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LA ESCUELITA DE ANIMALES

Había una vez en la profundidad de la selva una escuelita de


animales donde la maestra búho enseñaba con cariño, entre los
estudiantes se encontraba Oto, el cachorro otorongo que le gustaba
burlarse de sus compañeros; de la boa porque no tenía
extremidades, de la tortuga porque era lenta, del águila porque vivía
en las alturas, del oso de anteojos porque era obeso y del armadillo
porque no veía bien, Oto solía decir:
-Los otorongos somos superiores porque tenemos fuerza, agilidad y
una visión excelente.

Oto y sus amigos se rieron de todos sus compañeros hasta que


estos se alejaron, cuando ya no tenían de quien burlarse
empezaron a hacerlo entre ellos, hasta que Oto termino
quedándose solo, nadie quería jugar con el pequeño otorongo a
pesar de tener muchos juguetes.

Así pasaron muchos días, hasta que mañana un fuerte terremoto


destrozo la selva, la escuelita y las casas de los animales,
afortunadamente todos estaban a salvo, pero los padres de Oto
quedaron atrapados entre los escombros de su casa pues confiados
de sus reflejos y agilidad que tienen los otorongos nunca hicieron
caso de los simulacros.

Oto no sabía si sus padres aún estaban con vida, intento sacar los
escombros con sus fuerzas, pero estos eran muy pesados;
desanimado empezó a cavar en la tierra, sin embargo, no
avanzaba; trato de entrar entre los escombros, pero sus
extremidades no le permitían pasar. Empezó a pedir ayuda, pero
nadie quería ayudar a los otorongos, porque eran soberbios y
despreciaban a los demás, Oto desesperado por encontrar ayuda
corrió a pedir ayuda a la maestra búho.
Al llegar a su escuelita la encontró destrozada y a su maestra
herida; a quien le sorprende ver a Oto desanimado y con lágrimas
en los ojos. La maestra al enterarse de lo sucedido le hizo entender
que todos los animales son diferentes, porque tienen habilidades
únicas; sin embargo, todos son iguales en dignidad y nunca es
tarde para cambiar y enmendar un error pidiendo disculpas a todos
los animales que lastimo. El reconoció su error, pero ya no había
tiempo para salvar a sus padres.

La maestra llamo al crio de águila, quien acudió veloz, este al


escuchar el sincero arrepentimiento de su compañero Oto y lo
sucedido con sus padres, decidió ayudarlo y alzando vuelo llamó a
todos los animales, pero solo asistieron los cachorros estudiantes,
porque sus padres estaban en apuros reconstruyendo sus casas.

Después de escuchar las sinceras disculpas de Oto el cachorro de


otorongo todos fueron rápidamente a rescatar a los padres de Oto,
quien observo como la boa era la única que podía pasar entre los
escombros porque no tenía extremidades, cuando la boa salió trajo
buenas noticias, los padres de Oto estaban vivos.

Los armadillos removieron rápidamente la tierra para poder sacar


los escombros, sus ojos eran los únicos que podían soportar la
tierra en excavaciones.
El cachorro de oso de anteojos se encargó de empujar los
escombros, pues era el más fuerte, hasta que por fin pudieron sacar
a los padres de Oto quienes lo abrazaron y agradecieron a todos
por la ayuda recibida.

Oto se dio cuenta que lo que el veía como un defecto era en


realidad una habilidad especial, todos somos diferentes, pero esto
no nos hace menos ni más que los demás, pues somos iguales en
dignidad, solo nos hace necesarios y únicos. Oto nunca más se
burló de quien era diferente, sino que valoro a todos por lo que
tenían en el corazón.
Autor: Frank Diego Villa Ovalle del 5D

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