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Una visión general de las investigaciones arqueológicas subacuáticas llevadas a cabo en
los cenotes de la Rivera Maya; resultados y riesgos por el paso del Tren Maya.
Octavio del Río
Introducción
En el interior de los cenotes de la Riviera Maya, yacen vestigios que cuentan historias sobre
algunos de nuestros antepasados más remotos, no solo de México, sino además del resto
del continente americano. Fue en las cuevas de esta peculiar región geográfica de la
península de Yucatán, donde algunos de los primeros pobladores de América encontraron
las condiciones ideales para la sobrevivencia de la especie y evolución de su cultura.
En ese entonces, el nivel del mar estaba 30 m por debajo del actual (Fairbanks, 1989), lo
que permitía que las cuevas se mantuvieran secas. El calentamiento de la tierra, ocasiona
la deglaciación y con ello el descongelamiento paulatino del hielo acumulado en los polos
(Blanchon, 1995), elevando el nivel del mar hasta inundar las cuevas y cenotes tal y como
los conocemos en la actualidad. Con ello, los habitantes de entonces son desplazados por
estos cambios climáticos y tienen que migrar a tierras más elevadas (Cueva de Puyil,
Secretaría de Cultura, 2018).
Proyectos
En 1998, surge un proyecto pionero en la investigación arqueológica subacuática, cuyo
objetivo fue el de explorar sistemáticamente estos sistemas de cuevas inundadas en busca
de evidencia arqueológica y registrar los vestigios que ahí yacen. Este proyecto,
denominado: Catálogo Arqueológico de Cenotes y Cuevas de Quintana Roo (Del Río, O.,
C INAH Q ROO/SAS), posteriormente se convertiría en el primer un atlas arqueológico, que
abarcaría el resto de los cenotes y cuevas de la península de Yucatán, denominado:
Proyecto Atlas Arqueológico Subacuático para el Registro, Estudio, y Protección de los
Cenotes en la Península de Yucatán (González, A., Rojas, C. y Del Río, O., SAS/INAH –
2001).
Dentro de esta investigación arqueológica en los cenotes de la península de Yucatán, fue
en el área geográfica de Tulum, donde hasta el momento se ha descubierto la única
evidencia de humanos precerámicos en la península. Entre estos ancestros de la
prehistoria, destacan los restos de Eva de Naharon, quien además de haber sido el primer
fósil humano reportado en los cenotes de la Riviera Maya, es hasta el momento la evidencia
osteológica más antigua encontrada de un humano en el continente americano (González
et al, 2001; Hubbe et al., 2020).
Los restos de Eva de Naharon, fueron reportados en el año 2000 al Instituto Nacional de
Antropología e Historia por el que esto suscribe. La osamenta se encontraba a 27 m de
profundidad y a 360 m de distancia desde el cenote Naharon, también llamado Cristal,
ubicado a 5 km al sur de Tulum. Se logró recuperar el 80% del esqueleto, con lo que se
pudo determinar que se trataba de una mujer de alrededor de 25 años de edad y que, con
un fechamiento por radiocarbono 14 de 13,721 (Cal Yr BP) (Hubbe, 2020; González, 2008),
la convertiría en el fósil humano más antiguo reportado hasta el momento en América.
Naharon, al igual que Las Palmas y Muknal, por la ubicación de los esqueletos en lo
profundo y lejano en el interior de las cuevas, y por las características tafonómicas y
posición anatómica en la que se encontraron, así como las características geológicas de
las cámaras donde fueron encontrados, permite pensar que se trata de depósitos
funerarios, donde los cuerpos fueron alojados en cámaras mortuorias especialmente
seleccionados para su descanso y paz eterna (González et al., 2014; Stinnesbeck et al.,
2017).
Imagen 2: Modelo 3D de Eva de Naharon; mapa del recorrido hasta el sitio donde se encontró la
osamenta; y vista del cenote Naharon o Cristal desde el interior de la cueva. En las imágenes,
momento en que Octavio del Río realiza la colecta de la osamenta para su posterior análisis y
estudio (C INAH Q ROO/SAS). Fotos: Eugenio Aceves y Octavio Del Rio.
