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PROFETA.
El término profeta en la creencia religiosa se refiere a una persona que
sirve como intermediario entre la humanidad y la divinidad. Estrictamente
hablando, un profeta es alguien que sostiene haber tenido una
experiencia personal de Dios recibiendo de él la misión de comunicar sus
revelaciones y, como consecuencia de ello, habla en su nombre a los seres
humanos. El profeta posee cualidades de intercesor por el pueblo ante
Dios y a su vez es mensajero de su palabra. Su carisma de interpretar la
historia desde la perspectiva de Dios recibe el nombre de don de profecía.
EVANGELISTA
“La palabra que se traduce “evangelista” en el Nuevo Testamento es un
sustantivo tomado del verbo euangelizomai, ‘anunciar noticias’, y
generalmente se traduce como “predicar el evangelio”. El verbo es muy
común en el Nuevo Testamento, y se aplica a Dios (Gálatas 3:8), a nuestro
Señor (Lucas 20:1), a los miembros ordinarios de la iglesia (Hechos 8:4),
como también a los apóstoles en sus viajes misioneros. El sustantivo
“evangelista” aparece tres veces solamente en el Nuevo Testamento.
Pablo exhorta a Timoteo a hacer la obra de evangelista (2 Timoteo 4:5); es
decir, a hacer conocer los hechos del evangelio. Timoteo había
acompañado al apóstol en sus viajes misioneros. Pero resulta claro (por
los mandatos que le dio en las dos cartas que le dirigió) que su tarea,
cuando el apóstol escribía, era mayormente local y pastoral”. Desde este
punto de vista podemos decir que el evangelista, lleva intrínsecamente el
trabajo pastoral o viceversa, el pastor realiza el trabajo de evangelista. El
que se le indique que debe hacer la obra de evangelista demuestra que el
que era evangelista podía también ser pastor y maestro.
Pastor es uno que ha sido llamado para guiar, vigilar y cuidar el rebaño de
Dios. Dios le da unción para hacer este tipo de trabajo. El llamamiento
divino es un requisito para cumplir con este ministerio cristiano. Es lógico
esperar que Dios, un soberano, eligiera sus propios siervos y los enviara
como sus embajadores.
En el Antiguo Testamento vemos que Dios llamó a los profetas. Por eso,
tenemos razón en este tiempo El hace lo mismo. Antiguamente nadie
tenía derecho a meterse en el oficio de profeta. Dios dijo: “El profeta que
tuviere la presunción de hablar palabra en mi nombre, a quien yo no he
mandado hablar, o que hablase en nombre de dioses ajenos, el tal profeta
morirá.” (Deut. 18:20) También Jer. 23:30 dice; “Yo estoy contra los
profetas, dice Jehová, que hurtan mis palabras.” Vea también Jer. 1:4-10.
Igualmente con los otros ministerios el sigue llamando y escogiendo a sus
siervos y la confirmación de esto se ve al considerar lo siguiente;
3. Maduro en su carácter.
El Pastor debe ser una persona irreprensible, que no tenga litigios con
nadie. Su vida moral debe ser un testimonio de una persona integra,
honesta con altos principios y una vida conforme a los valores bíblicos. Él
tiene que aclarar y proclamar la verdad espiritual en el púlpito igual que
modelarla en su vida personal.
4. Testimonio Espiritual.
El pastor debe tener un buen testimonio en todo lugar. El siervo del Señor,
debe serle fiel a Cristo por lo cual, será muy probable que sea perseguido.
I Tim. 3:7 dice; “Es necesario que tenga buen testimonio de los de afuera,
para que no caiga en descrédito y en lazo del diablo.” II Cor. 4:2 dice que
el siervo del Señor debe recomendarse “a toda consciencia humana
delante de Dios.”
1. Irreprochable.
2. No divorciado.
3. Sobrio
4. Prudente
5. Decoroso.
6. Hospedador.
7. Apto para enseñar
8. No adicto al alcohol.
9. No busca peleas.
10.No codicioso de ganancias deshonestas.
11.Amable
12.Apacible.
13.No avaro.
14.Gobierne bien su casa
15.Hijos en sujeción y honestidad
16.No un neófito.
17.No un vanidoso
18.Buen testimonio público
MAESTRO.
2 Timoteo 1:11; 2:2 y Santiago 3:1. Esta última escritura nos dice que los
maestros serán sujetos a un juicio más estricto, y por eso deben ser muy
cautelosos cuando enseñen. Ellos sólo deben enseñar la Palabra.