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UNIVERSIDAD NACIONAL “PEDRO RUIZ GALLO

FACULTAD DE CIENCIAS HISTÓRICOS SOCIALES Y EDUCACIÓN

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“Año del Fortalecimiento de la Soberanía Nacional”

TEMA:
“Patrón de Asentamiento en el Valle Virú, durante el Período
Intermedio Temprano en la Costa Norte del Perú”

ASIGNATURA:
Arquitectura Prehispánica I.

DOCENTE:
Briceño Rosario, Jesús Gregorio,

CICLO ACADÉMICO:
2021 – II.

ALUMNO:
Vidal Taboada, Stalin.

Lambayeque, abril 2022.


INTRODUCCIÓN

En los Andes centrales durante el período de los Desarrollos Regionales Tempranos (500
a.C. a 700 d.C.), como su denominación lo señala, se verifica el surgimiento de
desarrollos culturales con características marcadamente regionales, en las que se expresa
una creciente autonomía y la generación de tradiciones culturales con identidades bien
definidas y diferenciadas entre sí. A partir de los avances logrados durante el Formativo,
y especialmente con la creciente afirmación de la agricultura, se produjo una relación de
estrecha interdependencia de las distintas sociedades con los peculiares ecosistemas de
las diversas regiones en que estaban asentadas. En este sentido, se constata que el ámbito
territorial de estos desarrollos culturales correspondió a uno o más valles en el caso de las
sociedades costeñas, o a hoyas hidrográficas de los valles interandinos en el caso de la
serranía.

Una vez concluido el periodo Formativo en la costa norte, se manifiesta el surgimiento


de la cultura Gallinazo, conocida también como Virú por su importante desarrollo en este
valle, previo a la ocupación moche. Por lo que conocemos de Gallinazo, especialmente a
partir de las investigaciones desarrolladas en el valle de Virú (Bennett 1950; Willey
1953), esta fue una sociedad con una economía basada principalmente en la agricultura,
que estuvo asociada a una notable expansión de los sistemas de irrigación, lo que le
permitió aumentar notablemente las tierras de cultivo, extendiéndolas prácticamente a
todos los suelos disponibles en dicho valle.

En cuanto a las características de su forma de organización política, parece que los


gallinazo durante sus fases tardías habrían logrado generar una estructura de carácter
estatal. En el valle de Virú, precisamente donde la cultura Gallinazo habría alcanzado su
apogeo, se observa un complejo patrón de asentamiento que presenta una variedad de
tipos de sitios, entre los que destaca el desarrollo de un notable centro urbano, como el
llamado Grupo Gallinazo. Es interesante notar que el urbanismo de Gallinazo podría
representar un antecedente al desarrollo que alcanzará la cultura Moche en este aspecto.
Sin embargo, es preciso tomar en cuenta que el desarrollo de Gallinazo Tardío, habría
sido en buena medida contemporáneo con las fases de Moche Temprano y Medio, por lo
que ambas experiencias urbanas debieron de coexistir en este lapso de tiempo.
PATRÓN DE ASENTAMIENTO EN EL VALLE VIRÚ, DURANTE
EL PERÍODO INTERMEDIO TEMPRANO EN LA COSTA NORTE
DEL PERÚ

Modelo de asentamiento de la cultura Gallinazo en el valle de Virú

Esta cultura, conocida también como Virú, se desarrolló en la costa norte luego de Salinar
y antecede el posterior desarrollo de la cultura Moche. Sin embargo, es importante aclarar
que el estilo cerámico asociado a Gallinazo aparentemente sobrevivió como parte de la
vajilla utilitaria (Fig. 01) durante mucho más tiempo, y por lo tanto no es extraño que se
le encuentre coexistiendo en sitios con ocupación Moche, tanto en los valles de Trujillo
como en los de Lambayeque. No obstante, parece que fue en el valle de Virú, al sur de
Trujillo, donde la cultura Gallinazo alcanzó su mayor desarrollo. Efectivamente, en la
parte baja de este valle se encuentra un extenso complejo de plataformas y montículos
piramidales de adobe conocido como Grupo Gallinazo, que aparentemente constituía
como “capital” de esta sociedad, y donde Bennett desarrolló excavaciones en los años
treinta y luego en los cuarenta (Bennett 1950). Adicionalmente se reporta información de
otros tipos de sitios presentes en el valle, como complejos ceremoniales con edificaciones
piramidales, estructuras fortificadas conocidas como “castillos”, otras del tipo “palacio”,
además de grandes casas aisladas, aldeas y asentamientos habitacionales, además de
cementerios (Willey 1953).

Fig. 01: Cerámica utilitaria Gallinazo.

