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(Crédito: www.mira.ca)
Carlos tiene 13 años, discapacidad mental y es alumno de una clase especial en una
escuela pública de la periferia. Luego de faltar dos días a la escuela, algo que no
acostumbra hacer, Carlos retornó llorando el tercer día al colegio. La profesora preguntó
a la madre sobre lo acontecido, y ella respondió: “Mi hijo sufrió un accidente y se
quemó con leche caliente, por eso hoy le puse dos camisetas para que no se moje (con el
líquido de las ampollas)”. La directora llegó en el momento en que la madre contaba lo
sucedido y pidió a Carlos que se levantara la camiseta. Cuando vio sus quemaduras
inmediatamente lo llevó al hospital. (SCS 2003)
Históricamente, es decir ¡Hace milenios!, las personas con discapacidad han sido
tratadas como “criaturas” y no como lo qué son: seres humanos y ciudadanos de
derechos. La consecuencia de esta discriminación exacerbada contra las personas de
este grupo social, aun en la actualidad, es desastrosa y extremadamente nociva para sus
vidas. Aunque existen instrumentos legales nacionales e internacionales que defienden y
protegen los derechos de las personas con deficiencia, desde que nacen, estas personas
estarán más propensas a sufrir toda clase de violencia: abandono al momento de nacer,
abuso sexual, violencia física y psicológica, maltrato, discriminación, exclusión, etc.
Todas las violaciones a los derechos de las personas con discapacidad reflejan las
características de una sociedad excluyente que no respeta ni protege los derechos de las
personas que pertenecen a grupos sociales en desventaja. En este contexto de
desigualdad social y de falta de oportunidades, surgen violaciones de todo tipo, las
cuales proliferan y se perpetúan en base a la ignorancia, el preconcepto y el miedo de
aceptar la diferencia entre los seres humanos como una riqueza que debe ser apreciada.
Según el estudio de la Alianza Save the Children “Derechos de los Niños con
Discapacidad”, la invisibilidad ocurre porque:
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1. Es común la creencia de que las necesidades prioritarias de los niños con
discapacidad son las terapias especializadas o el tratamiento;
2. Existen creencias y supersticiones tradicionales que llevan a que las familias se
avergüencen de sus hijos con deficiencia;
3. Existe falta de servicios de apoyo a las familias que no tienen acceso a la
información, no tienen acceso a oportunidades de conocer mejor y entender lo
qué es la discapacidad;
4. La segregación (el aislamiento) y la institucionalización de las personas con
deficiencia son prácticas tradicionales (y por lo tanto consolidadas).
La situación de invisibilidad de este grupo social es tan grave que, con una frecuencia
alarmante, no forma parte de los informes internacionales o nacionales que tratan sobre
los derechos de los niños en general. Esta invisibilidad es una barrera casi intraspasable
para aquellos que luchan por los derechos de los niños con discapacidad ya que la
condición de invisibilidad lleva al no-reconocimiento de la violación, y por
consecuencia, impide que se realice la denuncia cuando una persona con deficiencia
sufre abuso sexual y negligencia.
El artículo 34 de la Convención sobre los Derechos del Niño, publicada por la ONU en
1989, establece que el Estado debe proteger a todo niño contra cualquier forma de
explotación o abuso sexual y que el Estado debe tomar todas las medidas que sean
necesarias para impedir:
-el incentivo o coacción para que un niño se dedique a cualquier actividad sexual ilegal,
-la explotación del niño en la prostitución o en otras prácticas sexuales ilegales y
-la explotación del niño en espectáculos o materiales pornográficos.
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El estudio exploratorio realizado en Perú y Paraguay por Save the Children Suecia
(2002) “Niños con Discapacidad y Abuso Sexual” indica que “los niños y niñas con
discapacidad están más expuestos a mayores condiciones de riesgo, tanto en su
integridad física como mental, tanto en el ámbito familiar como en su entorno social.
Los testimonios del estudio muestran una diversidad de casos de maltratos físicos,
explotación, abandono, etc.”
La invisibilidad de las personas con deficiencia es tan sólida que por falta de datos
estadísticos producidos a partir de estudios nacionales, desde los años 70, las cifras
ofrecidas por la UNESCO (1993) han sido sistemáticamente adoptadas en documentos
oficiales de los países del Hemisferio Sur, los cuales establecieron que sólo 1% de cerca
del 10% de población con discapacidad tiene acceso a cualquier clase de tratamiento o
educación.
El término discapacidad incluye innumerables características humanas, las cuales por lo
general son consideradas diferentes al patrón promedio de la población. Sin embargo,
las denominadas “discapacidades” tienen algo en común: son consideradas condiciones
incapacitantes para los seres humanos que las “poseen” y esta etiqueta tiene el efecto
pernicioso de que la persona con discapacidad sea reducida a lo que se considera como
incapacidad. En la actualidad; estudios, informes, películas y numerosas experiencias
exitosas difundidas mundialmente demuestran que las personas que presentan
dificultades motoras, de lenguaje, de visión o audición, de comportamiento o cualquier
otra clase, pueden tener una vida como cualquier otra persona, siempre y cuando
cuenten con oportunidades sociales y educacionales que permitan su acceso a diversos
sectores de la sociedad, cuenten con acceso a servicios de salud adecuados, siempre y
cuando sus derechos como ciudadanos sean respetados... Sin oportunidades, los niños
con discapacidad leve tendrán diagnósticos aun más complicados.
