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El deseado de todas las gentes

Capítulo 36
“El toque de la fe”
El toque de la fe, nos relata historias maravillosas que por la fe fueron sanados, pero
hay dos de las historias que fueron muy subrayadas en este capítulo. Al Volver de
Gádara a la orilla occidental, Jesús encontró una multitud reunida para recibirle, la
cual le saludó con gozo. Permaneció él a orillas del mar por un tiempo, enseñando
y sanando, y luego se dirigió a la casa de Leví Mateo para encontrarse con los
publicanos en su fiesta. Allí le encontró Jairo, príncipe de la sinagoga. De pronto se
comenta que la hija de Jairo había muerto, Jesús se encamino hacia la casa de la
muchacha. Aunque su discípulo había visto tantas obras de misericordia ellos
quedaron sorprendidos, (como Dios la va a sanar si ya está muerta). Cuando llego
a la casa de la muchachita todos estaban tristes y los miro y les dijo “Apartos, que
niña un está muerta”, de pronto la muchachita se levantó.

Una mujer enferma de flujo se sangre desde hacía doce años, se acercó por detrás
y toco el borde de su manto. Jesús iba caminando y había demasiada multitud a su
alrededor y de pronto Jesús se para y dice, ¿Quién es el que me ha tocado?, Pedro,
siempre listo para hablar, dijo: “Maestro, la compañía te aprieta y oprime, y dices:
¿Quién es el que me ha tocado?” Jesús contestó: “Me ha tocado alguien; porque yo
he conocido que ha salido virtud de mí.” El Salvador podía distinguir “el toque de la
fe” del contacto casual de la muchedumbre desprevenida. Una confianza tal no
debía pasar sin comentario. Él quería dirigir a la humilde mujer palabras de consuelo
que fuesen para ella un manantial de gozo; palabras que fuesen una bendición para
sus discípulos hasta el fin del tiempo.

En estas historias, Dios nos demuestra de las maravillas que él hace, pero se
pueden notar más cuando tenemos Fe. La Fe nos puede salvar de enfermedades y
hasta de la muerte y todo a que el de siga a dorando será salvo. Un ejemplo claro
es de los diez leprosos: Cuando los diez leprosos vinieron a Jesús para ser sanados,
les ordenó que fuesen y se mostrasen al sacerdote. En el camino que darán limpios,
pero uno solo volvió para darle gloria. Los otros siguieron su camino, olvidándose
de Aquel que los había sanado. ¡Cuántos hay que hacen todavía lo mismo! Para
nuestro propio beneficio, debemos refrescar en nuestra mente todo don de Dios.
Así se fortalece la fe para pedir y recibir siempre más.

Siempre ser ser agradecido con él y estar a su lado todo el tiempo, porque en sus
matos blanco estamos seguros y nunca va hacer fácil llegar a él (al llegar a él es
como una montaña rusa esta recto al principio, pero de repente hay muchas curvas
y muchas bajadas) siempre nos ayudara.

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