibus de Coras, publicado en 1555. V e! acontecimientos de la misma naturaleza. Por lo tanto en el
De i11ris Arte del mismo autor, en 1560.2 El nuevo títul~ ,era caso que nos ocupa esta impostur~ <:0hrepasaba todas las co-
de por sí rnuy atractivo y contenía resonancias sugerentes nocidas hasta entonces. 5
para el lector de 1561: · A pnmera vista el libro de Coras parece ser un comenta-
Fallo Memorable del Parlamento de To/osa, conteniendo una histo 1 /a rio jurídico con un juego constante de referencias entre el
prod{~iosa de nuestro tiempo, con cien he/las v doctas Anotaciones de Texto y las Anotaciones. En realidad la mayor parte del Tex-
Maese }ean de Coras, Juez del Tribuna/y ponente del proceso. Pro- to no está constituida por documentos oficiales sino por lo
'11mc1t1do entre lo! fallos Crnerales el X lI de Septiembre MDLX. que el autor denomina <de texte de la tu;le du proces>;, 6 !'.1
En Francia se publicaban informes de fallos niminales «trama» del caso, tejida por el prc..pio Cora ~ ; y las ;:..notacio
csporác'.camente como el del proceso del itaiiano condenado nes en general guardan poca relación con la iey.
por í1aber env enenado al Delfín de Francia en 1536. Y em- Esta forma tan heterogénea le dió a Coras una libertad
pcz'tban a aparecer libros sobre procesos, tanto criminales que jamás había tenido, aunque sus obras en latín abarcann
como civile ~ . ' Pero en la obra de Coras ei fallo propiamente temas muy amplios. En prirrier lugar le permitió centrarse
dicho sólo ocupaba dos páginas sobre un total de 11 7 y en en una reflexión sobre las cuestirrncs esenciales de la prácti-
lugar de reservarse los comentarios para un tratado erudito ca judicial de su tiempo: ~~stimonios, hechos, tortura, nate-
sobre derecho criminal, el juez había preferido desarrollarlos ralcza de l;;. prueba, etc. El caso de lvlartin G uerre era un
ampl.iamente. Cor2.c debió ser e! primtr jurista francés que ejemplo en el que los «;nejores» testimouios resultaban ser
estuc11ara uno de sus asuntos criminales en una obra en len- falsos, en el que la verdad estaba en los rumores y en el que:
gua vernácula ' los jueces ~stuvieron a punto de equivocarse . En segundo lu-
Las palabras del título: <«me histoire prodi!!;ieuse» enlaza- gar, le permitía discutir sobre el matrimonio y los prJblemas
ban con las últimas_ tendencias. Las coleccio~es de «prodi- que de él se cierivaban: los esponsales de niños impuberes, la
gtos» -plantas o animales faoulosos, visiones extrañas en el impotencia, el abandono del lecho conyugal y el adultcr1o. 7
ciel_~ Y n~cimienlos monstruosos- se vendían rápidamente También le daba pie a hacer algún comentario religioso so-
rec1en ~alidas de la imprenta. Un año antes Vincent Sertenas bre temas como la blasfemia y a lanzar alguna leve pulla con-
había publicado las Histoires prodigieuses de Pierre Boiastuau tra el catolicismo. Las hostias consagradas y las hogazas
Y_ :uando p~blicó ~l opúsculo de Le Sueur, la misma expre~ como remedio para librar del maleficio a un hombre aqueja-
s1on se hab1a deshzacfo en el soneto introductorio al relato do Je impotencia eran «vana~ supersticiones»; era mejor re-
del falso Martín: «Las historias más prodigiosas que puedas zar y ayunar. Y sus observaciones sobre la brujería traducen
ker/ De tiempos cristianos o de tiempos paganos .. ./ Nada una sensibilidad protestante: es necesario suplicar a Cristo,
1<· parecerán/ Tras leer la del falso marido ... )' c.¡ue nos redimió con su pasión, «que ilumine nuestros cora-
l ·:I mismo Corns introdujo la palabra en el título de su li- zones y nos guíe con su luz para que g,·acias a S'...I palabra sea-
"' '" - 103
-
10? El regreso de Martin Guerre H. toria prodigiosa, his/(Jri.. trágica
mos capaces de expulsar las ilusiones, artificios e imposturas dedicatoria de Caras a Jean de Monluc sólo sugiere los pro: ·
con las que el diablo intenta siempre atrapar a los hijos de pósitos secundarios del libro: la historia contenía «un argu-
Dio~ y a su Iglesia. 8 mento tan hermoso, tan deleitable y tan monstruosamente
Pero tal vez Coras veía en la historia de Martin Guerr.:: extraño» que podría servirle al obispo de «entretenimiento Y
un contenido con un sentido protestante más amplio. Algu- descanso» en medio de tantas preocupacinnes. 10
nas de las circunstancias que rodearon su publicación nos in- í ,as características esenciales del Arres! MemorabfP con-
clinarían a creerlo. El editor Antaine Vincent era una de las sisten en su mezcla de estilos y de enfoques. Se trata de ur. 11-
figuras más destacadas del calvinismo francés. Un poco más hro sobre cuestiones legales qu'.'. cuestiona el funcionamien-
rarde, en el mismo año 1561, conseguiría un privilegio real t <' le la ley; de un relato histórico que sugiere dudas sobre su
para el salterio calvinista, un best-::.dler en lengua vulgar que propia veracidad. Se trata de un texto a meoio car.ino entre
sobrepasaría el éxito del Arres/ Memorable . Caras dedicó su el cuento moral, I;. .::ornedi::i y la tragedia, u11 · p:-;to en el que
libro a Jean de Monluc, Gbispo r1P V'llence, que en el mismo los héroes pare("en villanos y los villanos parecen héroes_ y en
año fue c0nsiderado hereje por la Facultad de Teología dc el que la historia se cuenta de dos mar,.:ras distinus al mismo
París. La publicación inicial de J.e Sueur también tenía algu- tiempo.
na vinculación con el protestantismo: un autor que evolu- La base jurfdica no es más que un recurso para lograr
cionaba hacia el calvirnsmo; una dedicatoria al juez Michel esta ::om¡1lejidad. El texto está constituido sobre la base del
du Faur, sospechoso de simpatizar con los herejes; un impre- informe de Caras a la Sala, en el que se tenían en cuenta tan-
'. ; or, Jean de Tournes, que defendía la nueva religión. Sin to los argumentos a favor com0 en contra del acusado. J\
duda Coras y Le Sueur pensaban que las desgracias de lo:; partir de ahí Caras pudo jugar con un Texto en el que se refe-
Guerre no hubicrar podido producirse en una ciud::id refor- ría al «demandado» y al «susodicbo du Ti!h» y unas Anota-
mada como Ginebra, en la que las niwvas leyes sobre el ma- ciones en las que se. refería a «ese rústico», «ese libertino» Y
trimonio y un Consi storio vigilante no habrían permitido un «ese prodigioso emba:..:cadorn. . .,
:natrimonio entre personas tan jóvenes, o bien habrían ob:i- ;\demás, Coras exageró algunos aspectos y om1t10 otros
gado a Beraande a divorciarse a tiempo y, en cualquier caso, -inch1so podríamos decir que a veces alteró la Ycrdad- e'.1 la
habrían descubierto rápidame!ltc el adulterio. Seguramente construcción de su relatl). En primer lugar hace que la me-
había sido un dios protestame el que había hecho regresar al moria de Arnaud du Tilh sea aún más extraordinaria de lo
'1ombre con una pierna de madera justo en el momento que era en !'calidad: según Le Sueur, Arnaud ol'..idó el_ ~om
oportuno, para acabar cooi la arrogancia de lo!' jueces del bre de uno de los padrinos que asistió a la contirmacion de
Parlamer.to de Toulouse. 1 Martií1 Guerre, pero según Caras no olvidó nada. En segun-
Pero si esto era lo que pensaban Caras y Le Sueur, es ne- do lugar, se presenta a sí mismo y al tribunal menos conve~
cesario añadir quf' no está explícito en sus textos. El Arres/ cidos de la inocencia de Arnaud de lo que estah"n en reah-
Memorable iba dirigido a los lectores de ambas confesiones, ciad. No menciona que Bertrande y Pierre Guerre fueron en-
católica y protestante. Más adelante incluso se imprimiría en carcelados durante meses y es un hecho transcrito por Le
empresas católicas de París. Vincent Sertenas, el impresor Sueur y, lo que es más importante, anotado dos veces_ en los
parisino de Le Sueur, era tarnbién católiro. En realidad, la registros del Parlamefi cJ. La sentencia del 12 de septiembre
u lJ u lJ u u u u u u u u u
104 El regresü de 1W.artin Guerre
~
:!;'
.
licos los linchó con sus togas frente al edificio del Parlamen-
to. 2
Sin embargo los trabajos de Co ras se siguieron publican-
El reJ!,reso de Martin Guerre Dex b~yteux 111
110
do Mict1tr.1s la gente se enfrentaba a causa de la verdadera du Tilh (mulciplicidad que como recordaremos fue obra de
. ·. . \' dé la falsa y de las trampas gue puede tender el dia- Caras en la primera edición impresa) y consideraba que cada
1
~:.s~; ·lihro sobre un marido impostor se volvió a publicar uno de ellos podía merecer la pena capital. Géraud i\laynarcl,
en ¡>;iris en 15 79. En 15 76 y 1588 aparecieron en Frankfurt un estudiante de Cora:; que más adelante llegaría a ser juez
algunas traducciones latinas de ~a primera _edición_ (una de del Parlamento de Toulouse, trató la cuestión de la legitimi-
el/;i~ llegó hasta Inglaterra), y a t males de siglo el impresor d;id de Bernardc d 1 ·;-:lh y de sus derechos sobre la herencia
1
narihélemy Vincent de Lyon recuperó al autor guc su padre de '.;u radre, convicto de imposrura, como tema central de
h;1l'u editado anteriormente.' sus ;\otables ...Questiofü du Oroit. ~~tienne Pasquier incluyó el
\1 principio los compradores del libro eran principal- caso de i\lartin r ;ucrrc en sus Recberches de la f-·rance, entre
riH·r1te juristas y jueces; aún podemos ver sus firmas en las otros que se habían resucito gracias a pruchas milagrosas. El
¡i11111cras páginas y sus an0Laciu11es margrnales; generalmen- distinguido ¡ucz de París :.;e basaba en Li narración de Le
f <" lt 1:; hadan encuadernar con la Paraphrazf sur l'Edict des Sueur para ;1firmar -y estaba seguro de que las mujeres esta-
1 \/.1ri<1.~es clandestinement contractez del mismo autor, o con al- rían de acuerdo con é:- '-JUC i\lartin Cuerrc debería haber
~'.u11 t'tro tratado sobre derecho matrimonial. En los prime- sido castigado ror ahanoonar a su rnu¡er.''
¡( 1~ .lflOS del s. X VII el Arres/ Memorable se incluía entre las Pero los comentaristas que nu se interesaban por el den>
, 1hus fundamentales para todo ague! gue hiciera estudios de cho, se sentían atraídos prine1palrr1.:ntc por el carácter «pro-
,!('lcd10. Pero también se apreciaba f~] ~ibro por sus cualida- digioso» de la aventura. El e~udito impresor Henri Estienne
des lttcrarias; un lec.,or de este tipo lo hizo encuadernar con la utilizaría para demostrar que la historia de Herodoto so-
l.1 ·ldmiranda Historia de Le Sueur. 4 bre una impostura quL no fue descubierta no era tan increi-
l ..1 obra di°' Le Sueur aca!)ó su carrera tránsform:indose hlc como parcci'.l.. Gilbert Cousin y Antaine du Verdier la in-
n 1nh1 algunos relatos verídicos en una leyenda poi1ular a r·luvLfon entre varios relatos sobre revueltas campesinas,
111nl1da que se reimprimía. Er. la primera edición en francés ar;riciones clr: cometas, inundaciones y con~piraciones polí-
l.1s ,·t1mparariones con Júpiter, Mercurio, Anfitrión y Sosias ticas. Franc;ois de Bc.llcforcst la hizo figurar en un capítulo
dcs.1¡ 1 arecieron; Artigar se convirtió en ,,Artigne» y du Tilh consagrado a los parecidos físicos notables, en su continua-
en ,,Ty lit>», y estos errores ya no se corregirían nunca. En el ción ele las Histoires Prod1;~ieuses de Boaistuau (al parecer esta-
! 1111ll1 de la reimpresión de 1615 Bertrande se transformó en ba entre la multitud que escuchó la sentencia de Toulouse).
1111.1 11mujer notable», y el contexto histórico desapareció: la Podemos preguntarnos si Belleforest no estaba pensando en
iiistL'ria se desarrollaba «durant' los últimos acontecimif'f1- Panset:.: como compatriota r•\yO cuando afirmó que los ma-
I\ 'S'' sin ninguna referencia a !:. batalla de San Quintín o a ridos de Comminges tratahar 'a sus mu¡eres «Suavemente y
1 c•ltpe 11.5 no con la rudeza que se les atribuye a los gascones. -
l :onocemos las reacciones de los lectores gue decidieron Tanto si se interesaban por la historia movidos por razo-
r\'csrribir la historia o comentarla. Jean Papon, juez real en ne~; profesionales como literarias, todos estos amores coinci-
l .c i:orez, la incluyó en su Recueil d'arrestz notables, redactado dían en considerar a Arnaud du Tilh como el personaje cen-
C'n 1566, en el apartado de los adulterios. Lo gue más le ha- tral, agué! al que se teme y se admira, al que se envidia y se
h1.1 chocado era la multiplicidad de los crímenes de Arnaud recbaza. Algunos mencionaron la posibilidad de alguna in-
.u u u u u u u " u u u u u "---"--"
J-:,/ !"fJ',reso de Marlin Guerre Dex o~·-'eux 11.)
ji 2
·i<'ín diabó lica pero sin insistir demasiado, seguramen- razón hum a n a es un instrumento incierto: «La verdad y la
t('.rvcn( . . . .
