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Razones para estar agradecidos

Predicas Cristianas Texto Bíblico: Colosenses 3:15-17


1 Ts 5.18 Dad gracias en todo.

INTRODUCCIÓN:
Se cuenta que una vez asaltaron a Matthew Henry, el famoso ministro y comentarista bíblico del Siglo
XVIII (1662-1714), tras lo cual algunos de sus amigos le preguntaron cómo se sentía. Claro está que
ellos esperaban escuchar de él alguna queja contra Dios.
Sin embargo, grande fue su sorpresa cuando Henry les contestó: «Me siento muy agradecido con Dios…
de hecho, tengo cuatro cosas por las cuales estarle agradecido en cuanto a esto que me ha pasado.
Primero, le estoy agradecido porque es la primera vez que me asaltan. Segundo, le estoy agradecido
porque me robaron la bolsa y no me quitaron la vida. Tercero, le estoy agradecido porque, aunque se
llevaron todo lo que tenía encima, no era mucho. Y cuarto, le estoy agradecido porque me robaron a mí
y no fui yo quien robó». Esto se llama gratitud. No es la felicidad lo que nos hace agradecidos; es
la gratitud lo que nos hace felices. Todos conocemos personas que tienen todo lo necesario
como para ser felices, y sin embargo no lo son, simplemente porque no están agradecidas por
lo que tienen. Por otro lado, todos conocemos también personas con que no son para nada
afortunadas, y sin embargo irradian alegría, simplemente porque aun en medio de su miseria
son agradecidas. Así, la gratitud es la clave de la felicidad”

En la lectura de esta mañana nos encontramos con el imperativo “sed agradecido”; que, si bien podría
ser de más fácil cumplimiento, es el que más olvidamos. Mi conclusión cuando pienso en este imperativo
bíblico es que cuando soy agradecido, lo que vivo y lo que poseo no es exclusivamente mío, sino que
más bien reconozco que otros han contribuido para mi propio bienestar.
La gratitud me libra del pecado del egoísmo, del orgullo y de la arrogancia.
La verdad es que tenemos sobradas razones para estar agradecidos. No solo para nuestra saludo física y
emocional. Sabes que la gratitud estimula nuestra red neuronal para la liberación dopamina y Oxitocina.
Que son hormonas que estimulan el afecto, trae tranquilidad, reduce la ansiedad, el miedo y la fobia.
No es solo que ejercitar (y digo ejercitar, porque a veces creemos que la gratitud ha de venir sola) Digo
que No es solo que ejercitar la practica de la gratitud disuelve el miedo, la angustia y los sentimientos de
rabia y ayuda a controlar los estados mentales tóxicos e innecesarios.
Es que ademas El presente texto de Colosenses 3:15-17 nos revela a nosotros como creyentes
poderosas razones para que seamos agradecidos. Veámoslas.

I. ESTAMOS AGRADECIDOS POR LA PAZ QUE DIOS NOS DA


1. La paz que pone fin a la guerra interna.
La paz es lo opuesto al disturbio, a la intranquilidad, al desasosiego. Porque la traducción de la palabra
paz en el Nuevo Testamento tiene el sentido de plenitud, de bienestar y de la tranquilidad que solo
vienen de Dios.
Toda persona antes de llegar a conocer al Señor vive una guerra porque son muchos los enemigos que
atacan su alma. Uno de ellos es el pecado que lo esclaviza y lo mantiene haciendo los deseos de la
carne, aunque es cierto que ni siquiera se sea consciente de ello. Alguien que ha vivido la guerra desde
su nacimiento hasta la edad adulta, no puede saber lo que es la paz hasta que esta no llega. De la
misma forma, no pudimos saber lo que era experimentar la paz de Dios que sobrepasa todo
entendimiento, hasta que no le entregamos nuestra vida a Jesus, perdonándonos nuestros pecados y
haciendo de nuestro ser su morada y su templo.
Pero sin duda que la batalla más grande es la que tiene que ver con Satanás, porque él ejerce un
dominio sobre todos aquellos a los que tiene ciegos para que no les resplandezca la luz de Cristo (2
Corintios 4:4). De esta manera, lo primero que hace el Señor al llegar a nuestros corazones es ponerle
fin a esa guerra cuando nos da la paz de Dios.
Estamos hablando no de la paz que ofrecen los sepulcros (descanse en paz) o el de la ausencia de
guerra, que sería lo que el hombre ofrece. Más bien estamos hablando de la auténtica paz que puede el
hombre experimentar.
Jesús dijo que esa paz no es como el mundo la da. Y una vez que tenemos esa paz ella misma se
constituye en una poderosa armadura espiritual según Efesios 6:15 donde se nos dice que calzados
nuestros pies con el apresto del evangelio de la paz

