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”: 10 grandes macarras
celtibéricos en Youtube
caninomag.es/quieres-sentirla-en-el-pecho-diez-grandes-macarras-celtibericos-en-youtube
“La violencia proletaria, ejercida como una manifestación pura y simple del sentimiento
de lucha de clases, aparecerá, así, como una cosa muy bella y heroica: ella está al
servicio de los intereses primordiales de la civilización”
La calle está desierta, el macarra aprieta los puños y observa el horizonte a través de las
gafas tintadas: los enemigos empiezan a salir por doquier y él se imagina como
protagonista de un juego de Capcom en las 3000 viviendas de Sevilla. Ese del “mazao
con bigote…”. Este planteamiento, no poco lírico, convierte a España en una
superpotencia: tenemos los mejores malotes de Europa. Al menos hasta que entre Serbia
en la Unión Europea y se nos acabe el chiringuito. Pasarán las modas, de los jebis a los
canis, pero nunca cesará ese español que decide acabar todo con la solución más honesta:
las hostias como panes.
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Héroes sorelianos, superhombres nietzscheanos de ciudad dormitorio que esperan su
tiempo para acabar con la gentucilla que acecha sus barrios vendiendo drogas, robando
plumas Pedro Gómez o los escudos de los coches. Tipos “con un par de huevos”, que
diría ese referente periodístico que es el vehemente Arturo Pérez-Reverte. Vidas que
no son como ríos, sino como niveles del Streets of Rage y que producen übermensch en
un eterno retorno de la galleta proletaria.
Aunque el bandolerismo protomacarra del siglo XIX -bien representado por genios del
asalto a diligencias como El Tempranillo o Luis Candelas– podría dar para otro texto,
nos hemos centrado en todos aquellos con material audiovisual reciente. Con la
Transición como pistoletazo de salida, rememoramos aquellos tipos que Javier Cercas
describió acertadamente de este modo en Las leyes de la frontera (2012): “Pronto las
palabras no bastaron. Batista se aficionó medio en serio y medio en broma a pegarme
puñetazos en los hombros y las costillas, algún bofetón; perplejo, yo contestaba riendo,
jugando a devolver los golpes, tratando de quitarle seriedad a la violencia y de
convertirla en broma. Eso fue al principio. Luego, cuando resultó ya imposible disfrazar
la brutalidad de diversión, cambié la risa por las lágrimas y el deseo de escapar”.
El Vaquilla
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Watch Video At: https://youtu.be/Uxdm8CUg7sg
Juan José Moreno Cuenca, «El Vaquilla», es el arquetipo de macarrilla gitano que
tanto hizo por el primer cine de José Antonio de la Loma. Llegó, incluso, a
interpretarse a sí mismo en el moralista biopic que dirigió el propio de la Loma titulado
Yo, el Vaquilla (1985). Ahí está todo: las bambas de Nike, los pantalones vaqueros
marcapaquete y un pelazo que ya querrían los Modern Talking. “No me pasará nada,
soy menor, ¿Qué pueden hacerme? ¿Meterme en un reformatorio? ¡Me escapo y en paz!”
es el pistoletazo de salida de un filme que recorre el Vaquilla desde sus inicios delictivos
hasta el penal de Ocaña, en Toledo.
Juan José realiza tirones de bolso en el coche, con sabios consejos de a quién a robar
netamente superiores a los del Yomango: “He pasado de las tías porque solo tienen
condones, pinturas y pastillas anti-babies”. El monólogo inicial de la película en la cárcel,
resuelve y construye un filme elegiaco e incluye una frase que resume su vida:“Ya lo ven,
nunca pude o nunca supe pasar al otro lado de la sociedad”. Y termina con esa frase
aterradora, conociendo su final: “…y ahora lo estoy intentando”.
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Adicto a la heroína, acabó con SIDA y Hepatitis C en el penal: nunca cometió un delito de
sangre, aunque se le excarceló poco antes de morir debido a su estado terminal. Vázquez
Montalbán lo consideraba una víctima del sistema y el citado Cercas construyó el libro
nombrado sobre sus experiencias. Juan José tuvo la oportunidad, en los últimos años, de
conocer pareja estable: se enamoró de ella a través de una relación epistolar. Murió con
apenas 42 años de cirrosis en el Hospital de Can Ruti en 2003.
El Cojo Manteca
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Se suele citar que todo contexto histórico, todo espíritu del tiempo (el llamado zeitgeist),
espera un gran hombre. Aunque podría decirse que el mundo punki vasco se encarna en el
músico Fermin Muguruza, nuestro candidato personal no es otro que El Cojo Manteca,
cuyo nombre real era Jon Manteca Cabañas. Su génesis es propia de un X-Men:
haciendo el cabra en un poste eléctrico sufre una descarga, se cae y resulta gravemente
herido. Perderá una pierna y lucirá una cicatriz ciclópea en la cabeza.