¡l Jc la impostura no era el tipo de cnmen que se tmpu- mentira tienen el mismo aspecto ... las miram o s con el mismo
rc r''n
f ít 1,;, {·i ¡'.1~ bru¡· as e n los procesos de la época. En estas ver-
8
ojo». El mismo Montaigne podía dejarse arra strar por el ar-
., 11111 c, , arnbién de saparece completamente la Bertrande que dor de un razonamiento, a exagerar «la v e rd ad inocente» con
, 1,., idc por sí mi sma, así como cualquier duda sobre la \'ali- la foerZ'.l de su s palabras. Siem. ··e ;,,~ ~ ntam os h ar:er prevale-
, lo: clc-1 vuedicto. P e ro debemos añadir que haqa el siglo XX ce r nuestras o pini o n e s, y nblig:.r a los otros a ar eptarl a s por
11 , , rc · 11 ,·111os nin g ún co mentario femenino so hre la hi st \) ria . c ua lquier m edi o. E s mejor dudar c¡u e est a r e xces iv a m e nte se-
1 1 , ""H·ntari o d e J acquettc <le Ru ss i so bre el libro qu e le re- g uro d e s í m is m o ; va ic m ás ~er un apre ndi z a lo s sc:;e nta
1.,, 1/ , •,1 1 111arido n o h a ll cga<l0 h'lsta no sotros. D e to das mane- añ o s que cree r se d octo r a los di e z.
i.i -. . 111c· extrañaría qu e c reyera ciue Bertrand c d e Ro ls se hu-
En este p L:" ' º d e su razonamien to, qu e co n stituye el eje
lo1i 1 ;1 1k¡adou1ga ñ a r durante :i1ás de tre s al. os . 'J
central del e ns ayo, l\ lonta1gne introclu·:-e un c u111cnt:1rin so-
f '.x 1st en
dos exce p c io n es en la unanimidad d e las re"ccio- h1e el caso ,¡ e M a rttn Guerre:
111" 11 1asculi'las
ant e la hi storia de \fartin Gu e rre. La prime- «Cuand o e r a jove n, asistí a un proceso so bre un suceso
, _1 1" L1 1 kl poeu occ it an o Aug cr Gai!larJ, soldad o a lbigense
e xtraño, entre d os h o mbres que pret e n día n se r la misma per-
1 1,,,.rntante . En s u s Amours prodiy,ieuses de 1592 , no se so n a , c¡ue C:o ras , jue: d e ·1 o ul o use, nizo 1mpnrn1r. Recuerd o
,, 11 11 1 Jlic:iha con e l «e mb a ucador ag uerrido)) sin o co n la es- (y de po c as cosas m e acu e rdo t a n bi e n ) que enco ntré la im-
1., ,., ,1 l n1 rl :1da: r ostura, de ag ué l qu e (o r as conde1 1a ría co m o culpable, t a n
extraordin a ri am e nt e maravillosa y t an po r en c ima de nues-
... filFra11cia_y en 13éarn tros co~10 c i rr.'.e n tos y de los del juez, qn e h a li é la sentencia,
/ lt 1'/s/o tan/as muchachas que se pare dan oue le cond e n ab a a la horca, muy arri es gad a».
l /1JJl11 el p1111/o que p Ddlan intercambiarse fácilmente ' ~lontaign c n o se hubiera pronunci ad o so bre el asunto, al
) · /111r/11rme lranr¡uilamente. igual que los sese nt 1 campesinos de Arti g at, que no veían
ninguna di fe re n c ia e ntre Martín Gu e rre y A rr. a ucl du Tilh. 1-'
¡Y :-. e .1lcg ;·a h a de esta r enam o rado de un a m o ra, po que «Podríam o s ac e ptar un tipo ele s:: nt enci a qu e rez:na a s í:
\ .. 1 1 .. , 1;t1i:1 seguro de reco nocerl a, a t•nque se a usent a ra dura n- « E ste tribun a l n r ~ riti e nde nada» m ás libre m e nt e e ingeriu a-
, , 11 ¡;j~ de un s iglo!
10
m e nte gue los Acr ~) ~ag itas, !os cu a le s a l en co ntrarse com -
l .: 1 sq•,11nda e s la ele .\.l o ntaigne y su Des b~yleux (So bre los
1
' prometi<los co n un a c ausa que no p o día n po n e r e n claro, or-
l , , , 11·~). n1\'a puhli C'.lc ió n se remonta a J 588 _11 A m enudo se denaron a las p a rt es que se volvieran a prese ntar al cabo de
-1.~
:· 1 ,lwl1n que este en sayo m e nciona el caso d e To uhuse sólo cien años».
_1, llk111;ilmente y qu e la c ues tión principal ve rsa so bre por
ll
í
.;·x 110 '1:1hía gue qu e m a r a la s brujas, pero d e h ec h 0 las solu-
, ·, >11o que Montai g n e p ro po ne no se limitan a los casos de
i\!ontaign e hacía hincapié en la poc a con s istencia de las
pruebas ne ces ari as p a ra tomar deci sio n es ta n irrevocables
como cond e nar a una bruja a la hogu e ra: «Para matar a al-
:1
'. f :·1uwrfa ; ;1demás la pres e ncia de Coras y s u texto es patente g uien es n ecesa ri o t e ner una cert eza lumin os a y neta. » Y
, · 11 wdo el en sayo. E n é l e l autor co ment a la difi c ult ad de de-
Montaigne c it a el proverbio italian o :«Aquél que no ha y;i c1-
,_-111 rarhr l.1 " crd ad e int e nt a expli c arn os h asra qué p unto la d o con muj e~ co ja, n o conoce la extrao rd in a ri a s uavidad de
u u u u u
l 14 El regreso de Martin Guerre Dex b~y!eux 115
Venus». Algunos también lo aplicaban a los hombres y pre- no es evidente que «el hombre que llegó de las Espar)as con
tendían que lo que les faltaba en las piernas lo tenían en la una pierna de madera» fuera un indicio tan convincente.
entrepierna. Tal vez el ejemplo máximo de la cojera de nues- Desde Horacio sabemos que el castigo siempre llega cojean-
tros razonamientos fuera el poder que la imaginación tiene do, y aun así siempre alcanza al criminal más rápidamente.
sobre ellos. Por este camino Montaigne pasa a interrogarse Pero t<lmbién conocemos el proverbio que dice que la menti-
sobre la «temcrid:v::b) del que juzga. Según él «la única senten- ra siempr<:'. llega a la nata coja, y por lo tanto ni uno ni otro
cia que pesa sobre el hombre es la de la necesidad y la impo- nos llevan muy lejm. 1' Caras crda que había '¡,,:<:ubicrto
tencia de ir más allá». quién era el t~postor, pero en lo ;nás profundo del Arre..-/
Der Boyteux es muy duro con el pobre Caras que había Memorable !ate una incertidumbre tan sobrecogedora como
muerto tiempo atrás, incluso c!em.asiado duro, purgue para- en ,'v1ontaigne.
dójicamente, Montaigne expone alií uno de los mensajes
esenciales del Arres! Memorable. Caras actuó como un doctor
cuando ter.:a un poco m~s de dii:z años y firmó s 1 libro con
1
gat tuviera interés en leer en voz alta el Arres! 1"1emnrable du- Notas
rante las veladas nocturnas, o que aceptara mejor la versión
de un extraño que la suya propia. Esta historia local se con-
taba, junto con otras, sobre el último bastardo del pueblo o
el último emigrante del valle del Leze que habfa ido a España
-tó
y que, durante los años que pasó allí, tomó una concubina y
creó una segunda familia. 7 i:ue una hi-;roria que perduró jun- La, siguiu1tes abreviaciones son las que se utilizan en las notas. Las
referencias a los Inventarios-Sumarios de los arc:.1\'os departamentales
10 a otra~ anécdotas y acontecimientos de mayor envergadu-
se indican con la lct ra l.
ra, cn'.llo hs Guerras de Religión.
! lace unos \'eÍntiocho años, en Artigar, una joven madre .\C:Art Archives communalcs d' A rtigat
rccienteme:1te emigrad;; de la Cataluña francesa, hab!aba :\D/\r 1\rch1ves départementales de I' Ariége
'J con una vieja del pueblo al tiempo que empujaba el cochecito ADGe :\rchives d'.';'"'"'mentalcs du (;ns
1 ,:e su hijo y se quejaba de que «En Artigar nunca pasa nada». :\DGi 1\rch1ves départementales de la Gironde
¡
:1
Y la vieja respondió, «Quizás ahor;¡ no, pero en el siglo
X\' l. .. » y le contó ia historia de Marti:~ Guerre.
La historia de Martín Guerre se cuenta una y otra vez
porque nos recuerda que lo~ hechos sorprendentes son posi-
1\DllG
1\!"PC
:\DPv A
:\rchives départementalcs de la ! laute-
(;aronnc
Archives départementales du Pas-de-Calais
;\rchives départementalcs des Pyrénfrs-
r\tlantiques
bles. E incluso para el historiador que se ha empeñado en ,\DR ;\rchives départementalcs du Rhóne
,f 1\1\i :\rchives i\auonalcs
1 descifrarla, la historia conserva toda su fuerza. Creo que he
.~
(:oras Jl'.an de Coras, Arres! Memorable du Pa.r!ement
reveL1do la faz verdadera del pasado, pero podrfa ser que de Tho/ose. Contenant Une 1-fistoire pr(jd~l!,ieuse
Pansctte se hubiera salido con la suya una vez más ... d'un supposi mary, adveniie de •1oslre /emps: enri-
1
J rhu de cent el onze be/les et doctes anilolalions (Pa-
!
ns: C,alhot du (>ré, 15 72)
Le Sueu<, llistoria, c;uillaumc Lt: Sut:ur, Admiranda historia de
Pseudo Martina Tho/osae /)amnalo ldib. Septemb.
Anno D'min1 MDLX (l.yon: .Jean dt: Tournl'.s,
1Sú1)
Le Sueur, 1-fistoire, c;uillaume Le Sueur, llistoire Adnnrab/e d'un
f·au.>: el supposi Mary, advuJUe en Lanj!,uedoc, l'an
mil ánq cens soi.xan/e (Paris: Vincent ,)ertenas,
1SG1)
Nota respecto a las fechas: ! lasta 1 Sú4, l'.n !·rancia el ano nuc-,·u se
contaba a partir del Domingo de Pascua. En el texto todas las fechas
corresponden a nuestro calendario. En las notas, las fechas anteriorcs a
Pascua se dan según los dos calendarios. e.¡;., Enno 1S, 1 SS<J/(,()_
u
120
.. ..
El regreso de Mttrlin Guerre
• • • • • • •
1\lotas 121
INTRODUCCION 8. Según Le Sueur, los Guerre establecieron una fabnca de tc¡as en
1\rtigat (Historia, p.3); en 1594 encontramos esta tejería entre las pro ·
J. )can Gilles de Noyers, Proverbia Ca//icana (Lyon: Jacques Mares- piedades familiares (ADHG, B, Insinuations, vol. 6, %v). Le Surnr afir-
chal, J.S 19-20), Cii'; «loan nis Aegidii Nuceriensis Adagiorum Gallis mó que Bertrande de Rols y Pierre Gucrre habían sido encarcelados (p.
"·ulgarium ... traductio,» in Thresor de la Jangua Jrancoyse (Pa;is, 1606), II); esto último fue una orden del Parlamento de Toulouse (ADllG, B,
pp. 2, <i, 19; James Howcll, «Sorne Choice Proverbs ... ·in the French La Tournelle, vol. 74, :\layo 20, 1560; vol. 76, Septiembre 12, 1560).
Toung,» ;;i Ltx1rot1 Tttraglotton (Lonclr1:i, i (¡6CJ), p. 2.
2. '(éase, entre otros .Jean-Louis Handrin, Les Amours ,t>aysans,
l. DE HENDA YA:\ 1\RTL1\T
XV/< -XIX' siecles (Fa~is, 1970), y Fami//eJ: Parenté, maiJon, se:•:ualité
da ns l'ancienne société (Paris, 196 7); J. M. (;ouesse, «Parrnté, famille et
l. Pierre de: l ,ancre, Tableau de l'inconstance des mau/!aJJ an,~es el de·
rr:cmagc en Normandie aux XV!Je ci \\'J]]e s1ccln,» /lnna/es: J::cono-
mons \Bordeaux, lú12), pp . .12-38, 44-45. ADPvA,l_li(J(), no. ·Vi,
mies, .\oriétés, C1vilisations, 27 ( 1972), 11.19-54; André Burguicre, «Le
.\larch 9, 1ú09, sobre el <Ó' de la maison» en Hendaya y en l rrugne. Ja-
Rituc.:I du mariage en France: Pratiques t:eclésiastiques et praciques F'l-
rncs /\. Tuck and Rohert Grenier, «:\ l(ith-Centtir:· B'''ljlll' \X"h:' 1;ng
pulaires (XVl"-XVIllc siécles),» ibid., 3.1 (1978), pp. 6.17-649; 1\lain
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••• .. • • • • • u u u
El regre.ro de Martin Guerre
-1n
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ii
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( .11,la, Dictlonnaire Jcs institutic .. ,, dt, .ou.'11í11es, d de la langue en usage dans ture>>, in \\'illiam :\. Douglass v utros, eds., Anglo American Contribu-
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8. Diecinueve testamentos sacados de ADAr, 5E5)35, 6219, 6220 norial de Uturbie en gascón (1493) y en francés (1559); ninguna otra
i 22 ! , Ci22j, 6224, 6651, 6655, '.°>859, 6860; ;\DHG, 3E í 5280, 1598"i,
1
famiiia de f !cndaya o Urrugne de1ó su últimos deseos por escrito.
