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El Fin Del Estado
El Fin Del Estado
EL BIEN COMUN
Bemardino Montejano
SUMARIO: I. Introducción. II. Análisis causal del Es- 3. Realización de valores culturales, éticos y políti-
tado. 1. Causa material. 2. Causa formal intrínseca. cos. V . El bien común y la legitimidad de las formas
3. Causa formal extrínseca. 4. Causa eficiente. 5. Cau- de gobierno. 1. El criterio teleológico clasificador y
sa final. III Definición del bien común político. 1. El la legitimidad de ejercicio. 2. Criterios erróneos de
bien común como bien. 2. El bien eomún como bien clasificación. VI. El bien común y la acción subsi-
humano. 3. El bien común como bien social. 4. El diaria. VII. Ooncretidad del bien común. VIII. Me-
bien común como bien político. IV. Análisis del con- dios y tareas del Estado para alcanzar el bien co-
tenido del bien común político. 1. Arquía (autoridad mún. 1. El papel de la prudencia. 2. Tareas del Es-
y orden). 2. Satisfacción de necesidades materiales. tado. IX. Oonsideraciones finales.
o sea requeridas en forma ineludible por la argentino Carlos Obligado «el soberano es
peculiar naturaleza humana. Y es necesario Dios, para bien nuestro».
como medio por el cual los hombres pue-
den alcanzar su fin.
O sea que el Estado no es el producto 11. ANALISIS CAUSAL DEL ESTADO.
artificial de un pacto suscripto a contrapelo
de la naturaleza por un ser a-social, quien
por debilidad, temor o utilidad decide pasar 1. CAUSA MATERIAL.
de una situación de aislamiento a un estado
de sociedad, sino que es una concreción del La realidad material mediata y remota
desarrollo de potencialidades ínsitas en la del Estado la constituyen una pluralidad de
naturaleza humana. hombres -considerados desde un punto de
vista práctico- que viven en un territorio.
Por eso el Estado tiene un fin objetivo
que encuentra su fundamento óntico en la Ahora bien, como la unión del grupo se da
en la línea del obrar, la causa material in-
peculiar naturaleza del hombre y sus deter-
minaciones específicas. mediata es la pluralidad de las praxis hu-
manas de sus miembros 1.
Dentro de los linenmieatos expresados
podemos conceptualizar al Estado como un El material de la sociedad política no es
todo accidental de orden, práctico y necesa- un material atomizado, formado por móna-
rio, que surge de relaciones trabadas entre das aisladas, como sostienen las doctrinas
personas humanas, en la línea de su natura- nominalistas que han encontrado su concre-
leza, para la búsqueda ordenada y autónoma ción práctica en un individualismo disgrega-
de su fin objetivo, que no es otro que el bien dor, que tanto ha contribuido a disociar a
común político. los hombres, sino que es un material orgá-
nico.
Gestor y responsable de ese bien común
político, el Estado debe reunir todos los me- Por eso podemos hablar con propiedad
dios necesarios para su consecución; por eso de la sociedad política, como «sociedad glo-
es sociedad perfecta y esa es la esfera de su bal», porque el Estado es sociedad de socie-
autonomía, ya que en el ámbito político y dades, es coronamiento de una pluralidad in-
respecto a la ordenación de las personas ha- tegrada por los grupos infrapolíticos.
cia su fin tiene la suprema autoridad. Pre- El obrar del hombre es material inme-
ferimos hablar de «suprema autoridad» y no diato de las sociedades elementales, como la
de «soberanía», ya que en el sentido estricto sociedad conyugal, pero es el material remo~
que comprende la independencia total, el to de las sociedades compuestas. En este
Estado ni el pueblo son soberanos, sino co- sentido Aristóteles afirmaba que «la ciudad
mo escribió en su poema «Patria» el poeta es la comunidad de familias y municipios
l. GUIDO SOAJE RAMOS, El grupo social, Buenos Aires, u.e.A. (Dpto. de Filosofía Práctica), 1969, pági-
na 19.
EL FIN DEL ESTADO: EL BIEN COMUN 167
para una vida perfecta y auto suficiente, es material del Estado, pues es necesaria una
decir para una vida bella y feliz» 2. Y Santia- realidad física donde la población se asiente
go RamÍrez hace resaltar con claridad la ri- y se relacione. Como señalaba Aristóteles «el
queza de las potencias del hombre cuando régimen de la Ciudad es una comunidad, y
escribe que «el material próximo del Estado hay que tener, para empezar, un lugar en
-y con más razón el remoto- es suscepti- común» 4.
ble de diversas vinculaciones y asociaciones, Estos elementos materiales, población y
v. gr. de estudios, de comercio, de trabajo, territorio, deben ~evestir determinadas con-
de profesión, permaneciendo materialmente diciones para que el gobernante pueda es-
los mismos individuos y las mismas fami- tructurar la mejor organización, para que
lias. Un mismo individuo puede ser marido, pueda funcionar el mejor régimen.
padre de familia, amo, profesor, médico, y, Respecto a la población, hay que aten-
según estos diversos estados puede pertene- der a su número y calidad. Con relación al
cer a diversas sociedades. Una misma fami- primero y tal vez en papel de profeta res-
lia puede pertenecer a diversas asociaciones, pecto a las posibilidades de buen gobierno
de arte, de juego, de alpinismo, de seguros, de ciertas megalópolis contemporáneas, Aris-
permaneciendo materialmente la misma. Es tóteles afirmaba que «hay para las ciudades
decir, que tanto la materia remota como la una medida de magnitud... la ciudad de
próxima están en potencia para organizarse menguada población no será autosuficiente,
de distintas maneras y unirse en diversas so- al paso que otra de excesiva población, será
ciedades con sus fines diferentes. Con razón, como un conglomerado étnico, pero no una
pues, la muchedumbre de seres humanos ya ciudad, ya que no le será fácil tener un go-
constituidos en familias y unidos en munici- bierno constitucionaL.. es difícil, y tal vez
pios, provincias y regiones, pero todavía aso- imposible que pueda legislarse bien la ciu-
ciables y organizables en sociedad política dad demasiado populosa ... la ley, en efecto,
perfecta, es la materia de la que se compone es un cierto orden, y la buena legislación
el Estado» 3. será necesariamente una buena ordenación;
Como surge del texto citado, en el cual ahora bien, un número demasiado excesivo
el «todavía» no debe ser entendido tempo- no puede participar del orden; esto sería una
ralmente, los hombres y los grupos, conside- obra de la divina potencia que mantiene
rados en su faz práctica, tienen potencias unido incluso a todo el universo ... Asimismo
para establecer múltiples relaciones sociales. para juzgar en los litigios y para distribuir
De esas relaciones resulta un pluralismo so- las magistraturas de acuerdo con los méri-
cial coronado en el campo político por el tos, es menester que los ciudadanos se co-
Estado como sociedad temporal perfecta. nozcan unos a otros y sus respectivas cuali-
También el territorio integra la realidad dades, de modo que donde esto no puede
vida y los que deberían funcionar como «ho- ridad. Sin embargo, la autoridad, excepto
gares» »de vitalidad trasmitiendo su savia al que se la entienda como órgano, como par-
resto de las estructuras sociales. ticipando del orden, no es causa formal, sino
Respecto al territorio del Estado debe te- que actúa en la línea de la causalidad efi-
ner la amplitud necesaria que permita la ciente para encauzar y mantener a las volun-
autosuficiencia, que se traduce aquí en lo tades orientadas hacia el fin común.
económico, en posibilitar una vida holgada Soaje Ramos hace una comparación muy
a la población y en lo estratégico, en posibili- ilustrativa con lo que ocurre en el campo
tar una fácil defensa ante un ataque exte- de la «poiesis». La obra de arte, también tie-
rior. ne una forma intrínseca. En su realidad con-
curren la idea artística y la eficiencia del
artista. Por ello, hablar del orden intrínseco
2. CAUSA FORMAL INTRÍNSECA. no significa negar las causas eficientes, pues
en la obra artística hay formas incorporadas
La causa formal intrínseca del Estado es por la tarea artística que ha tenido en cuenta
el «orden inviscerado en las vidas y praxis cierta norma que es la regla del arte basada
de sus miembros» 9 o sea traducido en las en la idea artística. Así el Estado es una
conductas de sus componentes. obra humana peculiar, es precisamente una
Por eso la unión de la pluralidad de gru- obra colectiva integrada por la praxis de sus
pos infrapolíticos que el Estado abarca se miembros; es el resultado de la eficiencia de
va constituyendo a través de la encarnación los miembros, por lo menos de un número
en el obrar de los miembros de ciertas nor- determinado de ellos que lo hace posible.