Todo un personaje de Makoki que aventaja cual goleada del Bilbao a la Real Sociedad a
Kortatu, y que conoció una fama brutal por contribuir como mejor pudo a la
manifestación contra la subida de tasas en la universidad de 1987: se encaramó en una de
sus muletas y destrozó un letrero con la otra, enfrente del Banco de España.
Un acto simbólico de primer orden que le dio una gloria efímera y le sirvió para ser
entrevistado por el intenso Jesús Quintero en este clásico vídeo. A la pregunta, “¿Qué es
para ti ser punki?” él responde “Pues no lo sé: es mucho del coco; según como lo lleves.
No soy de esos que se pone la chupa negra, la cresta y hala, a dar patadas por ahí”. Su
ideología política, muy precisa, nos sigue pareciendo un referente inexcusable: “No he
votado, ni votaré en mi puta vida y si voto lo haré a Jon Manteca”. Se le detuvo poco
después en Sevilla, pero vivirá medio año de prisión por insultar a la Virgen de los
Desamparados en Valencia. Acabará mendigando en Alicante, en Torrevieja, en sus calles
más céntricas.
En la entrevista afirma “…a mí me mola vivir” cuando recuerda a los yonkis del tiempo,
pero no llegará a durar mucho: murió de SIDA en 1996. “Una leyenda con muletas” como
resumió acertadamente un Quintero envuelto en humo.
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El Pirri
El mejor secundario del cine kinki hispano, nacido en San Blas (Madrid), tuvo una
notoriedad efímera pero fulgurante. De niño pequeñajo y melenas en Navajeros (1980)
a su papel de sidekick cómico dentro de El juego más divertido (1988), se convirtió en
la figura mediática icónica del tirabolsos del sur de Madrid. Todo gracias a sus frases
magnas, superiores a todo el cine social de León de Aranoa, y que probablemente
improvisaba: “Venga, a ver si te buscas una musiquilla guapa, ¿no, colega?”.
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Nuestro Leif Garrett
Fallecerá con apenas 23 años por una sobredosis de heroína en Vicálvaro. Contaba Tola a
El País que “se venía andando para matar el tiempo, para no pensar en otra cosa o
encontrarse a otra gente”. Este paseo chungo, de San Blas a nada menos que la Gran Vía,
tuvo final demasiado pronto.
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Watch Video At: https://youtu.be/qNJ5HgYHOn8
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Te meto un MECO, PAYASO
Este monólogo, que confiamos se hizo sin ningún doping, acaba con esta descripción del
promotor de una cutre carpa de Coca-Cola en medio de la tierra del Turia: “El Vaticano de
la música máquina”. Óscar y casi todos los macarras de este tiempo tuvieron mejor
fortuna que sus antecesores de década. Así, éste ha acabado como DJ con el nombre de
Babyface. Con el paso de la ruta a las discotecas maquinetas de Badalona sobrevive
como DJ de fortuna y si usted está interesado puede contratar sus servicios para bailar
hasta morir. U-HA.
Carlos el Yoyas
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Watch Video At: https://youtu.be/OI-Tf9ZNINo
Gran Hermano siempre ha elegido personajes curiosos, algunos un tanto raros, pero
pocos tan honestos y brutales como Carlos Navarro, el Yoyas. Auténtica pesadilla
cultural charnega para la burguesía bien barcelonesa, El Yoyas apareció dando puñetazos
de realidad a un entorno de jóvenes “tontopolla” y fue expulsado por sus vaciles con su
novieta Fayna. Éstos fueron interpretados como violencia de género. Su visión viejuna de
las mujeres queda resumida en esa frase colosal que resume perfectamente el
heteropatriarcado: “Nena, ponme un Cola Cao”. 15 años de matrimonio con la
maltratada, Fayna, dicen un poco a favor de lo atávico en las relaciones.
Dada la vehemencia del tipo, él mismo reconoce que tiene un “mal pronto”, ha sido un
invitado preferente en programas como Crónicas Marcianas o especialmente en los
talk show barceloneses. En este último marco, tan sórdido, tiene varios clásicos: uno de
ellos es su petición que los moros tengan los mismos derechos “…cuando se los ganen”.
Pero quizá su clásico más olvidado sea su enfrentamiento con ese titán del clasismo y el
esteticismo con barretina que es Salvador Sostres. Después de una pugna sobre quién
tiene más importancia, una limpiadora o un doctor -toma lucha de clases de mesa
camilla-, El Yoyas desbarra en un mitin populista a lo Alfredo Duro.
