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pueden ser esenciales en el proceso de la toma de decisión. Es indispensable, por tanto, aplicarles
un tratamiento cuantitativo tan riguroso, si fuera posible, como el utilizado en la evaluación
económica.
Las causas principales de los cambios fortuitos en la economía de las explotaciones mineras se
encuentran, básicamente, en:
- Una estimación más detallada de los parámetros que intervienen en la economía del proyecto y
la identificación de los que aportan mayor incertidumbre.
- Los recursos totales y las reservas explotables: condiciona la vida de las minas y,
consecuentemente, las capacidades anuales de extracción. Por lo general, los horizontes
temporales de los proyectos mineros suelen ser mayores que los planificados, ya que estos últimos
se establecen, por lo común, a partir de los recursos mejor conocidos, y en el transcurrir del
tiempo recursos de otras categorías pasan a transformarse en reservas explotables.
- Las leyes o calidades de los minerales a beneficiar. son factores clave en la consecución de los
ingresos previstos, tanto por la producción conseguida a como por la calidad de ésta. Un
desconocimiento de esas variables puede conducir a un cambio en los procesos de tratamiento,
afectando no sólo a los costes de operación, sino incluso a las propias recuperaciones
mineralúrgicas.
- Las propiedades geomecánicas e hidrogeológicas de los macizos rocosos, etc. tanto en el diseño
geométrico de las minas como en los propios costes de explotación, de drenaje, etc.
Las fases de construcción y puesta en marcha de las operaciones mineras constituyen una etapa
crítica y un factor de riesgo muy importante, ya que marcarán la fecha de comienzo de la
producción y, por consiguiente, el momento en que se generarán los ingresos previstos en el
proyecto. A ese período de construcción y arranque, hay que sumar el dedicado a la localización,
investigación y evaluación del yacimiento, y el tiempo necesario para efectuar los estudios técnicos
pertinentes, buscar la financiación, etc. Con todo ello, los plazos de maduración, superiores casi
siempre a los 5 ó 10 años, son mucho más dilatados que en otras industrias, y mientras transcurre
el tiempo aumentan los riesgos potenciales del mercado, tendencias de consumo, alternativas de
sustitución, etc.
En lo referente a la propia operación minera. Ésta se caracteriza por su rigidez, que es
incomparablemente mayor que en otras actividades industriales, y dentro del sector minero
superior en las labores subterráneas que en las de cielo abierto. Esto impide reaccionar con la
velocidad necesaria ante cambios bruscos del entorno económico que las rodea.
Por otro lado, a pesar del mayor grado de mecanización a que se han visto sometidas las
operaciones mineras, la componente de la mano de obra sigue siendo aún muy elevada, y ésta se
encuentra sometida a una mayor probabilidad de accidentes por las condiciones en que se llevan a
cabo los trabajos.
Por último, existe un riesgo tecnológico derivado del hecho de que al no existir yacimientos
iguales, cada operación precisa equipos y sistemas que tienen que tantearse y probarse, con lo
cual se inicia una cadena de actividades con un grado de acierto final difícil de predecir.
Entre las variables que pueden hacer más vulnerable la estabilidad económica de un proyecto
minero destaca la cotización de las materias primas. Estimar los precios de venta de las sustancias
a producir, bastantes años antes de la puesta en marcha de las minas y durante el período
operativo de éstas, resulta una de las tareas más difíciles, si no la que más, en la etapa de estudio
de viabilidad de una explotación.
Los factores políticos pueden inducir efectos impredecibles sobre la industria minera y condicionar,
por tanto, el desarrollo de nuevos proyectos o la marcha de los ya iniciados, especialmente cuando
las inversiones se realizan fuera del país de la empresa promotora.