mas que cumplen el papel de causa formal Del mismo modo que la obra de arte posee
extrínseca o ejemplar. un orden intrínseco, concreto, realizado por
Ahora bien, la unidad de los miembros los que intervinieron en su construcción
se anuda en vista de un fin que es la causa (diseño, dirección, ejecución), el Estado po-
de aquélla. Hasta que no existe un querer see un orden similar.
común, una conciencia colectiva, «no existe Este orden se vincula con la diversidad
verdadera sociedad, sino simple agrupación de funciones dentro de la sociedad política.
de individuos unidos ténuamente por los Para que ésta exista es necesario que la ma-
lazos de semejanza, trabajo, suelo, etc .... El teria reciba su forma, se requiere que la plu-
elemento formalmente constitutivo de la so- ralidad de hombres se ordene respecto a la
ciedad es la unidad en un ideal colectivo, en división del trabajo, «se distribuyan en di-
un querer común» 10. versos oficios dentro de una unidad orgáni-
Muchas veces se ha sostenido que la cau ca ... Esta distinción de oficios es simplemen-
sa formal intrínseca del Estado es la auto- te obra de la naturaleza a la que se debe la
capacidad e inclinación que cada individuo forma intrínseca del Estado, que tiene rela-
tiene por una determinada clase de tra- ción con el fin, pero que no es el fin. Soaje
bajo» 11. Respecto a esta afirmación de Ga- Ramos sostiene que en este campo si el gru-
llegos Rocafull cabe aclarar que a la obra de po actúa efectivamente para el bien común,
la naturaleza hay que agregarle lo hecho por tiene una cierta apropiación del mismo, por
el hombre, pues en la división del trabajo la que éste se torna inmanente. En dicho
también encontramos elementos «cultu- sentido la tesis criticada tendría algún fun-
rales». damento, «pero ya no sería el bien común
Este orden es el que posibilita la perma- en cuanto fin sino en cuanto incorporado a
nencia de la sociedad política más allá de las las vidas de sus miembros como repertorio
mutaciones de su materia. Por eso escribe de perfecciones inmanentes» 14.
Santo Tomás que «diversos son los hombres
que pertenecen numéricamente a una socie-
dad, pues unos se mueren y otros les suce- 3. CAUSA FORMAL EXTRÍNSECA.
den en su lugar, y así la república no per-
manece la misma en cuanto a su materia, La causa formal extrínseca o ejemplar es-
porque son distintos los hombres que la in- tá constituída en el caso del Estado por to-
tegran, pero permanece la misma en cuanto das las normas que de una u otra manera
a la especie o forma a causa de la unidad regulan la vida de los miembros del mismo
de orden en los distintos oficios» 12. en tanto tales, el núcleo de las cuales son
Esta permanencia de la forma es la que normas jurídicas. Estas normas preceptúan
permite la solidaridad entre las generacio- a los miembros del grupo sus deberes res-
nes, el enriquecimiento de la tradición, la pecto al fin común.
continuidad, el vínculo misterioso entre un Dichas normas, para ser consideradas co-
pasado con valores a conservar y un futuro mo causa ejemplar, deben tener un mínimo
renovado a construir. Por eso afirmaba Mau- de eficacia para unir y hacer concordar las
rras refiriéndose al caso de su Patria: «cua- voluntades, para hacer realidad esa vincula-
renta millones de hombres vivientes, sí; pero ción vital ordenada que aparece como causa
un billón de hombres muertos. El verdadero formal intrínseca. Esas normas adquieren
cimiento, helo ahÍ» 13. validez ética y justificación política por su
Otras veces, se ha señalado al bien co- referencia al bien común.
mún como causa formal del Estado. Sin em- Las normas aludidas entrañan exigencias,
bargo, como veremos oportunamente, el bien coerciones, sanciones. Y abarcan no sólo nor-
común político es causa final del Estado; mas estrictamente jurídicas (legales, consue-
aquí, en cambio, estamos refiriéndonos a la tudinarias, jurisdiccionales o surgidas de
11. JOSÉ M. GALLEGOS ROCAFULL, El Orden Social según la doctrina de Santo Tomás de Aquino, Ed. Jus,
México, 1947, pág. 141.
12. Quodl, 8, 5, cit., por GALLEGOS ROCAFULL, ob. cit. , pág. 14l.
13. Mis ideas políticas, Ed Huemul, Buenos Aires, pág. 260.
14. GUIDO SOAJE RAMOS, El grupo social, ed. citada, pág. 56.
EL FIN DEL ESTADO: EL BIEN COMUN 171
actos de autonomía), sino también tradicio- dencia natural del hombre hacia la vida so-
nes, ritos, y usos y convencionalismos socia- cial y política, fundada en una necesidad y,
les. Los griegos tenían un concepto muy rico por supuesto en los fines perfectivos huma-
para expresar esta normatividad: el de no- nos». Por otra parte «1os hechos históricos,
mos. En este término quedaba encerrado to- en cuanto ya sucedidos, y la tradición, son
do un conjunto normativo cuya eficacia era también datos, y en cuanto tales, asimilables
vital para la Polis. Ese nomos humano, par- a los hechos de la naturaleza, en el sentido
ticularizado en cada Ciudad se nutría de de que están fuera de nuestro ámbito deci-
una única ley divina, según el pensamiento sorio y operativo» 16.
«inicial» de Heráclito, quien también con- Pero la causa eficiente próxima, en senti-
vocaba a defenderlo como se defendían las do propio, la constituye la voluntad humana,
murallas de la Ciudad. Estas eran atacadas voluntad de la autoridad y de los miembros,
por un invasor visible que pretendía atrave- explícita o implícita, expresa o tácita que in-
sarlas; el nomos, en cambio, podía ser ob- fluye en la constitución, permanencia y ex-
Jeto de ataques mucho más sutiles por parte tinción del Estado.
de aquéllos que Maurras llamara «los ex- Difícil es ubicar el momento exacto de la
tranjeros del interior», los enemigos embos- génesis del Estado pues su nacimiento «suele
cados que buscan destruir la tradición ex- ser el fruto de un largo proceso de funda-
presada en normas efectivamente vividas. ción ... donde quizá con más facilidad se pue-
de establecer un momento fundacional del
Estado es en el caso de Estados formados
4. CAUSA EFICIENTE. artificialmente por otras potencias, como
ser, v. gr., muchos de los Estados africanos
Encontramos elementos naturales y vo- recientemente liberados, o, en la América del
luntarios en la génesis, permanencia y extin- Sur, la República Oriental del Uruguay, que
ción del Estado. nace como consecuencia de una guerra entre
Estos elementos naturales y voluntarios la Argentina y el Brasil» 17.
nos remiten a Dios como «causa eficiente re- La permanencia del Estado depende de
mota del Estado» 15, quien ha creado al una reiterada voluntad de adhesión a un
hombre con una naturaleza social y política proyecto de vida en común; es aplicable
y dotado de inteligencia y libre albedrío. aquí el pensamiento de Renán relativo a la
Los elementos naturales, junto con los Nación como «un plebiscito cotidiano».
históricos, constituyen datos «que no depen- La voluntad humana actúa siempre con-
den propiamente de las decisiones de los dicionada por múltiples factores y no es ]a
hombres que van a conformar un grupo so- única, aunque sí la principal causa de la per-
cial y más precisamente un Estado. Dentro manencia del grupo. Porque si desaperece
de los datos naturales cabe enumerar la ten- un mínimo de concordia respecto a los obje-
15. ARTURO SAMPAY, Introducción a la teoría del Estado, Ed. Omeba, Buenos Aires, 1961, pág. 403.
16. FÉLIX LAMAS, La concordia politica, Ed. Abeledo Perrot, Buenos Aires, 1975, págs. 202-203.
17. FÉLIX LAMAS, ob. cit., págs. 200-201.
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última actualidad, decimos que son buenas cipio ejemplar, efectivo y final de toda bon-
en absoluto, y de algún modo, seres; ... pues dad,,2.1.
