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Los niños de hoy no son como los de antes……

Al pensar en la infancia, nos hemos acostumbrado a pensarlos como sujetos biológicos y


psicológicos. La niñez de hoy está atravesada por profundas transformaciones y se ha llegado a
pensar que los niños de hoy no son como los niños de antes, sus formas de jugar, sus formas de
vestir, pensar, aún de consumir ha cambiado, y es que la sociedad en sí fue cambiando y la infancia
no pudo escapar de esta vorágine.

Años atrás los niños pasaban más tiempo jugando, la escuela era lo más importante y al llegar a
casa solo había una regla de oro que cumplir “ si terminas la tareas podes salir a jugar”, cada niño
realizaba su actividad y luego las horas transcurrían en la casa del vecinito/a, jugando a la pelota en
la calle o andando en la bicicleta, jugando a las bolitas, el mundo de los adultos solo aparecía a la
hora de jugar a la mamá y el papá o a la maestra.

Hoy vemos que los niños ya no juegan a ser adultos, sino que viven en carne propia los
padecimientos de los más grandes, viven en una sociedad que exige, sociedad que compite
constantemente, sociedad que impone el consumo y obliga a la niñez a estar a la par del ritmo que
esta sociedad pretende y espera de él.

Se naturalizan las funciones por lo tanto, sería normal que un niño atienda a lo que los adultos
esperan de él, si no lo hace es porque tendría una falla en sus neurotransmisores. Si no alcanza este
ritmo entonces algo anda mal, de esta manera se pone en riesgo el futuro de los niños y se los suelda
al padecimiento que a largo plazo provocara que sus cuerpos hablen por ellos y lo más probable es
que se deba acudir a un profesional que traduzca este lenguaje, esto que no se dice con palabras,
esto que se vive internamente y se manifiesta externamente.

Si es verdad, los niños de hoy no son como los de antes, hoy están atravesados por la falta de
tiempo, la escuela exige, los padres exigen, las actividades extracurriculares exigen, la sociedad de
consumo también exige y la niñez se pierde entre las horas que pasan para ser mejores, más
correctos, súper competitivos, casi perfectos…

Hoy los adultos y los niños se encuentran en pie de igualdad respecto de la información que


manejan e incluso hay cuestiones en los que los menores aventajan a los mayores, por ejemplo
en computación, internet y manejo de aparatos electrónicos.
En la actualidad los niños son los que gozan del "Saber" tecnológico su mundo es tan real como el
mundo adulto; consumen y viven de manera independiente como lo hacen los más grandes; Estos
niños son cada vez "Más Adultos" pero a la vez son cada vez más indefensos frente a la influencia
mediática, el consumismo y las exigencias.

Con todo esto no se trata de decir que la infancia ha desaparecido, que ya no hay niños, porque no
sería verdad, lo que se puede decir es que existe una decadencia de la niñez moderna, que ha
cambiado hasta dar lugar a una "Nueva Infancia".
Es una época en donde la función de la niñez ha sido despojada de su significado, se los prepara
para ser los futuros profesionales, competidores en el mercado, los abogados del futuro, se han
convertido en seres domesticados.

Pero por otro lado ser niño en esta sociedad no es nada sencillo, ya que están atravesados por el alto
rendimiento y las competencias impuestas en “DEBES SER EL MEJOR, DEBES SUPERARTE A
TI MISMO”, como si ser niño implicara un lugar al que debes ascender como en un puesto de
trabajo.

Pero ¿qué pasa cuando los niños se agotan?, ¿qué pasa cuando no pueden llegar a las expectativas
de los demás?, ¿qué sucede cuando no rinden o no dan su máximo potencial?, lo que sucedes es que
comienza a visualizarse patologías que jamás fueron asociadas a la niñez sino que tenía que ver con
los adultos, como por ejemplo la depresión, el estrés, el desgaste mental, la falta de rendimiento,
niños excitados que llegan a los consultorios porque no pueden lograr alcanzar los sueños y metas
impuestos por otros, síntomas de una sociedad asfixiante, síntomas que necesitan ser acallados, esto
significa niños medicados, niños diagnosticados, destinados al fracaso.

Gisella Untoiglish dice algo muy importante respecto de la visión de la escuela a la hora de hablar
del fracaso escolar en los niños de hoy y es que justamente la escuela suele ser como una vidriera
con lentes de aumento donde por lo general se muestran gran parte de las problemáticas de la
infancia.