\D-\r, SE6860, 110'-l 11'; AC:Art, Becerro de 1615. 1\DAr, 5E6220 AD Ar, 5E6223 (contratos en francés, 1528); 5E8169 (contrato de ma-
~de Octubre 1542; 5L8 l 69, 12 de marzo, 1541/42. ' trimonio en Occitano, 12 de ma;·m, 1541 ) ..-\DAr, 5E6653, 96r. J02'.
_ '). AT):\r, 5E6223, 10 de diciembre, 1528; 5E<>65.1, 95 -9ór; ADHG, 2(;207 (el primer maestro de Arri¡rat, llegó el 2 de Julio,
)i·o860, 12r-13', 74'- 76r. 168 7)_
m \D -\r, 5E665), ':!5'-97', 201 '-202r; 5Eó846, 14'-16'; 30f, Re- 1 S. 1\DAr, SH1221, 10 de diciembre 1528; 5E6653, 95'; SE6<J54,
'"'11na1ssance de 1(,79; ADrJG , 850 (fallos, cl."I·l
" es ··) , 678'-(
)/ > 1,,ll'-, B, 1ns1-
7 · 24''; 5FMSS, 29r; 5í-:8169, 12 de marzo, 1541/42. ACArt, Registro
nu.Hions, .-ol. (>, 9ú . matrimonial de L1 parroquia de Artigat 1632- 1<>49. ,\Df !G, 3E 15<.í8.),
11. AD:\r, 5E6Ci53, 1", 96'-97r; 5E6655, 29r, 35r, 158'; 5E6656, 126r-127'. Existió ur. Pierre de Guerre alias el vasco que trabajaba d,,
i2'. 2ú'; 5E6837, 126'-127'; 5E6846, 34'-36'; ADllG 2G134 2c;141. criado del scnor de Vaudreuille, muchas millas al nordeste de Riucx
2l; 108, p 2ó3. , ' ' ' (AN, JJ262'-24 7').
12: ADAr, 30)2, lnventairc pour les consuls ... d'/utigat, 1639; Re- 19. En su que1:: dirigida al juez de Rieux, Bertrande declaró quL
'"'nna1ssance de 1ó79; ADHG, 2G203, no. 1; C1925. ,-\DAr, 5E68<JO, «siendo un:: nina de nueve o diez anos, la casaron con Martin Guerre,
12'- 11'. ADHG, 2G 108, 127r, 1 S l '-152'. F Pasquier, «C:outumes du también muy joven aún y casi de la misma edad que la suplicante» Uear,
! o>sat dans le Comté de Foix d'apres ur.e charte de I 274>>, A.nnales du de Coras, A rresl Memorable du Parlement de Tholose ... (París, 15 72, p. 1 ).
'
.\fu/1, 9 (1897), 257-322; ADAr, 5Eó6::i4. Pero en 1560, durante el proceso, se atribuían treinta y cinco anos a
13. «Coutumes ... observées au Pays de Labourd,» p. 482. ADPy 1\ , Martin Guerre (Coras, p. 76), y los testimonios sobre el tiempo que vi-
1)160, no. 4, 14 de Enero, 1550/51, no. 3, 12 de junio, 1559. I. Pas- vió c•.'n su mujer, Bertrande, indican que debia tener catorce anos cuan-
J.··.~
)¡l.¡.··
: i
¡ quicr, Dona/ion du fief de Pialhes en 12 5 8 et docuhenfs crm, ernan 1 les sei;r,- do se casó. Poi lo ta.Ho es probable que .,ertrande también hubiera al-
canzado la edad de la pubertad en ese momento.
uuuuuuuu" " " " " " "
124 El reJl.reso de Martín Guerre
J\'r:ta;
20. Le Sueur, l-iistoria, p. 3; H1stoire, A ii'.
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:\D.'\r, 51Sll5, 6220, 6653, 6656, 6837, 6838, 8169; t\DHG, 8. Le Rov 1.aduric, Afnntail/011. r·h. 7.
.'lL 15280, 15983. La dote más alca es la de SO escudos (cerca de 150 li- 9. '\DAr, 5E(,220, frontispi cio con dibu1os fantásticos de so :dados
liras\ y la recibió un zapatero de Le Mas d'Azil. En contraste con las 5F(J6S .1, 1' , 95• -%r; 5f:{¡(¡Sú, l Ir, Sllr; 5F684 7, 12dcdic1ernhre, l"ir1 2;
cesio ne s de tierra a los hiios a finales de siglo, compárer- la donación Sl·úli(10, l líJ' - l 11 ' . R.oger Doucel, Les lnstitutitms de la l'ranre au X! ·¡,
d e l mercader rural Jean Cazalz de Le Fossat a su hiio en 1 :n 'i: dos pro - ur/- ( i'uis, l ()48), pp r,12.r,4 J' •• :. ! i'. '1-es l3a.rque_r, p 1.l8 , 1. '\adal 1
p 1c d a clc s 1· la promcsa de 20()() escudos al contado, una CI\;¡ 1· muchles
l. C11alr. l.a l'npulat1 o;i c:iralanc ,¡, ISCi1 á 1., 17 : L'ln .. n1grar1nn tr :111 -
rn e l cl1a d1_· la hod a ( 1\D!IC;, B, ln s rnuat1ons . vol. 1, 56.l' - SúSr). C.:1vl a, ~·nsc {l'ari\, J 'J(,IJ). P:' r,1_ :4. 11 S.
f'f' · 2'\r,.21- :\DllC , B, ln s inuation s , vol. 6, 9S• . <J7'.
1iJ. ( ora ' , f' '\ . 1.c '>ucur. 1l. s/M1a, f' · 4. l )e J .ancrc, p . 4 1.
22 . ·\ DJJ(; , 2(; 10 8 , p. 26.l. Coras, p . 61. A . ;\ loulis, «Les han~· ;1i 11 "\D1' 1 \, 11 ir.1 1. n" . ·l, .\l a rch S, 1s :;.¡ :;:; l d e abril, 1 '\ .º:; . (o
lln el le m a ri ag c dans les Pyré néts cenrrales, s spécialcrnent cfans I'.•\. ras, p 1 '\ 7
ricgc» llu//, fin 'lflnue/ de la sonétf' ariéj!,oise des sciencej, /et tres el arts , 2 .~
( 1 'J (,(>), 74 - 8<1. 12. l'au! )acoh 1 l1ltpold , «Burgos in thc R. l' 1gn of Philip 11: Thc
.\l'unr a rn1cnt (), EcorHJTll lc r :ri s1:; ancf Snciai (nn rrol. l::i .' il).l(,(,¡),, ( l'h .
D thc s is, l'n ; :ersirr ot- To:.1s :it :\ustin. ¡rJíll ). ch.'.2. }Jc¡1r; ¡ue !· loro,
::spaña Saf!_rada (.\hdrid. 17'" l .l . ,· o l. 2(1, ;i¡; . 4 2'7 . 412 \,1rni ás Lópt·z
11. Fl. ( .1\ ,\ f p l:Sl '\() [) ;:scONTl: NTO .\hrtíncz, «Ll C:ircfc11 :1i \lt:ndoi'. :; \ l:i Rc fn r:1u Tric icnrina e n Burg" ' »>
!lispania Sorra, ! (, ( 1<)(1) J, ó 1- I .? l.
( :ora s, p. 40.
J.> Cura s dice 1() s1guienrc : «L sc .\lurin (,u c rr e yue se fue a Espa-
:\ D :\r, ) E(¡(,s,1 . \ 7 , Entr t todos los conrr:itos de Le .\la s d' :\z¡J ña s it:ndo ¡m·cn , dond e :dlí s1r\·ió de l:ic1yu del Cardcn :il de burgo s 1·
\ dt· iodo el \· a líe de l.i-zc, sólo he en co ntrado un Man111 antes de ! .S r, J, más •arde de su hcrrnano» (p. ! .'\ 1). ¡: rancis co de \lendoza no residi ó en
un c:trn pc sino del s eñor de Sa 1nt - \l a rtin d'Oydcs (ADAr, E 182, R.e co n- su <ihisp.1do ha..ra scpt1cmlire de ! 'iS7, 1· en esas fec ha s \~artin v:; se ha ·
r1:11ss :t11cc of l 'i4'J, SU ) . Compúese con todos los que se llam ahar ,\far h1·a ido de Burgos. ! fe 'upucsro que fue la o10 del ¡.alacio del obispado
trn. \fan1 ss a11tz , \' 1'vlarticot en !a zona de Hendaya ADPy 1\, IJ IGO, no. anres efe i .. ilc¡: .:da de f-r:¡nu sco E s po s ible LJU e s1n· ie ra en casa del car -
4, 1·+ de mu o ! S:'i0/ 51 , ) de marzo 1554/ 55; no, 4::i, 18 de agoslo, denal en Hom a 1· en Siena -1., que s upo"dria atin ma s novcdade , para
l 'i'J 8 <d'ro\·cr hc s frant;O\'S» en Thresor d• la /angue Jranwyse, p. 2.l; .\l an 1n- p e ro no a¡nrcc e nrngun a mención de la estanci a en f1al1 a ni en
«!,'( )urs «:\ !:irr1n» d'.'\rié g t:,ll nulletin anud de L soriété ari~f!,OiSf' des SCl/'!/ - Cn ras ni en l. e Su c ur. Los vasco s c ran m111· apreciados corno la cayos
.e.r, ltt/res t:t aris . 2( 1'J6 (J ), 1.) .,_JYJ, 170 - 172.
durante el sig lo .\\ 'l. :1 c:.usa de s u ag rlidad . C a rganttj a re nía un lacayo
'i . :\ prin c1 r' 1os d e l s 1glu >- \·¡ la csgnrna no era un ;uego <'kgante 1 asco: \f"nr :ugne hahL1 de s u afic1t)n por t'I c¡crc1c10 f Rahclais, c;ar:fl.an-
rcsc n ·:ido a lu s no:,lcs: ex 1sr 1·:t un a \·ersión aldeana de este depo ne. tua. ca p. 28 ; .\f o nr a ign <' , l;ssais, 111, c:1p. 1.1).
4 . Cnas, pp . 2 - 4, 40 - 4), S.l , -,,_ A.DHG, B, La Tourndle, vo l. 74 , l 4 . Le Sueur, Hist eria , p. 4 . Coras, p. u-. L . ! .rn1ai re, llenri Cnu r -
,\ Ll\ 2:J, l S(,1J fl:crosrnc de :\lont c ux, Commentaire de la ronservation dt reaulr v ot. La Cuerre dt 15 5 7 m Pirardie \ Saint <Ju c nr1n , 18')6), nll. 1,
la sal/ti ( l.1·011, l .'i.'i 9 ), pp. 2 02 - 2 0). De Lancre, Toblea11 de /'inronstanrt, pp c c xxi -cxX\', \ C 1. 2, pp. 48. 2 9'i.
pp . 18, -l 1, 4 '"; Soulet, V1e quotid1cnne, pp. 228-2.12, 279. 1\. Fsme111,
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S. C . Douhlet , «Un Dioc e sc pnénéen sou~ Louis XVI: I.a Vic po- 1!1. El ll<J' :OR DI : !~l~RTl{ 1\l\D: DL ROLS
pula1rc dans la vall é c d e l';\riége S(Jus l'épiscopat de FE. Caulet
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( J1ar1 van en Languedoc oc c id e ntal,» en Le C off and Schmitt, ed s., /,e 2. De hecho, en s u com e ntario sobre las palabra s de Berrrande, Co-
<. harivari, pp. 4 1 1-428.
r.i s s upon e que ,\fartin era el único embru1ado v sólo d esc ribe lo s soni -
r, l.c Sucur. ll isloria, p. 12. Cora~, pp. 40, 44. lcgios que pueden afecrH al h o mbre. Según él, la impotencia femenina
t'ra debida a causas naturales, co mo e n el caso de una mujer que fuer a
U .U u u u u
:26 El re,greso de Martin Guerre
"
l\J,J(!J 12 7
«tan estrecha y cerra da en su partes sec retas que no pudiera •~ner co- si que de l'L¡,lm (!>aris, 1')Y'>), pp .. '>114--~.i7. Bernard de La Rochc-l°la vin,
merci o carnal.con el hombre» (pp. 40-44). Pero no era éste el .as o ele A rresls Notables du Par/amen/ dr Fo/ose ( Lyon, 1(i19 ), pp. (,() 1-602.
lkrtrande. Igu a lmente, los canonistas se interesaron muy poco po r las 1.1. <:oras, p. 4(J.
causas «Oc ultas» de la impote ncia femenina. Pierre Darm o n, Le Tribu- 14. ·\DIJ(;, B.1 8 (a rréts c 1,·i ls), (¡() ' -{¡ 1'; B4 7 (arrcts ci\'Jl s) , 48 7r ;
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malefic1ir,1111, tr. .\lontague Sum mer s (Lo ndon, 1948) , p. SS, part 1, ques - 1\' . l. \ S \ 1:\ S\ \ !U S D 1.. \ R 1\ :\ l . D D L' T 11.11
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l . C.o7as, PI'- ~ . ! .'i ! . 1 r:rn <'' " .!e lkllcfr•'esr, L,1Cos111 1~l!, '"t1phú1111/
::, t\D1\r, 'íUi(iS 4, 2lJr; SE MiS 'i, 7<Jr; SUi8 .1 8, 104'. rnsellr dt /i¡u/ le r!llmde.. / luteur en par/Jf ivf11r:s!er ... au.r,mefllit .. . par Fra!l -
(i \[):\r , Sb .1 35, 92 ' ·, J))', 282' - 281r· 5E(i(i'í) , 6r; 'í l-Ji(, )4, 2 'Jr; (r1i.r de Hellt-jórest ( .1,_,111nyeoir ( l'ar1 s: .\11chel Sonn11 1s, 1.1 7 .'i), pp .