A diferencia de lo que aconteció durante el período Formativo Superior, donde se dio una
marcada concentración en la parte media alta del valle, la ocupación Gallinazo, manifiesta
más bien una baja ocupación de este sector y un importante desplazamiento hacia el valle
bajo y medio. En el valle bajo el Grupo Gallinazo, además de tener un rol protagónico
como posible sede de una autoridad central, debió de incorporar bajo su órbita otros
asentamientos de la margen norte del valle bajo. En la margen sur del valle bajo, así como
en el valle medio, otros centros de menor rango pudieron cumplir una función similar con
relación a la población asentada en estos sectores. Mientras tanto, en el sector del cuello
del valle, esta función pudo ser cubierta por cuatro “castillos” fortificados y un complejo
ceremonial localizado en una posición central, los que, además garantizaban el control
estratégico de una zona clave para el manejo del sistema de irrigación del valle (Canziani
1989).

Fig. 02: Valle hipotético de la costa norte o central, en el que se ilustra el patrón de
asentamiento con la ampliación del manejo agrícola a las zonas medias y bajas del
valle, mediante el desarrollo de grandes canales de irrigación en ambas márgenes.

El Grupo Gallinazo

Se encuentra en la parte norte del valle bajo de Virú, en una zona que debió ser marginal
al área de cultivo en ese entonces, por su baja calidad de suelos debido a su relativa
proximidad a la franja del litoral marino. Presenta una notable extensión, que alcanza por
lo menos dos kilómetros a lo largo de su eje principal orientado de norte a sur, si
consideramos el área de mayor concentración, pero que, si comprende otros montículos
más dispersos, llegaría a alcanzar una extensión de hasta cuatro kilómetros. El Grupo
Gallinazo está conformado por unos treinta montículos, aparentemente amorfos y de
contornos indefinidos debido a la intensa erosión. Sin embargo, las excavaciones
realizadas en ellos revelaron que estaban constituidos por plataformas con estructuras
arquitectónicas y que, en algunos casos, sirvieron también de base para la erección de
volúmenes piramidales. En otros casos se trataba de simples montículos producto de la
acumulación de tierra y de deshechos de ocupación, lo que revelaría su aparente función
habitacional, asociada a construcciones realizadas con materiales perecederos.

Fig. 03: Ocupación gallinazo en el valle de Virú

Como sostuvo Bennett (1950), al igual que Willey (1953), el Grupo Gallinazo no presenta
evidencias aparentes de una planificación global. Sin embargo, un análisis somero
permite apreciar que existió una evidente búsqueda de organización espacial, la que a
partir de la reiterada orientación de las estructuras arquitectónicas se extiende a la
disposición de los montículos y las plataformas, como también al nivel del ordenamiento
general del complejo en dirección norte-sur. Igualmente se perciben ciertos niveles de
planificación sectorial, verificables en el planeamiento de las estructuras expuestas por
las excavaciones, donde la apariencia amorfa y desordenada que presenta el sitio en
superficie parece ser más bien producto de la intensa erosión que ha sufrido. Finalmente,
se puede inferir la existencia de una zonificación y jerarquización de las estructuras, con
la presencia de plataformas que incorporan grandes volúmenes piramidales y otras que,
por sus acabados, decoración mural y características, parecen corresponder a edificios
públicos de función especializada; mientras que otros montículos con plataformas
compuestas por cuartos y otros recintos con evidencias domésticas, podrían ser asignados
a una función residencial asociada a sectores de la población con un cierto estatus social.
Por último, generalmente en la periferia del sitio, otros montículos que presentan
evidencias de ocupación y escasos restos arquitectónicos, podrían haber correspondido a
zonas habitacionales resueltas con materiales perecederos y ocupadas por sectores
sociales dependientes de la elite urbana o por trabajadores del campo asimilados al núcleo
urbano del asentamiento (Canziani 1989: 118-120).

En cuanto a las estructuras


arquitectónicas identificadas en los
montículos, se aprecia que la
organización espacial del complejo
orientada de norte a sur es reiterada
en estas, tanto en la propia
orientación de las plataformas, como
en el trazo de los muros de los
recintos y corredores. Las
estructuras excavadas revelaron
patrones fuertemente concentrados,
donde se advierte el dominio de un
persistente patrón ortogonal,
generado por los muros trazados
siguiendo los ejes cardinales. Tal
como se observa, por ejemplo, en el
sector excavado del montículo V-
155A, donde las estructuras
mantienen un patrón constante en su
orientación en las superposiciones
Fig. 04: Plano general del Grupo Gallinazo
arquitectónicas, que corresponden a
las diferentes fases de ocupación del sitio, desde el Gallinazo Temprano al Tardío
(Bennett, 1950).

