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Martín Miguel de Güemes: el poder de la autoimagen*

Sara Mata de López**

La revolución es un vidrio delicado, que puede


romperse al más leve soplo del viento, y hacerse
pedazos; y un gobierno naciente, que los hombres, aún
no están acostumbrados a obedecer, es una nave
situada en altamar, sin brújula, y expuesta a los
combates, y borrascas de las pasiones humanas.
Martín Miguel de Güemes al Director Supremo. Salta,
Setiembre de 1815.

Los conflictivos años que sucedieron a la creación de la Junta de Gobierno en


Buenos Aires, en mayo de 1810, adquirieron en las jurisdicciones de Salta y Jujuy
mayor dramatismo por la implacable circunstancia de haberse constituidos en escenario
de la Guerra de independencia, junto con las provincias altoperuanas, en los Andes del
Sur. La reiterada presencia de las tropas realistas, que sin grandes dificultades lograban
ocupar las ciudades de Salta y Jujuy, así como la resistencia y la guerra de recursos que
a partir de 1814 movilizó a amplios sectores de la población rural, generó sucesivos
enfrentamientos facciosos en la elite y propició la emergencia de líderes locales, que
legitimaban su poder en el contexto de la participación activa en las milicias gauchas.
Entre ellos, la figura de Martín Miguel de Güemes se impone como conductor “natural”
y “carismático”, denostado por la creciente oposición de la elite de Salta y reconciliado
con ella en las postrimerías del siglo XIX, cuando su influencia y poder no representaba
ya peligro alguno a los intereses de la clase dirigente salteña.
Esta reconciliación de la elite con Güemes ha llevado a apreciaciones
historiográficas realmente exageradas en el contexto de una reivindicación de su figura
que lo convierte en un héroe de bronce, al cual no ya la Provincia de Salta sino la
Nación Argentina misma debe reconocer gratitud por sus servicios a la causa de la
Independencia de la Patria y de América del Sur1. Personaje controvertido por su activa

*
Este trabajo forma parte del PIP CONICET 02796 y del Proyecto CIUNSa. 941.
**
Investigadora CONICET- CEPIHA y Docente en la Universidad Nacional de Salta-
1
A partir de Bernardo Frías a finales del siglo XIX, su figura y su trayectoria comienzan a ser valorada
positivamente. Previamente a Frías, Bartolomé Mitre refiere a Güemes como Jefe de las guerrillas que
operan en la provincia de Salta resistiendo el avance español. Bernardo Frías Historia del General

1
participación en un conflicto donde irremediablemente se lesionaron múltiples intereses,
su ascenso político se inscribe en los procesos de militarización y guerra que sacudieron
a América Hispana en la primera mitad del siglo XIX y que se conoce como caudillismo
o ruralización de la sociedad y el poder2. No pretendemos en estas breves líneas analizar
este fenómeno político ni mucho menos presentar el tratamiento que del mismo han
realizado los historiadores. Tampoco nos interesa exponer las distintas valoraciones e
interpretaciones ofrecidas del accionar de Martín Miguel de Güemes. Nuestro propósito
consiste en realizar una lectura de su producción textual en el curso de los años que lo
tuvieron como protagonista de la insurgencia revolucionaria, General de la Vanguardia
del Ejercito Auxiliar del Norte y Gobernador de la Provincia de Salta, especialmente
entre los años 1815 y 1817. Nos interesa observar cómo -a través de los Oficios que
remite regularmente al Jefe del Ejército Auxiliar y al Director Supremo en Buenos
Aires, la correspondencia que mantiene con los Jefes de las Milicias, los alegatos que
formula en el Cabildo y los bandos y proclamas que emite en su calidad de Gobernador-
construye un discurso justificador de su accionar; utiliza su poder a la vez que lo
afianza; manifiesta sus contradicciones y comunica sus temores acerca de los resultados
de una empresa, la de lograr la independencia de España, que es la que le otorga sentido
a sus esfuerzos y legaliza su liderazgo3.
Su ascenso primero militar y político luego fue meteórico y se produjo en el
contexto de la ocupación de las huestes realistas de Joaquín de la Pezuela de la ciudad
de Salta, en enero de 1814, luego de la derrota de las tropas de Manuel Belgrano en el
Alto Perú. Hasta ese momento, su relación con los Jefes del Ejercito Auxiliar del Perú
había sido conflictiva y en 1812 Belgrano lo había alejado de Salta y del Altoperú
enviándolo a Buenos Aires. La amistad de Juan Martín de Pueyrredón y de José de San
Martín posibilitó su retorno a Salta a principios de 1814, precisamente en un momento

Martín Miguel de Güemes y de la Provincia de Salta, o sea de la Independencia Argentina. Ediciones