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1 ~ +tJ; S I · r, (J S \ .1' ' , .S 4' , 5 Ui (¡ 5 'i, 1 17' . :\ D 11 e; , .1 E 1 ::, 2 8 (). .1 1 'k rn e ro ."\. 1l1gounct, pp. S l 2ff; W o lff, (_ommerres et marchands d,, To11io11se,
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carie 12. :\!)(;e , .1 L 1 S6lJ. 1 <)de d1c1cmbrc, 1'i.)1; .1 E 1'i70, 7 de a lml y
8 . .'\D i\r. 5 H i8 4(i, 34 lrl'; :\DIJ (;, BSO '. a rr ét s c ivi l) (i 78 - (,7 <) • 4 de jul1 " 15 5"'. :\DI!(; , 41-:2016, ~t-:1'i(i8, 2 L 241J). \;rnrgcs Co uarra -
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c.¡u1er, «Cou turn es d~ : h ,:-;sa t ,» pp. 298 - 2<)9; ( :ayla, p. (>.l. 1 'i l.
1
9. De Lancre, Fahleau de l'il:ronslance, pp . 42-44. P ara una im agen :i. Coras, pp. 52, 'i4. \l)C e, l, .n2. 47 bis ' ·
¡~ .:isteri o r de la rnu¡n del Labourd, ···: ase l;. Olrihe-(;alliard, l:n i\'ou-
IJ
6. Coras, pp. )fi-S7, 77, 97. Leah Ot1 s , «Lne C:ontrihution á l'étude
veau typ e partiodansle ébaurhé. Le Pa)'San basquP de Labor.rd (; lravers les du blasphéme au b~ s Moyen ;\ge, » rn /)irilln romune e di .·ltti local/ ne/la
Ó.R,es ( l. a Scicw·c Socia lc sui,·ant la m.:thodc d'observat1on, 20; P a ris, firma del/'} :u ropa. Att! 1el ~-onvegno d1 V arenna , 12 - 1 5 .~Ú~f!,110 1Y79 ( 1\1 i-
1905), pp. 40,- _44 ¡
la n, 1980), pp. 213- 22 .1. l:\Dll C , 131900, f. 1 !8, Bl%1, f. 143 (orde -
1O. Le Sut"H. l !1Ston a, p. q :\])1\r, )J~(¡22 .1, 5 de Julio l .S 42; r1:1nzas re ales so bre la blasfe mia de 149 .1 , 1.5 2.1).
3Eú224, 6 de enero, 1.S 4 t/ 48. 11-i cia fin a le s de 1550 la herui c1a d.- 7. Rarm o nJ de Bcccarie de J> a,·ie, S ieur de 1:o urquc,·aux, The lns-
\1arti;; Guerre y los benefi c ios producidos en 8 años se <.:st 1maba1; en ln1<tions sur le Faict de la Guerre, ed. e;_ Dickimon (Lo ndon, 195 4), pp.
7000-8000 libra s cr :oras, p. 29).
.\\1\ .\\ x11. ,-\DG e, 3E1571, 16 de abril 1S58, \ p assim. Coras, pp. 53,
11. (oras no c it a la fe cha del maHimon10 d e Pierre Luerrc con la 'í7, 144. y,·es- ,\ lari e Bercé, «Les Gascons á l' a ri s a ux XVI < et XVII<
111adre t:.: Bertrande ( pp . ú / - (,8), pero ésta parece la rnás plaus1hk . sii:cles,ii 8111/etin de la socié1e· de l 'histoire de Pauj el de l'I!c-de-France, 106
Nunca se hace al u sici n a las hijas d e Pierre corno hermanas o m cd10 - ( l lJ79 ), 23 -29 .
herman as de Bertra nde, por lo tanto debían ser fruto de un matr1mon10 8. Coras, pp. 8-11, .1 8-39, 144.
anteriur. C uale sq ui era -:•1e fuer:in la s disposiciones fin an cieras que el 9. Le G ra1.-d Calwdrier el composl des Herger.r aver leur aslrologie
marirlo hubiera establecido en el test ame nto, la rnadrc: <lt: Bert rand e te - (Troyc s: J ean Lecoq, 154[ 1]), M i•-M 1Jir.
n fa interés en volverse a cas a r a causa de la situ ac ió n de su hi¡a. 1O. (oras, p . .53.
12. Co ras, pp. 5- 7, 25; Jean de Co ras, Opera 0 mnia (Wincnberg, 11. Le Sueur, Historia, p . 13; Histoire, C iv'. Cora.r, pp. 144-146 .
1<>0.1), vol, 1, pp. 730-73 1.Jean D au,illie r, Le Maria.~eda11.r/edro1trlas - Franrois de Rabutin, Comf!lenlaires du dernieres J!,ue rres en la Gaule Btlgique,
. --..,- --~
• • • • •
128 L.' regr~so de f\1artin Guerre Nr,ta 17.9
rnlrr ¡¡,,,,.,, u cond du nom, trés-chreslien Rry de France et Charles Cinquies- 228-263. J. 1\1. Turlan, «Recherches rnr :~ mariagc dan> J;i prati<:uc cou-
. nrrcur
!11t, 1. ,,,, , '
et Phili¡;pe son jils, rry d'Espait.nt (1574), libros 4-5 en tumiere (Xll<-X Vlc s.),» Revue historique de droit Jranrais el étranxer, .15
.\lnur·rllr C,1//ectiM des Mém oires p our servirá l'histoire de France, e<l. ¡v li - (1957), 503- 516. Beatrice Gortleib, «The i\leaningofClan<lestinc :\la -
c haud 1· l'ou¡ <Ju lat ( París, 1838), vo l. 7. rriage», in Roben Wheaton and Tamara K. Hareven, eds., Fami!y and
J.'. Cora s,p p.14'i-14 7; Le Sueur,Hislor/a,p.22. Sexuali~y in French Histor_y (Philadelphia, 1 ')80), pp. 49-8 }.
/ i J f){ .1' , }[: 156 IJ, 19 de diciembre 155 /. 9. Jean-J ac ques de Lescazes, Le Mem orial histnrique, conlenat1/ la 110-
¡.¡ fl1bli"tlcque Nationale, [) é¡;a r/eme11t des Estampes, Inv enta/re du rratio.·1 .1cs troubles el ce q111 es/ arrivé d/F. ".i !!ltn l de pi,, ra!larq11ab1t da ns lf
.Ji111d< /ir111(aiJ . Cravrnn du .re1z/ám Jiéde, vol. 2, L-\\' po r Jc a n :\dht' rnar , PaiS de J-oix el /) ¡ocese de Pamies (Toulo use, 1ú'14 ), caps. 12- 1ú. Jcan Cres-
i' · 2 ~ \: «I .' h 1.,10 1rc des Troi s h é:res. » ;\ D R, !l f>44 3, ) 7• - )<¡ , 2<;4 -2<)(,, pín, Hisl oire des Marlyrs persecuie7. t i vl/r a VJ (J rf f)rJ11r la l ' erfté de /'}~: 1 ~·1!
,,./e (Toul ouse, 188'i-18W)), vol. 1, p. 4)7 , \'C'I. \ pp (,,;(, _()..llJ. J. l.cs -
V. LL \1 1\TRl.\l'. li\10 FI C TICIO tradc, Les /-l11,r,ue11ots dans le diocese de R1 e11x IFa1.s. ¡ t;11Jj, PI'· 4, 10,
29 -.10. j. ;\l. \'idal, .\'chisme el hértsie au diráse df l'amitn 14 fí 7 - 1fí 2 fí
1. Le Su e ur , llistoria, pp. S-7; 1-f1s/oi re, B 1 -B ii ' . Co r a~ . p.(¡) _ IParis, -19 .1 1), pp. 14 7 - 169 . Ra ymond \l<.:ntnr, •' 1 it:rc1 Prn•_Lcdi·1gs in
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Sorne Co;:;niti1·e Lomequen ccs o f Person P c rce ptioi1,» journal nf Pnso - 1971) . ch. 12. Lahrousse, Pierre Bayle, pp. {¡-8 ..-\ iice \\ cmyss, Les Pro -
nal!ty and .\úial P.rycholoi.v, .% ( 1()78), 94 1 .<)SO. M a.rL S·wd n 1· \; ancv lestants du Mt1S -d'Azil (Toulousc, 1%1 ), pp. 1.'i-2.'i. Pau\ .. f '. Cei•;cndorf,
C:anro r, «T esring fl ypoth eses aho ut 01hcr Pco plc: Thc L~c of. H1stori,- LwresdeshabitantsdeGeneve, 1549-1 S60 ( (,c:~::'.,·a, 1•; _; - _¡'Jó\) , ;,·oL l,
ca r K no w bi,_, .» Ju1.rnu ! uf E,/ierimental Ps)'cholr~zy. 15 ( 19:')), _1.)IJ-.14 2 . pp 'I, 1.1. 1\D 1\r, ~ L:: 66 5· i. 5'. 16 · , 29• ..\DllC , ,!(; i08, 127• - U!l';
.ºi. Eticnn t f> as quitr, Les R echerches de la /-'ranre ( Parí s: !.. So nniu s, E4 22 ( arréts c 1vils), Oct ~.l b e r 22, lú 2U.
1<,21), PP· s..,1 . 5n 10. ;\DIK;, B3) !;; rr é t s c1vils), J j(, - 1.'i-·; B.líi (a rréts c11il s) ,
4. C:ora s, p. 2.'i ; Le :-iueur, Historia, p. 7. (,lJ•-<il•; B47 ( arréts civil s) , 487•; .\Dr\r, .'iLGG 'iS, 14· - i ó:
5 . Cora ',, pp. (i8 , .l4, ú 5-ú6 . Le Sucur, Histnire, C: ,', ( "" 11. 1\ C1\rt, Tcrricr of lú51, l.1-:'•-1.19 . «\lcm o ir <.: ~iCs pcrsonn es
6 Cor as, I'· i '9. l. e Roy Ladurie , Mo11tail/911, vill 'lj!, f '. ~rilan . p. deccdécs en la ,·iik du Carla en Foi x 0 11 e n sa Jt!i 1sd1c; ion co mmar1•e ic
n . l. ,·ingt et deu s ies me octobre 1ú42, » 10', ; 2 , 1.l', ¡_; ( reg istrado po r
7. En r alah ras de Beatric e (;ouJjeh, «los casuistas V los homhres de )can Baylc, :•astor c!e la Ig le sia Rdorm ~.da de Le: Cari a de sde 16 37 ,1
ley trataha:1 e l rnarrimonio c la ndestino como un pendo ,. un mal» 1(i85; foto co pia en pod e r de Eli~·1bet~1 L abro u'5eJ.
(«T he Mean111 g o f Clandcstin e Marriagei>, in R. \X;hato;-. r 'Í'.K. Hara- 1L. C:ouar;aze, L ombez , p. 122. 1\DI !(;, 13 , La T o urncllc, l'C>i. -:'4 ,
ve n, ed~ .• Fami/ y an d .\exualit¡' /11 Prenrh Hi.rtor_y, Philadel~hi a, 1980, p . \l a1 20, 15r,o
C,2 ). Í',ra un m .. I :1 ca usa de la C1111i,lad de qu qas presentadas <1nte los tri - 1.1 . 1.e Sueur, JJ istoria, i' P· 16, 2 1- 22. Cc rJS, p. i (,i1
hu nalcs ec lcs1 a qicos por caso s de bigc.mia o de ruptura de promesa, y 14. «P ro ¡ec t d'ordonn a nce sur le s mar!agc:s , 11 ! n o ,· c mhr~ 1.' i4),»
e ra muy difícil e n co ntrar prueba,. ror la ausencia ele testigos. E n la últi en )can C:a lvin, Opera quae supersunl onmia . ed . G. Baum. E. Cun1tz, y L .
ma se sión d e l Co ncilio de Trent o en 15ú4, la l~lesia dt_ ..: ,et ó que para Rc~ss (Brunswick, 18ó3-1880), vol. .1 8, pp 41-H.
t¡ue un marr1 m o nii¡ fuer ~ válid o t ~ nía que estar presidido ">Or un sacer-
dot e que sigu1 e r:l e i ritual ad ecuado. Fue ro n neces arios inuchos :> ños VI. DISP L T .-\ S
¡>ara .que el clero co nsigui e r a ac~ha r con una cos tumbre tan arraigada.
l .11 !·rancia el ¡•rrncrpal probl ema consistía e n que el matrimonio clan- l. Cor~s. p. 61. ADHG, B, La Tournelle, \'OI, - -1, 20 de may o,
•lr:q 1no permitía que lus hijos co ntraycran una unión diida e indisolu- 15 60.