una cosa es ser en absoluto en virtud de su Por eso todo lo bueno que existe en el
primera actualidad, y buena en absoluto en universo de las criaturas es algo bueno por
virtud de la última, aunque sin olvidar que participación de la esencia de la bondad, en
en virtud de la primera es de algún modo el bien que es por sí mismo esencialmente
buena y en virtud de la última es también bueno.
de algún modo ser» 20. Cardona escribe que «el bien por esencia
En sentido ético el bien consiste en el que es el fin de todo el universo será nece-
ajuste de los actos humanos a la razón y a sariamente extrínseco al universo mismo. Y
través de ella al orden que tiene por norma este bien, acto absolutamente perfecto, sub-
a la peculiar naturaleza del hombre; natura- sistente en sí mismo, que contiene -sin
leza que participa del orden universal esta- composición- la bondad de todo cuanto
blecido por la sabiduría de Dios. Actos bue- existe y puede existir, comunica a las cosas
nos serán los ordenados al fin y actos malos su bondad, que resulta así participada o di-
aquellos desordenados respecto a ese fin. En fundida» 24. Aquí conviene aclarar para evi-
este sentido escribe Santo Tomás lo siguien- tar todo panteísmo, que Dios contiene vir-
te: «los seres que tienen voluntad se llaman tualmente, causalmente, pero no actualmen-
buenos en cuanto tienen buena voluntad, te, la bondad de todo cuanto existe y puede
pues por la voluntad usamos de cuanto hay existir.
en nosotros y por eso no se llama bueno al Dios, principio del orden universal, es el
hombre de gran entendimiento, sino al que bien trascendente, extrínseco o separado del
tiene buena voluntad. Ahora bien, la volun- universo. Y Dios es el bien más común, por
tad tiene como objeto el fin» 21. eso llamado por algunos «comunísimo» por-
Bien es lo que todos los seres apetecen. que extiende su influencia causal, aquí como
No es bueno porque lo apetezcan, sino que causa final, a todas las criaturas. Esto <<TIO
lo apetecen porque es bueno. impide que la apropiación del bien común
Se apetece lo perfecto, lo que está en sea personal y singular; aún en el caso de
acto. Por eso todo ser en la medida en que Dios, bien común divino, bien común tras-
es, es bueno y Dios que es de modo absoluto, cendente, es cierto que su posesión por las
será absolutamente bueno, y en consecuen- personas es, en cada caso, algo personal,
cia, absolutamente amable 22. pero el bien común objetivo, es, sin embargo,
De allí que «cualquier cosa se dice buena esencialmente comunicable. Y lo que es más
por la bondad divina, que es el primer prin· todavía, la independencia de cada persona
en este acto de apropiación, se funda en esa la sindéresis: se debe hacer el bien y evitar
comunicabilidad del bien común objetivo» 25. el mal. Bueno para el hombre es todo lo que
Los otros bienes comunes, el bien común procura la perfección de su naturaleza en
intrínseco del universo, el bien común polí- aquello que la constituye.
tico y el bien común de los grupos infrapolí- El hombre, que nace con potencialidades
ticos son analogados que debemos referir al para ser bueno, «se hace bueno» a través de
bien común trascendente, pues de él partici- la tarea de todos los días. Como escribe
pan y en él encuentran su fundamento úl- nuestro poeta Leopoldo Marechal «no te ol-
timo. vides que al salir el sol entrarás en un cam-
po de batalla... Angeles y demonios pelean
en los hombres: el Bien y el Mal se cruzan
2. EL BIEN COMÚN COMO BIEN HUMANO. invisibles aceros; nada es trivial en esa gue-
rra: basta el peso ladrón de una bolsa de
El movimiento de las cosas hacia su fin, azúcar para que llore un ángel y ría un de-
está determinado por la apetencia de algo, monio» 26.
que significa para esas cosas la realización Bien para el hombre será todo aquello
de su fin, el enriquecimiento de su ser. que contribuya a su perfección, que ayude
En el caso del hombre, ese movimiento a hacerlo más hombre. Y el hombre será más
hacia el fin se caracteriza por el conocimien- hombre en la medida que actualice en forma
to que el hombre tiene del fin y de los me- constante en su vida la jerarquía de sus po-
dios para alcanzarlo, en virtud de su inteli- tencias bajo.el orden de la razón. No de una
gencia. Y además, por la elección, que basa- razón «subjetivista» y desvinculada, sino de
da en ese conocimiento, realiza la voluntad una razón mensurante y a la vez mensura-
por medio del libre albedrío, el que se en- da; mensurante de los actos de la voluntad
cuentra en este mundo indeterminado ante y de los apetitos, pero también mensurada
los bienes finitos que lo solicitan e incluso por la ley natural, por la naturaleza y por
ante el bien infinito «imperfectamente Dios. Lo que sucede es que muchas veces el
aprehendido». hombre se rebela contra lo humano al no
En virtud de ser inteligente y libre, el respetar esa jerarquía y por eso señala Ga-
hombre se encuentra con un orden natural briel Marcel que las «posibilidades de des-
de la conducta, que su inteligencia no cons- trucción completa del hombre aparecen hoy
tituye sino que discierne y que le está pro- como residiendo en él, a partir del momento
puesto. De allí la responsabilidad humana, el en el que hace un mal uso, un uso impío de
mérito o demérito de la respuesta. las potencias que lo constituyen» 27.
Este sentido preceptivo lo encontramos Dentro de las características señaladas,
en el primer mandato de la ley natural que el hombre participa con las demás criaturas
conocemos a través de la promulgación de del bien común trascendente y del bien ca-
25. GUIDO SOAJE RAMOS, Sobre la politicidad ... , ed. cit., pág. 95
26. La Patria, «Cuadernos del Amigo», Buenos Aires, 1960, pág. 16.
27. Les hommes contre l'humain, Ed. La Colombe, París, 1951, pág. 18.
EL FIN DEL ESTADO: EL BIEN COMUN 175
mún intrínseco del universo y en forma ex- También a ella está naturalmente ordenado
clusiva del bien común político y del bien el hombre, porque como hemos visto sólo
común de los grupos infrapolíticos, todos los esa forma social le permite alcanzar su ple-
cuales son bienes humanos, en la medida en nitud. En el mismo sentido escribe Soaje
que son perfectivos de hombres perfecti- Ramos que «la politicidad menta la ordena-
bles. ción del hombre en dirección a esta peculiar
forma comunitaria de vida que es la comu-
nidad política» 28.
3. EL BIEN COMÚN COMO BIEN SOCIAL.
El fin de la sociedad política es el bien
Es un bien para el hombre todo lo que común político. Preferimos esta denomina-
contribuya a su perfección en la línea de s1.1 ción a la de «bien común temporal», pues
naturaleza. Como la naturaleza del hombre este bien común no es el único que se realiza
es una naturaleza social, el bien común co- aquí, en el tiempo, y a la de «bien público
mo bien social, será la perfección de la vida temporal», propuesta por Dabin, porque co-
social. mo totalidad lo político abarca tanto lo pú-
Ya hemos indicado que la sociabilidad blico cuanto lo privado, en la medida en que
del hombre se manifiesta en forma plural a sea ordenable al fin político.
través de múltiples formas sociales, median- Es al Estado a quien compete la realiza-
te las cuales obtiene bienes que sólo en co- ción histórica del bien común político, que
mún se pueden alcanzar (familiares, deporti- debe ser un bien humano y social y que por
vos, económicos, culturales, religiosos, etc.). lo tanto requiere tener en cuenta las exigen-
Esta inserción del hombre en lo social cias que dimanan de la peculiar naturaleza
condiciona su plenitud personal. Es cierto del hombre y las circunstancias concretas en
que existen casos en los cuales aparente- las cuales esas exigencias se deben realizar.