DEPALMA. 6 tomos. Buenos Aires, 1972; Bartolomé Mitre Historia de Belgrano y de la Independencia
Argentina [1858-59] [1887] en Obras Completas, Congreso de la Nación, Buenos Aires, Volúmenes 6-9,
1940-41. Posteriormente otros historiadores locales destacaron la figura de Martín Miguel de Güemes,
Cfr. Atilio Cornejo, Historia de Güemes, [1945] Salta, 3ra. Edición. S/f.; Luis Oscar Colmenares, El
héroe Mártir, Ediciones Ciudad Argentina, Buenos Aires, 1998.
2
A los clásicos trabajos de John Lynch es necesario mencionar la compilación publicada por Noemí
Goldman y Ricardo Salvatore Caudillismos Rioplatenses. Nuevas miradas a un viejo problema. Eudeba,
Buenos Aires, 1998.
3
Utilizaremos la documentación publicada por Luis Güemes, Güemes documentado, 13 Tomos, Editorial
Plus Ultra, Buenos Aires. 1979-1984.

2
clave, cuando San Martín reemplazó a Belgrano como Jefe del Ejército Auxiliar del
Norte. La estrategia que implementa San Martín aconsejado por Manuel Dorrego,
consistía en desarrollar una guerra de recursos en las jurisdicciones de Salta y Jujuy, sin
arriesgar a las tropas regulares establecidas en Tucumán. Para lograr este objetivo
nombra como Jefes de Vanguardia, para contener el avance de los realistas hacia el Sur,
al Capitán Apolinario Saravia en Guachipas, al sur del valle de Lerma, y al Teniente
Coronel Martín Miguel de Güemes en el Río Pasaje, en la frontera del Rosario. A partir
de allí, Güemes construirá el poder y liderazgo que lo llevará a ser nombrado Coronel
Graduado y posteriormente Gobernador de la Provincia de Salta, en Mayo de 18154.
Cuando el poder de Buenos Aires es cuestionado por los caudillos de Litoral
argentino y especialmente por José Artigas en la Banda Oriental, la figura de Güemes
habrá de despertar sospechas e inquietudes especialmente por su enfrentamiento con el
Jefe del Ejercito del Norte, José de Rondeau, y su ascendente poder sobre la plebe
insurrecta y pronta a movilizarse. Atemperada la conflictiva relación con Buenos Aires,
luego de la designación de su amigo Juan Martín de Pueyrredón en 1816 como Director
Supremo, la creciente oposición de la elite de Salta será el principal escollo político que
Güemes deberá enfrentar, unido a la presencia siempre amenazante de los realistas, que
incursionaron reiteradas veces sobre territorio salto-jujeño. En estos años, cuando los
recursos para sostener a los milicianos o gauchos eran escasos, el saqueo y las
contribuciones forzosas serán recursos que utilizará cada vez con mayor frecuencia.
En estas circunstancias, muy brevemente expuestas, la mayor parte de su
correspondencia, oficios y alegatos se ubican precisamente en los momentos previos a
su designación como Gobernador de la Provincia de Salta y a las relaciones que entabla
luego con la elite de Salta, con los Jefes del Ejercito del Norte y con Buenos Aires. En
esta selección se encuentra implícito un interés, el de recuperar a través de estos textos a
un personaje central en la política local en el traumático período de la guerra de la
independencia, tal cómo él mismo eligió presentarse.

4
Cfr. Mata de López, Sara, La guerra de independencia en Salta y la emergencia de nuevas
relaciones de poder, en Andes, número 13, año 2001, CEPIHA, Facultad de Humanidades. UNSa. Salta,

3
Un guerrero de la independencia americana

Una de las principales preocupaciones de Martín Miguel de Güemes, reiterada


en sus comunicaciones con las autoridades de Buenos Aires y del ejército, será
demostrar capacidad para manejar a sus subalternos y estar al tanto de los movimientos
del ejercito enemigo. Así, no dudará en escribir a su superior en Tucumán, desde el
cuartel de Vanguardia en las Conchas, ante rumores de la llegada de Pezuela a Jujuy
“...he mandado dos bomberos de confianza a que se internen en Jujuy y dentro de dos o
tres días espero me traigan noticias ciertas sobre el particular [...] y en este ínterin
descanse vuestra señoría que yo estoy a la mira de todo...”5 (el subrayado es nuestro)
Puede argumentarse formalidad de un subordinado con su superior, y obviamente lo era,
pero es evidente que se empeña en destacar su suficiencia para impedir el avance
realista, y así lo hará cuando destituido de su cargo militar, en febrero de 1815, retorne
desde Yavi luego de pasar por Jujuy y tomar 500 fusiles que allí se encontraban. En la
proclama que -en calidad de “ciudadano” y autodenominado Coronel Comandante del
cuerpo militar de los Paisanos de la Campaña de la Provincia de Salta 6- dirige a sus
allegados y a los vecinos de Salta afirma enfáticamente “... que estos brazos fuertes e
incorruptibles os darán la libertad a que anheláis, y la seguridad que deseáis ...”7 De
este modo, tanto en su relación con las autoridades políticas y militares como con los
vecinos de Salta, se erige como el único y privilegiado defensor de la “libertad
americana”. En 1816, al dirigirse a los “Ciudadanos compatriotas”, luego de la
precipitada retirada de Jujuy de las tropas realistas, les insta a que “Cesen vuestros
temores y estad seguros de lo que con satisfacción os repito: velo incesantemente sobre
vuestra seguridad y existencia (el subrayado es del original)8. Asume de este modo la
responsabilidad de velar y estar atento para proteger los intereses de la patria y la
tranquilidad de los vecinos de la provincia de Salta. Este paternalismo legitimador le
permite ofrecer a las autoridades de Buenos Aires la garantía de que los españoles
comprenderán “... desengañados por su propia experiencia que jamás serán capaces de