Imagen 3: El >90 del esqueleto de Las Palmas se recuperó dentro de un nicho en la roca donde se
encontraba en posición flexionada y reclinado hacia el lado izquierdo. Esta situación sugiere que
fue depositado en el sitio después de su muerte en una especie de recinto funerario (González,
2008). Fotos y plano: Octavio Del Rio.
Además de los restos óseos humanos, también se ha encontrado evidencia de ocupación
humana en algunas de estas cuevas y habitáculos cavernosos, donde se refugiaban y
protegían de los grandes depredadores y del extremo clima de la época. Loa evidencia de
concentraciones de carbón y el análisis de la historia del fuego, indican un origen
antropogénico que permite dilucidar que estos lugares fueron ocupados por humanos, que
convivían alrededor de fogatas que les proporcionaban iluminación y calor, y donde
cocinaban los alimentos que cazaban. Tal es el caso de la Cámara de los Ancestros del
cenote Aktun Ha (González et al., 2002; López et al., 2020) y la Chimenea en el cenote
Taxma Ha (González et al., 2008).
Imagen 4. Hogueras localizadas en el interior de la Cámara de los Ancestros del cenote Aktun Ha
(López et al., 2020) Fotografías: Octavio Del Río y Eugenio Aceves.
Estos vestigios, y las cámaras subterráneas donde se encontraron, son parte del contexto
arqueológico que ocuparon estos primeros pobladores de Tulum y del resto del continente
por más de 5000 años, hasta el momento de su hundimiento al término de la era geológica
del Pleistoceno e inicio del Holoceno.
Imagen 5. Corte lateral del recorrido de 150 m desde el cenote Aktun Ha hasta la Cámara de los
Ancestros. Elaboró: Octavio del Río.
En otros contextos de actividad humana en las cuevas del área, en 2017, unos
espeleobuzos notaron en el interior del sistema Sagitario, ubicado en el área de Xpu Ha,
algunas estalactitas y estalagmitas rotas, rocas apiladas, paredes y pisos picados, techos
con hollín y docenas de pozos y trincheras, que ofrecen evidencia convincente de minería
en el interior de este sistema de cuevas. Llamaron al sitio La Mina. La datación por
radiocarbono reveló que los depósitos son de entre los 12.000 años a 10.000 años (Price
et al., 2020).
Imagen 6. Un buzo examina una pila de tocas que posiblemente funcionaron como mojoneras para marcar la
ruta en el interior de la mina de ocre en Quintana Roo, México. CINDAQ.ORG
Megafauna
Dentro del sistema Oxbel Ha (nombre maya que significa “Tres caminos de agua”), que
tiene una extensión de 270,2 km y 143 cenotes registrados, se han reportado nuevas
especies de fauna ya extinta, entre ellas: el perezoso gigante Xibalbaonyx
exinferis (Stinnesbeck et al. 2020), pecarí, Muknalia minima (Schubert et al., 2019-2020), jaguar,
Pantera balamoides (Stinnesbeck et al., 2018), osos de cara chata Arctotherium wingei, así como
canidos Protocyon troglodytes (Schubert et al., 2016; Schubert et al., 2019).
Imagen 7. Perezoso Gigante (Nothrotheriops Shastensis) descubierto en la cueva del cenote El Pit
en el ejido Jacinto Pat. Megafauna de la Era de Hielo descubierta en algunos de los cenotes de la
Rivera Maya, Tulum, México por Sergio de la Rosa (CONABIO). Fotos: Kriztofer Starwnaski y
Octavio del Río.
Imagen 8. Perezoso gigante de la especie Xibalbaonyx oviceps in situ; localizado en el interior del
cenote Zapote en la ruta de los cenotes de Puerto Morelos. A). Se observa el cráneo y la
mandíbula. B) Fragmentos de hueso y resto del esqueleto (Stinnesbeck et al., 2017).
