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Sí, existió un Dodge Viper de motor central, pero se

acobardaron y no salió al mercado


A lo largo de sus 25 años y cinco generaciones de carrera comercial, el Dodge Viper se mantuvo
fiel al concepto original: un V10 atmosférico en posición central delantera, un cambio manual y una
tracción trasera. Eso hacía de este deportivo el sucesor espiritual del AC Cobra (que es justamente
lo que se buscaba cuando se creó), es decir, un coche muy rápido, pero tremendamente delicado y
no apto para todas las manos.

Era casi arcaico en su concepción y muy analógico. Y por eso tenía una legión de fans. De ahí la
sorpresa en talla XL que supuso leer el artículo de Thom Taylor en Hagerty explicando que existió
un Dodge Viper de motor central que daría lugar al...¡Ford GT de 2005!

El Dodge Viper era (dejó de fabricarse en 2017) lo que se llama un coche halo. Nació como concept
car y ante su popularidad, Chrysler decidió entonces lanzar una versión de serie. En Chrysler sabían
que iban a perder dinero con ese coche (se venderían pocas unidades, se fabricaba de forma casi
artesanal, su precio de venta se quedaba corto para cubrir gastos, etc), pero la imagen que
proyectaba, los titulares que acaparaba y la imagen de marca que creó para Dodge justificaban con
creces la inversión. De hecho, es algo que no podrían haber logrado con una campaña de marketing
al uso gastándose en ella el doble o el triple de lo que costó el Viper.

Aun así, algunos ejecutivos de Chrysler querían un coche capaz de rivalizar con el Corvette, el
único coche estadounidense que los clientes de marcas de prestigio (léase Porsche, Acura/Honda
NSX, Jaguar, etc) consideraban digno del apelativo deportivo. Así lo contó Chris Theodore,
entonces responsable de la ingeniería en Chrysler y en el proyecto Viper, a Hagerty.

Creando un deportivo con piezas de recuperación

El desarrollo del Dodge Viper de motor central comenzó en mayo de 1996 con François Castaing
(uno de los padres del Viper original), Roy Sjoberg como ingeniero jefe y el propio Chris Theodore.
Y se partió de una hoja en blanco. Además de las diferentes posibilidades creadas por ordenador se
realizaron dos maquetas de madera para estudiar qué arquitectura sería la mejor. Una con el motor
mirando a la zaga, con la transmisión delante y con árbol de transmisión para reenviar el par al eje
trasero, y otra con un motor mirando hacia delante y una transmisión transaxle.

Lógicamente, la segunda opción tenía preferencia, pero debían hacer las dos para poder presentar
las propuestas y asegurarse de elegir la que mejor les convenía. Eso sí, llegaba el momento de
desarrollar el Viper de tercera generación y la inversión que se le permitió al equipo era irrisoria:
tenían que gastar menos de lo que costó desarrollar el primer Viper.

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