5
Oficio de Güemes a Fernández de la Cruz. Campamento Principal en Concha, 4 de Junio de 1814. En
Luis Güemes Güemes documentado, Editorial Plus Ultra, Buenos Aires, 1979, Tomo 2, p. 123.
6
La provincia de Salta, luego de la división efectuada por el Director Supremo Gervasio de Posadas en
Agosto de 1814, comprendía las jurisdicciones de Salta, Jujuy, Orán y Tarija.
7
Proclama, Salta y febrero 23 de 1815. en Güemes documentado, op. cit. Tomo 2, p. 303.
8
Proclama, Salta setiembre 27 de 1816, en Güemes documentado, op. cit. Tomo 4, p. 43.

4
atentar contra los sagrados derechos de los pueblos que han jurado ser libres y que la
digna provincia de mi mando, es y será la barrera inexpugnable que ponga término a
sus agresiones”9 (el subrayado es nuestro)
Particularmente interesante será el Oficio que en Setiembre de 1815, cuando sus
relaciones con el Ejército Auxiliar y el Director Supremo son dificultosas. Al reclamar a
Buenos Aires no haber recibido información acerca de las derrotas sufridas por el
Ejército de Rondeau en el Alto Perú, argumenta que “La sinceridad forma mi
carácter,(el subrayado es nuestro) y con ella misma, diré a Vuestra Excelencia que ha
sido muy extraño se haya dejado de participar a este Gobierno, una noticia de tanta
gravedad, y trascendencia ...”, lo cual le permite dudar acerca de la gravedad de la
situación militar. Insistirá luego en destacar la capacidad militar de sus milicias gauchas
a las cuales considera “... campeones, abrasados con el sagrado fuego de la libertad de
la patria y altamente entusiasmados con el patriotismo más puro e incorruptible. Están
acostumbrados a vencer. No parezca hipérbole, que diga a vuestra excelencia, que su
valor, ha sido tan notorio, tan acreditado, y tan heroico, que merece más bien la
admiración, que la imitación. [...] He penetrado el carácter de mis provincianos. No
hay exageración en la descripción que he hecho: son habitantes de toda clase de
terrenos, y climas, y desde su tierna edad, están acostumbrados a viajar a los Andes, y
serranías del Perú”. Instala así la imagen de unas milicias gauchas aguerridas,
valerosas, disciplinadas, amantes (y por lo mismo conocedoras) de los valores de la
libertad y capaces de vencer en todas las batallas. Ellas están a su mando y él las ofrece
al servicio de la libertad americana. “Aseguro a vuestra excelencia con el honor de mi
palabra, y con mi cabeza (aunque es prenda nada equivalente para la redención de la
América), que estos bravos campeones, sabrán exterminar y arrojar, a esos viles
cobardes...”e insiste “Prometen por el órgano de mi voz, esforzarse a merecer esta
gloria, y triunfo ...”(el subrayado es nuestro)
El se constituye de este modo en la voz, en el representante de estos bravos
paisanos, y esta relación simbiótica entre el líder y sus hombres constituye su fortaleza,
a punto tal que cuando pone a disposición de los intereses de Buenos Aires, con los
cuales dice acordar, a estas tropas aguerridas, está en realidad desobedeciendo las
9
Oficio de Güemes a Belgrano, Salta y setiembre 27 de 1816, en Güemes documentado, op.cit. Tomo 4,
p. 42. Estas expresiones fueron anacrónicamente interpretadas por los historiadores al atribuirle el papel
de defensor de las fronteras de la nación, cuando esa nación no había aún definido una territorialidad
soberana.