Los padecimientos de los niños se manifiestan dentro de las aulas interfiriendo en el desarrollo del
aprendizaje, responsabilizándolos por el fracaso escolar o su bajo rendimiento y es que como dije
anteriormente son las conductas de estos niños el motivo de consulta al profesional.

Pero ¿a qué nos referimos cuando hablamos de fracaso escolar?, ¿Cuándo el aprendizaje es un
problema?, y es que fracaso escolar no es lo mismo que problemas en el aprendizaje.
Sara Paín considera al problema del aprendizaje como un síntoma, en el sentido de que el no
aprender no configura un cuadro permanente sino que ingresa en una constelación peculiar de
comportamientos en los cuales se destaca como signo de descompensación.

El no-aprender consiste en lo que es el síntoma y la inhibición y que ambas afectan la significación


del problema de aprendizaje, no debe buscarse sobre el contenido del material en el cual opera sino,
sobre la operación como tal. El no-aprender se constituye como inhibición o como síntoma.

El fracaso escolar tiene que ver con el rendimiento del niño, es uno de los motivos más frecuentes
de consulta al psicopedagogo ya que se fracasa por distintos motivos, como se dijo anteriormente,
la velocidad de la sociedad en la que vivimos y las demandas de los adultos oprimen el rendimiento
escolar de los menores.

Es importante entender en que tipo de sociedad estamos viviendo para saber qué tipo de niños
estamos produciendo.

Es una sociedad en donde las instituciones, los afectos y los sujetos se licuifican, esta sociedad está
caracterizada por la fragilidad, el derrumbe de las instituciones y la transitoriedad.

Esta sensación de que todo se escurre crea la necesidad de clasificar lo que no podemos entender,
aquello que se manifiesta, que no puede decirse con palabras, será etiquetada en una patología y su
vida será entorno a ese etiquetamiento.

Como adultos, padres, profesionales es nuestro deber salvar al niño del destino prefabricado por
ese nombre que lo constituye en el encierro.

Detrás de las dificultades escolares, del desorden, de la falta de atención hay un niño que sufre, hay
una familia que también padece por no comprender lo que sucede y una institución escolar que no
halla la forma de responder a las demandas que se le exigen.

Las causas de los problemas de aprendizajes pueden ser muchos, los factores orgánicos, específicos,
psicógenos y ambientales que se combinan para que un niño en un determinado espacio tenga
dificultades para apropiarse de los conocimientos, por eso como profesionales no debemos realizar
generalizaciones, sino que debemos tener en cuenta las características singulares de cada sujeto al
momento de encarar un tratamiento o diagnóstico.
Por esto, Gisella Untoiglich afirma que los diagnósticos deberían funcionar como brújulas
orientadoras para los profesionales, teniendo en cuenta que el sujeto es un ser en devenir y que por
lo tanto se irá modificando, tener en cuenta su malestar, cambiar la mirada de los otros respecto del
niño que padece, de modo que pueda ser reconocido como tal, que puedan ver las cosas de otro
modo, desde otro lugar.

A modo de conclusión: entendemos que el diagnostico psicopedagógico es un proceso en el cual se


intenta comprender la relación del niño con el aprendizaje, esto nos permitirá tener en cuenta la
dificultad que presenta el niño y cuáles son las estrategias, herramientas que como profesionales
podemos entregar al docente para que este pueda brindarle al niño un saber que sea potencialmente
significativo.

Como adultos y futuros profesionales es importantes que podamos fomentar un espacio para que
nuestros niños vuelvan a ser niños, que jueguen, investiguen, exploren y no sean sancionados
cuando se equivocan, sino que esta equivocación pueda entenderse como parte del proceso de
aprender.
Referencias bibliográficas:

 Gisella Untoiglich: diagnosticos en la infancia. En búsqueda de la subjetividad perdida.


 Silvia Bleichman: patologización de la infancia.
 Silvia Shlemenson: Cuando el aprendizaje es un problema.
 Norma Filidoro: Aportes desde la psicopedagogía.
 Untoiglich Gisella: en la infancia los diagnósticos se escriben con lápiz.
 Paín Sara. Diagnóstico y tratamiento de los problemas de aprendizaje.

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