La invisibilidad que fomenta la vulnerabilidad de los niños con discapacidad es, por lo
tanto, un tema de extrema gravedad y que debe ser tema de preocupación y debate para
todos los que trabajan junto a estas personas. El grado de vulnerabilidad de los niños
con discapacidad es proporcional:
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-a la falta de estructura familiar y de un acompañamiento sistemático, es decir, el niño
es tratado con indiferencia, es sobreprotegido, insertado en conflictos o relaciones de
dependencia;
-a la falta de estímulos favorables al desarrollo de sus habilidades, autoprotección,
independencia y autonomía;
-a carencias afectivas y emocionales que pueden favorecer el accionar de un posible
abusador.
Todos estos factores se vuelven aun más alarmantes si consideramos que en la mayor
parte de los casos, el abuso se realiza por miembros de la propia familia y que, por
consiguiente, existen mayores oportunidades de que el abuso continúe por un largo
período de tiempo.
Maria, una niña de 12 años y estudiante del cuarto año de primaria, considerada por su
profesora como una alumna de lento aprendizaje, es víctima de abuso sexual. Durante el
periodo escolar, ella almuerza en casa de su madre, donde está frecuentemente en
contacto con su primo que abusaba sexualmente de ella. Maria mantuvo “el romance”
en secreto porque fue amenazada por el primo. Un día, sus padres descubrieron que
estaba embarazada. Maria tuvo al niño y abandonó la escuela porque sus padres no
querían que otros muchachos la persiguieran ya que ahora Maria tenía un hijo que
cuidar.
MITOS
Creencias incorrectas y no fundamentadas en la realidad también tienen un papel
importante en la reproducción constante de la vulnerabilidad del abuso sexual sufrido
por niños, niñas y adolescentes con discapacidad:
-el niño o niña con discapacidad que sufrió abuso sexual olvidará y superará la
experiencia;
-el niño, joven o adulto con deficiencia no tiene una vida sexual activa por lo que no
necesitan información al respecto;
-las personas con deficiencia mental no presentan el mismo desarrollo sexual que otras
personas;
-la preocupación por el posible acoso o agresión sexual solamente debe existir en la fase
adolescente y no en otra;
-las niñas son más vulnerables a la agresión sexual que los niños;
-si el niño con discapacidad está “protegido”, es decir, si es cuidado todo el tiempo,
necesariamente estará seguro;
-entre los docentes u otros profesionales es común encontrar la creencia de que el propio
comportamiento sexual del niño o niña con discapacidad fue lo que provocó la agresión;
-los padres y familiares no se encuentran en condiciones de orientar sexualmente a sus
hijos, y, por lo tanto, está orientación debe estar a cargo de un especialista;
-los agresores sexuales son personas que consumen alcohol o drogas;
-los niños con discapacidad inventan experiencias sexuales que no deben ser tomadas en
serio por los adultos;
-los niños con discapacidad son poco atractivos, y de esta forma, no están en riesgo de
ser abusados sexualmente.
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necesidades de estos seres humanos. Cualquier acción para enfrentar el abuso sexual
contra niños y jóvenes con deficiencia debe considerar estas creencias erróneas,
desmitificar las percepciones incorrectas e infundadas, hacer que la información sobre
este tema sea accesible a la población en general, incluyendo a las propias personas con
discapacidad, promover la concientización y la difusión de nuevos paradigmas, los
cuales deben basarse en los derechos humanos y en la formación de la ciudadanía.
Conclusiones
Bibliografía
CEARAS/CRAMI ABCD (2000) Abuso Sexual, que violência é essa? Santo André.
ONU (2001) It is our world too!. Report on the lives of disabled children. UN General Assembly Special
Session on Children, NY (ISBN 1 898037 46 9)
Save the Children Suecia (2003) Aprendendo sobre os direitos das crianças com deficiência, Guia de
orientação à família, escola e comunidade. Recife. (Disponible en www.edtodos.org.br o
faleconosco@edtodos.org.br)
Save the Children Suecia (2003) Los Derechos de los Niños con Discapacidad, Una Guía Práctica, Lima,
Perú. (Disponible en www.scslat.org)
Save the Children Suecia (2002) Niños con Discapacidad y abuso sexual, estudio exploratorio en Perú y
Paraguay. Lima. (Disponible en www.scslat.org)
ONU(1993) Normas Uniformes sobre la igualdad de oportunidades para las personas con discapacidad.
www.mira.ca
Fuente: Windyz B. Ferreira
“El que está verdaderamente convertido estará tan lleno del amor de Dios que querrá impartir
a otros el gozo que él mismo posee. El Señor desea que su iglesia transmita al mundo la
belleza de la santidad. Ella ha de demostrar el poder de la religión cristiana. El cielo ha de
ser reflejado en el carácter del cristiano. El canto de gratitud y alabanza ha de ser oído por
los que están en tinieblas. Hemos de expresar nuestra gratitud por las buenas nuevas del
Evangelio, por sus promesas y su seguridad, tratando de hacer bien a los demás. El hacer obra
misionera trae rayos de brillo celestial a las almas cansadas, perplejas y doloridas. Es como
una fuente abierta para los viajeros agotados y sedientos. En toda obra de misericordia, en
todo trabajo de amor, hay presentes ángeles de Dios. Los que viven más cerca del cielo
reflejarán el brillo del Sol de justicia” (Manuscrito 55, 1901).
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