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John Cobra
¿Quién era Vaquero Garcés? Quizá ustedes le conozcan mejor por su otro nombre: John
Cobra. Nada menos que un pelao chungo valenciano, un nano, que a falta de altura para
entrar de tronista, decidió contar en Youtube sus técnicas callejeras. Su obra maestra,
sin duda, es el vídeo inicial del Valecalle donde muestra unos movimientos que le
habrían valido un papel protagonista en alguna secuela jodida de Soldado universal
(1992).Era demasiado gallito, demasiado pomposo para no desatar una ola de
competidores. Más después de su clásica lección, a lo Kung Fu (Panda), a los pringaos de
su barrio. “Hola, soy John Cobra: bienvenidos al mundo de John Cobra y los golpes a la
carta. Tengo la carta de los golpes, recoja su ticket y pida por su boca”. Un club de la
lucha (1999) tristérrimo, con no poco homoerotismo chungo, y que convirtió a Cobra en
el Final Boss de Youtube.
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Watch Video At: https://youtu.be/W1MH94Iyi9U
De manera paralela, este bakaluti en lucha contra “los raperillos de pastel” intentó tener
éxito como hiphopero. Sus dos efímeros hit, Ado 3 y Carol, fueron descubiertos por
Forocoches, que consiguió el hito de enviarlo a Eurovisión como candidato en 2010.
Fue la apoteosis troll del foro cuñao por excelencia y se saldó con Cobra gritando
“comedme todos la polla”. Anne Igartiburu, teniendo a este héroe soreliano en plena
apoteosis violenta en televisión, supo calmarle tocándole en el cogote con las palabras
más hilarantes: “Tranquilo, John, cariño”. Reflejo pauloviano “to wapo”, que se diría en
vernáculo. El último Cobra ha tenido una denuncia por violencia de género en 2010 de su
ex mujer -vaya, no nos lo esperábamos- y un lento declinar como fenómeno Youtube. En
2014, eso sí, no perdió tiempo libre para amenazar de muerte a Pablo Iglesias; clara
antítesis intelectual de este nanócrata que se sueña emperador de Valencia.
Uno de los vídeos más emocionantes de John Cobra, con esa poesía
honesta de barrio obrero y gotelé, es aquel en el que llama su gran
rival “mi Double Dragon” en homenaje al recreativo de Technos
Japan de 1987. Su némesis de vaciles era José David Delgado
Álvarez; un vigoréxico cani entre la capoeira y el plátano con motitas que se erigió como
el rival más célebre de Cobra. Una lucha, que no se olvide, entre dos tribus urbanas -
bakalas y canis-, entre dos décadas -los 90 y el 2000- y entre dos personas con mucho
tiempo libre.
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“¿Tú eres John Cobra premoh? Te voy a quitar toda la bobería, jodido personaje. Ven
paca. Soy de las Palmas, estoy aquí esperándote, premoh hijo de la gran puta”. Su look
de secundario de King of Fighters (1994), versión bootleg coreana chungo, se ganó el
corazón de toda aquella persona que haya cambiado de acera ante la visión de tres canis
con gorras y oros.
No hay que olvidar tampoco su promoción de la cultura de Canarias. Aquí le vemos como
improvisado guía turístico donde muestra sus coleguitas y las palmeras a una hora menos
que en la península. “Esto es el paraíso. Aquí no somos racistas como tú, jodido fascista
de mierda. John Cobra, John Culebrilla, te voy a arrancar la cabeza” es un canto a la
integración y en contra del ascenso del populismo. Parece ser que llegó a montar una
marca deportiva, además, para rentabilizar su breve fama.
Due, de Vallecas
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Watch Video At: https://youtu.be/2lpZ_flCSAI
La respuesta madrileña a los dos últimos, de Vallecas nada menos, fue este patapollo con
ciclos sanos llamado Due. Apela a John Cobra y al Batu de este modo: “Vosotros sois
unos mierdas: Batu te voy a dar tal paliza que te voy a dejar vegetal, te voy a dejar en
una silla de ruedas; Cobra, cuando quieras voy allí a Valencia y te mato”.
Ningún filme de The Rock llegó a tal nivel de violencia contenida en apenas dos frases.
Después da unas cuantas galletas al punching ball, desinflándose -seamos honestos- al
final. Pero todo lo compensa con la frase que finiquita el vídeo: “os tengo unas ganas, vais
a flipar, mariconas”.