La civilización Maya
Con las cuevas inundadas al término de la Era glacial, surgen los cenotes y con ellos la
civilización Maya, quienes los consideraban sagrados. En ellos, llevaban a cabo sacrificios
para mantener el balance del cosmos y llevaban a cabo ceremonias de agradecimiento y
veneración como proveedores de la fertilidad y la vida misma, y a su vez, son el portal hacia
Xibalba: el inframundo Maya (Martos,et al., 2017).
Los cenotes mayas también fungieron como sitios funerarios consagrados a los muertos.
En ellos, depositaban o arrojaban los huesos de sus más allegados que eran desenterrados
de su tumba original, y así, a modo de portales hacia Xibalaba, realizar el viaje final al lugar
donde habitan los muertos. Algunos de estos sitios mortuorios se dieron de forma individual
y selectiva, donde personas de mayor estrato social eran depositados en lugares especiales
dada la importancia que representaban para estas sociedades prehispánicas (Rojas, 2010).
Los cenotes de la Riviera Maya, están interconectados por largas galerías subterráneas
decoradas con espeleoformaciones que crean paisajes espectaculares. Por ellas, corre el
agua dulce y cristalina que se filtra a través de la roca caliza generando ríos subterráneos
más extensos del planeta, y que cual venas de la tierra, fluye a través de las cuevas en su
recorrido hacia al mar Caribe.
Imagen 9. Osamentas y ofrendas mayas depositadas en el interior de los cenotes. Los dientes
incisivos en el cráneo, presentan incrustaciones de jade, considerada una piedra preciosa con
fines estéticos que por lo regular representaban a las personas de mayor estrato social en las
civilizaciones prehispánicas. Fotos: Octavio Del Río.
Esta fuente de agua prístina, sustenta la biodiversidad y los diferentes ecosistemas que de
ella dependen para su subsistencia, incluyendo a los pobladores locales y demás visitantes
que llegan a la región. Son fuente de vida, y garantizar su protección es una obligación y
un derecho humano.
La infraestructura que requiere el Tren Maya para su construcción en esta área llena de
cavidades, necesariamente requerirá que se refuercen los cimientos con la perforación y
colocación de pilotes, la excavación de la roca para alojar los cimientos, e incluso el tener
que rellenar algunas oquedades. El flujo y la calidad del agua se alterarían, así como los
ecosistemas de las especies que ahí habitan y de ella dependen. Además, los contextos
arqueológicos que ahí yacen, estarían en riesgo de ser perforados o rellenados, así como
por el inminente colapso de las bóvedas durante las obras, o por la constante vibración que
el tren producirá a su paso.
Imagen 11. Representación gráfica del recorrido de 150 m que hay que recorrer buceando hacia la
Cámara de los Ancestros del cenote Aktun Ha, que fuera ocupada por humanos a finales del
pleistoceno, hace unos 10,500 años, cuando la cueva aún estaba seca. Elaboró: Octavio Del Río.
Los cenotes de la Riviera Maya son, además, un importante recurso turístico sin igual en el
mundo, que atrae a cientos de visitantes cada año. Algunos empresarios, defienden la idea
de mantener esta ruta que se interna en la selva, para así, salvaguardar sus intereses e
infraestructura, siendo que son los cenotes y los ecosistemas que de ellos dependen, los
mismos que generan gran parte de sus ingresos y riqueza.
Pero y, ¿qué hay de la salvaguarda del acuífero del que dependen las especies que aquí
habitamos? ¿o del impacto que la devastación de la selva implica para la biodiversidad y
los ecosistemas de la región? ¿Y qué hay del patrimonio que nos da identidad y es parte
de nuestra cultura e historia? ¿o de la fuente de sustento que genera bienestar para las
comunidades locales que de ellos dependen?
Los cenotes de la Riviera Maya, constituyen una valiosa e importante fuente de vida y
conocimiento; invaluable e insustituible. La evidencia arqueológica y los contextos naturales
en los que se encuentran estos vestigios demandan su preservación y protección, así como
su adecuada conservación, investigación y difusión.
Esta peculiar área geográfica de la península de Yucatán, contiene todas las cualidades
para ser considerada Patrimonio Natural y Cultual de los mexicanos y de la humanidad,
tal vez la más importante de América y del resto del mundo.
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