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En las últimas semanas, hemos celebrado y rememorado tres fechas que nos representan como

antonianos y argentinos: el 13 de junio el día de San Antonio y el 17 y el 20 las conmemoraciones


de los fallecimientos de Martín Miguel de Güemes y Manuel Belgrano.

Manuel Belgrano, fue un gran abogado, uno de los más notables economistas argentinos,
precursor del periodismo nacional, impulsor de la educación popular, la industria nacional y la
justicia social, además de ser el creador de nuestra Bandera. Fue quien, sin ser militar, y sin tener
vocación de serlo, defendió nuestras tierras bajo el sueño de la Libertad y la Independencia para
toda América.

Hombres como Belgrano son intocables, nos convocan, no tienen oposición, se convierten en
nuestra bandera, son parte de ella. Nos representan y aunque personajes como Mitre trataron de
manchar su actuación como patriota, jamás pudieron lograr tal fin, porque su honestidad, su
coherencia y su humildad marcaron la diferencia.

Ya hace más de dos siglos que ejemplos como Belgrano, proponían un Proyecto Nacional, un
proyecto liberador, emancipador. Proyecto por el cual, definitivamente se lograría la
independencia. No solo la independencia territorial, sino una independencia mucho más amplia,
ya sea desde lo económico, lo político, como así también desde lo ideológico y cultural.

Muchos pretenden justificar el accionar de personajes nefastos de nuestra historia, afirmando algo
así como “era la cultura de la época”. Belgrano, sin embargo, dejó bien en claro cuáles son los
pilares de la Patria: la educación como herramienta de lucha; el fomento de la industria nacional y
el comercio; la instauración de leyes y reglamentos que fomentaran un reparto más igualitario de
las riquezas, defensa de la ecología, instauración de algunos derechos laborales, entre muchos
otros asuntos, que luego fueron contemplados en nuestra primera Constitución Nacional de 1853
y en sus sucesivas reformas. Belgrano fue el primero que habló de la educación de las mujeres, de
los niños y niñas, de todos por igual. Es Belgrano el verdadero Padre de la educación argentina.

Güemes es sinónimo de Salta. Sin embargo, si miramos la historia con otros ojos que los
tradicionales de manual, entenderemos que su gesta se equipara a la de otros y otras patriotas
latinoamericanos que aseguraron la Independencia de las Provincias Unidas y soñaron con la
unidad de un territorio que jamás concibieron por separado. Güemes hizo del Norte un bastión
infranqueable para el avance realista e hizo posible la ofensiva sanmartiniana. Como a Belgrano, el
Norte lo lleva estoicamente en su identidad hace muchísimo tiempo. Es hora que nosotros,
porteños, habitantes de una Ciudad que negó al Ejército del Norte los recursos y la importancia
que su misión merecía; hagamos nuestra historia una señal de identidad emancipadora,
multicultural, liberadora del Pueblo, desde el bajo pueblo, desde ese que fue a la batalla a
combatir por todos los latinoamericanos y cuya sangre fue derramada para quienes quizás por la
lejanía, quizás por intereses políticos y económicos, la confinaron a un lugar secundario.

Pero nada de esto es posible en soledad o individualmente. En esta coyuntura del sálvese quien
pueda, de fomento al egoísmo individual disfrazado de “emprendedurismo”, necesitamos evocar
nuestra comunidad como antonianos para plantar bandera y ennoblecer la lucha: si no nos
salvamos entre nosotros, comunidad, no hay salvación posible.

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