Estas superposiciones arquitectónicas, asociadas a las distintas fases de Gallinazo,


también permitieron observar la evolución y los cambios que se aprecian en las técnicas
y los materiales constructivos. Así, en la fase I se desarrolla una especie de «tapia»,
elaborándose los muros con barro compactado. En la fase II aparecen adobes moldeados
a mano de distintas formas (esféricos, hemisféricos, etcétera). Posteriormente, en la fase
III o Gallinazo Tardío, aparecen los adobes paralelepípedos rectangulares, elaborados con
moldes de caña, que dejan sus características improntas en las caras de los adobes. A estos
les siguen los de moldes llanos, hechos aparentemente con gaveras de madera. Es
característico también de las construcciones masivas de Gallinazo que los rellenos de
adobe de los volúmenes de las pirámides presenten la inserción horizontal de vigas
rústicas de algarrobo, que debieron operar como una suerte de amarres de refuerzo
estructural en los rellenos constructivos. Esta técnica peculiar se observó también en la
principal construcción piramidal del sitio, denominada Huaca Gallinazo (V-59), que se
emplaza sobre el montículo más extenso (400 por 200 metros), mientras que la pirámide
en sí presenta una base de 70 por 65 metros, elevándose unos 20 metros por encima del
nivel del terreno.

Son de destacar en la arquitectura Gallinazo muchos ejemplos de decoración mural en


bajo relieve, con motivos entrelazados que parecen representar serpientes o peces, pero
también en sus principales edificios usualmente se encuentran cenefas y frisos obtenidos
mediante una particular disposición de los adobes dejando espacios vacíos, logrando así
bandas decorativas horizontales que repiten formas geométricas. Estos muros estaban
finamente enlucidos y pintados de amarillo, aunque se incluye de forma alterna también
el negro, verde, rojo y blanco. Estos motivos decorativos están presentes mayormente en
los muros de contención de plataformas y, tanto por su posición como orientación, es
posible que constituyeran el especial acabado de los frontis de los principales edificios
públicos que estuvieron asociados a las estructuras piramidales del Grupo Gallinazo
(Canziani, 1989).

Nos encontramos frente a un importante centro urbano, lo cual fue destacado tanto por el
propio Bennett (1950) como por Willey (1953) en su célebre trabajo sobre los patrones
de asentamiento prehispánicos en el valle de Virú. Si bien estos investigadores hicieron
mayor énfasis sobre los aspectos cuantitativos, relacionados con la extensión del sitio y
la estimación de los miles de cuartos contenidos en sus estructuras, con proyecciones
sobre su posible población, también destacaron la importancia de la arquitectura
monumental de función pública aglutinada en torno a las edificaciones piramidales;
además de advertir la presencia de estructuras semisubterráneas y cubículos posiblemente
destinados a servir de depósitos; así como de la existencia de una clara diferenciación
entre las estructuras residenciales, especialmente en la fase tardía de Gallinazo, lo que
podría servir de indicador de que los pobladores de este centro urbano pertenecieran a
clases sociales distintas (Bennett 1950: 117).

Las evidencias recuperadas señalarían que el notable desarrollo urbano registrado en el


Grupo Gallinazo habría estado aparejado con el logro de uno de los más altos niveles en
la explotación de los recursos agrícolas del valle de Virú. Esto habría sido posible gracias
a la construcción del principal sistema de canales en ambas márgenes de este, lo que
permitió la irrigación de la mayor parte de los suelos del piso del valle y el desarrollo en
ellos de una agricultura intensiva. Esto habría redundado en el crecimiento poblacional y
en el notable incremento de los sitios habitacionales (Willey 1953: 393). La propia
concentración poblacional residente en el Grupo Gallinazo, mayormente desligada de las
labores del campo, sería impensable sin la existencia de una economía ampliamente
excedentaria que permitiera el sustento de este complejo urbano.

La clara preeminencia del grupo Gallinazo, con relación a otros posibles complejos
ceremoniales y centros urbanos secundarios presentes en el valle durante este período,
estaría expresando la posible existencia de un sistema político centralizado y, al mismo
tiempo, nos sugiere su condición de “capital” de una estructura estatal. En un trabajo
anterior, advertíamos que el Grupo Gallinazo presentaba determinados niveles de
ordenamiento y planificación urbana; así como la existencia de una zonificación y
jerarquización de las distintas estructuras presentes, desde aquellas de evidente carácter
público hasta aquellas de función habitacional. De estos datos se puede inferir la presencia
en el sitio de una población urbana dedicada a actividades especializadas, además de que
la composición de esta habría correspondido a distintas clases sociales (Canziani 1989:
118-121).