I,¡, s in el consentimiento ele los p adres. Fn febrero de 15 57, Enrique Il 2. Le Roy Ladurie, Les Pa_¡•sans de La111.uedf)r, 'ol. 1, pp . .102-30'J.
1•rrimulgó un ed icto sore los matrimonios cl a ndestinos, que más adelan- :\DAr, 5E6655, 8' ' , 98•; 5E6ú56, 12', 2ó ' , 29'. 58•; 5 E6653, 79',
'" scrf:1 ..J rem a de un tratad o d e Jean de Coras. 200' '. ADHG, 2G 14'.l, 2C 134, Arrent eme nts des beneiices du dioc ése
K. '>l 1"<·han, «The Form.,, io n and Sr.,bility of .\1arri agei>, pp. de Ricux . Coras, pp. 1C,() . i 52 .
• • • • • -
El re/?,re.ro de Martú1 Guerre
- - -
111
\. 1 l' Sueur, Historia, p. 7; 1-liJtoire, B "'" Coras, pp. 22-2.3 . ( ADI!(;, 8 7(i, l.a Tournelte, 12 de septiembre l'iúO; Cor as , p. 129; l.c
4 . Tod o lo que Co ras nos dice sobre el resultado de este proceso es Sueur 1-listoria, p . 19) \' «la c asa de Pierre Guerre>i ( 1\DAr, SF665 .) ,
que rl 1111c vo ,\ -lartin «se vio obligado a llevarle [a Pierre Guerre] ante la 9ú•-98•¡. lle d educ ido que las dos casas estaban separadas ncro c ercan as
justicia para recu pe rar sus benefici os: pero en cuanto a los beneficios y c nrr1.: si (véase la disrosi c ió n de las r:erras de los Gu e rr e en 1 'i94
a p asar cuentas, e l tío Pierre Gucrrc no quiso oir hahlar de ello» (pp. (:\DIJ(;, lns1nuar1ons, vol. ú, 'J.) -97·) 1· e n J(i.'il (1\L\rt , lerrier), 1
33 -.\4). Esto su giere un compr,.,miso por el cual Pierre GucL c ace pta- es to corncidia con una cost ::,,1 1,re vas«:< mu :; :> rraigada, S ( , .. · ,., 1o rual la ·
ría 1icvolvcrle el r c:,to de la he~encia y el nuevo !\lartin rcnunci ;:. ria a re- par<:::¡s casadas 1·11·ia n ¡untas e n una mism a casa solamente c uando cad : 0
c la mar las cuentas y los beneficios . una mcluh u n heredero de la propiedad. 1las ta ese r.wmento .\lartin
'i . Co r as, pp . .3 .) - .) 4 . «Coutume s ... ohservées a u Pavs d e l.ahou rd,» (;uurc \' lkrt randc lubian 1·i1· 1do con e l 1·1e¡o s~nxi Cuurc; \ J>inr t
pp. 4(i7-46q :\D 1\r, 51:6C>5\ 3' ' , 1i2' '; 5EM5Ci, 11'. . ( .unr1.: debi ó .,·il'!r con la hcrcc1cr?. <:!egid a:: su n:a:·ido 1· i:js iii¡as '!ic
(). C:oras, pp. 12, 4 7, 53. Del .ancre, Tableau de l 'inco11sta11ce, p 4 1. aún tui 1ua por casar. LI nu l'\·o \larrin debió ''1Stalarsc" parte en la
7. Co ras , pp. 53, 62, 6G-6 7. En c uanto al hnmano rf ,. Bc rt rande, casa del v1c¡ o Sa11s1 , que :i ho r a hahia pasad o a l heredero . L v idc11t c mcn -
los doc ument os d e A.ni ga t men cio n an, poco ti cmpu , lcspués del procc- r1.: ta mbi é n es pos11Jk que se ig noraran esta > VJs tumbre s y qu e e l nue vo
·'"• a P ey Rol s ali as Co lo mbet, heredero de los difuntn ~ Anclret.: y Bar- .\ lart1n \' l' rerr c (;uerr;_ v iv ie ran en I~ mi<,ma casa de sde 1 S56 has «1
th é lemy Rols, p ad re e hijo, y a otro Ro ls cuyo nnmbre e:~1pieza po r 1\ (el 1 SS'J. Ls fa c il im:;.ginar qu é atmósfera :->odia haber allí duranre es!as
rc:ito de la págin a es tá rnta) entre las relac iones de Pierre G ue rrc c!1 spur..\ .
( 1\D :\r, 'iEMS .'3, 95 · -98 '). E s pos ibl e que uno de ki s «ye rno s» de Pi e rre : '· l.e Sueur, Historia, p. 8; 1-hstoire , l·L : ' Cl)ras , rr· <>8, 8ú.
Cu e rr e fu e ra cr, re alidad un hi ¡:istro e n el sentid o a~ tual del tér.11ino 14 . Co ras , pp. :i.1 -')4 .
( los té rminos .~endre 1· beau fils se utilizan indi st intamente en e l te xto de ! ~. ( .ora s, pp . (1 9- 70. 1\D 1'r , SLMi53, ff. "6 •-97'. J ean lmbcrt, /ns -
Cnn s). En est e caso, e l herman o de Bcrtrande est~.ría de acuerde, con :c u lit11111,11I l'orenses, 011 pract1q11e i11d1r1a1re ... par M . Jan lmberl Lieulenafl/ cri-
m adre y su paclr as t ro y en contra (ic su herman a y dc.I nuev o .\ .lartin. nnne/ du sie,P,e royal de Fonlenai Lecúmle (P o iti ers: Enguilhc rt d e .\larnef,
P o~ Ot ro lado, tamhién es po~ibl e que e l herm ano de Bcrtr;;n cl e es t l!'.·ie- 15<d J, r . 4 .19.
ra en o tro s iti o en e l añ o 1559-60. i ri. Co ras. pp. ú8 -CJ 9.
8. Le Sueur , l-lisloria p. 7 Co;as , p p. 46, 5.l, (¡ 1-<i2 . l.c Ro y l.aduric, 1-. So br« la mentira véa se e' articulo d e Daedalys «lhpoc rc :, y , lllu -
fvfofltail!m, villa:;1,e ócrilan cap . .l. Varias actas mu estra n que los Banqu e ls s1on and Ev as io n" (Summ e r 19 79) 1· <Ópec;1 l lssuc on l.1·ing a!llt De -
y los Boen tcn1 an co nexiones e ntre ellos (:\O /Ir, 51··.(i65 .1, 9.'i'-9(i', ce ptron,J> Berkshire Review, 1 5 : 1980).
186' ' ). _Los l. (JZl: n o til:nen tant as co nexione s co n lo s Banquel s, pero 18 . Cor as, p. 1 9; Jcan Be n cdict1, La Somme des Pechez ( Paris, 1595 ),
J a m es Dclhur l: , ' o c io de .J ame s Loze, hizo de tes ti go de Je a n d e ILn · pp. J.') 1-1 52 .
qu e Is cuan d o éste a r re ndó un ca ha llo ( AD 1\r, 5E6ú5 .1, 200 ' · ). ! J . <.o ra s pp. (i"- 70 , 1, 28.
9. Co ras, p. 54 Le Sucur, l-ÍlstrJria, p. 8.
1O. C:oras p. .:: 1. VII E L !LICIO D E RI E L'X
11. LL Sucur, Historia, p. 8; Co ra~, p. 61) :\f) ;\r, 5 J-:68<i0, 12'- U ' ,
5E6 8 .) 7, 188 ' -1 89 ' . :\DHG, 2G l4.l, 15 50; B.1 7 (a .réts c1 vib), ú8• L1 1. ,\DH C, JE 15 289, 46·- 4-r. .-\0.'\r 5E665.l 96•-98•; 5 E6655,
lie11teflanl- crimi11el e n la Se nesca lia de T o ulouse nar a e l ca so de in ce ndio 29•, "79'.
era J ean Rocbon , ¡uez y oficial del Mint en Paris, u n hombre que no se 2. \nclr é v;ala, Le Parl.:·menl de Tou/ouse et l'adminiJtralion roya/e
deiaría 1rnpres1onar fácilmente po r un pequeño n ob le del valle de Léze laique. 1420-1525 environ (Albi, 1953), vo l. 1, p. 14.3. IADHG, 81, f.
(IADl-1G, 811905, f 125) . 3 7; B. 4 7 , f. 805; B58, f. 638 ; 866, ff. 290, 294; Lastrade, Les l-lugue -
12. O así intaprc to la afirm ación del nuevo ,\ l a r11n , e n e n e ro ele 110/s. p. l.
1559/ 60 de que Bertrandc estaba «en poder d e l susodich o Pi e rre Gue- 3. C:ora s, pp 28 -29, 85; lmbert, Practique iudiciaire, pp. 420 -421.
rr e, ·, ·iviendo en s u cas a>i (Coras, pp. 37, 45, {¡7). S<" mencion;¡¡1 d os ca- 4 lnc!u sn co n huellas digitales pueden haber rroblem as , tal corn o
sas pertenecientes a la familia Guerre: «la c1s a de ,\l.1rtin ( ;ue rre" se oemuestra e n el célehre caso de Giuli o Ca nella, acaecido en Turin
••••••••••• • u u u u
132 El regrtJo de lv!artin G•;erre Notas l?i3
entre 192 7 y J 93 1. Las huellas digitales indicaban gue el hombre en pp. 91-107.
c ues ti ó n era el impresor Mario Bruneri, pero la esposa del profesor Ca- 10. Coras, pp. 21 , 40, 44 . Le Sueur, Historia, pp. 12- 13; Histoire, C
nell a afirmaba de rodas maneras gue se trataba de su marido. Leonardo 111\·-(,vr.
Sciascia , JI teatro della memoria (Turln, 1981 ).
11. Coras, pp. 37, 65-66. Le Sueur, Historia, p. 10; Histoire, C i'.
5. Sobre la ¡usticia criminal e n Francia en '~ I s. XVI véase Imben, 12. Coras, pp. 38-39, 73 .
Practique iudiriairc. basado en la expe riencia de un lieutenanl-criminel; 13. Rec11eil Ginéral des anciennes lois franraises. ed . l s? mbert et al.
l'it:rrc í .1zet ' ll rieve el succincle maniere de proceder tan/ a l'institution el de- (Pari s, 1822-183.1 ), vol. 12 , p. 633 : «O rdo nnar _.; s ur ie f.iit de la ju st i-
risirm des causes crimine/les que civiles et f orme d ~informer en icellu ( Pari s: C<'», August ! 539, n o. 162. Langbein, p. 2:;0. Sornan, «Cr iminal Juri s-
V in ccnt Sert c n as, 15 55), escri to pu. un mi cm:no del Par lamen to de prudence», pp. 60-61 y su cont inuación «Ju stice crimin c ll e».
!' ís ; :\. I·:::m c in , l-Jistoire dr: la procéd11re crimine/le e1. France (P~ris, 14. Co ras, p. 29.
1 kH2); Bern a rd Sc hnappcr «La .Justice crimin cll e rendue par le P a rle-
15. Co ras justifica es ta ley del talió n en una de su s ano t ac iones (p.
rn en t d e Parí s so us k •égnc de Fr ~ n r,;o i s le r, » Revue .1•.:storique d11 droit .>5) , pero e n una obra coe tán ea sobre práctica judicia l el juez crimin a l
/ ranrais et étranger , 152 ( J 9 74 1, '.52 -284; J o hn H. Langbein, Prosuutin,S?, Jea n lmbe rt dice gue ya "d es taba en vigenci;:. Las personas condenadas
C rimr in the Renaissance (Cambridge, Mass .. 1974); Som :•.n, «C riminal
por c:dumnia g<· neralmen tf' eran castiga<las cori una retr ac tación form al
Juri spndence in Ancien-Ré¡:;: :ne Fra n~e: The Parlement e'. Paris in the y el pago de una rr u Ita. T e'l iendo en cuenta la ligneza con que se ca-
Sixt ee nth and Seve ni ee nth Ce n t uri es», en C ritm and Criminal justia in
lumniaba a los demá s, a veces Imbert m a nifiesta sus deseos de gue esta
h11rope and Canada, ed. Loui s A. Knafla (Watcrloo, Ontario, 198 1), pp.
le y se vo lvie ra a aplicar . J ea n lmbert , lnstitutions Fcrenses, ou pralique iu -
4 .1 -74 El ensayo d e :\lfred Sornan apa rece rá re \' isado y mu y am pli ado
diciaire (Poit iers, 1563), pp. 446, 49 8.
con e l título d e «La Justice c rimin e lle au XVf<- X\' 11 • s1eclc s: Le P a rla-
16. lrnbe rt, p. 4 78 . Coras , p. 54. Sornan , i<Crimin al Jurisprudence» ,
111cnt de Par is e t les siégL.i subalternes », en Acles d11 1O7• C1ny,rés natio-
p. 54-5 6. J ea n lmbert y Gcorges Lev asse ur, Le Po11voir, les juges et les
nal des Sociétés Savantes (13.rest, 1982). Section de Phikloy,ie Pt d'J-listoire;us-
bo11rre11ux (Pa ris , 19 7 2), pp. 172-l75. E ntre 1069 casos de herejía gu c
qu'a 16 10.
se vieron a nt e el Parlamento de Toulnu se e ntre 15 5íL 1560, Ra ym ond
6. Coras di ce guc e l acu sado pidió guc Be rtrand e se aloja ra «en cas a A. Memzer, Jr., ericonrrr) que se o rd e'.ló la tort11ra en z-; (2-1 por cien ·
de ge nte resre i ablc» y asl se hi zo (p p. 3 7, 4 5) . Añade que «antaño» las to); R aymond A. Mentze r, Jr., «Calvini st Propaganda a nd the Parle-
mujeres poclíar. :; er rec 1uicbs en un convento ( p. 38), pero la di óces is de
ment of To ulouse», Archive jor Reforma/ion History, 68 ( 1977), 280 .