5
órdenes del General del Ejército del Norte y del Director Supremo, quienes le ordenan
devolver los fusiles que ha tomado de Jujuy y entregarlos a las tropas que irán a auxiliar
al derrotado ejército de Rondeau en el Alto Perú, aduciendo “que no hay necesidad del
auxilio de los dos mil hombres para reforzar el Ejército Auxiliar del Perú. Aquí en esta
provincia de Salta, tiene vuestra excelencia, cuatro a cinco mil campeones...” y por
supuesto se negará a entregar los fusiles alegando que “Son quinientos fusiles, que valen
un caracol, para aumentar la fuerza del Ejército del Perú; pero aquí equivalen a doce
mil, para destruir otros tantos enemigos, para asegurar la tranquilidad pública,
expuesta a ser alterada, por los muchos europeos expulsos del ejército y otros enemigos
encubiertos...” para finalmente deslizar una no tan velada amenaza “Yo gobierno una
provincia irritada y desesperada por las necesidades y miserias en que ha sido
sumergida. El hecho mismo de desarmarla, sin necesidad, originaría recelos,
agitaciones, y desconfianzas ¿Quién sabe las resultas que ocasionaría un tal
procedimiento, en las críticas y delicadas circunstancias en que nos hallamos?.
En este mismo Oficio dará cuenta de las razones de su resolución de desconocer
las ordenes emitidas por el Director Supremo y organizar personalmente el cuerpo de
caballería de Jujuy “y aunque esta comisión, la da vuestra excelencia al teniente
gobernador, la ejecutaré personalmente por varios motivos” entre los cuales luego de
señalar la inexperiencia y falta de conocimientos del Dr. Gordaliza y expresar su
desconfianza hacia él manifestará el motivo “... más principal, porque debiendo yo
como gobernador de la provincia, responder por la seguridad y quietud de los pueblos
que la componen, claro está, que todos los subalternos y manos auxiliares que necesito
a un objeto de tanta importancia, deben ser conocidos y a mi satisfacción y
confianza”(el subrayado es nuestro) Es decir, los paisanos de la provincia son
aguerridos y patriotas, verdaderos adalides de la libertad, pero sin duda alguna, no todos
le merecen la misma confianza. Y de su poder militar y político hará Güemes el pilar de
la libertad. Nuevamente apelará a la amenaza al justificar la elección personal de los
gauchos en que “De otra suerte se disolvería la unidad de la provincia, y con la
formación de un cuerpo militar independiente de este gobierno, y dependiente

6
únicamente de esta distante capital, de repente se levantaría una división, un tumulto, o
una guerra civil. 10
Sin duda, este Oficio elaborado en momentos críticos e iniciales de su gestión
como Gobernador de la Provincia de Salta, revela los límites de Güemes al
reconocimiento de la autoridad de Buenos Aires y concentra en su persona una serie de
valores: sinceridad, valentía y convicción en la causa de la libertad americana;
suficiencia para contener el avance realista, responsabilidad y poder para garantizar la
tranquilidad de sus conciudadanos; y a nuestro criterio aún más importante; la
delegación del poder de las milicias gauchas de las cuales él es su vocero. Desde este
posicionamiento no dudará en halagar, ofrecer apoyo y desafiar a las autoridades de
Buenos Aires.
Los temores de la elite de Salta, frente al creciente poder del Gobernador unida a
anteriores rivalidades y pugnas por el control sobre las milicias rurales, contribuirán a
fortalecer a las facciones opositoras de Salta a su gobierno que contarán con apoyo
dentro y fuera de la Provincia. Conocidos son los enfrentamientos con el gobierno de
Tucumán, pero más importante para afianzar su poder fue neutralizar el conflicto con el
Cabildo de Jujuy, que se negaba a reconocer la elección de Güemes como Gobernador.

En su accionar, demostró gran energía y no dudó en amenazar abiertamente a


los jefes del Ejército Auxiliar, en los inicios de su carrera ascendente. En Setiembre de
1814, desde Jujuy le reclama a Martín Rodríguez por un incidente producido “... entre el
regimiento de VS. y los bravos defensores de la patria...”, le ordena que “... devuelva
en el acto mismo los presos que ha hecho de mis gauchos al Comandante don Pedro
José de Zavala...”, para finalmente advertirle que “En sustancia absténgase V.S. de
tener diferencias ni incomodar a los gauchos atendiendo a sus distinguidos servicios y
meditando los acaecimientos que sobrevendrán de tenerlos inquietos y de
incomodarlos” (el subrayado es nuestro) De este modo se presenta como el único Jefe
de las milicias y por lo mismo el único que puede sancionar o premiar a los gauchos o
paisanos voluntarios, y a medida que su poder aumenta, cuando ya es Gobernador, no
escatima su participación personal en tales actos siempre que sea posible y
especialmente cuando con ello debilita la autoridad de otros jefes o funcionarios, con
quienes compite espacios de poder 11.

