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son armas
Las palabras
son armas
Discurso de odio en la red
Prólogo de
Miguel Ángel Aguilar García
Biblioteca Universitaria
© Edicions de la Universitat de Barcelona
Adolf Florensa, s/n
08028 Barcelona
Tel.: 934 035 430
Fax: 934 035 531
comercial.edicions@ub.edu
www.publicacions.ub.edu
ISBN 978-84-9168-163-2
Agradecimientos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15
Antecedentes, experiencias y respuestas al discurso de odio
en la red. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17
servir como instrumento para alcanzar una sociedad más libre, igual
y fraterna que haga inviable el pronóstico de Martin Luther King,
quien advirtió: «Tendremos que arrepentirnos en esta generación,
no tanto de las malas acciones de la gente perversa, sino del pasmoso
silencio de la gente buena».
Fiscal, ES-P4. Igual que esta, a lo largo del libro se incluyen diversas citas de los
informantes, codificadas para asegurar el anonimato y confidencialidad de los participan-
tes en el estudio.
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«Nombre del grupo + nombre de la red social», por ejemplo, «Plataforma per Ca-
talunya + YouTube».
5 Fanpage Karma es una herramienta digital para analizar y optimizar las redes so-
ciales: www.fanpagekarma.com/.
una aproximación cualitativa al discurso de odio 29
Europea expone que una media del 82% de las personas de grupos
minoritarios que han sido víctimas de discriminación no han de-
nunciado el hecho (FRA, 2009). En este sentido, Gómez Martín
(Gómez Martín et al., 2015) señala una serie de motivaciones de las
víctimas para no denunciar, tales como la discriminación como vi-
vencia cotidiana y «normal»; la creencia de que nada pasará; la des-
confianza o miedo a la policía; el miedo a las represalias; la extrema
vulnerabilidad de cierto tipo de víctimas, por ejemplo, las personas
sin hogar; la falta de conocimiento de la ley; la vergüenza; la nega-
ción o minimización del impacto y la gravedad del delito; y, final-
mente, el miedo a desvelar su filiación étnica, religiosa o política. La
mayoría de estas razones quedaron confirmadas con los resultados
del estudio etnográfico llevado a cabo, como se mostrará más ade-
lante.
Apuntada esta problemática de falta de fiabilidad y carencia de
estadísticas actuales, cabe revisar los pocos datos fragmentados que
existen. En Italia los datos sobre delitos de odio son muy limitados,
pero hay algunas estadísticas sobre incidentes específicos en Inter-
net. Estas apuntan que, en el año 2013, el número de casos de discri-
minación online denunciados al organismo de igualdad UNAR fue,
por primera vez, mayor que el número de casos de discriminación
offline. En 2014, UNAR registró 347 casos de manifestaciones racis-
tas en las redes sociales, de los cuales más del 50% tuvieron lugar en
Facebook y el resto en Twitter y YouTube. En el pasado había habido
casos penales relacionados con grupos como la sección italiana de
Stormfront; pero, según representantes de la Policía Postal Italiana
estos, las injurias y las amenazas fueron los hechos delictivos más
denunciados. Estos delitos se producen, principalmente, a través de
Internet (46,2%) y mediante telefonía/comunicaciones (26,5%), se-
guidos de las redes sociales (9,4%) y los medios de comunicación
social (8,5%). Por otra parte, la organización Movimiento Contra
la Intolerancia informa que el número de casos recogidos por ellos
cada año asciende hasta los 4.000 (MCI, 2012). En cuanto a las de-
nuncias procesadas por vía jurídica por incitación al odio online, la
mayoría están relacionadas con grupos neonazis y con la difusión de
su ideología a través de Internet. Uno de los casos en curso está di-
rectamente vinculado con las redes sociales, y se procede contra el
administrador de una página de Facebook por emitir comentarios
xenófobos y antisemitas. Además, muchos de los hechos denuncia-
dos en Cataluña a la policía o al fiscal se refieren a expresiones de
odio contra los catalanes, como por ejemplo los tuits anticatalanes
después del accidente de avión de Germanwings en marzo de 2015.
En este sentido, es interesante observar que, si bien la gran mayoría
del discurso de odio en Internet, como el que atenta contra los mu-
sulmanes, no se denuncia, el que está orientado a la población autóc-
tona sí parece denunciarse e investigarse en mayor medida. Este es
un elemento preocupante que también expusieron los profesionales
entrevistados, puesto que conlleva la lectura de que solo se asume la
importancia de denunciar y castigar el discurso de odio cuando este
fenómeno se percibe como algo cercano.
En Francia, las estadísticas que recogen datos sobre el origen ét-
nico y religioso están prohibidas constitucionalmente, por lo que la
falta de estadísticas sobre el racismo, la xenofobia y la incitación al
odio es aún más notable que en los demás países. Sin embargo, una
ONG entrevistada revelaba que su oficina recibió en 2014 1.728 de-
nuncias por contenido de odio, de las cuales Facebook representa-
ba el 31%, el 18% procedía de Twitter, el 17% de las redes sociales
YouTube
Fuerzas de seguridad
Fiscalía y juristas
www.observatorioproxi.org/.