Ri e ux est aba m a l provista en este aspecto. H abía c uatro conventos de
Schnapper se basó en un pe riodo de d os a ños ( 1535-::1- 6 y 154 :i-46) p ar a
m nrijas , tod os era n bas tante a ri stocrátic0s y estaban ba sta nte le jos de
establecer gue el 16,8 por c iento d e lns casos criminal es juzgados por e l
Art igar y d e l~icux: la abadía de Sal e nques ce rc a de l \la s d 'Azii , y los
P a rlamc11Lo d e Pa rís incluía n una orden de tortura (« La Ju st ice c rimi -
pri o r atos de Lo n gagcs , La Gr áce- Dieu y de Sa int e Croix-Vol\'eStrc ( L.
nelle», t able 5, pp. 26 3-265 ). Alfred Sornan se basó en u,rn muestra más
H. Cott ineaL:, R épe rtoire tflp o-bibliog raphique des r>bba¡•es et Preiurés ( \la-
amplia <le c rímenes, adem ás de la he rejía, que se vi eron an te el Parl a-
con, 193 5-19.1 9), co ls. 1) 15, 1643, 2 183, 29 32). También nabla un :1s i-
mento de P .:.rís en 15 3':1-1542 v 1609-1610, y encontró gue el 20,4 po r
lo d e !as Clarisa s e n Pa miers. Nin g uno de esto s convcn la a Be rtr a nde,
ciento de los de mand ados e r a ~ torturados, p ara confe sa r e n el prim er
c1ue seg urament e se a lojó primero con una familia de co nfi an za cerca d e
período , y e l 5,2 por cient o en e! segundo. Para casvs de fraude , perju-
Artigar, y con un a fami li a de Rie ux cuando tuv o que ir a declarar alll.
rio y falsificación los po rce ntajes e ran más altos de lo normal , en
7. Coras, pp. 38 -46. lmbert, pp. 439-474; Lizu, 2'-Hi'. ) \' es Cas - 1539-1542, y nulos en 1609 - 161 O. Se conocen los re s ult ados de 77 ca-
i an , Honnéteté et relat ions sociales en Lan/;uedoc, 17 15 - 1 7 8 O ( l'aris, 19 7 4 ),
sos sobre 125 gue fueron to rturados en 1539- 1 547.: seis personas con-
pp . 94-96.
fesaron; Sornan, «Crimin al Jurisprudence», cuadro 6 y p. 54, y h conti -
t~
8. Coras , pp. 46-4 7, 50-53, 58 -ú l, 63.
nuación 1<Justice criminell c» , c uadro 7. Para un estudio general sobre la
9. N icol e Castan, «La Criminalité familial e dan s le resso rt d u Parle-
tortura, véase John H. Lan g bein, T orture and lhe Law oJ Proof: Europe
nicnt de Toulous e , 1609- 1T\f' >,in ,'\ . Abbiat eci v o t., Crimes et crimina-
and England in the Anrien Rég ime (Chicago, 1977).
/ifi e11 Prance, Xl / J/, . XV lll' siécles (Ca hiers des An~al e s, .l.1; Parí s, l 'J71 ),
Artigar no figuraba entre ellos; C. Barriere-Flavy, «Le Diocese de Pa- los confundidos sentimientos de los jueces ante t:I cxtraordi11arío :\r-
micrs au seizicme siecle, d'apres les pro._ es verbaux de 1551 », Revue des naud du Tílh .
Pyrénies, 4 (1894), 85-106. Quizás los jueces pensaran que se trataba de
18. Le Sueur, Historia, p. 19; l lisloire, L i'. L Telk, «.\lonLugnc ct
una buena pregunta p a ra poner a prueba al prisi o nero, pero de todas le procés .\! a rt í !1 Guerre», Bibliothéque d'hun1anisme et renaissanre, ) -
maneras acertó el lug a r.
( 197.'i), .187 -419. En principio, en un caso c rimín:il, cl público sólo po -
G. Coras, pp. 97-9?. !.e Sueur, Historia, pp. 15 - 16; !Jistoirt, D 1i' '. día asistir a la se mencía; s1 i\líJnta1gn:: pudo presenciar algún ·prnccso
lmhert \' Leva ssrnr, Le Pouvoir, pp. 166-167. B. Schr:ippcr, «Te:tes rn- anterior, fue \·iolando las normas del tribunal.
hahilcs: Le s T érno in s re prochable s d:ins l'an c ic n d1oir l)l:nal,» Fijdsch-
1<). ( .o ras dice solamente :1uc él con te só qur «algu.1os le ha11 dado
n(t voor J\erhts;,e;chiedenis, :n ( 1965 ), ')94-ú04.
lllforma c ión secrc 1a \ co n sejo s" ( p . 8 .\) l.1.: Sue ur di ce t¡ue el nomhr<'l ;t
7 . ;\DI I(;, B, La Tournellc, vo l. 73, 2 y ') de m a rzo. 15 'í<J/ (,(); \ oi.
7
<dos JKr ' " ll:t s " <1ue k habían .1\·udado ( .- Id.'.-. "anda lnJiona de l'.reud1,
líis/oria, p. 1<i.
fi, (,de sc ptiemhr e, 1 )60. Le S ueur,
M artit10 .. ! 1. \'On, 1'í(i 1 I, p. 22. ). <¿uizá s cr .rn los dos am 1gos del hom hr c
8. <:oras, pp. 98- IIJ7. Le Sucur. Hist oria, pp. 1(i-1 7; llistoire, D auscn1c <¡uc le co11fund1cron con :\lart1n .
1i · -D iii'
20. ( .1Jras, pp. 144-1 CiU. Le Sucur, II1 stfJ ria, pp. 20 22; 1-!istoire, L
9. Estas son la s palabras que figuran en r:I re g istro del Parlamento . 11'
:\DI IG, B, La Tourn e i1e, 76, 12 de septiembre , l SüU.
1O. C<iras, p. 1~1-112 . 1\. Carpentier et G. hcrej oua n de Saint, El'- X. Ll. \. \RR .-\DO R
¡>ertom.: gC:néral aiphahétiquc du droit fran c;a 1s, Paris, 1901, X X 11,
1. ( .1Jr :1, , p. 78
«f'aux» /\:\, X 2·t 19, i'i de jun1D 1 S'i7; X 2·9I4, 15 l 1 ~ ¡unio 1 'i ~'. l s .. ::1
hert, Recu e ii gé nér a l, XII, p . _-,,_;¡7 1.'i8. 2. l. c Sueu r, l1ist1Jna, ¡':ig 111a tí1ul:1r \ p. 22. Lo u. >-l·:ugéne d e 1:1
(;orgue - Ro' ll\', Rfrherdirr J!/nialo¡,iques rnr les ron1tés de Prm thieu, dr Bou -
11 . Scnnapper, «La _)u s tí ce crnrn::c llrn . t :i bl e 4; «Les Peines arhí-
lr~f!.ne, de Cuines el pars rirr11m•ois11i, ( P ari s, 18 7 4- 18 77 ) , \'CJ!. .l. pp.
t raires du XIII • 1 u X" 111 , s íéck,» T1/dsrh rijt N1or Rechlsgeschiedwis, ·12
J)<Jfll40 (J :\DP<:. 9h2 ,l, 120•-1 2 1'. :\ d ' Haultefcuíllc \' L. Bén:ird,
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~í 14- < 1'i. '\ -...,_ Dirlionnaire hislorique et arthéoloJ?,ique du déparlement du
.1 57-.)58. \. Carr'-"l!Íer a nd G. ; rcrc¡ouan de Sai11t, R éperloire _1;énéra/
flas-de-C 11 1 11s. /lrrondissemenl de lloulot,n: l:\.rras, 1882), uil. 1, pp.
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(Paris, ! "''2). ,-n i. 1, p. 149. Liber qui 1·11~~r, Terti11s Marrabaeorum insrri -
!%"1),pp 'l5(i -357. 1\J\,X-"!l9, íSdejunio i5'i7;X c·914, l'idc¡un10,
1 155 7 . .1\DI\, BP44 3, 2 94' -296'. b1tur, L". in nr.ribus á Craaa oratione e.x-pressus, ;Í (,11/ielmo Sudorio, Cae -
sarum ,-1pud Jfoloniens. Be!!!.· patrono ( Parí s: Robe n 11 Fstíennc, 1 Sú(> ).
12. C<iras, pp. 1 1 1, 11 8 - 12.1. l .a l{ ochc - l ·la\ in, / 1rres 1, 1101c:b/es du
dedicatori a .t \l ichcl d e 1_'l lópir ~ I. ,•11111q11itez dt R oulr~f!.n -s::r mer par
1
/>a ,-.'eme1:1 d~ T1Jiose, p . i4 .
Cuillaume Le Sueur, 15 '!6, ed. E . Deseillc , in .\1énJ{Jries de la sociité acadé-
13. Cor;,.s, pp. 24, 2(>.27, 1n<J, 112 -1 .) 4. lmhert , Pracliq11e iudiria1re ,
pp. 488-490 . m1que de l'arrrmdissement .fe Boulo,f!. ne-sur-Mer, 9, ( 18 '8-79), ! 212.
j .l. lotJJuiis Corasii Fo/osa/is , lurisconsult1 Cla rissimi, ifl Nobilissimum
14. ADHG , H, L a Tourn<:i1c, nil 72. 29 d e ene ro, l 'i.5') / (¡()_ lm-
Titulum P:c ~declarnm, /Je verhor. obliJ!.alionibi.s, Srholia (Lyon: Cuillaume
bcrt, Practique iudiric:ire, p. 5 1(, lmlierr y Levas sc ur , Le /'ouvoir, p. 175.
~ 1 .'i. Coras, pp. 135-142. Rouíllé, l .'iSO). /oa::nrs Corasii. •·ila: per Antoni11m Usilium. in schola
Monspe/1ensi iuris civilis pro(essorem, edita. 15 59, en Jean de Coras, De iu-
16. Le Sueur, H:'sl oria, p. 18; J-íisto1re, D iv' - E Í' . C:o r~ s , p. 128.
rJs Arle /1bellm ( Ly o n: ;\ntoine \'íncent, 1 'iúO) . El mismo Cora' descri -
17. La narración de Coras sobre este aspectr> es muy extrañ:i d'or
bió lo s éxitos de 5u ¡u\·en:ud .1cadérnica en una carta escrita en Padu a ,
yué se castigó el mal com po rtamiento de /\.rnaud du Thílh quitándole
fechada e l 22 de mayo de 1535, dirigida a J ac que s ele Minut, primer pre -
una _de las retr ac ta c iones) éNo habría s!do má s ap ro pi ado carnlJJar la re-
sidente del Parl a mento de Toulouse; ~e imprimió junto con las cíen fra -
tractación frente al tribunal por la más humilde frente al pueblo) ()
ses al final de s u Miscella11eorum luris Civilis, Lihri Sex (Lyon: C . Rouí-
C:oras está tergiver sa nd o lo qu e s ucedió o tenem os aquí otro ejemplo ele
llé, 1552). Coras, p . 'i6. Hcnri de :\fesmes, Mimoires inidiles, ed. E. Fré -
• • • • • • • • • • • • • • • • • • • • •
138 El re,e,reso ae Martin Guerre NfJtas
mv (Paris, s. f.), pp. D9-149, 143; Coras fue uno de los profcwrcs de n11ilt au derrn r;u umtre le j!,rt. l'<J/llo1r el mnsenlement de leurs Peres et i\1eres,
:·-t'csrne en Toulousc. Jacques Gaches, Mimoires sur les Guerres de Reli- pfl1/ diseours .. .-1 i1(1rel1ef/ ... prina l-lenri deuxieme ... R111 de J·rance (Tc,u-
,P,ion á Castres et dans le LanJ!,uedoe, 1555-1610, ed. C. Praclc: (Paris, iouse: l'1crrc du f>u1s. 1.5.57), p. 92.
