Está en la página 1de 5

Tres sombreros de copa. Miguel Mihura.

A continuación puedes leer un fragmento de Tres sombreros de copa, perteneciente al final de la obra. La
acción de la obra ocurre en una habitación de un hotel de provincias, en donde Dionisio, el protagonista, pasa
su última noche de soltero. Se va a casar al día siguiente con una muchacha perteneciente a una familia
tradicional de provincias. En el mismo hotel se hospeda una compañía de artistas de variedades. Dionisio se
enamora de una bailarina encantadora e inocente llamada Paula. Juntos sueñan emocionantes y poéticas
aventuras imposibles por la boda del día siguiente. Se pone al descubierto la rigidez la falsedad y el absurdo
de los convencionalismos que rigen la sociedad. Paula y Dionisio piensan que pueden ser felices juntos; pero el
orden establecido es más fuerte que su amor y sus sueños y vuelven a la rutina de una vida que no les gusta
nada. También aparece D. Rosario, que es la dueña del hotel.

DIONISIO.- (La besa nuevamente.) ¡Paula! ¡Yo no me quiero casar! ¡Es una tontería! ¡Ya nunca sería feliz! Unas
horas solamente todo me lo han cambiado... Pensé salir de aquí hacia el camino de la felicidad y voy a salir hacia el
camino de la ñoñería y de la hiperclorhidria...

PAULA.- ¿Qué es la hiperclorhidria?

DIONISIO.- No sé, pero debe de ser algo imponente... ¡Vamos a marcharnos juntos...! ¡Dime que me quieres, Paula!

PAULA.- ¡Déjame dormir ahora! ¡Estamos tan bien así...!

(Pausa. Los dos, con las cabezas juntas, tienen cerrados los ojos. Cada vez hay más luz en el balcón. De pronto se
oye el ruido de una trompeta que toca a diana. Luego se oyen unos golpes en la puerta del foro.)

DON ROSARIO.- (Dentro) ¡Son las siete, don Dionisio! ¡Ya es hora de que se arregle! ¡El coche no tardará! ¡Son
las siete, don Dionisio!

(Él queda desconcertado. Hay un silencio y ella bosteza y dice.)

PAULA.- Son ya las siete, Dionisio. Ya te tienes que vestir.

DIONISIO.- No.

PAULA.- (Levantándose y tirando la manta al suelo.) ¡Vamos! ¿Es que eres tonto? ¡Ya es hora de que te marches...!

DIONISIO.- No quiero. Estoy muy ocupado ahora...

PAULA.- (Haciendo lo que dice.) Yo te prepararé todo... Verás... El agua... Toallas... Anda. ¡A lavarte, Dionisio...!

DIONISIO.- Me voy a constipar. Tengo muchísimo frío… (Se echa en el diván acurrucándose.)

PAULA.- No importa... Así entrarás en reacción... (Lo levanta a la fuerza.) ¡Y esto te despejará! ¡Ven pronto! ¡Un
chapuzón ahora mismo! (Le mete la cabeza en el agua.) ¡Así! No puedes llevar cara de sueño... Si no, te reñiría el
cura... Y los monaguillos... Te reñirán todos...

DIONISIO.- ¡Yo tengo mucho frío! ¡Yo me estoy ahogando...!

PAULA.- Eso es bueno... Ahora, a secarte... Y te tienes que peinar... Mejor, te peinaré yo... Verás... Así... Vas a ir
muy guapo. Dionisio... A lo mejor ahora te sale otra novia... Pero... ¡oye! ¿Y los sombreros de copa? (Los coge.)
¡Están estropeados todos...! No te va a servir ninguno... Pero ¡ya está! ¡No te apures! Mientras te pones el traje yo te
buscaré uno mío. Está nuevo. ¡Es el que saco cuando bailo el charlestón...!
Muerte accidental de un anarquista. Darío Fo.
Un despacho corriente en la jefatura central de policía. Un escritorio, un armario, algunas sillas, una
máquina de escribir, un teléfono, una ventana, dos puertas.

Bertozzo: (Hojea papeles mientras se dirige a un sospechoso, que está sentado tranquilamente) Vaya,
vaya... así que no es la primera vez que te disfrazas. Aquí dice que te has hecho pasar dos veces por
cirujano, una por capitán de infantería, tres por obispo, una por ingeniero naval... En total te han
detenido...veamos:..dos y tres, cinco... una, tres... dos... once veces en total, y con ésta, doce.

Sospechoso: Sí, doce detenciones. Pero le hago notar, señor comisario, que jamás me han condenado.
Mi certificado de penales está limpio.

Bertozzo: No sé cómo te las habrás arreglado para escaquearte, pero te aseguro que ahora te lo
mancho yo... ¡puedes jurarlo!

Sospechoso: No, si yo le comprendo comisario. Un certificado de penales que manchar le apetece a


cualquiera…

Bertozzo: Muy gracioso. La denuncia dice que te has hecho pasar por psiquiatra, profesor ex-adjunto
en la universidad de Padua. ¿Sabes que puedes ir a la cárcel por impostor.- 1

Sospechoso: En efecto, si fuera un impostor cuerdo... pero estoy loco, loco patentado. Observe mi
historial clínico: internado dieciséis veces, y siempre por lo mismo. Tengo la manía de los personajes,
se llama "histriomanía", viene de histrión, que significa actor. Tengo el hobby de interpretar papeles
siempre distintos. Pero como lo mío es el teatro-verité, necesito que mi compañía la componga gente
de verdad... que no sepa actuar. Además, carezco de medios, y no podría pagarles. He pedido
subvenciones al Minis terio de Cultura, pero al no tener enchufes políticos...