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Como véis, tuvo una serie de vídeos posteriores, donde llamaba a Batu “maricón” o
“ratita”, sin llegar al éxito del original, donde la tensión acumulada le aproxima a la
película media de Bruce Lee. Si bien tuvo algún hit tardío como esta llamada a la
violencia contra Batu y Cobra desde su salón con un carcaj y flechas. “Me quiero pegar
con los dos: contigo y con tu perro (…) qué vas diciendo, si eres una moñiga” demuestra
cómo su tensión de luchador callejero no desapareció. Pero el mejor momento del vídeo
es la elipsis narrativa inicial, que no creemos que sea inventada: “he estado retirado
porque tenía que solucionar muchos problemas que no tenía solucionados…”
La imaginación se dispara con esa afirmación y llegamos a ver al Due acabando con el
Clan del Pie, Shredder y la organización secreta que quieren llenar Alaska de plantas
petrolíferas en todas las películas de Steven Seagal.
Nunca, jamás, el cine español ha llegado a realizar un thriller tan intenso -que dejaría
bocabierto al dúo Paul Schrader y Martin Scorsese– como el que grabó Callejeros
con tres bakalutis. Son los llamados Pistoleros del Eclipse: El tomate, el Te rieh y el
chaval de los ojos pixelados. Tres minutos de delirio scorsesiano que dejan Uno de los
nuestros (1989) al nivel dramático de la película de los Muppets en el espacio.
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pasado de nunca”, “Mi colega, que se ha gastado un dineral…bueno, se ha pasado con la
coquita, con los gramitos…que tiene amenazada a toda la policía nacional de Alicante”,
“Yo me he bebido en mi casa cinco botellas de White Label”.
Mientras tanto, el chaval de “te rieh” tiene ese momento glorioso, que envidiaría Spike
Lee, en el cual afirma a los periodistas: “¿Queréis tener un reportaje de puta madre?
Toma coqueta, con esto no tengo ni para un cuarto de hora”. “Hasta el presidente del
gobierno se mete, a mí que no me jodan” resume luego de manera honesta El Tomate. En
ese momento el reportaje corta, mostrando un tipo monstruoso al que le falta un ojo y
dice “me han follao vivo” por el control, junto a otro cantando las virtudes del hachís, y
vuelve a “los pistoleros…” en esa bajada paranoica que todo aquel que haya tratado con
farloperos conoce. Ahí el tono afable de estos flipados vira a las amenazas, ya que los
picoletos -menuda paciencia tienen- les han pillado la farinha. Entonces, se suceden las
coacciones: “Aquí hay gente muy peligrosa, esto no va a quedar así. Corten, corten, por
favor…” o “Por mi hija que te disparo…”
Y todo se corona en el soliloquio último en la cual el Te rieh dice: “Si cuando tú has
venido, yo he vuelto: he estado en tres centros de menores”. Ante el inevitable descojone
del periodista por la frase, se pone farruco y lo tienen que calmar el resto de “pistoleros”.
En 2009 ni la hija, ni la pistola, ni su plumas blanco recién sacado del año 96 pudieron
evitar que fuera la cárcel, informaron fuentes de la policía a La Verdad de Murcia
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(edición de Alicante). El coche marronero, el Eclipse -protagonista silente del vídeo-
apareció en Milanuncios hace pocos años: Forocoches intentó comprarlo como
bromazo.
Chuky, de Cieza
Cristian, según el acompañante, “si te pilla te mata”, pero en ese momento Chuky
amenaza con algo misterioso, estilo el maletín de Pulp Fiction (1994), que “puedes
sentir en el pecho”. Una lección de cine, un pequeño thriller de Brian de Palma, donde
un mosqueo en un párking acaba sin que podamos conocer qué tenía en el coche y por qué
lo íbamos a sentir en el pecho.
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Acho, pijo, te voy a dar un clujío
Antonio se declaró más tarde “único en su especie”. El vídeo estaba grabado con el móvil
por un colega de Archena, confesó. Dio, además, muchos detalles sobre su estado etílico,
apenas una botella de Ron Matusalén (más de quince grados), y reconoció que pagó por
ese vídeo, ya que la Guardia Civil le paró nada más realizarlo por borrachín.
En aquel tiempo, afirma, “llevaba sin probar nada de droga”, y en el coche únicamente
una pistola de agua. Rompió, así, con la magia de los que pensábamos que escondía una
Uzi robada a inmigrantes ucranianos ultraderechistas de un chalé sin número en Polaris
World. Este héroe macarra, encofrador en paro, es un gran superviviente de esas gentes
que vivieron una orgía de descontrol y drogas derivada del boom del ladrillo. Un tiempo,
un país, donde el respeto se ganaba en las calles: “¿Quieres sentirla en el pecho?”.
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