10
Oficio de Güemes al Director Supremo, Salta y setiembre 11 de 1815, en Güemes documentado, op. cit.
Tomo 3, pp. 25-27.
11
En otro trabajo hemos analizado la importancia del fuero militar otorgado por Güemes a las milicias.
Cfr. Sara Mata de López “La tierra en armas. Salta en la Revolución” en Persistencias y cambios:

7
De igual modo habrá de desafiar a José Antonino Fernández Cornejo,
Comandante de Fronteras, poderoso hacendado, y distinguido miembro de la elite, a
quien en agosto de 1814 desconoce como jefe, cuando éste como Gobernador interino le
solicita el envío de “... la gente que sirve al ejército ...” reclamándole airado que
“...jamás se me ha dado a conocer por jefe mío, y de consiguiente no debo estar a sus
órdenes y mucho menos obedecerlas: porque estoy cierto que vuestra señoría solamente
es gobernador interino de Salta y con funciones inconexas a las mías como jefe de
12
vanguardia” . En este documento, finalmente habrá de desnudar sus verdaderas
intenciones: evitar desprenderse de los hombres de su mando y de este modo tal como
protesta “...que su señoría me debilite y desmembre la fuerza que he menester ...”,
asumiendo la responsabilidad personal de luchar contra los “tiranos”, es decir los
realistas.
El enfrentamiento con todos aquellos que intentaron neutralizarlo y resquebrajar
su poder, fundamentalmente erosionando su capacidad de mando sobre las tropas
irregulares de gauchos movilizadas llegó a su máxima tensión en ocasión de intentar
José de Rondeau, como Jefe del Ejército Auxiliar del Perú, destituirlo de su cargo de
Gobernador de Salta en complicidad con el Cabildo de Jujuy y algunos vecinos de Salta.
En el Oficio que Güemes envía al Director Supremo informándole que “...llega a mis
manos una carta que avisa haber levantado el general Rondeau su campo del punto de
la Huacalera y que se dirigía al pueblo de Salta con miras hostiles, arrastrando tras sí
la muerte y el espanto...” apela nuevamente a “...la sinceridad que me es
característica...” para informar acerca de las acciones emprendidas por Rondeau y de
su derrota, demostrando que las tropas irregulares de gauchos responden sin fisuras a su
mando “He ordenado a mis avanzadas impida la introducción de víveres
obstruyéndoles todo auxilio y comunicación. Con esta guerra de recursos le he hecho
sentir a este señor general todo el imperio de la razón, de la justicia y de la inocencia y
que una provincia valiente y generosa sabe sacudir el yugo de sus opresores. Mi fuerza
se compone de seis a siete mil hombres y ésta se incrementa por momentos con
imponderable entusiasmo en socorro de un pueblo injustamente atacado”. Enojado
considera que “Las proposiciones que me hace [Rondeau] son ofensivas y degradantes

Salta y el Noroeste Argentino. 1770-1840. Sara Mata Compiladora, Prohistoria & Manuel Suárez.
Rosario. 1999.
12
Oficio de Güemes a Fernández Cornejo, Agosto 21 de 1814. en Güemes documentado, op. cit. Tomo 2,
pp. 166-167.

8
13
a mi persona, a mis comandantes y a los inviolables derechos de mi provincia” (el
subrayado es nuestro) En todos estos textos Güemes muestra su fortaleza aún
exagerando14, protege a “sus gauchos” de los oficiales del ejército, se opone a las
decisiones tanto del gobierno civil de la provincia como de sus superiores del Ejercito
Auxiliar, justificando un accionar que indudablemente tendía a fortalecerlo y a ubicarlo
como el individuo que monopolizaba las fuerzas militares de la provincia de Salta. En
su persona se representan y se funden los gauchos y la provincia de Salta, marcados por
un mismo destino, destruir a los tiranos, no solo de los que se oponen a la libertad
americana, sino también de aquellos que en su nombre pretenden sojuzgar a un pueblo
inocente, el de Salta.
Sus posibilidades de desconocer de manera permanente la autoridad de Buenos
Aires eran escasas y por lo mismo trató siempre de legitimar su autoridad en el cargo
militar conferido por el Ejército Auxiliar, constituyéndose en el referente del
movimiento revolucionario de las Provincias Unidas del Sur frente a los insurgentes
altoperuanos, especialmente Juan José Padilla, Eusebio Lira (1816) y posteriormente
Chinchilla, en Ayopaya 15. Cuando en 1816 el Soberano Congreso reunido en Tucumán
designó como Director Supremo a Juan Martín de Pueyrredón, Güemes se mostró
entusiasmado, y sin duda respiró con alivio, lo unía a Pueyrredón una vieja amistad
familiar.
Exultante, dirige un Oficio al Congreso, en Tucumán, en el cual declara que
“Favorece y halaga nuestras desconsoladas esperanzas, la nunca bien aplaudida
elección de Vuestra Soberanía en la benemérita persona del señor coronel mayor don
Juan Martín Pueyrredón, para la suprema magistratura” y por supuesto no
desaprovecha la ocasión de reiterar su autoridad y los servicios que presta a la
“...conservación de los pueblos...” ofreciendo “...el voto uniforme de mi provincia [...].