mente una mayor perfección implica una re- Debemos afirmar la existencia de un ver-
nuncia a la vida social (p. ej. un anacoreta). dadero bien común político, del mismo mo-
Sin embargo a la vida contemplativa se lle- do que comprobamos a través de la vida
ga a través de la vida social y la renuncia cotidiana la existencia de realizaciones di s-
a una cierta proximidad social física es un minuídas o mutiladas de aquél. Ese verda-
medio para lograr una mayor comunidad es- dero bien común político se determina, se-
piritual con los hombres y con Dios. gún el Papa Pío XI, «mediante la naturaleza
del hombre, con su armónico equilibrio en-
tre derecho personal y vínculo social, como
4. EL BIEN COMÚN COMO BIEN POLÍTICO.
también por el fin de la sociedad determi-
Dentro de lo social como género, encon- nado por la misma naturaleza humana» 29.
tramos a la sociedad política como especie. El bien común político, como bien común
real, debe ser concretamente posible. Esto El mando efectivo y la obediencia de Jos
requiere en los gobernantes un cuidadoso gobernados, el monopolio del uso de la fuer-
estudio de las circunstancias a las que antes za y la ordenación de las conductas median-
aludimos. Ya San Isidoro de Sevilla en sus te disposiciones claras y eficaces conducen
«Etimologías» al referirse a las cualidades a establecer un clima de orden y de seguri-
que debía reunir la ley humana, señalaba, dad en el cual cada uno sabe a qué atenerse
entre otras, las siguientes: posible, conforme y en el que tiene asignado su lugar.
a las costumbres patrias, conveniente al lu- En este sentido escribe Santo Tomás que
gar y tiempo, necesaria, útil y dada para uti- «la potestad pública confiere a los gobernan-
lidad común de los ciudadanos 30. tes la índole de custodios de la justicia; y
Pero esta atención a las circunstancias no por lo mismo, sólo en función de ésta pueden
significa necesario «acomodamiento» a las usar de la violencia y la coacción» 31.
mismas y no debe desviar al gobernante de Lo que legitima el uso de la fuerza es su
su deber, que consiste, dentro de ese contor- servicio a la justicia y a través de ella al
no, en alcanzar el mejor bien común político bien común político; por eso desde antiguo
posible, sin utopismos, pero también sin aparece como símbolo de la justicia el de la
«realismos» maquiavélicos. espada junto a la balanza.
La fuerza «justa» debe organizarse de tal
manera que quede asegurada la objetividad,
imparcialidad y eficacia de quienes la mane-
IV. ANALISIS DEL CONTENIDO DEL jan. Al ser «justa» debe ajustarse a una me-
BIEN COMUN POLITICO. dida y la misma autoridad debe preocuparse
por impedir y castigar los abusos que pue-
1. ARQuíA (AUTORIDAD y ORDEN). den producirse en este campo.
Es importante y actual insistir en lo se-
La realización concreta del bien común ñalado porque hoy nos encontramos a me-
político requiere como una exigencia urgente nudo en muchos países del mundo, con una
y básica, la instauración de la arquía que espada -Juan Donoso Cortés la llamaría
debe vencer a la anarquía. La arquía es para puñal- sin balanza. Es la violencia de la
Brunner el primer grado, el primer escalón guerrilla que lucha por ideologías inhuma-
de la justicia política, ya que sin ella no es nas, que nos retrotrae a los tiempos de ,~
posible hablar con propiedad de justicia, de guerra privada, que se arroga poderes puni-
paz, ni de concordia. tivos que no le corresponden y que en Sl' ·
La arquía se identifica con el orden, el «ejecusiones)} escinde diabólicamente a la
que es resultado, nunca acabado, siempre en pena de la culpa.
construcción, de la tarea eficiente de la auto- El orden a instaurar debe ser plenamen-
ridad. te humano. Y por lo tanto no solamente fí-
sico. Hoy vemos a sectores de la juventud bienes materiales es necesario para el ejer-
que se levantan «,en nombre de doctrinas cicio de la virtud.
absurdas y arbitrarias, en nombre si queréis Estos bienes materiales, en sentido es-
del caos, porque es preferible el caos en la tricto, no son un bien común, «sino tan sólo
calle que el desorden en la conciencia y en una condición de la paz (en cuanto estén
la inteligencia de los hombres» 32. justamente distribuidos) y de la posibilidad
Por eso no basta el orden de las calles, de participación en los más altos valores (en
el orden del «Estado de los vigilantes noc- la medida en que el hombre necesita, para
turnos» prescindentes de lo que sucede más esa misma participación, tener resueltas sus
allá de los muros. El político debe preocu- necesidades materiales, al menos las más in-
parse del orden de la inteligencia y tener en excusables y perentorias)>> 33.
cuenta que siempre el desorden físico es una Es interesante la distinción efectuada por
consecuencia del desorden mental. Millán Puelles entre el «bienestar material»
Finalmente, el orden no debe ser el de y los propios «bienes materiales», porque
los cementerios, ni el de los números, ni el sirve para remarcar la diferencia que existe
de los relojes; sino un orden dinámico, en- entre el bien común político y la suma de
carnado en la vida, ajustado a las circuns- bienes particulares, que podríamos llamar
tancias de tiempo y lugar, lo que significa bien colectivo. Según las doctrinas individua-
en algunos aspectos, constantemente reajus- listas, todo incremento de los bienes parti-
tado. culares redunda en forma necesaria en un
Las demás realizaciones valiosas del mayor bien general.
bien común político dependen del logro del La tesis es radicalmente falsa, porque el
orden básico, como depende un edificio en bien particular para redundar en un aumen-
la gracia de su arquitectura, de la solidez y to del bien común político debe estar ajus-
profundidad de sus enterrados cimientos. tado a éste; el crecimiento del bien particu-
lar no debe ser un crecimiento a expensas
del bien común, porque todo fenómeno de
2. SATISFACCIÓN DE NECESIDADES MATERIALES. crecimiento no armónico o sea de «elefan-
teasis» política, social o económica es un
Ya hemos caracterizado al bien común atentado contra la verdadera paz, paz que
político como un bien humano. Y el bien no depende únicamente de la abundancia de
humano es comprensivo de todo el hombre, bienes materiales, porque como afirma Mi-
de su cuerpo y de su alma, de sus necesida- llán Puelles «por muy grande que sea la can-
des materiales y espirituales. tidad de los mismos, no cabe hablar de bien-
Por eso la filosofía tradicional ha sosteni- estar material -ni por tanto de paz- si no
do en forma reiterada que un mínimo de existe a la vez una justa distribución» 34.
35.
Política, L. 7, C . V , ed. citada, pág. 284.
FÉLIX HOUPHOUET BOIGNY, Discurso en el 10. 0
36. Aniversario de Costa de Marfil, en «La Razón», Bue-
nos Aires, 7-8-70.
EL FIN DEL ESTADO: EL BIEN COMUN 179
hay obra buena, ni del individuo ni de la que «hay algunos protervos, propensos al
ciudad, sin virtud y prudencia» 37. vicio, que no se conmueven fácilmente con
Tres condiciones se requieren -según las palabras; a ésos es necesario apartarlos
Santo Tomás- para instituir la vida buena del mal mediante la fuerza o el temor; así,
de la multitud: que sea establecida en la uni- desistiendo al menos de hacer el mal, deja-
dad de la paz; que sea dirigida al bien obrar rán tranquila la vida de los demás; y, final-
y que por obra del gobernante haya una can- mente, ellos mismos, por la costumbre, ven-
tidad suficiente de cosas para el buen vi- drán a hacer voluntariamente 10 que en un
vir 38. principio hacían por miedo, y llegarán a ser
La paz, «tranquilidad en el orden» u «or- virtuosos. Pues esta disciplina que obliga
denada concordia» según San Agustín y su con el temor al castigo es la disciplina de las
definición clásica, es la primera condición. leyes» 40.
Esta paz es el resultado, la obra indirecta de A la tercera condición aludida por el
la justicia que remueve los obstáculos que la Doctor Angélico «que por obra del gobernan-
impiden y es obra directa de la amistad que te haya una cantidad suficiente de cosas para
la realiza a través de la unión de los hom- el buen vivir», ya nos hemos referido en el
bres en un mismo amor. curso de este trabajo.