Con mucha razón se ha dicho que una cosa es la paz con Dios y otra es la paz de Dios. Lo primero es
saber que hubo un tiempo cuando éramos enemigos de Dios, pero que a través de la muerte de Cristo
fuimos reconciliados con él. La otra parte tiene que ver con la declaración: “La paz de Dios”. ¿Cuál es la
diferencia?

Bueno que muchos han alcanzado la paz con Dios, pero no siempre tenemos la paz de Dios en nuestras
vidas. Es el hecho que sabemos que hemos sido salvos, que nuestros pecados han sido perdonados,
pero vivimos con angustia, con estrés, con ansiedad. Notemos que el texto habla del trabajo que hace la
paz: Que hace esa paz? V-15 gobernar nuestro corazón.
El corazón es la parte de nuestras vidas que muchas cosas quieren poseer y gobernar. De hecho, si no
es la paz de Dios que nos gobierna, el corazón tiene otros dueños. Los colosenses eran gobernados por
filosofías, sincretismo y hasta ocultismo. Nuestro corazón puede ser gobernado por otras muchas cosas
(dinero, fama, poder) y por eso Prv 4.23 dice que sobre toda cosa guardada…
Pero ahora se les anuncia a todos ellos que, si tienen a Cristo, será su paz la que los gobierna. Por
cierto, que otro resultado de esa paz de Dios es un cese a las hostilidades que tengo contra otros
(Hebreos 12:14). Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor

3. ¿Qué significa el gobierno de la paz en nuestros corazones?


La palabra «gobernar» que usa Pablo es una palabra que proviene del mundo del atletismo. Es la misma
palabra que usamos para describir la decisión final de un árbitro. Estamos llamados a dejar que la paz
de Cristo gobierne o diga en última instancia lo que debe hacer el corazón. La paz es el árbitro final y la
máxima autoridad.
Pero también la palabra “guardará” vuestros corazones de Filipenses 4:7 Y la paz de Dios, que sobrepasa
todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús., es una palabra
militar, y es como si fuera un soldado que está custodiando un enclave importante para que no sea
atacado.
¿Podemos imaginar a la paz gobernando y guardando nuestro corazón? Porque si vivimos en un
constante conflicto con nuestro espíritu, tanto que lo que lo gobierna es la preocupación, entonces
tenemos la paz con Dios, pero no la paz de Dios.
Recordemos que no es cualquier tipo de paz, se trata de la paz de Cristo, del que venció a todos
nuestros enemigos.
Así pues, el texto nos dice que es a esa paz a la que fuimos llamados, por lo tanto, debemos ser
agradecidos.
II. ESTAMOS AGRADECIDOS POR LA PALABRA DE CRISTO
1. Por ser abundante en nosotros (vers. 16)
Esta es la primera vez aparece la declaración “la palabra de Cristo”. Por toda la Biblia se nos habla de la
palabra de Dios. De modo, pues, que al Pablo mencionarla de una forma solitaria, tiene un profundo
significado.