18 7 9), p. 117, n.l. Jean de Coras, Opera quae haberi possun/ omnia (Wit- 11. I>es maria,r,es clandestinemen/ ... ron/rae/es, dedicado a Lnnyuc l I
ter.herg, 1 ú03), vol. 2, p. ()92. El ¡urista humanista Jean de Boyssoné, .-iltereaoo11 e11 júme de J)ialr~P,ue de l'hmpereur Adrian et du Philosophe
profrso'r en Toulousc, también se refirió a la glona de Coras como pro- l:p1ete!t re11du de Lalm en l·ran(ois par momieur maítre _feafl de Coras
fesor; c;ar 1cn :\rnoulr' «Cinq lettrcs de Boysrinné a Jcan de (.oras,» I<e. (T:Julous1·: .\1 ·•111C .\ndr1, 1 ~'-,8): el pr:nlcg10 de nun-c .!fl<,s ilna la
1•ue historu¡ue de Farn, 1 ( 1880- 188 1). pp. 180- 18 5 fcd1a del 4 de :dlíll,] ')'i- 58. ne/llr1S Arle libellus (1.\"0ll: ,\lltoinc \'1n-
4. :\DI IC, B.17 (arréts ci\·1ls,'. 12 de ¡ulio, 1 544. :\t¡uí aparece el n·r~t. ! ~(di). l·.c1c· trah.t¡<> 1 el ¡Knsan.icnto ¡urid1co de Cora' son el lema
1J<rn1hre de l:i madre de (oras: )canne; [;s.11-, lo consi,i•na corno ( :arl1n1- de:\ l.1ind"n 1 el!, .Jr., ()n:~111s o/ 1,f'.~islalil'f .\r11•ere1,~ni¡• and lht i ,t.~is/a/11·t
J nc, Jcan de (.ora-,, In Fitulum Cod1os /11;¡11 •. J!ll, /)e Íllrt J:mphyteutlrr1 lfolt í1'.<>111gs1c1n and ( .. 1mhndgc, .\lass., 1'!81:
(l.\·on: (;u1l!aumc Rouillé, 15.'i(J), rcv:· "de la p~grna t11uLir: «Domino 12. kan de (.oras, /{emons/ranre /J1sm11r11e par 1\1rmsirnr ,\1aislrt .fea11
fi loanni C.orasio patri suo ohsen·ancLs-,1rno, luannc, Cor;1s1us filiu-, S. ar l. ·raJ, ( 111sn/11r du IZrl)' a11 l'arlamenl de Fr.!use: sur !'installal/fm p:ir lur
1 1
¡~
D.'>, fechado en Lyon, septiembre de 154'J. fa1rle de i\ít'SSJre 1!o11orrll de :\1arli11s et de (,ni/e '" i'es/a/ dt \,;;:" '1al de
i~ .'i. Coras, Otiera omn1rz, vol. 1, pp . .'i49, (,9(). ;\rch1vcs \lun1cipalcs líea11ra1r1, L" .f ,'\ovemhre 1566 a :\'ymes (L:-·on: c;uillaume Rouillé.
1
de Toulousc, :\1\lo.1"; i\DI !(,, 1E 12004, 'i(,• (refcrcnc1a-, am:d,lcmcntc ] 'j(,-J, pp 1- 1lJ. G. Bosque!, l!isloire sur les troubles /ldnnus en la l'llle
facilitadas por Barbara B. Da\·1s). de /11/ose l'a11 15(i2 (lr,ulouse, 159~). p. 1.'i7: .\DI!(;, B'i(, (:tíí¿"ts c1
(,_ \larccl hrnrn1n, «Cu¡.-1-,, Corr.1-,, Pac1u;. Tro1s conduitcs de pro- \ 1is¡, 'i.'i- _=,)li•. (;ermam La 1 aillc, '1nr•les d 1111·,/le d, Toulouse (Tou-
1
Ccsscurs de dro1t par les \'illcs de .\!ontpellicr et \'alcncc au seiz1i:me lousc. 1(,8""'-1-()1 ), vol. 2, pp. 22(), 2<> 1. \'éase también mi capitulo 12.
siccic>>, J<r,· 1t dn Prre'm;n, 2 ( 18':!11), .128-1)·1. jl'.an de ( .or" /)e Im¡mhe- n. :'. Ltt!res dr· (,ras, p. 1-1.
rt11:: .. Co!!/l!len/ari/ (Toulousc: (•U\" Boudn·il!c. 1541 ); p. 1 (¡8 la coria de 1 )_ l.e Sucur, Hisfrria, p. 12. 1 .oras p. (,4_
la B1hl1utcca \fun1c1pal de Tou!UUS(' ararl'.CC «C.orrasiss1ma» en el m:t~ 14. C.oras, p 87. l.c Sucur, JJislona, p. 14.
g1:n. l.:' obra CSLÍ ded1c.1d;! a _lc;,n Ecrtrand, rres1dt:nte, l'arlamento de 15. (.oras 111er(fJ0011, pp. 59-<i1.
l'arís; !Je arq11i. possesionr cst:í dcdicadu a .\!ansencal en l .~42. L:t decl1ca 1 <>. ( ,lJJ .is, p 12; l .c Sueur, l11s/oria, p. 1k; l l1sl111rt, [) t\''. Stcphcn
rnria ai cardenal de Ui:ltillon llc\·a la techa 1.'i48 v la del car,:enal de (,rccnhlatt, Rena1ssa11ce Self-FasÚ1!J1llnJ!,: l'rom Mo;e /r; Shakespeare (U11ca-
Lorcna la de l .'i4'J. (.:>ras, Opera <Jmma, \"()l. 1 rr- 2l, 1 ú2. 1q1. 22.'i. go. ] ',')11). Para un:i aproximac1cín algo d1fcrecc, \·éast: :\orhert l·\1:1,,
- L's1lis, «V!Ll.» L\DIJc;, B4<i, t. 1- 2. Thr C/:11/:::./11.~ f'rr1ress: i"/1e Derrelopmenl of Manners, tr. I~ . .Jephcott (0.cw
, 8. :\DI !e;, L'! 1(,. ( J1arlcs l'radc1 puhliuí parte de cslas carLls, /,e/ Ywk, 1'J~7). \!1c· 1,el de \lontaignL, Oeur•res romplétes, cd. :\lhcrt Th1
/;es de Coras, cel/rs de s11jm1me, de jrm_jilr el de ses a!!ns (:\lh1. 1880), \'es haudc"t .111d \l.rnrJCe Rar (B1b!ioth(·q,,~ de ia l'lé1ade; Parrs. 1t)r,2), ld,rn
tud1adas por l :'\euhcr1, «!'.ur rrohlcmat1k franz<is1cLa Ru1a1ssa.ncc- 2, c.tp. 1S: «Du dém:.:nt1r.»
lmefr» Jlibliothéque d'humanismr :'/ renaissana, 26 ( J 'J(,4 ), 28-.'i·1 c;aches,
' .\!C:moires, p. 120 n.2 Coras se casó con Jacquettc en ¡un10 de l _,_~7. l:t
rn1sma fecha en la CJLl~ cscrd)](i h afcct!\".> dcdicatona a :\ntorne de
S.11nt-l'aul, «maítre des requetcs ordina1rc~ de l'hotcl du ro1», río ele ¡ac-
'¡11c·tte (Opera nmnia, vol. 2, p. 8'J4). ['-adel, Ldl,,s, p. 1 i, n. 1; p ..
1 11\ D 1! e;, B 7 5, f. 16 7.
<;_
n.
Lettres de c·oras, rP· !U, 12-1.1, 1S, 20-21, ¿ú-28 ..4>S-.~ú. _·\l)J f(;,
12,
1.
:.,:; 1llSTORl1\ PRClDIGIOSt\, 1IISTORIA TRÁCIC:t\
Hert houd y o/. ((;enn·a, 1975) , pp . 276-293. N . Z. D av is, «Le Monde de 12. Le Sueur, Historia , pp. 11, 18. Caras, pp. 90, 108 - 10 9,
J'i rnpr irneri e humaniste: Lyon», in Histoire de l'éditionfranrá1se, ed. Hen- 121-128. ADllG. B, La T ou rnelle, vo l. 74, 20 de mayo, 1 ')60; mi. 7(,,
ri -.Jean ,\ l an in ami Rogt: r Ch'Htier (París , 1982), vol. 1, pp. 255-277. 12 de sep tiembr e, 1560. Para otras fu e ntes, véase Marce! Tetel, «.\ I on .
a
.1. Segurn, L 'fnjormation ... de Louis XII Henri !I, reinado de Fran- t aig n e e t le Tasse lntertexte et Voyage», en Montai,R, ne et les L ssms
c; ois 1: nos. 55, 142; reinado de llenri 11: n o. 29 . .J ean Papan, Recueil ( 1580-1980). Acles du ConJ!.rés de Flordeaux, junio 198 0 ((;ene\ :1,
d'arrestz nota bles des rourts sou,,erain es de Fran ce ( L yo n : Jea n d e Tourncs, 1982), pp . .l<J<i - 1'J.
15) 7) .
1<. <.d' ª'· ¡;p. 11 . ;2 _ IYJ, 14'
4 . . \ part ir del Ld icto de Villars -Cotterct e n 1.S .19, todos los proce- 14. C ent No ut'elles Nouvelln. cucnrn .1 'i. Comparar co:1 el Iieptame·
sos ju<:,cialo tc.:nían c¡ uc.: ser en francés. En los casos civ iles abiertos al ron d<: .\! argarit a de :\a vura , '-c gund<1 Dí:i., c ue nto 14 (e l señor de
púbii c<' la s defen sas de los ;;hogados a veces se.: imprimían 1-, hac ia fina- Bonrn ve t s uli s tiruvc a l a m a nte italiano de L1 muj e r mil anesa); Quinr o
les del s ig lo \ \' 1, se com·irtieron er un género lite ra ri o 1:1u1 ap rec iado D 'a , CL! ~ r>•o 4k (dos franc1 sca 01os sustltul't n a l mar1<io de una no v ia a l-
(C athe rine L llolrnc.: s, L'.';loquenre ; udiciairf :fe 16 20 a 166 0 (Pa rís deana del Pcngord ); en / 11/'s Wtll F hal l:nds Well de Sh akcs peare (1!c -
1<)(,1 ). 1·.n camliio lo s ca .sos cr im1n alc.:s en prin cip io se ce rr a han a l públi- ien suh.,r1tu1c a Di :~na <·n la cita con lkrrra m, co nde del Rosell ó n ) :-
"º h a s ta !a Ic e !~" ª de la sentencia y, co mo en e l case de Martín G>1erre , Measurefor Mearnre (\l ar ia n a s11hq itu ye a ls:>he lle e n la c it a con Angc -
no ten ían abogado de fenso r. E '!O s uponía que el aut or no neces it ó ha- lu¡. En tocias estas obras la persona -: ngañad a se entera de la vertl:«:
1 cer una reco n<t 1 ucc1<ín lit era 1ia d e l caso .
.'i . .Jean C.éard , La .\'ature el les prot11:f!.es: L 'l molite au XI-¡. siérle m
c uand o se la r cl' c lan más tarde. St1th Thompson n o d:i la referencia de
1 i:ra!l re (C;cnn·a, 1<J77 ), flfl· 252 - 26'i 'l1chel S irnonrn , «Notes s ur l'ic:rre
un cuent() con el rn1 s rno tipo de :mrostm3 q ue la d e la h is t n ria d e ;\ l ar -
t m c;uerrc; el c¡cmplo más parecido e:: L:I <le un gemelo que engañ a a la
Bo aistua w>, ll ib/iothequ e d'humanisme el re!laissar. ce, .18 ( 197(, ), 12.; . 3-:u. rnu¡cr el e su h err.u no; M o:i(- lndex of hlk Litera111re (B loomin g t o n,
St·!•uin, L'info rmat/rm .. de Louis X i/ a l-/enri II, reinado d e 1 lcnri 11 : no. 1<JS ) . 1<J .Sk ), !( 1lJ 1 '> - 1'J 1', !( 1 1 1 J.
22. Pierre ll r)~ i s tu:iu, l Iisloires prod1:f!.ieuses les plus memorables qui ayent 1 .'i. Sus rc l:icionn rnn su h1 ¡a Jeannc: de C:o ra s también sugier " n
l'S/ i ()hftr /!feS depuis la ,\'a1i1.;:é de l esus Christ iusques a nos/re Slede (r)~ns: c¡uc la t e nía en g r an es tim a. Fn septie mb re de 1559 tr..duj o pora ell a del
Vin cc nt Scrt enas, 1 'i(;~I ) . .Jca n de T ou rncs había ¡iuhlidado /)es prod1.e.es l:itín a l fra nc és I ,es / )r,uze re~eles de (;iovann1 Pi co de la Mir a ndola , para
d e Ju les Obsequent en 15'i .1 , cinco a ñ os ante s de la Adn:iranda historia T:c en s u momcn;o k sir\'l e r an ¡iara defender se d e la t c:Hac ió n. l".I tra -
tic Cuillaun~ 2 l. e Sucur. l. e Sueur. 1-/istoire, reverso <le la p ágm a tituhr. h lJo se: ptJil1ni en 1 )(,'j en l.1 on, jun to con una nu e\'a edición del
( or :i s , pp. 1 1 12. .'1rresl Memorable .
ú. C:o r:i s, p. l.
l ú. \' lad 1m1 r l' ropp, Morp hdljeie du " n/e, tr . .\larg ue ritc D errich
7. C:o r:i s, pp. 2 ', 40-·Vi, 11 8-123. ( P aris, 1<J7 fl ;
8. C:oras, pp. 44-4'1, % 17. C:o ras, Arres! .\femorahlf !l)(il ~, f •• °1,", pp. 70-71.
t). LI ¡iri l'llt:gio de .\nto mc '.'incc.:nt para el Salrerio tic.ic fcch" de 18 . Rcst;:ra mu1· 1nteresanrc que e l té rmi r, ,i «tragicomedia » se
1q d e oct ubre, l 'i(> l. Sobre J ea n d e Monluc, véase A:\, .\! \1249, us:ir~ por prim e ra \-CZ e n un pró l"go del Anfitrión de Plauto , un a
J.°l,(J' - 1.13', 1.ló'' , y Vida!, Srhi.me et hérésie, pp. 16'i-1 (,6 . «l'roje t d'or- nh ra sobre la impostu ra, q ue se editó e n latín ven franc és a principi os
donn ancc ,ur les rnan:igcs» , en C a lv in, Opera omnia, \ 'O I. .18, ¡ip. 3'1-44. del sig lo\\'!.