En un texto de sabor agustiniano Saint-
Exupéry se refiere a las horas de paz en las
que uno sabe encontrar cada objeto y nos V. EL BIEN COMUN y LA LEGITIMIDAD
dice que «la paz es lectura de un rostro que DE LAS FORMAS DE GOBIERNO.
se muestra a través de las cosas, cuando ellas
han recibido su sentido y su lugar. Cuando 1. EL CRITERIO TELEOLÓGICO CLASIFICADOR Y
éllas forman parte de algo más vasto que LA LEGITIMIDAD DE EJERCICIO.
éllas, como los minerales dispares de la tie-
rra una vez que ellos son anudados en el Según el pensamiento clásico, las formas
árbol» 39. de gobierno se clasifican por la finalidad
La segunda condición que señala Santo que persiguen y de ésta, deriva su legitimi-
Tomás es que la multitud sea dirigida al bien dad. Ese fin, horizonte de una realidad prác-
obrar. tica, se realiza parcialmente en el obrar po-
Aquí la tarea de la autoridad debe tradu- lítico cotidiano toda vez que se actualizan
cirse por un lado en el eJemplo, por otro en potencias de perfección. Por eso la autori-
la regulación de las conductas a través de la dad, según esta tesis, debe justificarse todos
ley humana dirigida en especial para aque- los días mediante un obrar enderezado hacia
llos a quienes no bastan los consejos, ya la conquista del bien común político.
tipo humano de conciencia exacerbada del Ese gobierno de minorías puede ser predo-
propio yo» 44. En la segunda, en cambio, rige minantemente partidista -con régimen de
la idea de la autodeterminación política, en partido único o de pluralidad de partidos,
ella «el orden jurídico estatal es creado di- limitados o no en su nÚIDero-, militar, plu-
rectamente por los mismos que a él están tocrático, sindicalista; aristocrático u oli-
sometidos, allí donde las normas de conduc- gárquico;expresión de una casta cerrada o
ta de un pueblo son acordadas por el pueblo abierto a la renovación popular de sus cua-
mismo reunido en asamblea». Este principio dros.
de autonomía es limitado a través de la crea- E! elemento de poder personal siempre
ción de un parlamento con arreglo al prin- existe, pero no es el «soberano», de natura-
cipio del sufragio universal e igualitario. leza diferente a la de los demás, señalado
Para comprender a la democracia -sostie- por Kelsen, quien parece pensar en el «so-
ne Kelsen- hay que partir de las ideas de berano» absoluto de Hobbes, sino un hom-
libertad e igualdad. Su ejemplar humano bre en función de gobierno, que puede in-
siente «inclinación por una forma política cluso no ocupar el cargo que las figuras ju-
en la que el poder esté reducido al mínimo» rídicas constitucionales determinan como
y reclama libertad no sólo «para sí sino para autoridad suprema, pero que más allá de las
los demás; el «yo» quiere que también el denominaciones nominales aparece con una
«tu» sea libre, porque ve en él su igual» 45. presencia real que es imprescindible para
Es increible, · en este campo como en unir y coordinar en última instancia la acti-
otros, el esquematismo, la ceguera ante las vidad gubernativa. Este soberano puede lla-
realidades políticas más elementales, de que marse rey, presidente o primer ministro;
hace gala Hans Kelsen. Como en el caso de ser de iure o de facto, dictador o tirano, pero
la teoría del Estado respecto de la cual, siempre lo veremos aparecer en una obser-
como afirma con agudeza Messner, concluye vación desapasionada de la realidad Íntima-
haciendo una teoría del Estado sin Estado al mente vinculado con la minoría gobernante
«juridizarlo» en forma total, olvidando el y saliendo de su seno.
papel del poder, aquí intenta esquematizar a Finalmente, en todo régimen político, el
las formas políticas sin tener en cuenta a las pueblo tiene su papel, que puede traducirse
realidades políticas, que son realidades ope- en acatamiento, participación -en formas
rables, que jamás pueden aparecer en la rea- harto diversas, a pesar de que cierto ideo-
lidad en las formas «puras» segregadas pur logismo intente reducirla a la parlamenta-
el cerebro de algún filósofo, politicólogo o ria- y resistencia, la cual reconoce numero-
jurista. sos matices, que van desde el desinterés
Todo régimen político, por empezar, fun- burlón con el que tantos pueblos -en espe-
ciona con un gobierno de minorías y con un cial los de Europa oriental- soportan hoy
elemento insustituible de poder personal. tiranías apoyadas desde fuera ante la im-
44. Esencia y valor de la democracia, Ed. Labor, Barcelona, 1934, pág. 140.
45. Ob. cit., pág. 137 Y 139.
182 BERNARDINO MONTEJANO
46. El mito del pueblo como sujeto de gobierno, de soberanía y de representación, Ed. Abeledo-Perrot.
Buenos Aires, 1960, pág. lll/ll2.
47. Ob. cit., pág. ll8/ll9.
48. Ob. cit., pág. 37.
EL FIN DEL ESTADO: EL BIEN COMUN 183
52. Citado por Santiago Galindo Herrero, en el estudio preliminar al libro de ARÍSTIDES CORMIER, Mis
conversaciones con Maurras y su vuelta a la Iglesia, Ed. Nacional, Madrid, 1955, pág. 40.
53. GUSTAV JANOUOH, Ka/ka m'a dit, París, 1952, pág. 163/ 4 citado por CarIes Moeller, «Literatura del
siglo xx y cristianismo», Ed. Gredos, Madrid, T. IlI, pág. 332.
54. CARLOs CARDONA, ob. cit., pág. 8/ 9.
EL FIN DEL ESTADO: EL BIEN COMUN 185
do a costa del desarrollo de la personalidad diariedad el que integra el bien común, pues
humana» 55. este último al operar como perfectivo respec-
La tesis de Messner nos recuerda a la to a los perfectibles miembros de la socie-
preocupación de un profesor argentino, dad, los induce a participar en forma efecti-
quien a pesar de haber estudiado el proble- va, de ahajo hacia arriba, de la familia y los
ma, no llegaba a vislumbrar la diferencia grupos intermedios hacia el Estado, en la
radical que existe entre el bien común polí- construcción de la sociedad política, una so-
tico y el bien singular del Estado, y nos de- ciedad política cuya materia no será una ma-
cía en una conversación respecto a la «me- sa informe, sino un material orgánico, com~
dida» del bien común: «bueno, bien común, puesto por hombres y grupos personalizad0's,
pero no tanto». que actúan con responsabilidad en ámbitos
Messner, quien en este campo no ha su- en los que tienen competencia y en l0's cua-
perado al personalismo y a cierto liberalis- les ejercen con sentido sus libertades con-
mo, a pesar de sus pretendidas «terceras cretas.
posiciones», olvida el papel que en la de- Lo que sucede es que Messner al definir
terminación del bien común tiene la natura- al bien común como «el auxilio prestado a
leza humana, olvida que el bien común es los miembros de la sociedad, y a las socie-
«bueno», y olvida que «en la medida en que dades menores que en ésta se integran, para
tenemos algo en común, el bien de los demás la realización de sus tareas vitales esenciales,
no nos resulta ajeno, sino propio» 56. Como como consecuencia de su respectiva coopera-
escribe Soaje Ramos «el bien común no es ción en las actividades sociales» 58 se refiere
un bien ajeno para la persona humana; no a elementos, exigencias o condiciones del
es ni un bien personal de nuestro prójimo bien común, pero no a este mismo bien, for-
ni la suma total de los bienes propios. No malmente entendido, como señala con pr~
hay ni puede haber oposición, ni tampoco cisión Millán Puelles 59.
«tensión», entre bien común y bien propio,
si entendemos rectamente los términos en
cuanto su sentido corresponde al orden ob· VII. CONCRETIDAD DEL BIEN COMUN.
jetivo y no al arbitrio de l0's individuos, o
de las masas, o de los gobiernos» 57. El bien común político no es un hi-
Nosotros, al contrario de Messner pensa- perideal, una «estrella polar» inalcanzable,
mos que en lugar de tener el bien común un ni una abstracción salida de la probeta de
papel subsidiario, es el principio de subsi- un filósofo racionalista para hombres de
55. Etica 8ocial, política y económica a la luz del derecho natural, Ed. Rialp, Madrid, 1967, págs. 229/
231.