Es la palabra de Cristo. No es la palabra de un buen libro o de un moderno consejero para que vivamos
bien. No es la palabra de aquellos seminarios que hasta ponen en duda su total inerrancia.
Es la palabra de Cristo, aquella que encontramos en la historia de los evangelios. Es la palabra que
Cristo habló, aquella que sus propios enemigos reconocieron que jamás el hombre había hablado así.
El asunto es que, si esa palabra está en nosotros, el llamado es para que more en abundancia en
nuestros corazones. No siempre la palabra de Cristo es abundante en nuestros corazones.
La vida la llenamos con muchas bagatelas, dejándola con la gran carencia de la palabra, que es la que
nos puede hacer sabios y entendidos, y es ella la que nos da el poder para hablarla, enseñarla y
predicarla.
De cuánto impacto es un creyente que está lleno de la palabra de Cristo. Porque de la abundancia de su
corazón hablará su boca.
2. Por lo que hace en nuestras vidas.
Por un lado, la palabra de Cristo tiene la misión de enseñarnos. Ella nos enseña acerca de Dios, su
origen, su obra y su amor. Nos enseña de todo lo que hizo el pecado y cómo arrastró a la humanidad
hasta el día de hoy.
Pero, sobre todo, nos enseña del plan de salvación a través de Cristo, profetizado en ella hasta el día de
su aparición y su segunda venida.
Así que esperamos que esa palabra nos llene, no solo de conocimiento, sino que ella misma nos permita
vivir sabiamente. Y en esto de vivir sabiamente, la palabra nos exhorta respecto de aquello que estamos
viviendo o haciendo mal, hasta que seamos hacedores de ella. Debemos estar agradecidos porque la
palabra nos reprende en nuestro andar cotidiano.
Nos revela nuestra condición espiritual para vivir un proceso continuo de madurez. Y el resultado de su
enseñanza y su exhortación, así como su abundancia en nosotros, es que ella pone en nuestros
corazones una alabanza que la expresamos a través de nuestros labios con salmos, himnos y cánticos
espirituales.
¿Cuáles son las canciones que usted más canta? Y es aquí donde podemos parafrasear el dicho: Dime
cuánta abundancia de la palabra hay en tu corazón y te diré la canción que cantas.

