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PRÀCTICA 2 FORUM MODERNA

La

La cascada de desprecio en el artesanado hace referencia a las tensiones de menosprecio


sobre las que se articulaba la sociedad urbana del Antiguo Régimen. Cada grupo social trataba
de identificarse con el superior, difuminando las diferencias que lo separaban de aquel y a la
vez, de su inferior. Para ello, ensalzaban los elementos que le hacían destacar frente a los
suyos y asemejarse a la vida noble. Se daba sobre todo en el estamento burgués o noble.

Jerarquizaciones internas, discriminaciones, jerarquizaciones.

Estratificaciones gremiales. Valores propios, fuerte insistencia en defenderse de la


proletarización. Orgullo social fundado en propiedad y decencia.

Cada clase debía vestirse de la forma que hiciese visible su jerarquía social

Se prohibía que grupos sociales plebeyos pudieran llevar seda

S XV oficios bajos y viles, posteriormente el concepto de oficio manual o arte mecánico se


asimila con vileza, cierta deshonra legal. Frente a las mecánicas, existían las profesiones
liberales, vinculación intelectual del trabajo. La distinción a veces era entendimiento y cuerpo,
materia y espíritu, o sea gloria y fama y a mayor dificultad d aprendizaje menos mecánico por
tanto más liberal y honorable.

La obra de Gutiérrez de los Ríos presenta los criterios generales sobre la jerarquización social.

Ansia de ennoblecimiento de comerciantes

Pequeña burguesía de comerciantes (tejidos y especias) forman una jerarquía establecida,


gremios mayores. En Cataluña y V, dos tipos de corporaciones, colegios (actividades liberales,
artistas) y cofradías o gremios (mecánicos).

Democracias a Bibiana, hija de una hornada corchetera. Su abuelo pobre cordonero, gracias a
casarse con el acabó sus últimos días durmiendo en una cama de tres colchones, signo de
estabilidad.

Bibiana, compara a la marquesa del Encantillo, que su abuelo era un pobre valenciano
vendedor de esteras y ha acabado teniendo un coche, elemento de gran poder adquisitivo en
1831. Lleva 24 años intentando sacarles un dinero de más a los clientes por las telas,
vistiéndoles de seda a los nobles, no a ella. Quiere disfrutar de lo ganado y hasta que no tenga
una casa suntuosa propia de su nivel, un palco en la ópera o un criado, como digna de su
posición, no estará conforme. Tampoco con su nombre, quiere ser llamada “doña Concha”, o
“Conchita” que para eso tiene dinero. El marido reniega de llamarle diferente, así que ella le
echa en cara que no quiera brillar y darse tono, ya no por ellos dos, si no por sus hijos.

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