Bertozzo:...te subvencionan tus actores. Que los explotas, vamos.

Sospechoso: Yo jamás he estafado a nadie.

Bertozzo: Si te parece poca estafa cobrar cien mil liras por consulta...

Agente: (Que está detrás del sospechoso) ¡Qué timo!

Sospechoso: Son los honorarios habituales de un psiquiatra que se respete, y ha pasado dieciséis años
estudiando esa disciplina.

Bertozzo: Oye, pero tú, ¿cuándo has estudiado?

Sospechoso: Me he pasado veinte años estudiando, en dieciséis manicomios diferentes, a miles de


locos como yo... día a día, y también de noche... porque yo, a diferencia de los psiquiatras corrientes,
dormía con ellos... a veces con otros dos, porque siempre faltan camas. De todos modos, infórmese, y
comprobará que mi diagnóstico de ese pobre esquizofrénico por el que me han denunciado era
perfecto.
La casa de Bernarda Alba. Federico García Lorca

Adela: ¿Por qué me buscas?

Martirio: ¡Deja a ese hombre!

Adela: ¿Quién eres tú para decírmelo?

Martirio: No es ése el sitio de una mujer honrada.

Adela: ¡Con qué ganas te has quedado de ocuparlo!

Martirio: (En voz alta.) Ha llegado el momento de que yo hable. Esto no puede seguir
así.

Adela: Esto no es más que el comienzo. He tenido fuerza para adelantarme. El brío y el
mérito que tú no tienes. He visto la muerte debajo de estos techos y he salido a buscar lo
que era mío, lo que me pertenecía.

Martirio: Ese hombre sin alma vino por otra. Tú te has atravesado.

Adela: Vino por el dinero, pero sus ojos los puso siempre en mí.

Martirio: Yo no permitiré que lo arrebates. El se casará con Angustias.

Adela: Sabes mejor que yo que no la quiere.

Martirio: Lo sé.

Adela: Sabes, porque lo has visto, que me quiere a mí.

Martirio: (Desesperada.) Sí.

Adela: (Acercándose.) Me quiere a mí, me quiere a mí.

Martirio: Clávame un cuchillo si es tu gusto, pero no me lo digas más.

Adela: Por eso procuras que no vaya con él. No te importa que abrace a la que no
quiere. A mí, tampoco. Ya puede estar cien años con Angustias. Pero que me abrace a
mí se te hace terrible, porque tú lo quieres también, ¡lo quieres!
Don Juan Tenorio. José de Zorrilla

DOÑA INÉS:
¿Y qué he de hacer, ¡ay de mí!,
sino caer en vuestros brazos,
si el corazón en pedazos
me vais robando de aquí?
No, don Juan, en poder mío
resistirte no está ya:
yo voy a ti, como va
sorbido al mar ese río.
Tu presencia me enajena,
tus palabras me alucinan,
y tus ojos me fascinan,
y tu aliento me envenena.
¡Don Juan!, ¡don Juan!, yo lo imploro
de tu hidalga compasión
o arráncame el corazón,
o ámame, porque te adoro.

DON JUAN
¿Alma mía! Esa palabra
cambia de modo mi ser,
que alcanzo que puede hacer
hasta que el Edén se me abra.
No es, doña Inés, Satanás
quien pone este amor en mí;
es Dios, que quiere por ti
ganarme para Él quizás.
No, el amor que hoy se atesora
en mi corazón mortal
no es un amor terrenal
como el que sentí hasta ahora;
(...)
Desecha, pues, tu inquietud,
bellísima doña Inés,
porque me siento a tus pies
capaz aún de la virtud.
Sí, iré mi orgullo a postrar
ante el buen ****Comendador,
y o habrá de darme tu amor,
o me tendrá que matar.

**** El Comendador es el padre de Doña Inés, que se opone a la relación entre Don Juan y Doña Inés
porque Don Juan ha “burlado” (engañado y aprovechado) a otras mujeres.
Auto. Ernesto Caballero
Una sala de espera. Aparecen cuatro personajes.

ESPOSA. Aquí debe ser.

MARIDO. Sí, debe ser aquí.

AUTOESTOPISTA. Qué sitio más raro.

CUÑADA. Original

ESPOSA. Curioso.

CUÑADA. Parece que estás de mudanza.

MARIDO. O que acaban de pintar

AUTOESTOPISTA. No huele a pintura.

MARIDO: No, no huele a nada.

ESPOSA. Parece que van a hacer una limpieza a fondo.

MARIDO. ¿Qué es lo que hay que limpiar?

ESPOSA. El polvo.

MARIDO. Aquí no hay polvo.

ESPOSA. (molesta). Que no lo veas no quiere decir que no lo haya.

MARIDO. Reconoce, cariño, que eres un poco maniática.

CUÑADA. La verdad es que sois tal para cual. Tú con la casa, hermana. Y tú, cuñado, con el coche.

MARIDO. El coche…

ESPOSA. Pues tú, hermana, no te quedas manca con tus limpiezas de cara.

CUÑADA. Es una cuestión de higiene. Si a tí te deja tranquila tener un montón de células muertas
acumuladas en tu cara, allá tú.

También podría gustarte