56. CARLOS CARDONA, ob. cit., pág. 72.
57. Sobre la politicidad ... , Ed. cit., pág. 89/90.
58. La cue8tión 8ocial, Ed. Rialp, Madrid, 1960, pág. 355.
59. Ob. cit., pág. 255.
186 BERNARDINO MONTEJANO
laboratorio, sino es un bien concreto, que común posible. Y aquí apareen dos errores.
concierne a hombres y grupos concretamen- El primero consiste en el fanatismo de con-
te considerados, en el contexto de su situa- cebir una perfección imposible de lograr en
ción específica. una situación dada, en la adhesión rígida a
El concepto de situación abarca «todos una idea abstracta del bien común político
aquellos aspectos constitutivos o relaciona- sin tomar en cuenta el aspecto contingente
les que se dan en el hombre concreto y que de la realidad, en proceder sin «circunspec-
no pertenecen en rigor a su naturaleza espe- ción». El segundo consiste en el relativismo
cífica; dicho de otro modo, el repertorio de historicista y oportunista, que requiere la
las determinaciones concretas y contingentes adaptación servil a la situación concreta, sin
del hombrees su situación. Determinaciones tener en cuenta los principios, los fines rec-
que pueden ser constitutivas o relacionales, tos, que la sindéresis promulga, la ética es-
incluso estáticas o dinámicas, pero siempre tudia y la prudencia ordena su realización
han de ser concretas, contingentes y de algu- en el aquí y el ahora, escogiendo los medios
na manera, por lo menos, singulares» 60. apropiados.
La situación del hombre está integrada La realización del bien común concreto,
por un conjunto de elementos concretizado- es en cierta medida obra de la justicia. Por
res: el sexo, la familia, los grupos a los cua- eso escribe Lamas que «hay un orden real
les pertenece, la tradición, el lenguaje, la de conductas y relaciones que pueden ser en-
provincia, la región, el país, ,etc. cuadradas por la medida de la justicia. Es-
tas conductas, relaciones y situaciones, son
Hay situaciones concretas comunes, co- en realidad, individuales, concretas. Lo real
mo la pertenencia a una comunidad política
para Aristóteles, es siempre lo concreto que
y otras estrictamente individuales, «las de coincide con lo singular ... Lo justo concreto
cada hombre enfocado desde el ángulo de su
es en primer lugar lo justo general, como
peculiar individualidad personal, como tal condición general, política, que es condición
rigurosamente única e irreiterable» 61. de posibilidad y fundamento de toda forma
Como la naturaleza humana se concretiza particular de justicia... Una relación parti-
en hombres que son el resultado de su na- cular de justicia es ininteligible, si no se la
turaleza específica y de su situación, así tam- integra en el orden total de la justicia, un
bién el bien común será un bien que vale orden que es concreto, que es el de tal Esta-
para las personas en situación, como sos- do con sus singularidades y peculiarida-
tiene Soaje Ramos, un horizonte perfectivo des» 62.
concreto de personas concretas. Las tesis clásicas caracterizadas por el
El bien común concreto, debe ser un bien respeto a lo singular y por la oonsideración
60. GUIDO SOAJE RAMOS, Orden moral y situación en «Sapientia», Buenos Aires, 1958, n.O 50, pág. 253,
61. GUIDO SOAJE RAMOS, Orden moral .. ., ed. cit., pág. 253.
62. FÉLIX LAMAS, Notas de trabajo para el curso de Filosofía del Derecho, Buenos Aires, 1975, págs.
45/46.
EL FIN DEL ESTADO: EL BIEN COMUN 187
concreta de lo bueno y de lo justo, han sido de lo contingente, para alcanzar los fines co-
siempre realistas y prudentes. No existe. un nocidos mediante la sindéresis.
Estado totalmente justo, ni un Estado total- Esos fines son los bienes que al hombre
mente injusto; no existe un Estado realiza- perfecciona como tal. Por ello nos encontra-
dor de todo el bien o de todo el mal. En todo mos en el campo del obrar, de lo agible, y no
Estado concreto encontramos dosis de justi- en el del hacer, de 10 factible, ya que los
cia y dosis de injusticia, existe una realiza- medios a los cuales la prudencia se refiere
ción parcial, mayor o menor, mejor o peor son conducentes al bien de hombre y no a la
del bien común político. perfección de las obras externas, p. ej. artís-
La tarea del político y del jurista consis- ticas o técnicas, que el hombre puede rea-
te, partiendo de situaciones dadas, en aumen- lizar.
tar la dosis de justicia y la participación de La prudencia es una virtud que se ex-
los hombres en las perfecciones de un autén- tiende al gobierno de la comunidad política.
tico bien común político a través del cual De allí la clásica división de la prudencia en
obtienen su verdadera promoción. Nada de personal o monástica. familiar o económica
Estados ideales, de ideologías sacralizadas ni y política. Y la subdivisión de la última espe-
de utopías paradisíacas o terroríficas. En cie en arquitectónica, que reside en el gober-
nante y ohediencia!, residente en los gober-
cambio, un ideario concreto, a la medida del
nados.
hombre, criatura contingente y finita, pero
La prudencia política en sentido arqui-
llena de la grandeza que deriva de su fideli- tectónico buscará desde el poder encontrar
dad a su ordenación trascendente. los medios idóneos para realizar el bien co-
mún político y ordenará las conductas de los
gobernados en forma imperativa respecto a
VIII. MEDIOS Y TAREAS DEL ESTADO sus exigencias.
PARA ALCANZAR EL BIEN COMUN. La prudencia política en sentido obedien-
cial será la guía política de los gobernados
1. EL PAPEL DE LA PRUDENCIA.
y en los casos normales se traducirá en un
acatamiento muchas veces espontáneo, pero
Es necesario comenzar esta parte del tra- razonado y responsable a las exigencias de
bajo con breves referencias generales a la los gobernantes. Porque el Estado debe estar
constituido por hombres que se determinen
virtud de la prudencia.
sobre la base de una determinación prudente
La prudencia es una virtud, o sea un há- respecto al acatamiento e incluso respecto a
bito bueno. Es una cualidad que encuentra la resistencia a las órdenes gubernativas.
su sujeto en la razón práctica, o sea que es Para analizar este problema deberíamos refe-
una virtud intelectual. Pero es una virtud rirnos al tema de la ley injusta, 10 que excede
intelectual con materia moral, pues su fun- los límites de este trabajo; pero sin entrar
ción es prescribir e imperar acerca de los en él sólo queremos destacar la importancia
medios que el hombre debe poner en obra que el pensamiento tradicional siempre con-
en las situaciones concretas y en el campo cedió a la «discreción» del hombre concreto,
188 BERNARDINO MONTEJANO
que encuentra en su razón la regla próxima debe intervenir en todos ellos. Sin embargo,
de su conducta 63. la intervención estatal no debe ser en todos
Ese hombre concreto no es considerado la misma, ni en el tipo, ni en la intensidad.
una molécula más de una masa inerte, que La primera cuestión a plantear es la del
se mueve por estímulos externos, sino un ser ámbito religioso. La dimensión religiosa que
con interioridad, inteligente y responsable, el hombre tiene ,e n tanto criatura, en tanto
un animal «político» con vocación entitativa ser causado, dependiente, contingente, finito
para participar en la vida política, con el en- y falible, que lo lleva a formularse el pro-
cuadramiento y los límites que surgen de las blema de su religación con el Creador, es tan
particularidades de cada pueblo y que deben real en el hombre cuanto en la sociedad po-
en forma ordenada suministrarle cauces par- lítica, todo accidental que se sustenta en los
ticipativos reales y eficientes. La competen- hombres.
cia de cada uno y su ubicación a través de la Ante Dios, es imposible ser neutral. No lo
familia, el municipio, los grupos profesiona- puede ser ni el hombre, ni el Estado. El Es-
les, culturales y artísticos, etc. deben tenerse tado «agnóstico» es un Estado ateo, pues
fundamentalmente en cuenta para no caer en aquí la supuesta «prescindencia» de Dios im.-
una participación política de base puramente plica su negación.