68 LAS PALABRAS SON ARMAS
Respecto a los canales, Facebook es, de lejos, la red social más popular, seguida de
Instagram y Twitter. En consecuencia, la mayoría de las experiencias de discurso de odio
narradas por los jóvenes tienen que ver con Facebook. En cuanto a la extensión del uso de
las redes sociales, los jóvenes acuden a ellas todos los días o varias veces al día, principal-
mente a través de sus teléfonos inteligentes. Solo algunos de los entrevistados de menor
edad afirmaron que únicamente podían hacer uso de las redes sociales los fines de semana.
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Las mismas cosas de siempre. «Siempre son los árabes», «siempre son los
musulmanes», «no deberíamos dejarlos entrar», ese tipo de frases bana-
les, pero horribles... Siempre las hemos oído, pero esta vez lo escuchas
diez veces más [mujer, 22 años, Francia, FR-YP2].
tear con amigos. Esto deriva en que, por una parte, estos jóvenes no
intervengan ante un discurso de odio ni reaccionen contra él, pero,
por otra —esta más positiva—, también es un indicador de que di-
cho discurso no llega a afectar tan profundamente a todos los usua-
rios de Internet.
Tenía miedo e incluso tuve que ver a un médico porque todo lo que
estaba leyendo me estaba volviendo loca. No hice ningún comentario,
pero como no respondí, al mismo tiempo, en cierto modo me dañé a
mí misma porque no expresé mis sentimientos [mujer, 23 años, Espa-
ña, ES-YP6].
Discurso de odio en la red: mucha presencia, escasa reacción 85
Hace poco vi el perfil de una chica que escribió que quería conocer a
mucha gente, pero dijo que no quería árabes, ni negros, ni gente de
fuera, solo la gente de su país [...]. Cuando lo leí me dolió el corazón y
le dije «tú también deberías irte porque nadie te quiere tampoco». Ella
respondió «vete a tu país, negro de mierda» [hombre, 20 años, España,
ES-YP1].
Discurso de odio en la red: mucha presencia, escasa reacción 87
Como ves que están siempre allí discutiendo, llega un momento que
dices: ¿hasta qué punto estas personas lo hacen solo para llamar la
atención? [...]. Así que antes solía intervenir cada vez que algo me mo-
lestaba, pero ahora lo hago menos, trato de no hacerlo, creo que no
comento mucho ahora [hombre, 29 años, España, ES-YP9].
Del mismo modo, una gran mayoría de jóvenes perciben que las
discusiones en Internet son fácilmente inflamables y prefieren discu-
tir cara a cara, fuera de las redes sociales, si los comentarios los ha
hecho algún conocido. Asimismo, hay otros que renuncian a discu-
tir con la gente, aunque la conozcan, porque lo consideran inútil, tal
y como ilustra una mujer que ha dejado de intentar razonar con
personas que hacen comentarios racistas en las redes sociales:
Por otro lado, otros mecanismos de denuncia, tales como los im-
plementados por algunas ONG, resultan muy poco conocidos entre
los entrevistados, que tienden a pensar que las denuncias deben pre-
sentarse directamente a la policía. Solo una víctima directa (una jo-
ven mujer latina en España) ha denunciado ataques directos ante
una ONG antirracista, con lo que logró que se eliminara el conteni-
do de odio de una página web.
A modo de conclusión, cabe decir que los relatos recogidos en
la investigación muestran que el contacto con discursos de odio en
las redes sociales es muy común, si bien las respuestas a tal experien-
cia varían enormemente. Aun cuando se trata de una situación ha-
bitual para los jóvenes, aspectos como recordar las frases exactas de
odio utilizadas resultan más usuales entre los grupos objetivo o las
víctimas directas, mientras que los espectadores tienden a recordar
solo a quién estaban dirigidas o el contexto. Los grupos que, según
los usuarios, reciben más ataques suelen coincidir con los colectivos
de referencia de cada país que más sufren xenofobia y racismo. Esto
indica cierto nivel de conciencia y conocimiento entre los jóvenes
de la existencia de este problema, además de reforzar la premisa de
que los discursos de odio online y offline están directamente rela-
cionados. Sin embargo, hay poca familiarización con dicho discur-
so como concepto y en los términos jurídicos, institucionales o aca-
démicos con que se define. A pesar de esta conciencia del racismo
y la xenofobia, y de su rechazo generalizado, los jóvenes internau-
tas tienden a percibir los mensajes de odio y los comentarios ofen-
sivos como un fenómeno normalizado y una parte inevitable de
Internet:
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Son redes sociales, la gente no se conoce. Así que van más allá porque
se sienten seguros, porque es Internet y sabes que puedes ser quien tú
quieras ser [mujer, 19 años, Reino Unido, UK-YP4].
Educación y sensibilización
Creo que la gente tiene que mostrar las cosas positivas. La gente ne-
cesita saber los hechos. Hay mitos y hay hechos. Tenemos que ex-
ponerlo y diferenciarlo [representante de una ONG, Reino Unido,
UK-P2].
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