III. ESTAMOS AGRADECIDOS POR LO QUE HACEMOS PARA EL SEÑOR V17 Y todo lo que
hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre de Señor Jesucristo, dando
gracias a Dios pader por medio de el
1. Por el nombre glorioso para el que trabajamos.
Pablo no puso por casualidad en este texto el “nombre de Cristo”. Cuando busco las razones para estar
agradecido a Dios, el nombre de Cristo se constituye en el centro de lo que soy y de lo que hago.
La Biblia dice que ese nombre es glorioso porque desde la antigüedad los profetas hablaron de lo que
significaba el Mesías prometido.
Por más de cuatrocientos años se esperó la llegada de aquel Mesías, y al final vino, no como otros lo
esperaban, pero vino como un bebé. Vino como Emanuel, eso es, Dios con nosotros. Vino del cielo
dejando su trono de gloria y se humilló así mismo al hacerse hombre. Las profecías se cumplieron
todas cuando él llegó.
A ese nombre de Cristo (trad del hebreo mesias) se le agregó el de Jesús (Jehova es salvación) para
hacer realidad que él salvaría a su pueblo del pecado. Por cierto, no dice que el Mesías vendría para
salvar a Israel de los romanos, sino de sus pecados. Y es que no hay peor dominio que el del pecado y
Jesús vino para ponernos en libertad de esta esclavitud.
Pero lo grande de este nombre fue, que Dios nos dió ese nombre para que en ese nombre se doble toda
rodilla. Nada supera su nombre ahora, porque “no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en
que podamos ser salvos” (Hechos 4:12). Lo crea o no lo crea este mundo. Trabajar para ese nombre es
garantía de victoria.
2. Tambien nos dice este (vers. 17) Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el
nombre del Señor Jesús
No sé de dónde vino la idea de dividir al hombre en una vida secular y una vida espiritual. Este concepto
ha creado una dicotomía en el creyente, pues él piensa que una cosa es el domingo y otra cosa muy
distinta es el lunes en su trabajo.
Que mientras estoy en la comunión de los santos me envuelvo en una aureola de santidad, reflejada en
mis palabras o en mis actos, pero cuando llego a mi vida “secular” en la semana mi comportamiento es
otro.
Note lo que dice el texto. “Todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho…”. No hay, pues, una
separación entre mi trabajo, estudios y mi vida espiritual. En todo caso, todo es sagrado. Que tengo
que hablar con mis compañeros de trabajo de estudios, con mis jefes o profesores, Sagrado. Que tengo
que acompañar a alguien en una fiesta, sagrado. Que tengo que salir a la calle con mascarilla,
sagrado. Que tengo que participar en el culto de alguna manera, evidentemente sagrado. Que tengo
que participar en una asamblea un domingo por la tarde, sagrado. Que tenga que pagar impuestos,
jeje, sagrado “dad al cesar lo que es del césar…” Esto plantea un reto. que las palabras que digo deben
ser para la gloria de Dios, y que todo lo hago también debe ser como para el Señor y no para los
hombres.
Alguien ha dicho que el creyente debería ver al mundo, más que un lugar dominado por el pecado y
Satanás, como un gran templo donde a través de sus actos sigue adorando Dios después del domingo.
Concluye este pasaje de esta mañana
3. Dando gracias a Dios Padre por medio de él (vers. 17b)
Este es el énfasis final de Pablo. El canal de acción de gracias es por medio de Cristo. Por medio del
nombre del Señor Jesús yo vengo y me presento delante del Padre.
Toda acción de gracias tiene que ir dirigida hacia el Dios Padre ¿por qué? Porque es Dios la fuente de
toda bendición para nuestras vidas. Cuando la Biblia nos dice que Dios todo lo hizo hermoso en su
tiempo (Eclesiastés 3:11), fue pensando en nosotros.
Él hizo todas las cosas de tal manera que podamos vivir adecuadamente. No le puso menos aire a la
atmósfera para que nos muriéramos por falta de oxígeno. Pero tampoco le puso demasiado aire para
que nos muriéramos por exceso de eso. No puso el sol tan lejos para que la tierra se congelara, pero
tampoco lo puso tan cerca para que nos achicharáramos.
Y el medio por el cual Dios hizo todo fue Cristo, porque él fue la palabra creadora, y además porque de
él, por él y para él son todas las cosas (Romanos11:36).
Sí, mis amados, es por medio del nombre del Señor que nos acercamos al Padre en profunda gratitud.
Es importante que la “acción de gracias” sea “por medio de Cristo” porque si de algo habla esta carta,
pero no solo esta sino la biblia entera, es de Cristo. Él es la esencia de la pluma inspirada no solo de
Pablo en esta carta, sino de todos los autores bíblicos aunque la mayoría no fueran conscientes de ello.

CONCLUSIÓN:
Por lo tanto, agradezcamos a Dios por la paz que ahora tenemos, porque siendo enemigos fuimos
reconciliados con Dios; porque en otro tiempo vivíamos vacíos de Dios, pero ahora la palabra de Dios
puede morar en abundancia en nuestros corazones.
Pero, sobre todo, porque en otro tiempo vivíamos para el mundo y sus placeres, ahora todo lo que
hacemos “sea de hecho o de palabra” lo hacemos para glorificar el nombre del Señor Jesús “dando
gracias al Padre por medio de él”.
Todas estas razones me llevan aceptar la invitación del salmista, quien, al reconocer a Dios en todo su
poder y señorío nos deja este imperativo maravilloso: “Entrad por sus puertas con acción de gracias, por
sus atrios con alabanza; alabadle, bendecid su nombre. Porque Jehová es bueno; para siempre es su
misericordia, Y su verdad por todas las generaciones” (Salmos 100:5).

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