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DISERTACIÓN POR EL DÍA DE LA MADRE

El amor por su progenitora llevó a Anna Jarvis, una ama de casa estadounidense, a iniciar
una lucha para que se reconociera la labor, sacrificios y entrega que solo una madre
puede dar.
Tras la muerte de su madre Ana María Reeves Jarvis, el 9 de mayo de 1905, Jarvis decidió
escribir a maestros, religiosos, políticos, abogados y otras personalidades para que la
apoyaran en su proyecto de celebrar el Día de la Madre, en el aniversario de la muerte de
su propia progenitora, el segundo domingo de mayo.
Para 1910 ya se celebraba en muchos estados de la Unió n, y en 1912 logró que se creara
la Asociació n Internacional Día de la Madre con el objetivo de promover su iniciativa.
Finalmente, en 1914, el Congreso de Estados Unidos aprobó la fecha como el Día de la
Madre y la declaró fiesta nacional, lo cual fue apoyado por el Presidente Woodrow
Wilson.
Es allí donde se encuentra el santuario del Día Internacional de la Madre.
Má s tarde otros países se adhirieron a esta iniciativa y pronto Ana pudo ver que má s de
40 países del mundo celebraban el Día de la madre en fechas similares.

Gabriel García Márquez dijo una vez que: los seres humanos no nacemos plenamente el
día en que nuestras madres nos alumbran.
Y lo dijo porque a partir de ese día todavía nos queda un largo trayecto por recorrer para
conocer el mundo y para conocernos a nosotros mismos.
Cuando una mujer se convierte en madre su vida cambia por completo pues su alma y la
de sus hijos se vuelve una sola. Es tan grande el amor de una madre por sus hijos que no
dudaría en dar su vida por ellos. Con solo mirarnos nuestra madre puede saber có mo nos
sentimos y con una de sus caricias hasta las penas má s grandes se alivian.
La alegría má s grande para una madre es ver crecer a sus hijos y ayudarlos a lograr sus
sueñ os.
Y es precisamente nuestra madre, má s que nuestro padre, la que siempre está ahí, a
nuestro lado, para explicarnos por qué las mariposas vuelan, por qué el arco iris tiene
colores, por qué la luna es de plata.
Y así vamos naciendo al mundo, poco a poco, cada día, siempre tomados de la mano de
esa gran mujer: nuestra madre; a la que cada uno se la figura la mamá má s sabia y
maravillosa del mundo... y la má s linda también... y la má s buena.

Así es cada día de nuestra niñ ez, de nuestra adolescencia y de nuestra juventud.
Pero como este mundo está hecho de paradojas, solo cuando llegamos a la edad adulta -o
la perdemos- recién comprendemos todo el sacrificio, toda la entrega y toda la renuncia
que nuestras madres han dado por nosotros, y muchas veces a costa de sus propios
proyectos de vida.
Hoy nuestra Institució n Educativa rendimos homenaje a todas las madres de familia de
nuestra comunidad educativa ciezalachicna, reconocer y celebrar su gran Amor, con A
mayú scula, por nosotros. Porque nunca nos falten. Y porque tengamos siempre su abrazo
cá lido, aquí en la tierra o desde allá arriba, desde el cielo.

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