13
Oficio de Güemes al Director Supremo, Cuartel General de los Cerrillos, marzo 19 de 1816, en Güemes
Documentado, op. cit. Tomo 3, pp. 308-310.
14
Desconocemos el número de gauchos movilizados que responden a Güemes pero nos parece que una
cifra de seis o siete mil gauchos es notoriamente exagerada, en función a los datos que tenemos sobre la
población de la jurisdicción de Salta a fines de la colonia. Aún si esta cifra correspondiera a toda la
población masculina movilizada en las jurisdicciones de Salta, Jujuy, Orán y Tarija, es decir toda la
provincia, deberíamos entonces suponer unanimidad en la decisión de combatir al ejército Auxiliar, y esto
merecería mayores estudios para afirmarlo.
15
Mata de López, Sara, Conflictividad, insurgencia y configuración del poder en los Andes
Meridionales. El caso de Salta entre 1800 y 1820. Actas del III Congreso de Historiadores
latinoamericanistas (ADHILAC). Santiago de Compostela. España. 2002. Publicado en CD.

9
Salta, este baluarte inexpugnable, en premio del galardón, que Vuestra Soberanía le
presenta, protesta duplicar sus sacrificios hasta poner a los pies de Vuestra Soberanía,
como en trofeo, la cerviz de ese león sediento de sangre americana”16 (el subrayado es
nuestro)
En la Proclama que dirige a los peruanos desde su Cuartel General en Jujuy en
Agosto de 1816, comunicando la Declaración de Independencia, trasluce su
identificación con los valores de la patria americana y reitera su representación como
garante de la libertad y la seguridad de los pueblos altoperuanos en su lucha contra las
huestes realistas. Se presenta como “... el ciudadano Martín Güemes, coronel de
Caballería de los ejércitos del Estado, Comandante General de la Campaña y
Gobernador Intendente de la Provincia de Salta...” para instarles a luchar “...guerreros
intrépidos, animados por tan santo principio; desplegad todo vuestro entusiasmo y
virtuoso patriotismo, que la Provincia de Salta y su jefe vela incesantemente sobre
vuestra existencia y conservación.” (el subrayado es nuestro) y apela a razones que
considera de indudable valor en la legitimación de la guerra de independencia en el
espacio andino al interpelar retóricamente “Si éstos son los sentimientos generales que
nos animan, con cuánta más razón lo serán cuando, restablecida muy en breve la
dinastía de los Incas, veamos sentados en el trono y antigua corte del Cuzco al legítimo
sucesor de la Corona?17. Esta apelación a la restauración incásica revela su
conocimiento acerca de las expectativas e imaginarios que movilizan a amplios sectores
de la sociedad altoperuana, especialmente mestizos e indios y no duda en recurrir a
ellos para aglutinar bajo su liderazgo las guerrillas que libran una encarnizada lucha
contra los realistas en esos territorios.
Días después dirige otra Proclama a los ciudadanos de la Provincia de Salta, y
luego de llamarlos “...compañeros de armas” les recuerda que “La serie de sucesos
que forman la historia de mis servicios a favor de la patria son los mejores monumentos
que acreditan mi amor y haber cumplido con los deberes sagrados de un verdadero
americano. Ahora que me hallo constituido en el rango de uno de los Jefes de la
Nación; que su vida se ha puesto en mis manos para que la restituya a su antiguo
esplendor; me contemplo aún más obligado para aniquilar mis esfuerzos...” y
16
Oficio de Güemes al Congreso, Salta y mayo 11 de 1816, en Güemes documentado, Tomo 3, op.cit. pp.
428-429.
17
Proclama a los peruanos, Cuartel Principal en Jujuy, agosto 6 de 1816, en Güemes documentado, Tomo
3, op. cit. pp. 472-474.

10
finalmente solicita: “Émulos de mi ejemplo corred tras mí y la posteridad celebrará
nuestra memoria con eternos vivas”18(el subrayado es nuestro) Lentamente, en estos
escritos Güemes agrega a su imagen de Jefe indiscutible de los gauchos movilizados
que responden sin fisuras a sus órdenes, la convicción de constituir el valuarte
insustituible de la defensa territorial ante el avance realista y por ende el defensor
privilegiado de las Provincias Unidas del Sur, no entendida por supuesto como quiso la
historiografía de fines del siglo XIX, de la actual Argentina, sino de la causa americana
y de los territorios comprendidos por el virreinato del Río de la Plata. Es por ello que
dirige su proclama a los pueblos altoperuanos, frente a los cuales se impone como uno
de los Jefes del Ejercito de Buenos Aires. El destino de la patria americana se encuentra
en sus manos y él habrá de salvarla de la tiranía española y promete, a quienes le
acompañen en esta gesta, el eterno reconocimiento de los hombres libres.
Se reconoce como general de una Nación cuyo destino está en sus manos y
aspira por lo mismo a ser legítimamente reconocido como tal por las autoridades que
emergen dificultosamente como representativas de una comunidad política aún
19
indefinida pero no por ello menos deseada . En ocasión de celebrar la noticia de la
declaración de la Independencia en 1816 pondrá de manifiesta esta imperiosa necesidad
de contención política e institucional. En el Oficio que envía al Congreso reunido en
Tucumán expresa “Decidido en todo tiempo a sostener con mi vida los sagrados
derechos de la patria, en medio de las oscilaciones, que ocasiona un Estado indefinido;
puede Vuestra Soberanía considerar cual sería la alegría que tomé en la declaración
solemne de nuestra deseada independencia.”20
Es indudable el compromiso asumido por Güemes en la guerra de
independencia. Si bien la renovación historiográfica referida al proceso de ruptura con
España es aún incipiente y predominan las versiones construidas a fines del siglo XIX,
basadas en la exaltación de los sujetos, actores heroicos en tanto hacedores de la nación,
es preciso reconocer que Güemes visualizaba su futuro político tan solo en la
construcción de un poder independiente de la Corona Española, poco importaba

