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Vivimos en Un Mundo Que Está Cambiando Rápidamente
Vivimos en Un Mundo Que Está Cambiando Rápidamente
Alguna vez me han preguntado para que me iba a involucrar en tal magnitud de cambio
cuando no hay necesidades materiales que lo ameriten. Creo que esa forma de pensar es un gran
problema, porque esconde grandes dosis de conformismo, de mediocridad y por supuesto, también
de pereza. Hay una forma de ver la vida diametralmente opuesta. La naturaleza siempre nos brinda
enseñanzas si aprendemos a leer su lenguaje simbólico: la vida es movimiento permanente, la
muerte, por el contrario, es quietud. Por supuesto, también es cierto que muchas veces, el único
agente de cambio termina siendo el dinero, lo material, lo efímero. Creo fuertemente que eso es por
demás nocivo, sin embargo, muchas veces nos domina la necesidad de supervivencia, y nuestro foco
esta puesto allí, en lo que podemos llamar un “deseo de recibir”. Pero ¿Cuánto mejor es encarar el
cambio desde la necesidad de evolucionar para así poder aportar algo mejor a nuestra sociedad?
Después de todo lo material es finito, pero nuestras acciones perdurarán a través de aquellos que
con ellas se beneficien.
Así, un misterioso día me propuse dudar de la manera en que en ese entonces gestionaba
los proyectos. Con un enfoque de Project Manager tradicional, estaba acostumbrado a lidiar con
cronogramas, con presupuestos y con tiempos. Aquellos tres elementos orientaban mis acciones
cotidianas, les rendía culto tal como si se tratasen de dioses pertenecientes a alguna religión
politeísta. El enemigo al que había que enfrentar con todas mis fuerzas era el cambio. Aquel
amenazaba cotidianamente mis objetivos diarios. Me desvelaba la necesidad de evitarlos a toda
costa. También estaba acostumbrado a delegar tareas, a definir roles y establecer deadlines
individuales para cada uno de ellos. En mis equipos
Horas y horas me esforzaba en planificar cada vez con mayor profundidad para que nada
quede fuera. Y sin embargo volvía a fallar. Los proyectos siempre traían consigo alguna novedad no
planificada, una verdadera trampa mortal para todo aquel que se dedique al Management.
Todo comenzó hace 5 años. En aquel entonces era el líder de un equipo de ingenieros
desarrollando un Reactor Nuclear. El proyecto había se había extendido en el tiempo, era innovador
y nadie estaba preparado para tal desarrollo. Los cambios en el alcance eran moneda corriente,
como lo era el malestar global por no cumplir con los plazos estipulados. Las reuniones anuales para
presentar los resultados eran utilizadas para echar culpas y establecer un nuevo cronograma cuyo
fracaso se sabía de antemano. Mi rol como Project manager y líder de equipo por supuesto que
sufría daños colaterales, ya que la desmotivación global muchas veces conlleva a la pérdida de
confianza, sin la cual no puede existir un liderazgo efectivo.
Todavía recuerdo aquel día como si fuese hoy. Uno de los miembros de mi equipo, se acercó
para ofrecerme una mirada personal sobre aquella situación. Me insinuó que el problema quizá, no
eran las personas, sino todo el sistema. Tal afirmación me hizo reflexionar. Tal vez estábamos tan
acostumbrados a esa forma de hacer las cosas, que, aunque estuviesen mal, nunca las
detectaríamos, más aún las defenderíamos a muerte en tanto muchas de ellas son la razón de ser de
nuestro puesto laboral. ¿Estábamos frente a un gran paradigma institucional?