Los castillos fortificados

En el cuello que cierra la parte media del valle, los gallinazo construyeron unas
edificaciones monumentales de características especiales, las que se encuentran
dispuestas estratégicamente y en posiciones naturalmente defendidas. Se trata de grandes
construcciones que dominan el paisaje, al estar emplazadas sobre promontorios rocosos
o sobre los cerros que bordean las márgenes de las tierras de cultivo del valle. Este tipo
de edificaciones, conocidas popularmente como «castillos» por su destacado volumen y
presencia prominente contaban además con murallas y otras obras defensivas.
Estos rasgos específicos, la posición dominante de sus emplazamientos y su ubicación
estratégica, permiten inferir que posiblemente tenían como función central controlar y
defender el sector neurálgico del valle donde se localizaban las bocatomas de los canales
principales, es decir, de un sector que desempeñaba un papel clave para el manejo del
sistema de irrigación y, por ende, de vital importancia para la administración de la
producción agrícola del valle.

Willey reporta la presencia de cuatro de estas edificaciones: los «castillos» de Tomaval y


San Juan, en la margen derecha o norte del valle; además de los de Napo y de Sarraque,
en la margen sur. De estos los más representativos son los de Tomaval y Sarraque, cada
uno presentando singulares diferencias en su emplazamiento y características
arquitectónicas.

Fig. 05: Castillo de Tomaval, Cultura Gallinazo.

Las aldeas y otros sitios habitacionales

Entre los sitios habitacionales gallinazo, las aldeas conocen un incremento de tamaño con
relación a las de los períodos precedentes. Además, en estas se afirma como dominante
un patrón aglutinado, generado por la tendencia a la concentración de sus estructuras, las
que también se caracterizan por un ordenamiento más regular.
Esta regularidad puede estar referida a la existencia de ciertos niveles de planificación
que se pueden deducir a partir de la distribución ordenada de los cuartos con relación a
un patio o a un recinto de mayores dimensiones. Este patrón aldeano se puede apreciar
claramente en las márgenes del valle, en quebradas laterales como en terrenos que se
encontraban por encima de los campos de cultivo; mientras que en el valle bajo este tipo
de asentamientos se localizaban en el piso del valle, principalmente formando montículos
en los cuales es difícil apreciar claramente el ordenamiento de las posibles estructuras
habitacionales.

Los sitios habitacionales registrados en el valle medio presentan cimientos de piedra y


sus muros pudieron realizarse tanto con adobes como con quincha. A partir de los
cimientos que definen las unidades domésticas, se dice que estos sitios presentan de
treinta a cien cuartos, lo que revelaría también un incremento de la población que las
aldeas albergaban en ese entonces.

Como parte de los asentamientos rurales se identificaron también en la parte media alta
del valle algunas grandes casas aisladas. Estas están compuestas por uno o dos cuartos
principales a los que se les adosan otros cuartos más pequeños o depósitos. Se presume
que este tipo de construcciones estuvieron destinadas a albergar a personajes principales
o a funcionarios, dedicados ya sea a la supervisión de las labores agrícolas como a la
administración del sistema de irrigación.

Otros escasos ejemplos podrían corresponder a pequeños complejos e instalaciones


posiblemente relacionadas con el desarrollo de actividades administrativas en el ámbito
rural.

CONCLUSIÓN

El Grupo Gallinazo presentaba determinados niveles de ordenamiento y planificación


urbana; así como la existencia de una zonificación y jerarquización de las distintas
estructuras presentes, desde aquellas de evidente carácter público hasta aquellas de
función habitacional. De estos datos se puede inferir la presencia en el sitio de una
población urbana dedicada a actividades especializadas, además de que la composición
de esta habría correspondido a distintas clases sociales. Esto se vería reforzado con las
importantes obras públicas desarrolladas en el territorio del valle principalmente el
sistema de irrigación, y lo relacionamos en el contexto del patrón de asentamiento
establecido en el valle, que comprende otro tipo de sitios, como los «castillos»,
«palacios», casas aisladas, aldeas, sitios habitacionales y cementerios. Asentamientos
que, en su conjunto, revelan un marcado ordenamiento jerárquico y una definida
organización del espacio territorial y de la población residente en él.

REFERENCIAS

Bennett, W. (1950). The Gallinazo Group. Virú Valley, Perú. New Haven: Yale
University Publications in Anthropology, N° 43.

Canziani, J. (1949). Ciudad y territorio en los Andes: contribuciones a la historia del


urbanismo prehispánico. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú

Canziani, J. (1989). Asentamientos Humanos y Formaciones Sociales en la Costa Norte


del Antiguo Perú. Lima: Instituto Andino de Estudios Arqueológicos (INDEA).

Willey, G. (1953). Prehistoric Settlement Patterns in the Virú Valley, Perú. Bulletin 155.
Washington D.C.: Smithsonian Institution, Bureau of American Ethnology.

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