18
Proclama, Cuartel General en Jujuy, a 17 de agosto de 1816, en Güemes Documentado, Tomo 3, op. cit.
pp. 474-475.
19
No puede menos que llamar la atención la enigmática frase que hemos citado en la Proclama por la cual
se compromete a restituir a la Nación su “antiguo esplendor”, ¿estaría acaso refiriéndose a la
restauración incásica?
20
Oficio de Güemes la Congreso, Jujuy agosto 2 de 1816, en Güemes Documentado, Tomo 3, op. cit. pp.
436-437.

11
entonces que ésta hubiera sancionado una constitución liberal en 1812, retornara al
absolutismo en 1814 o adhiriera nuevamente al liberalismo en 1820. Testimonio de esta
fidelidad a la causa de la independencia americana la constituyen sus respuestas a los
emisarios de los tropas realistas, que intentan persuadirle acerca de la conveniencia de
deponer las armas en contra del Rey. A los ofrecimientos realizados por Pedro Antonio
Olañeta, vecino de Jujuy y General de la Vanguardia del Ejército del Rey y de
Guillermo Marquiegui, también Jujeño y realista, habrá de manifestar indignado “...yo
no aspiro a premios, ni recompensa: trabajo por la libertad del país. [....] Esto es lo
mismo que por el órgano de mi voz repite incesantemente todo buen americano. [...]
Espero que Ud. no me insulte otra vez con tan groseras propuestas y convencido de que
soy honrado, que me asiste un corazón firme, e incapaz de cometer bajezas, se valga
solamente de las bayonetas y espadas que defienden a su Rey...”21
Reitera así valores positivos relativos a su persona, a la sinceridad de la cual ya
ha hecho gala en otras oportunidades, añade el desinterés, la honradez, un corazón firme
incapaz por lo tanto de renegar de sus ideales, que precisamente son los de lograr la
libertad del país y una vez más se presenta como intermediario y representante de todo
buen americano. Si los honores y recompensas a los que renuncia se limitan a los
ofrecimientos realizados por Olañeta y repetidos por Marquiegui, podemos afirmar que
el desinterés que manifiesta es relativo ya que éstos sólo ofrecen y pueden ofrecer
protección para él y su familia, en tanto que los beneficios derivados del éxito de la
independencia se presentan como una de las pocas alternativas políticas posibles para
Güemes en virtud de las escasas posibilidades de una carrera militar fuera de los limites
de la provincia de Salta, donde hábilmente ha logrado anudar voluntades y canalizar
22
aspiraciones políticas de sectores tradicionalmente marginados . De ahí su invocación
a los derechos de los Incas al Gobierno de la América del Sur y su constante exaltación
de los gauchos y milicias salteñas, a las cuales no ahorra elogios y de quién se declara
Jefe indiscutido.
Los territorios que a partir de 1814 constituyen la provincia de Salta serán
escenario de una guerra que no cesará hasta la muerte de Güemes en 1821. En el
transcurso de esos años la vanguardia realista logrará repetidamente ocupar la ciudad.

21
Carta de Güemes a Guillermo Marquiegui, 1816, en Güemes Documentado, Tomo 6, op. cit. pp.135
22
Acerca de la movilización de sectores rurales ver, Sara Mata de López “La tierra en armas. Salta en
la Revolución” en Persistencias y cambios.... op. cit.

