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La búsqueda tiene que ver con la conciencia de que la Verdad es algo de lo que hay que hablar con

respeto y humildad. La Verdad, para el creyente, es Jesucristo, sí. Pero no podemos pretender que cada
afirmación, cada forma de entender las cosas en una época determinada, cada concreción de la fe en
formulaciones, ritos o normas haya nacido con vocación de eternidad y haya sido instituida tal cual por
el mismo Jesús. Y, por eso mismo, nuestra concepción de la verdad necesita concreciones que van
abarcando una realidad cada vez mayor, a medida que el ser humano despliega su ingenio, que el mundo
cambia y que el tiempo va abriendo la puerta a nuevas situaciones.
Y, por eso, el mundo despierta preguntas. Y dudas. La duda no es enemiga de la fe sino aliciente para
avanzar hacia una fe más profunda. El habitante de la tierra de nadie es alguien que busca solidez, pero
una solidez que no es rígida. Es alguien que busca libertad, pero una libertad con raíz. Y es alguien que
busca cambios, pero desde la actitud profética de quien se siente parte de la Iglesia y no ajeno a ella.
La tierra de nadie es tierra en la que a uno, en ocasiones, le duele lo que encuentra. Pero también vive
con pasión, esperanza y posibilidades mucho de lo que ve. Porque sí, a todos nos puede doler a veces la
Iglesia. Pero porque nos duele lo que amamos. – J.M. Rodriguez Olaizola, SJ
V

La búsqueda tiene que ver con la conciencia de que la Verdad es algo de lo que hay que hablar con
respeto y humildad. La Verdad, para el creyente, es Jesucristo, sí. Pero no podemos pretender que cada
afirmación, cada forma de entender las cosas en una época determinada, cada concreción de la fe en
formulaciones, ritos o normas haya nacido con vocación de eternidad y haya sido instituida tal cual por
el mismo Jesús. Y, por eso mismo, nuestra concepción de la verdad necesita concreciones que van
abarcando una realidad cada vez mayor, a medida que el ser humano despliega su ingenio, que el mundo
cambia y que el tiempo va abriendo la puerta a nuevas situaciones.
Y, por eso, el mundo despierta preguntas. Y dudas. La duda no es enemiga de la fe sino aliciente para
avanzar hacia una fe más profunda. El habitante de la tierra de nadie es alguien que busca solidez, pero
una solidez que no es rígida. Es alguien que busca libertad, pero una libertad con raíz. Y es alguien que
busca cambios, pero desde la actitud profética de quien se siente parte de la Iglesia y no ajeno a ella.
La tierra de nadie es tierra en la que a uno, en ocasiones, le duele lo que encuentra. Pero también vive
con pasión, esperanza y posibilidades mucho de lo que ve. Porque sí, a todos nos puede doler a veces la
Iglesia. Pero porque nos duele lo que amamos. – J.M. Rodriguez Olaizola, SJ
V

La búsqueda tiene que ver con la conciencia de que la Verdad es algo de lo que hay que hablar con
respeto y humildad. La Verdad, para el creyente, es Jesucristo, sí. Pero no podemos pretender que cada
afirmación, cada forma de entender las cosas en una época determinada, cada concreción de la fe en
formulaciones, ritos o normas haya nacido con vocación de eternidad y haya sido instituida tal cual por
el mismo Jesús. Y, por eso mismo, nuestra concepción de la verdad necesita concreciones que van
abarcando una realidad cada vez mayor, a medida que el ser humano despliega su ingenio, que el mundo
cambia y que el tiempo va abriendo la puerta a nuevas situaciones.
Y, por eso, el mundo despierta preguntas. Y dudas. La duda no es enemiga de la fe sino aliciente para
avanzar hacia una fe más profunda. El habitante de la tierra de nadie es alguien que busca solidez, pero
una solidez que no es rígida. Es alguien que busca libertad, pero una libertad con raíz. Y es alguien que
busca cambios, pero desde la actitud profética de quien se siente parte de la Iglesia y no ajeno a ella.
La tierra de nadie es tierra en la que a uno, en ocasiones, le duele lo que encuentra. Pero también vive
con pasión, esperanza y posibilidades mucho de lo que ve. Porque sí, a todos nos puede doler a veces la
Iglesia. Pero porque nos duele lo que amamos. – J.M. Rodriguez Olaizola, SJ
V

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