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Un pecado pequeño desencadena un pecado mayor:

Tristemente, el justo e intachable Noé sucumbió a la embriaguez y expuso su

desnudez mientras dormía. Este pecado relativamente menor (cf. Adán en

Génesis 3:6) fue seguido por un pecado mucho más grave de Cam su hijo

menor (cf. Caín en Génesis 4:8). Una vez más en esta secuencia Génesis

sugiere la repetición de la historia. La nueva raza humana encabezada por Noé

estaba, al igual que la anterior, en el resbaladero.

La vida familiar de Noé, 9:18–29. Esta sección nos muestra el progreso de la civilización y la
continua pecaminosidad del hombre en tres incidentes conectados uno con el otro. El primero nos
ilustra el inicio de la industrialización de un producto agrícola. Noé se dedica a la agricultura y con
el correr del tiempo descubre el proceso de fermentación para producir vino del producto de la
viña. El cultivo de la vid y la producción de vino han sido actividades importantes en la cultura
bíblica. El segundo incidente nos ilustra el efecto del abuso del nuevo producto que expone al
hombre a otros actos indignos. El consumo excesivo de vino embriaga a Noé y lo expone inde-
centemente. Cam, uno de sus hijos, aprovechando la condición vulnerable de su padre, comete un
acto de deshonra de mucha gravedad en la relación hijopadre. Los otros dos hijos mantienen
respeto y decencia y tratan con dignidad al padre. El tercer incidente nos demuestra la fuerza
permanente de la bendición y maldición del padre en un sistema patriarcal y como el pecado de
un individuo tiene consecuencia en sus descendientes. Noé, al enterarse de lo acontecido, maldice
a Canaán, hijo de Cam, por la acción ofensiva de éste, profetizando que la descendencia de Canaán
sería esclava de los descendientes de Sem y Jafet. Esta maldición a Canaán no debe entenderse
como un prejuicio o discriminación [Page 81] étnica o racial. Debe entenderse como la
consecuencia de un sistema de valores que no honra la dignidad generacional y que
institucionaliza el desenfreno sexual. Más tarde en la cultura cananita (los descen-dientes de
Canaán) se practica el culto a la fertilidad donde los hijos eran sacrificados y donde a través de
actos de desenfreno sexual se pretendía adorar a la divinidad. Al mismo tiempo, los ancianos eran
abandonados a su suerte por ser improductivos y carga económica a la generación siguiente.

Nuestra cultura latinoamericana está plagada con estos mismos problemas: el uso abusivo de las
bebidas y drogas intoxicantes y el desenfreno sexual. Tales abusos son estimulados
constantemente por los medios de comunicación social porque producen rentabilidad comercial a
ciertos sectores. Por estos abusos el individuo y la familia se destruyen y la nación se corrompe.
Esta es la maldición de Canaán que ha sobrevivido hasta nuestros días. El apóstol Pablo ofrece la
alternativa de escape a esta sociedad corrupta cuando declara que el creyente en Cristo debe
substituir la embriaguez de bebidas intoxicantes por una vida llena del Espíritu Santo, que conduce
a relaciones correctas en las expresiones sexual, familiar y social (Ef. 4:18–6:4).
el «cáliz de bendición» (1ª Cor 10, 16)

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“La copa de bendición” (16a) era la tercera de las cuatro copas de vino que se tenían que beber
en la celebración
de la Pascua judía. Era también la copa final que se acostumbraba tomar al finalizarse cualquier
comida. La tercera copa de vino en la Pascua era designada así porque, al llenarse la copa, se
expresaban las
gracias a Dios por los elementos. Normalmente la expresión de gracias se formulaba así:
“Bendito eres tú, o
Señor nuestro Dios, que nos das el fruto de la viña”.

La comida «queda santificada mediante la palabra de Dios y la plegaria» (1 Tim 4, 5).

El vino en las fiestas se consideraba como algo de lo más importante.

Pablo usa cinco términos clave en referencia a la Cena: una conmemoración


(1 Cor. 11:24, 25), un pacto (1 Cor. 11:25), una proclamación (1 Cor. 11:26), una esperanza escatológica
(1 Cor. 11:26) y
una comunión (1 Cor. 10:16)

También es una ocasión de dar acción de gracias, o eucaristía 2169

la Iglesia Católica Romana


desarrolló la teoría de la transubstanciación, o sea, que el pan y el vino se transforman
literalmente en el cuerpo y la
sangre de Cristo aunque su apariencia no cambia
Lutero y sus seguidores adoptaron una posición
media, afirmando la consubstanciación. Para ellos los elementos no se transforman; pero
la sustancia divina de Cristo
está presente en ellos, de modo que el que los toma por fe, toma a Cristo con ellos

Calvino hablaba de la presencia real de Cristo en los elementos, una ligera variación de la
posición luterana.

Zwinglio: la mayoría de los evangélicos


afirman que los elementos son simbólicos, y el valor de participar en la Cena es el valor de recordar
vívidamente el precio
que Cristo pagó para librarnos de la esclavitud y condenación del pecado.

El fruto de la vid
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Las uvas de Palestina eran excelentes. Los hebreos pudieron compararlas con
las de Egipto cuando entraron a reconocer la nueva tierra. Lo interesante es que la
tierra las producía abundantemente. La calidad de los vinos de Gaza, Tiro y Sarón se
compara con los de Sibma y Escol. Las cosechas se hacían todos los años, menos
el sabático y el jubileo. En esa temporada se las dejaba a los pobres, huérfanos y
extranjeros. La ley también permitía a los viajeros que pasaban cortar algunos racimos
para comerlos en el mismo lugar. Junto con el cordero se bebía vino, según la
costumbre de las cuatro copas. Cuando en la última cena Jesucristo ofreció la copa,
habló del nuevo pacto diciendo que ese vino era la sangre que se derramaría para
limpiarnos de pecado. Si bien en ese momento resultó una copa amarga, no por eso
Jesús dejó de anunciar que en su regreso se bebería de nuevo el fruto de la vid como
símbolo de alegría y de victoria (ver 26:29).

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mundo hispanmo

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