10. Co r as, Arres/ Memorah/, ( 156 1) f. 2 2''. Agradezco,¡ A nni e 19. Coras, .•l rres t Afemorable ( l.\' o n : :\nt o in e Vincent, 1565 ), Pfl·
C h aron la in formación so bre los vínc ulos caiólicos de '.' incent Scrtenas 1S8-178, annora ti on 104 . r :or. .. ( 1'i72), r·ir ". Le Sueur, Historia , pp.
y de :os e ditor es pansinos del Arres/ Memorable de C:oras. 4, 11, 22; Histoir e, 1\ 1ii', C iii'. Henr y C. 1.an castt: r, The French Tra,R,i -
11 . Cr)~as só lo tuv o dific ultad es cori el robo, porgue Ju s tinian o n o mmedy: l ts On,R,in anrf Developmentlrom 155 2 lo 1628 (Halt imo re, 1907);
había prescrito la muerte por este c rimen . Coras demo st ró que se tr a t a - \larvin T lkrnck , Fra,R,iromcdr: l:s Or,'.ein a11d Developmenl in /ial)',
ba d e un gran robo (la he rencia de Martín) y que incluía traición y la Franre and En,eland ( L rban a, 19 'i'i ); Su san Snvder, The Comic Matrix of
ruptu ra de la raz fa miliar, par~ justifi ca r que mcr~ciera la pena de m~e r Shakespeare's Tra.eedies (Princeton, 1979).
tc (pp. 12(i- 127) .
20. l-lisloires lr::,eiques, F.xtrairtn des üeuvres ltaliennes dt Bandel, el
142
-
El regreso de "
1
fr. Guerre
- • • • lj 11 " " 11 11 11 11 11
,\il)/as 143
· en Ian'º"e
m1se1 6~
f 'ran¡oisc·· Les six premieres, par Pierre BtJaistuau ... I:t les
Brit1sh l 1hran, prop1etarto orig1p;J! francés((; l'J ..141); !.ron, lúll5,
JUivantes par Franrois de Bdliforest (Paris, 1580); Richard A. Carr, .Pierre
l., :1inr (;L·nn·ii:,T. l. :t l·dic1<ín nrig1nal de 1 'i(1l encuadcrn:Hb con h Ad-
/3oaiJtuau 's "lfistoires ·1 ragiqutJ>>: A Study of Narratrve Form and TraJ!.rC
mir1wdt1 historio de l.c Sucur , cst:i ~·n la l\1hlioteca :\aci~>nal ¡ ¡:J.)8 7(1) v
Visitm (Chapel llill, 1979); Coras. p. 14 7.
lln:i la s1gn:itur;i del gran hii>li<íf1l11 <:laude Oupuys.
21. Coras, pp. 107, 138. Lettres de Cora;, p. 16. La Bertrande que
~. \'(·;1s e m1 hihliografí:i.
decide por ~,¡ misma no aparece en el texto de Le Sueur.
ú . ,le;tn l':ipon. /{fr11eil d' .-lrrrsts Nrdahírs des Courts so11Nraill<'s dr
1 ru11rt ! l':tris: '\i co las Ch · .. ¡,·::t:i ·.r,=,I ¡;2' ·4">(1 ' . Cr' ·· :' :.~ de \h1 .
12. DES BOYTEL'X (Sobre los co¡os) nud, ."l.:Mr!l>/rs el si11~11/1ne.: fJunti(¡/1s du /)ron/ hsrrit ([>art s , 1 ú2.1), PI ..
., natur a del colc c:c ionisra d~I s . .\\' 11, Kenelm<: Oighy.
4. Eicmpi .. res del Arres/ Memorable en poder de ahogados: 1)(,1,
B1bliothé:qut \lunicipalc de Liilc; Lyon, 15(15 , Bihliothl:que .\1uniC'ipalc
11. \l o ntaign e, Omrres ((}mplétn. libro .1. cap. 11. Utilizo I.1 traclu c-
c iór~ ~·oetánea de J<'hn 1:1orio,
The l::ssayes ar .\loraJJ, Politike and Miilita-
rie !Jiscourses o/ Lord Mirhael de ,\,lonla1:~n e ( l.ondon, 1{¡1 O), «Of the
dt: f>oit iers. Copies hound with Paraphnr::p sur/'! ·dict des maria,l!,l'S dan· Lame or Cripplc,» pp. (112-6 1 7.
destinemen1 um!ractez, Paris, 1 S72: Bibliothi:tjuC '\ationak (1·12(,()4); Bi- 12. Recor,!emos que al finar del proc <:so, cuando \lontaigne estaha
liliothi:yue \lunicipale de Lyon (3~7624); P a ris, 157'); Rohinson Co· presente, 1\rnaud du Tilh aún martrnía que él era Martín Guerre. :\de-
lleuion, 1:acuir y of Law, University of California, Bcrkcle)' · Copias cn- más. podría ser que Montaigne sólo hubiera leído la primera er!ición del
c·uadnnadas co n mras obras sobre derecho matrim;inial, l.\'<>ll, 1 'ir.5. Arres/ ck <:oras, en la que n o se hahla d e la confesión de Ar · 1ud.
Notas 145
144 El regreso de M":rtin Guerre
13. Coras , pp. 52, 74, 88. Monraigne, EuayeJ, pp. 614, 616. Q1únti ceremonias y gobernador del sabbath» y fue ejecut ado. Ln 1knda ya aún
H oratii FlaffÍ Emblema/a ( Amberes: Philippe Lisaert, 1612), pp. había Daguerres en 1ú20, y era un pueblo impo rtante aunque m i1u ral
180- 181: «Raro a nteced cntem scelesrum / Des .:: ruit pede poena clau- (de Lancre, T ableau de l'incons/ance, pp. 7 1, 12 5, 2 1 7: t\ D P\' :\, 1J1 W, n"
4(i, Jt1 enero, 1620 ). Los du Tilh continuaron en Sa¡as y en Le Pin t:n el
do,» de las Odas, lib ro .1, oda 2. Cesare Ripa, Jconologia overo Descrillione
del/'11;1at,ini universali cavate dall'Antichita et da A/tri Luoghi (Roma: Hirs s. XVII y XVIII, pero su posición siguió siend o modesta (.•\DI!(,, ?
Gio. Gigliotti, 1 :)9 ~l), p. 37: Bugia. La personificació n de la mentira tie- 2E2403, 43 ' -45 ', 4E2016).
ne un:< ;:iierna de madera porque «b ii11gia ha le ga mbe corte.» Otros 7. AC/\rt, Registro de bautismos, lú ] 4: «Pace un ha,.udo .. Jean,
eje mplos de: signifi cado s c ruzados de una pierna de madera o de la coje- hijo de Ram ond G uer re.» Algunos trahaj?.dore> . 1ue emigraban a L ~. p a
ra: Saturno con una pierna de madera (1\dhcm ar, /nventaire, vol. 2, p.
f1a establecfan a llí una seg unda familia, \' la ahandonahan c uand o \·o l-
2 7 2 ); la co¡cra o la de fo rmidad de los pie s a~oc i adas co n los intentos d t: vían con su mu1er y sus hijos del L:1nguedoc (comu nic ación oral de
e n cu l)I ,r la , e: !ad di\·in a o la iniquid ad (C in vann1 Picro Valeriano Bol- J"a n - Pi e rr e Pou sso u).
zon i, ll /err,J!.l}'!>hira ( Lyo n : Pa ul h e llo n, 1ú02), pp . .16{¡-36 7).
!:!'ÍL()GO
den Proef-1teen van den Se/ven door /. Ca/1 ... Trou-geval 1onder exen;pel, ' mascarado por su propio padre, etc .
Gnchiel, in V ranckryk, In he/ laer MDLIX, in Alfe de Wercken, Ro-
Pierre Larousse, Grand dictionnaire universd Paris, 1865- 189(¡_ Vol. 8,
p. 1603: «Guerre , Martin, ge ntilh om me gasean.»
n;an, 1658.
C elebraled Claimanls Ancienl and Modern . London: C hatto and \X'indu s,
El prolffico moralista Dutch explica la historia de Martin Guerre
en versos rimados . 18 73. pp. 84-90 .
l.' Abbé P. H aristoy, G alerie Basque de Personna¡!,ts de Renom in Recherrhes
je9n Baptiste de Rocoles, Le1 in;posteur.r inJignn ou HiJt oirfl de plusieurs
hiJloriques sur Je paJi Ba1que. Bayonn c, 1884. \'ol. 2, cap. 24: «Mar -
hon;mt r de néanl, de /oule1 Nation1, qui onl uJUrpé Ja qualité d'E n;pe-
reun, R oys el PrinceJ.. Par Jean Raptiste de Rocoles, HiJt orio/!,raphe de tín J\¡_., uerre de Henda ye.»
.'\ rmand Praviel, L'fncroyable Odys;ée de Mart1n Guerre. París: Librairi e
France et de Brandebour,P. Amstcrdam: 1\braham \X'olfgang, 1()8\
ca p. 18: «l .' lmposteur Mary, Arn .wd du Thil, Archi-furbc.» Gallirnard, 19 33.
Janet l.e wis, The Wife of Martin Guerre. San f rancisco, 1941. hcn c h
Ro co lt:s •:xp li ca que au nque su li bro en principio se cent rara 1·n im-
edition, La Femme de Mar/in Guerrt. Parí s: l: ditions R Laffont ,
l'ostores que pretendía n robar cet ros y coro nas, h ada una ex ce p-
194 7. Lew1 s se basó en un a narra c ión ingl esa d, 1 siglo diccinu >::vc.
ción con este caso porque era «me mot a ble y prodi gioso,>. Sigue la
Cuenta que su punto de vi~t;i ha cambia do mu c ho tras la lectura del
versió n d e Cora s, según dice, y só lo introduce cambios ahí d' _:1d e
te xto (ic Coras e ~ T.'-- Triquanerl)'. ~.:; (<Jtoñ o 1iJ82) 104- 11 O.
«la dureza de las ex presio nes» n o estaría aco rde co n <da delicad eza
Theun d e Vries, «De Soldat die terugkwam» en De bli.1dr venus fwre ro-
de los ti empos pres entes» (p. 287).
Ccrm an translation, Geschúhte merkwiirdit,er Retrii,l!,er, Halle, 17(, 1. Vol.
mance.e. Amsterd am: Querido, i 98 í _¡)p. -.2 () _)_
1, pp. 4 19 -445.
Ccrmaine L o.fa ill e, Annales de ia viJJe de Tou!ousi. Toulousc, 168 7- 1701 .
Pt. L Pr- 10s - 100_
¡:_ Gayot de Pit a'.:: !, Causes céli:bre1 e/ intéressanles. Pari s, 17_)4_ Vol. 1, c.
J_
i\uen edi c ió n, re visada por \l. Richer, J\msterdam , 1772_ L' na de
las reelaboracioncs m ás interesa ntes sobre e l e.isa de .\hrt1 .1 Cue-
rr e ' la únic a que especu la libreme nt e cun la posibilidad de que
Bertrande fuera L ~>mpl i ce d e Arna ud du Tilh: «Muc ha ger.te cree
que Hertrand e cCJlaboró en el enga ño, p orq ue el error la fav o recla».
Er a imp os ible que e l impostor as umi ::ra todos los pequeños gestos
prop:os del ve rd adero .\lartiro.
Traducción ingl e 'ª sin co menr ar ios de la novelista C:ha rlotte Tur-
ncr Smirli, co mo un o de los quince casos tomadCJs de Gayar de 1'1-
t a v a l y R.icher en The Romance of Real Lije. Lonrlre>: ·í·_ C .. dcll,
178-::. Vo l, 2, cap.'+: «The pretended Martin Gucrre». Prim era edi-
ció n ameri ca na, Fil ade lfia: J. Ca~ey , 1799. Pp. 202-2 2 1.
Char le s Hubert, Le Faux Martinguerre, ou La Fan;i/le d'Ar11:r,ueJ, Méh-
dru me en Trois A rtes, Á Grand Spectacle, Tiré des Cau.res Céléb reJ...
,Zepre'senté pour la premié re fois a PariJ, sur fa théátre de la Gaieté, Je 2 3
aoril 180 8. Paris: Barba, 1808.
Kccd1tad o e n Pari s, 1824.
Tan nov e lado que resulta irreconoc ible: «Martingu e rre» es un con--
ck c¡uc ha esta do un ti e mpo en la India: Arnaud du Tilh es desen-
lndict alfabético
·~
blasfemi as acerca de, 116
31, 48, 117 Derecho ronsuetudinario
Contratos matrimoniales, 1, 1 7, de L«bo ürd. 7-8
23,28,31 del Languedoc,29
véase también dote~ (véase también País Vasco )
154
• • .,
.
i
Sene sca lía de, 6 7, 83
l .aza rillo de Tormes, 107 Parlam<.:nto <le: París, 6 ..,, 8 .\ 92 San Juan de Jeru sa lé n, orden de,
véase t am bién Toumes, Jean
Parlamento de: Tm•' use, 4-5, 1.l , 7H, ¡ ¡-;
156 El regreso de Martin Guerre