Está en la página 1de 2

LA MISIÓN DEL ESPIRITU SANTO

Las realidades de las que estamos hablando no pueden ser totalmente captadas por nuestra inteligencia. Sin
embargo, de la Revelación podemos deducir algunas funciones de la misión del Espíritu Santo.

 El Espíritu Santo vive en nosotros.

Somos templos del Espíritu Santo, de manera que Él está siempre en nuestro interior inspirándonos y
guiándonos (ver Rom 8,9)

 El Espíritu Santo nos une al Señor Jesús:

Dice el apóstol Pablo que "el que no tiene el Espíritu de Cristo, no le pertenece". Cuando estamos en gracia
y el Espíritu Santo está con nosotros, somos de Cristo, nos unimos a Él.

 El Espíritu Santo nos hace hijos de Dios.

Dado que nos une al Hijo de Dios, el Espíritu Santo nos hace hijos adoptivos de Dios en Cristo. Cuando Él
vive en nosotros, todos participamos de un mismo Espíritu y somos todos hermanos de Cristo e Hijos de
Dios padre: "Todos los que son guiados por el espíritu de Dios son hijos de Dios... El Espíritu mismo se une a
nuestro espíritu para dar testimonios de que somos hijos de Dios. (Rom 8, 14-16)

 El Espíritu Santo nos guía a la verdad: El Espíritu Santo nos enseña y explica las palabras del Señor y nos
permite comprender su mensaje: "Cuando venga él, el espíritu de la verdad nos guiará hasta la verdad
completa (Jn. 16, 13)

 El Espíritu Santo nos santifica: Nos ayuda a tener las disposiciones interiores adecuadas en todo
momento y nos da sus dones para que podamos ser mejores. Los dones del Espíritu Santo son:

Entendimiento: Ilumina nuestra inteligencia para captar las verdades reveladas.

Ciencia: Ilumina nuestra inteligencia para juzgar rectamente la realidad de las cosas creadas de acuerdo al
Plan de Dios.

Temor de Dios: Es el profundo respeto y reverencia que tenemos frente a Dios que nos lleva a amar y
cumplir su plan apartándonos del pecado.

Sabiduría: Nos hace fijar nuestra mirada sobre el fin para el que fuimos creados y conforme a él, juzgar las
cosas del mundo y familiarizarnos con las del Señor.

Consejo: Nos ayuda a entender con prontitud lo que se debe hacer en circunstancias concretas, sobre todo
en las más difíciles de discernir.

Fortaleza: Enriquece nuestro amor a Dios como el de un hijo para con su padre.

El Espíritu Santo nos comunica con Dios: Nos ayuda a rezar adecuadamente e intercede por nosotros ante el
Padre.

Los discípulos de Jesús confiaron plenamente en la presencia del Espíritu y al ir abriéndose cada vez más a sus
inspiraciones e impulsos, fueron también transformándose en "hombres de Dios". El Espíritu Santo produce en
todo hombre que lo acoge, frutos de vida eterna.

También podría gustarte