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Las primeras comunidades

cristianas
Queremos ponernos en manos de Dios para que nos
ilumine y aliente en saber hacer la parte que nos
corresponde para hacer posible un mundo mejor, el
mundo más justo, fraterno y solidario que soñamos, la
CASA COMÚN para todos. El profeta Isaías ya soñaba con
este mundo donde todos vivieran en comunión y
armonía.
Las primeras comunidades cristianas
En Pentecostés se da el comienzo de la comunidad de discípulos de Jesús que, guiados e
iluminados por el Espíritu Santo, se distribuyen a la edificación del nuevo Pueblo de Dios,
viviendo los signos de la nueva y difinitiva Alianza.

La fé se implanta sólidamente en Jerusalén, primera comunidad cristiana, en donde la gente


cambió su forma de ser y de pensar gracias a la acción del Espíritu Santo. Por eso “Acudían
asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la convivencia, a la fracción del pan y a las
oraciones” Además, vivían unidos y compartían sus bienes según las necesidades de cada uno. Y
el número de creyentes en Jesucristo iba aumentando.

Pablo, que en un principio fue persegudor de los cristianos, recibe un llamado del mismo Jesús,
quien lo llena con la fuerza del Espíritu Santo, y desde ese momento cambia su vida,
convirtiéndose en un gran predicador del Evangelio. Después de cierto tiempo de predicación,
recorre las provincias romanas.
Durante ese tiempo Pablo:
Reconoce que la comunidad de
Éfeso vive en Cristo Jesús la fé y el
amor para con todos los miembros
de esa comunidad.
Invita a los filipenses a mantenerse
en la unidad, la caridad, la
humildad, la obediencia y otras
virtudes que ellos ya practicaban.
Escribe a los colosenses
invitándoles a perseverar en la fé y
el amor a Cristo Jesús.
Anima a los tesalonicenses a la
práctica de la pureza, el amor
fraternal y el trabajo, así como a la
perseverancia en el amor que Dios
mismo les enseño.
La gente de las primeras comunidades se convertía, es decir,
cambiaba su forma de ser y de pensar gracias a la acción del
espíritu Santo que los impulsaba a compartir su fé, sus
bienes, sus conocimientos, sus penas y alegrías.
Vivían en comunidad, se ayudaban en todo y nadie pasaba
hambre o necesidad; aprendieron a practicar el amor
fraterno. Esas virtudes que pusieron en práctica son las que
cada uno de nosotros, los bautizados de ahora, debemos
vivir en nuestras comunidades para cumplir la voluntad de
Dios; formar una sola iglesia.

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