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LA CASA DE MORNES

Detente Salesiana, no sigas tu camino


sin antes ver las huellas que guarda esta casa
aquí duerme la gloria que alzó nuestro destino
y escribió nuestra historia inmortal de la raza.

Entra mi buena hermana, te presento la Madre


que vivió como Cristo haciendo siempre el bien
cuando subió a los cielos, comprendimos que era
una gloria del mundo, un astro del edén.

Siete años apenas de vida religiosa


modelaron su alma como un vivo cincel
quienes la conocieron dicen que era un ángel
que era casta, amorosa, era una virgen fiel.

Mantuvo la promesa de los votos sagrados


que con fervor y anhelo pronunció ante el altar
fue un dechado perfecto de todas la virtudes
y al morir era un monte de bienaventuranzas.

Trabajó sin descanso, su hoja de servicio


tenía mas estrellas que una noche de mar
cuando llegó la muerte la encontró trabajando
teniendo a Dios por meta y, almas que salvar.

El corazón de la Madre era un reto a la vida.


Nunca esperó el futuro, fue un yunque de
esperanza
por eso cuando el pulso se le apagó, tenía
ya lista su valija para el viaje del alma.

Se prodigó amorosa y sembró sin fatiga


su sangre y sus acciones en surcos de montañas
la Madre fue pródiga, lo mismo que una espiga
y vivió en las alturas, lo mismo que una campana.

No sigas Salesiana, entra en este recinto


y admira lo que hicieron las primeras hermanas
aquí todo es añoso, tiene sabor de vino
y huele dulcemente con olor de nostalgia.

Empecemos la historia por este crucifijo


perteneció a la Madre, una mujer tan santa
que con igual paciencia y con el mismo hijo
remendaba las penas y su ropa muy blanca.
Fue religiosa humilde, con Dios en todo el cuerpo
toda llena de bríos y de fervor y afecto
una mujer inédita que dejaba recuerdos
que jamás podrá el tiempo, borrarnos su recuerdo.

Frente a este crucifijo, nuestra Madre pedía


por las hijas que un día su familia formaran
y la Madre rezando se quedaba extasiada
sin soltar de sus dedos su rosario de lágrimas.

Este viejo rosario de chaquiras silvestres


ya casi tiene un cielo florecido, de almas
por sus cuentas pasaron el dolor y las preces
y nombraron a todas estas hijas lejanas.

La Madre fue siempre un álbum de observancia


con renuncias en todos los rincones del alma
orando por sus hijas se le apagó la vida
en silencio de aceite lo mismo que una lámpara.

Esta es la santa regla, su libro bienamado


que en cada línea encierra un martirio de su alma
besándolo a menudo, y de su letra hacía
espíritu y vida y unción de su palabra.

Si el pudiera contarnos los últimos latidos


que sintió al estrecharlo con fervor nuestra santa
nos diría que ella vibraba como un arpa
al sentir en silencio al Dios hecho palabra.

El hábito que miras, llevó por muchos años


el futuro glorioso se Instituto amado
y hoy en los altares exaltado lo vemos
por su humildad, su celo, su gran apostolado.

Ahí tienes la capilla no encierra lujo ni oro


pero guarda recuerdos de una piedad sentida
aquí todo era pobre, pero de gran limpieza
era todo un recuerdo de la Madre sencilla.

Te presento el sagrario, encierra tal tesoro


que si hablara diría, los coloquios más gratos
que con su amado esposo nuestra Madre tenía
ante su dueño estaba postrada muchos ratos.

Esta es la Virgencita tiene a Dios en los brazos


y el cielo repetido bajo su frente pálida
a Ella nuestra Madre las glorias le cantaba
y sus ojos cerraba cantándole alabanzas.
Observa este armonio, que el tiempo ha carcomido
conserva en sus teclas armonías fervientes
alabanzas sencillas, con que nuestras hermanas
cantaban a la Virgen, sus sentires amantes.

Escucha buena hermana, este viejo instrumento


te va a contar como era antaño la piedad
ojalá que lo toquen, los dedos de este santo sacerdote
que supo así enfervorizar.

Este taller recoge millares de puntadas


que transformó la Madre con su recta intención
en otros tanto de amor hecho plegaría
porque el trabajo puede trocarse en oración

Aquí enseñó la Madre a amar el catecismo


a trabajar tan solo por agradar a Dios
aquí pasó sus días, sembrando de enseñanzas
esta casa bendita, la casa del amor.