ideológica, que disgrega el cuerpo político Una «ciudad sin santuario es una dudad
estimulando oposiciones inútiles y desviando inhumana. En la concepción del sacerdote
los esfuerzos humanos de las tareas .cons- como elemento constitutivo de una civiliza-
tructivas del bien común. ción hay una verdad profunda. El sacerdo-
cio, el sacrificio y el santuario no son cosas
periféricas con relación a la comunidad, sino
2. TAREAS DEL ESTADO. que son una parte constitutiva intrínseca»,
por eso hoy el hombre «empieza a tomar
El Estado, como sociedad perfecta en lo conciencia de que lo que corre el riesgo de
temporal debe ocuparse de procurar el bien faltarle más no es el petróleo, sino lo sao
humano, bien que, como ya hemos aclarado, grado» 64. Aquí no es Dios el que necesita ser
abarca a todo el hombre. Sin embargo, no defendido, sino el hombre; el hombre a
todo el hombre se ordena al Estado, ya que quien el Estado ateo o agnóstico le priva de
el hombre tiene un fin último que se encuen- alcanzar en su seno, a través de él, pero más
tra más allá de la sociedad política. allá de él, el mayor Bien al que puede aspi-
Ahora bien, como la perfección del hom- rar; la mayor perfección de la cual derivan
bre abarca una serie de ámbitos, religioso, las otras en la medida en que participen de
moral, cultural, económico, etc. el Estado ella.
63. Conf. ANTONIO GóMEZ MORIANA, Derecho de resistencia y tiranicidio, Ed. Porto y Cía., Santiago .de
Compostela, 1968.
64. JEAN DANIELOU, El sacerdote en la Iglesia y en la Comunidad, en «L'Osservatore Romano», Ed. se-
manal en lengua castellana, n .O 796 del 23 de abril de 1968, págs. 6/ 7. . ' ,< ,)
EL FIN DEL ESTADO: EL BIEN COMUN 189
¿ Qué bien común político auténtico pue- cuencia el abandono de los ámbitos social y
de ofrecer un Estado si no abreva en el Bien político a la amoralidad, la que rápidamente
común trascendente que fundamenta todos se transforma en inmoralidad.
los otros bienes, que atrae a las criaturas No hay tampoco dos morales, una en la
mediante una causalidad final amorosa? esfera privada y otra en la esfera pública.
Ninguno. Será una versión mutilada del bien Hay una sola moral con principios universa-
común humano, que tal vez ponga el acento sales aplicables siempre a circunstancias par-
en los bienes económicos, en la seguridad ticulares, a hombres en «situación». Y como
social, en la autonomía humana, en el pro- las situaciones son diversas, pueden variar
greso, en la evolución, etc., pero que será los requerimientos morales. Esto aparece
sorda respecto a la gran vocación del hom- también en la esfera de la moral personal,
bre. aunque en la esfera pública, el número y
El problema de la religiosidad, tal como complejidad de las situaciones conexas pue-
lo hemos planteado, abarca a todos los Es- den hacer que las variantes sean mayores.
tados, antiguos o modernos, occidentales u El Estado, decía Oliveira Salazar, debe
orientales, cristianos o no cristianos. La ser una persona de bien. Una persona de
preocupación religiosa, el tributo del culto bien, un «macrocosmos» que debe en el pla-
debido a Dios como Creador, el respeto a la no moral cumplir funciones de arquetipo, de
conciencia del hombre en la búsqueda ho- paradigma para los gobernados.
nesta de la verdad religiosa dentro de un Aquí apa~ece la enseñanza siempre vigen-
clima de libertad concreta, son exigencias te de Platón: las virtudes y los vicios hay
universales del bien común político sean que estudiarlos ante todo en este «hombre
cuales fueren las circunstancias de su con- en grande» que es la Polis, porque allí se per-
creción. ciben en gruesos caracteres; porque hasta el
Pero la exigencia es todavía mayor en los hombre que no tenga muy desarrollada la es-
países cristianos o de mayoría cristiana, pues timativa moral puede con facilidad distin-
en ellos la verdad religiosa forma parte in- guirlos.
tegrante en forma principalísima de su tra- Hoy todavía existen muchos ciegos a esta
dición. El cristianismo en su ortodoxia se fundamental enseñanza platónica, muchos
traduce en catolicismo apostólico romano, que no perciben el efecto «multiplicador» de
pero incluso los otros grupos cristianos (or- las virtudes y vicios públicos, muchos que
todoxos, reformados) tienen sustanciales va- reducen este plano a no enriquecerse a costa
lores abrevados del tronco común, que nin- del erario público, cuando el espectro que
gún Estado tiene derecho de desconocer o de este rubro abarca .es muchísimo más amplio.
dilapidar. Empecemos por la justicia, la primera de
El Estado tampoco puede desligarse del las virtudes morales, la virtud «social» por
orden moral. Si el hombre es un animal so- excelencia,. la virtud que a través de sus dos
cial y político, su moral será también y en formas fundadas inmediatamente en el bien
forma necesaria, social y política. El inten- común, tiene como uno de sus sujetos inme-
to individualista de reducir a la moral al diatos al Estado personificado a través de
campo personal-individual, trae como conse- su autoridad.
190 BERNARDINO MONTEJANO
¡Cómo se puede pretender exigir la prác- to es que aquí la intervención del Estado,
tica de esta virtud por parte de los gober- como en el caso de la religión, debe ser ex-
nados si el Estado se mofa diariamente de trínseca. No le compete al Estado definir
ella! ¡Cuántas veces tropezamos con Esta- verdades teológicas, filosóficas, científicas ni
dos donde los gobernantes no gobiernan, los artísticas, pero sí ordenar dichas activida-
legisladores no legislan, los jueces no juz- des, con relación al bien común político.
gan, con la anarquía consiguiente! Yesos Las circunstancias de la vida contempo-
deberes atinentes al gobierno, a la legisla- ránea han detenninado un incremento de la
ción, a la jurisdicción son primarios deberes intervención estatal ,e n el campo educativo.
de justicia legal, deberes que sólo se pueden Dicha intervención debe estar regida en for-
cumplir con propiedad cuando nos encontra- ma rígida por el principio de subsidiariedad,
mos con gobernantes idóneos y prudentes. pues por una parte, es a los padres a quienes
¿No constituye acaso una injusticia en- compete en primer lugar la educación de los
vilecer a la población, inculcarle hábitos de hijos y por otra, nadie puede pretender una
mendacidad y obsecuencia; alterar las jerar- competencia universal en la materia, en la
quías naturales en el orden de la tarea inte- cual deben articularse las competencias edu-
lectual y del trabajo manual, empobrecerla cativas de la familia, el Estado, la Iglesia y
en fonna colectiva y robarle sus ahorros a las corporaciones profesionales.
través de la inflación, subvertir desde el po- Una referencia especial merece el proble-
der o desde la guerrilla el orden tradicional ma universitario. Hoy, la generalidad de las
axiológico sobre el que descansan los hábi- universidades de occidente se encuentran al
tos moraLes de la comunidad? ténnino de un largo proceso de descomposi-
Sigamos con las otras virtudes cardina- ción; proceso que comenzó en el Renaci-
les. Si falta prudencia en los gobernantes miento con su antropocentrismo que intentó
carecerán los gobernados de criterios de prescindir de la revelación y de su estudio a
orientación respecto al bien común; si falta través de la teología engendrando una uni-
fortaleza en los guerreros, la sociedad que- versidad «filosófica»; que siguió con el des-
dará sumida en el desorden, la inseguridad plazamiento del primado de la filosofía por
y la indisciplina; si falta templanza en los las ciencias particulares y la aparición de
productores, acecharán el hambre, la esca- una universidad «cientificista», cuya unidad
sez, la inflación y la carestía. quedó pulverizada en múltiples disciplinas
También habría que destacar el valor so- inconexas, cuyo cultivo parcializado, sin re-
cial de algunas virtudes un poco olvidadas ferencia a una concepción de la realidad,
como la piedad, la obediencia, la veracidad generó la «barbarie» del especialismo; uni-
y la lealtad; y la importancia de la amistad, versidad que se transfonnó en «profesional»
incluso para que el grupo subsista. al reducir su campo a la enseñanza de cono-
El Estado no puede ser indiferente al cre- cimientos de aplicación inmediata en técni-
cimiento cultural de la comunidad porque la cas profesionales y al transfonnarse de raíz
cultura integra el bien común. La teología, su fin tradicional «el aprendizaje de los sa-
la filosofía, las ciencias particulares y las ar- beres», en el objetivo disminuido y adulte-
tes, deben encontrar estímulo y apoyo. Cier- rado de obtener un diploma; y en universi-
EL FIN DEL ESTADO: EL BIEN COMUN 191
dad «burocrática» al sustituirse al grupo tico debe encuadrarlas dentro de una nor-
social de profesores y estudiantes, cultural- matividad positiva.
