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A la muerte de 

Pío XI en febrero de 1939, la organización de la sede


vacante correspondió a Pacelli. Él, precisamente, era el candidato favorito. El 2 de
marzo de 1939, tras un cónclave que duró solo dos días y a la tercera votación, fue
elegido papa y, en honor a su predecesor, eligió el nombre de Pío XII.
Antes y durante la Segunda Guerra Mundial
Pío XII fue un papa sin experiencia pastoral directa, ni en parroquias ni en diócesis,
puesto que toda su carrera se había desarrollado en la administración vaticana. Fue, en
cambio, un perfecto conocedor de la curia romana, en la que se movió prácticamente
toda su vida. Antes de su coronación y como medida preventiva, redactó ante notario
una carta de renuncia en el caso de que fuese hecho prisionero por los nazis de forma
que no ocurriera lo mismo que había acontecido con el apresamiento de Pío
VII por Napoleón en 1809.
La oposición de Pío XII al nazismo y sus esfuerzos para ayudar a los judíos en Europa
eran bien conocidos al mundo. Por lo que, según algunas fuentes, los nazis tenían un
plan avanzado para secuestrar al papa, y otras fuentes afirman que Pío XII apoyó tres
complots para derrocar a Hitler
Después de la guerra, organizaciones y personalidades judías reconocieron varias veces
oficialmente la sabiduría de la diplomacia del papa.
El 29 de noviembre de 1945, el papa recibió a cerca de ochenta delegados de prófugos
judíos, procedentes de varios campos de concentración en Alemania, que acudieron a
manifestarle «el sumo honor de poder agradecer personalmente al Santo Padre la
generosidad demostrada hacia los perseguidos durante el terrible período del nazi-
fascismo
Después de la Segunda Guerra Mundial
Las actitudes anticomunistas del papa se volvieron más fuertes después de la guerra. En
1948, Pío XII declaró que cualquier italiano católico que apoyara a los candidatos
comunistas en las elecciones parlamentarias de ese año sería excomulgado e instó
a Azione Cattolica para que apoyara a la Democracia Cristiana.
Le tocó ser el papa de la Guerra Fría, y en este contexto su opción fue clara: ferviente
anticomunismo y aproximación a la nueva potencia emergente, los Estados
Unidos. Terminada la guerra, Pío XII también fue el vocero para instar a la clemencia y
al perdón de todas las personas que participaron en la guerra, incluyendo a los
criminales de guerra.
Reconoció explícitamente el régimen surgido en España de la guerra civil (1936-1939).
En 1953, firmó con el general Franco un concordato que daba base jurídica al llamado
«Nacional-catolicismo» español, que otorgaría notables ventajas a la Iglesia a cambio de
la legitimación de aquel sistema.
Pío XII también realizó el concordato con Rafael Trujillo de la República
Dominicana en 1954. En este país, los derechos de la Iglesia católica fueron violados
por los regímenes represivos. Pío XII también excomulgó a Juan Perón en 1955 por sus
arrestos a sacerdotes de la Iglesia.
Uno de sus últimos documentos fue la encíclica Fidei donum (1957), por la que invitaba
a toda la Iglesia a reactivar el espíritu misionero, especialmente en África.
Últimos años
Los últimos años del pontificado de Pío XII comenzaron a finales de 1954 con una larga
enfermedad, durante la que se llegó a considerar su renuncia. Posteriormente, los
cambios en su hábito de trabajo se hicieron notar. El papa empezó a evitar las largas
ceremonias, las canonizaciones y los consistorios, además de mostrar vacilaciones en
asuntos personales.
Pío XII murió el 9 de octubre de 1958 en el palacio de Castel Gandolfo, la residencia de
verano del papa, a los 82 años, tras sufrir una insuficiencia cardíaca aguda provocada
por un infarto de miocardio súbito.

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