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La resistencia que se ofrece es tan solo una guerra de recursos y escaramuzas que
tienden a debilitar a las fuerzas de ocupación, que no podrán por lo mismo cumplir con
las aspiraciones de presentar batalla al ejército de Buenos Aires estacionado en
Tucumán. Estas circunstancias contribuyen a consolidar el poder de Güemes y sus
milicias, quien accede a tolerar los “excesos” cometidos por los gauchos y los coloca
bajo su protección directa al concederles el fuero militar incluso cuando no están
prestando servicios militares, por la sola condición de gauchos. Logra también evitar
que tengan lugar en Salta las levas dispuestas por el Director Supremo en 1816, cuando
ya es una decisión concentrar todos los esfuerzos en la organización del Ejercito de los
Andes en Mendoza. En esa oportunidad se dirige a Juan Martín de Pueyrredón, con
quien mantiene una estrecha amistad, argumentando que “Vuestra Excelencia es un
testigo ocular, que todos los hombres que podían destinarse al Ejército están siempre
ocupados en el servicio de la causa pública: ellos abandonan sus casas, hogares,
familias y caras esposas, por correr presurosos a la defensa del país amenazado: han
sacrificado aquellos escasos bienes de fortuna, con que pobremente subsistían [...] A
vista pues de tan poderosos fundamentos nada tiene de extraña mi protección hacia
estos infelices, ...” 23 y los protege solicitando que la Provincia de Salta esté eximida de
enviar reclutas al servicio de las Provincias de la Unión. De este modo evita
implementar una medida que seguramente resultaba irritante, ya que las levas fueron
siempre resistidas, pero que básicamente lo debilitaría al restarle el apoyo de parte de
los hombres disponibles. La Provincia de Salta y las Altoperuanas están destinadas a
librar una lucha de guerrillas, de recursos, distractiva y desgastante de las huestes
realistas.

Algunas reflexiones finales

Conflictivos, estos años de inestabilidad política, enfrentamientos y


exacerbación de pasiones, a la vez que posibilitaron la configuración de nuevas alianzas
y solidaridades políticas, significaron también un viaje sin retorno para muchos de
aquellos que se embarcaron en la nave de la revolución y de la independencia
americana. Las razones para esta decisión pueden ser múltiples, y por supuesto no
23
Oficio de Güemes al Director Supremo, Jujuy octubre 17 de 1816, en Güemes Documentado, Tomo 4,
op. cit. p. 70.

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siempre explícitas a pesar de las apasionadas declaraciones de sus protagonistas. Los
textos que hemos revisado y que corresponden tan solo a los primeros años de la gestión
de Martín Miguel de Güemes, deben ser observados desde una doble perspectiva. En
primer lugar están rubricados por él, pero no sabemos si todos o algunos fueron escritos
por su secretario o asistentes. Por otra parte, es preciso considerar que están dirigidos al
Jefe del Ejército Auxiliar o al Director Supremo, es decir a las autoridades que
representan el poder de Buenos Aires, capital del antiguo virreinato; a los vecinos de la
provincia de Salta (por ende a la elite); a sus compañeros de armas, los gauchos y
paisanos movilizados en la campaña salteña y finalmente a los valientes guerreros
altoperuanos que hostigan a los realistas establecidos en las importantes y neurálgicas
ciudades de la Paz, Cochabamba, Chuquisaca y Potosí. Frente a todos ellos Martín
Miguel de Güemes se presenta como representante de sus intereses, garantía de su
seguridad y paladín de la libertad, quienes le sigan compartirán con él la gloria que la
posteridad, es decir la historia, habrá con justicia reconocerle.
El estudio de estos años obligan a frecuentar documentación de diversos
orígenes y características que permiten visualizar los graves conflictos internos, las
conspiraciones para asesinar o derrocar al Gobernador Güemes protagonizados por
algunos miembros destacados de la elite salteña coaligados con capitanes y
comandantes de las tropas milicianas, que demuestran que el poder de éste no resultaba
tan monolítico como él mismo lo presentaba. En los años de su Gobierno nunca pudo
impedir la instalación de las tropas realistas en las ciudades de la jurisdicción de la
provincia, y no libro batalla alguna como ejército regular. La emboscada a las partidas
realistas que se adelantaban en el reconocimiento del terreno o al necesario
aprovisionamiento de víveres y ganado constituyeron su principal estrategia.
Luego de su muerte, en circunstancias siempre discutibles, pero pergeñada sin
duda entre la oposición interna de sectores de la elite con el Jefe realista Pedro Antonio
de Olañeta, sus detractores y enemigos debieron sofocar repetidamente el descontento
de las milicias rurales cuyo disciplinamiento social resultó difícil e insumió varios años.
El destino de la independencia americana se había cumplido en otros escenarios y otros
fueron los protagonistas que la consumaron. Güemes y sus gauchos ingresaron en un
cono de sombra, del cual lentamente comenzarían a ser rescatados por la literatura y la
historiografía local al finalizar el siglo XIX. Si su liderazgo político resultó inviable en

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1820 y su carrera política y militar se frustró, limitándose a resistir la presencia realista
en el territorio salto-jujeño, debemos decir que la imagen que de él mismo construyó y
que intentamos rescatar en estas breves líneas, se impuso en el discurso historiográfico
local y nacional y junto con él las milicias gauchas fueron desplazadas de su
protagónico rol en el conflicto social siempre latente en las sociedades de antiguo
régimen, para articular su accionar en el discurso revolucionario de las elites dirigentes.
Martín Miguel de Güemes fue a través de estos escritos el hacedor de su rotundo triunfo
frente a la posteridad y para ello, unió en su destino a los peones, agregados, arrenderos
y pequeños propietarios de heterogénea composición étnica, que componían la plebe
rural y que por la pluma de Güemes se convirtieron en “campeones de la libertad
americana” .

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