Detente ante este pozo, que guarda allá en el fondo


sacrificios sin cuento, porfías de virtud
en horas madrugadas, llegábanse a él todas
aquellas religiosas plenas de juventud.

Prosigue Salesiana, ya te mostré este templo


donde oficia el pretérito de nuestra gran familia,
cuando alejes tus pasos, piensa que las hermanas
nos dejaron la herencia de ser hoy Salesianas.

Dile a quien te pregunte que aquí bajo este cielo


es donde hasta la espiga de su dolor con gracia
Mornés seguirá siendo la casa del modelo
pero ya no tenemos su genuina observancia.

Ya no somos sencillas como aquellas de otrora


donde las estrecheses no se hicieron sentir
porque con el pan duro, comían el afecto
de esa Madre tan santa, que supo compartir.

El trabajo pesado, los muchos sacrificios


que la pobreza inmensa les hicieron probar
reinaba en esta casa, una santa alegría
donde cada sonrisa era un bello rosal.
A MADRE MAZZARELLO.

En las colinas de Mazzarello


fue agreste rosa, flor de Mornés
pura y sencilla en la aldea
años de la niñez.
La Madrecita de sus hermanos
que tiernamente les enseñó
las breves frases del catecismo
graves lecciones de amor a Dios.
Fuerte y activa llevó en las venas
la roja sangre del sembrador
cuidar la viña, labrar la tierra
fueron para ella grata labor.
Y empezó el día de sus afanes
alzando al cielo dulce Oración
alimentando su alma piadosa
con pan divino de comunión
Cruzó los bosques y las colinas
bajo la lluvia, el frío y el sol
para ir a aquella querida iglesia
donde la aguarda su salvador.
Así templaba su alma sencilla
con los perfumes de la virtud
llenando toda su santa vida
de fe, de gracia, de amor de luz.
Para las niñas tuvo el afecto
de una maestra y en el taller
fue despertando tantas virtudes
como puntadas supo coser.
Y el grupo ingenuo de buenas niñas
en un colegio, se convirtió
y a Sur María la Mazzarello
la superiora se le llamó.
La santa Madre de aquellas hijas
que con tan grande celo formó
la fundadora de aquella casa
que por el mundo desparramó.
A San Juan Bosco tuvo por guía
salvar las almas de la niñez
fue la esperanza, fue la alegría
de su alma grande llena de fe.
Y desde el bello cielo de Italia
trajo las flores de su virtud
que ya perfuman en nuestra tierra
en nuestra grande patria del sur.
Rosa escogida de Mazzarello
fue aquella niña para el Señor
por eso cantan todas tus hijas
la pura gloria de su labor.
LA FELICIDAD. DIALOGO.

Antonia - Oíste lo que dijo la Hermana de la felicidad?

Manuela - Si que en este mundo nadie la alcanza completa.

Antonia - Pero si yo tuviera un millón de pesos, sería completamente feliz.

Manuela - Porqué?

Antonia - Porque me daría gusto en todo lo que quisiera y eso es la felicidad.

Manuela - Qué gustos te darías?

Antonia - Tendría palacios y quintas, coches y automóviles, caballos, vestiría bien,


comería mejor.

Manuela -La envidia, la murmuración, las enfermedades, contradicciones que nunca


faltan te amargaran la vida.

Antonia - Acallaría a los envidiosos con mi generosidad y habiendo dinero se cuenta


con buenos médicos y... encuentro el mudo de vencer las contrariedades.

Manuela - Muy optimista eres, pero dime y una enfermedad incurable, un robo...

Antonia - Ah pero es que piensas en lo peor siempre.

Manuela - No, en lo posible es lo de todos los días y ahora crees que al fin te
habituarías a las comodidades y a los placeres hasta parecerte naturales como las
privaciones que hoy sufres y te hastías de ellos como de cosas vulgares y
ordinarias?

Antonia - Pues es verdad... pero entonces que es la felicidad?

Manuela -Mira a quien le preguntas, que sé yo , Ni los santos fueron felices en la


tierra.

Antonia - De modo que solo en la otra vida lo seremos.

Manuela -Así lo creo, aquí ni hay mas felicidad que encontrarse uno satisfecho de lo
que hace.

Antonia -O de ni hacer nada, lo mejor es estar uno inactivo, sin trabajar, sin
mortificarse por nada.

Manuela - Esa es la felicidad de las piedras. No, uno ni puede estar satisfecho sino
cuando ha hecho todo el bien de que es capaz a la familia, a la sociedad, en la
escuela, la verdadera felicidad esta en el servir a los demás, ella nace de darse todo
a todos.

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