Gran lector, excelente estudiante, bibliotecario, profesor,
político y revolucionario Carlos Fonseca nació en la ciudad de Matagalpa, el 23 de junio de 1936 y murió en las selvas de Zinica, el 8 de noviembre de 1976, cuando la guardia somocista le tendió una emboscada, en la que también cayeron otros heroicos combatientes sandinistas como Benito Carvajal y Crescencio Aguilar. Su formación académica continuó en la Universidad Nacional, en León, donde se matriculó en la Facultad de Derecho. Es en esta época que integra a la primera célula marxista del país y asume una actitud de mayor beligerancia.
En 1956, fue capturado en las redadas posteriores al
ajusticiamiento, a manos del patriota Rigoberto López Pérez, del dictador Anastasio Somoza García. Cuatro meses estuvo en las cárceles somocistas. Al finalizar su primer año de estudios universitarios viajó a la Unión Soviética y la República Democrática Alemana. Fruto de este viaje es su conocido ensayo «Un nicaragüense en Moscú». También recorrió otros países, como Guatemala, Costa Rica, Venezuela, México y Cuba.
Fundador del FSLN
En 1961 funda el Movimiento Nueva Nicaragua (MNN) junto a
Silvio Mayorga, Tomás Borge, Fernando Gordillo, Jorge Navarro y Francisco Buitrago, José Benito Escobar, Germán Pomares. En julio de ese mismo año, Carlos Fonseca Amador y un destacado grupo de dirigentes sandinistas, entre ellos Borge Martínez, Santos López y Silvio Mayorga funda el FSLN, rescatando los valores y principios sociales y antiimperialistas del General Augusto C. Sandino.
Desde su primera experiencia guerrillera en El Chaparral, en
1959, donde fue herido, no cesó su lucha, convencido de que la única manera de vencer a la dictadura era por la vía armada, con la conducción del FSLN como organización de vanguardia.
Autor del programa histórico del FSLN, en el escrito ¿Qué es
un Sandinista?, sentó las bases que debe ser y encarnar un sandinista. A continuación, algunas de esas reflexiones:
1. El revolucionario Sandinista debe evitar la simple “frase
revolucionaria”, tenemos que acompañar esto con una profunda identificación con los principios revolucionarios.
2. El Sandinista sabe vincular la teoría revolucionaria con la
práctica concreta en la que actúa, estrecha vinculación con las masas populares, asimilación de la experiencia que se desprende de la práctica de nuestra fuerza combativa.
3. El Sandinista debe tener un auténtico espíritu crítico, ya que
tal espíritu de crítica constructiva le da consistencia mayor a la unidad y contribuye a su fortalecimiento y continuidad, entendiéndose que una crítica mal entendida que expone la unidad, pierde su sentido revolucionario y adquiere un carácter reaccionario.
4. Un Sandinista posee, ante todo, modestia revolucionaria.
Esta es una cualidad que tiene más importancia de lo que a primera vista puede parecer. La modestia facilita, quizá en muchos casos decisivamente, la vida colectiva, la actividad de un conjunto de personas.
5. La conciencia colectiva, la conciencia de que es la energía de
un conjunto de hombres lo que integra la vanguardia, es imprescindible en el espíritu militante. Ese espíritu colectivista, que lo sustenta la modestia, debe convertirse en una pasión en el militante Revolucionario.
6. El Revolucionario nunca olvida el título que ostentan los
combatientes Sandinistas: HERMANO. Esto tampoco es opuesto al empleo de la energía y el rigor, tan necesario en la vida dura clandestina y guerrillera. De lo que se trata es de ser enérgico y riguroso sin olvidar el respeto, la sinceridad, la fraternidad.
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