mente vivo, nutrido por la investigación y la La suprema normatividad positiva de un
trasmisión del saber, por una dependencia Estado es su constitución. La misma es un
más de la administración pública. Ese profe- instrumento para realizar el bien común, se
sionalismo burocratizado ha logmdo que en encuentra condicionada históricamente y de-
muchos países la investigación más profun- be traducir la constitución «natural» de cada
da haya debido emigrar de la universidad y pueblo formada por sus costumbres, su cul-
refugiarse en institutos especializados. tura y su tradición. Es un grave error «sa-
Pero una última degradación ha soporta- cralizarla» y asignarle carácter pétreo, ya
do en muchos lugares la universidad de oc- que debe ser reformada cuantas veces lo exi-
cidente: su politización, su utilización para ja el bien común 65.
bastardos objetivos partidarios y por último, La aplicación del programa constitucio-
en ese clima, la introducción de la dialéctica nal es tarea del legislador ordinario. Hoy en
marxista que al dividir a profesores y estu- este campo aparecen renovados problemas.
diantes en clases antagónicas, la «oligarquía Por un lado, la complejidad de la materia a
profesional» y el «proletariado estudiantil», regular requiere muchas veces conocimien-
intenta transformar la natural comunicación tos especializados; por otro, las antiguas
en La búsqueda de la verdad bajo modo de cortes, poder de control, se transformaron
saber en lucha estéril, en campo de gimnasia con el «parlamentarismo» en poder legislati-
y entrenamiento, para la guerra revolucio- vo, asumiendo una competencia universal en
naria. la materia a regular, muchas veces adosada
La restauración de la universidad exige a una incompetencia universal acerca de
una política firme por parte del Estado que saber cómo legislar. Las consecuencias son
establezca un contexto de paz y orden, de la llamada «inflación legislativa» o «motori-
estímulo al saber sin barreras «profesiona- zación de la legislación», la incesante pro-
listas» y «cientificistas», que permita retor- ducción de leyes, generalmente confusas,
nar al espíritu de la comunidad descrita por mal redactadas y fuente de inseguridad.
Alfonso el Sabio en las Partidas: «ayunta- El remedio no es otro que limitar al má-
miento de Maestros e de Escolares, que es ximo la competencia de estos cuerpos que
fecho en algún lugar, con voluntad e entendi- deberían reducirse a funciones de control y
miento de aprender los saberes». más allá de la democracia formal, como es-
La función jurídica del Estado surge co- cribe Messner, trasmitir «parte de la legisla-
mo una exigencia de la misma naturaleza, ya ción a la autoadministración de las organiza-
que la autoridad para orientar las conductas ciones profesionales, lo que sería la descen-
de los gobernados hacia el bien común polí- tralización, la desburocratización y una am-
65. Conf. MESSNER, EUca .. ., ed. cit., pág. 963; Y nuestro trabajo El bien común en la doctrina pontifi-
cia, en «El bien común», de OSVALDO LIRA y otros, Ed Nueva Universidad, Santiago de Chile, 1975, pág. 140.
192 BERNARDT.NO MONTEJANO
plia reducción del aparato administrativo justo» y tener conciencia de que hoy, como
estatal enormemente hipertrofiado» 66 . Mess- afirma Messner «ha de resultar insuficiente
ner engloba dentro de la burocracia a la le- una formación de mera técnica legal; tendrá
gislación y a la administración. Ambas deben que familiarizarse también, entre otras, con
ser desburocratizadas, descentralizadas, fe- las ciencias de la economía, con la ética y
deradas, podríamos decir. Para ello el único la psicología» 67.
recurso genuino es el fortalecimiento y la Las funciones del Estado vinculadas con
participación en estas tareas de los grupos el «bienestar material» han sido ya analiza-
infrapolíticos. das en el capítulo IV de este trabajo.
Aquí también cabe que el ordenamiento
jurídico estatal reconozca junto a las nor-
mas emanadas de fuente legislativa, adminis- IX. CONSIDERACIONES FINALES.
trativa o jurisdiccional, a las que emergen
de la actuación uniforme que engendra a la A través de estas líneas hemos intentado
costumbre y de la actuación autónoma, algu- probar la importancia que el bien común tie-
nas tan importantes hoy como los convenios ne con respecto al tema del Estado; tema
colectivos de trabajo. encuadrado dentro del orden práctico en el
La administración de justicia es también cual la primacía es de los fines.
función jurídica del Estado y la independen- Sin embargo, el bien común político des-
cia del poder judicial es, en nuestro tiempo, aparece en las concepciones individualistas
la verdadera garantía de las libertades con- al confundirse con la suma de bienes parti-
cretas. culares y en las concepciones colectivistas al
Dicha independencia sólo se alcanzará en transformarse en un bien singular del Es-
plenitud cuando los magistrados no depen- tado; y su papel es retaceado en los diversos
dan, en su designación, retribución y remo- personalismos que no advierten que no hay
ción, de los otros poderes del Estado. La po- incompatibilidad entre el valor personal,
litización partidista de la administración de bien entendido, y los fines del hombre, «pues
justicia, es el fin de la independencia de los los fines perfectivos específicos del hombre
jueces y el origen de una corruptela que les se refractan en las personas concretas dando
impide garantizar por igual a todos los ha- lugar a estos valores personales respecti-
bitantes el ejercicio de sus derechos. vos» 68.
Para desempeñar bien su tarea, el juez Tampoco el personalismo repara en la
no debe ser «juridista», o sea «jurista puro», il,l1portancia de la distinción entre el fin ob-
sino revivir el espíritu del pretor, del iuris jetivo (finis qui), que es el bien común que
prudente, «conocedor de las cosas divinas y perfecciona; el fin formal (finis qua) que es
humanas», de la ciencia de lo justo y lo in- el Estado en el cual este bien se concreta y
alcanza; y el fin subjetivo (finis cui), los a los bienes particulares al identificar a la
miembros del Estado, sujetos perfectibles. persona con éstos; de allí la «tensión» a la
El personalismo parte de una concepción que aluden, disociadora de la sociedad polí-
totalitaria del Estado, pone como ej.e de la tica; la crisis de la solidaridad y de la con-
-cuestión al finis cui y niega la primacía del cordia sustituídas por una «dignidad» trans-
fin objetivo, o sea del bien común, sin ad- formada en egoísmo y la animalización del
vertir que «la subordinación al bien común hombre al limitarlo a la apetencia del bien
es la única forma de respetar sin excepcio- particular y cerrarle la apertura al bien co-
nes la dignidad de todos y de cada uno de mún, elevación exclusiva de los seres racio-
los miembros de la sociedad civil. Pero en- nales.
tonces es claro que lo que se subordina al La vigencia de estos errores han condu-
bien común no es la dignidad de la persona cido en el campo político a la situación de-
humana sino los bienes particulares. La pri- nunciada por Charles de Koninck, que es un
macía del bien común impone excluir al bien dato para encarar la tarea de renovación
particular que se le opone... No hay que profunda que debemos emprender en nues-
identificar a las personas con sus bienes par- tro tiempo: «muy corrompida está la socie-
ticulares, confundiendo la dignidad de aqué- dad cuando no es posible hacer una llamada
llas con el valor de éstos» 69. al amor del difícil bien común y a la forta-
El personalismo, versión atenuada del leza superior del ciudadano en cuanto tal
individualismo en el plano de la persona y ciudadano para la defensa de este bien, sino
a veces del colectivismo en el plano del in- que se ha de presentar su bien so color del
dividuo, acaba subordinando el bien común bien de la persona» 70.